viernes, 30 de enero de 2015

337. Del Enigma a la Teoría del Todo

Mi post de hoy está dirigido a recomendarles encarecidamente dos películas recientemente estrenadas, por si no las han visto. Ambas me han gustado mucho y creo que tendrán un alto protagonismo en la próxima entrega de los Óscar, dentro de unos meses. Ya sé que la actualidad manda y que cada día hay noticias que comentar, pero hoy, vísperas de la gran marcha de Podemos (imitación en pequeñito de la Gran Marcha de Mao), vamos a olvidarnos por un momento de los movimientos de Tsipras y sus Hombres de Paco, los derrotes de Bárcenas unchained y hasta del tren chino, que por fin ha salido esta mañana para Yiwu, con el vino metido en unos contenedores frigoríficos traídos expresamente de Alemania, a ver si les da tiempo de distribuirlo para las celebraciones de la llegada del Año de la Cabra.


La primera se llama The Imitation Game, aunque para su exhibición en España han decidido rebautizarla como Descifrando Enigma. El film es una recreación de la poco conocida figura de Alan Turing. Este señor, cuya imagen tienen a la izquierda, era, al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, un joven matemático, filósofo y criptógrafo que trabajaba en la Universidad de Cambridge, donde había estudiado. Allí daba clases, escribía artículos, descifraba problemas y algoritmos matemáticos que nadie había conseguido resolver y, en sus ratos libres, hacía crucigramas como un loco. Entonces empieza la guerra y los alemanes se afanan en machacar minuciosamente todas las ciudades británicas, con bombardeos selectivos. Mi hermano mayor visitó Liverpool en 1951 y no ha olvidado la imagen de la ciudad arrasada (Liverpool tenía un puerto de gran valor estratégico). 

El corresponsal en Londres de La Vanguardia era por entonces un gallego, de Orense, que firmaba con el seudónimo de Augusto Assía y al que luego aguardaba una larga carrera como periodista de La Voz de Galicia y otros medios locales. Las crónicas puntuales que este señor enviaba a su periódico fueron agrupadas después en dos libros publicados en la España de posguerra. El primero se llama Cuando yunque, yunque (1946) y el segundo Cuando martillo, martillo (1947). Ahora, la editorial Libros del Asteroide los ha rescatado y los va a publicar por primera vez en un solo volumen. El día 2 de febrero se pondrán a la venta en todas las librerías españolas y esta es otra recomendación que les hago: la pluma de Augusto Assía era certera y su testimonio del máximo interés. Se preguntarán ustedes por el sentido de los dos títulos de los libros de Assía. Pues es muy fácil. El primero cuenta la época en que el Reino Unido resistía como podía el ataque terrible de la aviación nazi. En cambio, en el otro, se da referencia de la segunda parte de la guerra, en la que los británicos contraatacan y empiezan a ganarla.

¿Y qué fue lo que hizo que la tendencia se invirtiera? Pues, además de otros factores (la locura nazi de atacar Rusia, la intervención de los USA), el elemento clave fue lo que se cuenta en la película que les digo. Los alemanes habían desarrollado una máquina que encriptaba todos los mensajes donde ordenaban los ataques a barcos, ciudades y posiciones aliadas. Para descifrar estos mensajes se necesitaba una clave que la máquina modificaba diariamente. Cada noche a las 12 el aparato cambiaba la clave y eso impedía que sus enemigos interceptasen sus comunicaciones. El nombre de la máquina era precisamente Enigma. Los ingleses fichan a Turing y lo ponen al frente de un equipo de investigación con importantes medios a su disposición. El equipo se monta en una instalación militar llamada Bletchley Park, en Buckinghamshire.

La película cuenta el desarrollo de esta increíble investigación, hasta que logran descifrar la forma de funcionar de Enigma. Por cierto, tanto la máquina alemana como su antídoto aliado son auténticos forgendros, llenos de cables, tubos, enchufes y conexiones diversas. El trabajo de Turing y su grupo permite al mando aliado descifrar al fin los mensajes alemanes. A partir de ello, se decide abortar algunos ataques, pero se permiten otros, para que los nazis no sospechen que se les ha descubierto el tinglado (lo que les hubiera llevado a organizar otro diferente). El tema plantea problemas éticos inquietantes, porque en esos ataques se producen víctimas. Pero a partir de ese momento, el Reino Unido pasa de yunque a martillo.

Pero el legado de Turing no acaba aquí. Porque, sobre la base de la máquina por él diseñada, se empieza a desarrollar la línea científica que terminará con la creación de los ordenadores. Es decir, que, si ustedes pueden leer ahora mis posts en una tablet o un smartphone, es gracias a Turing, algo que todos los informáticos reconocen. Este señor es el padre de los lenguajes binarios en que se basa el funcionamiento de las computadoras que, por cierto, al principio se llamaban máquinas de Turing. Lo que pasa es que, después de la guerra, alguien le denuncia por homosexual, algo que entonces era un delito penado con la cárcel y estamos hablando de la civilizada Inglaterra, no de Afganistán o Uganda. El juez que le condena le da a elegir entre la prisión o aplicarse una terapia química de castración. Turing elige lo segundo, y las malditas pastillas le llevan al suicidio, unos días antes de cumplir los 42 años. Y, de ahí, al ostracismo.

Para suicidarse lo que hizo fue inyectar cianuro en una manzana y comérsela tranquilamente. Y ese es, según algunos, el origen del emblema de Apple, una manzana mordida, homenaje de Steve Jobs a su maestro. No se ve esto en la película, que, sin embargo desarrolla una teoría inquietante: que Turing tenía un funcionamiento mental diferente al normal y por eso es capaz de imaginar cómo podría pensar una máquina, algo que una persona normal no hubiera conseguido jamás. Por eso descifra el funcionamiento de Enigma y sienta las bases de la informática. Toda la película muestra este comportamiento anormal de Turing, que arranca en la propia infancia. Se han escrito algunos artículos que dicen que la película exagera este aspecto y que el tipo era menos raro. A mí me da igual, tras la trama del film hay un buen guionista que reinterpreta el personaje de Turing para convertirlo en una creación cinematográfica sobresaliente.
   
La otra película que les recomiendo es La Teoría del Todo, una historia desarrollada también en los exclusivos ambientes académicos ingleses, unos años después. La película cuenta la vida de Stephen Hawking, el científico postrado en una silla de ruedas por una ELA, que se convierte en best seller con una teoría sobre el origen del universo. Aquí lo impresionante es que al tipo le diagnostican la ELA a los 20 años y le dicen que le quedan apenas dos años más de vida. Pero Hawking, poseedor de un cerebro privilegiado, se rebela contra ello y consigue retrasar ese fin: como ustedes saben, está todavía vivo, tiene 73 años, tres hijos y varios nietos. Para ese admirable ejercicio de supervivencia, es básico el papel de su mujer Jane, en cuyo libro de memorias está basado el guión de la película.

Jane se casa con él cuando ya está enfermo y lo cuida de una forma conmovedora. Los actores elegidos para interpretar a los dos protagonistas son extraordinarios y retratan perfectamente la vida de esta atípica pareja. Ellos nos hacen ver que Hawking, a pesar de estar paralizado y deformado, sigue teniendo la mente de un cachondo, capaz de coquetear con las enfermeras que le cuidan, o vacilarle al público que acude a sus conferencias y ruedas de prensa, en las que contesta por medio de un aparato que reinterpreta sus pestañeos y mínimos movimientos. La conocida voz robótica de ese aparato fue elegida personalmente por Hawkings, que desechó otros sonidos más humanos. La pareja, ahora separada, asistió a una visualización previa de la película, junto con los actores que los reencarnan. Al encender la luz, una lágrima resbalaba por la mejilla de Hawking. Con su voz metálica, articuló dos palabras: Bastante acertada, antes de marcharse del lugar.

Hala, ya tienen dos planes a elegir para las tardes de este fin de semana tormentoso. Porque, a lo mejor, la mañana del sábado la tienen reservada. No sé, digo yo. Rajoy tiene tanto miedo a los de la coleta, que ha conseguido que Obama desplace la tormenta de New York hacia el oeste y monte una ciclogénesis expansiva para joder la Gran Marcha. Pero da igual: nosotros podemos con todo. 
   

miércoles, 28 de enero de 2015

336. El tzatziki de Tsipras

De pronto tenemos noticias de Grecia hasta en la sopa. Que si SYRIZA gana las elecciones. Que si se ha muerto Demis Roussos (¿habrá sido del disgusto?). Que si el accidente del avión griego en Albacete. ¿Ustedes sabían que había una base de la OTAN, en medio de La Mancha? Yo no tenía ni idea. La última vez que me informé del tema sólo existían Rota, Morón, Torrejón y Zaragoza. En fin, un auténtico tzatziki de informaciones. Si no han visitado Grecia, quizá no conozcan el tzatziki, una pasta blanca que se sirve como aperitivo, como el guacamole o el hummus, ideal para untar con picos o galletas saladas cuadraditas, aunque también queda muy hipster servirlo con un cuenco de palitos de zanahoria recién cortados. En los restaurantes de Grecia te lo ponen a un lado, aunque no lo pidas, mientras esperas la comida.

