Bueno, en pleno shock tras el inaudito triunfo del Brexit, no puedo negar que para mí es una mala noticia, que ya analizaré en frío más adelante. Pienso que hay cosas demasiado importantes como para que se sometan a la opinión del pueblo llano, en el que el peso relativo de los viejos, los paletos y los fascistas (tres colectivos a los que aborrezco bastante, como saben), hacen muy peligrosos estos experimentos de pseudodemocracia. A mí me parece una cagada histórica, pero al menos ha quedado claro quiénes la aplauden y quiénes no. La aplauden Nigel Farage, la señora Le Pene (ya saben, el corrector del Word), Geert Wilders, líder de la ultraderecha xenófoba holandesa y Donald Trump, entre otros. Sólo falta Berlusconi. A lo mejor, de la alegría que se lleve si llega a enterarse de la noticia, sale del coma, se arranca la máscara de oxígeno y grita: PADANOS A LAS BARRICADAS. TRANQUILOS QUE YA ESTOY DE VUELTA CON EL BUNGA-BUNGA.
De momento, entre el sofoco de ver que los ingleses quieren marcharse y la expectativa de nuestra próxima y trascendental cita con el destino, en la que todo nuestro futuro se va a poner en juego a cara o cruz, pues voy a rebajar un poco el tono volviendo a temas más ligeros, para aderezarles estas jornadas de reflexión antes del gran evento (me estoy refiriendo, por supuesto, al partido España-Italia, del próximo lunes). Ya que hablamos de Italia, a mis seguidores les ha encantado el vídeo de la canción de la película Serafino, pero me dicen que no entienden nada de la letra, en esa especie de italiano asilvestrado de la zona montañosa de los Abruzos. Ante eso, he recurrido a un amigo italiano del que no les había hablado hasta ahora porque, como siempre les digo, aquí no se cuenta todo lo que me pasa, sino lo que yo selecciono por estimar que merece la pena comentarlo en el blog. Mi amigo se llama Gianni Rondinella y es una especie de alma gemela mía, porque ambos hemos llegado al urbanismo desde el mundo de las letras.
De momento, entre el sofoco de ver que los ingleses quieren marcharse y la expectativa de nuestra próxima y trascendental cita con el destino, en la que todo nuestro futuro se va a poner en juego a cara o cruz, pues voy a rebajar un poco el tono volviendo a temas más ligeros, para aderezarles estas jornadas de reflexión antes del gran evento (me estoy refiriendo, por supuesto, al partido España-Italia, del próximo lunes). Ya que hablamos de Italia, a mis seguidores les ha encantado el vídeo de la canción de la película Serafino, pero me dicen que no entienden nada de la letra, en esa especie de italiano asilvestrado de la zona montañosa de los Abruzos. Ante eso, he recurrido a un amigo italiano del que no les había hablado hasta ahora porque, como siempre les digo, aquí no se cuenta todo lo que me pasa, sino lo que yo selecciono por estimar que merece la pena comentarlo en el blog. Mi amigo se llama Gianni Rondinella y es una especie de alma gemela mía, porque ambos hemos llegado al urbanismo desde el mundo de las letras.
Yo siempre fui hombre más de
letras que de ciencias, pero tenía, digamos, una presión familiar por derivar a
una carrera de ciencias, por aquello de que me iba a proporcionar más salidas y
me iba a permitir ganarme mejor la vida. Gianni me contó que él proviene de un
contexto similar en Italia. Por diferentes caminos, ambos superamos esa dualidad y acabamos en el mundo del urbanismo, que es una disciplina más inserta en el campo de las humanidades. Por eso yo lo considero un alma
gemela (o, como dicen en USA, a soul brother). Gianni me ha hecho el favor de
hacerme una primera traducción plana, que yo he redondeado a mi manera. Abajo la
tienen. La historia la conocen: Serafino ha recibido una herencia que se anda
gastando con sus amigotes los pastores. Su tío le tiende una trampa, mediante una hija
que se lo liga, para que tenga que casarse con ella y así poder disponer de la citada herencia. Los pastores le cantan esta canción en el bar del pueblo a modo de
despedida. El Youtube no me deja importar el vídeo, así que han de pinchar AQUÍ si quieren escucharla de nuevo, con la letra a la vista.
