Sí señor, una vez finalizada la
jornada de hoy, miércoles 25 de febrero de 2015, me faltarán 480 días para
alcanzar el 19 de junio de 2016, día en que, de acuerdo con el plan progresivo diseñado
por el señor Rajoy para desembocar en la jubilación a los 67 años, me
corresponde cesar en mi desempeño municipal, por cumplir 65 años y cuatro meses.
Es esta la primera de las fechas que barajo para retirarme de la vida activa
oficial, y poder disponer de toda la jornada para esa otra vida, aun más
activa, que ahora debo desarrollar demediada y capitidisminuida por la obligación de pasar cada día
siete horas y media en esta prisión de régimen abierto que hemos dado en llamar la Isla de Alcatraz, a la que
tardo en llegar unos 45 minutos (más otros tantos a la vuelta). Si quieren, hagan la cuenta del tiempo que pierdo a diario, a cambio, eso sí, de un
sueldo bastante más alto del que me quedará tras la jubilación. En una situación como la mía, el tiempo empieza a convertirse en algo muy valioso, que no se puede andar perdiendo alegremente.
Si pudiera disponer de mi jornada
completa, intentaría organizarme la vida a la manera del escritor Haruki
Murakami, de quién ya he dicho por activa y por pasiva que es mi ídolo vital y
literario. Aunque ya lo expliqué en el post que le dediqué a este señor, lo
repetiré para los que no lo hayan leído o no se acuerden. Murakami se levanta
TODOS los días del año bastante temprano. Se pone un chándal y sale a correr
por un bosque o parque cercano (tiene uno junto a su casa y sólo se hospeda en
hoteles que cumplan también esa condición). Corre a buen ritmo diez kilómetros
y, en ese tiempo, deja la mente completamente en blanco, no piensa en nada, no
prepara nada, sólo disfruta del ejercicio.
Al volver, se ducha y se toma un
buen desayuno, con fruta y cereales incorporados. A continuación se encierra en
su despacho y trabaja hasta el mediodía: escribe, prepara sus textos, los
corrige o se documenta para su siguiente novela. A mediodía come normalmente
(supongo que con una copita de vino) y luego se echa una siesta. Y desde ahí
hasta la noche ya no hace nada. Quiero decir, nada relacionado con su trabajo. Descansa,
va al cine, visita exposiciones, queda con sus amigos, cuida a su señora, sale
a pasear. En una palabra: vive. Algo así sería mi ideal. Aunque yo intentaría diversificar el
ejercicio físico, tal vez podría correr tres días, nadar dos, salir en
bicicleta otro y descansar el séptimo, como Yaveh −ya ven que me remito a rutinas y tradiciones más típicamente occidentales.
Así que, en principio, me faltan 480 días
para poder hacer esa vida. Pero nada es seguro en este mundo, y yo tengo, además
de la citada del 19 de junio, otras fechas clave en el horizonte, en las que tendré que ir
acomodando mis decisiones a las circunstancias sobrevenidas, en un secuencia
que puede dar aún muchas sorpresas. La primera es el 24 de mayo de los
corrientes, día de las Elecciones Locales. Es muy posible que tras esa fecha yo
continúe en el limbo (obviamente es la posibilidad que cuenta con un porcentaje más
alto). El resultado inevitable de la contienda electoral será un Ayuntamiento con una composición
altamente fragmentada, lo que llevará a la necesidad de coaliciones más o menos naturales, o incluso contra natura.
Podemos imaginar que Podemos, más la Izquierda Desunida, más el PSOE formen un gobierno, digamos, de izquierdas, o de progreso, como gustan llamarse este tipo de alianzas. O que además necesiten a los Ciudadanos
y Upeydeiros, para conformar un
frente anti PP. O que alguna de estas formaciones centristas pueda tener la clau, como los de Esquerra Republicana,
y se venda al que les ofrezca el más suculento plato de lentejas. Y hasta pudiera ser que la casta toque a rebato al grito de sálvese el que pueda, lo que desembocaría en una Grossen Coalition
al estilo de la que sustenta a la señora Merkel, es decir, un gobierno del
PPSOE, como el que imagina la valla publicitaria de abajo, publicada en El
Jueves.
Cualquiera de estas alternativas requerirá
un proceso negociador previsiblemente largo, que no creo que quede rematado hasta
después del verano. Es muy raro que estas cosas sean breves, eso sólo pasa en
Grecia (Tsipras y sus socios de la extrema derecha tardaron exactamente diez segundos en firmar su acuerdo, haciéndose merecedores de una entrada en el Guiness Book
en sustitución de la famosa Purga de Benito). Al nivel en el que yo me muevo,
tal vez los cambios derivados de la nueva situación no me afecten hasta las Navidades y, para
entonces, ya tendré todo el pescado vendido. Pero hay otras incidencias que
les comento a continuación.