Hacer un tzatziki es fácil. Sólo tienen que coger un pepino mediano, pelarlo y pasarlo por un rallador fino para convertirlo en una especie de puré o pulpa de pepino. Esa pulpa hay que secarla, es decir, eliminar toda el agua (si queda un poco, el tzatziki se corta y hay que tirarlo). Eso se consigue dejándola un rato en un colador, o metida en un trapo, hasta que no quede rastro de agua. Mientras eso sucede, en un bol aparte se mezclan dos yogures griegos, una cucharada de aceite de oliva, un diente de ajo bien picado, dos cucharadas de hierbabuena o menta fresca igualmente picada y sal y pimienta a gusto. Esta segunda pasta se bate bien para que quede uniforme. Cuando el pepino rallado está completamente seco, se incorpora al bol mezclándolo con cuidado y sin batir más. Se guarda en la nevera, bien tapado, y se tiene allí al menos dos o tres horas. Luego, se saca de aperitivo, con un vino blanco frío.

Parecería que el yogur con el pepino es una mezcla que no casa bien. Pues lo cierto es que está exquisito. Pruébenlo y ya me dicen. También podría uno maliciarse que la propuesta izquierdista y laica de Tsipras no casaría bien con un grupúsculo nacionalista, confesional, antieuropeo, antisemita y xenófobo, como ANEL. Sin embargo, ahí los tienen: les ha costado exactamente dos minutos conseguir un pacto de gobierno. No deja de ser curiosa la imagen del nuevo gobierno, todos cuidadosamente trajeados y desprovistos de corbata, con un cierto aire de Los hombres de Paco.



Tres días después de esa foto, la prima de riesgo griega se ha disparado hasta cerca de los 1.000 puntos, pero ya sabemos que esto forma parte del postureo previo al combate real que empezará a continuación. En tanto se inicia la negociación, el macho europeo saca las plumas (prima de riesgo) y da unas vueltas en redondo frente a su contrincante, para amedrentarlo y llegar a la mesa en posición dominante. Pero, a la hora de la verdad, a Alemania no le conviene que Grecia se vaya de la Eurozona, porque eso le supondría dejar de cobrar las deudas de sus bancos, esas que los griegos contrajeron, entre otras cosas, para comprar cazas como el que se estrelló el lunes en Albacete.

La verdad es que meter a los griegos en Europa, cuando no tenían la estructura administrativa ni la seriedad como país que se requería en aquellos años para entrar a formar parte de ese selecto club de países, fue una cacicada de los alemanes para tenerlos mejor agarrados y garantizarse el cobro de las deudas de sus bancos. A España y a Portugal nos pusieron muchas más pegas. Cierto que, después, en el momento del desmoronamiento de la Unión Soviética, se apresuraron a abrirles la puerta a todos los restos del imperio ruso, incluso tapándose la nariz, hasta que llegó Putin y frenó la cosa. Así le va a Europa en estos tiempos, con un exceso de miembros ya explicado y analizado en el Blog (párrafos centrales del Post #124). El resultado para los griegos ha sido desastroso: dos rescates sucesivos, reducción del PIB en un 25%, aumento de las desigualdades sociales, pobreza y paro generalizados. No es de extrañar que los partidos tradicionales, que se han alternado en el poder en estos años, se hayan volatilizado.

Como siempre, el mejor análisis es el que hace en El inMundo mi admirado Enric González, que pone el dedo en la llaga, como conocedor experto de la zona. AQUÍ pueden leer sus opiniones. Me sumo a su deseo: ojalá que los de SYRYZA sean capaces de moderar el radicalismo de sus puntos de partida y conducir a su país a una negociación tranquila con la Troika, sobre la base de una quita razonable de la deuda. Porque, como fracasen o se pasen de radicales, los ganadores de las siguientes elecciones serán los neonazis de Aurora Dorada.

Por nuestra tierra, los sesudos próceres del PPSOE andan asustando al personal con el desastre que va a ser Grecia, previsión agorera interesada, destinada a meternos el miedo en el cuerpo, para que no se nos ocurra votar a Podemos, que les está segando la hierba bajo los pies. No me impresionan a mí estos mensajes catastrofistas. Lo primero es que Grecia no es España. Grecia es un país con 11 millones de habitantes, con una economía depauperada a la que la crisis ha hecho hundirse mucho más que a nosotros, con una deuda externa imposible de devolver y con unas perspectivas de futuro mucho más negras que las españolas. Aunque las nuestras no sean como para tirar cohetes.

Pero es que tampoco SYRIZA es igual que Podemos. Por cierto, ¿a que no saben ustedes qué significa SYRIZA? No vale mirarlo en Internet (suponiendo que supieran encontrarlo). Confiésenlo: no tienen ni puta idea. Yo tampoco lo sabía. Me lo ha explicado África, mi agregada cultural, que habla griego como Sócrates, incluso con el acento característico del puerto de El Pireo. Aquí se lo explico. SYRIZA son unas siglas, un acrónimo de SYnaspismós RIZospastikís Aristerás. En esta locución, Synaspismós, que significa Coalición, opera como sujeto y, por tanto, está en modo nominativo (en griego, las palabras se declinan, como en alemán). Las otras dos palabras son complementos del sujeto y, por tanto, están en genitivo. Rizospastikís quiere decir Radical y Aristerás significa Izquierda. Pero no deben traducirlo como Coalición Radical de Izquierdas, sino Coalición de la Izquierda Radical, que no es lo mismo. En griego, como en inglés, el adjetivo se suele poner delante del sustantivo al que caracteriza.

Les llamo la atención también sobre el curioso hecho de que, en la antigua Grecia, el lado mejor era el izquierdo, por eso se le llama aristerá, con el mismo prefijo que aristocracia (gobierno de los mejores). Fueron los romanos los que invirtieron esa valoración, llamando a la izquierda sinistra, que ya sabemos qué connotaciones tiene. Como Coalición de la Izquierda Radical, SYRIZA es más bien una versión de la Izquierda Unida de España, con la diferencia de que Tsipras ha conseguido unirlos de verdad. Los de España están sentados a la misma mesa con su sonrisa oficial, pero por debajo llevan pegándose patadas en la espinilla desde el primer día. Y así no pueden ganar. En cambio Tsipras ha logrado aglutinarlos y liderarlos, alrededor de un proyecto común.

Frente a esa historia de SYRIZA, con más de diez años de coalición de unos partidos que ya existían antes, Podemos es un auténtico neófito. Hace un año por estas fechas, nadie había oído hablar de ellos. Esa es su cruz y su virtud a la vez. Son una incógnita. Para el momento de nuestras elecciones locales, ya sabremos si Tsipras tiene cuernos y rabo y emite un pestazo a azufre que echa p’atrás o, por el contrario, no pasa nada y el tipo logra enderezar la situación de su país. Si sucede lo segundo, yo creo que sería cojonudo que Podemos ganara en alguna ciudad grande. Así, para cuando las generales de noviembre, ya sabríamos también a qué atenernos. Dada mi situación profesional actual, no me importaría que esa ciudad fuera Madrid, aunque supongo que una de las primeras cosas que harían sería darme una patada en el culo. Pero a esta ciudad ya le toca un poco de aventura, que llevamos desde el 89 en manos de la derecha más castosa. Y, como esta vez vuelvan a ganar, ya no nos libramos de ellos hasta que las ranas críen pelo. O, por decirlo con propiedad, ad kalendas graecas.

