Harto de tanta actualidad. ¿Qué
hago yo aquí hablando todo el rato de noticias y cotilleos? Si lo que yo quería
era escribir de literatura y de rock y de cine y de la vida. Un año entero
subiendo textos de usar y tirar. Temas sin importancia, que se olvidan a los
dos días. Lo único de verdad trascendente que ha sucedido en este tiempo ha
sido la muerte del bueno de JJ Cale, que me pilló a traición cuando ya tenía
escrito un texto para subir. Había utilizado su música antes para aderezar los posts #129 y #150, cuando me sorprendió
la noticia de su muerte. Tenía ya preparado un post sobre malentendidos
lingüísticos en el que, de pasada, se informaba del embarazo de mi amiga holandesa R. y
me vi obligado a improvisar unas frases sobre el fallecimiento súbito de Cale
(post #155). Una vida que se iba y otra en proyecto.
Tengo la sensación de no haber
homenajeado suficientemente a este músico realmente singular, del que la prensa
diaria apenas publicó dos renglones informando de su muerte por infarto a los
74 años de edad. Así que me pondré a ello rescatando una de las líneas menos
exploradas últimamente en este blog, la de los textos llenos de videos
musicales, a la manera de lo que empezó en su blog efímero el perrito Casper
Yorke, uno de los primeros visitantes de este foro, que se cansó tan pronto de
cultivar su propio foro, como de participar en este. Cultivar, he dicho.
No es mala metáfora.
Joe, mi hermano mexicano, tiene
un huerto a cuyo mantenimiento y explotación dedica parte de sus ratos libres.
Según la temporada, ha de preparar la tierra, seleccionar las semillas, vigilar
el riego, quitar las malas hierbas, combatir el pulgón, abonar, preparar
invernaderos, recoger los restos de la cosecha para preparar el compost.
Salvando las distancias, es un poco lo que yo hago: cultivar el Blog. He de
preparar borradores, revisar la ortografía, buscar temas nuevos, eliminar malas
hierbas y guardar los restos desechados por si se convierten en compost
literario. Y cuando ya tengo los frutos en forma de posts, subirlos al blog. Mis lectores los consumen luego, igual que
los tomates de mi amigo. Afanes de prejubilado inquieto.
JJ Cale fue un músico cojonudo y
un personaje tímido e introvertido. Nacido en Oklahoma City en 1938, no publicó
su primer disco de cierto impacto hasta 1971, con 33 años. Para entonces llevaba
a cuestas una larga trayectoria como músico medio folk, medio blues. Su pasión
le había llevado a California, el Eldorado de los músicos, junto con una serie
de paisanos (okies), como el pianista Leon Russell. Allí malvivió tocando en
bares, dando conciertos con público escaso y aprendiendo de la vida. En 1971 al fin
consigue que le dejen hacer una grabación a su bola, el disco Naturally. A
cambio hubo de dejar que le cambiaran el nombre (se llamaba John Cale, pero ya
había otro John Cale famoso en la música) y que le inventaran un origen falso
de Nueva Orleans (de ahí lo de JJ, de Jean Jacques). Naturally inicia una carrera de músico minoritario, al que adoran sus seguidores fijos, distribuidos por todo el mundo.
También se rodeó de una aureola
de tipo huraño, que huía de las cámaras de fotos y los micrófonos de la prensa,
que vivía en la montaña sin ver a nadie y de vez en cuando bajaba a la ciudad a
entregar sus nuevas canciones, que él mismo grababa de forma artesanal. Todo
esto es pura leyenda, aunque es cierto que llegó a vivir en una autocaravana
medio aislada, que no le gustaban los conciertos multitudinarios y que, cuando
por fin lo convencían de que actuara en algún teatro de San Francisco, las
masas de seguidores de su música que abarrotaban la sala se encontraban al
subir el telón con un tipo pequeñito, que saludaba mínimamente e inmediatamente
se sentaba en una silla de espaldas al público y ya se quedaba así todo el concierto. A la vejez, cuando le preguntaban por esto, se reía y decía que no lo hacía por una falta de respeto a
la gente, sino porque le gustaba tocar sentado y comunicarse visualmente con sus
músicos. Lo mismo que hacían los directores de
orquesta y no se les criticaba por ello.
Después de numerosos discos de
culto, sin alcanzar nunca un gran éxito multitudinario, acabó viviendo tranquilamente con su
mujer en Escondido, una pequeña
localidad cercana a San Diego y haciendo lo que le gustaba: grabar de vez en
cuando un disco y alguna que otra gira o actuación esporádica. Era un tipo que
no era nada huraño, que destilaba buen rollo y quería mucho a sus amigos, que a
su vez lo adoraban. El primer video que vamos a ver incluye After midnight y Call me the breeze en directo con su amigo Eric Clapton en el festival Crossroads,
que se celebró en Dallas en 2004. JJ Cale tenía, por tanto 65 años. Vean qué
felicidad destila.
Algunas cosas sobre este video. La
forma de tocar de Cale es ciertamente atípica. Puntea con el pulgar y acompaña
con la mano abierta, como si se estuviera quitando unas migas de la barriga.
Con esta técnica tan extravagante saca un sonido extraordinario. A su lado el
gran Eric Clapton, tocando concentrado de forma ortodoxa con su púa. Un
auténtico gentleman de la guitarra.
