Bien, un post rápido, que dentro de un
rato cogeré mi coche para hacer las tres horas y pico de carretera hasta Jaén,
en donde tengo una habitación reservada para cuatro noches en el Hostal
Estación, un lugar bien valorado en el Trip Advisor, que tiene aparcamiento
cerrado y gratuito para los clientes, desayuno de buffet incorporado y
cobertura WiFi de altura, lo que me permitirá llevarme el ordenador y tal vez
escribir algún texto nuevo en estos días, si es que no llego al cuarto muy
cansado. Porque este viaje forma parte de las actividades del veterano grupo
Izquierda Senderista, así llamado de forma irónica como ya les conté, porque
incluye a bastantes miembros declarada y activamente de derechas, junto con
podemitas, rockeros y gentes de todos los pelajes, unidos por la amistad y
respeto mutuo, la pasión por el senderismo de monte bajo y la camaradería
inherente a una cierta edad avanzada.
Tengo en perspectiva tres días, de jueves
a sábado, con un programa de recorridos que incluye las subidas a los castillos
de Otiñar y Santa Catalina, el entorno de Linares, incluyendo las antiguas
minas y una almazara, las ruinas romanas de Cástulo y una visita guiada por la
propia ciudad de Jaén, que yo visité en alguna ocasión en una de mis vidas
anteriores, pero que se puede decir que no conozco a fondo. Creo que las únicas
capitales de provincia que no he pisado nunca son Ciudad Real, Palencia y
Teruel, aunque sí he recorrido sus provincias respectivas. Después de unas
semanas bastante lluviosas, parece que tendremos buen tiempo y encontraremos el
campo lo suficientemente humedecido como para disfrutarlo bien. Parece que nos
vamos a reunir treinta y tantas personas, la excursión ha sido muy bien
recibida por la mayoría de este grupo, que cuenta con miembros fijos y esporádicos.
Como tal vez hayan advertido, he procedido
a rehabilitar los cinco o seis últimos posts de mi blog, a petición de algunos
seguidores que me han escrito desolados, diciéndome que no les había dado
tiempo a leer los anteriores, que precisamente contaban con las vacaciones del
puente para ponerse al día, que menuda putada les hacía. Al resto de textos los
seguiré manteniendo en esta especie de cuarentena hasta el domingo, cuando
regrese de Jaén. La verdad es que no sé si todo esto responde a una especie de
paranoia, o si se trata de un proceso de saneado que debería hacer
periódicamente para mantener el foro en buenas condiciones, aunque no me
atacaran los rusos.
Lo que me sucede es que, sin venir a
cuento, empiezan a entrarme visitas de Rusia (donde muy poca gente entiende el
español), siempre centradas en tres viejos posts consecutivos, sin relación
temática entre ellos, y en número de 21, siete por post. Si pasara una sola vez
de forma esporádica, no le daría mayor importancia, pero es que, una vez que
empieza, el fenómeno tiene un desarrollo exponencial, de pronto ya no son 21,
sino 42, 63 o los que se puedan imaginar. Al final, he de proceder a guardar
mis textos durante un tiempo en forma de borrador, porque me da miedo que el
invento se pete. Como no
soy demasiado paranoico, en ningún momento he pensado que detrás de ello haya
una mala intención de alguna o algunas personas en concreto. Más bien creo que
se debe a una especie de virus informático, algo en cualquier caso automático,
que se reproduce solo y que es bueno atajarlo.
He preguntado a mis amigos informáticos,
programadores o analistas de sistemas y todos me dicen lo mismo: que existen
programas por el mundo que se dedican a capturar al azar textos por grupos,
para rebotarlos a suscriptores que los reciben de manera automática, o
simplemente para almacenarlos sin un propósito específico. El que la ubicación
de estos programas esté en Rusia, no quiere decir nada, puesto que esos
programas rebotan los textos en español a sus usuarios hispanohablantes. Es una
explicación posiblemente correcta, pero a mí únicamente me consta una entrada
por texto (aunque luego en la estadística de países se multipliquen por siete).
Y no me hace especial ilusión que una página rusa, o de donde sea, se dedique a
capturar y rebotar tres textos míos escritos hace dos o tres años y que hablan
uno de urbanismo, otro de si me duele un pie y un tercero sobre Bruce
Springsteen. El componente exponencial-viral es lo que me da más miedo, aunque
a la vez abunda en la explicación del tema como automático y sin intervención
de personas.
Resulta que esto de las redes es un medio
que tiene sus peligros. Porque la selección de asuntos a difundir la hacen las
propias máquinas que, como es natural, no tienen ni puta idea de si el
contenido es más o menos peligroso, más o menos dañino, o más o menos cierto.
Esto último es lo que se ha dado en llamar en el mundo anglosajón post-truth, un término para mí
muy desafortunado, al menos en su traducción castellana como post-verdad, puesto
que lo que en realidad designa este neologismo es una mentira con todas las de
la ley que, por ser replicada hasta el infinito en las llamadas redes sociales,
se convierte en algo que la gente se toma como cierto, aunque sea sólo por eso
de que, cuando el río suena, algo lleva. No sé de dónde proviene este
neologismo de post-verdad. ¿Tal vez sea una verdad escrita en un post?
