Ya les he dicho que desde hace como un año este blog viene recibiendo regularmente más visitas de Estados Unidos que de España, lo cual no es muy de extrañar si tenemos en cuenta la predominancia de los temas relacionados con ese país, desde el desarrollo de las elecciones presidenciales hasta el mundo del blues y mi fascinación por Samantha Fish y otros. Así que seguiremos insistiendo, aunque no pierdo de vista otros asuntos, como el del Yemen. La guerra sigue implacable en ese desgraciado país en donde ahora mismo se está registrando la mayor emergencia humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial. Y no sé si se han enterado, pero el otro día se produjo un suceso significativo. Forzado por la presión de Arabia Saudí, el presidente en el exilio Hadi consiguió enhebrar a duras penas un acuerdo con los separatistas del sur, ampliando lo que se conoce por La Coalición, para organizar un frente común contra los rebeldes hutíes que controlan el norte y la antigua capital unificada Sanaa.
Para formalizar ese acuerdo, Hadi nombró un nuevo gobierno en el que se integraban también ministros de los separatistas. Ese nuevo gabinete, reunido en Ryad, decidió que se iban todos en un avión a Aden, donde se instalarían para empezar su tarea de gobierno. Todos, menos el propio presidente, que ha decidido quedarse un tiempo más, cómodamente instalado en Ryad, a ver los toros desde la barrera. El avión aterrizó en el aeropuerto de Aden el 30 de diciembre y fue recibido con una batería de misiles disparados desde drones. 26 muertos y más de 50 heridos. Todos los ministros sobrevivieron al ataque y lograron llegar a la nueva sede del gobierno. La cúpula de los hutíes ha dicho no tener nada que ver con el ataque, que ha atribuido a disidentes de los separatistas del sur, contrarios al acuerdo alcanzado. Ya ven cómo están las cosas. Procuraré estar atento a este tema y tengo pendiente hablarles de la reciente guerra de Azerbaijan, que ha pasado casi desapercibida en medio de la pandemia.
Pero volvamos a mis temas recurrentes. Como saben, pagué 25€ para tener acceso al concierto de Nochevieja organizado por las cinco salas más prestigiosas de New Orleans, cinco horas seguidas de música, a pesar de que no pensaba trasnochar en el Fin de Año. Ahora tengo el podcast a mi disposición para ver los conciertos todas las veces que quiera durante seis meses. De hecho, el concierto de Samantha lo he visto ya dos veces, porque está muy bien filmado, en alta definición y con múltiples cámaras. Vamos, que se le verían los granos a la diva, suponiendo que tuviera alguno. Ese concierto no se colgará total ni parcialmente en Youtube, porque es una exclusiva de Tipitina’s TV. No sé cuánta gente lo vería desde sus casas, lo único que sé es que 25€ es un precio asequible y que los organizadores han debido de hacer un buen negocio, viendo la tarjeta de agradecimiento que nos han mandado a los que pagamos. No sé por qué no hacen algo así los músicos españoles, en vez de llorar tanto.
Cuando se desató el pánico por la pandemia, Samantha estaba en plena gira por Europa con su big band que incluía piano, saxo y trompeta. Tocó en París en La Cigale el 11 de marzo, y parece que todavía dio un concierto más en algún lugar de Bélgica. Entonces hubo que salir por piernas. Según ha contado ella misma, toda la banda, con sus instrumentos, se fue al aeropuerto de Ámsterdam, pero no había plazas en los vuelos directos a USA, así que se montaron en el primero que pillaron, a Moscú, donde hicieron una escala agotadora de 24 horas, antes de poder volar a su tierra. Allí se encerraron en sus casas a pasar el lockdown. Seis meses después, Samantha debutó en el Tipitina sin público (concierto que vi en directo) y luego empezó una gira ya con público, que llamó Social Distance Tour, que arrancó en su tierra Kansas City con dos conciertos que también vi en streaming, y que se ha prolongado hasta el fin de año.
No sé si lo han advertido, pero prácticamente el 100% de los videos de Samantha que les he traído al blog corresponden a actuaciones anteriores a la pandemia. De esta última gira, creo que ninguno. Si buscan entre mis posts dudo que encuentren valoraciones muy entusiastas sobre estos conciertos. En cambio, he deslizado comentarios de que había vuelto del encierro un poco fondona y que sus primeros conciertos terminaban con la melancólica Don’t let it bring you down, no dejen que esto les deprima, del gran Neil Young. OK. El problema de Samantha no era de kilos, de hecho ya antes del encierro empezaba a estar bastante hermosa. El problema es que estaba un poco fuera de forma, después de seis meses sin contacto con el público. Tengan en cuenta que esta señora estaba haciendo más de 200 conciertos anuales desde hacía varios años. Samantha es muy profesional y siempre se esfuerza en sus interpretaciones, pero parecía que le faltaba ese plus de inspiración, esa personalidad, esa determinación sobre el escenario por la que siempre se había caracterizado.
