Vaya por delante que Madonna no
es especialmente santa de mi devoción. Tal vez por desconocimiento. Apenas sé
nada de su vida, ya saben que sólo leo el Hola en la sala de espera del
dentista, al que no voy mucho últimamente. En cuanto a su música, la verdad es
que me resulta indiferente. Una más entre tantas. Reconozco que se trata de un
personaje del que siempre se habla y a la que imagino influyente en ciertos
entornos. Por eso me ha sorprendido su discurso hace cuatro o cinco días, con
ocasión de su nombramiento como Mujer del Año por la revista americana
Billboard. He leído fragmentos de su speach, me ha picado la curiosidad y he
buscado el vídeo de su intervención completa.
Me ha dejado boquiabierto. Es una
confesión vital a tumba abierta, un manifiesto, una declaración valiente, dicha
en un tono emotivo de una intensidad que ya quisiera para sí cualquiera de
nuestros políticos. Les voy a poner el vídeo aquí abajo, seguido de la
traducción que he hecho directamente del audio (con ayudas técnicas diversas),
para que intenten seguirla. Porque lo impresionante es ver a la par el texto y
la imagen de esta mujer, su gesto implacable, su emoción al borde del llanto en
ciertos momentos. Empieza bromeando, la gente se ríe bastante, pero pronto se
les hiela a todos los presentes el semblante, algo que también merece la pena
observar. A veces hay risas nerviosas semicontenidas. Son la excepción de un
silencio reverencial, el que se produce cuando el público comprende que está
asistiendo a un acontecimiento irrepetible.
Mi traducción es, como siempre,
libre. Trato de acercarme al ideal del traductor, que es llegar a naturalizar
el texto, de modo que parezca pronunciado en español. Lo que no sé es cómo lograr
que vean las imágenes a la vez que leen la traducción. Un amigo que sigue el
blog me dice que él utiliza dos pantallas: se pone la imagen en el Ipad y lee
el texto en el ordenador. En fin: arréglenselas como puedan, yo bastante hago
con traducírselo. Una advertencia. Madonna sale al estrado diciendo: –ya está
aquí la “sex with the bananas”. Es una expresión americana muy machista y muy
ofensiva. En algunas revistas españolas la han traducido como la mujer felpudo. No me gusta nada esta
traducción. Yo más bien diría la
chocholoco, o similar. Ante la duda la he dejado en inglés. Vean, pues el
vídeo, para lo cual han de pinchar AQUÍ. Abajo la traducción.
Presentador: –Señoras y señores, damos la
bienvenida a la Mujer del Año 2016 para Billboard: Madonna (gran ovación)
Bueno, ya
tienen aquí a la “sex with the bananas”. Antes que nada quiero dar las gracias
a este laberinto que permite montar este maravilloso, maravilloso… acto. Muestra el trofeo y añade: Bueno, lo voy
a dejar aquí detrás. Perdonen. Ya más en serio. Se acerca al micrófono. Mejor de esta forma. ¡Aaahhh! Yo siempre me
siento mejor con algo duro entre las piernas (risas).
Gracias por
reconocer mi capacidad para mantener mi carrera a lo largo de estos 34 años, a
pesar de la flagrante misoginia, el sexismo, la intimidación constante y el
abuso implacable. Cuando yo empecé, no había Internet. Así que la gente tenía
que decirme las cosas a la cara. No eran muchas las personas con las que tuve
que luchar, porque la vida era más sencilla entonces. Cuando me trasladé a New
York, yo era una quinceañera. Era 1979 y New York era un lugar que daba
bastante miedo. En mi primer año, me apuntaron con una pistola y me llevaron a
una terraza donde fui violada, mientras me apoyaban un cuchillo en la garganta.
Mi apartamento fue forzado y robado tantas veces que opté por dejar de cerrar
la puerta con llave. En los años que siguieron perdí prácticamente a todos los
amigos que tenía por el SIDA, por las drogas o por disparos de armas de fuego.
Como se podrán
imaginar, todos estos sucesos inesperados no sólo me ayudaron a convertirme en
la mujer valiente que está ante ustedes. También me recordaron que soy
vulnerable y que en la vida no hay verdadera seguridad, excepto la que se
deriva de la confianza en uno mismo y la comprensión de que yo no soy la dueña
de mis talentos. No soy la dueña de nada. Todo lo que tengo es un regalo de
Dios. Incluida toda la mierda y todas las putadas que me han pasado en la vida
y que todavía me siguen pasando. Esos son también regalos de Dios, que me
enseñan algo y me hacen más fuerte.
Estoy aquí
recogiendo el premio a la Mujer del Año. Y me pregunto: ¿puedo decir que soy
una mujer que está en el negocio de la música? ¿Y qué hay acerca de ser mujer?
Cuando empecé a escribir canciones, yo no pensaba en géneros. No pensaba en
feminismo. Yo sólo quería ser una artista. Me inspiraba, desde luego en Debbie
Harry, en Chrissie Hynde y en Aretha Franklin. Pero mi verdadera musa era David
Bowie. Él encarnaba el espíritu masculino y femenino y eso me gustaba mucho.