Disculpen la coña.
Quizá recuerden un texto mío titulado Tarzán Trump and Bernie blues.
Allí les contaba yo cómo empecé a buscar antecedentes del cantante de country
Ray Stevens, autor de un tema en los 60 que fue un bombazo: el delirante Gi-Tarzan. Entré en su página
Web y salí horrorizado. Algunos de mis lectores pensaron que esto se debía a su
carácter ultraderechista y el hecho de que apoyara públicamente a Donald Trump.
No era sólo eso. Es que la página remitía directamente a otras en las que se
insultaba gravemente a Obama y también a su mujer, a la que se comparaba con un
gorila y lo que se puedan imaginar. Pero eso no era lo peor. Resulta que además
había cientos de páginas dedicadas a demostrar científicamente que Obama no
había nacido en Estados Unidos y que era el verdadero fundador del ISIS. Este
tipo de bulos son los que se han dado en llamar post-verdades, vocablo elegido
por el Diccionario de Oxford como neologismo del año 2016 (el año anterior fue selfie).
AQUÍ tiene una buena explicación del asunto en
inglés, para los que sepan dicho idioma o quieran practicar su aprendizaje, y AQUÍ un artículo al respecto, no tan bueno pero
en español. Según el primero de los artículos que les cito, el uso del
vocablo post-truth aumentó un 2000% a lo largo del año 2016.
Lo que viene a constatarse es que las redes son un instrumento muy peligroso
cuando caen en manos de eso que yo he dado en llamar la chusma informatizada. A
mí esta gentuza me cae mal, porque sus mensajes llenos de insultos son
vomitivos y cobardes, escondidos detrás del anonimato de la propia red. Pero no
había caído en su capacidad de tergiversar la opinión a nivel masivo, e incidir
en el resultado de las consultas y contiendas electorales. Porque ahora parece
claro que ahí está el origen de las victorias del Brexit, el No en Colombia y
la candidatura de Trump en los USA.
Un detalle: los sondeos preelectorales
sólo se equivocan en una dirección. Se ha visto en el referéndum italiano. Si
los sondeos fueran un bluff técnico, se equivocarían siempre. En Italia
pronosticaron la derrota de Renzi y acertaron. Incluso se quedaron cortos. ¿Por
qué? Pues porque la diferencia entre sondeos y resultados se ve distorsionada
por el hecho de que muchos de los que van a votar a la opción menos presentable
políticamente, lo ocultan a sus encuestadores. Luego, en el anonimato de la
cabina electoral, perpetran su voto absurdo. Así que el bueno de Renzi ha
cosechado unos resultados aun peor que los que auguraban los sondeos. Está bien
claro. En este momento, las redes sociales son un arma de destrucción masiva. Y
lo digo en todos los sentidos. Por ejemplo, hay un sentimiento anti-Trump
igualmente manipulado. Trump va a construir un muro con México. Pero si un
tercio de la frontera sur de los USA tiene ya ese muro. Yo lo he visto en
Tijuana y en Nogales. Y no se siguió construyendo por falta de dinero. Trump
iba a echar a 11 millones de extranjeros. Luego, una vez elegido, ha rebajado
la cifra a 3 millones. Casi la misma cifra de los que ha expulsado Obama en sus
ocho años de mandato.
Lo que a mí me parece importante es
destacar que Trump ha construido su campaña en gran parte sobre mentiras y la gente
se las ha tragado. Igual que en Colombia y en Gran Bretaña. Durante la campaña
de Trump se han difundido falsedades como que Bill Clinton había agredido
sexualmente a una niña de 13 años, o que la gente de seguridad de Hillary había
matado a varios de los que investigaban su historia con los correos
electrónicos privados. Después se demuestra que no es verdad, pero hay gente
que se traga el bulo y luego no se cree el desmentido. No quiero presumir de
culto, pero esto que está pasando es una derivación malvada de lo que ya
pronosticaron McLuhan (el mensaje es el medio) o Foucault (el mensaje no
refleja la realidad, sino que la construye). Así que harán bien, queridos
lectores, si no se creen nada de lo que les llega a través de los medios. Si se
pasan de crédulos, pueden llegar a creerse que las Torres Gemelas se las
tiraron los americanos, ellos mismos, o que el Rey padre estaba detrás del
23-F, o que Zapatero, de la mano de los etarras, fue el artífice del 11-M y por
eso ganó las elecciones. Si esto último fuera cierto, el tipo sería un genio.
Pero, sin solución de continuidad, los mismos que propalaron el bulo, pasaron a
considerar a Zapatero tonto, incluso Rajoy le llamó bobo solemne. Buenos
amigos míos se creen algunas de estas patrañas, a pesar de estar reñidas no
sólo con la realidad sino con el sentido común.
Para bobos solemnes, los racistas (y los
machistas, y los homófobos, y ciertas feministas radicales). Entre otras cosas
se pierden valorar debidamente a personas como Serena Williams. Abajo les pongo
la imagen con la que ha aparecido hace poco en una portada de Telva. Les reto a
que me digan si conocen alguien más sexi y atractivo. Que pasen un buen puente.
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