Si han jugado ustedes de pequeñitos a La Oca, sabrán lo que supone caer
en la llamada Casilla de la Muerte, indicada con un símbolo que no deja lugar a
dudas: una calavera sobre dos tibias cruzadas. En el tablero clásico, esta
casilla era la número 58 y quien tuviera la mala fortuna de caer en ella, debía
retroceder hasta la salida y empezar desde cero. Pues esa es precisamente la
sensación que tengo yo hoy, y no por el detalle nimio de que sea 2 de enero de un
nuevo año (que aparece, por cierto, lleno de perspectivas inciertas, innovadoras
y apasionantes), sino por el hecho celebrado por toda la prensa de que la prima
de riesgo ha bajado de los 100 puntos.
Llevo más de dos años de blog y, casi desde el primer post, estamos
hablando de economía, esa ciencia que los especialistas se empeñan en rodear de
niebla, en darle un halo mítico, como si fuera un tema muy complejo y delicado,
cuando es algo que puede entender un chaval que sepa contar por los dedos (en
La Coruña los chavales cuentan por
los dedos, no con los dedos). En fin,
si quieren leer con detenimiento mis reflexiones sucesivas al respecto, pinchen
aquí a la derecha en la etiqueta “Economía” y las encontrarán todas
clasificadas. Como supongo que no quieren darse semejante atracón, les haré un
resumen, para que entiendan completamente la gran
noticia de hoy.
Hasta ahora la mayor crisis económica global de la humanidad había sido
la subsiguiente al llamado crash del 29, que
se extendió a lo largo de la década de los 30. La falta de una regulación
adecuada de la estructura bursátil y de unas medidas que limitaran las
prácticas puramente especulativas, llevaron el caos a los mercados y
arrastraron a toda la sociedad al desempleo y la miseria. Alguna gente cree que
la cosa se solucionó con la Segunda Guerra Mundial. Ya me explicarán cómo. Una
guerra supone siempre un nivel de gasto monstruoso a fondo perdido. Y si es de
la envergadura de la susodicha, pues mucho más.
Lo que hizo que el mundo saliera de la crisis no fue la guerra, sino las medidas que puso
en marcha Roosevelt, tras su elección en
1933. Este señor y sus asesores agarraron el toro por los cuernos y
establecieron unas reglas del juego justas, que previnieran los excesos
anteriores. Esas normas permitieron un uso razonable del concepto del libre
comercio, lo que condujo a la recuperación económica, a encajar los gastos de
la guerra y a generar luego un crecimiento nunca visto, a caballo de los
adelantos tecnológicos. La cosa iba tan bien, que el mundo que se postulaba
como contramodelo, el soviético, fracasó estrepitosamente y abandonó la
carrera. En todo este proceso hay un tema clave: la supremacía del poder
político sobre el económico.
Entonces llegan las famosas medidas desreguladoras de Reagan y Thatcher,
copiadas aquí por el del bigote, aprendiz de brujo en este tema, como en la
guerra de Irak. Los financieros quieren más beneficio y dicen que el exceso de
normas reduce sus ganancias. Y los dirigentes políticos ceden, seguramente a
cambio de beneficios personales y familiares, y acaban atrapados en el invento.
En el momento presente, el poder político está subordinado al económico. El
margen que tiene ahora mismo un Rajoy o un Zapatero es muy estrecho. Ni el
propio Obama parece muy poderoso. Este esquema explica también la
generalización de la corrupción, que aflora por todas partes.
En ese contexto se produce la revolución digital. Internet se extiende y
comienza a funcionar el mundo globalizado y el negocio planetario en tiempo
real. El nuevo sector económico ligado al mundo digital crece sin control y
genera una burbuja que explota de forma estrepitosa en 2008. Si quieren saber
en detalle el mecanismo por el que sucede todo esto, deben ver dos películas
que ya les he recomendado: Inside Job
(2010) y Margin Call (2011). Estamos
sin duda ante un nuevo crash, no tan
severo como el del 29, pero bastante duro también. Y con el añadido de que, en
el mundo globalizado, las crisis se extienden de modo instantáneo. En España,
la cosa nos pilla en bragas. ¿Por qué? Pues por el peso excesivo del sector
inmobiliario, un sector con un componente especulativo muy acusado.
