viernes, 1 de mayo de 2020

937. CC18. Pablo Ca y los capullos de primavera

Marzo infeccioso y abril cauteloso,
anuncian un mayo sano y jubiloso

Refrán que me acabo de inventar hoy, primero de mayo, cuando cumplimos el día 50 de confineo y poquito a poco parece que vamos a empezar a liberarnos del encierro. Para empezar, mañana tal vez me aventure a dar una vuelta por la calle, seguramente de anochecida, ya que por la mañana he de correr de nuevo en círculos por el salón de mi casa, a la vista del que el alcalde Almeida ha anunciado que mantendrá los parques cerrados por ahora. Este señor se ha ganado mi respeto a lo largo de esta ya larga crisis y no tengo ningún motivo para pensar que lo haga por joder. Si él lo ha decidido, pues bien decidido está. Por otro lado, habrán advertido que, por unos pocos meses, me he librado de tener que salir a la hora del ángelus, en compañía de todos los vejestorios del barrio, dicho este apelativo infamante con todo el cariño y empatía de un inminente socio de dicho colectivo.

Antes de eso, esta noche a las nueve, los colegas de Madagascar vamos a tomarnos una cerveza juntos, a través de la plataforma Zoom, recordando los buenos tiempos. ¡Qué bien lo pasamos en ese viaje mítico! Hace unos meses me mandaron una foto mía atravesando el precipicio mayor del Tsingi Grande, por un puente escueto al que me hube de sujetar con los dos mosquetones reglamentarios del arnés. Vean, vean, qué valiente que soy.


¿Cómo dicen? ¡Ah! que no les parece demasiado peligroso. Oigan, que me estaba jugando la vida. A ver si alejando un poco el punto de vista...


Al fondo pueden ver que faltan algunas tablas del puente.  ¿Que tampoco cuela? Bueno, pues nos alejamos otro poco. A ver así qué tal.


El Tsingi Grande es un paraje ciertamente único en el mundo. Cumplida esta concesión a la nostalgia de ese pasado feliz en que podíamos pillar un avión y largarnos a lugares como Japón, Birmania, Chile, Madagascar, Vancouver, San Francisco, Chicago, Tijuana, Oslo y tantos otros que se han contado en este blog, vamos a centrarnos en el título del post. Cuando yo era niño, la radio era un complemento imprescindible en la peripecia cotidiana familiar de nuestra casa de La Coruña, al lado del mar inmenso. En aquellos tiempos, en casa se oían las dos únicas emisoras que había: Radio Nacional y Radio Coruña, EAJ-41, a la que la gente llamaba Radio Pancho, en alusión a su fundador el ilustre don Pancho Hervada.

Al final de los noticiarios, que entonces se llamaban El Diario Hablado y a los que se tenían que conectar obligatoriamente todas las emisoras, había un comentarista de fondo que se anunciaba pomposamente: “La Hora del Mundo, por Pedro Gómez Aparicio”. Era un coñazo, hasta el punto que mucha gente apagaba la radio en ese momento. Mi padre vino un día de la calle muerto de risa, porque alguien le había contado en una tertulia que al tipo lo apodaban Pedro Go, ya que todo el mundo giraba el dial en ese punto, antes de que empezara a hablar. Y, a partir de ese día, todos en mi casa nos abalanzábamos a la radio para apagarla en el momento justo. Solía ganar mi padre casi siempre.

Casi cincuenta años más tarde, a mí me pasa lo mismo con otro personaje público. Si me da por ver por la tele algún trozo de los soporíferos y eternos debates de las Cortes, cada vez que dicen: por el PP tiene la palabra el diputado Pablo Ca, apago la tele inmediatamente. Lo siento, pero no lo soporto, me pone enfermo. Además, lo que dice no me interesa lo más mínimo, ya lo sé de antemano: que Pedro Sánchez lo ha hecho todo mal otra vez. Miren ustedes qué casualidad, que no haga ni una cosa bien. Pablo Ca podría tener el discurso pregrabado y hablar en playback, porque siempre dice lo mismo, qué cansino. Miren que he hecho esfuerzos sobrehumanos para no hablar de política en el blog, desde que llegó la calamidad del virus, pero es que ya no me puedo callar. Porque está en peligro la prolongación del estado de alarma y nos jugamos en ello todo lo que, bien o mal, se ha hecho hasta ahora.

