Hace tiempo que no se habla en
este foro de la deriva del mundo y ya va siendo hora. Ya nos vale de dar el
coñazo con la evolución de mi brazo, la cantidad de actividades en que
participo, o cómo el componente clandestino de algunas de ellas me añade un
gradiente de satisfacción. Ya sabemos todos que soy muy majo y todo lo demás. Pero
mientras tanto, el mundo sigue girando y se avecinan unos cuantos eventos
clave. Primero, la consulta sobre el Brexit. Segundo, la repetición de la
jugada electoral en España. Y, en un horizonte más lejano, pero que está ahí
mismo, las elecciones en USA. Hoy me referiré al primero de ellos. Ya he
insistido muchas veces en que yo no soy un analista político. Por el contrario,
me considero alguien con una visión bastante simplista de las cosas, con la
perspectiva que me da la edad; alguien que tiene claro qué movimientos o
personajes caminan en el sentido correcto y cuáles van a la contra, o van para
atrás, como los cangrejos. En ese sentido, intento interpretar lo que sucede, anticipándome a la Historia (con mayúscula), que un día pondrá a cada uno en su
sitio. Y soy consciente de que, a veces, los movimientos retrógrados triunfan, como sucedió al final del Imperio Romano, con la larga noche de la Edad Media, de la que sólo salimos con el Renacimiento.
Olvidémonos por un momento de las
dicotomías izquierda-derecha, pobres-poderosos, modernos-anticuados, lo que
mola-lo que no mola. Hace tiempo que, para mí, existen dos tendencias en el
mundo de la política. Por un lado, están los que trazan líneas en el
territorio, unas líneas que corren en un sentido, hasta cerrarse sobre sí
mismas al encontrar el punto de origen. Y luego dicen: los de aquí adentro
somos diferentes, no queremos saber nada de lo que hay al otro lado de la raya,
los de fuera nos roban y nos putean y, si nadie nos molesta, aquí adentro nos
organizaremos sobre la base de nuestras tradiciones y nuestras señas de
identidad y construiremos un paraíso exclusivo. Los políticos que impulsan este
tipo de movimientos, lo que en realidad quieren es mangonear y explotar a sus
pueblos sin interferencias. El movimiento contrario a este es el de los que buscan la transversalidad y el mestizaje, los que suprimen fronteras, los que tienden puentes en vez de dinamitarlos, los que tratan de
organizar alianzas de naciones o estados para, juntos, ser más poderosos y
defenderse mejor del enemigo común.
Un enemigo común que es el poder
económico, cada vez más transnacional, menos fragmentado y más despiadado.
Mientras ellos crecen y se asocian para esclavizar a unos pueblos que no les han
elegido en votación, nosotros seguimos aquí en el ruedo universal, discutiendo sobre galgos
y podencos y generando más y más estados, cada vez más minúsculos e
irrelevantes. Repasen la lista de países que se eliminan entre sí hasta lograr
los 32 que participan en la Eurocopa o en el Mundial de fútbol. Un auténtico
escándalo: eslovenia, eslovinia,
eslovonia. Armenia, Andorra, Islas Feroe, San Marino. ¡El Kosovo! ¿Qué
posibilidades de supervivencia tiene el Kosovo, con un PIB que no alcanza al
presupuesto de la más insignificante cadena americana de franquicias? Tal vez
piensen que me estoy refiriendo al independentismo catalán y es cierto, pero no
sólo a ellos.
Así surgió por ejemplo Portugal.
Unos reyes y nobles (lo que ahora son los políticos) se empeñaron en separarse
de España (Madrid les robaba, decían seguramente). Y luego impusieron como
idioma obligatorio y excluyente el portugués, que sólo se hablaba en una
pequeña zona del norte, pegada a Galicia, porque en el resto de las tierras
portuguesas se usaba el castellano antiguo de Alfonso X el Sabio y sus
cantigas. Esa compulsión de extrapolar las señas de identidad de cada pueblo
(que son totalmente respetables), convirtiéndolas en trascendentes y excluyentes,
suele esconder un afán de poder, cuando no directamente de enriquecimiento
económico de unos pocos. Lo del señor Pujol, verdadero artífice del prusés, es en este sentido, modélico.
Hace muchos años, cuando yo iba
con más frecuencia a Cataluña, recuerdo una pintada que me llamó la atención.
Decía Qui roba al poble te un nom: lladre.
Bien, pues el señor Pujol, lladre
confeso, es el que ha encendido la mecha de la hoguera en la que se cuece ahora
la mitad aproximada del pueblo catalán. Y Artur Mas era su ministro de
Hacienda, que se dio tanta maña en mirar para otro lado, que recibió el premio
de ser nombrado hereu. ¿Se han fijado
ustedes estos días en un matiz? Ahora que el Guvern no consigue sacar adelante sus presupuestos, por la falta de
apoyo de las CUP, ese socio contra natura al que se vieron obligados a
encomendarse, el actual ministro de Hacienda, Oriol Junqueras, ha declarado
desolado: vamos a tener que reducir las ayudas a la educación, la sanidad, los
servicios sociales. Curioso. No ha dicho vamos a reducir el número de embajadas
(así llaman a lo que en realidad son delegaciones en el extranjero). No ha
dicho vamos a retirar las subvenciones a los artistas que cantan o escriben en
catalán. No ha dicho vamos reducir el dinero que empleamos en traducir al
catalán las series más cutres de la televisión, o los dibujos animados de
Disney.
¿Realmente creen ustedes que a
Pujol y su familia les importaba un rábano la prosperidad del pueblo catalán?
No sean ingenuos. Esa gente lo que quería es una Justicia y una Hacienda
propias, para que sus mangoneos y rapiñas quedaran impunes. En realidad, la
única posibilidad de supervivencia de estos países enanos es como paraísos fiscales.