Seis meses antes de la delgada línea
roja, es decir, el 19 de diciembre de 2015, es la fecha tope que tengo para
pedir mi reenganche hasta los 70, por si quisiera seguir después del verano. En circunstancias normales, creo que lo pediré (por si es caso, que dicen en mi tierra). Si me lo conceden, luego puedo jubilarme cuando quiera, con la única condición de avisar con dos meses de antelación. Otra fecha decisiva, por tanto. En ese momento, puede suceder
que haya salido tan malparado en la nueva situación, que opte por no
pedirlo. Y también puede ser que lo pida y me lo denieguen (no sé quién será mi
jefe por entonces). En ambas situaciones, mi vida municipal se extinguirá en la
fecha a la que se alude en el título de este post.
Pero, en el caso de que me concedan el
reenganche, hay una mínima posibilidad de que me ofrezcan un trabajo que me
interese. Ahora mismo veo difícil que me enganchen con algo relacionado con el
planeamiento urbanístico. Pero hay otros sectores, como la comunicación, la difusión de proyectos, la gestión cultural, la participación ciudadana o las relaciones internacionales, en los que sí podría encontrar esa mínima ilusión que
necesito para seguir trabajando. Esto podría suceder, tanto si gana una opción
rupturista, como si gana una opción continuista, posibilidad ésta última que parece hoy remota,
aunque la cosa puede cambiar si la candidata del PP es Esperanza. De esta
señora ya se ha dicho en el blog que sólo sabe bailar cha-cha-cha, aunque también dejé
constancia en el Post #246
de que no haría ascos a colaborar con ella, igual que lo hizo Albert Boadella.
Aquí les transcribo el párrafo final de dicho post:
En fin, Serafín. Dar musho por culo es función
propia de bufones como yo, o como Boadella, con quien me identifico
completamente. ¿O es que creen que si Esperanza me pagara por hacer un blog
como este, iba yo a rechazar el dinero? Sean buenos.
Así que no se equivoquen: yo no
soy un héroe de la clase obrera. Esto que les digo es sólo un albur, una posibilidad remota, pero tendría
consecuencias insospechadas. Entre los daños colaterales potenciales, uno seguro: la inevitable clausura de este blog,
para eliminar de la red los textos en los que he puesto a caldo a esta señora.
Tendría gracia que se quedaran ustedes ayunos de blog, por culpa de Esperanza. La
cosa no dejaría de entrañar una simetría cercana a la justicia poética: no olviden
que la existencia de esta tribuna, que tanto les divierte, se la deben a la
señora Botella, inminente ex-Alcaldesa de esta ciudad de mis amores.
Pero hay también una tercera posibilidad: que mi nueva situación tras las elecciones sea ni fu ni fa, o sea que me dé igual jubilarme que no. Es decir, que no me ofrezcan un trabajo superinteresante, pero que se den algunas circunstancias que hagan más llevadero mi desempeño cotidiano. Estoy hablando, por ejemplo, de que me trasladen al edificio central de Cibeles (al que los funcionarios llamamos Ambiciones). O que me apliquen un régimen de control horario no controlado por una estricta gobernanta con ínfulas de carcelera nazi. O que quede a las órdenes de un jefe o jefa agradable, con quien no me importe departir cada mañana y ayudar en alguna tarea útil para la ciudad, hasta que me deje de interesar. No se olviden de que, con más de 30 años de trabajo en esta casa, tengo un acervo de experiencia que puede ser de utilidad a quien sepa aprovecharlo.
En ese caso hay otras fechas en el horizonte. Una de ellas es la determinada por la conveniencia de completar 35 años de cotización ala Seguridad Social.
Ahora mismo ese es un dato irrelevante pero, si siguen recortando las pensiones,
tal vez se vuelva importante y lo cierto es que me falta muy poquito para redondearlo. Antes de entrar en el Ayuntamiento, hice algunos trabajos esporádicos, pero no puedo acreditar ninguna cotización, excepto los 9
meses de exceso de Servicio Militar (hice 18 en Infantería de Marina). Ya tengo
hasta los impresos para pedirlo. Si me reconocen esos 9 meses, cumpliría los 35 años cotizados
al final de 2016, segunda de las fechas que barajo para jubilarme.
En ese caso hay otras fechas en el horizonte. Una de ellas es la determinada por la conveniencia de completar 35 años de cotización a
Resumiendo. UNO: si no pido el
reenganche o no me lo conceden, me voy el 19 de junio de 2016. DOS, si el
municipio me requiere para una tarea que me guste, me quedaré hasta que me
harte (en todo caso, no creo que aguante hasta los 70). TRES: si no lo tengo
claro, tal vez siga hasta Navidad de 2016. Todo esto, por supuesto, Dios mediando, como decía mi padre.
Pues que los dioses te asistan pero no dejes de escribir en este blog o donde sea. Personalmente yo no me cambiaría por Murakami sino por el Pedro Sánchez de la foto.
ResponderEliminarYo no me meto en la cama con Cospedal ni pagándome por ello. Esa señora me da mucho miedo.
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