Qué hartura, otra vez con las
elecciones, ¿verdad usted, señora? ¿Pero no habíamos elegido ya en diciembre? Como
dicen en tierras valencianas: ¿Otra
volta, Manolico? Pues sí, señor. Aunque a muchos se les haya olvidado, en
diciembre pasado, hace ya seis meses, el pueblo español fue llamado a las urnas
y dio su veredicto: se acabó el bipartidismo, ahora en vez de dos partidos
hegemónicos va a haber cuatro. Eso es lo que queremos. Y, ahora, señores
políticos, hagan su trabajo, pacten, establezcan alianzas o hagan lo que
resulte oportuno, ustedes son los profesionales de la política, estrújense el
cerebro, negocien, hablen, ofrezcan, cedan. Hace unos años, el resultado de las
elecciones alemanas fue también bastante complejo. La señora Merkel necesitó,
creo recordar, más de tres meses de negociaciones. Pero consiguió formar
gobierno. Lo mismo ha sucedido hace poco en Irlanda.
Pero en España no. En España
tenemos unos políticos tan malos, que no han sido capaces ni de empezar a
hablar. Por el contrario, se han dedicado a averiguar qué temas resultarían más
inasumibles por los demás, para luego proclamarlos como líneas rojas, unas
líneas rojas planteadas como condiciones sine
qua non para empezar a hablar. Llevamos seis meses perdidos en esa
imbecilidad. Y ahora nos convocan a votar otra vez. Como si los españoles no
tuviéramos mejores cosas que hacer, que venga votar y venga votar. Ya saben que
yo apoyé con mi voto a Podemos, un poco al rebufo de la alegría que me dio que
ganaran la alcaldía de Madrid, nos libraran de la Esperanza desencadenada y nos
pusieran al frente a la señora Carmena que es un encanto de mujer y que está
reconstruyendo la ilusión y el orgullo de ser madrileños, a partir del erial
ideológico y moral que se encontró al llegar.
Sin embargo, ahora tengo fuertes
dudas en votar a Podemos. En realidad, estoy muy cabreado con Pablo Iglesias,
por su actitud en estos meses, en los que creo que ha sido el principal
culpable de que estemos como estamos. Trataré de explicarlo, aunque, repito, no
estoy seguro de a quién voy a votar. Tampoco me siento obligado a revelar mi
voto en este foro; tal vez lo haga y tal vez no. Al fin y al cabo, el voto es
un asunto muy personal, que puede entenderse parte de esa intimidad a preservar
en una tribuna pública como esta, en la que parece que se cuenta todo, pero no
es así. El caso es que creo que Pablo Iglesias es el responsable principal, que
no el único, de que llevemos seis meses sin gobierno y tengamos ahora el riesgo
de que Rajoy aumente el número de escaños lo suficiente como para seguir cuatro
años más.
Porque, no nos olvidemos, el
objetivo prioritario de las elecciones de diciembre pasado era echar del sillón
al señor Rajoy, responsable del desmantelamiento sistemático y minucioso del
estado del bienestar en el que habíamos vivido en los últimos cuarenta años,
jefe de un gobierno de ineptos (Wert, Mato, Gallardón, Bañez), dirigente de un
partido con una corrupción estructural que lo infecta de arriba a abajo y él mismo
presunto corrupto en jefe, si hemos de creer lo que nuestros ojos nos dicen examinando
los renglones amarillos de los famosos papeles de Bárcenas, en los que se
detallan las cantidades que cobró este señor (cuyo nombre es de los que más
veces aparece) a lo largo de muchos años. Un tipo, además, que ganó con un
programa que empezó a incumplir desde el minuto cero de su mandato. Que presume
ahora de creación de empleo, cuando en su gran mayoría se trata de empleos
basura.
Por no hablar de su pasotismo, rayano en el absentismo, su leyenda de que su lectura más enjundiosa es la de los diarios deportivos y su política de información consistente en no decir nada, alimentando la duda de si es que no tiene nada que decir, o lo que nos diría es tan vergonzoso que mejor se lo calla. Lo que pasa es que esa forma de actuar, a algunos les parece bien, y no me extrañaría que, seis meses después aumente su número de votantes. La actitud de Rajoy es como la del gato del vídeo que les pongo aquí abajo. Lo que pasa es que la comida que le roban es la nuestra.
Por no hablar de su pasotismo, rayano en el absentismo, su leyenda de que su lectura más enjundiosa es la de los diarios deportivos y su política de información consistente en no decir nada, alimentando la duda de si es que no tiene nada que decir, o lo que nos diría es tan vergonzoso que mejor se lo calla. Lo que pasa es que esa forma de actuar, a algunos les parece bien, y no me extrañaría que, seis meses después aumente su número de votantes. La actitud de Rajoy es como la del gato del vídeo que les pongo aquí abajo. Lo que pasa es que la comida que le roban es la nuestra.
Podríamos habernos desecho de
este señor en enero. Yo creo que la crisis económica no está ni mucho menos
resuelta, ni a nivel mundial, ni local. Es una crisis similar a la que desató
el crash del 29, del que se logró salir gracias al llamado New Deal del señor
Roosevelt. Este señor mezcló sabiamente medidas neoliberales con disposiciones
de corte socialdemócrata, sobre la base de una regulación estricta de los
mercados financieros, para evitar los excesos del pasado. Así empezó a crecer la
economía norteamericana a unos niveles nunca conocidos, prosperidad que le
permitió asumir los gastos de la Guerra Mundial. Yo no soy de los que creen que
la economía mundial se reactivó gracias a la guerra. La guerra es algo que
conlleva unos gastos monstruosos. Yo creo que se salió de la crisis gracias al
New Deal.
