jueves, 29 de diciembre de 2016

594. Los abuelos y el sexo

Han leído bien, no he dicho género, sino sexo puro y duro. A las edades que uno va teniendo, es indudable que la atracción por el sexo contrario y la pulsión continua por practicar una mínima actividad sexual cotidiana, se van mitigando y cada uno sobrelleva esta novedad como buenamente puede. Si alguien piensa que me voy a poner a dar detalles de mi situación particular al respecto, va de culo; esto no es un consultorio ni una página de consejos o de mejora de la autoestima. Los seguidores de este blog saben que, aunque aparentemente aquí se cuenta todo, en realidad soy bastante hermético a la hora de revelar mis intimidades. En realidad, lo primero que quiero desmentir es eso de que los hombres no hablamos de estas cosas (bulo muy generalizado entre las féminas que, según creo, son mayoría entre los seguidores de este blog, como son mayoría en cualquier asunto con un mínimo interés). Pues no señor: los tíos no sólo hablamos de fútbol y de coches. También comentamos otras cosas.

Por ejemplo, un seguidor de este blog me hace la siguiente confesión: –Este año que termina he echado menos polvos que votos en la urna. Es cierto que hemos tenido más elecciones que las que nos hubieran gustado, que estábamos hasta la coroneta de tanta votar, pero hagan la cuenta y saquen ustedes sus propias conclusiones. Sin embargo, esto se refiere más al terreno de las oportunidades para practicar una actividad tan placentera. Cuando uno es joven, las ocasiones le salen al camino. Basta no ser demasiado feo, lavarse lo necesario, tener una sonrisa resplandeciente y seguirle el rollo a las prójimas (o prójimos) que se te pongan a tiro. La hormona hace el resto. Los jóvenes, para mí, son todos guapísimos. Da gloria verlos. Sin embargo, los vejestorios ya no tenemos tanto tirón, qué le vamos a hacer. Antes bastaba con ponerse en el río, en la ruta de los peces, para que picara alguno. Como decía Fraga Iribarne: pra pescar lo rodaballo, hay que mollarse o carallo. Ahora los peixes pasan de largo. Las canas, la calva, la figura levemente cargada, pues echan para atrás a todas las jovencitas.

Porque ya he dicho más arriba que a mí lo que me gusta son las (y los) jóvenes. Cierto es que, hasta hace muy poco, me ponían bastante las mujeres de mi edad, pero eso se va perdiendo. Y no tengo queja al respecto; las jóvenes con las que comparto algún rato me siguen bastante el rollo, me ríen los chistes y entran conmigo en divertidas esgrimas mentales. Pero hay un momento en que la chica te dice alguna frase definitiva. Por ejemplo: eres un tío cojonudo, hay que ver qué bien me caes, yo creo que es porque me recuerdas a mi padre. Gran chasco. O esta otra: desde luego, hay que ver que majo eres, tiene un mérito muy grande que estés tan al día y mantengas la mente tan joven a tus años, osá, es que te lo juro, conozco a tíos mucho más jóvenes que, a tu lado, son auténticos ancianos mentales. En ese momento uno siente lo mismo que cuando entra al Metro y se levantan a la vez un par de chavales a cederle el asiento. Que la cosa no va por donde a uno le parecía, oh iluso. Pero eso no quita para que me sigan gustando las jovencitas. Tal vez recuerdan aquel estribillo del gordo Chiquetete, que decía:

Cuarenta y veinte
Cuarenta y veinte
Es el amor lo que importa
                                              Y no
Lo que diga la gente

Hasta aquí estamos hablando de factores exógenos, es decir, de los demás (y las demás), de las ocasiones y los obstáculos que uno se encuentra en su camino hacia un pequeño revolcón (que tampoco está uno ya para marcas atléticas). Pero ¿qué hay de nuestros anhelos, de nuestras ganas, de nuestra aptitud para responder al reto? Que yo recuerde, desde los 14 años, o antes, a mí cada vez que se me ponía al alcance una mujer un poco atractiva, la imaginación me volaba al instante hacia unas imágenes muy explícitas y la mente empezaba a buscar caminos o excusas para intentar llegar a lo de siempre. Tema delicado, porque las mujeres tienen una tendencia innata a tirar por dónde tú no quieres, de forma que, si eres demasiado directo, se cortan; si te quedas corto, se aburren y hay que buscar ese margen mínimo que les atrae sin llegar a espantarlas. Moverse en ese filo es difícil, pero apasionante.

¿Seguimos a mi edad con ese pensamiento de monocultivo, que hace que nuestras prójimas digan (con razón) que los hombres pensamos con esa pequeña cabecita que tenemos alojada en el extremo de nuestro órgano más exclusivo y característico? ¿Seguimos soñando a todas horas con darnos una alegría, aunque sea cortita? That is the question. Ya saben que yo soy un observador de la condición humana, observación de la que se nutre en buena medida este blog. Así que he preguntado a unos y a otros, he recolectado respuestas aquí y allá y me he encontrado con un espectro de contestaciones que, más o menos, se contienen entre dos extremos, que voy a personificar en dos amigos, a los que llamaré A y B (ya saben que este blog es muy pudoroso a la hora de revelar identidades).

El amigo A me confiesa lo siguiente: –Yo, la verdad es que ya nunca tengo ganas. Que coñazo el trabajo de ligar, de buscar un lugar, de arriesgar tu estabilidad personal y mental por un placer de unos minutos. Quita, quita. Yo ya no necesito eso y para mí es un verdadero alivio, porque antes andaba todo el día pensando en lo mismo y ahora tengo mucho más margen mental para pensar en otras cosas, para disfrutar de placeres más complejos y más sutiles. Ahora, eso sí: yo, si hay que cumplir, cumplo. En el otro extremo está mi amigo B, que niega la mayor. Mi problema es el contrario –dice–, mi problema es precisamente que ya no cumplo. Ahora, ganas, lo que se dice ganas, yo tengo continuamente, todo el rato, todos los días. 
   
Entre ambas situaciones extremas nos vamos moviendo los sexagenarios, y no tengan duda de que influye mucho la forma de ser, el carácter más o menos positivo, optimista, proactivo, abierto. Para mantener cualquier actividad tenemos que poner algo de nuestra parte, ya sea para correr, para nadar, para andar en bicicleta, para esquiar, para leer, para escribir un blog o para seguir viéndote con los amigos y aguantándolos con sus glorias y sus miserias. En primer lugar, seas joven o viejo, lo primero que tienes que hacer es estar contento. Si estás contento, las mujeres te buscan. Si te pones en plan cenizo, a quejarte y a dar pena, huyen de ti como de la mierda. Y luego, hay que saber dejarlas llegar, seguirles el rollo, no ser ansioso, ni ser antipático como un ajo. La seducción es una técnica sobre la que se han escrito tratados.

Mi forma de ser que, esa sí, queda clara y meridiana para cualquiera que siga el blog, les puede dar una idea aproximada de en qué lugar me encuentro, dentro del espectro que delimitan esas posiciones extremas. Además, habría que analizar en profundidad el concepto cumplir. Qué es cumplir. Yo creo que se trata de una expresión un poco arcaica, que bebe directamente del papel tradicional del hombre, como sembrador de la simiente necesaria para la perpetuación de la especie. Uno hace la siembra y ya está. Y luego piensa: ya he cumplido. No cabe duda de que, a ciertas edades, ese papel, personificado en la imagen de abajo, va perdiendo eficacia.


Pero tal vez haya que pensar en un concepto diferente de cumplir. Uno cumple, si se ajusta a sus propias expectativas, si pasa un rato agradable, si hace que su pareja disfrute (para lo que tal vez sepan que la práctica del coito tradicional no es la única que sirve). Si el sexo se libera de la necesidad de procrear, uno se lo puede pasar muy bien. En mi caso personal, yo no he tenido que cambiar mi contexto mental. Para mí el sexo ha sido siempre una actividad placentera, en la que la posibilidad de un posterior embarazo era algo que no añadía sino un terror atávico, una especie de vértigo (aunque nunca tuve dudas de que sería un padrazo). Así que seguimos en la brecha. Mi problema es que, a medida que voy siendo más viejo, las de mi edad me van motivando menos (en su mayoría) y las más jóvenes me cortan cuando me dicen que les recuerdo a su padre. En fin, que me viene a la memoria el viejo verso de Campoamor:

Las hijas de las madres que amé tanto
Me besan ya como se besa a un santo

A las puertas ya del 2017, no me queda más que desearles un feliz año nuevo, lleno de buenas noticias (no como este que se va). Y que ustedes y yo consigamos follar más que votar.

martes, 27 de diciembre de 2016

593. La difusión de mentiras por la red

Nos hemos referido ya muchas veces en este blog a lo que un día dimos en llamar la chusma informatizada. Es esa gente ignorante, inculta, palurda y zafia, de mente tan simple como para tragarse las mentiras más descabelladas, pero a la vez en posesión de smartphones, tablets o similares, por las que se difunden bulos que ustedes y yo no nos creemos, pero ellos sí. Es una consecuencia más de la difusión masiva de aparatos de telefonía móvil y uso de datos. Uno va ahora en el Metro, por ejemplo, y descubre enseguida que todos los pasajeros van enganchados a una pantallita, en la que lo mismo juegan al solitario, que matan  marcianitos, siguen un partido de fútbol en directo, envían y reciben whatsapps, o se enteran de las últimas noticias. Marx dijo que la religión era el opio del pueblo. Otros trasladaron el calificativo al fútbol, los toros, las noticias del corazón o las telenovelas. Todos estaban completamente equivocados. El verdadero opio del pueblo son los móviles.