Veamos, estamos en una emergencia. Cuando hay un incendio en tu casa, tienes que seguir lo que diga el presidente de la comunidad, aunque te caiga gordo, tenga halitosis o sea imbécil perdido, incluso en el improbable caso de que te haya levantado la novia. Joder, es el que manda y se trata de apagar el incendio por el bien de todos. El problema de Pablo Ca es que él y los que le siguen nunca han aceptado que Sánchez sea el presidente, y sostienen que es un okupa de la Moncloa y otros latiguillos. No sé, tal vez se les ha olvidado que la lista que encabezaba fue la que más votos absolutos cosechó en España, por dos veces además. Y que, coherentemente con ese dato, el Rey le encargó formar gobierno. ¿Cuál es el problema? ¿Es que el PP no hubiera hecho lo mismo si hubiera podido? ¿Es que le hubiera hecho ascos a pactar con Vox? Ya lo ha hecho en el Ayuntamiento de Madrid donde, por cierto, la lista más votada fue la de la ya jubilada señora Carmena. Y, que yo sepa, los de Vox tienen tanta halitosis política como puedan tenerla Podemos o los independentistas catalanes y vascos. Vox es un partido antisistema, nacido de una escisión asilvestrada y punk del PP (que me disculpen los punks de verdad, que saben que cuentan con mi aprecio, los uso sólo a título descriptivo). 

No me habrán oído en este blog meterme mucho con Vox. Creo que hacen su papel, lo mismo que la señora Le Pene en Francia y representan a un sector del electorado que existe y tiene que estar representado en el parlamento. Lo que me pudre es que el PP, que es un partido serio y con bastantes años ya de tradición democrática, esté en manos de este niñato. Es que no sé si se debe sólo a que es muy corto, o que además tiene detrás, en la sombra, soplándole en la oreja lo que tiene que decir, a El Del Bigote, como sostienen algunos. Lo que sé es que se dedica sistemáticamente a ponerle palos en las ruedas al presidente, con el consiguiente riesgo de que el incendio se avive. Y sin aportar una sola alternativa: esto que has hecho está mal y en cambio habría que hacer esto otro. Lo que va después de en cambio, lo he escrito yo, Pablo Ca se queda en la primera parte de la oración, como muy certeramente dice la periodista de la SER Angels Barceló AQUÍ

Este señor no se ha enterado de que, por hacer eso mismo, un amigo suyo que se llama Albert Rivera, se ha ido a la mierda. Que a la mayoría de los españoles no les gusta la bronca. No sé si algún día madurará. Si no lo hace, la Historia será implacable con él. Por lo que respecta a Rivera, la Historia directamente lo ignorará. Es irrelevante. Se ha quedado para carnaza de las revistas del corazón. Y eso que estuvo en la posición clave para haber hecho una coalición con Sánchez, que se pasó todo el verano proclamando que la idea de pactar por el otro lado, con Iglesias, le quitaba el sueño. Ese pacto de las formaciones que ocupaban entonces el centro, es lo que toda Europa esperaba de nosotros. Y ese pacto se había producido unos años antes, como evidencia la foto que les pongo abajo, pero no salió por el bloqueo doble de PP y Podemos, algo que ambos pagaron en votos en la siguiente contienda, especialmente Podemos que pagó con un millón de votos su ceguera política.


¿Quiere todo esto decir que estoy de acuerdo al 100% con lo que está haciendo Sánchez? No, desde luego, y creo que en su día habrá que pedirle que rinda cuentas. Mi opinión sobre este señor ya la he dicho por activa y por pasiva en el blog: no me gusta y no me parece que tenga talla de estadista. Y el que le dirige la campaña de comunicación habría que cesarlo ya: es penoso. Pero, en estos momentos yo creo que a Sánchez hay que dejarle que termine el trabajo. Lo mismo digo de la señora Ayuso: es tonta perdida, pero dejémosla que termine su trabajo. Luego ya ajustaremos cuentas, que la situación ahora no es como para que andemos en estas peleillas. Los políticos, en general han demostrado su escasa talla en esta tesitura dramática. Con algunas excepciones. El alcalde Almeida ha sorprendido a propios y extraños, simplemente con su serenidad, mando, sencillez y proximidad, y como desde un segundo plano. También me parece correcta la postura de Inés Arrimadas. Y hasta Pablo Iglesias y Rufián están bastante moderados, dentro de sus líneas respectivas.

