¡Qué gusto, hablar de un artista
del rock sin que se haya muerto! Y además, ¡qué artista! Nada menos que Tony
Joe White, el padre del bayou sound,
el sonido del pantano. El precursor de JJ Cale, de Creedence Clearwater Revival,
del Dr John y los Neville Brothers, entre otros. El pasado 23 de julio,
cumplió 70 años. Tal vez para celebrarlo, ha sacado un nuevo y flamante disco,
llamado Hoodoo. Para ser justos,
diremos que no está mal, aunque se nota que el tipo tiene 70 años. A otros,
como a David Bowie, no se les nota tanto el paso del tiempo; el año pasado sacó
un disco muy bueno, y ahora parece que tiene otro ya grabado, del que empiezan
a circular algunos temas.
¿Qué no saben quién es Tony Joe
White? No es de extrañar, no es demasiado conocido en España, tampoco en USA,
su tierra. Se trata de uno más de los artistas injustamente tratados por la
fama. Nacido en Louisiana, desde joven mostró una habilidad enorme con la
guitarra y una personalidad potente, basada en una voz grave. Toca siempre
sentado, no se quita las gafas negras para nada y no suele sonreír. Normalmente
lleva también un sombrero Stetson de vaquero. Siempre tuvo un punto rural, toda
su vida ha vivido en ranchos, pero desde el principio tendió puentes a la
música negra, y su sonido es muchas veces más próximo a los ritmos descarnados
de un John Lee Hooker, que al country del que procede.
Con 25 años, en 1968, sacó su
primer disco, significativamente llamado Black
and White. Aquí incorpora incluso una sección de viento al estilo del soul de la Tamla Motown, la mítica compañía de Detroit. El disco fue un
bombazo, y abrió paso a una carrera exitosa, plasmada en otros tres, el último
de 1973. Les pongo los nombres, por si los encuentran en algún mercadillo extranjero,
por aquí deben de andar todos descatalogados hace tiempo: “Tony Joe White” (1971), “The
train I’m on” (1972) y “Home made ice
cream” (1973). Todos son excelentes. Pero el último se vendió menos, y
desde entonces no volvió a grabar ningún disco de estudio en mucho tiempo. Como
se imaginan, el tipo no le bailaba el agua al show business, no daba
entrevistas a la prensa, seguía vistiéndose de vaquero y viviendo en su granja.
Cierto que daba conciertos de vez en cuando, pero no diversificaba mucho su música.
Algunas de sus composiciones fueron popularizadas por Elvis Presley, Tina Turner,
Dusty Springfield y otros artistas de éxito, lo que le daba unos ingresos
suplementarios en royalties, con lo que le llegaba de sobra para vivir en su
medio rural.
Una de las características más
curiosas de sus canciones, eran los gruñidos con los que separaba a veces una
estrofa de la siguiente. A primeros de los setenta, el amigo Groucho y yo éramos
seguidores acérrimos de este sujeto, junto con otros amigos de la época, y manteníamos
un debate acerca del origen de dichos gruñidos. Yo sostenía que Tony Joe tenía
un tipo al lado que cada vez le daba un pellizco, para indicarle el momento del
gruñido. Hablo completamente en serio, los creadores del mambo, con Pérez Prado
a la cabeza, utilizaban ese truco para su típico “Aaaaaaah ¡¡UH!!” con que
punteaban sus números. Vean aquí uno de los más típicos.
Por el contrario, Groucho
sostenía que Tony Joe White grababa todas las pistas instrumentales de sus
vinilos en el estudio, y luego se encerraba en el wáter a grabar la voz, mientras atendía otras funciones fisiológicas, lo que
explicaba la calidad e intensidad de sus gruñidos. Groucho es uno de los pocos
seguidores de este blog que hace comentarios identificándose, y puede
certificar que nuestra polémica es cierta. En aquellos años ya había llegado a
nuestros oídos el “Blues del
estreñimiento” de Screaming Jay Hawkins (vean post #70, acerca de esta grabación).
Aquí abajo les pongo uno de los temas que más éxito proporcionó a Tony Joe,
para que juzguen por ustedes mismos. El tema es mítico y se llama Polk Salad
Annie. Además de los gruñidos, fíjense en la sección de viento al más puro
estilo soul.
