viernes, 2 de enero de 2015

326. En la casilla de salida

Si han jugado ustedes de pequeñitos a La Oca, sabrán lo que supone caer en la llamada Casilla de la Muerte, indicada con un símbolo que no deja lugar a dudas: una calavera sobre dos tibias cruzadas. En el tablero clásico, esta casilla era la número 58 y quien tuviera la mala fortuna de caer en ella, debía retroceder hasta la salida y empezar desde cero. Pues esa es precisamente la sensación que tengo yo hoy, y no por el detalle nimio de que sea 2 de enero de un nuevo año (que aparece, por cierto, lleno de perspectivas inciertas, innovadoras y apasionantes), sino por el hecho celebrado por toda la prensa de que la prima de riesgo ha bajado de los 100 puntos.

Llevo más de dos años de blog y, casi desde el primer post, estamos hablando de economía, esa ciencia que los especialistas se empeñan en rodear de niebla, en darle un halo mítico, como si fuera un tema muy complejo y delicado, cuando es algo que puede entender un chaval que sepa contar por los dedos (en La Coruña los chavales cuentan por los dedos, no con los dedos). En fin, si quieren leer con detenimiento mis reflexiones sucesivas al respecto, pinchen aquí a la derecha en la etiqueta “Economía” y las encontrarán todas clasificadas. Como supongo que no quieren darse semejante atracón, les haré un resumen, para que entiendan completamente la gran noticia de hoy.

Hasta ahora la mayor crisis económica global de la humanidad había sido la subsiguiente al llamado crash del 29, que se extendió a lo largo de la década de los 30. La falta de una regulación adecuada de la estructura bursátil y de unas medidas que limitaran las prácticas puramente especulativas, llevaron el caos a los mercados y arrastraron a toda la sociedad al desempleo y la miseria. Alguna gente cree que la cosa se solucionó con la Segunda Guerra Mundial. Ya me explicarán cómo. Una guerra supone siempre un nivel de gasto monstruoso a fondo perdido. Y si es de la envergadura de la susodicha, pues mucho más.

Lo que hizo que el mundo saliera de la crisis no fue la guerra, sino las medidas que puso en marcha  Roosevelt, tras su elección en 1933. Este señor y sus asesores agarraron el toro por los cuernos y establecieron unas reglas del juego justas, que previnieran los excesos anteriores. Esas normas permitieron un uso razonable del concepto del libre comercio, lo que condujo a la recuperación económica, a encajar los gastos de la guerra y a generar luego un crecimiento nunca visto, a caballo de los adelantos tecnológicos. La cosa iba tan bien, que el mundo que se postulaba como contramodelo, el soviético, fracasó estrepitosamente y abandonó la carrera. En todo este proceso hay un tema clave: la supremacía del poder político sobre el económico.
   
Entonces llegan las famosas medidas desreguladoras de Reagan y Thatcher, copiadas aquí por el del bigote, aprendiz de brujo en este tema, como en la guerra de Irak. Los financieros quieren más beneficio y dicen que el exceso de normas reduce sus ganancias. Y los dirigentes políticos ceden, seguramente a cambio de beneficios personales y familiares, y acaban atrapados en el invento. En el momento presente, el poder político está subordinado al económico. El margen que tiene ahora mismo un Rajoy o un Zapatero es muy estrecho. Ni el propio Obama parece muy poderoso. Este esquema explica también la generalización de la corrupción, que aflora por todas partes.

En ese contexto se produce la revolución digital. Internet se extiende y comienza a funcionar el mundo globalizado y el negocio planetario en tiempo real. El nuevo sector económico ligado al mundo digital crece sin control y genera una burbuja que explota de forma estrepitosa en 2008. Si quieren saber en detalle el mecanismo por el que sucede todo esto, deben ver dos películas que ya les he recomendado: Inside Job (2010) y Margin Call (2011). Estamos sin duda ante un nuevo crash, no tan severo como el del 29, pero bastante duro también. Y con el añadido de que, en el mundo globalizado, las crisis se extienden de modo instantáneo. En España, la cosa nos pilla en bragas. ¿Por qué? Pues por el peso excesivo del sector inmobiliario, un sector con un componente especulativo  muy acusado.