Los que siguen el mundo del fútbol saben que los jugadores que vienen de una lesión larga, necesitan minutos de juego hasta que recuperan su anterior brillantez. Y yo, que he sido corredor, también sé que no es lo mismo entrenar que correr carreras, que en estas últimas uno se viene arriba y mejora mucho sus prestaciones de los entrenamientos de forma automática. Samantha necesitaba minutos y ya los ha tenido. Además, acostumbrada a estar arropada por una big band con la que podía tomarse pequeños descansos para dejar lucirse a sus músicos, ahora ha vuelto al formato power trío, con un bajo y un batería a los que no conocía y teniendo que ser ella la que llenara todo el torrente de sonido, con su voz y su guitarra.
Mediada su gira, le prestó a Tab Benoit a su batería Terence Higgins, para ver si se animaba, pero la gira de su maestro no ha tenido mucho recorrido y Higgins está de nuevo con ella, junto al bajo Ron Johnson. El concierto de Nochevieja es espectacular y se puede ver a Samantha otra vez plena de energía. Yo invito a quien quiera venir a mi casa a verlo en mi televisor, con derecho a una cerveza Estrella Galicia. Pero, como van a ver, esa energía ya brotó en su anterior aparición pública, el 26 de diciembre, con motivo de la iniciativa Georgia comes alive, algo así como Georgia cobra vida, un concierto virtual destinado a estimular la participación en la elección de los dos senadores del estado, que se celebra mañana mismo, y de la que les hablo más abajo.
De ese concierto sí que se puede ver ya en Youtube uno de los temas interpretados, lo ha colgado la propia Sam en su Facebook y van a verlo para comprobar lo que digo. Su actuación se transmite en directo desde el escenario del Tipitina, presidido por la efigie del Profesor Longhair. Samantha sale como un ciclón con una de sus cazadoras más queridas, no es que tenga mucho fondo de armario como saben, y con un maquillaje relativamente discreto. Pueden ver todo lo que les digo: cómo su guitarra genera un fondo sonoro apoyado en bajo y batería y sobre eso despliega su energía en directo, con una seguridad absoluta, sin concesiones, perfectamente empastada con sus acompañantes, con una mirada fiera, casi fanática, y animándose todo el tiempo con sus gritos característicos entre verso y verso. Ha dejado atrás la melancolía y mira hacia el futuro con determinación. Son cuatro minutos arrolladores, que les sugiero ver en pantalla completa. Podemos decir que Samantha está ya en plena forma, que por fin ha vuelto: Samantha comes alive.
¿Cómo está el tema de las elecciones americanas? Pues Trump no ha doblao todavía y casi nadie entiende su empecinamiento. El Partido Republicano le ha dado ya la espalda, salvo excepciones, pero no tenemos que olvidar que este señor saco 74 millones de votos y encuestas de ahora mismo dicen que algo más de la mitad de esos votantes manifiestan estar seguros de que hubo trampa, ya saben, que los demócratas compraron una aplicación inventada por Hugo Chávez que convertía los votos republicanos en demócratas por arte de magia. Veamos unos datos. En 2016, Trump obtuvo 63 millones de votos y Hillary 66. Ahora los números ya los conocen: 74 millones para Trump y 81 para Biden. Realmente es algo que no consigo entender. ¿Los 63 millones de votantes de 2016 le han vuelto a votar? No es creíble, yo creo que habrá decepcionado a bastantes. Pero aceptando que sí, como mera hipótesis, ¿de dónde han salido los 11 millones de votantes adicionales? ¿Qué votaron esos 11 millones en 2016? Me gustaría leer algún estudio serio al respecto.
Los pasos que quedan ahora suelen ser meros trámites, pero en esta ocasión no sabemos si Trump se guarda alguna carta en la manga. Ayer, 3 de enero, se constituyó el Congreso en Washington, en el edificio situado en Capitol Hill, la colina del Capitolio. Renovó como presidenta la demócrata Nancy Pelosi, a la que ven arriba dando las gracias a los congresistas por su confianza renovada. Nancy podrá seguir al menos dos años más blandiendo el mazo con el que llama al orden a los congresistas que se pasan de frenada, si bien hay que recordar que el Partido Republicano ha aumentado en diez su número de representantes, recortando la ventaja demócrata. Mañana 5 de enero, se celebrarán las decisivas elecciones al Senado de Georgia, que tienen que repetirse después del virtual empate registrado. Son dos las plazas que se eligen y hay dos candidatos demócratas y dos republicanos.
Yo veo bastante difícil que ganen los dos demócratas y con uno no basta para controlar el Senado. Georgia es un estado tradicionalmente muy conservador, en donde ganó Biden por los pelos. Y normalmente habrá un efecto rebote: los dos republicanos se presentan ya sin la foto de Trump en la papeleta y los demócratas ya no pueden meter miedo con lo de que viene Trump. Como siempre, en las ciudades, especialmente en Atlanta, habrá más votos demócratas, sobre todo porque la población negra es mayoritaria. Yo he hecho escala muchas veces en el aeropuerto de Atlanta y puedo dar fe de que el 100% de los empleados de la terminal eran negros. La remota esperanza de los demócratas, está ligada a una participación de récord. Eso explica la organización del festival virtual Georgia comes alive, del que hemos hablado arriba.
