Triste resaca esta que llevamos
hoy, tras el primer martes después del primer lunes de noviembre, la fecha que
fija la Constitución americana para la elección cada cuatro años del
presidente. No diré que me lo esperaba, pero lo cierto es que anoche me acosté
acojonado como la imagen de la estatua de la Libertad con la que terminé mi
último post. Es que ya van tres veces este año que me acuesto a dormir,
razonablemente esperanzado en que el sentido común se imponga en alguna de las
consultas que a los políticos les ha dado por hacer a los ciudadanos. Y por la
mañana, me levanto, conecto la radio y: ¡ZAS! Batacazo. Se les pregunta a los
ingleses: nos vamos de Europa. Y dicen que sí. Se consulta a los colombianos si
acabamos con una guerra de 50 años. Y contestan que no. Y ahora van los yanquis
y eligen presidente a un payaso inflado, maquillado y con probable peluquín,
con preparación nula como político y un discurso hecho de insultos a diestro y
siniestro.
Supongo que ya saben que en la
serie de dibujos Los Simpsons sacaron
a Trump como personaje invitado en un episodio de hace 16 años en el que
acababa alcanzando la presidencia de los Estados Unidos. Recuerden también la
novela Desde el jardín (Jerzy
Kosinski-1971), en la que un simple jardinero medio analfabeto va ascendiendo
por la escala social, porque todo el mundo piensa que sus simples razonamientos
de ignorante esconden profundas metáforas que revelan una sabiduría primigenia,
lo que termina con el tipo elegido también como presidente de los Estados
Unidos. Y, sin ir tan lejos, por estas tierras hemos tenido ejemplos eximios
como el del fallecido Jesús Gil y Gil, que llegó a alcalde de Marbella con un
discurso no muy diferente al de Trump y que, no contento con la redundancia de
su propio nombre, creó un partido, el GIL (Grupo Independiente Liberal), lo que
no le impidió cosechar miles de votos y desarrollar una carrera política
fulgurante.
En octubre, el gordo Michael
Moore, cineasta alternativo y azote del sistema, que ya ha demostrado muchas
veces su ingenio y su humor ácido, se mostró convencido de que iba a ganar
Trump y dio para ello cinco razones que a mí me parecieron impecables. UNO. Su
mensaje ha calado en la clase obrera deprimida de lugares como Detroit o
Pittsburg, en donde la reconversión industrial ha sido durísima, como en zonas
españolas en situación similar: Avilés o El Bierzo. Trump les promete volver a
tener trabajo, algo imposible, pero le creen. DOS. El hombre blanco medio está
muy cabreado y dice: joder, ya hemos aguantado ocho años a un presidente negro,
sólo nos faltaba ahora una mujer presidenta; si seguimos así, el siguiente será
un gay, seguro. TRES. Hillary es una persona que resulta muy antipática,
incluso a las mujeres, y ya perdió por eso con Obama. CUATRO. Los seguidores de
Bernie Sanders no quieren a Hillary y muchos se van a abstener. Y CINCO. Hay
mucha gente en este mundo que, cuando se les da la oportunidad de votar, la
aprovechan para joder, como los niños que queman su cuarto para ver cómo
reaccionan sus padres.
Cuando leí esto en su día me
pareció muy acertado. Moore contaba los apoyos a Trump por esos cinco conceptos
y llegaba a la conclusión de que sumarían más que Clinton. A la vista está lo
acertado del pronóstico. Creo que sobre estos cinco grupos se pueden hacer
algunas reflexiones. No cabe duda de que la clase trabajadora americana está
sufriendo la crisis que se desató en 2007 y de la que no acabamos de salir. Las
soluciones que los países afectados han adoptado han llevado a aumentar las
desigualdades y la polarización social. De modo que, ahora que las grandes
cifras macroeconómicas de los países mejoran, los de abajo siguen estando
jodidos, deprimidos y cabreados. Estos votan a Trump como el que se agarra a un
clavo ardiendo, porque ya no pueden más.
El tema de no querer un
presidente negro, mujer ni gay, forma parte de las razones inconfesables de
muchos norteamericanos, que no se dicen en público, pero están ahí todavía en
la mente de muchas personas. Esto tiene relación con el fracaso de las encuestas
previas. Igual que pasó en Gran Bretaña y en Colombia, la gente prometía en las
encuestas que iba a votar en un sentido, porque pensaba que de esa forma
quedaba mejor frente al encuestador, que suele ser un chaval joven y animoso.
