Bien, es normal que, cuando
sucede algo grave o inesperado a nivel colectivo, nos pasemos unos días
sentados, mirando al suelo, lamentándonos y con una mano en la frente, mientras
exclamamos desolados: ¡CHE SE PUÒ FARE!, como dice el colega más veterano del
grupo de pastores amigos de Serafino. Pero no hay que perder mucho tiempo en esto. Hay que levantarse y ponerse a trabajar, con ánimos renovados. La frase es de Fidel Castro: pasos atrás, ni para coger impulso. Pero, si te ves obligado a dar pasos atrás, pues no queda otra que volver a la carga cuanto antes. Creo que
en el asunto de la fractura de mi brazo mostré la forma de afrontar algo que
para otro hubiera sido una debacle. Aún no me habían operado para insertarme al
general De Gaulle, cuando ya escribí uno de mis mejores posts, si nos atenemos a las cifras
de visitantes. Y, tras la operación, hice el esfuerzo de seguir adelante contando mis experiencias con una sola mano. Eso es lo que toca ahora. Así que: ¡arriba los corazones y puro
p’adelante, cuates! El mundo no se acabó y hay que seguir peliando.
Cuando digo debacles en plural,
me refiero irónicamente a la derrota de la selección española de
fútbol (un asunto menor y que se veía venir) y también irónicamente al
resultado de las elecciones nacionales y el fiasco de Podemos. Este no es un
tema menor, pero tampoco hay que tomárselo como una tragedia. La democracia es
así, a veces ganan unos, a veces ganan otros. Sí que ha sido, ciertamente, una
sorpresa, si tenemos en cuenta el resultado de las numerosas encuestas que daban
por hecho el sorpasso, como algo que no admitía dudas. Lo que para mí es una
auténtica debacle, de tintes trágicos y apocalípticos, es el Brexit. Pero también hay que
encajarlo y ver cómo lo superamos. Pasados unos días, se pueden hacer algunos
análisis más en frío. Bueno, de lo de la selección no hay mucho que decir.
España sigue siendo un buen equipo, pero sin variantes. Todos los demás saben
cómo juega y la manera de contrarrestarlo. Ya perdieron con Georgia el último
amistoso y les faltó un dedo para empatar a ceros con los checos. Y lo que nadie ha
dicho: Italia jugó contra nosotros el mejor fútbol visto hasta ahora en el
campeonato. Así que yo, a partir de ahora, me convierto en tifosi de los azurri (y
también de los vikingos islandeses, por supuesto).
Lo de las elecciones, ya lo venía
yo presintiendo. Leo ahora que, durante el tiempo de negociación
Sánchez-Rivera-Iglesias, se hizo una encuesta entre los votantes en diciembre de las
distintas formaciones, sobre a quién consideraban más
culpable de que no prosperara dicha negociación. Uno de cada cinco votantes de Podemos culpaba a Iglesias, el porcentaje más alto de autoinculpación entre todos los
partidos en liza. Así que no soy yo solo. Creo que, en la primera fase de estos
seis meses perdidos, a Iglesias le sobró narcisismo, ego, prisas por asaltar los
cielos y fascinación por Juego de Tronos. La maniobra de ofrecerse como
vicepresidente de Sánchez, mientras éste despachaba con el rey, fue saludada
por muchos como una jugada maestra, pero a mí no me gustó y lo dije. También me
sobró la mención a las fosas de cal viva. La cara que puso Errejón en ese
momento, se interpretó como que estaba en desacuerdo. Pero no era eso. Lo que quería decir su gesto era: joder, con lo que nos ha costado llegar
hasta aquí y ahora éste se viene arriba, no es capaz de contenerse y la caga.
La política es una carrera de
fondo. Y los de Podemos se comportaron en esos primeros meses como velocistas.
El problema del velocista es que se agota a los 100 metros. En el último mes, Iglesias moderó su tono y pasó a
manifestarse en modo estadista. A mí
me gusta más ese tono, pero ahora algunos acusan a su grupo de haberse
creído las encuestas que aseguraban el sorpasso (al final, el que ha pegado el sorpasso ha sido Rajoy). Como dice Nacho Escolar,
confiados en esas encuestas, hicieron un final de campaña de perfil demasiado bajo, y salieron a empatar el partido, algo que te suele llevar a
una derrota segura. También se habla de que la unión con Izquierda Unida ha
perjudicado a ambos. Puede que sea cierto, pero a mí no me pareció mal: todos
sabemos de qué entorno ideológico vienen los dirigentes de Podemos. Otros critican que Podemos quisiera tener todas las ideologías a la vez. Algunas de estas críticas se resumen en la tremenda carta que hoy publica El País, de un ciudadano que escribe desde Bruselas, sintética y cruel, aunque no exenta de razón. Pueden leerla pinchando AQUÍ. Lo cierto
es que, por hache o por be, en seis meses han perdido un millón de votos y eso
es algo para hacérselo mirar.
Pero hay que ser positivos.
