sábado, 17 de enero de 2015

331. Que vienen los chinos

Como saben, mi hijo pequeño Kike sigue su aventura asiática, de la que no he dado mucha cuenta en el blog por respetar su privacidad. Cerca ya de regresar, mejor espero a que esté por aquí otra vez, para que me cuente sus impresiones, me aporte fotos y me dé permiso para contar algo al respecto en este foro público. Mientras tanto, me comunico con él por Skype y Whats App. Como quizá recuerden, hace algo más de dos años viajé a visitarle a Rotterdam, donde estaba de Erasmus. Y este año he vuelto a la ciudad, específicamente para ver el Market Hall, espectacular edificio recién inaugurado al que dediqué el Post #313. Por cierto, inauguro aquí una novedad técnica del blog: a partir de ahora, cada vez que cite uno de mis textos anteriores, el número de post será a la vez el enlace, para que, quien quiera consultarlo, pueda hacerlo de forma instantánea y más cómoda, sin tener que andarlo buscando por la columna de la derecha.

Como pensé que a mi hijo le gustarían las fotos de este edificio, que él sólo tuvo oportunidad de ver en fase de obras de cimentación y construcción de sótanos, le mandé el enlace. Lo leyó y hablamos por Skype. Me hizo dos precisiones (mi hijo es un tipo muy dado a precisar). La primera, que la explanada que acoge cada sábado el macro mercadillo donde él hacía la compra, se llama el Blaack, con doble A, y no el Black, como yo lo había escrito. Blaack es una palabra holandesa que no significa negro y ahora me explico yo el nombre (la explanada no tiene nada de negra), que ya he corregido debidamente en el post citado. Precisamente el Market Hall da frente al Blaack.

La otra es de mucho más calado. Me pregunta mi hijo que de dónde he sacado que Rotterdam es el segundo puerto del mundo, sólo superado por el de Shanghai. Mi respuesta: de Internet. ¿Y cuándo lo consultaste? Hace dos años, cuando escribí el Post #26, después de visitarte. Pues ya puedes ponerte al día, porque las cosas han cambiado bastante y ese dato está desfasado. Acojonante. Lo que yo contaba en octubre de 2012, era que Rotterdam era el mayor puerto de Europa y, durante mucho tiempo, lo había sido también del mundo, posición que acababa de perder en favor de Shanghai. Así es como yo lo había leído en alguna página de la red. ¿Saben en qué puesto está ahora, poco más de dos años después?

Pues sorprendentemente no hay un ranking unificado que sea admitido por todo el mundo, pero las diferentes listas que pueden consultarse en Internet coinciden en algunas cosas. Shanghai es el primero en casi todas y Singapur el segundo. Rotterdam aparece en el puesto 6 en algunas, en el 7 en otras y hasta en el 11 en unas cuantas. Y lo más impresionante: siete de los diez puertos mayores del mundo están en China. Los otros tres son los de Busán (Corea del Sur), Singapur y Rotterdam. Es decir, que, quitando este último, los otros nueve están en Asia. Si tenemos en cuenta que el 80% del comercio mundial (en grandes cifras) se mueve por mar, pues lo de los chinos da verdadero miedo. Mediados los 90 ninguno de los puertos chinos estaba entre los diez primeros del ranking.

AQUÍ tienen un reportaje de El País de hace dos o tres días, que no les recomiendo leer (a menos que les interese mucho el tema) porque es larguííííííísimo y además les voy a hacer un resumen. Pero sí pueden echarle un vistazo al mapa que muestra el recorrido del tren más largo del mundo. Es una nueva posibilidad que están explorando los chinos, con objeto de abrir una ruta comercial para los productos que fabrican compulsivamente por todo el país. El tren Yixinou salió en viaje de prueba el 18 de noviembre pasado desde la ciudad de Yiwu, a 300 kms. de Shanghai, considerada el mayor centro de almacenaje y distribución de productos manufacturados del mundo. El tren salió con 70 contenedores, de los que dejó 40 en Brest (Bielorrusia) y siguió hasta Madrid con los otros 30.

Empleó 21 días en cubrir los 13.000 kms. de recorrido, una ruta que supera las del Transiberiano, el Orient Exprés y todos los trenes que en el mundo han sido. Hubo de cambiar tres veces de ancho de vía, la tercera en Irún, lo que supuso mover los pesados containers a las nuevas composiciones (palabra ésta ferroviaria por excelencia). Pero llegó finalmente, 21 días después. En Madrid lo esperaba la señora Botella, a la que ven en la imagen tan contenta con el regalo que le trajeron, igualmente ufana por el hecho irrebatible de que, al lado de la ministra Pastor, luce guapísima.