Una vez que la red de distribución está consolidada, que todo el mundo tiene su aparatejo de último grito y que las posibilidades del sistema de viralizarse son infinitas, un bulo puede convertirse en un arma de manipulación masiva que haría las delicias del mismísimo Goebbels. Esa tergiversación de la información se extiende por las mentes de los ignorantes provistos de móvil, que tienen una tendencia natural a tragarse el bulo y luego no creerse el desmentido. Que los británicos voten por el Brexit, los colombianos contra la paz y los yanquis elijan a Trump, son hechos demasiado repetidos como para pensar que responden a una casualidad.

Las grandes redes, como Google o Facebook se están empezando a preocupar por un fenómeno que puede hacer saltar la banca en este juego planetario. Porque por las redes no sólo corren las noticias falsas; también son aprovechadas por las diferentes sectas, como los mormones, los evangelistas, los testigos de Jehová, los adventistas del séptimo día, los cienciólogos y los del hare krishna, por citar de memoria algunas de las más presentes en nuestras calles. Y, por supuesto, además de todo eso, por las redes fluye el discurso del odio. Si quieren leer un sesudo artículo al respecto, pinchen AQUÍ.

El gigante Google ha empezado a revisar sus protocolos para evitar que sucedan las cosas que se denuncian en el artículo anterior. Facebook está haciendo unas mini-encuestas entre sus usuarios, para que ellos mismos valoren si la noticia que acaban de leer es creíble o resulta engañosa. Me parece muy arriesgado dejar a la responsabilidad del lector esa cualificación de una noticia; lo cuento aquí únicamente como síntoma de la preocupación de las grandes corporaciones de la información en red respecto a este problema. Hay una serie de recomendaciones, derivadas del puro sentido común, para detectar los mensajes falsos. Por ejemplo el abuso de mayúsculas en los mensajes. En castellano, las palabras escritas íntegramente en mayúsculas, se supone que están dichas a gritos, pero en la difusión de bulos aparecen con mucha frecuencia.

También es bastante sospechoso que abras un mensaje y te vayan remitiendo a sucesivas pantallas en las que te habla un tipo con acento sudamericano que te anuncia sucesivas apocalipsis si no sigues sus consejos. Recientemente ha salido un mensaje que presume de curarte los hongos bajo las uñas de los pies, y no es más que un burdo fraude. Yo creo que es una simple cuestión de cultura, lo que pasa es que las rutinas de las redes están en muchos casos gobernadas por máquinas que operan según los algoritmos para las que están programadas. Eso hace que muchas veces se viralicen mensajes que cualquier ser humano bloquearía por pura intuición. Investigadores de la Universidad de Indiana (USA) están intentando desarrollar un nuevo sistema que detecte las noticias falsas y las elimine de forma automática, según la información que pueden consultar AQUÍ.

Todo esto parece ciencia-ficción pero no lo es. Las grandes corporaciones están muy preocupadas por este fenómeno que amenaza a su gran entramado de negocios. No sé si ustedes se enteraron pero, a primeros de diciembre, la policía de Washington hubo de acudir a una popular pizzería para reducir a un tipo armado con un rifle que se había acercado por allí a partir de leer en las redes que el lugar era un centro de pedofilia dirigido por Hillary Clinton. Se lo juro, ya no les quiero poner más deberes de lectura, pero si tienen curiosidad seguro que encuentran las informaciones al respecto. El problema es el que hemos enunciado al principio: las redes en manos de paletos son un peligro.

Así que mi consejo es que sean ustedes desconfiados y piensen con lógica. Se pueden esperar cualquier cosa de la gente que gestiona y manipula la información. Y, como se me ha aconsejado que no deje de incluir algunas imágenes en mis textos, pues vamos a hablar de las imágenes también. Porque ya saben que el Photoshop y otros instrumentos, son capaces de convertir a un gordo en delgado, a una fea en guapa y lo que se propongan. Les voy a poner dos imágenes relacionadas con dos noticias de hace unos días. Dos historias que no tienen nada que ver entre sí: el asesinato del embajador ruso en Turquía y la renuncia de Aznar a la presidencia de honor del PP. Para ilustrar ambas informaciones la prensa ha utilizado las dos imágenes que les pongo aquí abajo.




Supongo que ya saben por dónde voy. ¿Creen ustedes que esos dedos índices son naturales? Yo no conozco a nadie que tenga un índice así. Aquí hay algún tipo de matute, alguna técnica fotográfica que ha caído en manos de un operario poco ducho, al que se le ha ido la mano en los retoques. Ya ven que todo se estira y se encoge. Todo puede manipularse. Y lo mismo sucede con los mapas. Si ustedes buscan en el Google Maps la ruta más corta para llegar a alguna parte, no dejen de confrontar la solución con lo que les dicte su intuición. Porque no me extrañaría descubrir que muchas rutas se fuerzan para que pasen por delante de determinados negocios o sedes de marcas con ascendiente en el sistema de georreferenciación (algo que ya se hace de manera natural en las cacerías de monstruos del Pokemon Go). Lo único que quiero decirle, querido lector, es que no se fíe de las apariencias. Que vigile, sin caer en la paranoia. Que estamos en un mundo en el que, en cuanto te descuidas, te dan gato por liebre.

El otro día compré en el Mercado de Antón Martín un cuartillo de gambas de Huelva, para la cena de Nochebuena. Hoy he visto en la tele que hay unas piscifactorías en Valladolid donde se cría una gamba de puta madre, a la que se le generan las condiciones del mar en unas balsas gigante, que tienen hasta oleaje. ¿Podría asegurar yo que las gambas que nos comimos con la familia no eran de Valladolid? No pondría la mano en el fuego por ello. Si los espárragos de Navarra se cultivan en Extremadura y los melones de Villaconejos en Andalucía, a quién le puede extrañar que las gambas de Huelva se críen en Valladolid. Pues eso mismo sucede con la información, tanto gráfica como escrita. No se fíen ni de su padre.

sábado, 24 de diciembre de 2016

592. Felices fiestas

Dos párrafos para felicitarles las fiestas. No pensaba yo subir más cosas hasta pasada la Nochebuena, pero mi amigo Víctor Ríos me ha mandado desde Argentina un vídeo muy bonito para este día, y he decidido subirlo al blog, a modo de christmas. Lo que pienso de la Navidad ya ha quedado sobradamente explicado en años anteriores, incluso hay una etiqueta en el lado derecho en la que cualquiera puede repasarlo, si quiere. A pesar de mi opinión negativa, en algunos de esos textos se me puede ver vestido de Papá Noel, o incluyendo una versión fastuosa del Jingle Bells, a cargo del gran Fats Domino, con lo que acredito que tampoco soy un fanático anti-fiestas. En realidad, mi rechazo lo provoca el hecho de que el mundo se pare tres semanas para que todos nos entreguemos a una desmesurada orgía consumista y buenrrollista al son de la zambomba, zumba-zumba-zum. Este año, el calendario ha hecho que ese corte en la vida cotidiana se limite a dos semanas.

Además, esta vez me pilla todo un poco de vuelta. Ya he logrado que la gente a mi alrededor acepte considerarme una especie de lobo solitario encerrado en su cápsula, desde la que se comunica con el exterior a través del blog. Y ahora soy yo el que me acerco a los demás, de forma selectiva y cuando yo quiero. Por otro lado, el año que termina ha sido tan duro a nivel colectivo que es casi un alivio que podamos celebrar la Navidad sin demasiados sobresaltos (toquemos madera). Así que ayer salí del trabajo y me pasé toda la tarde de compras, para mi aportación comestible a la cena de esta noche, los regalos del amigo invisible, y algún otro para los visibles. Esta mañana me he dedicado a envolver todo debidamente y mandar whatsapps all around the world. Ya ven que no me he relevado de ninguna de mis obligaciones navideñas. A la hora de comer, tengo todo listo y me he encontrado, entre las respuestas a mis felicitaciones, esta maravilla de vídeo que me manda mi amigo desde Buenos Aires. Es otra versión del Jingle Bells, esta vez jazzística, sobre unos dibujos ciertamente extraordinarios. Póngansela en pantalla grande y disfrútenla. Y Feliz Navidad.


jueves, 22 de diciembre de 2016

591. El discurso de Madonna

Vaya por delante que Madonna no es especialmente santa de mi devoción. Tal vez por desconocimiento. Apenas sé nada de su vida, ya saben que sólo leo el Hola en la sala de espera del dentista, al que no voy mucho últimamente. En cuanto a su música, la verdad es que me resulta indiferente. Una más entre tantas. Reconozco que se trata de un personaje del que siempre se habla y a la que imagino influyente en ciertos entornos. Por eso me ha sorprendido su discurso hace cuatro o cinco días, con ocasión de su nombramiento como Mujer del Año por la revista americana Billboard. He leído fragmentos de su speach, me ha picado la curiosidad y he buscado el vídeo de su intervención completa. 

