Nasser muere en 1970, como les
contaba en el post anterior. Con una
lógica cuartelera, corre el escalafón y le sucede su compañero de golpe militar
el vicepresidente Anuar el Sadat. Pero
las cosas cambian bastante. Para empezar, Sadat carece de la simpatía y el
carisma de su antecesor. Es un tipo más bien hosco y colérico, que siempre
parece de mal humor. En segundo lugar, se apresura a promover una reforma de la
Constitución, que se aprueba en 1971, por la que se impone un sistema electoral
muy complicado, que de facto
garantiza la supervivencia indefinida de la cúpula militar en el poder. Por
último, Sadat se centra en el frente interior descuidando la imaginativa y
fructífera política exterior de Nasser.
La gran obra pública que Nasser
dejó para la posteridad es la presa de Asuán. Esta obra extraordinaria se
llevaría ella sola un post, así que,
para no eternizarnos, les remito aquí a otro blog, donde la explican bastante
bien: http://www.elojodeltuerto.com/2009/09/27/a-vista-de-pajaro-la-presa-de-asuan.
Siento ser pijotero con un colega bloguero, pero el texto tiene dos inexactitudes.
Egipto no venció a las potencias occidentales (Francia, Inglaterra e Israel).
Por el contrario, perdió la guerra, pero Nasser tuvo la habilidad de convertir
su derrota en victoria política. Y la última frase es falsa: el motivo de la
guerra no fue la presa, sino el Canal de Suez. Dicho esto, lo cierto es que la
presa fue diseñada y construida bajo la
dirección de ingenieros rusos. Que Nasser no llegó a verla funcionar, porque
murió poco antes de que se pusiera en marcha. Y que su funcionamiento inicial
fue un desastre.
En efecto, los rusos no habían
previsto una serie de consecuencias medioambientales que hacían muy
problemático el funcionamiento de la presa. El milenario ecosistema del Nilo
funcionaba como un reloj y no se podía entrar a alterarlo alegremente sin tener
previstos una serie de daños colaterales. Aguas arriba, se producían sedimentos
excesivos, que hacían perder calidad al agua de riego. Las aves migratorias no
aprobaron el cambio y dejaron de venir a anidar a las márgenes del río, lo que
hizo que se extendiera el mosquito de la malaria y determinados caracoles
propagadores de parásitos. Y lo peor de todo: ponerle al Nilo ese gigantesco
tapón hizo que el Mediterráneo subiera aguas arriba, salinizando toda la zona
del Delta y arruinando tantas cosechas como las que se ganaban en cabecera.
Esos problemas se han ido
corrigiendo con el tiempo, pero ya hemos dicho que Sadat era un tipo cabreadizo
e impaciente. No estoy seguro al cien por cien, pero creo que Sadat se enfadó con los rusos por el
fracaso inicial de la presa. Fuera sólo por esto, o por otras causas añadidas,
el caso es que Sadat rompió con la URSS de manera estrepitosa y se echó en
manos de los americanos, que recuperaron la tutela del país y se hicieron cargo
de la gestión de la presa. Ellos convencieron a Sadat de firmar los acuerdos de
Camp David con Israel, que le valdrían el Nobel de la Paz. En esa onda, llegó
incluso a visitar Jerusalén, invitado por el Gobierno judío, un gesto que
suponía el reconocimiento formal del Estado Judío.
Hasta aquí hemos hablado de dos
de los actores principales de la tragedia egipcia: el pueblo y los militares.
Nos falta el tercero: los islamistas. Los Hermanos Musulmanes existían ya desde
los tiempos de la monarquía, que los trataba con simpatía (no eran todavía tan
radicales). Nasser los ilegalizó. Su proyecto pasaba por un estado laico, con
libertad religiosa. Sadat continuó esta línea. En su Constitución los partidos
confesionales tenían vetado presentarse a las elecciones. En ese tiempo los
Hermanos Musulmanes ya se estaban fanatizando. No se hubieran atrevido nunca
con Nasser, un hombre al que adoraba su pueblo. Pero Sadat no era tan querido.