El problema de todos estos personajes es de talla personal y política. Es curioso, he buscado en Internet la talla física de Pablo Ca y resulta que mide 1,75, mi misma estatura. Sin embargo, yo tiendo a verlo como alguien más pequeño que yo. No sé por qué. Si el problema de estos es la talla, cuando nos pasamos a los catalanes ya no cabe hablar de talla. El diccionario de la RAE tiene otros sustantivos más ajustados, como catadura o calaña. Que estén aprovechando la circunstancia dramática que estamos sufriendo para decir que en una Cataluña independiente habría menos contagiados y muertos, y otras barbaridades, certifica exactamente su catadura. Y que, después de eso, los catalanes les vuelvan a votar en las próximas elecciones de que dispongan, indicará la calaña de todo un pueblo. Y el exudado de ese sentimiento, el auténtico lixiviado humano de este nacionalismo identitario nauseabundo, es el señor Torra. A este caballero lo hemos tachado en el blog de marioneta manejada por Puigdemont, homínido y hasta ectoplasma. No es ni siquiera eso: es un semoviente.

La política con minúscula, esa pelea de gallos de pequeño tamaño que estamos viviendo en España, es un tema al que no quiero ni siquiera dedicar un post entero. Es como un virus, es el Covid-20, que contamina esta tribuna en la que yo quiero hablar de otras cosas. Pero déjenme que añada un par de apuntes. El primero: la actitud de Pablo Iglesias es, en general correcta, educada y en segundo plano, sin llamar demasiado la atención. Pero la cabra siempre tira al monte y el día de la República se destapó con un tuit en el que hasta hablaba del papel del ejército español al servicio de la oligarquía.

Se podía haber estado calladito, porque eso, en este momento, sólo sirve para dar alas a Abascal, Pablo Ca y los demás. Lo he comentado con algunos amigos podemitas y me dicen: ¡Ojo! Es que este señor tiene una ideología de base y tiene que ser coherente con ella. Ese es justo el problema. ¿Saben qué les digo? Que me cago en la coherencia. A los políticos les pagamos para que hagan su trabajo, para que pacten y elaboren estrategias conjuntas en beneficio de los ciudadanos. No para que sean coherentes. En España, en este momento, el político más coherente que hay es Santiago Abascal. Creo que está claro lo que quiero decir. Por mi parte, pueden agarrar su coherencia, hacer con ella un fino cilindro e introducírsela por su agujero menos prestigioso.

Voy con el segundo apunte, y ya me voy apartando de este tema tóxico de la política con minúscula y entrando más en lo que podemos etiquetar como sociedad. En estos días se han producido dos anécdotas en cierto modo simétricas, que les quiero comentar. Por cierto, mi intención en este post no es para nada ser equidistante. Yo no soy equidistante de nadie. Yo quiero tener la libertad de criticar libremente a quien me parezca que se lo merece. Dicho esto voy con las dos anécdotas. A Rajoy le han pillado infringiendo el confinamiento, para salir a caminar deprisa, levantando los codos como los pollos cuando alguien les persigue, como lleva haciendo toda la vida. Y a Pablo Iglesias lo han pillado también comprando en el súper sin mascarilla. Desde el punto de vista de la moral colectiva, el primero se merece la multa que le pongan, y el segundo el regaño o descalificación que corresponda.

Pero ya les he explicado que, en el idioma inglés, no es lo mismo moral que ética (no se lo voy a repetir, búsquenlo donde puedan si no se lo saben todavía). Y, desde un punto de vista ético y exclusivamente mío, personal e intransferible, yo pienso que, con los medios de rastreo informático de que dispone el poder, lo que habría que hacer es buscar y encontrar a los dos tipos que han filmado ambas escenas. Y publicar sus nombres en toda la prensa nacional. A mí me enseñaron de pequeñito que lo peor que hay en este mundo es ser acuseta o soplón. Si se publicaran sus nombres, eso haría que más de un soplón de bolsillo, de esos que pululan por este país de nuestros desvelos, se tentara la ropa antes de ir denunciando por ahí a sus vecinos. En un país de envidiosos, amargados y cainitas como el nuestro, estos acusetas no sirven más que para avivar los fuegos más innobles.

Ufff, ya lo ven, me pongo a hablar de política y me enciendo. Pero este blog tiene el objetivo de tratar otros temas. Y hoy empezamos un puente, qué maravilla, ya les dije que el fin de semana pasado había empezado a notar la diferencia entre laborables y festivos. El miércoles mi compañera M. me urgió a terminar un tema que tenía entre manos, le dije que lo acabaría el viernes y me reveló que era festivo, que yo no lo sabía. Se lo creerán o no, pero me llevé una alegría enorme. Esta mañana, por ejemplo, la he dedicado a labores de jardinería en mi terraza. Cuando me hicieron las obras y me pusieron el riego automático, yo, en mi ignorancia, pensé que no tenía que hacer nada más, que el sistema lo hacía ya todo. Craso error (o graso error, como dicen algunos). Este es un asunto del que hay que estar muy pendiente, para darle a cada planta el cuidado individual que requiera.

