Se creen ustedes que les cuento fiel
y puntualmente todo lo que hago, pero algunas cosas se me quedan en el tintero,
por falta de tiempo para escribirlas y subirlas al blog, en donde no creo
oportuno colgar más textos, teniendo en cuenta que ya más de un lector me ha
dicho que ha dejado de seguirme porque escribo demasiado y no le da tiempo a
leer tanto. Entre las cosas que quedaron sin reseñar está ésta que les traigo
hoy. A primeros de diciembre asistí a un congreso organizado, entre otros, por
el Ayuntamiento, como apoyo a la candidatura del Parque del Retiro y su entorno
a integrarse en el Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
La historia de cómo la UNESCO creó esta categoría
en 1972 es bastante interesante. En 1959, Egipto decide construir la presa de
Asuán, un proyecto que anegaría los templos de Abú Simbel. En el mundo
civilizado se pone el grito en el cielo, qué salvajada, unos tesoros únicos que
pertenecen a la historia común de todas las culturas, etc. Entonces Egipto
responde: si tan maravillosos son estos templos, ayúdennos a preservarlos. La UNESCO recoge el guante y
financia el traslado piedra a piedra de Abú Simbel, cuyos templos son cuidadosamente desmontados y trasladados a una ubicación a resguardo de las aguas, donde se
reconstruyen. La organización decide entonces elaborar un protocolo para evitar
casos como ese, a través de un catálogo de zonas de valor histórico o natural, para
cuya preservación se brinda apoyo técnico y financiero.
Este es el origen de la lista del
Patrimonio Mundial Cultural y Natural de la UNESCO , nombre exacto del catálogo, que suele
designarse simplemente como Patrimonio de la Humanidad. El protocolo se
aprobó en 1972, y las primeras declaraciones se produjeron en 1978. Ese año
inauguraron la lista, además de varios parques naturales de Estados Unidos,
Canadá y Etiopía, las islas Galápagos, la Catedral de Aquisgrán, los cascos históricos de
Quito y Cracovia, las iglesias cristianas excavadas en la roca de Lalibela
(Etiopía), la Anse aux Meadows (ensenada de las medusas)
al norte de Terranova, en donde se encontraron los restos de una auténtica aldea
vikinga, y la isla senegalesa de Gorea, frente a Dakar, donde se concentraba a
los esclavos antes de enviarlos a América.
En estos momentos la lista la
integran más de mil zonas o monumentos que han merecido la declaración. España cuenta
con 44, siendo el tercer país del mundo, sólo por detrás de Italia, que tiene
50 y de China, con 47. Para conseguir que una zona determinada sea declarada
Patrimonio de la Humanidad
hay que seguir una tramitación minuciosa. La comisión que decide aprobar o no
la declaración, se reúne una vez al año y sólo admite propuestas de los Estados
de la ONU. La
Comisión no trata con privados, regiones ni Ayuntamientos, lo cual me parece muy bien (si
no, se volverían locos). A su vez, cada Estado tiene una Lista Provisional y sólo
puede proponer a la Comisión
monumentos o zonas previamente inscritos en dicha lista, para lo que se exigen
unos requisitos normalizados.
En ese contexto, una serie de
personas e instituciones han organizado una candidatura que promueve la declaración
de El Retiro y todo su entorno (incluyendo mi casa) como Patrimonio de la Humanidad. Y esa candidatura ha
conseguido la inscripción en la Lista
Provisional del Estado Español, en donde hay ya muchos otros
candidatos de todas las regiones. Para celebrar ese primer paso se organizaba
el congreso a que me he referido al principio. AQUÍ
pueden escuchar las ponencias que se impartieron en dicho congreso, en
su idioma original, porque no han colgado la traducción simultánea que hubo. Si
tienen curiosidad, les recomiendo especialmente la intervención de Carmen Añón,
que es en español y muy interesante. Esta señora, que tiene más de setenta
años, trabajó hasta su jubilación en la conservación del parque y conoce la
historia de cada uno de sus rincones. Y tiene una memoria prodigiosa, lo que conecta
con el post anterior de los ancianos dinamiteros.
Para los que quieran un enfoque
más de usuario, les recomiendo esta otra página en la que encontrarán
el punto de vista de un enamorado del parque, cuyos padres y abuelos ya lo frecuentaban y cuya testimonio
queda plasmado en multitud de fotos y recuerdos de todo tipo. El Retiro es,
ciertamente, uno de los parques urbanos más bonitos del mundo. Su historia no
es demasiado larga. En el XVII, el conde duque de Olivares decide construir un
palacio de recreo para Felipe IV, con el objetivo de que esté distraído y
contento, y le deje a él las tareas de gobierno sin enojosas interferencias. Elige
para ello unos terrenos exteriores al continuo urbano que llegaba hasta el
arroyo de la Castellana.