Kalimera. Y que les aproveche el tzatziki.


lunes, 26 de enero de 2015

335. El Retiro para Patrimonio de la Humanidad

Se creen ustedes que les cuento fiel y puntualmente todo lo que hago, pero algunas cosas se me quedan en el tintero, por falta de tiempo para escribirlas y subirlas al blog, en donde no creo oportuno colgar más textos, teniendo en cuenta que ya más de un lector me ha dicho que ha dejado de seguirme porque escribo demasiado y no le da tiempo a leer tanto. Entre las cosas que quedaron sin reseñar está ésta que les traigo hoy. A primeros de diciembre asistí a un congreso organizado, entre otros, por el Ayuntamiento, como apoyo a la candidatura del Parque del Retiro y su entorno a integrarse en el Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

La historia de cómo la UNESCO creó esta categoría en 1972 es bastante interesante. En 1959, Egipto decide construir la presa de Asuán, un proyecto que anegaría los templos de Abú Simbel. En el mundo civilizado se pone el grito en el cielo, qué salvajada, unos tesoros únicos que pertenecen a la historia común de todas las culturas, etc. Entonces Egipto responde: si tan maravillosos son estos templos, ayúdennos a preservarlos. La UNESCO recoge el guante y financia el traslado piedra a piedra de Abú Simbel, cuyos templos son cuidadosamente desmontados y trasladados a una ubicación a resguardo de las aguas, donde se reconstruyen. La organización decide entonces elaborar un protocolo para evitar casos como ese, a través de un catálogo de zonas de valor histórico o natural, para cuya preservación se brinda apoyo técnico y financiero.

Este es el origen de la lista del Patrimonio Mundial Cultural y Natural de la UNESCO, nombre exacto del catálogo, que suele designarse simplemente como Patrimonio de la Humanidad. El protocolo se aprobó en 1972, y las primeras declaraciones se produjeron en 1978. Ese año inauguraron la lista, además de varios parques naturales de Estados Unidos, Canadá y Etiopía, las islas Galápagos, la Catedral de Aquisgrán, los cascos históricos de Quito y Cracovia, las iglesias cristianas excavadas en la roca de Lalibela (Etiopía), la Anse aux Meadows (ensenada de las medusas) al norte de Terranova, en donde se encontraron los restos de una auténtica aldea vikinga, y la isla senegalesa de Gorea, frente a Dakar, donde se concentraba a los esclavos antes de enviarlos a América.

En estos momentos la lista la integran más de mil zonas o monumentos que han merecido la declaración. España cuenta con 44, siendo el tercer país del mundo, sólo por detrás de Italia, que tiene 50 y de China, con 47. Para conseguir que una zona determinada sea declarada Patrimonio de la Humanidad hay que seguir una tramitación minuciosa. La comisión que decide aprobar o no la declaración, se reúne una vez al año y sólo admite propuestas de los Estados de la ONU. La Comisión no trata con privados, regiones ni Ayuntamientos, lo cual me parece muy bien (si no, se volverían locos). A su vez, cada Estado tiene una Lista Provisional y sólo puede proponer a la Comisión monumentos o zonas previamente inscritos en dicha lista, para lo que se exigen unos requisitos normalizados.

En ese contexto, una serie de personas e instituciones han organizado una candidatura que promueve la declaración de El Retiro y todo su entorno (incluyendo mi casa) como Patrimonio de la Humanidad. Y esa candidatura ha conseguido la inscripción en la Lista Provisional del Estado Español, en donde hay ya muchos otros candidatos de todas las regiones. Para celebrar ese primer paso se organizaba el congreso a que me he referido al principio. AQUÍ pueden escuchar las ponencias que se impartieron en dicho congreso, en su idioma original, porque no han colgado la traducción simultánea que hubo. Si tienen curiosidad, les recomiendo especialmente la intervención de Carmen Añón, que es en español y muy interesante. Esta señora, que tiene más de setenta años, trabajó hasta su jubilación en la conservación del parque y conoce la historia de cada uno de sus rincones. Y tiene una memoria prodigiosa, lo que conecta con el post anterior de los ancianos dinamiteros.

Para los que quieran un enfoque más de usuario, les recomiendo esta otra página en la que encontrarán el punto de vista de un enamorado del parque, cuyos padres y abuelos ya lo frecuentaban y cuya testimonio queda plasmado en multitud de fotos y recuerdos de todo tipo. El Retiro es, ciertamente, uno de los parques urbanos más bonitos del mundo. Su historia no es demasiado larga. En el XVII, el conde duque de Olivares decide construir un palacio de recreo para Felipe IV, con el objetivo de que esté distraído y contento, y le deje a él las tareas de gobierno sin enojosas interferencias. Elige para ello unos terrenos exteriores al continuo urbano que llegaba hasta el arroyo de la Castellana.

Allí se construye el Palacio del Buen Retiro, hoy desaparecido, junto al gran estanque que aun podemos disfrutar. Lo más curioso es que, del lado Sur del estanque, salía hacia el Este un canal que llegaba hasta el actual Paseo de Coches, que originariamente era también un canal. Al llegar a la actual rosaleda, el canal doblaba de nuevo en ángulo recto hasta terminar en un pequeño anillo lobulado de agua que rodeaba la ermita de San Antonio de los Portugueses, a la que sólo se podía acceder en barco, o por un puentecito. Todo este montaje, que requería un aporte de agua caro y dificultoso, no tenía otra utilidad que el recreo del monarca. El rey y su familia iban al embarcadero real y, desde allí, impulsados por remeros y protegidos con sombrillas, se daban un paseito fluvial, rodeaban la ermita y volvían. A lo mejor entraban un instante a rezar.

Felipe V, que traía su influencia afrancesada, construyó el Parterre, uno de los jardines más vistosos del parque. Y Carlos III fue el que le dio el impulso definitivo. Por un lado, construyó el llamado Salón del Prado, de Cibeles a Neptuno, para unir la ciudad con el parque. Este paseo-salón se completaba hasta la glorieta de Atocha, apoyado por la construcción del Jardín Botánico y el Museo de Ciencias Naturales, actual Museo del Prado. Además, abrió una parte del parque al público en general, siempre que fueran bien vestidos y aseados y guardaran la debida compostura. Por último, demolió la ermita de San Antonio, para erigir allí la Real Fábrica de Porcelana del Buen Retiro, en cuya construcción trabajaron más de 200 obreros traídos de Nápoles.

Cuando llegan los franceses en 1808, instalan sus tropas en el Retiro, desde donde dominan perfectamente el caserío de la ciudad con su artillería y sus cañones. Durante 12 años, allí estará el cuartel de las tropas francesas. El Palacio y los jardines resultan destrozados. Sólo sobreviven el estanque, el Parterre, el futuro Museo del Prado y algunos paseos. Es Fernando VII el que lo reconstruye en su conformación actual. En el solar de la antigua Fábrica de Porcelana se construye una rotonda, que más tarde albergará la estatua del Ángel Caído, una de las pocas estatuas del diablo que existen en el mundo, con el añadido de estar situada a 666 metros sobre el nivel del mar.

Durante todo ese tiempo, El Retiro llegaba hasta la Castellana. Fue Isabel II la que vendió la parte occidental al Estado, que a su vez la revendió a los promotores del Ensanche de Madrid, con el ingeniero Castro a la cabeza, en un doble pelotazo, que está en el origen de la existencia del barrio de los Jerónimos, por otra parte lleno de joyas de la arquitectura, como el propio Palacio de Correos en Cibeles. La apertura completa del parque al pueblo de Madrid corresponde al año convulso de la Primera República. El Paseo de Coches, ya pavimentado, se abrió para carruajes y más adelante para los primeros velocípedos, como los que ven en la imagen de abajo. Era frecuente tropezarse por allí con la bella Otero circulando en tandem con su hija. Y muy pronto llegaron también los primeros automóviles. En fin, el Retiro podría ser objeto de un blog específico para él solo, pero por hoy ya tenemos bastante. Otro día seguiremos con el tema.



viernes, 23 de enero de 2015

334. Ancianos dinamiteros

Leo en la prensa una noticia sorprendente: Juan Barranco se retira de la política. Luego le escucho en la radio despidiéndose emocionado. La sorpresa para mí no es que se jubile, sino que todavía estaba. Me había olvidado completamente de él. Tuve ocasión de verlo de cerca una vez y me sorprendió lo pequeñito que era, como una especie de gnomo de Blanca Nieves envejecido. En las fotos y la televisión no se aprecian estos detalles. De todos modos, yo no debería reírme mucho, porque a mí me abordan a veces algunos compañeros con esa misma sorpresa: ¡Coño! ¿pero tú no te habías jubilado? No, yo es que soy un funcionario amortizado y estoy alcanzando la completa insignificancia. Aun no me he vuelto invisible del todo, pero estoy en ello.