Y encima había reconocido al estado judío. El 6 de octubre de 1981, Sadat
presidía desde una tribuna el Desfile de las Fuerzas Armadas en El Cairo,
cuando soldados afines a los Hermanos Musulmanes volvieron sus fusiles contra
él y lo acribillaron.
La conmoción fue terrible. Y la
cúpula militar tomó dos medidas: decretar el estado de excepción y correr otra
vez el escalafón, nombrando a Hosni Mubarack. El pueblo, respiró con alivio:
las instituciones habían funcionado y no se había producido el caos previsible.
Lo que no sabían era que las dos cosas (excepción y Mubarack) iban a durar
treinta años. Mubarack estuvo ese tiempo en el poder, sin levantar el estado de
excepción ni un día. Y así llegamos a 2011. En enero, el pueblo egipcio asiste
estupefacto a la Revolución de los Jazmines y ve como sus hermanos de Túnez
tardan diez días en echar al dictador. Y dicen: esta es la nuestra, vámonos a la
plaza de Tahrir.
La revolución egipcia la montan
elementos laicos y urbanos, hartos de vivir en la pobreza y sin libertad. Hay
muchos jóvenes en la plaza Tahrir. Y mujeres, la mayoría sin pañuelo. Y tienen
muy claro lo que quieren. Los militares, por su parte, afrontan la revuelta
divididos, porque Mubarack estaba preparando la sucesión, a favor de su hijo
Gamal, y eso no gustaba a buena parte del ejército. Así que dejaron hacer. ¿Que
no queréis a Mubarack? Vale, lo quitamos, de todas formas ya estaba en las
últimas. ¿Que queréis elecciones? Vale, las organizamos según la Constitución. ¿Qué
los Hermanos no pueden presentarse? Huy, eso no está bien. Habrá que dejarles.
Para eso hay que hacer una modificación constitucional, vía referéndum.
Con Mubarack depuesto y detenido,
los militares organizan un calendario electoral acorde con la Constitución de
1971, que es directamente una barbaridad. En Egipto hay 27 provincias. Las
elecciones se hacen en tres fases, cada una con nueve provincias. En cada fase,
si no hay vencedor, se hace una segunda vuelta. Seis rondas para elegir la
Asamblea Popular. Y luego otras tantas para la Shura (especie de Senado). Y aun
falta la elección del Presidente, también a doble vuelta. Les digo las fechas
para que vean que no les miento.
19.05.2011: Referéndum
constitucional. Participación del 77%. Se aprueba la modificación por mayoría
abrumadora. 28 y 29.11.2011: Primera vuelta de la primera fase de la Asamblea
Popular. 5 y 6.12.2011: Segunda vuelta de la primera fase. (Como ya sé que
están pensando en los Hermanos Marx, a partir de ahora ya no cito las segundas
vueltas, pero las hubo). 14 y 15.12.2011: Primera vuelta de la segunda fase. 3
y 4.01.2012: Primera vuelta de la tercera fase. Las tres fases de las
elecciones para la Shura, tuvieron lugar (en sus primeras vueltas), el 29 de
enero, el 14 de febrero y el 4 de marzo de 2012. Un año después de la revuelta,
la gente estaba ya hasta los huevos de tantas elecciones, lo que iba
produciendo una participación cada vez más baja. En este punto se constituyen
las dos Cámaras y empiezan a funcionar.
Resultaría cómico si no fuera por el
drama que conlleva. Yo no sé si los militares pretenden que la gente se aburra y
pida que vuelvan, o si lo que quieren es dejarlos que se estrellen solos para
volver en todo caso. En esta serie interminable de elecciones, la gente normal va derivando hacia la abstención y los Hermanos aumentan su porcentaje,
seguidos en segundo lugar por los salafistas de Al Nur, que consideran pecado
el cine, el tabaco, el alcohol, el rock y el futbol. Entre ambos gozan de una
mayoría holgada. Y los laicos ¿qué hacen mientras tanto? Pues deprimirse o seguir acudiendo a
protestar a la plaza Tahrir, donde cada vez les zurran más fuerte los antidisturbios.
