El título de este post es literal
y encontrarán su explicación en el vídeo que les pongo al final. Es un vídeo
de 2013 y me ha avisado de su existencia un amigo seguidor del blog,
después de leer mi entrada sobre ancianos dinamiteros, hace unos cuantos días.
Pero tal vez debamos contar primero algunas cosas sobre Bruce Springsteen, uno
de los personajes más queridos y respetados del mundo del rock. Springsteen es un
hombre inquieto, culto, muy preocupado por sus semejantes y por el mundo que
nos rodea, siempre en primera línea para apoyar a los veteranos de Vietnam, a
los familiares de víctimas del 11-S, o a los golpeados por la crisis económica,
que en los USA lo están pasando muy mal. Por no hablar de su apoyo explícito a
los movimientos antinucleares, o la campaña de Obama, lo que, unido a su veto a
que Ronald Reagan utilizara una canción suya en sus mítines, da una idea precisa
de su perfil.
Como una imagen vale más que mil
palabras, aquí tienen una foto antigua de este gran músico. Alguien con esa cara tiene
que ser muy buena persona. Su rostro destila rectitud, sencillez, humildad y,
por resumirlo en una sola palabra: integridad. Bruce está siempre al lado de
los que sufren, apoyándolos con su música, dedicándoles canciones en sus shows,
asesorándolos cuando tienen un problema, ayudándoles incluso económicamente de
forma discreta, como han desvelado muchos de los beneficiados por sus acciones
solidarias. Bruce es integridad, y también pasión. Y una energía inagotable. Como
la del conejito de las pilas alcalinas.
En España mucha gente cree que el
apodo The Boss, El Jefe, con el que
es conocido en todo el mundo, viene a significar que es el mejor, el rey del
rock, pero en realidad el mote se lo pusieron sus compañeros de grupo en los años
60, cuando malvivían tocando en bares ínfimos a cambio de cuatro dólares. Le
llamaban ya The Boss, porque siempre cobraba protagonismo a la hora de reclamar
el dinero o las condiciones que les habían prometido. Cada vez que a alguno del
grupo le surgía algún problema, allí estaba Bruce para defenderlo hasta el
final, con una convicción y una dignidad que impresionaba a sus contrincantes, de forma que acababa por conseguir lo que pedía. Por la misma razón, se ocupaba de los
aspectos organizativos, cuidaba el sonido y todos los detalles técnicos y sabía
tomar decisiones rápidas. Cada vez que alguien intentaba precisar algún aspecto técnico,
la respuesta más escuchada era “no sé, pregúntale al Jefe”.
Ese es un componente central de
su carácter. Springsteen es un hombre que tiene muy claros unos principios básicos
y que, ante cualquier problema que se le presente, sabe cómo actuar. Y, si
tiene que explicarlo, lo hace de forma tan convincente que a ver quién le lleva
la contraria. Nacido en New Jersey en el 49, siempre tuvo problemas en la
escuela, aunque era un tipo que ya leía mucho y tenía toda clase de inquietudes
culturales y artísticas. Sus profesores recelaban de su liderazgo y temían que
arrastrara a sus compañeros a actitudes contestatarias. Bruce era ya un chaval
apasionado y convincente que buscaba su camino. Dice la leyenda que ese camino
lo encontró finalmente cuando presenció una actuación de Elvis Presley en
televisión, en el show de Ed Sullivan. Ese día decidió que se dedicaría al rock’n
roll. Tenía 13 años.
Siguiendo con estas leyendas (yo
quiero creer que son ciertas, aunque nunca se sabe), parece que sacó sus
ahorros de la hucha y se compró una guitarra pésima. Aquí interviene por
primera vez la madre del título de este post. Adelle Zerilli, que es como se
llamaba la doña de soltera, parece haber apoyado la carrera de su hijo desde el
primer instante. Asustada de escuchar como aporreaba aquel guitarrón
lamentable, sacó sus propios ahorros para comprarle un instrumento en
condiciones. Muy pronto, empezó a componer y se cuenta que una de sus primeras piezas
fue Fire, expresamente escrita para
Elvis. Parece que grabó una maqueta y se la envió a su ídolo, que nunca le
respondió. El del tupé no supo entender lo bueno que podía ser ese tema para su repertorio. Años más tarde Robert Gordon no fue tan tonto y grabó esta versión que les pongo aquí.