La idea era que, a la vuelta de Navidad, el tren partiera de regreso cargado de vino, jamones y aceite de oliva, los productos más apreciados por los chinos, que, como ven, saben lo que es bueno. Y porque no habrán probado los percebes y las nécoras de mi tierra, que si no… Pero, a día de hoy, el tren no ha salido todavía y los 30 contenedores azules esperan vacíos en la estación de El Abroñigal. El origen del retraso está en el problema que supone atravesar en estas fechas el invierno ruso y kazajo, a muchos grados bajo cero, lo que puede estropear la mercancía, especialmente el vino y el jamón. Los españoles no ven tampoco clara la rentabilidad de la operación, aunque los chinos insisten en que el sistema es rentable, y además poco contaminante, un aspecto que sabemos que se la bufa, pero ellos a su vez saben que a los occidentales nos importa y lo ponen en la balanza a ver si cuela. Ahora mismo, el transporte es un 20 o un 30% más caro que por mar, pero podría abaratarse aumentando el volumen de carga y la frecuencia de los viajes. El sistema es más seguro que el barco, no depende tanto del clima y se ahorra el transporte a puerto, un factor que, en Madrid, no es desdeñable.
 
¿Y por qué los chinos han pensado en unir precisamente con Madrid la ciudad de Yiwu, un megabazar que surte a medio mundo de bisutería, papelería barata, bombillas o adornos de Navidad de ínfima calidad (estoy convencido de que el traje de Papá Noel que nos dieron para la carrera viene de Yiwu)? Pues la respuesta es también sorprendente: Yiwu está en la provincia de Zhejiang, de la que procede el 70% de los chinos que viven en España. Como todas las mareas migratorias, el camino lo abren un grupo de amigos que se aventuran en un determinado país. Se implantan y luego se traen a las familias, a los primos, a los cuñados, a nuevos amigos y vecinos. Según datos fiables, en España hay en estos momentos en torno a 170.000 chinos. De ellos, 50.000 en la Comunidad de Madrid. De éstos, cerca de 30.000 en la ciudad. Y de estos últimos, 6.000 en el barrio de Usera, cerca del 4% del padrón del distrito.

Curioso, ¿no? Muy bien, pues como me gusta ver las cosas de primera mano y en beneficio de la calidad del blog, el jueves, día de la semana en que no corro ni nado, me cogí la cámara de fotos, bajé a Atocha y me subí al primer bus de la línea 6. Para que luego digan que no les cuido. Abajo tienen mi reportaje sobre el Chinatown madrileño, una zona concreta de Usera. No tuve tiempo de hacer muchas fotos, porque se me hacía de noche, y me limité a fotografiar los comercios que ocupan muchos de los locales del barrio. Me da un poco de corte fotografiar a la gente por la calle, excepto cuando es una multitud. El jueves, entre el frío y la hora del atardecer, no había demasiada, pero puedo decir que la mayoría eran chinos.

Debo añadir que éste es el principal núcleo habitacional de la población china en la región, pero no el único. Y que su centro de distribución mayorista está en el polígono industrial Cobo Calleja, en Fuenlabrada, en donde se surten todos sus comerciantes. Una vez me perdí con el coche de camino a un concierto del Festimad y acabé en medio de ese Mercamadrid-con-tres-delicias. Era de noche y había mucho personal pululando por allí, pero les juro que no me atreví a parar el coche para preguntar cómo se salía de aquel laberinto. Por lo que he visto, Usera es un lugar mucho más tranquilo.

Un último apunte. En el Post #68 les expliqué el sistema por el que se rige el calendario chino. Los años se agrupan en docenas y se dedican a doce animales diferentes, que se van repitiendo. En este momento estamos terminando el Año del Caballo. El Año Nuevo chino lo marca la luna nueva más próxima al día equidistante entre el solsticio de invierno y el equinoccio de primavera. Quiere eso decir que, este año, entraremos en el Año de la Cabra, precisamente el 19 de febrero. Estoy considerando seriamente la idea de celebrar mi cumpleaños comiéndome un pato laqueado en algún antro de Usera. Les dejo con las fotos. El invierno ha llegado (ya era hora) y tenemos oportunidad de disfrutar del frío y el oraje (bonita palabra también). Abríguense y pasen un buen fin de semana. 


















2 comentarios:

  1. Se habrá enterado de que un magnate chino ha comprado el 20% del Atlético de Madrid. Se están haciendo con todo, tienen comprada parte de la deuda de Estados Unidos, se están implantando en África y Sudamérica y, en cuanto a España, han entrado ya en la venta de ropa de calidad. La verdad es que un poco de miedo sí que dan.

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  2. Son muy listos, están organizados y tienen muy claro lo que quieren. Como ya he escrito muchas cosas de China, aunque nunca he visitado el país, he creado una etiqueta específica diferenciándola de "Países lejanos", donde las tenía antes. Hay textos bastante interesantes, como el que explica el sistema político actual. Ahí se ve que se trata de una meritocracia. En algún otro se comenta que la aparición de millonarios también es algo diseñado desde el poder. Para que el capitalismo sea de verdad, hay que tener millonarios. El libro "El sueño de la aldea Ding" también explica muchas cosas.

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