¡Uf! Ayer tuve un día bastante
agitado, por la mañana acudí a la sesión diaria de rehabilitación de mi brazo
roto hace ya más de tres meses, ese húmero partido en dos secciones que se
resisten a pegarse de nuevo. Al acabar, cogí como muchos jueves, autobús, tren
y Metro hasta el Campo de las Naciones, el lugar adonde cierta señora inane y
absentista, vergüenza de la clase política, a la sazón Concejala Contra el Urbanismo de Madrid, tuvo a
bien desterrar a los cerca de mil funcionarios a su cargo, que desde entonces
invertimos una media de una hora en ir al trabajo y otro tanto en volver. Iba para una reunión relacionada con la red ONU-Hábitat, pero tuve que entrar en el
edificio clandestinamente, con una tarjeta de visitante, puesto que estoy de
baja médica. A eso de las 3 bajé a comer algo en mi restaurante favorito de la
zona, y luego regresé al centro, en donde tenía una cita importante.
La cita era con el bueno de
Lisardo, aquel ordenanza del viejo edificio de la Gerencia de Urbanismo que
hace casi cuatro años me ayudó y me asesoró sobre los aspectos técnicos
necesarios para crear y mantener un blog como el que yo quería iniciar. Los que
me siguen desde el principio recordarán que este hombre era un genio de la
informática, pero también un cascarrabias, con un punto colérico por el que
siempre acabábamos a gritos (o a los
gritos, que dicen en Argentina). Lisardo era todo corazón y me ayudaba cada vez
que yo me atoraba en algún problema técnico derivado de mi ignorancia en los
intríngulis del mundo digital. Luego se jubiló y nos distanciamos un poco,
especialmente porque yo me negaba a abrir una cuenta en Twitter y él decía que, de esta forma, el blog nunca pasaría de 40
o 50 followers. Aun nos vimos unas
cuantas veces pero, en los últimos tiempos, habíamos perdido todo contacto. Y
ahora debía recurrir de nuevo a él, por lo que voy a contarles.
Todo empezó cuando fui a comer al
Ramen Bar de la calle Echegaray, con mi amigo Mariano. Mi amigo trabaja en una
galería de arte y tiene cada mañana un rato libre desde que abre hasta que
asoman los primeros clientes potenciales. Según me contó, lo primero que hace todos
los días al llegar, es encender el ordenador. En cuanto se ilumina la pantalla,
busca mi blog y lee la última entrada, si es que hay alguna nueva. Sólo
entonces, abre otras páginas, consulta la prensa y se entera de la actualidad.
Unos días más tarde, hablé por teléfono con el bueno de Alfred, tan fiel a este
blog desde La Coruña, que hasta se rompió el brazo izquierdo unos días antes
que yo. Alfred me confesó que él hace lo mismo que Mariano, sólo que varias
veces al día. Por otro lado, el amigo X que, desde que se ha jubilado, no para
quieto, en cuanto tiene un rato libre en su casa, consulta mi blog y busca
las novedades. X tiene la costumbre de utilizar el control-P, para imprimirse la entrada y leerla luego en el Metro.
Es decir, entre mis seguidores
más fieles hay una especie de expectación frustrada, una zozobra continua, un
síndrome de ansiedad de claros perfiles adictivos, derivado del hecho de que no
tienen otra forma de saber si he publicado algo nuevo, que entrar de vez en
cuando en la página y mirar. Ya estaba yo pensando en arbitrar algún sistema
que me permitiera avisarles cada vez que suba algo al blog, por ejemplo un
grupo de Outlook. En estas, comenté
el asunto con mi amiga Claudia Sánchez Morzán, periodista peruana radicada en
Berlín y colega del club de lectura Billar de Letras, de la que ya les hablé
con motivo de su artículo sobre el libro Hitler
ha vuelto. Claudia me dijo que la solución a mi problema era crear una fanpage. A mí, les confieso, esa idea se
me hacía un mundo (ni siquiera sabía qué era una fanpage), pero Claudia se ofreció amablemente a guiarme desde
Berlín diciendo que era un asunto relativamente sencillo. Nos pusimos a la obra, pero llegué hasta un punto determinado, en donde me atasqué. Aquí decidí tirar la
toalla y volver a la idea del grupo de Outlook, y así se lo dije a Claudia.