Las medidas de Aznar sobre el mundo del ladrillo, recalientan la burbuja y preparan el terreno. Zapatero no se entera de la que se le viene encima y echa a Solbes por avisarle de lo que no quiere oír. Y los remedios se aplican tarde. Además, nos pilla integrados en una estructura superior, la Unión Europea, y eso nos impide tomar algunas medidas que sí han podido adoptar en Estados Unidos. Y también en Japón, aunque con menos éxito por ahora. Sobre las medidas de la FED (Reserva Federal USA), les copio una cita de mí mismo, correspondiente al post #212, “Ya estamos en Las Vegas”, en donde se explica con bastante claridad en qué consisten los programas QE Quantitative Easing.

Desde el arranque de la crisis en 2008, la FED ha desarrollado ya tres programas de incentivación de la economía nacional, conocidos por el bonito acrónimo QE, que significa nada menos que Quantitative Easing. ¡¡Toma castaña!! El actual QE es el QE3 y arrancó en septiembre de 2012, a la vista que el QE1 y el QE2 no habían dado los resultados esperados. ¿Y en qué consiste un QE? Pues lisa y llanamente en darle gas al maquinillo de imprimir nuevos billetes para introducirlos en el mercado. A esto lo llaman inyecciones de liquidez.

Usted y yo no lo podemos hacer, porque nos tildarían de falsificadores y nos meterían al trullo en un periquete. Pero el Estado (al menos el americano) tiene el privilegio de hacerlo legalmente, en régimen de monopolio. De manera análoga, usted no puede pegarle un mamporro a ese tipo a quien le tiene tantas ganas, y la policía sí. ¿Por qué? Pues porque tienen el monopolio de la violencia coercitiva (a usted no le sacuden porque sí, sino de forma justificada y con una ley detrás). Así que el Estado americano enfrenta la actual crisis mediante actuaciones llamadas QE, que cuentan con una memoria explicativa: lo vamos a hacer para conseguir este o este otro objetivo, en una cuantía determinada, con un horizonte temporal ligado al cumplimiento del objetivo y con la aprobación preceptiva del Congreso.

Bueno, todavía no deben escandalizarse demasiado (aún no les he hablado de las cantidades). No he investigado la QE1 ni la QE2, me basta con la QE3. En septiembre de 2012, Estados Unidos se encontró con una tasa de desempleo cercana al 10%. Entonces puso en marcha la QE3, prometiendo mantenerla hasta que la tasa alcanzara un 6,5% de forma sostenible. Pero ¿en qué coño consiste al final la QE3? Pues nada menos que en imprimir 85.000 millones de nuevos dólares ¡¡¡AL MES!!! Sí. Lo han leído bien. Desde septiembre de 2012, la FED imprime billetes por ese valor todos los meses y los inyecta en el mercado por el procedimiento de comprar valores lastrados por las llamadas hipotecas basura (por valor de 40.000 millones) y recomprarse a sí mismos los bonos que emite el propio Estado (los otros 45.000 millones).

Este texto está escrito en diciembre de 2013. Desde entonces, la FED ha ido reduciendo el importe de las inyecciones mensuales hasta eliminarlas totalmente hace unos meses. Ahora, la economía americana vuelve a funcionar sin estímulos y corre alegre y poderosa. ¿Y por qué no hemos hecho eso en Europa? Pues porque la señora Merkel no quiere, porque piensa que es una medicina provisional que, a la larga, se vuelve contra el enfermo, como una droga calmante. La señora Merkel es muy cabezota, como buena protestante y teutona, pero tal vez no le falte razón. Lo que pasa es que su tratamiento alternativo a base de austeridad está dejando agotados a los diferentes pacientes: griegos, españoles, portugueses, italianos y, si me apuran hasta los franceses.

