Hace mucho que no le doy caña al
nacionalismo identitario, ese virus que se instala en la mente de ciertas
personas como una especie de enfermedad autoinmune que destruye sus anticuerpos
éticos, dejándolas listas para aceptar cualquier indignidad siempre que sume
para la causa. Pero no se crean que se me ha olvidado el tema. Tal vez
recuerden el chiste que les conté, del bebé que se pasa horas y horas berreando hasta el punto de que toda la familia y vecinos acaban con un dolor de cabeza insoportable. En un
momento dado, el niño se calla y es como si hubiera llegado un nuevo amanecer, en forma de silencio. La abuela se le acerca y le dice: –¡Ay, mi niño, qué guapo, que ya ha
parado de llorar él, tan bonito! Y entonces el niño, con voz entrecortada por esos suspiros triples que hacen retemblar los cuerpecillos de los bebés compungidos, proclama muy serio: –Abuela,
si no he parado… es que estoy descansando. Pues eso. Que yo también estaba
descansando.
Recién empezada la campaña
electoral, los candidatos afinan sus armas y la señora Aguirre va a saco a por
la alcaldía. Sería estupendo que los madrileños no le diéramos la oportunidad de gobernarnos otra vez y repito que
digo esto como ciudadano de Madrid, harto de 26 años seguidos de gobiernos de la derecha. A título individual/profesional, a mí me da lo mismo: tras las elecciones
me va a quedar un año y, peor que he estado en el Trienio Negro a punto de
finalizar, no voy a estar. Pero creo que a la ciudad le hace falta aire fresco
y trabajo en favor de los ciudadanos y no en favor de los poderes económicos. Y mucho me temo que esta señora no lo garantiza. Desde luego que tampoco confío en que el señor
Carmona traiga ese aire fresco que yo reclamo y añoro. Más bien le da a la contienda un punto como rancio. El País (no yo) dice que es un lastre para el PSOE. Ya
volveremos sobre el asunto, que tiempo habrá. Como saben, este no es
un blog de análisis político, sino un lugar en el que se consignan sentimientos, intuiciones, olores, anhelos, barruntos, conjuros gallegos, opiniones sesgadas. Todo ello cocinado con suavidad, sentido
del humor, educación y cariño por el personal.
Si algún pesimista me trae a
colación el refrán días de mucho, vísperas
de nada, le responderé con la famosa frase de Talleyrand: Quien no ha vivido antes de la revolución,
no sabe lo que es la alegría de vivir. En quince días sabremos quién es el
que llevaba razón. Yo sueño con un gobierno local sin presencia del PP. Y que el Dépor se quede en Primera. Y muchas otras cosas. El hombre necesita
soñar. Respecto a lo primero, parece claro que el resultado electoral en la ciudad de Madrid va a ser muy fragmentado, lo que llevará a una situación
compleja. No veo yo a la señora Aguirre con mucha predisposición a negociar con otros
grupos. En cambio, sí que acreditó en su día unas mañas tremendas a la hora de forzar el resultado de unas elecciones en beneficio propio. ¿Recuerdan de qué
hablo? El señor Simancas, con el apoyo de la Izquierda Aún Sin Hundir, tenía
una mayoría exigua, pero suficiente. Y se procedió a convocar la sesión en la
que se votaría su investidura.
¿Y qué sucedió? Pues que dos parlamentarios
del PSOE desaparecieron. Los inicuos Tamayo y Baus (así los llamaba Javier Marías
en el artículo cuyo enlace les puse no hace mucho) no estaban presentes. Habían
salido (metafóricamente) un momentito a mear. Un circo de tres pistas que acabó con la señora Aguirre de
presidenta. Se han escrito ríos de tinta sobre este pintoresco suceso, propio de
repúblicas bananeras o regímenes autoritarios. Todo el mundo estuvo de acuerdo
en que la conducta del señor Tamayo y la señora Baus-o-como-coño-se-llame,
era despreciable, ruin, abyecta, infame, indigna, rastrera, innoble, depravada,
detestable, deshonrosa y repugnante. Sus figuras se han hundido para siempre
en el pozo de la ignominia pública. O sea que esa forma de actuar es objetivamente reprobable por definición.
Lo haga quien lo haga.