Te quería
contar la historia, de un amigo mío pastor
Que se metió en una cama para
hacer el amor
Y, para su sorpresa, este amigo
mío
No encontró a la chica, sino que
encontró a su tío
Y entonces la familia se enfada
y para reparar el escándalo
Le entrega a la chavala, y ya nada se puede hacer
Con dos patadas en la boca, se
los llevan directo al altar
Tiero, tiero, tiero,
tiero-tierá, tierá, tierá
Ahora pierde, ahora pierde,
ahora pierde la libertad
LA LIBERTAD, qué coño puede
hacer
(coro) QUÉ PUEDE HACER…
Como era guapo, apuesto y muy
cochino,
Que el hombre verdadero nunca se
ha lavado,
Olía a cabrito, que era un
portento
Más que eso, era la porquería elevada a siete
Las mujeres enloquecían de amor
Porque un hombre tiene que tener
sabor
Y en cambio ahora mismo, los
parientes lo han lavado
El pobre Serafino ya no sabe a
nada
Lo van a casar con el órgano, con
el órgano y la banda
Lo engañan poniéndole a la fuerza calcetines y bragas
Lo tratan como a un caballo,
limpiándolo con cepillo y jabón
Y ahora parece un pobre maricón
Tiero, tiero, tiero,
tiero-tierá, tierá, tierá
Ahora pierde, ahora pierde,
ahora pierde la libertad
LA LIBERTAD, qué coño puede
hacer
(coro) QUÉ PUEDE HACER…
Oh, Serafino, amigo mío sincero,
yo te saludo con esta canción
Eras guapo, eras fuerte,
despierto y bravo
Que se joda la que te convirtió en esclavo
Tú habías dado con la mejor
solución
Una familia que no te engañaba
Haciendo lo siguiente, haciendo lo siguiente:
Haciendo lo siguiente, haciendo lo siguiente:
Tres amigos, cuatro críos y la
fulana
Pero te engañaron y no has
movido ficha
Pobre Serafino agilipollado
Tiero, tiero, tiero,
tiero-tierá, tierá, tierá
Ahora pierde, ahora pierde,
ahora pierde la libertad
LA LIBERTAD,
Pero te engañaron y no has movido ficha
Pobre Serafino agilipollado
Tiero, tiero, tiero,
tiero-tierá, tierá, tierá
Ahora pierde, ahora pierde,
ahora pierde la libertad
LA LIBERTAD
Dos cosas. La palabra mignotta la
he traducido por fulana. En italiano es equivalente a puttana, pero tal vez no
tan ofensiva. En una zona agreste como los Abruzos, puede tener hasta un
componente cariñoso. Aun así, los cantores se disculpan con la bella Asmara,
aprovechando para darle un beso. La otra es que, como les conté, Serafino no
termina de dar el sí a su prima, huye de la iglesia y acaba la película regresando junto a sus amigos pastores, al lado de su querida Asmara, que no le exige que se lave para hacer
el amor.
Otro de mis vídeos que ha hecho furor es el del Papel pa’l bul, del que ya les he aclarado que bul es como llaman los calorros al culo. No voy a repetir el vídeo en este caso, porque es muy reciente. Un amigo
de Vallecas me cuenta que por allí también había un vendedor ambulante de la
misma mercancía, o sea que debía de ser una cierta tradición de negocio entre los gitanos.
El Josete llamó a su disco Recuerdos de chico y quiero hacer hincapié en el
estribillo: Papel pa’l bul/papel pa’l bul/manzanas de caramelo/barquillos y
palulú.
Todas estas cosas se vendían en las ferias ambulantes que recorrían España. En La Coruña, los puestos se ponían en verano en la explanada de El Relleno, así llamada por haber sido ganada al mar, que se llenaba de norias, balancines, caballitos girantes, puestos de tiro al blanco, tómbolas y sorteos diversos y, lo mejor de todo: la pista de coches de choques. Allí era posible encontrar estas manzanas de caramelo, que ven en la imagen, además de almendras garrapiñadas, pipas de girasol, barquillos, helados, algodón de azúcar y otras chucherías que hacían las delicias de los niños.
Todas estas cosas se vendían en las ferias ambulantes que recorrían España. En La Coruña, los puestos se ponían en verano en la explanada de El Relleno, así llamada por haber sido ganada al mar, que se llenaba de norias, balancines, caballitos girantes, puestos de tiro al blanco, tómbolas y sorteos diversos y, lo mejor de todo: la pista de coches de choques. Allí era posible encontrar estas manzanas de caramelo, que ven en la imagen, además de almendras garrapiñadas, pipas de girasol, barquillos, helados, algodón de azúcar y otras chucherías que hacían las delicias de los niños.
