To give
me the news
I‘ve been awarded the Nobel prize
In
rhythm’n blues
Lou Reed: Down at the arcade (1984)
Asisto a la presentación en
España de una iniciativa de la red
danesa INDEX, una empresa cuyo lema es Design to improve life y está
patrocinada por la Corona
de ese simpático país nórdico que he visitado dos veces. La embajadora, una
mujer espigada de ojos inteligentes y buen manejo del español, habla con
entusiasmo de esta propuesta dirigida al mundo de la educación, que promueve un
cambio de orientación lectiva cuyo objetivo es preparar a los jóvenes para ser
emprendedores, tener mayor facilidad de cambiar de trabajo y disfrutar de una
vida más creativa a través del diseño.
La marca INDEX se creo en 2002,
con la idea de aportar un valor añadido a la tradición de buenos diseñadores
que hay en Dinamarca. Es justo ahora cuando están ampliando su campo de acción,
porque hasta hace poco, su actividad se centraba en dar unos premios internacionales
anuales a empresas o individuos que hubieran aplicado criterios de buen diseño
a productos comercializados con algún componente medioambiental o solidario.
Les cito las seis categorías que se premian cada año, con algunos ejemplos de
diseños premiados, para que lo entiendan.
Cuerpo (unas gafas para niños, un
casco de ciclista cómodo y bonito), Casa (un sistema barato de autoconstrucción,
un mecanismo individual de purificación de agua), Trabajo (una Web de ofertas
laborales, una red de contactos entre artesanos), Ocio (la red I-tunes fue una
de las premiadas), Comunidad (un sistema de coches eléctricos urbanos) y una
última categoría de elección popular, que uno de estos años premió un modelo de
sacos de dormir para la gente que tiene que vivir en la calle.
Los países nórdicos son muy dados
a este tipo de premios, organizados a imagen y semejanza de los Nobel, los más
conocidos de todos. Como ustedes seguramente saben, Alfred Nobel fue el
inventor de la dinamita que, en su ingenuidad, creyó que el producto de su
talento se iba a emplear en la minería y otros usos pacíficos. La mala
conciencia que le produjo comprobar su utilización masiva para fines bélicos,
le hizo crear una fundación bajo su nombre, que cada año premiaría los valores
que quería fomentar. Los premios Nobel son también seis: Física, Química,
Medicina, Economía, Literatura y el de la Paz.
En cuanto al premio de
literatura, cualquiera puede enviar a la Academia Sueca la
candidatura del escritor que estime merecedor del galardón. Cada año se recogen
en torno a cien propuestas. Recuerdo a un tipo barbado y estrambótico que hace
muchos años circulaba por las calles con una pancarta que decía: Liberto, candidato
al Nobel. Los de la Academia
eligen cinco finalistas, entre los que se pronuncian más adelante. Por ejemplo,
este año ya han anunciado que tienen seleccionados a sus cinco finalistas y que
desvelarán el nombre del ganador, como de costumbre, en el mes de octubre. Más
abajo les hablaré de mis candidatos, pero ahora quiero centrarme en una
curiosidad al respecto.
Resulta que, según los estatutos
de la Fundación Nobel ,
los nombres de esos finalistas no pueden ser conocidos, con la excepción,
lógicamente, del ganador. Ese secreto sólo puede ser desvelado cincuenta años
después de la concesión del premio. De acuerdo con esa norma, a comienzos de
este año han dado a conocer los nombres de los cuatro contrincantes del ganador
de 1962, el americano John Steinbeck (me viene a la memoria su delicioso
cuaderno de ruta Viajes con Charlie, en el que cuenta su periplo
americano en un coche viejo, acompañado por el Charlie del título, su perro
fiel).