Las medidas de Aznar sobre el mundo del ladrillo, recalientan la burbuja
y preparan el terreno. Zapatero no se
entera de la que se le viene encima y echa a Solbes por avisarle de lo que no
quiere oír. Y los remedios se aplican tarde. Además, nos pilla integrados en una
estructura superior, la Unión Europea, y eso nos impide tomar algunas medidas
que sí han podido adoptar en Estados Unidos. Y también en Japón, aunque con
menos éxito por ahora. Sobre las medidas de la FED (Reserva Federal USA), les copio
una cita de mí mismo, correspondiente al post #212, “Ya estamos en Las Vegas”,
en donde se explica con bastante claridad en qué consisten los programas QE Quantitative Easing.
Desde el arranque de la
crisis en 2008, la FED ha desarrollado ya tres programas de incentivación de la
economía nacional, conocidos por el bonito acrónimo QE, que significa nada
menos que Quantitative Easing. ¡¡Toma castaña!! El actual QE es el
QE3 y arrancó en septiembre de 2012, a la vista que el QE1 y el QE2 no habían
dado los resultados esperados. ¿Y en qué consiste un QE? Pues lisa y llanamente
en darle gas al maquinillo de imprimir nuevos billetes para introducirlos en el
mercado. A esto lo llaman inyecciones de liquidez.
Usted y yo no lo podemos
hacer, porque nos tildarían de falsificadores y nos meterían al trullo en un
periquete. Pero el Estado (al menos el americano) tiene el privilegio de
hacerlo legalmente, en régimen de monopolio. De manera análoga, usted no puede
pegarle un mamporro a ese tipo a quien le tiene tantas ganas, y la policía sí.
¿Por qué? Pues porque tienen el monopolio de la violencia coercitiva (a usted
no le sacuden porque sí, sino de forma justificada y con una ley detrás). Así
que el Estado americano enfrenta la actual crisis mediante actuaciones llamadas
QE, que cuentan con una memoria explicativa: lo vamos a hacer para conseguir
este o este otro objetivo, en una cuantía determinada, con un horizonte temporal
ligado al cumplimiento del objetivo y con la aprobación preceptiva del
Congreso.
Bueno, todavía no deben
escandalizarse demasiado (aún no les he hablado de las cantidades). No he
investigado la QE1 ni la QE2, me basta con la QE3. En septiembre de 2012,
Estados Unidos se encontró con una tasa de desempleo cercana al 10%. Entonces
puso en marcha la QE3, prometiendo mantenerla hasta que la tasa alcanzara un
6,5% de forma sostenible. Pero ¿en qué coño consiste al final la QE3? Pues nada
menos que en imprimir 85.000 millones de nuevos dólares ¡¡¡AL MES!!! Sí. Lo han
leído bien. Desde septiembre de 2012, la FED imprime billetes por ese valor
todos los meses y los inyecta en el mercado por el procedimiento de comprar
valores lastrados por las llamadas hipotecas basura (por valor de 40.000
millones) y recomprarse a sí mismos los bonos que emite el propio Estado (los
otros 45.000 millones).
Este texto está escrito en diciembre de 2013. Desde entonces, la FED ha
ido reduciendo el importe de las inyecciones mensuales hasta eliminarlas totalmente hace unos meses.
Ahora, la economía americana vuelve a funcionar sin estímulos y corre alegre y
poderosa. ¿Y por qué no hemos hecho eso en Europa? Pues porque la señora Merkel
no quiere, porque piensa que es una medicina provisional que, a la larga, se
vuelve contra el enfermo, como una droga calmante. La señora Merkel es muy
cabezota, como buena protestante y teutona, pero tal vez no le falte razón. Lo
que pasa es que su tratamiento alternativo a base de austeridad está dejando agotados a los diferentes
pacientes: griegos, españoles, portugueses, italianos y, si me apuran hasta los
franceses.
