Vuelvo de correr por el Retiro,
por primera vez con el uniforme de entretiempo, que ya va haciendo fresquito.
Como he explicado, ya no uso mi equipación invernal, porque no llega a hacer el
frío que hacía antes. Entrado noviembre, mis mallas negras con una raya roja
diagonal, me daban hoy hasta demasiado calor en las piernas. Además, con esto
del cambio de horario he de salir antes para que no me pille la noche. El caso
es que he salido a las 6, y en la calle Atocha había un desmadre de
manifestación de los empleados de la limpieza viaria que empiezan mañana una
huelga indefinida. Salían de Atocha y marchaban hacia Sol, pero, para ir
abriendo boca, han quemado los contenedores de cartón, envases y vidrios en los
que yo, amorosamente, separo mis basuras siguiendo los dictados de la
sostenibilidad planetaria.
Cada vez que acaba una
manifestación en Atocha, queman mis contenedores. Y si se acaba en Cibeles o en
Neptuno o en cualquier lugar del centro, vienen luego y queman mis contenedores. Si los antisistema
montan el pollo, son perseguidos por los antidisturbios y de forma inevitable
acaban en Atocha y queman mis contenedores. Lo de hoy es una novedad: los han
quemado al principio. Me acuerdo de la película Toma el dinero y corre, la primera dirigida por Woody Allen. A su
personaje, cada vez que mete la pata, alguien le quita las gafas, las tira al
suelo y las aplasta con una bota. En la última escena, el tipo se da cuenta de
que la ha cagado una vez más y, con cara de pena, se quita las gafas y se las
pisa él mismo, antes de que lo haga otro. Creo que la próxima vez que anuncien
una manifestación que ronde la zona de Atocha, saldré de casa antes y quemaré
los contenedores de basura yo mismo, para ahorrarles el trabajo.
Siento ponerme en plan Javier
Marías (en lo de protestar, no en la calidad de su prosa, que ya la quisiera
para mí), pero esto de que el vandalismo brote en la salida de una mani me
huele mal, y no me refiero a la peste a plástico quemado que ha quedado en el barrio y que me
impide abrir la ventana. Me huele a consigna, a lema del estilo “caña al mono
hasta que hable inglés”. En este caso, “caña a la Botella hasta que hable
inglés” (ya vimos cómo se maneja en piquinglis,
con ocasión de la relaxing cup). La señá
alcaldesa está en una posición débil, tras el fiasco olímpico, y alguien ha
dado la salida: “a por ellos”. Esto explicaría la andanada de El País de la que
ya les hablé, que cobraría un sentido claro como precampaña previa de los
ataques que vienen.
A partir de mañana, las calles se
van a llenar de montones de mierda. Va a dar gloria pasear por el centro. La
situación se volverá difícil e insoportable, y entenderé entonces las quejas y
los reportajes catastrofistas. La imagen de las ratas campando por la ciudad va
a ser impactante. Lo que me mosquea de la campaña de El País es que haya salido
precisamente en ese tiempo neutro, entre el fiasco olímpico y la anunciada explosión
de las basuras. Era un momento de tregua, entre los augurios de salida de la
crisis, y el convencimiento creciente de que aun no estamos en recuperación,
pero al menos no caemos más. Al empezar su campaña justo en medio de ese
interregno, se les ha visto el plumero.
En el puente pasado he participado
en algunas actividades culturales, de esas que desmienten las diatribas de El
País proclamando que en esta ciudad ya no pasa nada de interés. El jueves
asistí al acto de inauguración del máster de Economía Creativa que dirige mi
amiga Belén Díaz en la Universidad Rey Juan Carlos. El máster pretende tender
un puente entre el mundo del arte y el de la empresa, formar a gente para la
gestión del talento, la promoción del arte o el turismo cultural, temas tan de
actualidad, ahora que la industria de toda la vida se ha ido al carajo. La
conferencia inaugural corría a cargo de mi paisano y amigo familiar Antonio
Pernas, modisto y empresario de talla internacional. Pernas, que tiene unos 70
años, habló de su larga trayectoria en la industria de la moda y dijo que los
tiempos en que cuatro ricos se hacían coser un vestido para ponérselo una vez en
un acontecimiento especial, habían pasado a mejor vida. Ahora es el tiempo del prêt-a-porter, y la industria ha de vestir
a nuevas capas de población cada vez más amplias.
El viejo lema “bueno, bonito y
barato” se ha quedado en bueno y barato, incluso en orden inverso: barato y
bueno. Ahora la gente busca entre lo barato hasta encontrar lo bueno, que lo hay
y mucho. Pernas se declara entusiasta de H&M y otras marcas similares,
capaces de vender una ropa barata pero muy digna. Él mismo venía vestido con un
polo negro de H&M comprado hace tres años. Contó también cómo había entrado
en la Universidad en los años 50 (estudió Montes, curiosamente) y qué duros
eran aquellos tiempos del racionamiento en que sólo los privilegiados accedían
a los estudios superiores. Luego la sociedad española había progresado y ahora
tocaba apretarse otra vez el cinturón. El vestido de marca no es una prioridad
frente a otras necesidades más perentorias y, por ejemplo, un abrigo no debe
costar más de 100 euros, cuando él los vendía a 600 en sus buenos tiempos. Al
final nos quedamos tomando unas cañas en la cafetería de la Rey Juan Carlos,
llena de estudiantes. Un privilegio compartir una cerveza con este coruñés
universal.