Muy bien. Pues quizá no sepan que
estos personajillos no fueron los inventores de tan condenable estrategia. Antes
que ellos, alguien a quien muchos consideran de conducta intachable, lo hizo
con el mismo descaro. Eso nos retrotrae al título de este post y a su primer párrafo.
Porque quien se salió oportunamente a mear (en este caso, literalmente) fue el
señor Roca. Sí, sí, ese en el que están pensando. El prohombre eminente de un partido
que recientemente ha promovido una campaña que decía España nos roba, mientras sus dirigentes, con el señor Pujol a la
cabeza, se lo estaban llevando crudo por detrás. Y el mismo que, en estos
momentos, dirige sin ningún apuro (la pela es la pela, escolti) la defensa de la infanta Cristina,
hasta hace poco en la línea sucesoria de la jefatura de ese mismo Estado que
supuestamente estaba robando a los catalanes. Muchas paradojas, porque encima resulta que
el que nos estaba robando de verdad era el marido de dicha señora.
De qué estoy hablando, se preguntarán
ustedes, intrigados lectores y seguidores habituales de mi blog. Pues, a pesar
de que la credibilidad de las cosas que les voy contando no ha sido puesta seriamente
en cuestión en los últimos tiempos, me veo en la obligación de desvelarles la
fuente de lo que digo. Resulta que la anécdota la cuenta el fallecido Jordi Solé
Turá, ponente de la Constitución Española
por el Partido Comunista y personaje de talla política e integridad moral fuera de toda duda, en su
libro Nacionalidades y nacionalismo en
España (Alianza 1985). Hace unos meses se habló de ello en un artículo de El País, del que les ruego lean atentamente sus tres primeros párrafos antes de continuar con mi texto (el resto es también muy bueno, pero pueden dejarlo para después). Lo tienen AQUÍ.
Impresionante ¿verdad? Y digo yo.
Habíamos quedado en que la conducta de Tamayo y Baus era objetivamente reprobable.
Igualmente lo será la de Roca ¿no? Lo que pasa es que, en el primero de los casos, se supone
que les han pagado suficiente dinero como para compensarles de la indignidad de por
vida. ¿Qué es, en cambio, lo que lleva al señor Roca a desempeñar en público un
papel (o papelón) que ni ética ni estéticamente es de recibo? Pues ya ha quedado dicho: el
nacionalismo. Para una mentalidad nacionalista no hay cortapisas éticas ni estéticas:
todo lo que pueda sumar en la dirección correcta es admisible. ¿O es que no se ha
matado por ese mismo mecanismo mental? Hace años, tenía yo un amigo del PNV que
me decía: nosotros coincidimos con ETA en los fines; lo que no aprobamos son
sus métodos. Y yo le contestaba: a mí precisamente lo que no me gusta son
vuestros fines; es más, creo que los métodos etarras son coherentes con eso fines; que vosotros no los empleáis por simple hipocresía, para quedar de buenos.
Era yo un poco bruto en esos
tiempos, como ven, lo que me costo, entre otras cosas, la amistad de ese colega vasco. En fin, como siempre digo, este nos es un blog político, y yo aquí lo que quería es profundizar entre las relaciones de los políticos con el tema de la micción. No sólo por el hecho cierto de que muchos acostumbran a mear fuera del tiesto. A lo mejor no lo saben, pero el ínclito Carmona, candidato a ser mi jefe supremo en quince días por la parte del PSOE, ha prometido llenar la ciudad de urinarios. Pueden comprobarlo AQUÍ. A mí me parece muy bien. Cuando llegué a Madrid había muchos de estos urinarios; uno, por ejemplo, en la Puerta del Sol. Y me tocó usarlos. Había que bajar unas escaleritas y comprar un ticket, de un talonario que tenía una señora mayor, vestida de fámula casera y sentada en una silla de tijera. Yo conservé durante años uno de esos pequeños tickets. Tenía el escudo del Ayuntamiento en azul a la izquierda. En el centro decía: Evacuatorios. Y a la derecha el precio: 1 peseta. Me parece una idea muy buena, la de Carmona. Ya que ésta es una ciudad de ancianos, pretende ganar nuestro voto por la próstata.