Cerca de cumplir los 64 (ya saben, coincidiendo con el inicio del Año de la Cabra), creo que lo que pasa es que la mejora general de la medicina, la alimentación y la calidad de vida han aumentado la esperanza de vida unas décadas. Antes, a mi edad, la gente eran auténticos ancianos. Ahora, sin embargo, uno puede seguir haciendo de todo, sobre todo si se mantiene en forma física y mental. La jubilación a los 65 es una reminiscencia de otros tiempos, porque, en definitiva, de lo que se trataba era de tenerte trabajando mientras aguantaras. Ahora están estudiando retrasarla pero, con lo lenta que es la maquinaria administrativa, a mí ya no me pillan.

En 1964 se estrenó una película que, más o menos, anticipaba esta dinámica. Se llamaba Los dinamiteros y no tuvo apenas éxito (su director, desanimado, no volvió a hacer ninguna otra y se dedicó a los documentales). La historia habla de tres abuelos, encabezados por el que interpreta el genial Pepe Isbert, que coinciden cada primero de mes en la cola de la mutualidad que les paga la pensión, donde comparten sus penas y su dificultad de llegar a fin de mes. Hasta que un día se hartan y deciden atracar esa oficina para poder vivir unos años como reyes, para lo cual se entrenan concienzudamente. Si no la han visto, búsquenla en algún videoclub (otra institución en vías de extinción). Les prometo que merece la pena.



Algunas noticias recientes hablan de personajes longevos que siguen al pie del cañón. Aquí tienen la imagen actual de Francisco García Salve, con un pelo blanco de puta madre y aspecto muy saludable. García Salve fue alguien muy popular en los 70, bajo el sobrenombre de El cura Paco. Esta foto, en la que aparece en compañía del padre Gamo, otro ex-cura obrero de la época, está tomada el martes pasado, en un colegio público de Vallecas, con ocasión de la presentación de un libro biográfico sobre este hombre, que tiene ahora 84 años. El cura Paco es aragonés, de una familia bastante pobre de los Monegros. Viendo que era inteligente, su padre lo metió de novicio con los jesuitas. Tras varios años ejerciendo de cura, se trasladó a Vallecas, se alojó en una chabola y empezó su tarea de ayuda a los más desfavorecidos, que le llevaría a ingresar en las ilegales Comisiones Obreras.

Detenido por sus actividades subversivas, fue uno de los acusados en el famoso Proceso 1001, junto a Marcelino Camacho y otros. Allí se le condenó a tres años de cárcel. Ya en libertad, en 1976 colgó los hábitos y se casó. Aún a finales de ese año fue detenido de nuevo y pasó unos meses a la sombra, por encabezar una manifestación contra la detención de Santiago Carrillo, al que acababan de pillar disfrazado de lagarterana y con una peluca al más puro estilo Glitter Band. En 1981, el cura Paco fue expulsado del Partido Comunista, por prosoviético, montaraz y partidario de la invasión de Afganistán. El mismo Carrillo cuya petición de libertad le había costado su última detención, iba ahora de eurocomunista moderado, lo que no le impedía conservar unas actitudes autoritarias, que le llevarían a, prácticamente, cargarse el partido un año más tarde. El cura Paco, ya seglar, terminó la carrera de derecho que había empezado en la cárcel y pasó a ganarse la vida como abogado laboralista, tarea a la que dedicó todos sus afanes hasta que se jubiló a los 72 años. Doce años más tarde, ya ven qué buen aspecto tiene.

Otra historia diferente. Aquí tienen a la mujer más vieja de Escocia, que el lunes cumplió 109 años y lo celebró en el asilo de ancianos de Aberdeen donde vive desde hace bastante tiempo. Como es una celebridad, acudió la prensa al evento y le hicieron una entrevista. Cuando le preguntaron cuál era su secreto para llegar así de bien a una edad tan longeva, confesó que los secretos eran dos: comer mucho porridge, y evitar a toda costa el contacto con los hombres. Esta mujer es soltera y no tiene hijos, porque ha llevado sus dos normas a rajatabla, y dice que los hombres son unos pesados, que ya se sabe a lo que vienen y que, al final, sólo crean más problemas de lo que se merecen. Eso sí que es una mente preclara.

Entre los músicos del rock hay casos de longevidad admirables. El más conocido, el de los Rolling Stones, que debutaron en 1962, por lo que llevan más de 50 años en la carretera. Mick Jagger (71), Keith Richards (71), Charlie Watts (73) y Ron Wood (67), salieron en 2014 de gira por 19 países y dejaron abierta la posibilidad de repetir en este año de 2015. En la memoria, conciertos memorables, como el del Vicente Calderón, el 7 de julio de 1982. Allí estábamos los colegas sobre el césped, desde varias horas antes para pillar buen sitio, cuando el cielo se cubrió de negros nubarrones amenazantes. Un poco antes de la hora, empezaron los rayos y truenos, en medio de un chaparrón considerable. A la mente de muchos se nos vino la idea de que el concierto se suspendería; los músicos podían electrocutarse con sus guitarras y teníamos todavía muy reciente la espantada de Lou Reed por mucho menos (Post #242).

Pero entonces sucedió el milagro. En medio del diluvio y al resplandor de los relámpagos, Keith Richards atacó el riff introductorio del Under my thomb, y allí salió Mick Jagger dando brincos bajo la lluvia, sobre el fondo oscuro surcado por las siluetas de los rayos. La locura, que todo lo cura. Los presentes se transmutaron en coruñeses impasibles a la lluvia, espectadores de un concierto histórico, en el que, por cierto, acabamos completamente secos. Muchos años han pasado desde entonces, todos estamos más viejos, pero los Stones siguen a lo suyo. No les sorprenderá saber que, en sus giras actuales, viajan acompañados de una unidad médica especializada en cuidados geriátricos. Hace tiempo que la revista musical Rolling Stone (que, a pesar de su nombre, no tiene ninguna vinculación con el grupo) anticipó esta caricatura premonitoria que les pongo abajo.



No es el único caso de músicos longevos que siguen en la brecha. B.B. King, que tiene 89 años, hasta hace poco andaba tocando por ahí, aunque tenían que subirlo al escenario en silla de ruedas. La fabulosa Wanda Jackson, la reina del rockabily, tiene 77 y hace poco publicó un nuevo disco significativamente titulado The party ain’t over (La fiesta no ha terminado). Abajo pueden comprobar cómo cantaba en directo esta mujer ¡en 1958! para que vean que no exagero con el título de reina del rockabily. La canción se llama Hard Headed Woman, es decir, mujer cabezota. Ahora Wanda está lógicamente más mayor, pero se conserva muy guapa y sigue cantando igual de bien.


Parece que el caso de mayor longevidad entre músicos (según el libro Guiness) es el del hawaiano Bill Tapia, virtuoso del ukelele, que estuvo en activo hasta su muerte, en diciembre de 2011, a los 107 años. También tengo un vídeo para ustedes de este venerable caballero. Corresponde a una de sus últimas giras internacionales. La actuación tiene lugar en Japón en 2005. Es decir que el hombre tenía entonces 101 años, como se indica al final de la grabación.


Por último, una recomendación dietética. Si quieren llegar con dignidad a estas edades, al menos dos veces por semana, coman carne roja. Así lo proclamaba una campaña publicitaria australiana de hace dos o tres años, que les dejo de propina. Que pasen un fin de semana maravilloso, amigos ancianos dinamiteros seguidores de este foro. El lunes más.




miércoles, 21 de enero de 2015

333. Un chino cabreado

Después de mi post del otro día, he creado una nueva etiqueta específica para China, con los textos del blog que hacen referencia a ese gran territorio, hasta ahora alojados en el epígrafe Países lejanos. La verdad es que los chinos nos entran por todos lados y tenemos que conocerlos. Y no sólo las grandes cifras macroeconómicas, los datos de puertos y trenes superlargos. Hay también una cultura, una literatura, una larga y compleja historia, cuyas raíces se hunden en la noche de los tiempos. Y los chinos, lo mismo que los vascos, los escoceses, los catalanes o los japoneses, tienen unos rasgos de carácter típicos, una idiosincrasia propia reconocible. La forma de ser de los chinos, labrada a lo largo de milenios, aúna paciencia, cabezonería, capacidad de sufrir y resistir, laboriosidad, disciplina y sentido comercial.