Y qué pinta en esto la prima de riesgo. Pues se trata de un
indicador que aparece en 1999, al crearse la llamada Eurozona. La prima de riesgo mide
las desigualdades entre los Estados del euro y, hasta que llega la crisis de
2008, la cosa funciona bien. Hasta 2007, la prima de España se movía entre 0 y 10.
El 1 de enero de 2008 estaba en 12. En enero de 2010 superaba ya los 100
puntos. Cuando se va Zapatero la cosa estaba en 472 puntos. A pesar de sus
recortes, a Rajoy le sube la prima hasta la cifra récord de 637 puntos, que se
alcanza el 24 de julio de 2012. Entonces se estabiliza la situación y empieza a
bajar hasta los cien puntos actuales.
Aquí emerge la figura del señor Draghi. De este señor llevamos meses
riéndonos en este blog, a cuenta del hecho cierto de que es capaz de hacer bajar la prima tirándose un
pedo. Así que hoy voy a
cambiar de comparación. Este buen hombre, italiano y más listo que el hambre,
se encuentra en una tesitura difícil. La señora Merkel no le deja montar un
programa de QE, como a él le gustaría. Así que lo único que puede hacer es
amagar con montarlo. Es el truco de los padres cuando no te querían dar un
bofetón, pero sabían que no había otro remedio alternativo. Entonces, sin
levantarse de su silla gritaban: “COMO VAYA YO…” Y el efecto era el mismo.
Veamos qué dice Draghi.
En agosto de 2012, su declaración fue: “No tengan ninguna duda de que el
BCE hará lo que tenga que hacer para salvar al euro”. Inmediatamente bajó la
prima de riesgo. En junio de 2014 volvió a hablar sibilinamente: “En caso de
que haya que recurrir a medidas como inyecciones de dinero, recompra de activos
tóxicos, o similares, no me temblará el pulso”. Así está todo el rato. Y cada
una de sus calculadas declaraciones mejora la situación general. En estos días
navideños, hasta la prima de riesgo ha cerrado por vacaciones y no se ha sabido
cuánto marcaba desde el día de Nochebuena.
Y, al volver, nos hemos encontrado con una nueva bajada, hasta los 99,5
puntos. ¿Por qué? Pues porque el señor Draghi dio una entrevista al diario
alemán Handelsblatt y dijo textualmente: “Estamos
en preparaciones técnicas para ajustar el tamaño, la velocidad y la composición
de nuestras medidas a principios de 2015, si resultara necesario reaccionar a
un periodo demasiado largo de baja inflación”. O, dicho en otras palabras,
“Como vaya yo…” La prima ha bajado porque todo el mundo ha entendido que estaba
hablando de la posibilidad de organizar una QE, sin nombrarla (por cierto, los
expertos dicen que una medida de ese tipo bajaría nuestra prima, al menos a
70). Definitivamente, este tío es un genio. Un monstruo. Un crack.
Resumiendo, que seguimos en el mismo punto en que se
inauguró este foro, en septiembre de 2012. En la casilla de salida.
Te veo muy relajado Emilio. ¿Has corrido? Así da gusto.
ResponderEliminarA mí lo que no me gusta es que Draghi sea mi padre. Por muy crack...
Feliz Año!
Julián
Joder, Julián, qué alegría que sigas ahí al otro lado, feliz año también para ti. Pues la verdad es que el día 2 había corrido antes de escribir este texto y hoy también vengo de correr. ¿En qué lo notas?
EliminarDraghi no es tu padre ni el mío. Es el padre de los financieros, especuladores y operadores diversos que se andan forrando a nuestra costa. Como la señora Merkel, que es como la bruja de Blancanieves, no quiere que se impriman billones de euros todos los meses, como han hecho los yankys sin problemas, pues a nuestro hombre no le queda otro margen que amagar con la zapatilla, como los padres clásicos. Sus declaraciones son súper calculadas. Otra cosa es si cuenta ya con la autorización de la bruja para tomar las medidas que dice estar estudiando, o sólo va de farol.
Un abrazo, amigo.