El viernes fui al teatro a ver Recortes, una función compuesta de dos
monólogos sucesivos interpretados por Nuria Gallardo y Alberto Sanjuán. Me dejó
un sabor agridulce, porque los recortes parecían haber afectado también a una
obra finalmente súper corta, pero no al precio de las entradas. Alberto Sanjuán
es un actor que me gusta, su obra anterior Retrato
de un joven capitalista era muy buena (hablé de ella en el post #139 “Paranoias”),
y aprecio su esfuerzo aunque no comparta al 100% sus opiniones políticas, pero
esta vez se quedó corto.
Ayer domingo visité una
exposición del fotógrafo inglés Terry O’Neill, compuesta por fotos en blanco y
negro de actores, rockeros y mujeres muy guapas. La historia de este hombre es
curiosa. Nacido en el año 1938, su sueño juvenil era convertirse en batería de
jazz. Los 50 eran años duros en el Londres de postguerra. Como el mejor jazz de
la época se tocaba en Estados Unidos, se le ocurrió presentarse a un puesto de
auxiliar de vuelo en el aeropuerto de Londres, para poder viajar a la meca del
jazz con frecuencia, pero no había plaza, así que aceptó un puesto en la
división de fotógrafos de la British Airways. Un día, paseando por los pasillos del
aeropuerto con su cámara, vio a un tipo con chaqueta y corbata dormido en un
asiento, en medio de un grupo de africanos con sus trajes típicos. Le pareció
una imagen curiosa y disparó.
Resultó que el durmiente era nada
menos que el Secretario del Foreing
Office. Al día siguiente, los periódicos locales pujaron por comprarle la
foto, que apareció finalmente en todos ellos. A partir de ese golpe de suerte,
O’Neill fue contratado como fotógrafo por un diario y se olvidó de la batería.
La explosión del rock y la moda en los dorados 60 le pilló en primera fila.
Suya es una de las primeras fotos de los Beatles, que se puede ver en la
exposición, junto a otras de los Stones, Bowie y muchos otros. También Twiggie.
Mia Farrow, Faye Dunaway, Brigitte Bardot
y otras bellezas. Durante 30 años acompañó a Frank Sinatra, que fue su
amigo del alma. Su método era precisamente ese, acompañaba a los famosos y les
sacaba instantáneas casuales con una pequeña cámara de 35 mm. Entre todas las
imágenes de mujeres guapas y rostros con glamour, paradójicamente la foto que más me
impactó es esta que les pongo aquí abajo.
Paul Newman y Lee Marvin posan en un descanso de rodaje. Joder, díganme: ¿realmente creen que ahora hay tipos
de una pieza como estos? Desde los 60 hasta nuestros días hemos tenido la
suerte de vivir una época única, sesenta años de paz y progreso de la
Humanidad, una suerte que no gozaron los que les tocó vivir en la primera
mitad de siglo. El crash del 29
desembocó en una crisis monstruosa que terminó en la guerra más devastadora de
todos los tiempos. Ahora estamos pasando página y hay que adaptarse porque
pintan bastos. En este momento crucial, viene a colación una buena noticia.
Mi amigo Gonzalo Hidalgo Bayal,
extremeño de pro, buscador incansable de palíndromos y escritor de talla mundial
de quien hace unos días cité un verso sobre el Atlético de Madrid, ha logrado
algo milagroso en este país: ser profeta en su tierra. El diario de Badajoz Hoy, que por estas fechas elige a los
personajes locales más destacados del año, ha celebrado sus 25 años de certamen
nombrándolo extremeño del año. Aquí el link de la noticia, y una entrevista con
él: http://www.hoy.es/v/20131102/regional/escritor-palabra-demasiado-grande-20131102.html
Les voy a citar textualmente un fragmento del discurso que pronunció al aceptar
el premio. Como es amigo, me voy a permitir alterar un párrafo, de forma que su
reflexión se extienda de Extremadura a toda España. La confianza tiene estas cosas.
Vivimos
tiempos de desventura económica, de desánimo civil y de penuria cultural, en un
contexto de sustantivos adversos y adjetivos intercambiables: tiempos de
incertidumbre estructural. Pertenecemos, además, a un país acostumbrado a los
rigores estadísticos, con experiencia histórica en sinsabores y estoicismos.
Todo ello, sin duda, conduce a la melancolía y también, quizás, al
ensimismamiento. Así las cosas, no sé si la literatura sigue teniendo algún
valor, más allá de los alivios analgésicos que a menudo proporciona, o si se
hunde cada vez más hondamente en los índices de la insignificancia. No
obstante, siempre he creído no sólo que la literatura es necesaria, sino que, a
pesar de todos los pesares, prevalecerá: porque dice lo que no puede ser dicho
de otro modo y porque es la manifestación más singular de la especie humana,
inexorablemente unida a su origen, su sentido y su destino.
