Pero bueno. ¿Qué pasa? o, por
decirlo a la manera más carpetovetónica, ¿qué cojones pasa? ¿Cómo que si me
sucede algo, que por qué no publico más textos estos días, que si hay alguna
causa oculta para que haya dejado de escribir? Pues claro que la hay y no una
sino varias. Para empezar, estoy de vacaciones. No sólo yo, por lo que veo,
sino sobre todo ustedes. Ya les he dicho que manejo una página de seguimiento
del blog, página que, como el algodón, no engaña. Y las estadísticas de
entradas han pegado un bajón clamoroso, más o menos desde el mediodía del viernes
de Dolores, santo de todas las Lolas. Es decir, desde el momento preciso en que
la mayoría de ustedes, queridos lectores y seguidores, se han ido a la playa, a
la montaña o al pueblo de sus ancestros. Algo que me parece muy bien. Me refiero, por supuesto, al hecho de que se vayan fuera, no a que dejen de leer mi blog en vacaciones.
En los cerca de quinientos textos
que llevo escritos hasta ahora, no encontrarán una sola crítica a la Semana
Santa, un descanso que me parece bien aquilatado (basta una semana para cambiar
el chip y volver a la vida normal con ánimos renovados), oportuno para partir
el semestre lectivo comprendido entre el solsticio de invierno y el de verano
(el otro es mucho más llevadero con las vacaciones de verano por medio) y con
un punto divertido por su localización aleatoria en el calendario, debida a su fijación
por los ciclos de la luna, anterior a la implantación del calendario juliano. Yo
lo que he criticado en más de un post son las Navidades, porque me carga ese
buenismo colectivo de los festejos, las compras masivas, los villancicos y las
zambombas; porque frecuentemente me pilla de regular humor, lo que hace que me
sienta aun más excluido y, sobre todo, porque me parece absurdo que el mundo se
pare durante tres largas semanas para dar cabida a las celebraciones al uso.
Menos mal que no se me ocurrió romperme el brazo hacia el 20 de diciembre, si
no, lo mismo me habían tenido con la escayola provisional hasta que el mundo se
reiniciase.
Así que, desde el viernes de
Dolores, yo también estoy de vacaciones. Y esto nos lleva a la segunda de las
razones de mi falta de producción. Naturalmente, me refiero a los dolores. Mi
recuperación del brazo va bien, me dicen (mañana tengo la nueva consulta con el
doctor Carrasco, o Castaño, o Cascorro, algo con ce), pero tengo unos dolores
bastante jodidos. No me duele la zona lesionada, ni tampoco el tramo desde ella
hasta el extremo de la mano. Nada de eso me duele en reposo; obviamente me tira
y me molesta cuando hago los ejercicios de recuperación que me han prescrito.
Lo que me duele en reposo es el hombro, especialmente por la noche. Mi
sensación es la de tener una inflamación en la cápsula, que se me refleja en
contracturas en todas direcciones: pecho, espalda y parte superior del brazo.
He preguntado si debo dejar de hacer esos ejercicios (puesto que en los
primeros quince días, cuando llevaba el cabestrillo, no me dolía nada) y me han
dicho que no, que no, que ésta es una fase necesaria, que el dolor nocturno es
algo normal, que procure combatirlo con diferentes cócteles de calmantes y
somníferos y que ajo y agua. En eso ando, pero aun no he dado con el cóctel fetén. Incluso estoy valorando la posibilidad de salir un
día descalzo a la calle y sumarme de penitente a alguna de las procesiones que
recorren mi barrio, a ver si eso resulta.
Así que cada día me levanto baldado,
me voy volviendo persona a lo largo de la mañana y, cuando ya he pillado
velocidad de crucero, me sucede que, en cuanto me siento un rato en un sillón, me entra el
nirvana subsiguiente a la ausencia de dolor y me quedo frito. Como además
intento seguir mi vida normal, caminar por la ciudad, ir al cine, al teatro, a mi grupo de
conversación inglesa y al Club de Lectura, pues no me queda mucho margen para
escribir en el blog. Qué le vamos a hacer. Pero hay una tercera razón. Es que desde
el viernes soy un blogger en funciones, así que ya no hago nada, porque no me
da la gana. De qué se extrañan. Si ese
señor del que ustedes me hablan ha decidido que, como presidente en funciones,
ya no tiene que gobernar, ni dar cuenta a las Cortes, ni hacer otra cosa que
leer el Marca y el As, por qué no había de hacer yo lo mismo en mi blog.