Y yo estoy aprendiendo un montón del tema, guiado por mis amigos floristos, que son muy listos y saben muchísimo de jardinería. Esta mañana, me he puesto los guantes, he cogido las herramientas de podar y airear la tierra y le he dado una pasada completa al jardín. Entre otras cosas, he sacado dos ciclámenes que tenía en el tiesto del naranjo, he envuelto cuidadosamente los cepellones en papel de periódico y los he guardado en un sitio fresco, a la sombra, para replantarlos el año que viene. En su lugar he plantado unos macizos de petunias, que mis vecinos me han dejado en el descansillo, de acuerdo con las normas del distanciamiento social. Y verán que no me han quedado tan mal.  


Les he dicho que tengo un naranjo. Abajo lo ven. Es la planta que primero ha florecido de todas. Se llenó de unas flores blancas preciosas, que olían fuertemente a azahar y que enseguida se llenaron de unas abejas gordotas y golosas que deben de tener el panal cerca. Ahora empieza a tener naranjitas, de momento del tamaño de una cabeza de cerilla. Cuando sean como una canica, hay que cortar la mayor parte de ellas y dejar unas seis u ocho, a título ornamental, para evitar que el exceso de peso derribe al pequeño arbusto.


Ya ven qué de cosas estoy aprendiendo. Y tengo también tres grandes tiestos con doble planta: un jazmín chino o falso jazmín, y unas adelias. El jazmín es una enredadera, está cubriendo por varios puntos la celosía exterior y ya le empiezan a brotar los capullos minúsculos de los que saldrán decenas de flores blancas de olor delicioso, no sé si alcanzan a verlas. Florecen los capullos en primavera y lo digo literalmente, si ustedes le encuentran un significado metafórico oculto, es problema suyo. Yo digo lo que he dicho.


Y queda por reseñar el estado de mi consentida, la buganvilla que ocupa el rincón más protegido y soleado de la terraza. Esta planta estaba en ese rincón cuando nació mi hijo Lucas, que acaba de cumplir treinta años. Ha aguantado carros y carretas, incluso el descuido secular con el que he tratado mi terraza durante los últimos diez años. Pues nada, cada año, esta planta maravillosa (que no se suele dar bien en Madrid), llega a la primavera y da sus flores, a veces muchas, otras veces unas pocas. Este año está bastante enfadada por las obras que ha sufrido, el polvo, el cemento, las pinturas y el trato rudo de los obreros. Y está exteriorizando su protesta con una floración muy escueta. Pero aquí ven sus primeras manifestaciones.



En fin, florecen los capullos, la primavera avanza y hemos entrado en mayo. Perdonen la obviedad, pero ¿ustedes saben quién nos ha robado el mes de abril? Sabina es sin duda el mejor letrista en España y hace mucho que nos regaló esta preciosidad. Enternece ver lo joven que estaba cuando la presentó en Televisión Española. Se la dejo como despedida, un tributo a la nostalgia. Pongan atención a la letra, si no se la conocen. Es preciosa. Y cuídense. 


9 comentarios:

  1. Nota sobre el alcalde Almeida.
    El alcalde Almeida está para lo que está. Está para apagar el fuego de Notre Dame, que está muy bien, pero dejándo arder la Amazonia, que ya no está tan bien. Está para cumplir todo lo que hace que los trabajadores estén en una situación cada vez más precaria, que la sanidad pública sea cada vez más precaria, la educación pública sea cada vez más precaria, que el ascenso social del que vale sea cada vez más difícil y así todo. En general conservar un estado de cosas injusto, porque no vamos a creernos que la situación social es justa. Por eso es cualitativamente conservador pero cuantitativamente las políticas a las que está adscrito tienden a acrecentar la brecha de la desigualdad y el abismo entre los que tienen privilegios y los que no.
    Pero claro, su actuación concreta ante esta situación es menos irracional que la de sus referentes cercanos. Pero es que su referente más cercano es Ayuso ¡Ayuso! Su referente jerárquicamente superior es Pablo Casado y ya ni signos de exclamación. Así brilla cualquiera.
    Pero no nos olvidemos: Van a por lo mismo, porque es su concepción del mundo. Esa concepción del mundo no es la mía.
    Y sí, los que nos gobiernan, aparte de llevarnos a un mundo más justo, primero nos tienen que permitir vivir, comer, vestirnos y eso puede gestionarlo el que quiere que vivamos dandonos una miseria por ejemplo por un trabajo tan importante como cuidar de la salud de los demás. Y por otra parte el que pretende para nosotros un mundo de justicia puede ser tan torpe que ni siquiera consiga que podamos comer.
    Pero como torpes va haber entre los unos y los otros, yo me quedo con el que quiere un mundo más justo y si es torpe, busco otro, pero también de los que quieren un mundo más justo.