Los chinos son en general gente pacífica y afable, pero tienen su orgullo. Aguantan carros y carretas y procuran no pelear. Ahora bien, si se les acorrala o se les pisa ese callo especialmente sensible que todos los humanos tenemos, entonces sí: entonces arremeten con todo y no es fácil detenerlos. En una novela negra de Dasiell Hammet (no recuerdo cuál de ellas), el detective protagonista llega a la conclusión de que el que ha disparado es un chino, por el detalle de que ha vaciado el cargador. Un chino procura no tener que disparar su arma. Pero, si finalmente ha de hacerlo, no para de apretar el gatillo hasta que se queda sin balas. En la novela El Chino, de Henning Mankell (Tusquets-2008), el comisario llega a idéntica conclusión a partir del ensañamiento y las heridas que presenta el cadáver que encuentran al comienzo del libro.

Valgan estos párrafos de prólogo de la historia que les cuento a continuación y que me sucedió allá por 2008 o 2009. Estaba yo por entonces inmerso en otro juicio, del que no les voy a dar mayores detalles (era un asunto menor), y había concertado una cita con mi abogada en una notaría de Argüelles para firmar unos poderes. Mi abogada se llamaba Patricia, acababa de sustituir a un colega y no la conocía; sólo había tratado con ella por teléfono. Así que la mañana de autos, cogí mi coche de matrícula de Barcelona, llegué con tiempo suficiente, aparqué en una plaza de residentes y me dirigí andando a la notaría. Hacía un día soleado y luminoso, de principios de primavera.

Patricia resultó ser una rubia menudita muy joven, de ojos claros y expresivos y larga melena lisa. Por decirlo claro: estaba como un yogur griego de Danone. Acabada la gestión, bajamos a la calle y le propuse tomar un café juntos, no por lo que están pensando, sino porque teníamos que concretar la estrategia del asunto que nos traíamos entre manos. Ante mi oferta, puso cara de duda. Es que tengo el coche mal aparcado –dijo. Bueno, eso no era problema, podíamos montarnos en su coche (el mío estaba bien aparcado), buscar un sitio libre por el barrio y dejarlo allí. Seguro que habría algún bar cerca. Luego ella podía acercarme hasta mi coche. Mantuvo su aire dubitativo. Es que soy una conductora muy novata –arguyó–, me acabo de sacar el carnet y me cuesta mucho aparcar, salvo que sea en batería. No te preocupes, mujer, yo te ayudo.

Su coche, un Opel Astra, estaba efectivamente en un paso de peatones, y tenía una enorme Ele pegada al cristal trasero. Nos montamos y dimos unas vueltas despacio, sin éxito: no parecía haber sitios libres. De pronto le grité: ¡PARA! Estábamos cerca del final de un tramo largo de calle. Un solo carril útil. A nuestra izquierda, una fila de coches aparcados en línea. A la derecha, más vehículos aparcados, éstos en batería. Entre ellos, una furgoneta acababa de encender las luces de frenos. Esperamos unos instantes, pero la furgoneta no se movía. Detrás de nosotros se iba formando una fila de coches cada vez más larga. Decidí bajar a preguntarle al conductor si se iba. Por señas me dijo que sí, pero que tardaba un poco todavía. Me subí otra vez al Opel y seguimos esperando. Empezaban a sonar bocinazos iracundos de los primeros impacientes.

Volví a bajarme y le pedí al conductor que bajara su ventanilla. Sólo quería saber si iba a tardar mucho más, porque en ese caso nos íbamos. Mire, acabo de dejar un pedido enorme en el almacén de los chinos y tengo que rellenar ahora los albaranes, si no luego me lío. Es un segundo. El tipo tenía efectivamente una carpeta apoyada en el volante, un montón de papeles, un bolígrafo y unas gafas de cerca puestas. El coro de bocinas incrementaba su intensidad. Le indiqué a Patricia que esperara, pero esta vez no me subí al coche, sino que me fui a la parte de atrás, les hice a los impacientes un gesto de esperar, con una mano abierta, y marqué con dos deditos de la otra el intervalo minúsculo de tiempo que les pedía. En el primer coche había dos chinos, pero estos no tocaban la bocina. Eran los demás los que hacían sonar sus cláxones a coro, montando ya un escándalo considerable.

Entonces observé que a la izquierda del Opel, un poco más adelante, había una plaza libre de parking en línea, amplia y flanqueada por dos señales de reservado para minusválidos. A la vista de la que se estaba formando (al menos dos conductores se habían bajado de sus coches a ver qué era lo que pasaba), le dije a Patricia que intentara meter el coche allí un momento, para esperar a que el de la furgoneta se fuera, y luego ocupar su plaza. La chica intentó meterlo de frente, se apresuró, maniobró torpemente y se quedó con medio culo fuera. Les hice una seña a los chinos, para que no avanzaran. Pero era innecesario: no se habían movido un milímetro. Esperaban imperturbables, entre el estruendo bocinero de los demás conductores.

Lo mejor era que sacara el coche otra vez para atrás y lo intentara de la forma ortodoxa: adelantándose unos metros y metiéndolo de culo. Así lo hizo, pero mal, a pesar de mis indicaciones. Seguía sobresaliendo medio ancho y no dejaba paso libre. Se estaba poniendo nerviosa y parecía al borde del llanto. Le dije que no pasaba nada, que saliera otra vez y repitiera la maniobra. El coro de bocinas debía de oírse ya en Moncloa. En esas estábamos, cuando el chino copiloto del primer coche abrió la puerta y se bajó. De la parte de atrás sacó un montón de bolsas de plástico bien cargadas y vino en nuestra dirección. Era un chino mayor, canoso, chaparro, de piernas arqueadas y gesto enfurruñado. Caminaba con dificultad por el peso que cargaba en ambas manos, bamboleándose como los bebés que han aprendido a andar hace poco.

Al llegar a mi lado, se paró y dijo: –Muy tolpe, muy tolpe, no hace falta tanta ayuda, es sitio muy glande. Le expliqué que sólo queríamos parar un momento allí para dejar pasar a los coches de la fila, mientras quedaba libre el sitio de enfrente. –No, muy tolpe, sitio glande, no hace falta ayuda– insistía. Intenté explicárselo por segunda vez, pero seguía negando con la cabeza y repitiendo muy tolpe, muy tolpe. Era un coñazo, me estaba distrayendo y no me dejaba ayudar a mi amiga a aparcar su coche. Entonces, le hice el gesto de John Wayne, como si apartara el humo delante de mí: –Déjeme en paz, váyase a la mierda–, antes de seguir con las indicaciones a Patricia (vas bien, vas bien, tuerce todo ahora). El chino se alejó con sus pasitos cortos, pero, a dos metros, se paró. Dio la vuelta, regresó balanceándose por el doble peso, se plantó ante mí, infló el pecho y se puso de puntillas para acercar su nariz a la mía. Con calma y mirándome muy serio a los ojos, dijo: –Tú, a la mielda.

No estaba yo para tonterías, así que contesté rápido: –Muy bien. Y tú también. Los dos a la mierda–, mientras me giraba para seguir con mis indicaciones (dale, dale, muy bien, ahora destuerce del todo). Por el rabillo del ojo le vi alejarse con sus pasitos de escarabajo, pero otra vez se paró. Regresó basculando con sus bultos compensados, sacó pecho de nuevo y volvió a acercar su nariz a unos milímetros de la mía. Con la misma seriedad, me espetó: –No. Tú, a la mielda. Yo no.

En ese momento, caí en la cuenta de lo cómico de la situación. Patricia tenía ya el coche casi encajado en la plaza de minusválidos. Si alguien estaba viendo la escena desde la acera, se estaría tronchando de la risa. Por encima del hombro del chino recalcitrante, intuí un grupo de mirones. Enfoqué la vista y entonces los vi. Eran seis o siete. Todos chinos. El personal al completo del gran almacén de alimentación Súper Wenzhou estaba en la acera. Se habían abierto en arco y observaban la escena serios, impasibles, muy tiesos, listos para actuar si la cosa se ponía fea. Con una vaga inquietud miré detrás de mí, en busca de alguien que me apoyase o alguna vía de escape. Pero lo que vi era todavía peor.

Imperturbable al acoso de los cláxones, el compañero del chino cabreado, se había bajado también del coche y, sin cerrar su portezuela, venía caminando hacia mí. Era un tipo joven, grandote, musculoso, de cuello recio. Me pasaba la cabeza dos cuartas. Llevaba en una mano las llaves del coche y las hacía girar alrededor de su dedo índice. Llegando a nuestro lado, aquel coloso habló también con calma: –Qué pasa, señor, ¿hay algún problema? –No, no, no– me apresuré a contestar– yo no tengo ningún problema, estábamos hablando aquí unas cosas, pero yo ya no tengo nada más que decir. Entonces el gigante chino se dirigió a su compañero veterano y le largó una parrafada perentoria en su idioma, subiendo mucho la voz, frunciendo el ceño y enrojeciendo visiblemente. Ante la bronca, el otro dio media vuelta y se fue, esta vez de verdad. El coloso se volvió también hacia su coche, sin decir adiós ni nada.