Pero entonces intervino mi hijo
Kike, quien me dijo que una fanpage
era un instrumento mucho más potente. Kike, como saben, estuvo unos años tocando
el bajo en el disuelto grupo de hardcore
music Memories, que disponía de una fanpage
con la que se comunicaba con medio mundo. Pero, una fanpage sirve sólo para conectar con gente que esté dada de alta en
Facebook. Y resulta que una buena parte de mis seguidores está formada por
jubilados, algunos de los cuales incluso me han dicho que se niegan a leer en
el ordenador; que, si quiero hacerles llegar lo que escribo, se lo tengo que
dar en papel. En consecuencia, decidí que haría ambas cosas: fanpage y grupo de Outlook. El problema
es que me puse a confeccionar el grupo de correo, que parecía la parte más
fácil, e incluso en esa tarea aparentemente sencilla, desemboqué en un callejón
sin salida. Entre otras razones, porque ni siquiera tengo instalado el Outlook.
No me quedaba más remedio que tirar de Lisardo.
Así que, enterrando mi orgullo, hace
unos días marqué su número que aún conservaba. Para mi sorpresa me contestó una
voz de mujer, que se identificó como su esposa. Lisardo estaba ingresado en un
hospital en estado grave después de haber sufrido un ictus severo. Estaba en la
UVI y no se le podía visitar. Me quedé hecho polvo. En estos casos lo peor es
la mala conciencia. Joder, tenía que haberle llamado mucho antes, estas cosas no
les pasan a las mujeres, los varones somos así de siesos, dejamos perder
relaciones por no coger el teléfono y hacer una llamada, siempre esperamos que
la haga el otro, cuando el otro espera justo eso mismo de nosotros. La mujer de
Lisardo me puso en antecedentes. Tras jubilarse, había montado una pequeña
empresa de asesoría informática, reparación de aparatos, instalación de wi-fi, montaje de redes locales. Se
había dado de alta como autónomo y había contratado a un par de chavales, medio
sobrinos suyos, que le habían salido rana. Incluso llegaron a denunciarle en el juzgado
de lo social. Y fue justo cuando le tocó ir a declarar, en mitad de su intervención, cuando le dio el patatús y tuvieron que llamar al Samur.
Quedamos en mantenernos en
contacto, pero no hizo falta, porque anteayer, el propio Lisardo me llamó desde
su cuarto: había mejorado de forma espectacular, lo habían trasladado a planta
y estaba encantado de que le fuera a visitar para darme un abrazo. Le dije que,
además de darle un abrazo, tenía unos problemas técnicos que esperaba que me
solucionara. Respuesta: no, si ya sabía yo que algo de eso habría; que usted no
me iba a llamar hasta que tuviera el agua al cuello; qué me va a decir, si lo he
tenido de jefe tantos años. Joder, Lisardo, no me regañes, tú tampoco me has
llamado en todo este tiempo. Como para llamarle, con todos los problemas
laborales y de salud que se me han echado encima. Pero, Lisardo, no te alteres,
¿cómo iba yo a saber todo eso? Hombre, si usted no pregunta, pues desde luego
que no se entera de nada. En fin, nuestras discusiones de siempre. Quedé en ir
a visitarle ayer por la tarde, con el portátil y mi vieja petaca de bourbon,
para que le diera un tiento a escondidas (ya les conté que fui con ella al
concierto de Bruce Springsteen y la pasma no me la encontró al cachearme).
