Pensé que iba a tener
más tiempo con esto de la baja laboral, pero lo cierto es que no paro, así que
voy a recurrir al truco de transcribirles un artículo que me parece curioso. En
cualquier caso, entenderán que no quiera seguir hablando de mi brazo: estoy del
tema hasta los cojones. Así que les cuento. Mi amiga Claudia Sánchez Morzán es
una periodista peruana que vive ahora mismo en Berlín, donde ejerce de
corresponsal de algunos diarios latinoamericanos. Participa en nuestro Club de
Lectura Billar de Letras a través de Skype, a partir de esto hemos conectado
por Facebook y por ahí me llega la referencia de algunas de sus crónicas. Esta
que les transcribo, se publicó en el digital peruano La República.
Por supuesto, está
exquisitamente redactada, pero se la traigo aquí más por el tema que trata.
Resulta que el escritor alemán Timur Vermes consiguió hace tres o cuatro años un
auténtico bombazo de ventas con su novela humorística Ha vuelto,
sobre la que se ha filmado una película que parece que se estrenará en abril en
Perú (no sé cuándo en España). La cosa va de que el mismísimo Hitler aparece
sorprendentemente en un descampado del actual Berlín, a través de un viaje en
el tiempo, y no entiende nada. La gente lo toma por un imitador y el hombre se
acaba ganando la vida en la telebasura, en donde le dan carrete y se parten el
culo de risa con las cosas que dice, cosas que él proclama totalmente en serio,
porque es el auténtico Hitler.
Hace algunos posts
hice la reflexión de que España debería afrontar de una vez su pasado, sin
miedo y sin mixtificaciones ideologizantes de uno u otro sentido, como ya lo
han hecho los alemanes. Saber exactamente todo lo que pasó y aceptarlo como
nuestra Historia. ¿Estamos preparados para ello? Yo creo que no. Alguna
película, como La Vaquilla, avanzó en ese terreno, pero ¿se
imaginan una novela en la que Franco resucitara en un descampado de Moratalaz y
acabara de contertulio de Belén Esteban?
Los alemanes no lo han
tenido tampoco fácil. La película El Hundimiento, en la que Hitler
aparecía retratado como un ser humano, despótico y enloquecido en sus últimos
días, pero humano al fin y al cabo, supuso una especie de catarsis nacional.
Ahora, las jóvenes generaciones de alemanes son capaces de reírse de su pasado,
de forma sana. Por cierto, el libro está traducido al español y se puede
comprar desde hace unos dos años en cualquier librería. Les dejo ya con la
crónica de mi amiga. Buenas noches.
Alemania
se ríe de sus fantasmas históricos con la obra Hitler ha vuelto
Claudia
Sánchez Morzán 21.02.2016
Próximo estreno. El libro en clave de
humor del escritor alemán Timur Vermes no sólo fue un éxito en
su país. Ha sido traducido a veinte idiomas y Netflix lo convirtió en una
exitosa película que será estrenada en abril próximo.
Adolf Hitler despierta una tarde de
abril en el centro de Berlín y es 2011. No hay aviones enemigos, no se escuchan
impactos de proyectiles ni las sirenas de la defensa antiaérea. Tampoco hay indicios de la
Cancillería del Reich o el búnker del führer.
Han pasado 66 años del
fin de la Segunda Guerra Mundial. Lo que antes eran escombros, hoy es un urbe
pacífica, cosmopolita y democrática. Una mujer es la Canciller Federal de Alemania,
la misma que lidera la Unión Europea. En este escenario, el dictador más odiado
del mundo regresa de forma inexplicable. Luce desorientado y trata de
recordar lo que hizo la noche anterior. Con un sarcástico “Queda descartado
el abuso del alcohol, puesto que no bebo”, empiezan las primeras páginas de la
novela Ha vuelto, de Timur Vermes (48 años), cuya película homónima
se podrá ver en el Perú a partir del 9 de abril a través de Netflix, el sistema
de TV vía streaming.
En esta hilarante
historia, Er ist wieder da (Ha vuelto, traducción al
español en la edición de Seix Barral), el escritor alemán consigue algo que
parecía imposible, reírnos no solo de Hitler, sino con él. Para lograrlo, deja
que el führer narre en primera persona, así el lector puede entrar en la
cabeza del dictador y saber lo que maquina su mente.
El resultado: más de
un millón de ejemplares vendidos y traducido a 20 idiomas. Una sátira muy bien
lograda, de acuerdo con la crítica alemana, donde el humor negro y el ingenio
están siempre presentes, desde la portada del libro (con el inconfundible
bigotito como título), hasta el precio: 19,33 euros (año que Hitler llegó al
poder). Mención aparte es el gran trabajo de investigación realizado
por Vermes. Con estos precedentes, el libro se perfilaba como un candidato
fijo para una adaptación al cine. Tres años después de su publicación, la
película se estrenó el año pasado en Berlín y también batió récords de
taquilla, con dos millones de espectadores.
¿Vale reírse de
Hitler?
Las preguntas que el
libro abre como debate son: ¿está permitido algo así?, ¿puede causar un
personaje como Hitler un daño similar en la actualidad? o ¿qué pasaría si el
hombre responsable de la muerte de más de 50 millones de personas
abre los ojos un día como hoy y tiene acceso al Internet,
Facebook, Youtube o, lo que es más escalofriante, con su hábil
retórica triunfa en la televisión?
