No me gusta nada este período que
viene. Tiempo en el que vamos a darnos cuenta de lo que hemos perdido en
calidad de vida en este año nefasto que ahora se cierra. Tiempos en que, hasta
el año pasado, la gente se volvía loca comprando regalos y comiendo
langostinos, como para negar el hecho irrebatible de que somos un año más
viejos y estamos más jodidos.
Me han suprimido la paga extra y
voy a responder no comprando lotería de Navidad, aunque comprendo que es una
tontería. Tampoco me va a costar especialmente: total, nunca me tocaba. Por lo
demás, ya ha empezado el bombardeo de christmas
que me manda gente a la que en muchos casos ni le pongo cara. Personas
que pasaron brevemente por mi vida hace años y tuvieron a bien incluirme en su mailing, tal vez por algún informe que
hice en mi trabajo y que resultó favorable para sus intereses. Ahora, como es
gratis, cambian la imagen del año pasado por otra igual de hortera y le dan a
un botón. Y el sistema anti-spam de mi equipo se los traga con patatas.
Los días son cortísimos, las
noches interminables, hace frío y llueve, detrás de los cristales llueve y
llueve. El ánimo se encoge y la melancolía pasa a primer plano. Supongo que
esto no le pasa a todo el mundo, pero a mí me asalta esta especie de desazón
cada año con puntualidad fiel. Y en este estado de ánimo tengo que asistir a
las fiestas celebrando no sé qué, y simular que me estoy divirtiendo como un
enano. No veo por qué hemos de estar todos contentos por obligación. ¿Porque lo
dice la Iglesia? ¿O el Corte Inglés? Tal vez haya que celebrar simplemente que
no nos hemos muerto. Pocos motivos más de alegría hay en el ambiente.
Entre la lluvia y la manía que
tiene la gente de venir al centro en coche a hacer compras absurdas, las calles
se espesan y se llenan de humos tóxicos. Y dentro de unos días la policía
municipal corta el acceso a la calle Atocha desde la Glorieta, y a mí me toca
explicarle al guardia de turno que tengo que pasar y circular cien metros para
doblar a la izquierda y tomar la entrada de mi parking de residentes. Y los
sempiternos villancicos que te asaltan por todas partes. Y los vándalos que
tiran cohetes. Lo único que no me molesta son las luces de colores de las calles,
sobre todo desde que Gallardón las modernizó. Las de antes eran propias de un
alcalde amante del chotis y casado con una soprano de zarzuela.
Dice Intermon-Oxfam que España no
recuperará su nivel de bienestar social anterior a la crisis, hasta dentro de
20 años. Yo seré un anciano, si es que vivo, y mis hijos unos cuarentones.
Menos mal que han tenido la suerte de vivir medianamente bien veinte años. Yo
no me puedo quejar, he conocido sesenta años de mejora continua y uno de
deterioro, que me pilla ya curado de espanto. De todas maneras ¡qué desfachatez
la forma en que se están repartiendo los recortes! ¡Qué forma de vendernos
mentiras y seguir adelante negando la evidencia, cuando está claro que no nos lo
creemos! ¡Y qué perspectiva más corta la de los políticos! ¿Es posible que no
se den cuenta del daño que hace recortar en educación o en investigación? ¡Lo
que hay que Wert!
En fin, hoy no tengo el día.
Espero que se me pase, si no, adiós Blog. Teniendo en cuenta que los fines de
semana el número de visitantes se reduce drásticamente, me temo que durante las
navidades la audiencia se desplomará. Como se está desplomando la de Radio
Nacional y Televisión Española, desde que han dejado de ser plurales. Esto a
nuestros gestores del PP se la bufa. Cuando esté por los suelos la privatizan y
punto. Es lo que están haciendo con los servicios públicos, incluyendo los
municipales en los que todavía trabajo. En Telemadrid, en donde amenazan con un
ERE que mandará a la calle al 80% de los trabajadores, pero a ni un solo
directivo o consejero, los amenazados han producido un corto de animación que
explica muy bien el proceso. Es un poco largo y la voz del locutor principal no
me gusta demasiado, pero aquí les dejo el link, que hoy no tengo demasiadas
ganas de escribir. Mañana será otro día.
joder emilio no te vengas abajo!
ResponderEliminarque estamos en manos de imbéciles es una verdad que se está desvelando de manera bastante cruda pero al fin y al cabo es una verdad, y tendrá sus consecuencias (ya veremos cuales).
el otro día leí que al griego clásico lo que más le aterraba era comportarse como un imbécil. ya ves si ha cambiado la cosa.
a mí tampoco me gustan las navidades pero sí me gusta el invierno. míralo por ahí, lo mismo te animas.
por cierto soy julian, ya comenté algo el otro día. un abrazo
Hola, Julián, no sabes la ilusión que me hace que me sigan fielmente personas como tú, que no me conocen. No te alarmes por mis repentinas tristezas. Como cualquier mortal, tengo una vida privada en la que, a veces, me llevo disgustos grandes por cosas que no cuento en el Blog, porque son privadas. Ese día estaba bajo de moral, las navidades siempre me acongojan un poco y decidí expresar toda mi tristeza con la idea de empatizar con otros melancólicos estacionales. Pero soy un optimista crónico. No sé si conoces la película "El Gran Lebowsky". Al protagonista, a quien llaman El Nota, le suceden una serie de peripecias, algunas bastante tristes. Al final lo aborda el personaje que hace de narrador y le pregunta qué tal está. Su respuesta (que es su última frase en la película): "No te preocupes, El Nota aguanta". Pues eso mismo te digo yo: hay que aguantar. Y el invierno es, en efecto, una estación muy bonita. Gracias por tu apoyo.
EliminarMe parece, Julián, que lo que aterrorizaba a los superferolíticos griegos del siglo de Pericles era convertirse en "idiotas", no en "imbéciles". Imbécil es de origen latino, significa "sin báculo", es decir, débil. "Idiota" es palabra de origen griego, quiere decir "particular", es decir, un ciudadano ateniense que no participa de la vida pública, de la democracia, y se convertía así en un idiota. No estaba bien visto. ¿Podríamos sacar la conclusión de que los que no votan son idiotas? ¿O, seguimos a Pedro Castro y hacemos sangre con los "tontos de los co..." que votan exactamente a los que los van a masacrar? ¡Hala! Imitemos a los gladiadores y: Ave, Mariane, morituri te salutant!
ResponderEliminarYa ves, Julian, que algunos de mis lectores saben latín, nunca mejor dicho. Me encanta estos de que los lectores se dirijan unos a otros. Gracias a los dos.
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