Eso me hizo pensar que no había reglas. Pero era mentira. Realmente no hay
reglas, si eres un hombre. Si eres una chica, tienes que jugar al juego. ¿Y
cuál es el juego?
Pues estás
autorizada a ser guapa, mona y sexi. Pero no a parecer muy lista. Ni a tener
opiniones. Definitivamente no a tener opiniones que vayan contra el statu quo.
Puedes dejarte convertir en objeto por los hombres. Y vestirte como una puta.
Pero no ser la dueña de tu puterío. Y jamás, repito, jamás compartas tus
propias fantasías sexuales con el mundo. Sé lo que los hombres quieren que seas
pero, lo que es más importante, sé lo que las mujeres quieren que seas, para
sentirse ellas más cómodas cuando estés cerca de otros hombres. Y por último,
no envejezcas. Porque envejecer es un pecado. Serás criticada y humillada y ya
no volverán a poner tu música en la radio.
Cuando me
volví famosa, mis fotografías desnuda fueron publicadas en revistas como Play
Boy o Penthouse. Fotos que habían sido tomadas en escuelas de Arte, a las que
yo iba a posar para ganarme algún dinero. Eso no era muy sexi. De hecho se me
veía bastante aburrida. Lo estaba. Esperaban que me sintiera avergonzada cuando
esas fotos salieron a la luz, pero yo no me sentía así y eso cabreó a mucha
gente.
Finalmente me
dejaron un poco en paz cuando me casé con Sean Penn. No porque no les hubiera
pateado el culo, sino porque, como casada, ya me consideraban fuera del
mercado. Y durante un tiempo no me consideraron una amenaza. Años después,
divorciada y sola (perdona Sean) publiqué mi álbum Erótica y lancé mi libro Sex.
Recuerdo aparecer en los titulares de todos los periódicos y revistas. Y todo
lo que se podía leer sobre mí era malo. Fui llamada puta. Y bruja. Uno de los
titulares me comparaba con Satanás. Y yo decía: esperen un minuto, ¿no está
Prince saliendo por ahí con medias de rejilla, tacones de aguja, labios
pintados y enseñando el culo? Eso era cierto. Pero él era un hombre.
Fue entonces
cuando comprendí por primera vez que las mujeres no tenemos la misma libertad
que los hombres. Recuerdo que me sentí paralizada. Me costó tiempo
recomponerme, volver a ser creativa, seguir viviendo. Encontré un alivio en la
poesía de Maya Angelou, los textos de James Baldwin, la música de Nina Simone.
Recuerdo como deseaba tener a una amiga a mi lado, para que me apoyara.
Camile
Piglia, la famosa escritora feminista, dijo que yo suponía una rémora, un
retraso para su movimiento, porque yo misma me autoconvertía en objeto sexual.
Y yo pensé: entonces, si eres feminista, no tienes sexualidad, la niegas. Y me
dije: joder, yo soy otra clase de feminista, yo soy una feminista mala (aplausos sostenidos). La gente dice que
soy polémica, pero creo que la cosa más polémica que he hecho nunca es seguir
aquí, mantenerme firme (aplausos).
Lo que quiero
decir hoy aquí a todas las mujeres es lo siguiente. Las mujeres han estado tan
oprimidas desde hace tanto tiempo, que se creen lo que los hombres dicen de
ellas. Ellas se creen que necesitan apoyar a un hombre, para que él haga el
trabajo. Y hay algunos hombres buenos, que merecen ser apoyados, pero no por el
hecho de ser hombres, sino porque se lo merecen. Como mujeres, tenemos que
empezar a apreciar nuestro propio valor. Y además, buscar mujeres fuertes, como
amigas, o incluso como pareja, para aprender de ellas, para que nos inspiren,
para colaborar con ellas, para ayudarnos, para que nos iluminen.
Como dije
antes, esto no va de recibir un premio, va de tener la oportunidad de plantarme
frente a ustedes y darles las gracias. Como mujer. Como artista. Como ser
humano. Y no sólo a las personas que me han amado y me han apoyado a lo largo
del camino (veo a muchos aquí hoy). No tenéis ni idea… no tenéis ni idea de
cuánto me habéis ayudado (aplausos).
También a los que dudaron, a los negativos, los que me hicieron pasar ratos
horribles, diciendo que no podría, que no sería capaz, que no debería. Vuestra
resistencia me hizo más fuerte. Me hizo apretar más fuerte. Me convirtió en la
luchadora que soy a día de hoy. Me hizo la mujer que soy. Así que gracias.
Esto es todo. En estos días de
buenismo, consumismo y villancicos, no viene mal que aparezca una persona y nos
ponga delante del espejo de nuestras miserias. Por no quedar de bicho raro,
aprovecharé la ocasión para desearles a todos ustedes (de corazón) una Felices
Fiestas. Y aupa el Dépor, que el año próximo se va a salir.
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