Me ha dejado boquiabierto. Es una confesión vital a tumba abierta, un manifiesto, una declaración valiente, dicha en un tono emotivo de una intensidad que ya quisiera para sí cualquiera de nuestros políticos. Les voy a poner el vídeo aquí abajo, seguido de la traducción que he hecho directamente del audio (con ayudas técnicas diversas), para que intenten seguirla. Porque lo impresionante es ver a la par el texto y la imagen de esta mujer, su gesto implacable, su emoción al borde del llanto en ciertos momentos. Empieza bromeando, la gente se ríe bastante, pero pronto se les hiela a todos los presentes el semblante, algo que también merece la pena observar. A veces hay risas nerviosas semicontenidas. Son la excepción de un silencio reverencial, el que se produce cuando el público comprende que está asistiendo a un acontecimiento irrepetible.

Mi traducción es, como siempre, libre. Trato de acercarme al ideal del traductor, que es llegar a naturalizar el texto, de modo que parezca pronunciado en español. Lo que no sé es cómo lograr que vean las imágenes a la vez que leen la traducción. Un amigo que sigue el blog me dice que él utiliza dos pantallas: se pone la imagen en el Ipad y lee el texto en el ordenador. En fin: arréglenselas como puedan, yo bastante hago con traducírselo. Una advertencia. Madonna sale al estrado diciendo: –ya está aquí la “sex with the bananas”. Es una expresión americana muy machista y muy ofensiva. En algunas revistas españolas la han traducido como la mujer felpudo. No me gusta nada esta traducción. Yo más bien diría la chocholoco, o similar. Ante la duda la he dejado en inglés. Vean, pues el vídeo, para lo cual han de pinchar AQUÍ. Abajo la traducción.

Presentador: –Señoras y señores, damos la bienvenida a la Mujer del Año 2016 para Billboard: Madonna (gran ovación)

Bueno, ya tienen aquí a la “sex with the bananas”. Antes que nada quiero dar las gracias a este laberinto que permite montar este maravilloso, maravilloso… acto. Muestra el trofeo y añade: Bueno, lo voy a dejar aquí detrás. Perdonen. Ya más en serio. Se acerca al micrófono. Mejor de esta forma. ¡Aaahhh! Yo siempre me siento mejor con algo duro entre las piernas (risas).

Gracias por reconocer mi capacidad para mantener mi carrera a lo largo de estos 34 años, a pesar de la flagrante misoginia, el sexismo, la intimidación constante y el abuso implacable. Cuando yo empecé, no había Internet. Así que la gente tenía que decirme las cosas a la cara. No eran muchas las personas con las que tuve que luchar, porque la vida era más sencilla entonces. Cuando me trasladé a New York, yo era una quinceañera. Era 1979 y New York era un lugar que daba bastante miedo. En mi primer año, me apuntaron con una pistola y me llevaron a una terraza donde fui violada, mientras me apoyaban un cuchillo en la garganta. Mi apartamento fue forzado y robado tantas veces que opté por dejar de cerrar la puerta con llave. En los años que siguieron perdí prácticamente a todos los amigos que tenía por el SIDA, por las drogas o por disparos de armas de fuego.

Como se podrán imaginar, todos estos sucesos inesperados no sólo me ayudaron a convertirme en la mujer valiente que está ante ustedes. También me recordaron que soy vulnerable y que en la vida no hay verdadera seguridad, excepto la que se deriva de la confianza en uno mismo y la comprensión de que yo no soy la dueña de mis talentos. No soy la dueña de nada. Todo lo que tengo es un regalo de Dios. Incluida toda la mierda y todas las putadas que me han pasado en la vida y que todavía me siguen pasando. Esos son también regalos de Dios, que me enseñan algo y me hacen más fuerte.

Estoy aquí recogiendo el premio a la Mujer del Año. Y me pregunto: ¿puedo decir que soy una mujer que está en el negocio de la música? ¿Y qué hay acerca de ser mujer? Cuando empecé a escribir canciones, yo no pensaba en géneros. No pensaba en feminismo. Yo sólo quería ser una artista. Me inspiraba, desde luego en Debbie Harry, en Chrissie Hynde y en Aretha Franklin. Pero mi verdadera musa era David Bowie. Él encarnaba el espíritu masculino y femenino y eso me gustaba mucho. Eso me hizo pensar que no había reglas. Pero era mentira. Realmente no hay reglas, si eres un hombre. Si eres una chica, tienes que jugar al juego. ¿Y cuál es el juego?

Pues estás autorizada a ser guapa, mona y sexi. Pero no a parecer muy lista. Ni a tener opiniones. Definitivamente no a tener opiniones que vayan contra el statu quo. Puedes dejarte convertir en objeto por los hombres. Y vestirte como una puta. Pero no ser la dueña de tu puterío. Y jamás, repito, jamás compartas tus propias fantasías sexuales con el mundo. Sé lo que los hombres quieren que seas pero, lo que es más importante, sé lo que las mujeres quieren que seas, para sentirse ellas más cómodas cuando estés cerca de otros hombres. Y por último, no envejezcas. Porque envejecer es un pecado. Serás criticada y humillada y ya no volverán a poner tu música en la radio.

Cuando me volví famosa, mis fotografías desnuda fueron publicadas en revistas como Play Boy o Penthouse. Fotos que habían sido tomadas en escuelas de Arte, a las que yo iba a posar para ganarme algún dinero. Eso no era muy sexi. De hecho se me veía bastante aburrida. Lo estaba. Esperaban que me sintiera avergonzada cuando esas fotos salieron a la luz, pero yo no me sentía así y eso cabreó a mucha gente.

Finalmente me dejaron un poco en paz cuando me casé con Sean Penn. No porque no les hubiera pateado el culo, sino porque, como casada, ya me consideraban fuera del mercado. Y durante un tiempo no me consideraron una amenaza. Años después, divorciada y sola (perdona Sean) publiqué mi álbum Erótica y lancé mi libro Sex. Recuerdo aparecer en los titulares de todos los periódicos y revistas. Y todo lo que se podía leer sobre mí era malo. Fui llamada puta. Y bruja. Uno de los titulares me comparaba con Satanás. Y yo decía: esperen un minuto, ¿no está Prince saliendo por ahí con medias de rejilla, tacones de aguja, labios pintados y enseñando el culo? Eso era cierto. Pero él era un hombre.

Fue entonces cuando comprendí por primera vez que las mujeres no tenemos la misma libertad que los hombres. Recuerdo que me sentí paralizada. Me costó tiempo recomponerme, volver a ser creativa, seguir viviendo. Encontré un alivio en la poesía de Maya Angelou, los textos de James Baldwin, la música de Nina Simone. Recuerdo como deseaba tener a una amiga a mi lado, para que me apoyara.

Camile Piglia, la famosa escritora feminista, dijo que yo suponía una rémora, un retraso para su movimiento, porque yo misma me autoconvertía en objeto sexual. Y yo pensé: entonces, si eres feminista, no tienes sexualidad, la niegas. Y me dije: joder, yo soy otra clase de feminista, yo soy una feminista mala (aplausos sostenidos). La gente dice que soy polémica, pero creo que la cosa más polémica que he hecho nunca es seguir aquí, mantenerme firme (aplausos).

Lo que quiero decir hoy aquí a todas las mujeres es lo siguiente. Las mujeres han estado tan oprimidas desde hace tanto tiempo, que se creen lo que los hombres dicen de ellas. Ellas se creen que necesitan apoyar a un hombre, para que él haga el trabajo. Y hay algunos hombres buenos, que merecen ser apoyados, pero no por el hecho de ser hombres, sino porque se lo merecen. Como mujeres, tenemos que empezar a apreciar nuestro propio valor. Y además, buscar mujeres fuertes, como amigas, o incluso como pareja, para aprender de ellas, para que nos inspiren, para colaborar con ellas, para ayudarnos, para que nos iluminen.

Como dije antes, esto no va de recibir un premio, va de tener la oportunidad de plantarme frente a ustedes y darles las gracias. Como mujer. Como artista. Como ser humano. Y no sólo a las personas que me han amado y me han apoyado a lo largo del camino (veo a muchos aquí hoy). No tenéis ni idea… no tenéis ni idea de cuánto me habéis ayudado (aplausos). También a los que dudaron, a los negativos, los que me hicieron pasar ratos horribles, diciendo que no podría, que no sería capaz, que no debería. Vuestra resistencia me hizo más fuerte. Me hizo apretar más fuerte. Me convirtió en la luchadora que soy a día de hoy. Me hizo la mujer que soy. Así que gracias.