Otro tema es si les dará tiempo a contar los votos antes de la solemne reunión de Congreso y Senado del día siguiente. En España se cierran los colegios a las 20.00 (en Canarias a las 21.00) y esa misma noche hay ya unos resultados bastante fiables. En USA no. En USA son muy bolos y tienen que contarlos por los dedos y comprobarlos varias veces. El miércoles 6 de enero, la reunión conjunta de Congreso y Senado se dará por enterada de los resultados de la elección presidencial que ya han enviado los diferentes estados. Sería un escándalo que no confirmaran presidente a Biden. Pero Trump ha convocado a esa hora a sus seguidores a una manifestación callejera monstruosa, para denunciar el fraude masivo. Y, si más de la mitad de los 74 millones de yanquis que lo han votado le siguen creyendo, basta que una décima parte de ellos salga a la calle para que se arme la marimorena.
Queda un último trámite. El 20 de enero, el presidente electo se presentará en el Capitolio para la llamada Sesión de Investidura. Allí, a la puerta del ala oeste, tendrá lugar el solemne acto de jura del cargo, un acto que se lleva organizando desde septiembre por un comité conjunto de los dos partidos. Suele ser habitual que el presidente saliente y el electo se reúnan primero en la Casa Blanca y acudan juntos al acto con sus señoras. En este caso, tal vez tendrían que ponerle a Trump una camisa de fuerza para que no se líe a mamporros con su sucesor. En el acto, lo más típico es que la primera dama entrante sujete una Biblia. Su marido apoya en ella la mano izquierda y, levantando la derecha con la palma abierta, dice: Juro solemnemente que ejerceré fielmente el cargo de Presidente de los Estados Unidos y, hasta el límite de mi capacidad, preservar, proteger y defender la Constitución de los Estados Unidos.
En ese momento, Biden será ya formalmente el 46º presidente de los USA y podrá ir a la Casa Blanca como inquilino para los cuatro años siguientes. Hace cuatro años, Trump quiso que su señora sujetara dos Biblias, una suya y otra la que utilizó Abraham Lincoln, como ven en la imagen de arriba. La Biblia de Lincoln es también la que usó Obama en sus dos tomas de posesión. Veremos cómo va la cosa este año. En 1977, Jimmy Carter tuvo la ocurrencia de ir desde el Capitolio a la Casa Blanca caminando tranquilamente, después de la jura. Alguno lo imitó en las siguientes, pero ahora es una práctica radicalmente desaconsejada por motivos de seguridad. Y la pandemia incidirá de muchas formas en todos los detalles de la ceremonia; ya saben que Biden ha dicho que piensa desinfectar escrupulosamente la Casa Blanca antes de instalarse en ella.
Momentos apasionantes los que vienen, empezando por la elección mañana de los dos senadores de Georgia. Les dejaré con un poco más de música. De Atlanta son precisamente las dos hermanas Lovell, Megan y Rebecca, las líderes del grupo Larkin Poe. Si hay algo que comparten todos estos artistas que andan por la treintena y llevan ya diez años de carrera, además de su condición de grandes instrumentistas en directo, es una cultura musical amplísima. Larkin Poe han rescatado una canción no muy conocida de Bob Dylan: New Pony, del álbum Street Legal (1978). Vean que versión más vibrante hacen estas chicas. Rebecca, la del vozarrón y la personalidad arrolladora, la seguidora acérrima de Malcolm Young de AC/DC, esta vez le deja casi todo el protagonismo guitarrero a su hermana Megan, la más tímida, la de la slide-guitar horizontal. Yo estoy enamorado de Samantha, pero ya saben que soy partidario decidido del poliamor. Y estas chicas son sencillamente espectaculares. Que pasen una buena semana de Reyes. Y abríguense bien, que viene temporal del de verdad.
¡Cómo te gustan las rockeras jovencitas con carácter! La verdad es que la tal Rebeca está guapísima. Y de Samantha, para qué decir...
ResponderEliminarSe equivoca usted, amigo. A mí la que más me pone de las chicas de Larkin Poe es Megan. Esa mirada, esa dulzura, esa forma de retar visualmente a su hermana, a la que apoya en todo momento, retratan a una mujer muy cariñosa y con mucho contenido, sin menospreciar a su hermana. Si yo tuviera niños pequeños y tuviera que elegir entre ambas para nombrar un tutor para ellos, elegiría a Megan sin dudarlo.
EliminarImpresionante la foto de la toma de posesión de Trump, vista a la luz de los últimos sucesos: parece una escena reproducida en un Museo de Cera, todos los integrantes parecen muertos vivientes. Los Estados Unidos han estado en manos de ese zombi cuatro años, es como una mala pesadilla.
ResponderEliminarSamantha, contundente, efectivamente parece en buena forma. Y la cover de Larkin Poe creo que levantaría de su poltrona la viejo Bob.
Tiene razón, parecen personajes de cera, o vampiros escasos de sangre para alimentarse. Bien observado.
EliminarDe las chicas, qué más quiere usted que diga...