Ningún ser humano ha
podido regresar de la muerte, pero gracias a la habilidad del autor, lo podemos
imaginar y nos permitimos burlarnos porque la literatura es así, juega con lo
fantástico y lo improbable. Sin embargo, también es una herramienta que sirve
para levantar la voz, en este caso, sobre el funcionamiento de los
medios de comunicación.
En el libro, Hitler
encuentra las calles de Berlín sin símbolos nazis, con ciudadanos turcos
hablando alemán y a una bonachona mujer sexagenaria liderando la Unión Europea.
Para guardar relación con el contexto histórico, el führer despierta
con su típico uniforme militar. “La tela olía intensamente a combustible,
tal vez a gasolina, quizá se debía a que a lo mejor Eva había tratado de
limpiar mi uniforme, si bien con cantidades exageradas de gasolina: podría
creerse que me había volcado encima un bidón entero”. Como se recuerda, los
cuerpos de Hitler y Eva Braun fueron incinerados luego de suicidarse, para
evitar que fueran capturados por los soviéticos.
El dictador trata de
poner en orden sus ideas y busca en el puesto de un vendedor de periódicos y
revistas información sobre el día, el mes y, lo más importante, el año. El
dueño inmediatamente lo confunde con un imitador y le pregunta si está rodando
un documental cerca. “¿Va siempre por ahí con esa pinta?”, le pregunta y
Hitler le responde pidiéndole 'el espejo'. “Seguí su dedo con la vista. El
espejo tenía un marco de color naranja. Para más seguridad llevaba escrito
encima Der Spiegel, como si no viera claramente lo que era”. En alemán, el
espejo significa Der Spiegel, la revista quincenal más importante de Alemania. Su
estilo es similar a las revistas estadounidenses Time o Newsweek.
Hitler se empapa con
lo último del acontecer nacional e internacional y logra formarse una idea de
los hechos ocurridos en las siete últimas décadas que estuvo ausente. “La
moneda ya no es el marco del Reich, aunque la idea que yo perseguía,
convertirla en la moneda europea oficial, al parecer había sido realizada por
otros, probablemente por algunos aficionados ignorantes del bando de las
potencias victoriosas. De momento, las cuentas se pagaban en una moneda
artificial, llamada euro, que por supuesto, como era de esperar,
inspiraba el mayor recelo”.
Una importante
productora de televisión descubre un día a Hitler e inmediatamente se abre paso
en la pantalla chica. Se convierte en el imitador estrella del horario
estelar, un cómico genial que hace reír a la audiencia, aunque él se
lo toma muy en serio. En sus planes está retomar el poder y repetir su hazaña,
pero esta vez con mejores recursos tecnológicos:
“¡Compañeros y
compañeras de raza! Lo que yo, lo que nosotros acabamos de ver en múltiples
variantes es verdad. Es verdad que el turco no es creador de cultura y también
que nunca lo será. Que es un alma mercenaria cuyas facultades intelectuales por
lo general no son superiores a las de un esclavo...”.
Hitler "Ha
vuelto" pero esta vez para hacernos reír.
Qué sucede cuando
Hitler se topa con la nueva tecnología
Una de las sátiras
mejor logradas en la novela es cuando el führer se topa con las nuevas
tecnologías del siglo XXI, especialmente con la televisión.
“La forma del aparato
había cambiado tanto desde los primeros diseños de 1936... Al principio supuse
que la pantalla plana y oscura era una especie curiosa de obra de arte. Pero
luego conjeturé que debido a su forma serviría para colgar, sin arrugas, mi
camisa por la noche”.
Otro pasaje elogiado
por la crítica es cuando Hitler llega al hospital y el doctor
que lo atiende le dice: “Tiene usted uno de los hígados más hermosos que he
visto nunca. No bebe, ¿verdad?”
“Asentí débilmente.
Soy vegetariano”, responde.
“Son unos valores
estupendos, de verdad. Con ellos puede llegar a los ciento veinte años”, añade
el médico.
“No bastará”, agrega
el dictador, desilusionado.
Un libro sin duda ingenioso. Hace una eternidad, nos habló usted del género de las ficciones ucrónicas, generalmente dramáticas. En este caso, la idea del viaje en el tiempo de un personaje emblemático, remite más bien a una novela de Julio Verne, cuyo título no recuerdo. Consistía en que un par de científicos decidían hibernarse y despertaban años más tarde en una sociedad futura, en la que no entendían nada y acababan por volverse locos. Terminaban ambos internados en un manicomio. El acierto del libro que nos comenta es el matiz humorístico. El tipo no se vuelve loco porque le dejan proclamar sus barbaridades creyendo que es un humorista genial. La verdad es que me están entrando ganas de comprarme el libro.
ResponderEliminarEl libro a que te refieres de Julio Verne, lo leí de joven y se llamaba "Las maravillas del año 2000", así que ya hemos pasado 16 años desde que esos científicos se volvían locos.
EliminarDel libro "Ha vuelto" sólo sé lo que cuenta mi amiga y que se puede conseguir en La Casa del Libro y otras librerías. No sé si, para un español, merecerá la pena leerlo.
Por cierto, hace poco ha salido una revista llamada Enigmas o algo así, que asegura que Hitler y Eva Braun no murieron en Berlín, que los cadáveres achicharrados eran de unos dobles, y que se fueron a Tenerife, donde les protegió Franco y tuvieron una vejez tranquila. Lo increíble es que haya gente capaz de creerse estas teorías conspiranoicas. Si eso fuera cierto, Stalin los hubiera perseguido hasta aniquilarlos, como hizo con Trotsky.