Respiré hondo, aliviado. Miré alrededor. De pronto, todos los problemas parecían haberse solucionado milagrosamente. El de los albaranes se había ido. Patricia había metido sin problemas su coche en el hueco de la furgoneta, dejando por fin el paso libre, y venía hacia mí con su sonrisa radiante, de dientes perfectos. –Bueno, ya estamos –dijo. Ahora, a buscar el bar. Ya te había avisado de que soy una negada aparcando. Por cierto, ¿querían algo esos chinos tan graciosos?

En fin, para desengrasar de tanta tensión, aquí les dejo la canción que les dedica el gran Ry Cooder a los chinos que viven allá por la Baja California, descendientes de los que trabajaron en el tendido de la red ferroviaria, a comienzos del siglo XX. Sean felices.


lunes, 19 de enero de 2015

332. El día más triste del año

Eso dicen los periódicos. Que, estadísticamente, hoy es el día más triste del año: el Blue Monday. Por si no lo han leído, parece que se trata del resultado de una fórmula ideada por unos matemáticos de Cardiff, que combina diversas variables: que ahora es cuando nos cobran lo que hemos despilfarrado en Navidad con la Visa, que aun no nos han pagado este mes, que hace un frío que pela, que hay muy pocas horas de luz y que nos falta una eternidad para llegar al verano y tumbarnos panza arriba en la playa. En mi caso, habría que añadir que ayer el Dépor perdió 0-4. Un desastre. Sin leen ustedes algo sobre el Blue Monday, comprobarán que los propios autores de la fórmula admiten que es una gilipollez, un simple divertimento sin ninguna base científica.

Hace años que se escucha hablar de la famosa cuesta de enero, algo que a mí no me suele afectar, porque no acostumbro a pasarme de manirroto en navidades. Y menos aun este año, en que me han pagado, además de la extra, el premio por 30 años de trabajo municipal que me tenían retenido desde octubre de 2012, y por el que llevé a juicio al Ayuntamiento, juicio del que di referencia en el blog, Post #240, y que, por supuesto, perdí. Ahora, por aquello del tiempo preelectoral, la señá Botella ha decidido devolvernos algunas de las cosas que nos quitó siguiendo las instrucciones de Rajoy. Y yo he cobrado mi premio.

Así que: ¿por qué habría de estar triste? Las perspectivas del año que empezamos son muy interesantes y hay que estar atentos porque, después de unos años de vivir en una situación estancada, por fin las cosas se van a mover, no sabemos si para bien o para mal, pero eso es lo que le da la emoción a la cosa. Las fechas no dan tregua: el día 22, reunión del BCE para, según todos los indicios, poner en marcha un programa europeo de QE, Quantitative Easing, o, dicho en manchego, empezar a darle al maquinillo de imprimir euros. El 25, elecciones generales en Grecia, con Syriza apuntando a la mayoría absoluta. El 31, manifestación monstruo de Podemos que convergerá en la Puerta del Sol. Y luego las elecciones locales y el largo camino hacia las generales de final de año. ¿Qué más podemos pedir?

Vayamos por partes. Lo del día 22. Estados Unidos dice haber salido de la crisis, porque su economía está creciendo, aunque todavía es pronto para valorar si ese crecimiento se mantiene o es flor de un día. Todavía es pronto, porque, allí en los USA, se han tirado seis años inyectando dinero en la economía y esa inyección se terminó al final del pasado octubre. Los resultados, dos meses y medio después, son buenos, pero es poco tiempo para una valoración ponderada. Aquí a la derecha, pinchando en la etiqueta Economía, pueden revisar todo lo que se ha venido hablando de este asunto en el Blog. Si quieren algo más fundamentado (aunque escrito de forma menos amena y desternillante que mis textos), AQUÍ tienen un artículo al respecto, escrito el día que se cerró la QE.3.

Les recuerdo que, en virtud de dicha QE.3, desde enero de 2013 hasta octubre de 2014, la FED estuvo imprimiendo 85.000 millones de dólares CADA MES, para recomprar hipotecas basura y sus propios bonos a partes iguales. En eso consistía el programa yanqui, sucesor de otros dos QE anteriores menos agresivos, que no obtuvieron el resultado que se buscaba. Con eso han conseguido el efecto tapering, término sacado del mundo de la carrera de fondo: entrenas a lo bestia durante una temporada y, una semana antes del maratón, bajas el volumen de entrenamiento. El día de la carrera vuelas. La economía estadounidense está volando ahora fruto de la desactivación de los incentivos, tras seis años de sobreinyección mensual de fondos. Y los genios de la economía yanqui, que no tienen ninguna receta mágica, cruzan los dedos a ver si la cosa coge carrerilla y mantiene la velocidad de crucero.

El que es un genio, como ha quedado acreditado en este blog, es el bueno de Draghi, que ha logrado mantener la economía de la Eurozona en un ten con ten, a base de amagar con hacer una QE, sin hacerla. Pero este 22 de enero parece que ya no le va a quedar más remedio que ponerla en marcha, algo que la Merkel ha admitido por fin a regañadientes. Veremos hasta dónde llega la cosa. Los agoreros ya dicen que no va a servir para nada, porque todo el mundo lo da por hecho y los mercados ya han descontado los efectos inmediatos de la medida. Lo veremos, pero no olviden que, en los USA, la primera y la segunda QE tampoco sirvieron de mucho y hubo que aumentar la dosis hasta esa barbaridad de 85.000 millones mensuales de nuevos dólares.

Las elecciones griegas parece que van a tener un resultado claro a favor de Syriza y ya está todo el mundo metiendo miedo. Y digo yo: ¿no decían esos mismos medios que los griegos eran unos impresentables, que su sistema político-económico es tercermundista, que no recaudan impuestos, porque no tienen ni IBI, ni siquiera catastro, que son unos tramposos que falsearon sus datos para ser admitidos en Europa, etcétera, etcétera? Pues, me parece a mí que se le podía dar una oportunidad a estos otros griegos, que se proponen precisamente barrer con toda la panda de mangantes que tenían al país en esa situación, esa casta a la que el pueblo ya no quiere ver ni en pintura. En ese sentido se pronuncia Paul Krugman, que dice que el verdadero peligro es la señora Le Pen y los movimientos xenófobos similares.

A nosotros nos vienen muy bien estas elecciones porque, para nuestras municipales, los de Syriza ya llevarán casi cuatro meses gobernado y podremos votar en consecuencia. Si por entonces los índices económicos griegos se han desplomado y la gente está pasando aun más hambre y dándose de bofetadas con la policía en la plaza del Sintagma, pues entonces tendremos que cuidarnos de votar a Podemos. Pero yo más bien creo que no va a pasar nada de eso. Que los nuevos gobernantes helenos van a negociar una quita razonable de la deuda nacional, que seguirán en la Eurozona y que la situación se empezará a reconducir.

Si eso pasa y no hay tampoco grandes cambios en la oferta de los diferentes partidos para las próximas municipales, yo ya adelanto que voy a votar a Podemos. Es más, estoy considerando seriamente la idea de dejarme coleta. Lo último que me ha reforzado en mis intenciones de voto es el artículo de esta mañana de Esperanza Aguirre en El inMundo. Desde los tiempos de Machín sabemos que Esperanza sólo sabe bailar chachachá: Ay qué pena me das, Esperanza por Dios, tan graciosa, pero no eres buena. Esta señora es la castosa por antonomasia; recuerden lo ufana que se mostraba cuando presumía de haberle dado un puesto en el consejo de Bankia a uno de Izquierda Unida, quitándoselo al hijoputa.

A esta gente hay que barrerla del mapa político: PP, PSOE, Izquierda Unida y también a los de la UPyD, que no han pillado como los otros tres, pero porque no han podido. No digamos ya los impulsores de la locura catalonia. Ahí fue cuando me empezó a ganar el de la coleta, cuando fue a Barcelona a decirles lo que pensaba de ellos. Es curioso que Esperanza les critique ahora por desdecirse de sus anteriores propuestas maximalistas y sus referencias al chavismo. Precisamente a mí no me convencían por ese tufillo Evo Morales que desprendían y que poco a poco van perdiendo. Tengo que estudiarme su programa y el de Ciudadanos para ver quiénes me dan más confianza pero, aquí lo prioritario es echar a la casta. Que se vayan. Como proclamaba Husillos, el inefable albañil de El milagro de P.Tinto: AQUÍ HAY QUE SANEAR.