Grandes verdades enunciadas en un castellano magnífico. Un
crack, mi amigo Gonzalo. Pasen una buena noche. Y hagan por descansar. Vienen
tiempos duros.
"Titúlenlo" me parece una palabra magnífica que nunca había visto escrita. Juntar unas pocas letras y que uno se quede pasmado mirándolas es un ejemplo de que, como dices, lo bueno y bonito puede ser barato. Y cómo titular este post tan cascabelero? Yo propongo "Llenen sus bodegas que vienen elecciones".
ResponderEliminarJULIAN
Pues lo cierto es que empecé a escribir con varios temas en mi cabeza, con la sensación difusa de que todos estaban relacionados, pero sin una idea muy clara de cuál era esa relación. Al final, me quedó uno de esos textos en que no se sabe qué parte predomina sobre las demás. Me faltaba sólo el título, pero era tarde, estaba cansado y tenía mucho sueño. Así que lo dejé al albur de que cada lector pusiera el título que quisiera. Me alegro de que pienses que he hecho de la necesidad virtud, como se dice, pero la realidad es como te la cuento.
EliminarA ver si se anima más gente a mandar propuestas de título. El tuyo me parece muy bueno, te anticipas a lo que viene. Yo creo que estas europeas que vienen primero van a ser un récord de abstención (veremos si no entramos en el Guiness). Las locales, para las que quedará después un año, más o menos, serán una buena ocasión de llenar las bodegas, única forma de soportarlas.
Hace unos días entrevistaban en alguna parte a un vagabundo de los que viven en la calle y le afeaban el hecho de que el monto total de las limosnas que recolectaba fuera destinado a la adquisición de vinazo barato de tetrabrik. Respuesta del tipo: si no bebiera, esta situación se me haría insoportable. Pues así estamos un poco todos, viviendo en la calle, en este erial ideológico y ético en que nos movemos. A la intemperie. Como decía un amigo mío, es que ya no tenemos ni intemperie siquiera.
Un abrazo, amigo Julián.
A mí también me deprime y me encoleriza que quemen contenedores, me reafirma en la sartriana idea de que el hombre es una pasión inútil, pero cuando 1400 barrenderos van a ser arrojados a ese agujero negro del paro y la exclusión social, me parece un ejercicio de dandismo llorar sobre los contenedores volcados o sobre la leche derramada. Me adhiero a tu propuesta: los quemamos antes y les ahorramos el trabajo.
ResponderEliminarAcepto tu crítica, y ya tenía serias dudas al respecto (por eso cité a Javier Marías, que no sé si es consciente del dandismo que supone quejarse de que los borrachos canten de madrugada bajo su ventana, con la que está cayendo). Aprovecho el pie que me pones para aclarar que no tengo nada contra los barrenderos, que creo que su lucha es justa y que simplemente me sorprendió que en el mismo momento del arranque de su marcha, ya estuvieran quemando contenedores y desparramando su contenido (dentro un contenedor hay un contenido, una lógica cartesiana aplastante). Puede que eso estuviera preparado y respondiera a una consigna, como yo he dicho en mi post, pero también puede ser que ya vinieran a la marcha muy quemados, después de meses de intentar negociar el ERE que se les viene encima. Lo dejaremos así, en empate, ya no estoy tan seguro de lo que escribí anoche.
EliminarAcojonante el texto de G.H.Bayal. Y acojonante la foto. El resto, para mí, más prescindible. Yo que usted me limitaría a seguir trayendo ese tipo de cosas que llaman su atención y la de sus lectores y me olvidaría de intentar envolverlas en un pegamento artificial que estira innecesariamente sus textos. Se lo digo de buen rollo, es una opinión personal, no pretendo ofenderle.
ResponderEliminarLe agradezco el consejo. Hacerlo como usted dice me supondría mucho menos trabajo. Pero este blog se convertiría en uno más de los miles que atiborran la nube. De momento no pienso cambiar de formato. Más adelante, qui-lo-sa.
EliminarCoincido en su apreciación sobre la imagen de los dioses "hollywoodenses" y en que el texto de Bayal es magnífico, pero a mí, Emilio, al contrario que al espontáneo crítico "de buen rollo", me interesan mucho tus reflexiones, las disfruto y en muchas ocasiones las comparto. En cuanto al título, no puede ser mejor para estos "tiempos de desventura"; así, tus lectores también tienen que esforzarse en ser más creativos, en intervenir en el texto más allá del simple comentario.
ResponderEliminarGracias por tu apoyo, pero aplícate el cuento: ¿cual sería tu título?
Eliminar"Madrid es la gloria". Ese es mi título, para molestar. Ah, yo tambien disfruto de tus post y los comparto casi por entero. Un abrazo
ResponderEliminarGracias también a ti. No busco unanimidad en las opiniones, yo ofrezco la mía y doy pie a que cada lector diga lo que le parezca. Ciertamente, la ciudad está hecha una ruina, con la huelga de barrenderos. Así aprenderán los que se quejaban antes de que las calles estaban sucias. Ahora, ciertamente, es la gloria. Un abrazo.
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