Y qué pinta en esto la prima de riesgo. Pues se trata de un indicador que aparece en 1999, al crearse la llamada Eurozona. La prima de riesgo mide las desigualdades entre los Estados del euro y, hasta que llega la crisis de 2008, la cosa funciona bien. Hasta 2007, la prima de España se movía entre 0 y 10. El 1 de enero de 2008 estaba en 12. En enero de 2010 superaba ya los 100 puntos. Cuando se va Zapatero la cosa estaba en 472 puntos. A pesar de sus recortes, a Rajoy le sube la prima hasta la cifra récord de 637 puntos, que se alcanza el 24 de julio de 2012. Entonces se estabiliza la situación y empieza a bajar hasta los cien puntos actuales.

Aquí emerge la figura del señor Draghi. De este señor llevamos meses riéndonos en este blog, a cuenta del hecho cierto de que es capaz de hacer bajar la prima tirándose un pedo. Así que hoy voy a cambiar de comparación. Este buen hombre, italiano y más listo que el hambre, se encuentra en una tesitura difícil. La señora Merkel no le deja montar un programa de QE, como a él le gustaría. Así que lo único que puede hacer es amagar con montarlo. Es el truco de los padres cuando no te querían dar un bofetón, pero sabían que no había otro remedio alternativo. Entonces, sin levantarse de su silla gritaban: “COMO VAYA YO…” Y el efecto era el mismo. Veamos qué dice Draghi.

En agosto de 2012, su declaración fue: “No tengan ninguna duda de que el BCE hará lo que tenga que hacer para salvar al euro”. Inmediatamente bajó la prima de riesgo. En junio de 2014 volvió a hablar sibilinamente: “En caso de que haya que recurrir a medidas como inyecciones de dinero, recompra de activos tóxicos, o similares, no me temblará el pulso”. Así está todo el rato. Y cada una de sus calculadas declaraciones mejora la situación general. En estos días navideños, hasta la prima de riesgo ha cerrado por vacaciones y no se ha sabido cuánto marcaba desde el día de Nochebuena.

Y, al volver, nos hemos encontrado con una nueva bajada, hasta los 99,5 puntos. ¿Por qué? Pues porque el señor Draghi dio una entrevista al diario alemán Handelsblatt y dijo textualmente: “Estamos en preparaciones técnicas para ajustar el tamaño, la velocidad y la composición de nuestras medidas a principios de 2015, si resultara necesario reaccionar a un periodo demasiado largo de baja inflación”. O, dicho en otras palabras, “Como vaya yo…” La prima ha bajado porque todo el mundo ha entendido que estaba hablando de la posibilidad de organizar una QE, sin nombrarla (por cierto, los expertos dicen que una medida de ese tipo bajaría nuestra prima, al menos a 70). Definitivamente, este tío es un genio. Un monstruo. Un crack.

Resumiendo, que seguimos en el mismo punto en que se inauguró este foro, en septiembre de 2012. En la casilla de salida.


2 comentarios:

  1. Te veo muy relajado Emilio. ¿Has corrido? Así da gusto.

    A mí lo que no me gusta es que Draghi sea mi padre. Por muy crack...

    Feliz Año!
    Julián

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    1. Joder, Julián, qué alegría que sigas ahí al otro lado, feliz año también para ti. Pues la verdad es que el día 2 había corrido antes de escribir este texto y hoy también vengo de correr. ¿En qué lo notas?
      Draghi no es tu padre ni el mío. Es el padre de los financieros, especuladores y operadores diversos que se andan forrando a nuestra costa. Como la señora Merkel, que es como la bruja de Blancanieves, no quiere que se impriman billones de euros todos los meses, como han hecho los yankys sin problemas, pues a nuestro hombre no le queda otro margen que amagar con la zapatilla, como los padres clásicos. Sus declaraciones son súper calculadas. Otra cosa es si cuenta ya con la autorización de la bruja para tomar las medidas que dice estar estudiando, o sólo va de farol.
      Un abrazo, amigo.

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