Vivimos en un mundo incierto, no
sabemos lo que va a pasar en los distintos frentes abiertos, no sabemos cómo va
a ser nuestra vida dentro de unos meses. Y menos mal, porque si ya supiéramos
lo que nos va a acontecer, esto sería un aburrimiento. ¿Ganaremos la
competición olímpica? ¿Qué pasará en las elecciones alemanas? ¿Terminará el
señor Obama de decidirse sobre Siria, de una vez por todas? Yo soy un
pronosticador malísimo, no acierto casi nunca, como ya han comprobado los
lectores de este blog. Es muy difícil saber lo que pasará. Incluso a veces es arduo
llegar a saber lo que ya ha sucedido, interpretarlo correctamente.
Por ejemplo: ¿ustedes sabían
(antes de leer mi blog) cómo era exactamente el proceso electoral en Egipto? Es
realmente increíble. Una vez averiguado esto, ¿no creen que el hecho de que
entre la revolución y la elección presidencial hayan transcurrido 18 meses
repletos de elecciones, un día sí, otro también, ha influido en la deriva
actual? Y ahora la pregunta del millón: ¿cómo es que nadie levantó la voz para
denunciar eso? Es fácil decir las cosas a toro pasado pero ¿no creen que, una
vez depuesto Mubarack en febrero de 2011, alguien podría haber previsto que ese
proceso endiablado terminaría por agotar al electorado? ¿O es que había
un interés perverso en poner a los demócratas frente al espejo deformado de ese
procedimiento absurdo, para que se desanimaran y volvieran a pedir la vuelta
del ejército?
La incertidumbre sobre el pasado
se lleva muy mal, por eso la gente se vuelca en mantener la memoria histórica,
se esfuerza en cuidar que determinadas tradiciones, costumbres o relatos no se
pierdan en el olvido. La falta de un pasado coherente es lo que angustia a los
replicantes de la película Blade Runner (Ridley Scott 1982), que supongo
todos han visto y disfrutado. Recordarán que en un mundo futuro (que los
guionistas situaban entonces en 2024, fíjense qué cerca nos queda ahora), el
hombre había conseguido fabricar unos robots tan perfectos que reproducían el
ideal del hombre griego, eran fuertes y estaban en posesión de todos los
conocimientos científicos. Pero estos robots, llamados replicantes, se
rebelaban porque querían saber quiénes eran y si los recuerdos que tenían en su
mente eran reales o se trataba de implantes de memoria que les habían creado
sus fabricantes. Tremendo dilema.
Hablando de películas, ayer vi
una que me entusiasmó, a niveles poco frecuentes últimamente, hasta el punto de
que se la recomiendo sin reservas. Se llama Mud (Jeff Nichols 2012).
Como siempre, les sugiero verla en versión original con subtítulos. Al
personaje que interpreta un extraordinario Matthew McConaughey, no se le
entiende nada, pero precisamente por eso hay que verla en original. La película
se centra en dos chavales de 14 años que viven en un pueblo de Arkansas, junto
a uno de los ríos majestuosos que fluyen por esas tierras. De hecho, ambos
viven en casas-barco y sus familias se dedican a actividades relacionadas con
el río. Hay muchas incertidumbres en la historia que se cuenta en esta
película.
Por un lado, está la
adolescencia, el despuntar de la sexualidad, el difícil proceso de convertirse
en adulto. Pero también está la disyuntiva campo-ciudad. Convendrán conmigo en
que, hasta los 13 o 14 años, la vida en un pueblo es maravillosa. Después, la
realidad se reduce a los bares, los cotilleos, la familia cerrada y la falta de
horizontes, y es mejor largarse. Pero hasta los 14, en ningún lado se vive
mejor que en un pueblo pequeño, en contacto con la naturaleza. Sobre este
pueblo de Arkansas sobrevuela una nueva Ley que amenaza la supervivencia de
estas casas-barco, de un día para otro convertidas en ilegales y destinadas a
desaparecer.
Eso le da al film un tono
crepuscular, de visión de un mundo maravilloso que se acaba, como la
niñez. Pero también se habla de amistad, de lealtad, de qué es lo correcto o lo
incorrecto, de riesgo, de coraje. La vida en el lugar es dura y peligrosa, pero
los chavales son valientes y conocen el terreno palmo a palmo, algo fundamental
para valerse en ese entorno. La película dura más de dos horas y no hay en ella
ese apresuramiento vertiginoso de muchas cintas actuales. El guión es perfecto.
No hay tiempos muertos, pero todo transcurre a ritmo pausado, fluye también,
como el río siempre presente, como la vida. La referencia al mundo de Mark
Twain es obvia, como recuerdan los papeles que te dan al entrar al cine.
Hablaba al inicio de algunas
incertidumbres del momento. La carrera olímpica. Estambul parece descartada, la
cosa está entre Tokio y Madrid. En mi opinión, al cincuenta por ciento. Cara o
cruz. Estos días han salido gráficos con recuentos de los que ya han dicho que
apoyarán a una u otra. El problema es que muchos mienten, o le han dicho a
nuestro Príncipe lo mismo que a los japoneses. En ciertas culturas, la mentira
es algo consustancial, no censurable, y no quiero ser racista. Tanto si ganamos
como si perdemos, habrá cambios en el Ayuntamiento, que normalmente no
afectarán a mi nivel, aunque nunca se sabe. Si ganamos, la Alcaldesa saldrá
reforzada. Si no, podría arreciar la presión de su propio partido para que se
vaya.