Clapton está considerado como uno de los mejores guitarristas de rock de
todos los tiempos. En los setenta sus seguidores llevaban pins con la leyenda Clapton
is God. Vemos también una mujer que toca la tercera guitarra, muy guapa y
feliz de poder estar al lado de estos dos monstruos.
Esta mujer se llama Christine
Lakeland, es la esposa de Cale y le ha acompañado desde siempre, como veremos. Christine debe
tener ahora unos 60 años. En esa grabación tendría entonces 49. Christine tiene su propia vida y su carrera como folk singer de escaso éxito. Cale era su marido, su productor y su protector en el mundo del disco. La
segunda grabación es de 1979. Cale, 40 años, toca After
Midnight sentado, como le gustaba. A su lado una mujer muy joven. ¿La
reconocen? Christine tendría, según nuestras cuentas, 24 añitos. También vemos aquí al gran Leon Russel al piano.
Y ahora, una última pieza, en la que se
puede percibir la intensidad de la conexión musical y vital que había entre Cale y Lakeland. Es
una grabación improvisada en algún estudio de Holanda, la tierra de mi amiga R. La escena es de 1994. Cale
tenía, pues, 55 años y Lakeland 40. Cale toca con la mano suelta, como si se
rascara el ombligo. Y es increíble el sonido que consigue con apenas un bajo,
una pandereta y un batería con escobillas. No se pierdan la breve aparición del
general Custer a los teclados. Esta canción es una verdadera delicia.
Es curiosa la forma en que los
medios modernos permiten conservar escenas de toda una vida. Antiguamente, la
memoria de los músicos quedaba en sus composiciones, la de los escritores en
sus obras y poco más. Ahora es posible reconstruir tres instantes de la vida de
un tipo que tenía una cierta alergia a que lo fotografiaran o lo grabaran. De
la suma de estas tres grabaciones, en tres momentos distantes de la vida de JJ Cale, se puede obtener una radiografía de la
personalidad del músico. Un tipo cariñoso, solitario, con pocos amigos pero muy
fieles, relajado, destilando buen rollo y haciendo una música extraordinaria, impregnada
de ese carácter.
Cuando se supo su muerte, yo
hablaba del embarazo de mi amiga. El niño ha nacido ya y aquí tienen su foto. Se llama Japi Toon Thelonius S. Por si no lo saben, en Holanda la gente
tiene sólo un apellido, aquel con que les registran, generalmente el del padre.
Para compensar esta escasez, heredera de tiempos calvinistas, los holandeses
gustan de poner a sus hijos nombres múltiples y sonoros. Aquí la "S" corresponde
al apellido del padre, que no revelaré por respeto a su intimidad. La madre, mi
amiga R., me ha dado permiso para publicar la foto (siempre que no sea en
Facebook).
Y aquí tienen al bueno de Japi
Toon Thelonius. Va a ser un niño muy
feliz y querido. Ha nacido en la parte rica de la humanidad y tiene todos los
números para ser un gran tipo, un chicarrón del norte, un great dutch boy. En unos años aprenderá a andar en bici por los
caminos de Amsterdam. Será fuerte y deportista como sus padres. Tal vez le dé
por estudiar Económicas y entre en la Erasmus Universiteit de Rotterdam. O quizá
se dedique a la investigación genética, o a la nanotecnología. Será hincha del
Ajax, o tal vez del Feyenord. Y será sin duda un gran viajero, como todos los
holandeses.
Unos vienen, otros se van. Es la
ley de la vida. Para cuando el gran Japi Toon Thelonius sea adulto, algunos
estaremos ya criando malvas. No se sabe cómo va a ser el mundo para entonces.
Los de mi generación hemos tenido la inmensa suerte de vivir en la segunda
mitad del siglo XX, la mitad de la paz. Porque la otra, la primera, fue horrorosa.
Tal vez aquellas guerras de sesenta años atrás no se vuelvan a repetir nunca.
Querido Japi: desde este foro te deseo la mayor de las fortunas.
Melancólico te has puesto, querido amigo. Me ha gustado ese tipo, J.J.Cale y salud y suerte para Japi Toon Thelonius.
ResponderEliminarDespués de los 60 se empiezan a ver las cosas con otra perspectiva. Pero no quisiera pasarme de melancólico. Como observador de las personas, me siguen fascinando los niños y los jóvenes, con todo su potencial, con sus inseguridades y sus dudas. El espectáculo de la vida.
EliminarUn abrazo, amigo.
A mí siempre me había gustado la música hasta que un día, con 18 ó 19 años, mi cuñado me descubrió a JJ. Nunca había sentido nada parecido. Qué personalidad! Qué sonido! A partir de entonces, chico, quedé intoxicado para siempre.
ResponderEliminarEra un tipo estupendo. Y creo que este blog le debía una despedida más amplia que la que le dedicamos a finales de julio.
EliminarEstán bien enlazadas la muerte y la vida: J.T. Thelonius es el relevo generacional de J.J. Cale. Así que no descartes que, en lugar de economista (¡qué horror!), genetista o nanotecnólogo, el niño de tu amiga R. sea músico.
ResponderEliminarOjalá sea músico, como tu dices
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