Lisardo tenía muy buen aspecto, bromeaba todo el rato con eso de que la mala hierba nunca muere y refranes similares. Hablamos de muchas cosas y resolvimos en un periquete tanto lo del grupo de
correo, como lo de la fanpage. Siguiendo su consejo, voy a utilizar el grupo de
correo para avisar cada vez que suba un nuevo post al blog (este va a ser el
primero). En cambio, en la fanpage, voy a empezar por colgar algunos de los 500
posts anteriores, especialmente seleccionados por mí, para ir haciéndome una
audiencia poco a poco mayor. Para entrar a la fanpage, los que quieran (y estén
dados de alta en Facebook), han de pinchar en esta dirección:
Y quien
quiera sumarse al grupo de correo, que me lo diga a través del blog o por
teléfono. Me despedí de Lisardo entre bromas sin saber lo que me deparaba el
resto del día. A las diez de la noche, la esposa de mi amigo me llamó para
informarme entre lágrimas de su
fallecimiento. La mejoría del día anterior había sido efímera, como sucede
muchas veces. Esta mañana he ido directamente desde la rehab al Tanatorio de la M-30 y acabo de llegar de allí. Y yo que
me quejaba de mis problemas con el brazo. La vida te da cornadas inesperadas
cuando más descuidado y contento te sientes. Estás dándole un abrazo a un amigo y, a las dos horas, te dicen que se ha muerto. Descansa en paz, querido Lisardo.
Este blog no hubiera sido posible sin ti.
Sí, ya sé que debía haber
titulado este post Espérame en el cielo,
Lisardo, o algo por el estilo. Pero entonces les hubiera hurtado la
sorpresa final. Este blog suele ser humorístico, pero hoy la realidad lo ha desbordado y les pido disculpas por
haberme puesto trascendente. Tal vez recuerden el final de la película
Carrie. La protagonista endemoniada ha muerto y la última escena es su entierro
que se muestra a cámara lenta. Se ve como su mejor amiga se acerca despacio a
la tumba con un ramo de flores. Es un día soleado y suena una música tranquila y sosegada, para
subrayar que el horror ha terminado con la muerte de Carrie. Cuando la chica
está poniendo las flores sobre la tierra, del suelo sale la mano del cadáver y la agarra
fuerte. Todo el público grita y entonces se encienden las luces del cine y dan
paso a la risa floja.
Yo no he llegado a tanto, pero la
cosa tampoco me ha quedado tan mal. Sobre todo teniendo en cuenta que Lisardo es un personaje
imaginario, que yo me inventé al principio del blog. Hoy tocaba matarlo para subrayar
que empezamos una nueva etapa. Como suelo decirles cada viernes, sean felices y
pasen un buen fin de semana. Y aprovechen, que no sabe uno la suerte que tiene hasta que la pierde.
Me he equivocado. Lo lamento. No volverá a ocurrir. He contestado a tu e-mail con un comentario que debía haber escrito aquí.
ResponderEliminarReitero mi tristeza por el fallecimiento de Lisardo. Está visto que no puede uno jubilarse a gusto, sin verse en una espiral médica fatal. Feliz mejora en el blog. Alfred.
No te preocupes, hombre. Tú puedes hacer aquí lo que te salga del nabo (por decirlo pronto y bien). En cuanto a la mejora del blog, creo que los del grupo de correo os ahorraréis andar mirando todo el día a ver si he colgado algo nuevo. Lo de la Fanpage, todavía no tiene demasiada repercusión en el número de visitas. A lo mejor he matado a Lisardo para nada. De todas formas, el personaje ya no daba para más.
Eliminar¡Como que iba a ser la primera vez que te tratas con espíritus, si hace falta!
ResponderEliminarMi querida Inmaculada, bienvenida de vuelta al blog, últimamente no me había prodigado mucho en el género fantástico, pero ya veo que recuerdas mis viejos posts "La Gerencia tomada" y "Espectros en el Campo de las Naciones". Aquí seguimos al pie del cañón, con bastante ritmo de producción, al menos mientras esté de baja, situación que ha de acabarse algún día y luego vemos.
EliminarUn fuerte abrazo.