Esto es todo. En estos días de buenismo, consumismo y villancicos, no viene mal que aparezca una persona y nos ponga delante del espejo de nuestras miserias. Por no quedar de bicho raro, aprovecharé la ocasión para desearles a todos ustedes (de corazón) una Felices Fiestas. Y aupa el Dépor, que el año próximo se va a salir.

martes, 20 de diciembre de 2016

590. De qué hablamos cuando hablamos de urbanismo

Una aclaración previa. Para mí hay dos clases de urbanismo, que podemos llamar Urb-A y Urb-B. Yo entré en el Ayuntamiento en octubre de 1982. Tuve la ocasión de vivir brevemente algo menos de un año de Urb-A. Justo hasta las siguientes elecciones locales, de mayo de 1983. En esas elecciones, ganó por última vez el profesor Tierno Galván, quien tuvo a bien nombrar Concejal de Urbanismo a Jesús Espelosín. En ese momento la ciudad pasó a regularse por lo que he llamado Urb-B. Porque, ustedes disculpen, pero, para mí que soy muy bruto, no hay ninguna diferencia entre el urbanismo que perpetró durante 6 años el ínclito señor Espelosín, el de los 2 años de gobierno de Rodríguez Sahagún, y el de los siguientes 24 del PP. Ahora sí que han cambiado las cosas. Desde la llegada al poder de la señora Carmena, hemos rescatado el Urb-A, motivo por el cual yo me he decantado por reengancharme, cambiando mi firme decisión anterior de jubilarme en cuanto pudiera, porque ya no soportaba más el Urb-B.

El Urb-A es un urbanismo que defiende el interés colectivo, que parte de los deseos y necesidades de los ciudadanos, como objetivo básico. Es un urbanismo participativo y muy complejo, porque no es fácil conciliar los distintos intereses. Y requiere mucho trabajo. Yo tuve la fortuna de conocer un poquito ese urbanismo, en el que sobresalían nombres como Mangada, Leira, Jesús Gago y muchos otros. Todos ellos han vuelto a recobrar protagonismo en este último año y medio, con la lógica excepción de Eduardo Leira, que se mantiene en un prudente segundo plano, por su condición de marido de la alcaldesa. Tal vez esto les parezca exagerado, maniqueo o esquemático, pero he sufrido ese Urb-B nada menos que 32 años, de los cerca de 35 que llevo en el Ayuntamiento y, créanme, sé de lo que hablo.

A comienzos de 1992, me sumé al equipo de redacción del nuevo plan general y después me las arreglé para sobrevivir en tareas de gestión, difusión, comunicación, etc. Es decir, que desde 1992 he perdido todo contacto directo con el gremio de los promotores privados, contra los que me estuve peleando los 10 primeros años de mi trayectoria municipal, en todo momento con la sensación de estar en una especie de trinchera, defendiendo posiciones derivadas de la legalidad y con la presencia siempre incómoda y sospechosa de elementos infiltrados en las filas propias. Todo lo que voy a contarles a continuación se refiere, pues, a esos diez años 1982-1992, creo que ya ha pasado tiempo suficiente como para que empiece a largar, y en ese sentido han de tomarse las líneas que escribo abajo, que no van más allá de un ejemplo teórico imaginario, muy simplificado, pero que creo que describe bien esa larga noche de 32 años de urbanismo que no merece ni ser así llamado. Ese Urb-B es más o menos, como sigue.

El Ayuntamiento revisa de vez en cuando su Plan General. Se parte de una ciudad existente (suelo urbano) y unos alrededores vacíos (suelo rural). Una parte esencial del trabajo de redacción, consiste en elegir unos sectores del suelo rural, para declararlos urbanizables. Esto lo hacemos los urbanistas utilizando la sabiduría adquirida en la escuela de arquitectura y subsiguientes másters, más un estudio detallado del terreno: por dónde van las vaguadas, las pendientes, los diferentes elementos naturales. Centrémonos ahora en uno cualquiera de esos nuevos polígonos proyectados. El urbanista traza una raya delimitando ese polígono, antes rural, ahora urbanizable, y le asigna unas condiciones de desarrollo: viario, zonas verdes, equipamientos, edificabilidad, cesiones. La propuesta ha de incluir una justificación, pero eso se hace a posteriori y las razones suelen sobrar: es bueno que haya suelo calificado, que la construcción tenga vidilla, que se generen puestos de trabajo, etc.

El Plan General se somete a una larga tramitación (unos cinco años) y los que lo han redactado suelen pasar a tareas de control de su aplicación y desarrollo. A ti, Juan Urbanista, que has pintado la raya que delimita el sector X, te dan un despacho en donde distribuyes tus libros y te ocupas de diversas tareas accesorias de edición del Plan, estudio de recursos interpuestos y finalización del gran trabajo que has hecho en los cinco años anteriores. No tarda mucho en llegar la primera visita. Te piden cita unos señores a los que no conoces, que se identifican como los propietarios del sector. Suelen venir acompañados por un arquitecto que (¡oh casualidad!) te conoce, o tiene amigos comunes contigo, por lo que te entra bromeando: ¿te acuerdas de Fulanito? ¡Mira que era negado con el dibujo!, cosas por el estilo. En tu ingenuidad, preguntas si esa delegación representa a TODOS los propietarios del sector. Respuesta con evasivas: bueno, no al cien por cien, quedan unos cuantos recalcitrantes, pero van a durar dos días, no serán un problema.

Esta es la primera sorpresa. Resulta que esa línea inocente que tú has trazado, convencido de que lo hacías libremente, encierra unos terrenos cuyos propietarios no son cuatro pastores con boina, gayato y unas cuantas borregas. No. Con la excepción de esos recalcitrantes a los que se les comprará su parcela y, en caso extremo, se les llevará a juicio, los propietarios son las grandes inmobiliarias que se han posicionado hace tiempo, comprando suelo por donde era previsible que la ciudad creciera. Esos peces gordos forman una Asociación de Propietarios que, por Ley, puede hasta pedir que el Ayuntamiento expropie a los Últimos de Filipinas, para  completar el lote. El caso es que, a partir de ahí, ese grupo de interlocutores de la propiedad se convierte en visitante asiduo de tu despacho, siempre educados, siempre pacientes, riéndote los chistes y hablándote de rock si saben que te gusta el rock, o de ópera si corresponde.

Es una larga negociación, en la que puede o no haber acuerdo de primeras (ellos siempre intentan estirar las condiciones y tú tratas de evitarlo). Si no hay acuerdo, entonces le piden audiencia a tu jefe. Se monta una reunión de alto nivel y aquí viene la segunda sorpresa. Porque resulta que descubres que tu jefe está del otro lado. Apoya a tus contrincantes. Y tú acabas solo, convertido en el malo de la película, en un tipo que por puro esnobismo de arquitecto se empeña en joderles el negocio a unos señores que lo único que buscan es que la sociedad prospere y se beneficie de su empeño. Yo he sufrido incontables reuniones como esa, de las que salía con una sensación muy desagradable. Pero, de manera forzada o de buen grado, al final se llega a un acuerdo y eso se plasma en un Avance de Plan Parcial. Los privados elaboran el documento, tú lo tramitas, le pones los sellos y lo elevas al Pleno, que lo aprueba. Y todos decimos: –¡Qué bien, ya hemos dado el primer paso, ya tenemos el Avance! Los representantes de la Asociación de Propietarios lo celebran contigo, a lo mejor te regalan unas botellas de vino o te invitan a comer y todos tan contentos.

Entonces, a los pocos días, vienen a verte unos sujetos totalmente distintos, con un arquitecto diferente, o un abogado que les asesora, y que se identifican otra vez como los interlocutores de la propiedad. Y tú preguntas atónito: –¡Coño!, pero ¿dónde están los otros? Si ya nos habíamos hecho amigos… Respuestas evasivas: no, no, esos señores ya no pintan nada, ahora somos nosotros los que cortamos el bacalao, las cosas cambian, estamos en un mundo dinámico y todo evoluciona. Estos nuevos representantes de la propiedad, inician otra negociación, larga y costosa como la anterior, que culminará, digamos, en la Constitución de la Junta de Compensación. Después aparecerán unos terceros, que pelearán hasta conseguir la Aprobación Inicial del Plan Parcial. Y unos cuartos que redactarán las Bases y Estatutos de la Junta. Y unos quintos que conseguirán la Aprobación Provisional. Y unos sextos que harán el Proyecto de Urbanización. Y sólo entonces llegan los constructores de cada edificio a pedir la correspondiente licencia.

Supongo que lo van pillando. Cada uno de esos cambios de interlocutor, supone una venta de derechos consolidados. Así que, cuando se empiezan a construir los edificios, detrás ha quedado una larga cohorte de sucesivos intermediarios que han hecho pingües beneficios (también hay que reconocer que se lo han currado). Un procedimiento kafkiano que, aparte de lograr que se forren unas cuantas empresas intermedias, encarece el producto final de forma muy notable. Por lo que mi experiencia me dice, desde que tú, Juan Urbanista, trazas una raya inocente imaginando un nuevo barrio de crecimiento de la ciudad, hasta que ya está allí la gente ocupando las viviendas y regando sus plantitas, no pasan menos de 12 años. Y eso en caso de que no surjan problemas sobrevenidos que dilaten aún más el proceso. Una barbaridad, que no sucede en los países europeos más adelantados (en Portugal, me dicen, la cosa es aun más lenta). Y aquí está el meollo de por qué el producto inmobiliario final es tan caro.

Hubo un señor llamado José María García Bellido, ya fallecido, que estudió este tema y publicó numerosos artículos y libros al respecto. Pero era casi una voz en el desierto. Porque hay muchos intereses creados, alrededor del invento. Hay mucha gente viviendo de ello, al fin y al cabo, una forma de ganarse la vida como otra cualquiera (qué decir de los notarios o los registradores). Y, por cierto, cuando sobreviene una crisis como la actual, esto es como el juego de irse pasando un cubito de hielo: al que se le termina de derretir, está jodido. Si Pedro Promotor compra un producto de la cadena y no se lo puede vender al siguiente, porque nadie lo quiere ya, pues el pobre Pedro Promotor se va a la quiebra. ¿Cuántas pequeñas empresas se fueron al carajo después de 2007? 