23 y 24.05.2012. Primera vuelta
de la elección presidencial. Morsi, al frente de los Hermanos, gana claramente,
pero necesita una segunda vuelta, el 16 de junio. Poco antes de esta fecha, el
ejército se huele la que están preparando los islamistas y disuelve el
Parlamento. Se produce una situación de gran tensión. Al borde del último paso,
todo el largo y prolijo proceso está a punto de irse al carajo. Pero Morsi
convence a la Junta Militar de que se va a portar bien, que no va a ser
sectario, que va a ser el presidente de todos los egipcios, el ansiado primer
presidente civil de la historia. Y la elección se celebra. Con participación
inferior al 50%.
El resto lo saben. Morsi ha mentido.
Para él, la presidencia es sólo un paso necesario para acceder al poder y,
desde él, forzar con calzador el modelo de estado islámico que quiere su gente.
Un año después, este verano, los laicos arrecian en su protesta, al ver que desde el gobierno le están poniendo un burka al país, se monta un órdago
muy peligroso entre laicos y musulmanes, y los militares dicen: se acabó, Morsi
a la cárcel, vuelta al régimen militar y elecciones, ya veremos cuándo. Los
laicos agradecen el gesto. Los países occidentales, que no quieren un Egipto de
ayatollahs, ven inicialmente con indulgencia
este nuevo golpe. Pero días después, los islamistas acampan en la misma plaza
Tahrir y los militares los disuelven de la única forma que saben: a tiros. En
torno a mil muertos. Eso ya no nos gusta tanto. Y aquí estamos ahora.
En resumen: tres actores. El pueblo laico y urbano que quiere una
sociedad democrática, como la de occidente, la que ven en la tele con las parabólicas. Los militares que lo tienen todo atado y bien atado, que
sueltan un poquito pero, a la vista del resultado, aprietan otra vez. Y los islamistas.
Como todo grupo fanático, religioso o nacionalista, van a su tran tran. Siempre
adelante. Por un objetivo que tienen claro. Su Dios les anima a hacerlo y, para
ellos, el fin justifica cualquier medio. ¿Y cómo es que ganan en una elección
democrática? Pues por el apoyo en las zonas rurales y la abstención del
electorado laico y urbano. No sé cómo contar esto de forma más corta. Mis
disculpas. Si alguien quiere profundizar en el tema, aquí tienen un archivo con
todas las informaciones. Buenas noches.
Excelente exposición del tema egipcio. Creo que mucho mas complicado es el tema sirio. Anímese usted a exponerlo, querido amigo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me alegro de que te haya gustado. Lo de Siria me parece que, efectivamente, es mucho más complicado. Ya hablé algo en la entrada 71. Y ahora necesito descansar un poco. Me he quedado agotado después de este post. Sólo intentando entender el sistema electoral egipcio se le caen a uno varios miles de neuronas.
EliminarBien contado, pero... ¿qué hacemos ahora? No deja de ser un golpe de estado; y, si es por mentir... ¿quién ha reconocido que ha incumplido sus promesas electorales, pero, eso sí, ha cumplido con su deber? Yo creía que el primer deber es no engañar al electorado.
ResponderEliminarComo dice Sami Nair, aquí se han equivocado todos. Los militares creyeron que la sociedad se podía gobernar por sí misma, después de 30 años de estado de excepción. El pueblo pensó que ya estaba todo hecho y no hacía falta ir a votar (no me extraña que estuvieran hartos de tanta votación). Y los islamistas creyeron que tenían mayoría. La tenían sobre el cuarenta y tantos por cierto de votantes. Sumando la abstención están en minoría. Morsi es un ingeniero beato sin ninguna experiencia como político.
EliminarLos militares siempre acuden de salvadores en situaciones de enfrentamiento civil, pero luego se les va la mano (o el dedo del gatillo). Siempre ha sido así.
La situación es endiablada y me temo que vamos a otro largo período de dictadura del ejército. Si yo fuera egipcio y no tuviera otras alternativas, desde luego que prefiero a los militares antes que a los islamistas. Piénsalo.
De puta madre el resumencillo, oyes...
ResponderEliminarCómo lo zabe, pisha.
Eliminar