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    1. Querido Paco, ya has visto que suscitas entusiasmos en los comentaristas siguientes, que te lanzan flores, elogios y adhesiones inquebrantables. Yo sólo añadiría que dónde hay que firmar. Tu análisis es correcto y brillante y la consecuencia irrebatible: mejor los que buscan una mayor justicia social, aunque sean torpes, que la otra banda, los que Máximo Pradera llama los "fachuzos". Del alcalde Almeida no tengo muchas quejas en cuanto a la crisis actual, se ha puesto a trabajar, ha buscado el consenso con todos los grupos y ha actuado con discreción. Pero, a la vista de tu comentario, empiezo a dudar si esto de no abrir los parques es por joder, o porque se lo ha ordenado su jefe de filas. Pudiera ser.
      En general yo procuro ser ecuánime en mis juicios, he trabajado largos años con la derecha, los conozco de cerca y sé que entre ellos hay también buena gente, aunque no coincida con ellos ideológicamente. Sobre todo, hago lo posible por no crispar más la situación, pero no siempre puede uno contenerse.
      Gracias otra vez, me encanta que salgas a hombros por la puerta grande y, respecto a tu corrección de abajo, no te preocupes, se entiende perfectamente.
      Un fuerte abrazo.

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  2. Estaba joven Sabina, y con voz, no como ahora. Pero seguirá componiendo melodías y letras maravillosas, cantando mientras pueda y luego susurrando, como Cohen o Dylan. Un grande.

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    1. De acuerdo también contigo. Sabina es un poeta, un juglar, con un punto canalla y a la vez cariñoso que pocos han logrado. Esperemos que podamos disfrutar de él muchos años, con o sin ronquera.

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  3. ¡Qué buenos comentaristas tienes! Suscribo la valoración del anónimo admirador de Joaquín Sabina. Y, sin fisuras, comparto la opinión de tu brillante amigo, Paco Couto, respecto a nuestro alcalde. Cuando los referentes son un par de descerebrados con mala leche, como Pablo Ca y Ayuso, es fácil quedar como "un hombre de estado". Claro que el gobierno está cometiendo errores, pero echa un vistazo al parlamento, ¿confiarías en algún otro político de la oposición para esta travesía por el Aqueronte? ¿Dónde está el manual para gestionar este apocalipsis? Como tú dices, al PP le ha tocado el papel más cómodo, ver los toros desde la barrera y desacreditar al que está en el ruedo. ¡Si hasta han cometido la infamia de votar en Europa en contra de los intereses de España, estos patriotas! ¿Has visto el tuit del pésame de Pablo Ca por Michel Robinson? Es difícil encontrar algo más torpe. No creo que tenga tu estatura, ni la física, ni mucho menos la moral, se pondrá tacones ocultos, como su mentor. ¡Ah! Se te ve muy valiente cruzando esos riscos imposibles. ¡Y tu naranjo está hecho un sol! Disfruta, que ya queda menos.

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    1. Suscribo lo de los buenos comentaristas, aunque en mi caso te incluyo a tí en lugar preferente, y también al de abajo. La actuación de Pablo Ca en toda esta crisis es de una bajeza impresionante, me gustaría escuchar alguna crítica desde la derecha de toda la vida. Veremos cuánto aguanta Sánchez la situación, que esto va a peor (lo político, no lo sanitario, toco madera).
      Un fuerte abrazo.

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  4. Mola Paco Couto. Hay fotos de Abascal con Steve Bannon. No le llamaria a eso coherencia porque más que salvar la patria podría estar vendiéndolo y sin el consentimiento de sus compatriotas. Un jaleo.

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    1. Abascal es, más que nada un síntoma, de la descomposición de las sociedades en el cambio de milenio. Forma parte de ello junto con la señora Le Pene, Salvini, Farage y los rectores de Hungría y Polonia, cuyos nombres no tengo en la memoria. Todos escuchan a Bannon.
      Por otro lado están los payasos e impresentables como Trump o Boris Johnson, y los autócratas como Putin, Bolsonaro, Erdogan, Duterte y tantos otros. Estamos en descomposición.
      Muchas gracias por tu comentario, quien quiera que seas, a otros anónimos los tengo pillados; no es el caso contigo, pero me encanta que entre aquí a comentar cuanta más gente mejor. Un abrazo.

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