Las elecciones alemanas son
cruciales para España. Nadie duda de la victoria de Merkel, pero hay
posibilidad de que su actual socio de gobierno se venga abajo y tenga que
recurrir de nuevo a la
Gran Coalición con el SPD, lo que podría inducir un cambio de
política. No es imposible, aunque sí improbable. Los pronósticos abundan en la
continuidad. Fernando Aramburu habla de la sociedad alemana actual como un
colectivo satisfecho, acomodado, encantado y feliz con su Mutti, que les
protege del mundo exterior convulso. Resume todos estos adjetivos en uno
alemán: gemütlich. Aquí tienen el link de su estupendo artículo.
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/08/14/actualidad/1376498992_638190.html
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/08/14/actualidad/1376498992_638190.html
Yo añadiría un segundo factor
para no esperar grandes sorpresas: la escasa popularidad del candidato que
presenta el SPD, el antipático Peer Steinbrück, un tipo que ni siquiera cuenta
con el apoyo de su propio presidente de partido, que le desaira en cuanto
puede. Steinbrück maneja un discurso pretencioso, exento de proximidad y
calidez, que no conecta con los votantes, que se refieren a él con sorna como
el Ober lehrer, el alto docente que da lecciones a todos desde un plano
superior. No hay que despreciar nunca estos factores, ya vimos cómo a Sadat le
perjudicó ser tan sieso. Y hay una incertidumbre añadida con el papel del
Partido Pirata, una formación que en las últimas elecciones generales obtuvo
más de 800.000 votos.
Los primeros Piratas surgieron en
Suecia poco antes (obtuvieron un eurodiputado en 2009). Se trata de un
antipartido, que carece de estructura y se mueve a través de correos
electrónicos. Se ha distinguido en la defensa del software libre y la
circulación horizontal de la información. Sus propuestas se lanzan a través de
la red y sólo se formulan cuando cuentan con un consenso importante. Con
semejantes planteamientos han conseguido tres parlamentarios en Islandia, un
senador en la
República Checa y muchos votantes en Alemania. Ahora hay
pronósticos en ambos sentidos: subida espectacular o desaparición.
Incertidumbre en estado puro. Aquí la
Web del Piraten Partei: http://www.piratenpartei.de/
El principio de incertidumbre está en la base de la Física Cuántica.
Hay cientos de libros al respecto, pero se suele explicar con un ejemplo
sencillo. Para medir la posición y
velocidad de un electrón es necesario bombardearlo con un fotón de luz que choca con él y permite observarlo. Es
decir, que en el mismo hecho de realizar la medida, el experimentador modifica
los datos de algún modo, introduciendo un error que es imposible de reducir a
cero. O, dicho de otra manera, que es imposible saber cómo se comporta ese
electrón cuando no le damos caña con un chorro de fotones. Por tanto, lo único
cierto en nuestra observación es la seguridad de que lo que observamos no es
seguro al 100%, por el principio de incertidumbre.
Algo así sucede con el señor Rajoy. No sabemos cómo
gobernaría de no estar acogotado por los poderes financieros internacionales.
Pero estamos seguros de que lo que hace no es la única alternativa posible. Él
dice que está haciendo lo que hay que hacer. Más bien creo que hace lo que le
dicen que hay que hacer, incluso contra su propio programa. Y eso es muy
peligroso. En mayo de 2010, su antecesor Zapatero se enfrentó a la misma
disyuntiva: continuar con su programa, o hacer lo que le decían que había que
hacer. Eligió lo segundo. Y ya no levantó cabeza.
Acabo aquí, aunque no estoy seguro de si estoy acabando o
empezando. Buen finde (vean Mud).
Ya que hace alusión a la película Blade Runner también cabría hacer una mención de su preciosa co-protagonista Ms. Sean Young.
ResponderEliminarUn abrazo.
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/y/fotos/young_sean.jpg
ResponderEliminarSean Young nunca ha estado tan guapa como en esta película. Como Daryl Hannah, Joanna Cassidy y hasta Rutger Hauer, el fastuoso replicante en jefe. Parece que una especie de maldición se extendió sobre casi todos los intérpretes de esta película maravilloso impidiéndoles encontrar otros papeles a su altura. Sólo se salvó Harrison Ford.
EliminarHombre, por favor, vea usted "Bésame antes de morir" de un tal James Dearden y luego me cuenta lo de guapa....
ResponderEliminarQuizá no me expresé bien, Sean Young era y es guapísima. Las mujeres tan guapas no se vuelven feas de un día para otro. Lo que quiero decir es que, después de ver Blade Runner, yo esperaba que tuviera una carrera fulgurante y no ha sido así. No sé si es por mala suerte, malos asesores o poca intuición a la hora de elegir papeles. Lo cierto es que la película que dices la he visto en TV y no está mal (ella interpreta dos papeles y lo hace bien). Pero a mí me cuesta recordar una tercera película con esta señora estupenda como protagonista. En cuanto al tal Dearden, tampoco lo sigo mucho. aprovecho para recomendarte otra vez que veas Mud. Creo que te va a gustar.
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