Este tipo de golosinas, no se
llamaban todavía chuches, denominación abreviada que corresponde a la generación de mis hijos (por eso Rajoy proclamó en
su día que Zapatero quería subirnos el IVA de los chuches, demostrando que no sabía de lo que hablaba; a lo mejor
le escribió el discurso Arriola, que, teniendo a su vera a Celia Villalobos,
seguro que estaba más al día). A mí me gustaba mucho ir con los amigos a la
feria del Relleno, un lugar ruidoso y atestado de gente en el que se pasaba muy
bien. Al final, acabábamos tomando un refresco en el bar Atalaya, al que se accedía subiendo una
escalerita porque estaba en la primera planta de un edificio municipal del
parque, y donde disponían de una auténtica juke-box
en la que, metiendo una moneda, podías escuchar las canciones de los Beatles y
otras novedades. Ya que hoy nos ha dado por Italia, les pongo aquí el homenaje
a las juke-box que dejó el gran Fred
Buscaglione, prototipo del juerguista romano, play-boy contrastado, que cantaba vestido de gangster americano
y que se mató una madrugada, volviendo a casa tras una de sus juergas legendarias, hasta arriba de
alcohol, cuando su Ford Thunderbird de color rosa se estrelló de frente contra un camión de reparto, justo frente a la embajada de USA en Roma.
El palulú tiene una historia específica, puesto que el nombre es una
derivación lingüística de la denominación palodulce, que es la planta de la que
se extrae el regaliz. Es un arbusto leñoso, cuyas raíces y tallos más gruesos,
liberados de hojas y ramitas, pueden chuparse para paladear su sabor medio
dulzón, medio amargo, parecido al del vermú de grifo. El palodulce era conocido
ya por los egipcios. Cuando mi padre era niño, hace unos cien años, en el
kiosco de la plaza de su pueblo manchego ya se vendía esta golosina a los
niños. Era muy barata porque este arbusto crece con facilidad en humedales y
zonas umbrías. Por entonces su nombre ya había sufrido un primer apócope:
paloduz, de donde vendría luego el palulú. En ese tiempo llegaron las barritas
de extracto de paloduz, de color negro y sección acanalada, que inicialmente se
llamaron regaliz compuesto y años más tarde perdieron el adjetivo y se quedaron
sólo en regaliz.
En el sur de España, estas delicatesen
populares tienen un pariente pobre, los altramuces, unas legumbres que se dejan
secar y luego son objeto de una larga preparación a base de sucesivos baños de
agua con sal, hasta que adquieren el sabor y la textura requeridos. Se suelen poner
de tapa en los bares y también se venden en cucuruchos en las ferias. Son tan
adictivos como las pipas de girasol, has de apretarlos para desprenderles una
piel húmeda transparente que se tira al suelo y acabas con las yemas de los dedos
arrugadas como si hubieras estado una hora en una piscina. Lo malo es que
producen bastantes gases, por lo que, si te da por pegarte una jartá, acabas apestando a tus vecinos de feria. Y
luego está el nombre popular que se les da por la zona de Murcia y Andalucía
oriental: chochos. ¡Kiyo, ponme un cuartillo’chochos!
En fin, la palabra chocho tiene
otro significado que todos ustedes conocen y por eso no la he puesto en el
título del post, para que este blog pueda leerse en horario infantil. Ese otro
significado está tan presente en la mente de los caballeros,
que a veces lleva a lapsus muy graciosos. Eso es lo que le sucedió a Carlitos
Miranda, gran periodista deportivo coruñés que, en su crónica sobre los
play-off de ascenso a la Segunda B para el diario La Opinión Coruña, sufrió tan
freudiano desliz. Lo malo es que todos los diarios deportivos gallegos en formato digital copiaron
su crónica. Cuando se dieron cuenta de que se estaban congratulando de la
victoria del Chocho en su lucha por el ascenso, (en realidad querían referirse al
Choco de Redondela), todos se apresuraron a corregir sus noticias. Pero yo tuve la precaución de hacer una captura de pantalla, antes de que lo borraran, que luego nadie se lo iba a creer. Aquí la tienen.
En fin. En cualquier caso, convendrán conmigo en que un eventual ascenso del Chocho ha de ser siempre considerado como una buena noticia. Que pasen un buen finde. Y que voten. A quien sea, pero voten. Hombre, si no es mucho pedir, que no sea a Rajoy.
Es una pena que el vídeo de Serafino haya que verlo en página aparte. Yo lo he solucionado poniendo la letra en el Ipad, mientras veo el archivo de Youtube en el ordenador. La verdad es que, entendiendo la letra es todavía más descacharrante.
ResponderEliminarTe agradezco tus palabras. Lo de ponerse dos pantallas a la vez es una idea excelente. Con la letra en español es fácil seguir la canción en italiano.
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