Allí se construye el Palacio del
Buen Retiro, hoy desaparecido, junto al gran estanque que aun podemos
disfrutar. Lo más curioso es que, del lado Sur del estanque, salía hacia el
Este un canal que llegaba hasta el actual Paseo de Coches, que originariamente
era también un canal. Al llegar a la actual rosaleda, el canal doblaba de nuevo
en ángulo recto hasta terminar en un pequeño anillo lobulado de agua que
rodeaba la ermita de San Antonio de los Portugueses, a la que sólo se podía
acceder en barco, o por un puentecito. Todo este montaje, que requería un
aporte de agua caro y dificultoso, no tenía otra utilidad que el recreo del monarca.
El rey y su familia iban al embarcadero real y, desde allí, impulsados por
remeros y protegidos con sombrillas, se daban un paseito fluvial, rodeaban la
ermita y volvían. A lo mejor entraban un instante a rezar.
Felipe V, que traía su influencia
afrancesada, construyó el Parterre, uno de los jardines más vistosos del
parque. Y Carlos III fue el que le dio el impulso definitivo. Por un lado,
construyó el llamado Salón del Prado, de Cibeles a Neptuno, para unir la ciudad
con el parque. Este paseo-salón se completaba hasta la glorieta de Atocha,
apoyado por la construcción del Jardín Botánico y el Museo de Ciencias
Naturales, actual Museo del Prado. Además, abrió una parte del parque al público
en general, siempre que fueran bien vestidos y aseados y guardaran la debida
compostura. Por último, demolió la ermita de San Antonio, para erigir allí la Real Fábrica de Porcelana del
Buen Retiro, en cuya construcción trabajaron más de 200 obreros traídos de Nápoles.
Cuando llegan los franceses en
1808, instalan sus tropas en el Retiro, desde donde dominan perfectamente el
caserío de la ciudad con su artillería y sus cañones. Durante 12 años, allí
estará el cuartel de las tropas francesas. El Palacio y los jardines resultan
destrozados. Sólo sobreviven el estanque, el Parterre, el futuro Museo del
Prado y algunos paseos. Es Fernando VII el que lo reconstruye en su conformación
actual. En el solar de la antigua Fábrica de Porcelana se construye una
rotonda, que más tarde albergará la estatua del Ángel Caído, una de las pocas
estatuas del diablo que existen en el mundo, con el añadido de estar situada a 666 metros sobre el
nivel del mar.
Durante todo ese tiempo, El Retiro
llegaba hasta la Castellana. Fue
Isabel II la que vendió la parte occidental al Estado, que a su vez la revendió
a los promotores del Ensanche de Madrid, con el ingeniero Castro a la cabeza,
en un doble pelotazo, que está en el
origen de la existencia del barrio de los Jerónimos, por otra parte lleno de
joyas de la arquitectura, como el propio Palacio de Correos en Cibeles. La
apertura completa del parque al pueblo de Madrid corresponde al año convulso de la Primera República.
El Paseo de Coches, ya pavimentado, se abrió para carruajes y más adelante para
los primeros velocípedos, como los que ven en la imagen de abajo. Era frecuente
tropezarse por allí con la bella Otero circulando en tandem con su hija. Y muy pronto
llegaron también los primeros automóviles. En fin, el Retiro podría ser objeto
de un blog específico para él solo, pero por hoy ya tenemos bastante. Otro día
seguiremos con el tema.
He visitado algunas de estas zonas declaradas Patrimonio de la Humanidad por distintos países y no acabo de entender qué ventajas proporciona esa declaración. No sé si la UNESCO da algún dinero para su mantenimiento o qué.
ResponderEliminarDesconozco lo que me pregunta, pero le cuento otra cosa. En la lista de marras, figuran en color rojo los que tienen su conservación amenazada (sobrecoge ver en ese estado a todos los de Siria, que, como ya he contado, tuve la suerte de visitar antes de la guerra). En estos casos, cuando se recupera la paz, la UNESCO suele financiar íntegramente la reconstrucción de lo destruido. Así lo hicieron, por ejemplo, con el maravilloso casco histórico de Dubrovnik, arrasado por los bombardeos de los serbios. Al menos eso es una ventaja.
Eliminar