La verdad es que ya no sé como
titular estos posts en los que empiezo a escribir sin saber ni de qué voy a
hablar. El título remite a uno de esos viejos chistes de no es lo mismo, que nos contábamos de chicos en el recreo de la
Academia Galicia, o después en el bar de la escuela de arquitectura de Madrid.
No es lo mismo tejidos y novedades en el piso de encima, que te jodes y no ves
nada y encima te pisan. Ya saben: no es lo mismo tubérculo, que ver tu culo. No
es lo mismo dos tazas de té, que dos tetazas. No es lo mismo dos bolas negras,
que dos negras en bolas. Todos estos son universalmente conocidos. Y luego
estaba mi preferido: no es lo mismo el yoduro de metilo, que yo le metí lo
duro.
¿Y ahora por dónde seguimos?
Bueno, el gran Lisardo ha muerto, como saben, y ahora mismo no sé si lo maté para nada, porque los resultados de la fanpage
no son muy espectaculares. Tiempo al tiempo. Pero suele decirse que, cada vez
que se termina una vida, aparece otra nueva. Y ya tenemos una novedad al
respecto. ¿Recuerdan al gran Japi Toon Thelonius S., el hijo de mi amiga
holandesa R.? Pues resulta que ha tenido una hermanita. Ya les conté que los
holandeses sólo tienen un apellido, el del padre, en este caso representado por
la S. del final. No puedo poner el apellido completo, porque esta familia amiga
mía de Amsterdam es muy celosa de su intimidad (hacen bien, yo tampoco cuento
más intimidades que las precisas).
Para compensar esa escasez de
apellidos, de clara raíz calvinista, suelen ponerse un montón de nombres
rimbombantes; de ahí lo de Japi Toon Thelonius. Muy bien, pues su hermanita
nació el 28 de abril y se llama nada menos que Pom Emily Sara Flien S. Imagino
que el primer nombre (Pom) será el que ha decidido su hermano, cuando le hayan
preguntado al respecto. Del resto no tengo ni idea, no creo que lo de Emily sea
por su tito Milu, aunque me haría ilusión. Los holandeses, como todos los
anglosajones, suelen también editar una especie de recordatorios, las llamadas birth cards, que envían a todos los
amigos. Yo recibí la mía y ya he contestado con mi felicitación por mail. Al
final, le pedía a R. una foto para colgarla en el blog. Aún no me ha
contestado. De todas formas, los recién nacidos son todos bastante parecidos. A
mí los niños me empiezan a gustar desde el momento en que enfocan la vista y te
miran (antes incluso de reírse). Por lo que yo puedo contar, desde ahí hasta
los 26 años, son una delicia.
Mientras tanto, yo sigo con el
brazo regu. Desde que me quitaron el
tornillo del hombro, estoy bastante dolorido. Mi sensación es como de tener el
hueso al pil pil. Desde el día siguiente a la segunda intervención, mis dolores
y molestias no han disminuido. Supongo que es una fase necesaria y ya les he
contado que, si mi húmero ha estado firmemente sujeto durante tres meses por un
clavo de 25 cms, al que hemos llamado el general De Gaulle, ahora que lo han
desatornillado del hombro y ha pasado a convertirse en Konrad Adenauer, está
claro que el brazo no se me ha caído al suelo, o sea, que tan mal no vamos.
Ayer en la rehab empezaron a darme
unas corrientes analgésicas con unos electrodos, que parece que no me van mal.
Mis nuevas molestias no me han impedido pasear por el río a cinco arquitectos
japoneses, con los que acabé hablando de Murakami y del ramen.
Ayer también tuve un par de
actividades offshore de esas que hago
medio clandestinamente. Acudí al acto final del máster de Planeamiento Urbano,
con el que colaboro hace años, a escuchar la exposición de los trabajos de los
alumnos. Al final, me tocó repartir los diplomas, que traía impresos, firmados
y con el sello de la Dirección General a la que pertenezco. Entre los alumnos
había una morochita a la que descubrí por el acento. Al entregarle el diploma,
le dije: –¿De qué parte de México es usted, m’hija?/De la capital nomás; del
DF/¡Ah! ¿del Defectuoso?/Seguro. Chilanga legítima. Comí luego en la escuela
con la profesora que dirige el máster y me fui caminando por el parque de La
Bombilla hasta la Ermita de San Antonio y, de allí a la gran bandera europea
erigida en el comienzo de Madrid Río.
Había quedado en ese lugar a las
cuatro en punto, con una importante gente de Miami, que la Alcaldía tenía mucho
interés en atender debidamente. Tanto interés pusieron, que les empezaron el
día con una visita a Mercamadrid. Para ver en su salsa ese gran centro del
mercado alimentario de la ciudad hay que ir a las 6 de la mañana (yo lo he
visto una vez y merece la pena el madrugón). Pero los de Miami se habían tenido
que levantar a las 4 de la mañana y llegaron a Madrid Río con el aguante al
límite. Supongo que en Miami el ritmo es más caribeño. Me encontré con tres
pesos pesados del urbanismo de Florida, dos de ellos con un soroche invencible,
así que hubo que abreviar la visita y mandarlos a descansar.