Te preguntan, les dices lo que crees que esperan oír, te evitas su mirada
reprobatoria y luego, en la intimidad de la cabina de voto, cuando no te ve
nadie, votas en el sentido contrario.
Lo de la antipatía de Hillary es
proverbial. Creo que debe retirarse ya de la carrera, porque está claro que la
gente no la quiere. Y no es sólo una cuestión física (esa risa a carcajadas tan
falsa). Es que, encima, todo el mundo sabe que es a hawk, un halcón. Que no le temblaría el pulso para declarar una
guerra y enviar tropas de choque a cualquier lugar del mundo. Que sus cuatro
años como secretaria de Estado con Obama fueron el tiempo en que los USA
vendieron más armas a países en guerra. Yo estoy convencido que Trump no va a
atacar a nadie. Tampoco va a mover un dedo para ayudar a ningún país que lo
necesite. Y va a exigir a sus socios de la OTAN mayor implicación en el
invento, con dinero y tropas.
Lo de los seguidores de Bernie
Sanders es cierto. Mis amigos de San Diego que estuvieron muy implicados en su
campaña, me han confirmado que muchos de los que se ilusionaron con este
personaje y la revolución que encabezaba, se han abstenido ahora, o (como ellos
mismos) han votado a la candidata verde, la doctora judía Jill Stein. El otro
candidato en danza, el anarquista Gary Johnson también ha recibido muchos
apoyos. Todavía no han trascendido los resultados de estos dos candidatos
minoritarios, pero yo no tengo ninguna duda de que, si las elecciones fueran
con una segunda vuelta, los votantes de ambos podrían haber sumado su apoyo a
Clinton y compensar la desventaja con Trump.
Por último, lo de la gente que
vota para joder, está directamente relacionado con la existencia de esa chusma
informatizada e ignorante, de la que ya se ha hablado en este blog. Gentuza que
muestra sus vergüenzas mentales protegida por el anonimato de las redes. Les
recomiendo que abran ustedes una noticia cualquiera del Marca y revisen los
comentarios de los lectores. Esas gentes descerebradas se dedican a zaherirse
entre ellos con insultos inimaginables y repulsivos. Es un caso extremo de esos
otros que se pasan el día poniendo me
gusta en tontunas del Facebook y luego son incapaces de salir a votar. Y si
lo hacen, buscan la opción más dañina. No se olviden de que, detrás de cada
virus de esos que atacan nuestros ordenadores, hay un hacker, una persona que ha creado esa anomalía sólo para fastidiar.
Por lo demás, yo estoy convencido
de que, con la elección de Trump, no se acaba el mundo. En la prensa, no
obstante, han aparecido hoy numerosos artículos en ese sentido. Que si se ha
acabado el orden creado en 1945 al final de la Segunda Guerra Mundial. Que si
el equilibrio de la paz mundial está en peligro. Que el momento es comparable a la elección de Hitler
en 1931. Veremos lo que pasa, pero creo que el poder económico va a seguir
controlándolo todo. Que le van a dictar a Trump sus principales decisiones,
como han hecho con Obama. Y que eso de que va a echar a todos los inmigrantes y
construir un muro con México es un farol. Los Estados Unidos son ya una
sociedad mestiza como todas, mal que le pese a Trump, y eso no tiene vuelta de
hoja. Por ejemplo, una de las bandas que lo
petan ahora mismo en Philadelphia es Soraia, grupo de hot-rock encabezado
por la cantante Zouzou Mansour, cuyo nombre y aspecto no deja ninguna duda de
su origen, a pesar de haber nacido en la ciudad. AQUÍ pueden verlos.
Se dan un aire a los Pretenders, pero esta chica tiene un vozarrón más
profundo.
Hablando de vozarrones
espectaculares, algunos de mis seguidores se sorprendieron del vídeo que les
puse hace un tiempo, en el que Christina Aguilera le daba réplica a Mick
Jagger. Es que no sabíamos que esta chica era tan buena, me decían. Pues sí lo
es. El único problema de Christina es que últimamente se ha puesto como un
botillo, porque come lo que le da la gana y no se cuida. Pero es buenísima.
Como despedida y para que se animen tras el disgusto de esta mañana, les dejo
la estupenda versión que hace del clásico de Etta James Something’s got a hold on me. Han de pinchar AQUÍ. No se
preocupen, que el mundo no se acaba. Esto es sólo un apagón, pero ya volverá la
luz.
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