Lo vergonzoso del caso Pujol, es que desde Madrid se sabía todo y se hacía la
vista gorda, a cambio de que este señor se mantuviera en una postura
integradora con España. Tal vez no lo sepan ustedes, pero está documentado que
el unurabla Pujol proclamó su cambio
de rumbo en directo en un programa de Jordi Évole. Un programa en el que Pujol
pidió intervenir, para sorpresa del propio Évole, según él mismo ha declarado.
¿Y a qué se debió ese cambio de tendencia? Pues también se ha contado en este
blog: el volantazo se produjo a raíz de las investigaciones del FBI y la DEA
sobre el blanqueo de dinero negro de la droga en Andorra. Ahí España ya no pudo
seguir mirando para otro lado, y el tipo decidió emprender una huida hacia
adelante. No es algo que yo me haya inventado, es que se sabe en la propia
Cataluña, gracias, entre otros medios, al periódico El Triangle. Ya les puse el enlace a la noticia en su día, en el
Post #450,
“Huele a mierda en Barcelona”, pero no tengo inconveniente en repetirlo, que
hay mucho público nuevo en el blog: HELO AQUÍ.
Por cierto, si una imagen vale más que mil palabras, les invito a que vean
estas dos. Son diferentes especies de aves de rapiña.
Lo terrible es que,
frecuentemente, estos países que se desgajan de un estado más grande, pasan una
época de estrechez económica terrible. Pero a los nacionalistas les da igual
que sus pueblos pasen hasta hambre. Portugal fue siempre un país bastante
empobrecido, a pesar de la ayuda de Gran Bretaña, y eso es algo que ha durado hasta
hace muy poco (ya les conté que en los 40 eran el pueblo más pobre de Europa,
por detrás de Bulgaria o Albania). Ha durado hasta que se integró en Europa. Lo
mismo sucedió con la Irlanda que se escindió de Gran Bretaña. Les recomiendo
que lean el libro Las cenizas de Ángela.
Literariamente no es gran cosa, pero cuenta una historia real, la de su autor
Frank McCourt, que nace en esa Irlanda recién creada. El hambre es tal que se
genera una inmigración masiva a los Estados Unidos. Su familia apenas consigue
reunir el dinero para enviarlo a él al nuevo mundo, cuando es sólo un niño,
porque los demás no se pueden ni escapar de la miseria.
Con todo esto que les he contado,
ya se imaginarán cuál es mi opinión sobre la posibilidad del Brexit. Me parece que, si se produce finalmente, no traerá más que problemas, más desigualdad y más miseria,
tanto a Gran Bretaña como a esa Europa amputada. Sin embargo, aquí los papeles
están claros, no como en Cataluña. Aquí el Brexit lo defiende la derecha, el partido
conservador, los grandes lobbies de la City y el mundo del dinero. Y los que se
oponen son los movimientos y partidos de componente más social, los laboristas
y figuras como Corbyn (¿alguien duda de que este señor es un izquierdista?), o
el respetable Gordon Brown, a quien han vuelto a sacar del congelador, como ya
hicieron con ocasión del referéndum escocés. Los secesionistas agitan primero
el cotarro provocando un malestar y luego recogen el apoyo de los cabreados. Lo raro es que, en España, los secesionistas catalanes se creen progresistas (por no hablar del pendiente en la oreja de Otegui). Para mí están en el mismo ámbito ideológico que la
señora Le Pene (es el corrector del Word el que me hace
escribir así su nombre), los de Aurora Dorada, PEGIDA o los partidarios de la Padania italiana. Yo todavía confío en el buen sentido del pueblo británico, pero no las tengo todas conmigo. Veremos qué pasa.
Otra cosa es el maridaje inevitable entre nacionalismo y violencia (y no lo digo por el triste suceso de la diputada laborista asesinada). Pero, de eso hablaremos otro día, que ya estoy fuera de mis límites de tamaño. Besos.
Otra cosa es el maridaje inevitable entre nacionalismo y violencia (y no lo digo por el triste suceso de la diputada laborista asesinada). Pero, de eso hablaremos otro día, que ya estoy fuera de mis límites de tamaño. Besos.
Amigo, no se si se ha dado cuenta, pero en relación con el asunto de Cataluña, se ha convertido usted en lo que se llama un "hater". Es un tema en el que, perdóneme, pierde usted objetividad, aunque entiendo perfectamente sus sentimientos. En este texto, por ejemplo, empieza prometiendo que va a hablar del Brexit, y luego no dice apenas nada del Brexit, porque se le va la línea argumental al prusés y ya se le llevan los demonios.
ResponderEliminarYo realmente, no creo que los catalanes quieran irse de España, ni los británicos de Europa. Todo esto son estratagemas para quedarse en situaciones más ventajosas. Lo que pasa es que (y en eso tiene razón), una vez abierta la caja de Pandora esa, es muy difícil contener los movimientos irracionales en sus límites. Cameron ya ha conseguido lo que quería (un trato de favor bastante vergonzoso) y por eso ahora hace campaña a favor de quedarse. Y los catalanes están en ese punto en que todavía esperan sacarnos algo.
No pretendo enmendarle la plana, sólo aportar un matiz. Espero no molestarle.
Tal vez tenga razón con lo de "hater". El resto de sus apreciaciones son muy razonables y es posible que las cosas sean exactamente como usted dice. Ojalá. A mi me parece, como digo en el título, que sería una barbaridad que Gran Bretaña se vaya de Europa, o que Cataluña se vaya de España.
EliminarLe amplío esta respuesta un par de posts más adelante. Gracias por sus opiniones.