Esta mañana he ido a una oficina
de la Seguridad Social, para saber qué pasa con mi hijo Lucas, cubierto en
Alemania por una tarjeta sanitaria europea hasta que cumpla los 26, lo que
sucederá, si Dios quiere, el mes que viene. Hasta entonces, esa tarjeta se la
pedía yo, con cargo a mi número de afiliado. Ahora, yo suponía que la podía
pedir él, que tiene ya su propio número de afiliado, puesto que la mitad de su
estancia en Nancy se la pagó la Universidad Complutense. Pues no. Me dice el
funcionario consultado que esas tarjetas sólo se expiden a personas con contrato
laboral indefinido y pensionistas. Nadie más tiene derecho a la tarjeta sanitaria europea. Ni los parados, ni los estudiantes veteranos, ni los titulares de los contratos basura resultantes de los recortes al estado de bienestar perpetrados por ese señor del que ustedes me hablan. Antes sí, ése era un derecho de
todos, para que todo el mundo pudiera viajar al extranjero debidamente
protegido. Una regulación que se ajustaba al marco normativo sanitario y
asistencial europeo, que probablemente incumple la nueva norma.
Pero, en cuanto llegó al gobierno
ese señor del que ustedes me hablan,
con el rodillo de la mayoría absoluta, cambió la aplicación de dicha normativa
en el sentido que les he dicho más arriba. Este es un tema de escándalo a nivel europeo, como pueden comprobar AQUÍ. Un regalito más del cabrón impresentable que nos ha gobernado (o no) en los últimos cuatro años. Le tengo
tanto asco que ya no lo voy a nombrar más en este foro. Desde hoy queda
declarado persona non grata en el blog. Lo que más me cabrea es que hace ya
tres meses que los españoles hemos votado en un sentido muy concreto. En el
sentido de que los demás se pusieran de acuerdo para despegar de su sillón a ese señor del que ustedes me hablan. Pero
los nuevos líderes, en vez de centrarse en la tarea de echar del poder al
equipo de corruptos e incapaces encabezado por ese etcétera, etcétera, que lo vienen okupando desde finales de 2011,
se están dedicando a insultarse y pelearse entre sí como niños pequeños. Hemos perdido ya tres
meses. Estos señores no se dan cuenta del ridículo que están haciendo. Yo les
dediqué unas coplillas alegóricas, pero no soy el único que expresa su estupor
por el sainete que nos está tocando presenciar. El chiste de
Forges del pasado 26 de febrero es meridiano.
Pero, como siempre, el análisis más
lúcido es el de mi casi paisano Santos Juliá, maestro de los historiadores españoles,
que sale de su retiro en contadas ocasiones para ilustrarnos con su visión privilegiada. Por cierto, Juliá es natural de El Ferrol del Caudillo, puesto
que así se llamaba la ciudad en los años cuarenta, cuando nació este insigne
caballero. De la misma forma que yo no nací en A Coruña, sino en La Coruña. En
fin, AQUÍ
pueden consultar su excelente análisis. Ni Santos Juliá, ni Forges, ni yo, ni
nadie en su sano juicio puede entender que estos políticos que dicen representarnos sean incapaces de sentarse y formar un gobierno con una política de mínimos, que sirva
para derogar algunas de las barrabasadas que ha perpetrado ese señor del que ustedes me hablan, como eso de que la cobertura de la tarjeta sanitaria europea no sea ya
universal. Un tema nimio al lado de las medidas que están agobiando a cada
vez más familias españolas al borde de la pobreza. Al fin y al cabo, yo soy un privilegiado y puedo pagarle a mi hijo un seguro alemán, mientras haya de seguir allí.
Así que ya lo saben. No es que este foro esté declinando por falta de interés del que suscribe. Es que: 1, estoy de vacaciones, 2, estoy baldado y 3, soy un blogger en funciones. Lo que pasa es que
los tengo muy mal acostumbrados porque, en condiciones normales, escribo entradas a
cascoporro y ahora lo echan de menos. Me encanta esa hermosa expresión manchega: a cascoporro. Ahora que lo
pienso, a lo mejor el médico que me va a atender mañana se llama así: el doctor
Cascoporro. Por lo demás, les deseo que pasen unas excelentes vacaciones. Happy Easter to
you.
Ese al que no quiere usted nombrar será juzgado por la Historia. Está por ver que no repita como presidente, lo que nos llevaría a un escenario de mucho desánimo a nivel nacional. Pero los otros líderes tampoco están quedando muy allá. Ahora mismo parece difícil que se pongan de acuerdo. Son todos unos cabezotas, que no saben pactar, ni están a la altura del desafío que supone esta situación.
ResponderEliminarHagan lo que hagan, ya han quedado mal. Puede que vayamos a elecciones (y entonces habrán quedado muy mal), o puede que alcancen un acuerdo "sobre la bocina", como los catalanes, con lo que también habrán acabado mal, porque han perdido más de tres meses para algo que podían haber resuelto mucho antes. Ya ha visto usted que Pedro y Pablo no tienen tiempo de hablar en estos días (tal vez han de salir de nazarenos) así que han hablado por teléfono y han quedado en dejar pasar la Semana Santa y "ya si eso" hablan después. Programas como "Sálvame" dan la medida exacta de lo que tenemos en este país.
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