La historia de este hombre está en
cualquier wikipedia. Consiguió que una discográfica de New York le convocara a
una audición. Y el tipo que le escuchó se quedó tan impresionado que se
convirtió en su manager y le facilitó el primer impulso a su carrera. De allí
salieron un par de discos de escasa difusión, aunque muy valorados en las emisoras
alternativas. Y un tercero que supone el gran salto de calidad sobre el que se
cimenta su leyenda: el mítico Born to
Run, resultado de interminables sesiones de grabación y remezcla, en las
que se zambulló de forma obsesiva durante seis meses, desesperando a todos sus colaboradores.
Mucha gente considera todavía que éste es su mejor disco. Aquí tienen la canción
que le da nombre.
A partir de aquí, Bruce se
encuentra convertido en un ídolo de masas, intenta recuperar el control de su
carrera y se descubre atado por unos contratos firmados en tiempos de penuria e
incertidumbre. Eso le lleva a dos años de litigios hasta que soluciona la
situación. Pero esos dos años le pillan en plena efervescencia creativa. Cuando
vuelve a entrar en un estudio de grabación, deja registrado material para tres
discos. Él mismo hace la selección y el resultado es el álbum Darkness on the Edge of Town, para mí el
mejor de toda su carrera. En 1980 publica The
River, un disco doble buenísimo, que cierra su época más gloriosa. A partir
de aquí, vive un poco de las rentas, aprovecha su nombre para publicar algunos
discos intimistas solo con su guitarra, sufre una serie de vicisitudes
personales, disuelve su banda, tiene un primer matrimonio fallido y vuelve a
buscar su camino.
Pero esos años de gloria no
pueden entenderse sólo con sus grabaciones. Una de las cosas que más
impresionan del Boss son sus conciertos. No hay directo que pueda siquiera compararse
al de este hombre. Su perfeccionismo y su nivel de exigencia logran un sonido
apabullante. Y el tipo desarrolla en escena una energía que yo no he visto en ningún
otro. Sus conciertos duran tres horas, con un pequeño intermedio, más que nada
para que descansen sus músicos y el público. En abril de 1981 tocó con su banda
en Barcelona (único concierto de su primera gira por nuestras tierras) y allá que me fui yo en el
tren del rock and roll; entonces no había AVE. Creo que es el mejor concierto
de rock que he visto en mi vida. Me sorprendió lo pequeñito que es el Boss,
circunstancia que resaltaba aun más por la presencia a su lado del gigante
Clarence Clemons, su querido saxo que siempre lo acompañaba y que murió hace
unos años. Al final del concierto, Clemons se lo subía a hombros y bailaba con él
encima por todo el escenario.
Tras unos años de transición (que incluyen un Óscar por la canción de Philadelphia),
Bruce estabilizó su vida al casarse con Patty Scialfa, una de las coristas de
sus giras, con la que sigue hoy en día y con la que tiene tres hijos adultos. Ahora, aunque no lo necesita, sigue publicando algún que otro disco bastante digno y,
sobre todo, mantiene sus extraordinarias giras. Con más de 60, su energía en
escena es la misma, si no más, su sonido es insuperable y sus conciertos siguen
durando tres horas. Es un hombre feliz, que se lo pasa en grande haciendo lo
que le gusta y que ha logrado vivir del invento y estar en paz. Lo que no le
impide mantener otras actividades (hace poco publicó un libro de cuentos
infantiles).