A lo mejor las cosas han cambiado desde 1992, pero me temo que en esencia siguen igual. Y se podrían poner ejemplos similares de áreas interiores de la ciudad que se planifican para su renovación. El Ayuntamiento establece las condiciones de desarrollo y los privados vienen siempre a pedir más, porque en ese diferencial está el margen de beneficio. Cuando el Ayuntamiento de Madrid estaba en manos de políticos cómplices de ese sistema diabólico, el promotor ya contaba con obtener ese margen ilegal añadido, que finalmente iba a poder rebañar. Y eso es lo que explica también el caso del chino Wanda y el edificio España. El chino (que, como todos sus compatriotas, no tiene un pelo de tonto), se informó de lo que podía hacer con el rascacielos. Le dijeron que no se podía demoler según la ley, pero que, presionando adecuadamente a los políticos locales, se conseguiría superar la norma, demoler el rascacielos y hacer otro edificio nuevo, un proceso que resulta bastante más barato.

El chino lo adquirió en esas condiciones. Y en eso llegó Carmena (se acabó la diversión, etc.). Cuando le dijeron al chino que no podía demoler, presionó de todas las maneras imaginables, pero no logró que el equipo municipal se moviera ni un milímetro: la ley decía lo que decía. Entonces lo puso a venta y se lo compró un señor llamado Trinitario Casanova, que ha estudiado sus opciones en el nuevo marco de cumplimiento estricto de lo planificado y ha llegado a la conclusión de que aún le queda un margen de negocio suficiente. Y colorín colorado, eso...

P.D. si yo llamara al personaje de una novela Trinitario Casanova, sería saludado como un maestro del realismo mágico. 

sábado, 17 de diciembre de 2016

589. Otro viernes bien cargadito

Pues la verdad es que ayer no paré en todo el día. Había estudiado la víspera la accesibilidad a los lugares a los que debía acudir y decidí usar el coche, aprovechando las últimas horas sin restricción de tráfico, porque en cualquier otro medio habría llegado tarde a todas partes. Mi primera cita era a las 9.30 con el doctor Gárate en Coslada, y me presenté en el mostrador con quince minutos de adelanto. Para ello hube de tomar la prolongación de O’Donnell hasta la M-40, moverme a paso de tortuga por el atasco de dicha autovía hasta la salida de la M-21 y luego salirme por la Avenida de San Pablo, en San Fernando de Henares, hasta llegar al hospital de ASEPEYO.

Es curioso, las anteriores veces que visité este hospital me había sentido como un paciente. Sin embargo, en esta ocasión, el hecho de llegar en mi coche, dejarlo en el parking frente al hospital y llegar andando a la puerta con las llaves girando en mi dedo, me hizo sentirme del otro lado, como si el enfermo fuera otro y yo fuera a visitarlo. O como si fuera a visitarme a mí mismo. A pesar del adelanto, la cosa se retrasó mucho, como ya me esperaba: radiografías, el aparato que no funciona, burocracias diversas. Gárate examinó las placas y escuchó la descripción de mis molestias. Su respuesta: es posible quitarme los tornillos del codo e incluso el gran clavo de titanio de 25 centímetros, probables causantes de mis dolores. Pero, para ello, es necesario que haya pasado un año de la primera operación. Y también está condicionado a que me hagan un TAC, que confirme la posibilidad de dicha operación. Eso me lleva a pedir hora para el TAC en el mes de marzo de 2017. Mientras tanto a tirar con las molestias. En fin. Va resultar que el bueno de Konrad Adenauer no va a ser mi compañero para siempre. La vida te da sorpresas

Ya les he contado que mis molestias no son excesivas ni invalidantes. Hago pesas, nado, conduzco mi coche. En una escala de 1 a 10, yo me pondría un 9. Si me propusieran quedarme con mis actuales dolores a cambio de no tener ninguna molestia más hasta que me muera, ahora mismo firmaba. Pero, si con la extracción de Konrad Adenauer, alcanzo el 10, pues bienvenido sea. Por cierto, he de comunicarles que el urdangarín que me extrajeron de las entretelas ha sido absuelto de todos sus cargos de malignidad, lo que me lleva a una nueva Colón-os-copia dentro de tres años. Pero ahora les preocupa a los médicos el helicobacter y su posible relación con mis molestias digestivas recientes. No creo que tenga nada que ver, el helicobacter está cómodamente instalado en mi estómago y mis problemas han sido de intestino. Yo lo dejaría tranquilo, somos una simbiosis perfecta. Lo que peor lleva mi inquilino de renta antigua es que coma o cene con agua. Le gusta la cerveza tanto como a su casero.

De Coslada salí por M-21 y M-40 norte hasta mi trabajo en el Campo de las Naciones. 15 minutos en coche, frente a la hora y cuarto que hubiera tardado en transporte público. Tenía que pasar por el curre para recoger una serie de documentos para mi siguiente actividad consistente en acudir al Centro Cultural Conde Duque para asistir a la presentación de las conclusiones de la conferencia Habitat III, celebrada en Quito en octubre. Para ello circulé por M-40, M-30, Puente de los Franceses, Parque del Oeste, Marqués de Urquijo y Marcenado, donde dejé el coche en un parking privado. He de decir que el acto me resultó medianamente interesante, aunque reiterativo respecto a otros anteriores. El discurso de la casta arquitectónico-urbanística de los últimos años, se centra en diagnósticos costosos de hacer, conclusiones genéricas, quejas diversas por la rigidez del sistema de planeamiento y una sensación nítida de que la realidad va más rápido y nadie tiene soluciones mágicas para atajarla.

Esta gente, estructurada en torno a diversos santones de la Escuela, me produce una sensación parecida a la de los oradores norteafricanos que escuché en el congreso de Marsella. Al final, forman un lobby que va dando conferencias y más conferencias around the world, mientras Alepo resulta destruida y las grandes urbes africanas y latinoamericanas se sobrecargan de chabolas. Estuve a punto de intervenir, pero mi registro está tan alejado del oficial que opté por callarme. Mi cuestión hubiera sido la siguiente. Según uno de los oradores, en 2050 puede que haya 7.000 millones de personas viviendo en ciudades. Contrasto esa cifra con los 7.500 millones de la población mundial actual y los 11.000 que dan las proyecciones de la ONU para ese año. Lo que se nos presenta es un modelo que nos lleva inexorablemente a un mundo hecho de enormes macrociudades unidas por autopistas y trenes de alta velocidad, y el resto un desierto.

Y nadie plantea una alternativa a ese modelo. Todo son medidas remediales para las ciudades, parece que no hubiera otra cosa que las ciudades. Remedios que, más que nada, son brindis al sol, expresión de nuestros deseos. Por supuesto que todos queremos ciudades inclusivas, resilientes, seguras y sostenibles. Faltaría más. Sin embargo, yo rescataría la idea del planeamiento territorial, que estructure tanto el medio urbano como el rural, de forma que ambos sean lugares gratos para vivir. Porque estoy convencido de que el gran problema de las ciudades es la superpoblación, la afluencia de grandes masas rurales que huyen del hambre, la miseria y la incuria. Estos son los que sobrecargan los barrios, congestionan el tráfico y superan la capacidad de los servicios públicos y sociales. Estos son los que hacen la ciudad invivible y también los que más se quejan. Pero no se vuelven a sus lugares de origen, para no morirse de asco por la falta de oportunidades.

Piensen en Madrid. Qué bien viviríamos los que realmente amamos el medio urbano, si se marcharan todos los paletos, todos los cenizos y protestones que van en coche a todos lados atascando las calles y tocando el claxon todo el rato. En agosto no se vive mal aquí. El problema es que esa gente no se va porque no tiene alternativa. Por lo que escuché ayer en la presentación de las conclusiones de Hábitat III (por cierto, idénticas a las de Hábitat II, Estambul 1996), nadie está pensando en alternativas al modelo territorial, sólo en remedios para la congestión, la inseguridad y la violencia urbana, propias del modelo actual. Por eso no abrí la boca en el acto. Mi discurso es atípico y pondría en cuestión el entramado disciplinar del que viven estos popes. Diré que desde allí llevé el coche a mi parking de residentes, para ir luego andando a tomarme unas cañas de Navidad con unas amigas en El Bocaito de la calle Libertad. Y, tras una corta siesta, me dirigí también a pié a mi actividad más interesante del día.

A las 8 de la tarde, en la librería La Buena Vida, propiedad de los hermanos Trueba cerca de Ópera, se presentaba un libro ilustrado con uno de los pequeños cuentos que Scott Fitzgerald escribía para sobrevivir (parece que por cada uno le pagaban 4.000$ de la época, una barbaridad). El texto ha sido cuidadosamente traducido del inglés por los alumnos del curso de traducción que coordina mi amiga Maite Fernández, dentro del grupo Billar de Letras, con el que estoy bastante vinculado, como saben. Allí estaban Maite, los traductores y el ilustrador y editor para presentarlo. Saludé también a Ronaldo, cuyo libro La Casa y la Isla va como un tiro en ventas, de lo que me alegro un montón. El libro, cuya portada tienen a la izquierda, lo ha publicado Traspiés, una pequeña editorial bastante artesanal, radicada en Granada. Las ilustraciones son una preciosidad y me parece un buen regalo de Navidad para personas que no sean capaces de leerse un gran tocho.