Esperemos que los de la yihad no se interfieran, porque la cosa se presenta apasionante. Hablando de la yihad, al Papa Curro lo han puesto a caldo por decir algo muy similar, en el fondo, a lo que yo defendí en mis dos posts recientes respecto a Charlie Hebdo. Es curioso que los mismos que defienden las caricaturas de Mahoma en base a la libertad universal de expresión, le nieguen esa misma libertad de expresión al Papa. Si alguien lo entiende, que me lo explique. A lo mejor prefieren un Papa neutro como los anteriores. Contra Ratzinger vivíamos mejor. Otra nostalgia más. Pero la nostalgia no sirve para nada. Ya lo decía mi amigo el poeta Sigifredo Martín, al final de su poema Posiblemente:

Posiblemente
la nostalgia sea el camino,
para ir a ningún sitio, más idóneo.
Y yo lo he hallado hoy
porque es enero y lunes y estoy solo.

Lo que nos lleva de vuelta al Blue Monday. Sean felices.


sábado, 17 de enero de 2015

331. Que vienen los chinos

Como saben, mi hijo pequeño Kike sigue su aventura asiática, de la que no he dado mucha cuenta en el blog por respetar su privacidad. Cerca ya de regresar, mejor espero a que esté por aquí otra vez, para que me cuente sus impresiones, me aporte fotos y me dé permiso para contar algo al respecto en este foro público. Mientras tanto, me comunico con él por Skype y Whats App. Como quizá recuerden, hace algo más de dos años viajé a visitarle a Rotterdam, donde estaba de Erasmus. Y este año he vuelto a la ciudad, específicamente para ver el Market Hall, espectacular edificio recién inaugurado al que dediqué el Post #313. Por cierto, inauguro aquí una novedad técnica del blog: a partir de ahora, cada vez que cite uno de mis textos anteriores, el número de post será a la vez el enlace, para que, quien quiera consultarlo, pueda hacerlo de forma instantánea y más cómoda, sin tener que andarlo buscando por la columna de la derecha.

Como pensé que a mi hijo le gustarían las fotos de este edificio, que él sólo tuvo oportunidad de ver en fase de obras de cimentación y construcción de sótanos, le mandé el enlace. Lo leyó y hablamos por Skype. Me hizo dos precisiones (mi hijo es un tipo muy dado a precisar). La primera, que la explanada que acoge cada sábado el macro mercadillo donde él hacía la compra, se llama el Blaack, con doble A, y no el Black, como yo lo había escrito. Blaack es una palabra holandesa que no significa negro y ahora me explico yo el nombre (la explanada no tiene nada de negra), que ya he corregido debidamente en el post citado. Precisamente el Market Hall da frente al Blaack.

La otra es de mucho más calado. Me pregunta mi hijo que de dónde he sacado que Rotterdam es el segundo puerto del mundo, sólo superado por el de Shanghai. Mi respuesta: de Internet. ¿Y cuándo lo consultaste? Hace dos años, cuando escribí el Post #26, después de visitarte. Pues ya puedes ponerte al día, porque las cosas han cambiado bastante y ese dato está desfasado. Acojonante. Lo que yo contaba en octubre de 2012, era que Rotterdam era el mayor puerto de Europa y, durante mucho tiempo, lo había sido también del mundo, posición que acababa de perder en favor de Shanghai. Así es como yo lo había leído en alguna página de la red. ¿Saben en qué puesto está ahora, poco más de dos años después?

Pues sorprendentemente no hay un ranking unificado que sea admitido por todo el mundo, pero las diferentes listas que pueden consultarse en Internet coinciden en algunas cosas. Shanghai es el primero en casi todas y Singapur el segundo. Rotterdam aparece en el puesto 6 en algunas, en el 7 en otras y hasta en el 11 en unas cuantas. Y lo más impresionante: siete de los diez puertos mayores del mundo están en China. Los otros tres son los de Busán (Corea del Sur), Singapur y Rotterdam. Es decir, que, quitando este último, los otros nueve están en Asia. Si tenemos en cuenta que el 80% del comercio mundial (en grandes cifras) se mueve por mar, pues lo de los chinos da verdadero miedo. Mediados los 90 ninguno de los puertos chinos estaba entre los diez primeros del ranking.

AQUÍ tienen un reportaje de El País de hace dos o tres días, que no les recomiendo leer (a menos que les interese mucho el tema) porque es larguííííííísimo y además les voy a hacer un resumen. Pero sí pueden echarle un vistazo al mapa que muestra el recorrido del tren más largo del mundo. Es una nueva posibilidad que están explorando los chinos, con objeto de abrir una ruta comercial para los productos que fabrican compulsivamente por todo el país. El tren Yixinou salió en viaje de prueba el 18 de noviembre pasado desde la ciudad de Yiwu, a 300 kms. de Shanghai, considerada el mayor centro de almacenaje y distribución de productos manufacturados del mundo. El tren salió con 70 contenedores, de los que dejó 40 en Brest (Bielorrusia) y siguió hasta Madrid con los otros 30.

Empleó 21 días en cubrir los 13.000 kms. de recorrido, una ruta que supera las del Transiberiano, el Orient Exprés y todos los trenes que en el mundo han sido. Hubo de cambiar tres veces de ancho de vía, la tercera en Irún, lo que supuso mover los pesados containers a las nuevas composiciones (palabra ésta ferroviaria por excelencia). Pero llegó finalmente, 21 días después. En Madrid lo esperaba la señora Botella, a la que ven en la imagen tan contenta con el regalo que le trajeron, igualmente ufana por el hecho irrebatible de que, al lado de la ministra Pastor, luce guapísima.



La idea era que, a la vuelta de Navidad, el tren partiera de regreso cargado de vino, jamones y aceite de oliva, los productos más apreciados por los chinos, que, como ven, saben lo que es bueno. Y porque no habrán probado los percebes y las nécoras de mi tierra, que si no… Pero, a día de hoy, el tren no ha salido todavía y los 30 contenedores azules esperan vacíos en la estación de El Abroñigal. El origen del retraso está en el problema que supone atravesar en estas fechas el invierno ruso y kazajo, a muchos grados bajo cero, lo que puede estropear la mercancía, especialmente el vino y el jamón. Los españoles no ven tampoco clara la rentabilidad de la operación, aunque los chinos insisten en que el sistema es rentable, y además poco contaminante, un aspecto que sabemos que se la bufa, pero ellos a su vez saben que a los occidentales nos importa y lo ponen en la balanza a ver si cuela. Ahora mismo, el transporte es un 20 o un 30% más caro que por mar, pero podría abaratarse aumentando el volumen de carga y la frecuencia de los viajes. El sistema es más seguro que el barco, no depende tanto del clima y se ahorra el transporte a puerto, un factor que, en Madrid, no es desdeñable.
 
¿Y por qué los chinos han pensado en unir precisamente con Madrid la ciudad de Yiwu, un megabazar que surte a medio mundo de bisutería, papelería barata, bombillas o adornos de Navidad de ínfima calidad (estoy convencido de que el traje de Papá Noel que nos dieron para la carrera viene de Yiwu)? Pues la respuesta es también sorprendente: Yiwu está en la provincia de Zhejiang, de la que procede el 70% de los chinos que viven en España. Como todas las mareas migratorias, el camino lo abren un grupo de amigos que se aventuran en un determinado país. Se implantan y luego se traen a las familias, a los primos, a los cuñados, a nuevos amigos y vecinos. Según datos fiables, en España hay en estos momentos en torno a 170.000 chinos. De ellos, 50.000 en la Comunidad de Madrid. De éstos, cerca de 30.000 en la ciudad. Y de estos últimos, 6.000 en el barrio de Usera, cerca del 4% del padrón del distrito.

Curioso, ¿no? Muy bien, pues como me gusta ver las cosas de primera mano y en beneficio de la calidad del blog, el jueves, día de la semana en que no corro ni nado, me cogí la cámara de fotos, bajé a Atocha y me subí al primer bus de la línea 6. Para que luego digan que no les cuido. Abajo tienen mi reportaje sobre el Chinatown madrileño, una zona concreta de Usera. No tuve tiempo de hacer muchas fotos, porque se me hacía de noche, y me limité a fotografiar los comercios que ocupan muchos de los locales del barrio. Me da un poco de corte fotografiar a la gente por la calle, excepto cuando es una multitud. El jueves, entre el frío y la hora del atardecer, no había demasiada, pero puedo decir que la mayoría eran chinos.