Ahora se ha sabido que los otros
finalistas fueron el poeta inglés Robert Graves, el dramaturgo francés Jean
Anouilh, el británico Lawrence Durrell y la escritora danesa Karen Blixen, la
inolvidable figura en la que se inspira la película Memorias de África. Ninguno
de los cuatro conseguiría jamás el Nobel. Tal vez tenga sentido que no se haga
público en el momento el nombre de los perdedores. Debe de dar bastante rabia
saber que se ha quedado uno a las puertas de un reconocimiento como ese. Algo
que puede suceder en muchas ocasiones. El propio Steinbeck fue finalista unas diez
veces antes de ganar, como se ha sabido después.
En concreto, Blixen, que escribía
unos magníficos relatos muy personales firmados con el seudónimo Isak Dinesen,
fue descartada por un motivo de fuerza mayor: falleció precisamente ese año en
el mes de septiembre, antes de la proclamación del ganador. Los estatutos de la Fundación especifican
que los premios no pueden ser póstumos, aunque en 2011 se admitió una excepción
con el de Medicina, fallecido horas antes de que se hiciera público su
nombre.
¿Quiénes serán esos cinco
finalistas ya elegidos, cuatro de cuyos nombres se guardarán en una cámara
blindada hasta el año 2064? Pues no les sorprenderán mis candidatos. En
realidad, me parece vergonzoso que aun no hayan recibido ese galardón Haruki
Murakami, Paul Auster, Philip Roth o Alice Munro. Para mí están por delante de
algunos ganadores recientes. Pero, en fin, la lista de los que
nunca lo ganaron está llena de nombres ilustres: Marcel Proust, Borges,
Cortázar y tantos otros. Y qué decir del hecho sangrante de que se lo dieran a
Echegaray y no a Valle Inclán. Qué ojo certero el de los académicos suecos del
momento. El mismo ojo que les llevó a premiar a Winston Churchill por su libro
de memorias. La ventaja de ese dislate es que, ante las risas planetarias que suscitó, ni se les ocurre repetir tal ridículo. Lo que nos libra de que se lo
den al del bigote.
Disfruten del fin de semana con
más horas de luz del año.
Recuerdo al tal Liberto. Era un tipo que daba mítines en el Café Gijón hace muchos años, con un vozarrón potente con el que proclamaba su candidatura al Nobel entre ovaciones de sus seguidores. No puedo precisarte de qué años hablo, yo creo que hace muchos.
ResponderEliminarHe entrado en Google, he tecleado "Liberto candidato al Nobel" y me ha salido una sola referencia, en la crónica sobre la Feria del Libro del ABC, del año ¡¡¡1973!!! Hace exactamente 40 años. Cada vez tengo menos memoria, pero la poca que me queda está "a grumos". En uno de esos grumos habita el gran Liberto, candidato autoproclamado a voces para el premio Nobel. En años en que Internet no era ni siquiera un sueño.
EliminarUn fuerte abrazo, buen amigo, quien quiera que seas, camarada de vivencias prehistóricas, compañero del alma, compañero.
Al menos el del ingeniero Echegaray, fue un Nóbel "al alimón". Cuando de verdad se "lucieron" los académicos suecos fue al premiar las comedias de salón de don Jacinto Benavente, en el mismo año 22 del siglo pasado, en el que, "colorín, pingajo y hambre", don Ramón María del Valle-Inclán revolucionaba la escena, creaba el esperpento y se alzaba como un colosal escritor; eso no tiene nombre. Fue un genio incomprendido, claro, como todos los visionarios. Y ni siquiera los de la Lengua lo hicieron académico. ¿Fue Larra quien dijo "escribir en España es llorar"?
ResponderEliminarNi Echegaray ni Benavente son santos de mi devoción, aunque admito que el segundo es bastante más casposo. La razón por la que les dieron el Nobel es difícil de saber. En cuanto a Valle-Inclán, un genio que se adelantó a su tiempo, tal vez era demasiado avanzado en sus planteamientos para el gusto de los académicos suecos de la época. Con los de la Academia española se llevaba bastante mal. Se metía con ellos todo el tiempo, de forma muy irrespetuosa, y es de entender que no quisieran hacer el papelón de proponerlo como miembro.
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