Podemos tiene 71 escaños. Nunca en la historia de la democracia, un partido a
la izquierda del PSOE se ha acercado siquiera a esa cifra. Así que venga, a
trabajar, a fajarse en la oposición, a aprender, a formar cuadros (en el
Ayuntamiento de Madrid se han echado mucho de menos esos cuadros, menos mal que los
funcionarios les estamos ayudando). Hacer oposición es una escuela política
estupenda. En cuanto a lo que va a pasar ahora, pues supongo que Rajoy saltará
a la arena y será capaz de formar un gobierno con bastante respaldo, aunque sin
mayoría absoluta. Esto tampoco es malo. Porque, si gobierna muy mal, podría suscitar
una moción de censura unánime que le echara del poder. Así, sin mayoría absoluta, no
podrá hacer cosas como meternos en una guerra injusta como la de Irak, y tendrá que buscarse unos ministros mejores que Wert, Ana Mato, Gallardón o Fernández Díaz. Por
cierto, el reciente episodio de este último supera cualquier esperpento: que al Ministro del
Interior le metan una grabadora en el bolsillo de la gabardina, deja en juego de niños los disparates de la Guerra de Gila y las más estrambóticas ocurrencias de los malvados de la TIA, en Mortadelo y Filemón.
Así que nos queda el Brexit. Todo
el mundo, fuera de Inglaterra, está desolado, pero confiemos en que esto
tampoco sea el fin del mundo. A mí me ha afectado porque lo considero un paso
atrás, un paso en la dirección incorrecta. El mundo camina inexorablemente
hacia esa hermandad humana que imaginaba John Lennon. Por cierto, muchos de mis seguidores no
saben inglés y por eso no entendieron mi insistencia en que me sentía solo en mi
aversión a los nacionalismos. El estribillo de Lennon es claro: you may say I’m
a dreamer/but I’m not the only one. Puedes pensar que soy un soñador, pero no
soy el único. El triunfo del Brexit me hizo sentirme casi como el único. Pero
por supuesto que ya cada vez más gente se va dando cuenta de la mierda que es el
nacionalismo. Aquí tienen un gráfico significativo. En la macroencuesta elaborada por el CIS entre los votantes del 26-J, se les pregunta si se sienten socialistas, socialdemócratas,
conservadores, comunistas y otras cosas. Vean el resultado, con los colores de
los partidos.
Entre los cuatro grandes partidos nacionales, casi nadie se siente nacionalista. Toda esa columna gris que afirma sentirse nacionalista, está concentrada en Cataluña y Euzkadi, supongo. Los lugares en los que se ha sembrado o esparcido el virus, por intereses políticos o directamente inconfesables. No creo que, si se preguntara quién se siente racista, la columna correspondiente fuera muy diferente.
Volviendo al Brexit, ya se han dado todas las explicaciones, incluso el pasotismo de las jóvenes generaciones, que prefirieron quedarse en casa o irse al festival de Glastonbury y ahora se quejan de que los viejos han decidido por ellos. La cosa podría reconducirse todavía, pero, una vez abierta la caja de Pandora, los sentimientos excluyentes campan a su aire y va a ser muy difícil volverlos a meter en el baúl. Me refiero, por supuesto, a los ataques xenófobos registrados en el Reino (todavía) Unido, contra polacos, judíos o asiáticos. Pero no sólo a eso. También a la irritación que ha brotado en la Unión Europea contra el Camerón de la Isla, con quien se ha bordeado la mala educación en su visita a Bruselas. Esto se debe a que Gran Bretaña, durante décadas, ha estado y no ha estado en la UE. Casi desde que se adhirió. Tal vez ustedes lo ignoren, pero dos tercios de lo que pagaba Gran Bretaña a Europa le era devuelto en el llamado cheque británico, que negoció la señora Thatcher. Algo parecido al cupo de los vascos. Sólo tienen que teclear "cheque británico" en Google, para comprobar que no les engaño. Que estos señores se hagan ahora los ofendidos y decidan irse porque piensen que se les trata muy mal en Europa, es tan escandaloso como que los vascos hayan matado a 829 personas luchando por su independencia, cuando son los que mejor viven de España. Si un día los catalanes hacen una consulta de este tipo y la ganan, toda España se apresurará a decirles: hala, rapiditos y con viento fresco.
Veremos por dónde deriva este asunto, y qué sucede ahora con esta Europa de nuestros desvelos. Aquí, como en los anteriores temas, hay que intentar ser positivo, aunque a mí me resulta más difícil. Creo que el Brexit plantea muchos retos y presenta grandes riesgos. No son los menores la desintegración del Reino Unido, la reactivación del conflicto norirlandés y la generación de otras tensiones territoriales con consecuencias violentas. Confiemos en que el sentido común supere a la irracionalidad. De momento les voy a dejar un gráfico que seguro no conocen. Son las estadísticas de búsquedas de Google. No les sorprenderá saber que lo que más busca la gente a diario son páginas porno. En este gráfico se muestra lo que sucedió en la madrugada del viernes 24 de junio, cuando se hicieron públicos los resultados de la consulta británica. En azul el porno y en rojo el triunfo del Brexit. Hacía años que un acontecimiento político no alcanzaba estos niveles de repercusión. Pasada la sorpresa, el porno, como es natural, recuperó su primacía.
Pásenlo bien en el fin de semana. Mañana a mediodía me voy a Sigüenza con mi grupo de senderistas veteranos. ¿Cómo? Ah, sí. Por supuesto que Sigüenza está en la Comunidad de Madrid. Ni lo duden. Si tengo tiempo y ganas esta noche, dejaré escrito un post sobre el día del Orgullo Gay, para colgarlo el sábado desde mi hotel de campo. Pero no se lo aseguro.