Debo añadir que éste es el principal núcleo habitacional de la población china en la región, pero no el único. Y que su centro de distribución mayorista está en el polígono industrial Cobo Calleja, en Fuenlabrada, en donde se surten todos sus comerciantes. Una vez me perdí con el coche de camino a un concierto del Festimad y acabé en medio de ese Mercamadrid-con-tres-delicias. Era de noche y había mucho personal pululando por allí, pero les juro que no me atreví a parar el coche para preguntar cómo se salía de aquel laberinto. Por lo que he visto, Usera es un lugar mucho más tranquilo.

Un último apunte. En el Post #68 les expliqué el sistema por el que se rige el calendario chino. Los años se agrupan en docenas y se dedican a doce animales diferentes, que se van repitiendo. En este momento estamos terminando el Año del Caballo. El Año Nuevo chino lo marca la luna nueva más próxima al día equidistante entre el solsticio de invierno y el equinoccio de primavera. Quiere eso decir que, este año, entraremos en el Año de la Cabra, precisamente el 19 de febrero. Estoy considerando seriamente la idea de celebrar mi cumpleaños comiéndome un pato laqueado en algún antro de Usera. Les dejo con las fotos. El invierno ha llegado (ya era hora) y tenemos oportunidad de disfrutar del frío y el oraje (bonita palabra también). Abríguense y pasen un buen fin de semana. 


















jueves, 15 de enero de 2015

330. Versiones que mejoran la original

Hoy vamos a cambiar de registro y serenar el cotarro con un poquito de música, que ya estoy harto de tanto yihadismo, economía, elecciones, deriva catalana y otras sandeces. No quiero que este sea un blog dedicado en exclusiva a hacer análisis políticos de la actualidad, un tema sobre el que hay cientos de cronistas más preparados y con opiniones mejor fundadas que las mías. Así que hoy vamos a descansar de La Situación y vamos a escuchar algunos temas más o menos conocidos, algo que siempre es de agradecer. Lo siento por ustedes pero este post, no lo van a poder seguir adecuadamente en el trabajo, ni con sus viejos Ipads no compatibles para reproducir los archivos de youtube. Tendrán que utilizar el ordenador.

Como siempre, me gusta proponerles algún argumento que enhebre las distintas canciones, un leit motiv que las unifique. Esta vez vamos a escuchar sucesivamente tres temas que en su día fueron grandes éxitos en los instrumentos y voces de sus autores y veremos cómo, un tiempo después, caen en manos de otros artistas, que hacen versiones muy personales, diferentes, incluso cambiando de género musical, pero a la vez fieles en cierta forma al espíritu de las canciones originales. Por buscar un símil en el mundo de la pintura, hablamos de cuando Picasso hizo diferentes variaciones sobre Las Meninas de Velázquez. Hay que echarle valor para atreverse a hacer una interpretación de una obra de arte consagrada y tener talento para convertirla en otra cosa diferente, también valiosa.



Vayan escuchando este tema mientras siguen leyendo, que es largo. Herbie Hancock, uno de los pianistas de jazz de registro más amplio de la historia, está todavía en activo a punto de cumplir 75 años. A comienzos de los 60 era un joven músico de Chicago, recién llegado a New York, en donde fue rápidamente fichado por el prestigioso sello Blue Note. El gran Miles Davies también se dio cuenta de su categoría y lo integró en su grupo, en donde tocó cinco años y terminó su aprendizaje. Pero, en paralelo, montó un cuarteto en el que desarrollar su talento sin jefes. Con Ron Carter al bajo y Tony Williams a la batería, reservó el papel estelar para Freddy Hubbard, un trompeta también muy bueno. El tema que escuchan se llama Cantaloup Island, es de 1964 y rápidamente se convirtió en un standar, que todos los grupos amateurs tocaban por los bares.

Casi 30 años después, en 1993, se graba la versión de este tema que tienen abajo. En ese momento, la música ha cambiado un montón. La electrónica ha multiplicado las posibilidades de componer y grabar, y se han generalizado nuevas tendencias, como el rap y las versiones sampler en las que, sobre grabaciones existentes de artistas a los que se pide permiso, un d’jey hace remezclas y se contrata a buenos músicos para que, sobre esa base rítmica enlatada, superpongan su música real. Aquí la figura es, obviamente, el productor. Ese año, el mismo sello Blue Note de New York de toda la vida ve la necesidad de modernizarse y adaptarse a los tiempos, y abre sus producciones a estas novedades.


El llamado grupo US3 que firma esta estupenda grabación, es en realidad la reunión eventual de un rapero de calidad contrastada, con un buen trompeta de jazz. La producción es excelente y el tema vuelve a ser un bombazo. Es curioso cómo, con toda la parafernalia de las innovaciones, la composición de Hancock no sólo se mantiene y sobrevive, sino que gana en brillantez, algo que el mismo autor reconoció y homenajeó, incorporando a sus conciertos un arreglo basado en la versión de US3. El tema supuso la puesta de largo del rap como estilo de música admitido en sociedad, creó una nueva línea que podemos llamar jazz-rap, fue reproducido masivamente en radios y televisiones y hasta aparecía en la primera película de Super Mario Bross (la que no era de dibujos, sino de señores, como decían mis hijos de pequeños). Hancock hace bien en reconocer su acierto. La nueva versión multiplicó por mil los royalties que había obtenido de la canción hasta entonces.

Cambiamos ahora de registro y nos vamos a un caso bastante más conocido. Hablamos ahora del gran Bob Dylan, el genio de Minessota, el autor de las mejores letras de la historia del rock que ha llegado a ser propuesto para el Nobel de literatura. En 1967, Dylan, incluye en su nuevo álbum una canción llamada All along the watchtower, un tema muy poético y lleno de misterio, en el que parece que alguien observa la gran llanura americana desde una loma que todo lo domina. La música es muy sugerente y rememora los ambientes de los clásicos films del oeste. Se dice que esta es la canción que Dylan ha cantado más veces en sus conciertos, ha aparecido en muchas películas y mantiene vigente su calidad.

Pero no es ajena a este éxito la versión que grabó sólo un año más tarde Jimmy Hendrix, otro genio del rock, el mejor guitarrista eléctrico de todos los tiempos, un zurdo que tocaba con guitarra de diestros, logrando unos sonidos que nadie ha igualado. Hendrix coge el tema de Dylan, lo adapta a su sonoridad y lo enriquece con su voz, más potente que la del autor, convirtiéndolo en un hito del rock psicodélico. Como en el caso anterior, Dylan reconoció la calidad de esta versión e incorporó a sus conciertos arreglos que no podrían entenderse sin ella. Aquí la tienen.


Vamos con la tercera. Otro tema histórico. Steppenwof era un grupo canadiense formado por jóvenes de origen alemán, que se trasladó a California en la marea hippy de los 60, en donde se dedicaba a cantar folk más o menos tradicional. Su manager les dijo un día que por qué no endurecían su sonido para aprovechar mejor la poderosa voz del cantante. Ese es el origen de la canción Born to be wild, grabada en 1968. Un tema histórico por doble motivo. Es la canción que suena durante los títulos de la película Easy Rider, el icono de toda una cultura de moteros trashumantes. Pero también inicia una línea musical que llega a nuestros días: el heavy metal, que toma su nombre de una estrofa de la canción.


Para hacer hoy día una versión imaginativa de este tema hay que echarle valor y eso es lo que no le falta al grupo Fanfare Ciocarlia, la mejor banda de música cíngara de Rumanía. Forman este grupo doce músicos, todos ellos originarios de Zeca Prajini, una aldea del noreste de Rumanía en la que viven 400 habitantes con sus huertos y sus animales. Uno de cada cuatro vecinos es músico y se dice que a los niños les regalan un trombón en cuanto pueden sostenerlo sin que se les caiga. Curtidos en bodas y bautizos, los excelentes músicos de Fanfare Ciocarlia se atreven con todo y han creado también una línea musical propia, que suele denominarse balcanic funk. Sus versiones enloquecidas de toda clase de temas los han llevado a actuar por todo el mundo. Si entran ustedes en su Web, verán que ahora mismo están preparando una gira por Australia. Les dejo con su versión del Born to be wild. Aunque no la reconozcan al principio, es la misma de Steppenwolf. Que duerman ustedes bien.