Escribo en viernes 13 y toco
madera por si es caso, que decimos los gallegos. Tranquilizadas
las tormentas de días pasados (por cierto, abajo les pongo el link al
comentario de Juanjo Millás sobre el gran fiasco, en donde recurre a los pedos
como metáfora, para que vean que no soy el único que gusta de esa maloliente
temática), toca volver a la rutina del día a día.
A punto de cumplir mi primer año
de bloguero (parece que fue ayer), les voy a hacer una confesión. Ahí va.
Resulta que, mucho hablar de correr, de maratones y hazañas bélicas varias, pero
lo cierto es que, en todo este tiempo, no he corrido una sola carrera popular.
Mi última participación en una de estas carreras de 10 kilómetros que hay en
Madrid casi todos los fines de semana, fue en marzo de 2012, en la llamada
Carrera del Agua. Después, por diversos motivos, he estado en el dique seco.
Pero esa situación se termina
mañana. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Bieeeeeeeeeen!!!!!!!!!! Acabo de recoger mi dorsal para la
Carrera de La Melonera una prueba que se celebra todos los años por estas
fechas, dentro de las fiestas del mismo nombre que organiza el distrito de
Arganzuela. Es una carrera dura, que tiene lugar muy pronto en el calendario,
por lo que constituye un test serio para saber si el entrenamiento que llevamos
es el adecuado. Ahora entienden por qué era tan importante para mí empezar a
entrenar a mediados de agosto, a pesar del bochorno. Un mes más tarde, ya estoy
haciendo un circuito de unos 8 kms tres veces por semana, suficiente para
enfrentar una carrera de 10. Así que este año estoy haciendo por fin “la
temporada”.
La Carrera de la Melonera sale
cerca de Méndez Álvaro, exactamente enfrente del Museo Ángel Nieto. En el
primer kilómetro se recorre el túnel viario que discurre bajo el Parque Tierno
Galván. Es tradición que los corredores prorrumpan en gritos desaforados al
pasar por el subterráneo. La resonancia de ese lugar transforma esos gritos en
alarido colectivo, en parte abucheo contra este mundo en crisis que nos toca
vivir y en parte celebración tribal de la alegría de poder correr por la ciudad
libre de coches. Ambas sensaciones tienen la virtud de impulsarte, de hacerte
correr más rápido, de dispararte la adrenalina que tanto ayuda al ejercicio
físico.
Después se hace un largo
recorrido por los barrios de la Arganzuela, y se termina frente a la Junta de
Distrito, sita en la llamada Casa del Reloj, que en su día albergaba las
oficinas del Matadero Municipal. Allí te obsequian con una raja de melón que
entra estupendamente después de diez kilómetros de carrera. Las chicas de la
organización cortan sobre la marcha las grandes rajas de los melones de
Villaconejos hasta que se acaban. La última vez que corrí esa carrera, la
inscripción era gratuita. El sponsor, que era El Corte Inglés, corría con todos
los gastos. Esta vez he tenido que pagar 7€. Otra consecuencia de la crisis.
Hoy viene el dato en la prensa de
que la deuda de las Administraciones Públicas de nuestro país
(Estado+Autonomías+Ayuntamientos) ha alcanzado ya el 90,3% del PIB. Es un
porcentaje que dicen peligroso, aunque países como Japón o los Estados Unidos
llevan años por encima de esa cifra sin que pase nada. Lo mismo que Italia, por
citar un país similar al nuestro. Cuando arguyes este dato comparativo, los
enterados te responden invariablemente: “Hombre, es que esos países tiene otras
fortalezas”. ¡Toma ya! Los enterados en cualquier materia me producen una irritación
instantánea pero, cuando la materia es la economía, esa irritación se convierte
en malestar insoportable.
Empiezo a estar harto de esta
crisis y de esperar a ver si aparece la luz al fondo del túnel. Ya dejé claro
en mis primeros posts que soy un ignorante en la materia, pero necesito
entender qué es lo que está pasando. Me pone nervioso la sensación de formar
parte de una sociedad catatónica, dispuesta a soportar lo que haga falta, a dejar
que les estafen y les quiten hasta la pensión porque alguien “está haciendo lo
que hay que hacer”. No podemos seguir así. Si nos están timando, tenemos que
averiguarlo y denunciarlo. Estoy leyendo textos y análisis al respecto y les
prometo pronto un post en relación con ello.
De momento, tenemos que la deuda
pública está en torno al 90% del PIB; que antes de esta crisis no superaba el
60%, mientras americanos y japoneses la tenían mucho más alta, sin que eso les
supusiera ningún quebranto. Que nuestro principal problema es la deuda privada,
que anda en torno al 350% del PIB, y eso es una barbaridad (Holanda la tiene
más alta y tampoco le pasa nada). Que con esa deuda privada, parte de ella de
los Bancos, no podemos volver a crecer. Que por eso el señor Rajoy y su
gobierno pidieron el año pasado el llamado rescate bancario, creo recordar que
en torno a 60.000 millones, y eso es lo que ha acabado de disparar la deuda
pública.