De Scott Fitzgerald se podrían escribir varios posts exclusivos. Es uno de los cinco miembros esenciales de lo que Gertrude Stein llamó la generación perdida (los otros son Hemingway, Dos Passos, Steinbeck y Faulkner, nada menos). Es una generación que se vio golpeada por la Primera Guerra Mundial, tras la cual el mundo no volvió a ser el mismo. Vivieron de forma frenética los felices veinte, la Ley Seca, el crash del 29 y los prolegómenos de la terrible nueva guerra que acechaba al mundo. Fitzgerald murió a los 44 años, arrasado por su alcoholismo y la esquizofrenia de su mujer Zelda, con la que había formado una pareja muy popular en la época dorada. Dejó sólo cuatro novelas, de las que he leído dos: El Gran Gatsby y Suave es la noche, las últimas. Los cuentos, que para él eran un género menor puramente alimenticio, son también muy buenos. 

Regresé caminando y crucé en diagonal la Plaza Mayor, en donde estaban recogiendo los puestos de belenes y matasuegras. Los turistas hacían fotos compulsivamente con sus móviles. Otra cosa curiosa de los nuevos tiempos: yo antes me paraba para no interponerme en la trayectoria de los objetivos de las cámaras de fotos. Ahora ni me lo planteo, ni los nuevos fotógrafos compulsivos esperan que lo haga. Bajo una llovizna tenue, la ciudad estaba preciosa en la noche del viernes. Los otoños son por aquí cada vez más gallegos. A mí sólo me falta que se vayan todos los que viven aquí a disgusto y se están quejando todo el día. El problema es que estos especímenes no tienen a dónde ir. Pero no nos quejemos, peor están en Alepo, según ven en la imagen que les dejo de cierre. Ojalá que nuestros hijos no sean otra generación perdida. La mía ha sido bien aprovechada, no hay queja. Sean felices y disfruten del finde.  

  

jueves, 15 de diciembre de 2016

588.Trump Time cover


Aquí tienen la Trump Time cover, la portada del Time sobre Trump, en la que lo proclaman personaje del año. La portada traduce el desagrado y la ansiedad que suscita la victoria de Trump en una parte de la sociedad americana, mediante dos mensajes muy explícitos: la colocación justo sobre su cabeza de la eme de Time, evocando los cuernos del diablo y el rótulo abajo a la derecha en que lo caracterizan como presidente de los Estados Divididos de América. Estos dos mensajes los puede captar un observador cualquiera, como usted, querido lector, o yo y por eso han sido reiteradamente comentados en las redes asociales.

Pero hoy quiero recuperar mi faceta de traductor, para traerles un artículo al respecto aparecido en la revista digital Forward.com, que va bastante más allá. Ya saben que me gusta traducir textos del inglés pero, en este caso, he de advertirles que no lo traigo al blog porque esté de acuerdo al 100% con todo lo que se dice (algunas deducciones podrían considerarse un poco forzadas), sino para que vean el nivel de calidad de la prensa anglófona, a años luz por delante de la nuestra. A partir de la imagen de esta portada, el autor es capaz de hacer un análisis puramente periodístico, basado en un alto conocimiento técnico, histórico y semántico, sin ponerse límites de tamaño. El resultado, estemos o no de acuerdo con el fondo del artículo, es espectacular, brillante, redondo. Si alguien quiere echar un vistazo al original, AQUÍ lo tienen. Ahora, mi traducción.

¿Por qué la portada de Time sobre Trump es una transgresora obra de arte político?

La proclamación anual de "Persona del Año" por la revista Time es, año tras año, muy mal interpretada. La dirección de la revista es clara y rotunda al definir el único criterio que aplican: "la persona que tuvo mayor influencia, para bien o para mal, en los eventos del año". Sin embargo, basta hacer una simple búsqueda en Twitter para comprobar que un sinnúmero de lectores parecen pensar que la selección como "Persona del Año" equivale a un apoyo al personaje. Los ganadores anteriores incluyen a Joseph Stalin (1939, 1942), el Ayatollah Khomeini (1979), Adolf Hitler (1938) y otras figuras con las que seguramente el personal de Time no está muy de acuerdo.

Este año, no debería sorprendernos que el presidente electo Donald Trump haya sido elegido para la portada de la edición anual de Time (la imagen está tomada por el fotógrafo judío Nadav Kander). Para bien o para mal, Trump, durante su campaña y ahora tras su elección, ha sido sin duda una de las personas más influyentes en los acontecimientos del año. Para encontrar pistas sobre cómo se siente Time ante la pregunta ¿es "para bien o para mal"? podemos observar la imagen elegida para su cubierta. Las decisiones que Time tomó con respecto a cómo fotografiar a Trump, revelan una serie de referencias ocultas que, en opinión de este observador, sitúan la imagen entre las mejores portadas de la historia de la revista.

Con el fin de analizar la imagen, vamos a centrarnos en tres elementos clave (dejando de lado la muy obvia colocación de la 'M' de 'Time' de forma que parezca que Trump tiene cuernos rojos): el color, la pose y la silla.

El color

Observen cómo los colores aparecen ligeramente desvaídos, sutilmente apagados, suaves. La paleta crea lo que podríamos llamar un efecto vintage. La nitidez y el detalle de la imagen desvelan la contemporaneidad del cuadro, pero el color sugiere un tipo más viejo de película, en concreto, una Kodachrome. La Kodachrome, película recientemente descatalogada, fue diseñada y producida por Kodak para crear una reproducción fiel de los colores de principios del siglo XX. Fue inmensamente popular entre el final de los años 30 y los 70, y su aspecto distintivo se ajusta a nuestro clásico concepto visual de la nostalgia.

Al reproducir la paleta de colores Kodachrome, la foto del Time nos hace reimaginar la portada como si fuera una imagen de la era más popular del Kodachrome (a la que nuestra mente se dirige cuando piensa en los líderes de la Segunda Guerra Mundial, la era de la segregación racial o los tiempos de la Guerra Fría, depende de cada uno). Este cambio visual-temporal en cierto sentido refleja muchos de los impulsos que potenciaron el ascenso de Trump. Trump desarrolló una campaña basada en políticas y actitudes regresivas, anti-salvaguarda del medio ambiente, antiaborto, pro-carbón, etc. Cierto. Pero estas elecciones no remitían sólo a decisiones políticas regresivas, sino también a los valores tradicionales (sobre todo defendidos por la derecha cristiana). Y a la nostalgia por la grandeza y la seguridad estadounidenses. A la añoranza, en suma, de un mundo pre-globalizado.

La pose

La postura de Trump puede percibirse como un juego transgresor sobre la tradicional postura del retrato del poderoso (comparen con el cuadro de Napoleón derrotado, obra de Delaroche, otra toma maravillosamente transgresora en la pose, aunque el tono allí es elegíaco en vez de intrigante). Se puede ver que los cuadros de monarcas sentados tienen dos funciones estéticas: establecer la relación entre el personaje y su trono, fortaleciendo así la metonimia, y reforzar el sentimiento de servidumbre en el espectador. El espectador debe acercarse al rey, el rey no se levanta para el espectador.

En nuestros tiempos post-monárquicos, el poder del trono ha desaparecido en gran medida, pero el poder de una figura sentada permanece. La silla en sí no es importante, es el hecho de estar sentado lo que importa. En los retratos de esta línea, la silla asume el papel del trono y el personaje el papel de rey (o reina), por lo que el efecto visual es el mismo. En ese sentido, vean ahora estas imágenes de Vladimir Putin, el rapero LL Cool J. y más abajo el Lincoln Memorial de Washington.











 La imagen de Lincoln (igual que las otras dos) es una versión exagerada de la pose tradicional. Vemos a nuestro personaje de frente, pero, lo más importante, lo vemos desde abajo. El ángulo nos obliga a mirar hacia el sujeto, lo que a su vez crea la impresión de que el sujeto nos mira a nosotros. Esta postura y ángulo, con el espectador aparentemente (y literalmente en el caso del Lincoln Memorial) a los pies del sujeto, hace que el sujeto aparezca dominante, poderoso, preparado para juzgar.

Pero, den la vuelta a la imagen: de pronto tenemos un nuevo conjunto de connotaciones. En la cubierta del Time, en vez de ver la cabeza de Trump de frente y desde abajo, lo vemos sentado desde atrás y aproximadamente a nivel de los ojos. La relación de poder ha cambiado por completo.

El giro de Trump hacia la cámara hace que su aspecto sea más de conspirador que de juez. Hay dos imágenes en juego aquí: la imagen virtual del poder tomada desde el frente, y la imagen real, en la que Trump parece ofrecer al espectador un guiño conciliador, como si dijera, mira cómo engañamos a esos mamones que tenemos delante (tanto Trump como el espectador están mirando hacia abajo a los que están enfrente). Al subvertir la típica dinámica del poder, el Time, en cierto sentido, implica al espectador en la elección de Trump, lo hace cómplice, lo incorpora a la portada en lugar preeminente.