Y aquí viene lo del título. En
estos últimos años, el Boss ha seguido con sus giras por todo el
mundo, Australia incluida. Pues bien, cada vez que este hombre da un concierto
cerca de su New Jersey natal, invita a su madre a verlo. La doña, de la que aquí
al lado tienen una foto reciente (2013), tiene más de 90 años y sigue viviendo en su
pueblo. Es de origen italiano y se conserva como los ángeles. Los de esta
generación no han abusado de la comida basura ni del sedentarismo que da la
sobreabundancia económica. Esta gente es de artesanía.
Bruce suele ponerle una silla a
un lado del escenario para que vea las tres horas de concierto. Y a veces se
anima y la saca a bailar, como en el vídeo que les pongo abajo. Se trata de una
actuación de la gira de 2013, que les pido que vean, porque aquí está todo: el
sonido perfecto, la energía, la pasión, la integridad y lo buena persona que es
este hombre. Y la big band que desplaza para sus conciertos. Viendo a su madre
se comprende de dónde le viene la categoría a este hombre. Al final, cuando se dispone a terminar
la canción, su amigo el guitarrista Steve van Zandt, que lleva con él desde los
60, le dice al oído que también ha venido su hija Jessica y que debería igualmente
sacarla a escena. La familia al completo.
Vean el vídeo. Pónganlo en
pantalla grande y, si luego les apetece gritar: VIVA BRUCE SPRINGSTEEN Y LA
MADRE QUE LO PARIÓ, pues no se repriman. Adelante,
hombre.
El título de su post me recuerda una historia de hace unos años. Un vecino de Móstoles puso en marcha una iniciativa para que se bautizara una de las calles de esa localidad madrileña como Calle de la Madre que lo Parió a Iker Casillas. Recolectó un montón de firmas, pero la cosa no le hizo ninguna gracia a Iker, quien pidió por favor que no siguieran dando el coñazo con eso, y la cosa se desactivó. Todo eso fue antes de que el gran Casillas fuera puesto en cuestión.
ResponderEliminarEs cierto, recuerdo la historia. El promotor de esa disparatada idea estaba muy empeñado, pero no consiguió convencer a ningún responsable municipal. Menos mal, porque el cachondeo hubiera sido continuo. Casillas es lo suficientemente listo para darse cuenta por anticipado.
EliminarDice usted que se encerró en un estudio y grabó material para tres discos, el "Darkness..." y los dos de "The River". Yo creía que los discos de The River, estaban grabados para la ocasión. Si grabó todo eso de un tirón, realmente estaba en un estado de gracia creativa increible.
ResponderEliminarA lo mejor me he explicado mal. Después de dos años de ostracismo y litigios, Bruce entró en el estudio y grabó canciones para llenar tres discos. Le dijeron que tenía que dejarlo en uno, él mismo hizo la selección y el resultado fue Darkness on the edge of town (1978). Los restos de esas sesiones no se publicaron hasta 2010, bajo el título The promise, un disco doble también muy recomendable.
EliminarLa siguiente vez que Bruce entró en el estudio de grabación le dio para dos nuevos discos, publicados conjuntamente con el nombre The River (1980). Creo que ahora está más claro.
El título puede leerse de dos maneras. El interior del paréntesis puede ser una aclaración de la primera frase (a quién parió la señora), o bien ser una locución autónoma, que expresa una dedicatoria del texto.
ResponderEliminarMuy agudo. Yo quería darle el primer significado, las dedicatorias me gustan más en letra pequeña y en el lado derecho, antes de empezar el texto. Pero tiene razón: puede entenderse de las dos formas.
EliminarSí, señor, una auténtica anciana dinamitera. Y, en cuanto al Boss, pues es un tipo estupendo. Yo desconocía ese lado humano que nos descubres.
ResponderEliminarEl Boss es una figura respetada y querida en todas partes. Está en un momento de plenitud vital y lo está disfrutando. En cuanto a su madre, pues parece que está también bastante en forma a sus 90.
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