En fin, este tipo de actividades
las hago de forma clandestina. Un colega de la rehab, que es inspector de trabajo, me ha dicho que tenga cuidado,
que me pueden meter un puro que te cagas, y otro del mismo calibre al
Ayuntamiento. Para ello, tendría que denunciarme alguien. Tal vez no debería
publicitar estas cosas en la red pero, por otro lado, también es un buen test
para saber si alguien me odia. Y además, ya saben que caminar por el borde de
la norma es algo que me supone un placer adicional que no puedo negar. El día del
concierto del Boss, casi disfruté tanto escuchándole, como atravesando los
controles policiales sin que descubrieran que llevaba oculta una petaca de
bourbon.
Fuera de esto, por mi vida pasan
efímeramente personajes de lo más variopinto. Mi hijo Kike tiene un amigo
londinense, que se llama Ola, negro como el carbón y de cerca de 2 metros de
alto. Fueron compañeros de carrera en la Carlos III, donde ya saben que se
puede estudiar Económicas en inglés. A pesar de haber pasado aquí 4 años, no
habla una palabra de español. Ahora trabaja y vive en Londres, pero ha venido a
pasar una semana con su amigo y le hemos hospedado en mi casa. He de decir que,
durante esa semana, la casa ha estado mucho más ordenada que cuando está solo
mi hijo. Ola es un tipo encantador y súper educado. Pero, ya saben que los
negros tienen un sentido del humor muy especial (recuerdan aquello del negro
zumbón). Ola decidió que, ya que lo alojaba en mi casa, debía traerme un regalo.
Aquí lo tienen.
Sí señor, han acertado. Es una
cajita de las tradicionales butter
cookies, conmemorativa del 90 cumpleaños de la Reina. Se pueden imaginar la
sonrisa de Ola, con sus dientes blanquísimos, cuando me la entregó y estudió mi
reacción. Por aquí han pasado también mis amigos de San Diego Gonzalo y Judy, y
abajo les dejo el testimonio del selfie que nos hicimos en la plaza de Santa
Ana.
Y estos últimos días he podido
confraternizar también con Ian y Louise, una pareja de amigos y medio primos
británicos, a los que voy a añadir al mailing con el que ahora aviso cada vez
que cuelgo un nuevo post. Me lo han pedido, porque les interesa especialmente
para practicar español, aunque por aquí nos entendimos en inglés sin grandes
problemas. La verdad es que la hora y media semanal que dedico al aprendizaje
del inglés e ingesta de cerveza en el Martínez Bar de la calle del Barco,
empieza a dar sus frutos. Por lo demás, ha empezado la Feria del Libro y el
domingo por la noche me acerqué por allí porque firmaba mi amigo Eduardo
Waisman, el autor de Calles Alquiladas, el libro que estoy leyendo actualmente.
En total ya le he comprado seis ejemplares, porque me está gustando mucho, me
parece un buen regalo para diferentes amigos y, además, hay que ayudar a los
colegas.
Por el momento, estos son los
tejidos y novedades del piso de encima. Mañana me quitan los puntos
colchoneros y, a propósito, es una pena que el Aleti, con el que yo iba, perdiera la Final
de Champions, pero he de reconocer que el resultado fue justo. El Madrid jugó
mejor en la primera parte y también al final, aunque estaban todos rotos y
agotados. Este resultado me alegra por Zidane, que es un tipo al que admiro,
elegante, tranquilo y que siempre sabe estar. Y también me alegra por mi amigo
X, tan forofo que, el día que nació, los médicos le dijeron a su madre: –Señora,
ha tenido usted un madridista.
No he leído este post aún y, sinceramente, no sé si lo voy a leer, porque... !!!!ESA FOTOOOOO!!!
ResponderEliminarTe refieres a la de arriba. Dice mi amiga África (¿no serás tú misma, por ventura?) que la quite, que estoy muy feo y que muestro una papada que no tengo. Es por la postura forzada para hacerme el selfie. De todas formas, yo no me veo mucho más guapo, qué le vamos a hacer, la edad no perdona. En la de abajo estoy más "interesante", que es como nos llaman a los veteranos cuando nos quieren echar un piropo.
EliminarDe todas formas, prometo someter mis próximos selfies a un cierto control estético (sin caer en los retoques tipo Phoshop).
Un abrazo, querida (presupongo el género, porque a mis seguidores masculinos no suelen interesarles estos aspectos)
!Qué título tan apropiado para un post sobre urbanismo "metilo de yoduro"! Quedo a la espera, tuya afectisima.
ResponderEliminarTe tomo la palabra. Hace ya unos cuantas fechas que tengo la intención de contar algunas experiencias vividas en mi trabajo, hace ya muchos años, para que no se pierdan en el olvido. Podría ser un buen título.
EliminarNo es lo mismo montar un follón que follar un montón!
ResponderEliminarPues no lo conocía, pero desde luego que ahora mismo lo añado a mi colección de favoritos. Gracias por el aporte
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