Pero no es éste el único caso reciente en el que se entremezclan la política y la micción. Hace unos días, el alcalde de Georgetown (Texas) abandonó momentáneamente el Pleno que presidía, para atender esa necesidad fisiológica. El problema es que olvidó apagar el micrófono que llevaba prendido en la solapa. La señora concejala que interviene a continuación, no puede reprimir el ataque de risa cuando por la megafonía se escucha cómo este señor orina ruidosamente y luego tira de la cadena. Menos mal que no se tiró ningún pedo. Al regresar, el alcalde no entiende nada y ha de ser otro colega quien le explique lo sucedido y por qué los presentes se están comportando de manera tan extraña. La concejala, agotada por el esfuerzo y al borde del llanto, abrevia su discurso y propone directamente la aprobación de la resolución que estaba presentando. El vídeo de esta escena se ha convertido en viral y es ya uno de los más reproducidos en lo que va de año. Aquí se lo dejo de regalo. Que pasen un buen finde.
Pero no es éste el único caso reciente en el que se entremezclan la política y la micción. Hace unos días, el alcalde de Georgetown (Texas) abandonó momentáneamente el Pleno que presidía, para atender esa necesidad fisiológica. El problema es que olvidó apagar el micrófono que llevaba prendido en la solapa. La señora concejala que interviene a continuación, no puede reprimir el ataque de risa cuando por la megafonía se escucha cómo este señor orina ruidosamente y luego tira de la cadena. Menos mal que no se tiró ningún pedo. Al regresar, el alcalde no entiende nada y ha de ser otro colega quien le explique lo sucedido y por qué los presentes se están comportando de manera tan extraña. La concejala, agotada por el esfuerzo y al borde del llanto, abrevia su discurso y propone directamente la aprobación de la resolución que estaba presentando. El vídeo de esta escena se ha convertido en viral y es ya uno de los más reproducidos en lo que va de año. Aquí se lo dejo de regalo. Que pasen un buen finde.
Ahora me entero yo de que la Infanta Cristina ha dejado de estar en la línea sucesoria. No he sabido aún que haya renunciado ni que nadie la haya expulsado de ella, aún cuando creo que debería hacerlo.
ResponderEliminarPor lo demás tu texto, como tu mismo dices, es muy bueno, magnífico y no quiero extenderme en elogios innecesarios. Te felicito por todos. Esta fiebre nacionalista no se hasta cuando tendremos que seguir soportándola y sufriendo, y ya ves lo que, según acabo de oir, en sondeos a pié de urna, sucede en Reino Unido. Esta fiebre es muy contagiosa, al parecer, casi el 100% de los escoceses han elegido nacionalismo o eso he creido entender. No hay datos definitivos todavía y, a lo mejor me he colado.
Deseo que te sea leve este año que te queda, se pasará en un suspiro, ya lo verás. Un abrazo y suerte.
Alfred.
Gracias por tus elogios. En lo de la infanta Cristina, supongo que tienes razón; tal vez ahora está en una posición más alejada de las primeras, pero sigue ahí. La verdad es que no me he preocupado mucho de averiguar si está o no. Estas cosas donde mejor se explican es en el Hola y hace mucho que no voy al dentista, que es donde me pongo al día.
ResponderEliminarLos escoceses son listos como el hambre. Votan abrumadoramente nacionalista en las Elecciones Generales, para que haya más gente en el Parlamento inglés defendiendo sus intereses. Pero cuando tuvieron la oportunidad de independizarse, dijeron que no. El presidente del principal partido escocés, que ha arrasado en los comicios, se ha apresurado a aclarar que no piensa convocar otro referendum. Algo parecido sucede con Quebec, en Canadá.
En cambio, lo que no tiene pies ni cabeza es lo de los catalanes. Si son listos, harían lo mismo que los escoceses. Pero si son tontos, tal vez un día hagan como los eslovacos, la parte más pobre y atrasada de la antigua Checoslovaquia, que se empeñaron en separarse, se jodieron ellos y de rebote jodieron a los checos, que ya no son tan potentes. Ahora, los dos son dos peones menores en la Unión Europea. Sin el peso que tiene, por ejemplo, Polonia. Los polacos tienen la suerte de que no haya surgido ningún movimiento separatista en Silesia, por decir algo. Y si nosotros nos unificáramos con Portugal, seríamos la leche.
La deriva de los catalanes no tiene otra explicación que la carrera de Pujol/Mas por tener una Hacienda propia, que no los persiga y también una Justicia propia, para poder mangonearla con más soltura.
Un fuerte abrazo, amigo.