Ahora díganme. ¿No recuerdan
ustedes que ese dinero se les daba para que fluyera otra vez el crédito? ¿Están
dando crédito los Bancos? Yo creo que no. ¿Y en qué se están gastando el dinero
del rescate? Pues, al parecer, en publicidad, en sanear sus estructuras y ¡ATENCION!
en comprar deuda de la que emite el propio Estado. Cada vez que sale una
noticia de que el Estado ha emitido deuda y la ha colocado toda a intereses muy
buenos, ¿quién se creen ustedes que la compra? Y, si esto es así, ¿no les suena
a timo del tocomocho? Ya les digo que no estoy seguro de todo esto, que
necesito entenderlo yo para poderlo explicar adecuadamente y que les pido un
poco de paciencia. De momento les pondré un ejemplo de cómo está el crédito en nuestra tierra.
Hace unos días pasé la mañana con
un grupo de daneses a los que recibí en Cibeles para contarles la historia
urbanística de Madrid durante una hora y luego hacer una larga visita por
diversos lugares, terminada en una comida en el Matadero. Ellos me contaron
esta historia. Resulta que la ciudad de Copenhague ha decidido poner un
servicio de bicicletas eléctricas de alquiler, de coger en un lugar y dejar en
otro. Resulta que convocaron un concurso para adjudicar la instalación y mantenimiento de ese
servicio, y que el concurso lo ganó una empresa española, catalana por más
señas, que integran un grupo de jóvenes emprendedores.
Como en todo concurso de
concesión, a los ganadores se les pide un aval como garantía, por si luego
resultan unos mantas. Bueno pues estos chavales no han conseguido el dinero para
el aval. Ni el Estado español les da un duro de subvención, ni por supuesto la
Generalitat, tan ocupada ella en organizar y financiar cadenas y otras
prioridades de su hoja de ruta secesionista, y desde luego, ni un solo Banco
les dio el dinero que necesitaban. Algo insólito, teniendo en cuenta que se
trata de los ganadores de un contrato en firme, con una institución tan
solvente como el Ayuntamiento de Copenhague. Pues nada. Han tenido que ceder
sus derechos a una empresa danesa, que les ha pagado cuatro cuartos por ellos. Como
no me lo creía, he buscado informaciones al respecto y aquí tienen una.
Bien, seguiré investigando y
prometo un post mejor fundamentado. Mañana a esta hora, estaré frente al Museo
de Ángel Nieto listo para mi carrera. Deséenme suerte. Hablando de Ángel Nieto,
sabrán que este hombre ganó 13 campeonatos mundiales de motociclismo, pero
siempre se refiere a ello como 12+1. ¿Por qué? Pues porque piensa que el número
13 trae mala suerte. Es una manía muy extendida por el mundo. Por ejemplo, en
el remoto Sri Lanka, los hoteles no tienen nunca habitación número 13. Hay
gente que realmente se aterroriza con el número 13, hasta el punto de que les
genera una auténtica fobia. Y supongo que no ignoran que a las fobias se las designa
siempre con palabras derivadas del griego clásico.
El terror supersticioso al número
13 se llama triscaidecafobia (se lo juro). Si a esto añadimos la fobia al
viernes (hoy es viernes y 13), entonces estamos ante un caso de friggatriscaidecafobia,
nombre que, al parecer, alude a una diosa vikinga. Finalmente, el terror al número 666, el
distintivo del Anticristo, se denomina nada menos que hexakosioihexekontahexafobia. En fin, como tengo
la suerte de no padecer ninguna de estas alteraciones psíquicas, pues aquí me tienen colgando un post en fecha
tan poco recomendable sin mayores precauciones. Que pasen un buen finde.
Ya me acordé yo de tí,ya, inmediatamente, por tu gusto por lo escatológico, al leer hoy el artículo del Millás.
ResponderEliminarLo de la economía, la deuda, el déficit, el crédito, las indemnizaciones de los rectores de cajas y bancos, no hay dios que lo entienda. Y lo de la lumbreras de la Bañez que garantiza que las pensiones no se van a congelar más porque van subir un 0,25%, tampoco. A ver si de verdad eres capaz de explicárnoslo.
Que disfrutes con la carrera de la Melonera.
Es difícil entender lo de la economía, a veces pienso que nos están engañando y estafando, pero me gustaría poderlo precisar y no columpiarme. Al final todas las opiniones son sesgadas y no es sencillo saber qué está pasando.
EliminarLo de las pensiones no tiene nombre; ¿con que subir un 0,25% no es bajarlas? Pues recuerdo a los desmemoriados que cuando el megalómano Ruiz-Gallardón hizo su campaña por la alcaldía de Madrid prometió congelar los impuestos. Cuando los electores le reprocharon las morrocotudas subidas que aplicó aseguró, con total desenvoltura, que únicamente había incrementado el IPC y que eso equivalía a congelación. Pues, ¡hala!, que apliquen el mismo baremo a las pensiones, ¡basta de mentiras!
ResponderEliminar¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡A LAS BARRICADAS!!!!!!!!!!
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