A la vez, gran parte de lo que sabemos de Donald Trump se expresa aquí con imágenes. Él es un maestro de las marcas, una estrella de los reality shows de la TV, que durante mucho tiempo ha aparecido asiduamente en los tabloides. Al optar por no enfocar de frente la cabeza de Trump, la portada de Time nos ofrece casi una visión desde atrás de las escenas de un hombre que ha pasado tanto tiempo frente a la cámara, aumentando el tono conspirador y la complicidad con el espectador. La naturaleza altamente planificada y procesada de la fotografía traduce un alto nivel de ironía.

Finalmente hay que destacar la sombra ominosa que acecha desde el telón de fondo. Es un detalle pequeño, pero importante e inteligente. Así como la imagen nos ofrece dos puntos de vista teóricos, también nos proporciona dos Trumps: el Trump presidente electo, y el espectro del Trump futuro presidente acechando desde las tinieblas, aguardando para materializarse.

La silla

El golpe maestro, el detalle crucial que completa la imagen, es la silla. Trump está sentado en lo que parece ser una silla de época, de estilo "Luis XV" (así llamada porque fue diseñada en Francia bajo el reinado del rey Luis XV a mediados del siglo XVIII). La silla no sólo sugiere los reinos ciegamente ostentosos de los reyes franceses justo antes de la revolución, sino específicamente el reinado de Luis XV que, según el historiador Norman Davies, prestaba más atención a la caza de mujeres y ciervos que a gobernar su país, y cuyo reinado estuvo marcado por el estancamiento debilitante, las guerras recurrentes y la crisis financiera perpetua (¿no les suena familiar?).

El brillo de la silla, sin embargo, es más visual que histórico. Es un símbolo llamativo de la riqueza y el estatus, pero si nos fijamos en la esquina superior derecha, se puede ver un rasgón en la tapicería, lo que remite a la propia imagen de Trump agrietada. Detrás de la fanfarronada, detrás de las brillantes muestras de riqueza, detrás de las deslumbrantes promesas, tenemos la deuda, la insustancialidad, la demagogia, el racismo, la falta de experiencia y de conocimientos para gobernar. Una vez que nos damos cuenta del rasgón, advertimos las manchas en la madera, las grietas en el maquillaje de Trump, la debilidad de su cabello, la mancha en la esquina inferior izquierda del asiento. Y toda la ilusión de grandeza empieza a tambalearse. La portada no es tanto la imagen de un hombre que ha alcanzado el poder, como el escenario congelado de un líder y su país, en estado de decadencia. La sombra fantasmal hace aquí horas extras, sugiriendo un esplendor que ya ha pasado, si es que existió algún día.

Tomándolos en su conjunto, estos elementos contribuyen a componer un retrato profundo de la ansiedad colectiva para los próximos años. Tenemos la colocación implícita de Trump a mediados del siglo XX (buscando en el archivo de portadas de la revista Time, no hay otra que se parezca a esta, salvo la que vemos a la izquierda, una comparación puramente visual). Tenemos una insinuación de la esquemática y sórdida parte de abajo del poder. Tenemos la desmoronada fachada de la riqueza, la cual, como en "El retrato de Dorian Gray", sugiere algo más que un simple deterioro físico.

Como fotografía, es un logro raro. Como portada, toda una declaración.

Jake Romm, 8.12.2016

Me encanta lo de la complicidad: lo que este señor sugiere es que, en el fondo, todos hemos elegido a Trump. Ante este estupendo artículo y pensando en lo que hemos de tragarnos cada día en nuestra prensa local, solo me queda exclamar: qué nivel, Maribel.

martes, 13 de diciembre de 2016

587. Na Zdorovje!!

Esta es la fórmula con que los rusos brindan levantando su copa de vodka, o de lo que sea. Suena algo así como nash dorovia, y de esta forma lo escribí yo en varios de mis textos sobre el viaje a Piter. Dado que me siguen entrando visitas de Rusia, de manera torrencial y siempre en números múltiplo de 21, pues he decidido relajarme y gozar, empezando por saludar a mis insistentes visitantes con el brindis que se usa en su tierra. Lo cierto es que he consultado con un experto en blogs, que me ha dado las explicaciones que más abajo les detallo, y he dejado de estar preocupado por el asunto. Incluso puede que deje de mirar la página de estadísticas del blog, algo bastante sano. Esta mañana a primera hora he hecho mi consulta y, una vez tranquilo, he procedido a desplegar mi blog completo, que luce ahora radiante y esplendoroso, como el sol cuando levanta la niebla.

Por partes. Me fui a Jaén después de pasar todos mis textos a modo borrador menos el último. Luego, algunos de mis lectores me pidieron que rescatara al menos los últimos, que no habían tenido tiempo de leer.  Así lo hice. De regreso de mi primera marcha senderista, me encontré otra vez el ataque de los rusos, encarnizadamente centrados en los pocos textos operativos, así que volví a clausurar todo el blog. El domingo escribí mi post sobre Jaén y liberé unos 50 textos a ver que pasaba. Pues pasó que esta mañana tenía 42 entradas de Rusia en dos bloques de 21, a diferentes horas de la noche. Todo esto es lo que le he contado al experto. Respuestas. Los rusos están todo el rato haciendo eso de manera compulsiva con textos de todo tipo, de los que se cuelgan en las redes sociales. No se sabe con que objeto, tal vez es algo que se les ha escapado de control, lo que me sucede a mí le está pasando a todo el mundo.

El resultado es que algunos de mis posts, elegidos al azar, han sido redireccionados a otras páginas, de modo que los usuarios de dichas páginas, cuando se mueven por ellas, encuentran esos textos. Los que no sepan español, las obviarán, supongo. Y los que entiendan algo, pues a lo mejor empiezan a leer y les gusta, lo cual no es malo sino todo lo contrario. El único problema es la eventualidad de que por el canal de salida se produzcan movimientos de entrada, que puedan conectar mi blog con otras páginas, por ejemplo porno o de apología del terrorismo. Si eso sucediera, les ruego que me avisen. En cualquier caso, dice mi amigo que esto es bastante improbable (aunque conoce a algún bloguero al que le ha sucedido). Es improbable porque, tanto el entorno Blogger, como el Wordpress (los dos más comunes), tienen herramientas de seguridad que evitan estos incómodos episodios. Dado que mis textos son educados, tranquilos y ligeramente humorísticos, no me preocupa el que se difundan todo lo que se pueda. No creo que nadie pueda sentirse ofendido por lo que escribo.
 
Así que a relajarse y gozar. Mi amigo me ha dado además algunos consejos y trucos de seguridad, que no les voy a desvelar aquí, pero que constituyen recursos a los que acudir si la cosa se recrudece demasiado. También me ha dado una serie de datos muy interesantes. Parece que está demostrado estadísticamente que hay un tamaño óptimo para los textos de blog, que es el comprendido entre las 300 y las 1.000 palabras. Hay una teoría al respecto que se da por admitida en todo el mundo. Para empezar, el lector de blogs es alguien que busca algo más que un mensaje de Twitter o de Facebook, entornos que recogen básicamente flashes informativos. El lector de blogs busca un tema que le interese y aprecia el que se desarrolle en profundidad, con razonamientos y argumentaciones sesudas, divertidas u originales.

Si ese lector potencial de blogs se encuentra con un texto de menos de 300 palabras, puede que le sepa a poco y busque completar su información en otros lugares. 300 palabras son más o menos dos párrafos no muy largos, un tamaño insuficiente para desarrollar a fondo cualquier tema de interés. Es curioso este matiz, que revela que el lector en Internet no es igual que el lector en papel. El lector de libros que quiera encontrar más información sobre lo que está leyendo, ha de ir a una biblioteca, buscar, etc. El internauta tiene todo a su disposición con un simple click. En cuanto a los textos que superan las mil palabras, parece que suelen producir el efecto contrario: el lector echa un vistazo a la extensión y le da una pereza enorme seguir. A menos que el tema sea muy interesante. Que finalmente es el punto crucial del asunto: escribir cosas interesantes, temas que enganchen al lector de forma que no pueda parar de leer hasta el final.

Tras enterarme de esto, he contado algunos de mis últimos posts. Escapada a Jaén, tiene poco más de 1.300 palabras. La post-verdad tiene 1.790. La llegada, 1.500. Es decir, que mis textos son en general largos, pero no tanto como yo me creía. Con un pequeño esfuerzo, podría acercarme a los tamaños ideales. He buscado en Internet algo al respecto y, entre otros muchos textos, me he topado con ESTE, por si quieren echarle un vistazo. Aquí, el tamaño mínimo lo suben a 400 palabras. Y dan una serie de trucos para los textos que se pasan de largos, que yo ya estaba utilizando de manera intuitiva, como buen autodidacta. Uno de ellos, intercalar fotos y vídeos, que dan un descanso al lector y diversifican el lenguaje. Lo que pasa es que yo tengo tanta confianza en la potencia de mi prosa, que publico muchos posts sólo de texto. A partir de ahora procuraré no hacerlo y poner siempre algún vídeo o foto.