¡¡Joder!! No me digan que este señor no es extraordinario. Bien, por otro lado, eso de quedarse a grabar la voz
de un disco en solitario en algún lugar recoleto, no es un invento de mi
querido Groucho. En 1969, el gran Kenny Rogers (otro superviviente, éste de 75
años) compuso una canción llamada “Ruby,
don’t take your love to town”, especialmente dolorosa para él, puesto que
despedía a una amante que le dejaba para irse a la ciudad. Este hombre grabó
todas las demás pistas, echó del estudio a los músicos, y se quedó allí solo,
con una botella de bourbon. Se desconoce si se la terminó, yo creo que sí. El
caso es que cayó redondo en el suelo y durmió largamente la borrachera. Cuando
se despertó, sin lavarse los dientes ni nada, grabó la pista con su voz solista
y este fue el resultado.
Volviendo a Tony Joe White, se vio condenado al ostracismo a mediados de los 70 y prácticamente se retiró de la
música, aunque siguió tocando en casa. De vez en cuando lo animaban a interpretar
algunas canciones en festivales, lo que congregaba a sus seguidores. Era una
especie de muerto viviente, un músico de culto con partidarios fieles en la
grey de moteros y músicos de la carretera. En torno a 2005 (no puedo precisar
la fecha), me enteré de que tocaba en Madrid, y me llevé una sorpresa grande
(yo me había olvidado por completo de él, imaginaba que seguramente habría
muerto). El concierto fue en la Sala El Sol y asistimos unos cuantos tipos
raros, con gran predominio de extranjeros, esos que ahora se ha dado en llamar
expatriados, sobre todo norteamericanos veteranos.
En los reportajes que se
escribieron en la prensa antes del concierto, se decía que el tipo estaba
ciertamente retirado, pero que sus propios hijos lo habían animado a grabar
unos temas nuevos. Que le decían: “Papá, joder, que tú eras muy bueno, que no
se te ha olvidado tocar y puedes sacarte unas perrillas como hacen todos los
abuelos rockeros”. El tipo hizo esas grabaciones y se embarcó incluso en una
gira por Europa. Entre el público, la minoría de españoles que asistíamos
estaba compuesta en buena parte por amigos míos a los que me dio tiempo de
avisar y que no habían oído hablar de este artista en su vida.
El concierto fue memorable. Como
de costumbre, Tony Joe cantó todo el tiempo sentado, sin quitarse las gafas
negras ni el Stetson y sin sonreír. Se hacía acompañar sólo por un batería (lo
juro), pero aquello sonaba casi como una orquesta. Todo lo demás lo hacía él,
no me pregunten cómo. Creo que hacía el bajo con el pulgar y el acompañamiento con
los otros dedos. Tenía una armónica al alcance de su boca con el típico soporte
metálico, y un ayudante le cambiaba de guitarra entre canción y canción.
Algunas veces usaba guitarras de dos mástiles, para intercalar algún punteo
especial. Fue un concierto de duración media, el tipo parecía sorprendido por
las ovaciones y las peticiones de canciones concretas, seguramente no imaginaba
que su música fuera tan conocida y valorada en un lugar tan remoto. Entre la
gente a la que lié para venir, ni uno solo se mostró decepcionado.
Y ahora, unos ocho años después,
Tony Joe White se ha animado a sacar un disco de estudio, puede que el primero
en CD. No sé si es una forma de celebrar sus 70 años, o es que necesita pelas.
En cualquiera de los dos casos, les animo a comprarse el disco. Lo venden en
todas partes. Aquí les dejo un anticipo. En la imagen pueden ver el aspecto actual de Tony Joe White. A pesar de las arrugas, sigue siendo él. Un superviviente. Sigan portándose bien.
Hombre...!!!! Muchas gracias por recordarme a nuestro común amigo Antoñito J. Blanco. Gran tipo y excelente músico; le juro a usted que ni me acordaba. Dándole ahora rienda suelta me acuerdo de la discusión de como se producían los gruñidos y tengo que mantener que se hacían en el excusado, es más, el excusado no tenía alicatado hasta el techo porque si no los gruñidos saldrían demasiado "metálicos". Así que tenga usted en cuenta esta precisión por si quiere seguir discutiendo sine die...
ResponderEliminarOtro día hablamos de los hipidos del Dr. Balboa que fueron felizmente copiados por Michael Jackson.
Un abrazo desde terra de mouros.
Los gruñidos eran tal que si estuviera jiñando, pero las canciones de sus cuatro discos son cojonudas. Ya me gustaría a mí recuperarlos. Abrazos y besos.
EliminarTony Joe White era cojonudo, pero su nuevo disco resulta ya un poco patético. he escuchado algunos de sus temas. Los gruñidos, que eran una muestra de la energía que le rebosaba, pasaron a la historia. Ahora sólo susurra. Supongo que necesitará dinero.
ResponderEliminarYa quisiera estar usted así a los 70...Si cree usted que necesita dinero, pues cómprele el disco, hombre, sea un poco solidario. Saludos.
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