Ahora es un momento similar. Y la
fórmula que sellaron Sánchez y Rivera era un intento de algo parecido: un
acuerdo de mínimos para ir tirando y poco a poco enderezar el rumbo. Entiendo
que Podemos no se sumara a ese pacto. Pero es que no tenía que sumarse. Sólo tenía que
abstenerse. Si lo hubiera hecho, ahora llevaríamos ya seis meses con un
gobierno en minoría, pero actuando. El PP hubiera aprovechado estos cuatro años
para regenerarse, echar a todos los vejestorios que lo controlan y limpiarse de
corrupción. Y Podemos también se hubiera fortalecido haciendo una oposición
dura, aprendiendo y bregándose para ganar dentro de cuatro años. Pero Podemos
no hizo eso. Votó en contra de la alianza Sánchez-Rivera, sumando sus votos a
los del PP. ¿Por qué? Pues porque el señor Pablo Iglesias tiene prisa por
asaltar los cielos. Porque lo quiero todo y ahora.
Se le vio el plumero cuando
definió el tema de la consulta catalana como línea roja. Entiendo que desde
Podemos se apoye esta consulta, incluso estoy dispuesto a admitir que eso
permitiría finalmente resolver el conflicto catalán. Pero: ¿ha de ser esa una
de las líneas rojas? ¡Por Dios! Iglesias ha actuado por puro tacticismo y ya
saben que la táctica no tiene nada que ver con la estrategia. La estrategia es
algo a más largo plazo y yo estoy convencido que la abstención de Podemos en la
sesión de investidura de Sánchez, hubiera sido una mejor estrategia. Su voto en contra ha propiciado estas nuevas
elecciones, que pillan al personal cansado y aburrido, más interesado en la
Eurocopa y preparando las vacaciones de verano. Yo creo que es una apuesta
arriesgada, en la que corremos el riesgo de una alta abstención que aumente el
número de votantes del PP, que ya han demostrado hace tiempo que el tema de la corrupción
les importa un rábano.
Y hay también un riesgo de que
los resultados sean prácticamente idénticos a los de diciembre en cuanto a
número de votos a los diferentes grupos. Podemos tendrá algunos más, al sumar
los obtenidos por Izquierda Unida. Pero entonces qué. Seis meses perdidos para
nada y la perspectiva de otros seis iguales, o de que se decida dejar gobernar
a la lista más votada, que será sin lugar a dudas la del gato Rajoy. Mientras
tanto, las gaviotas y otras aves carroñeras de la economía transnacional se nos
seguirán comiendo la comida del plato. Este es el motivo de mi gran cabreo con
el señor Pablo Iglesias, a quien no sé si votar o no. Porque, si las encuestas
son ciertas y el llamado sorpasso es un hecho, la forma de hacer más daño a
Rajoy sería el voto a Podemos.
A un día de la decisión sobre el
Brexit, mi amigo Ian me escribe desde Londres y me dice que las cosas no son
tan sencillas como yo las pinto. Que detrás de la idea de salirse de la Unión
Europea hay gente con motivos bien fundamentados, no sólo ignorantes y
fascistas. Supongo que tiene razón. Es obvio que yo no soy un experto en el
tema y que veo el problema desde fuera y sin demasiados datos. Pero no soy el
único que tiene esa valoración. Les dejo de despedida el link al artículo de
hoy del gran John Carlin, que es bastante claro en ese sentido. Por cierto,
hace unos días, este señor decía que, si Gran Bretaña se va finalmente de
Europa, él iniciará inmediatamente un movimiento a favor de que Londres se
independice del Reino Unido. Sean felices si pueden. AQUÍ
el link.
Quizá cuando Unidos Podemos quede segundo o incluso primero en las elecciones y sea Pedro Sánchez quien le niegue el apoyo, entonces es posible que te replantees la presente reflexión.
ResponderEliminarUn saludo, campeón!!!!
Querido Boni, si tus predicciones de que Podemos queden por delante de todos se cumplen, rectificaré con muchísima alegría, porque finalmente supongo que acabaré por votarles otra vez. Lo que pasa es que necesitaba desahogarme, porque me cabrean más los errores de "los míos" que los de los demás. Con los de los demás, ya cuento. Un abrazo.
EliminarYo también tengo muy clarito a quién votar.
ResponderEliminarInquietante redacción. Quiere decir que no te crees que tenga dudas de a quién votar. Pero qué lista eres, querida mía.
Eliminar¡Tronchante el gato güevón! Mi amigo Recaredo, leonés, dice que en su casa de campo dejan un día sin comer a los gatos, porque si no pasan un poco de hambre, no "muran". A este tan generoso se le ve sobrealimentado.
ResponderEliminarLo de "murar" supongo que viene del mus/muris, ratón que se zampan. Lo que pasa es que el que sale huevón, ni con hambre se moviliza. Y el que tiene más nervio, aun saciado, persigue y tortura al ratón aunque no se lo coma.
EliminarGracias por descubrirme esa palabra tan bonita, del vocabulario leonés.