Otro truco es partir el texto en dos partes, tres o las que sean. El lector de Internet disfruta de los textos por entregas, se queda con la duda y espera la continuación. En cambio, si ve un ladrillo interminable, se echa para atrás. Yo he tenido bastante éxito con las series sobre Ceaucescu (5 posts), la lucha contra el chabolismo en Madrid (4 posts) y muchos divididos en dos partes.  Esto de las series de textos relacionados o suministrados en dosis calibradas, contribuye también a fidelizar al lector. Como ven, todo esto es un mundo nuevo, que hace dos días sería considerado ciencia-ficción, pero que ahora constituye una herramienta para comunicarte con una serie de gente que te sigue, porque te conoce y te aprecia, o porque se engancha a consultar tu blog, por encontrarlo interesante o divertido. Por ejemplo, yo tengo algunos seguidores fieles a los que no tengo el gusto de conocer en persona, como Susana la santiaguesa, Gustavo do Brasil, o Julián, corredor esporádico por el Retiro. Hace tiempo tuve hasta un proyecto de troll independentista catalán, que un día dejó de entrar en el blog, no sé si por aburrimiento o porque se lo prohíbe su religión.

En este mundo nuevo que orbita alrededor de Internet, es posible diseñar cosas muy divertidas. Por ejemplo, acompasar músicas e imágenes, con resultado sorprendente. Es lo que sucede en el vídeo que les dejo de cierre (para cumplir así con mis nuevas reglas). La película Laurel y Hardy en el Oeste es de 1937. El extraordinario baile de ambos cómicos hace creer que están siguiendo la música que suena. Pero en 1937, el gran Chubby Checker, creador del Let’s Twist again, ni siquiera había nacido. Disfrútenlo. El contador de palabras me marca 1250. Nos vamos acercando al óptimo.


domingo, 11 de diciembre de 2016

586. Escapada a Jaén

Ya saben la historia: el miércoles viajé a Jaén y hoy domingo he regresado. Eso ha dejado en medio tres días de excursiones senderistas-recreativas-culturales, por una provincia que no conocía demasiado, aunque hace años visité Úbeda y Baeza y también he estado en la sierra de Cazorla. Ha hecho un tiempo perfecto, temperaturas frescas por la noche, mucho rocío de madrugada y mediodías suaves. En este puente sale mucha gente, pero esquivé los atascos por el procedimiento de viajar en torno a la hora de comer, cuando todos los camioneros paran a empapuzarse en los bares de las gasolineras. A mí no me gusta comer mucho si tengo que conducir, así que a la ida busqué uno de esos bares para tomarme un tentempié en la barra con una cerveza. Estuve a punto de parar en Llanos del Caudillo, que me parece un nombre cojonudo, pero finalmente me detuve en un lugar de la Mancha de cuyo nombre no pude enterarme, y me obsequié con una tortilla guisada de chuparse los dedos.

He de decir que es el primer viaje que hago conduciendo por carretera desde mi accidente, aunque llevo el coche por ciudad desde hace mucho, especialmente para ir al trabajo, a pesar de las restricciones de la señora Carmena, que tan cabreado tiene al personal taxista y similar. Unas tres horas y media de ida y otro tanto de vuelta hoy, en medio de una espesa niebla, desde Despeñaperros a Ocaña. Jaén es una ciudad encaramada en la ladera norte de las escarpadas sierras de la cordillera Penibética, de gran importancia estratégica porque tiene la llave de las rutas hacia Granada. Lugar siempre habitado desde tiempos prehistóricos, por allí anduvieron los iberos, los romanos, los visigodos y, por supuesto, los árabes, que establecieron en Jaén una posición avanzada de la defensa del reino de Granada.

En 1246, después de varios asedios fallidos, Fernando III el Santo se hizo con la ciudad, según la leyenda popular de forma milagrosa, ayudado por Santa Catalina de Alejandría, que se le apareció y le explicó cómo hacerlo. Lo cierto es que tomar Jaén era casi imposible, por lo que el rey cristiano estableció con el sultán de Arjona, Ibn Al-Ahmar, un pacto en virtud del cual la ciudad de Jaén pasaba a sus manos a cambio del compromiso firme de dejar a los árabes tranquilos en su reino de Granada. Ese pacto se mantuvo vivo unos 250 años, hasta que los Reyes Católicos decidieron incumplirlo. En cuanto a Catalina de Alejandría, es una santa egipcia que no tuvo ninguna relación con España, pero cuyo culto fue traído a estas tierras por los cruzados de regreso. Actualmente es la patrona de Jaén y da nombre a su castillo, que domina toda la ciudad y que está parcialmente ocupado por un Parador Nacional.

Excepto las zonas construidas después de la guerra, tan feas como las de cualquier otra ciudad española (excepto Vitoria), Jaén es una población en cuesta. Entre la zona de la estación del ferrocarril, donde estaba nuestro hotel, y la Catedral hay un desnivel enorme, y el castillo está todavía más arriba. Como buenos senderistas, cada día subíamos la cuesta a la hora de cenar, para llegar a los barrios en torno a la Catedral, donde está la marcha nocturna y hay buenas cervecerías, como el Panyaceite, y restaurantes como El Templario, donde cenamos todos los de la excursión, que éramos cerca de 50. Para salvar ese desnivel es una buena idea la instalación de un tranvía por el centro del bulevar principal. Así lo entendió un gobierno municipal del PSOE, que con ayudas de la Junta construyó toda la infraestructura y llegó a hacer un viaje inaugural con las fuerzas vivas a bordo. El problema es que luego el municipio cambió de signo y los del PP no lo acaban de implantar, porque dicen que su explotación no sería rentable. Un tipo de historias que retratan el absurdo cainismo de nuestros políticos (de uno y otro signo) y que dejan perplejos a los extranjeros que nos visitan.

Jaén es ahora mismo la provincia española con menos PIB per cápita (en dura competencia con Badajoz). Es sin embargo la mayor explotación de olivo del mundo (hay 66 millones de olivos en la provincia) y sin embargo presenta una gran desigualdad social, porque en los barrios del centro de la capital se ve el dinero. Hay magníficos edificios céntricos, como el del Banco de España de Moneo, se ven coches de alta gama, hay mucha gente en los bares poniéndose ciega de calamares rebozados, berenjenas con miel y otras delicias bien regadas con cervezas y finitos, y también están bastante llenos los lugares de marcha, con la música a todo volumen. Los barrios menos céntricos tienen también muchos bares y muy concurridos; la diferencia de cota hace que sean un mundo distinto del de las zonas altas.

El jueves, día de las Conchitas, nos hicimos un recorrido de unos 14 kilómetros, que incluía tres subidas y bajadas fuertes. La primera, al castillo de Ontiñar, de la línea defensiva de Granada, que guardaba el paso del río Quiebrajano. A continuación, el Cerro de Matamulillos, desde el que se domina el embalse del Quiebrajano. Esta subida es la parte final del llamado Camino de Revientamulos, que partía de la propia ciudad. Allí nos comimos los bocatas que llevábamos. Y por último el refugio de La Chimba, otro paraje con vistas extraordinarias, desde el que se ve el Castillo de Santa Catalina con la ciudad de Jaén al pie. Tras descansar un rato en el hotel, salimos de nuevo para la cena conjunta en El Templario y los gin-tonics posteriores.

El viernes nos quitamos la resaca viajando a Linares, en donde visitamos primero unas antiguas minas de plomo y cobre, propuestas para su declaración como Patrimonio de la UNESCO. Allí hicimos una ruta de unos 12 kilómetros, pero llana y por caminos bien acondicionados. Seguimos visitando una almazara, en donde nos explicaron el complejo proceso de producción y comercialización del mejor aceite de oliva, nos sacaron un almuerzo a base de platos elaborados o acompañados por aceite extra-virgen y finalmente cargamos distintas cantidades de garrafas. Desde allí nos desplazamos a las ruinas romanas de Cástulo, un poblado que llegó a tener 10.000 habitantes, pero que fue arrasado durante las Guerras Púnicas, por ponerse del lado perdedor, el cartaginés. En el lugar nos esperaba el director de la explotación, un antiguo profesor de la universidad, didáctico y ameno, que nos hizo una explicación espléndida.

Por último, el sábado subimos desde el hotel al castillo, 8 kilómetros de cuesta, para visitar el parador y los miradores, desde los que se ven Úbeda y Baeza. Bajamos a comer a la zona de la Catedral y, por la tarde, tuvimos una visita guiada que incluía la propia Catedral, los Baños Árabes y algunas iglesias y monumentos más, lo que nos dejó listos para ver el Real Madrid-Dépor en el que mi equipo estuvo a punto de dar la campanada, aunque al final acabó tan arrasado como los cartagineses. La Catedral de Jaén es espectacular, se tiene por una de las más altas del mundo y es obra destacada del arquitecto renacentista Andrés de Vandelvira, al que se deben los principales edificios de los conjuntos de Úbeda y Baeza. Alberga uno de los trozos de la llamada Verónica, la tela donde quedó grabado el rostro del Cristo, y tiene un corredor elevado con balcones al interior y al exterior, por los que se muestra a la multitud la tela citada en las grandes fiestas de la ciudad.

Como ven fue un programa bastante apretado, de forma que, aunque me llevé el ordenador, no tuve mucho margen ni ganas de ponerme a escribir en el blog. Por otra parte, detecté que seguían los rusos al acecho, por lo que opté por pasar todos los textos al modo borrador y mantener un poco más la cuarentena. Disculpen las molestias, mañana tal vez restaure la normalidad.