Hace casi cuatro años estuve en
Bogotá y tuve ocasión de comprobar in situ la lucha por el espacio urbano que
comporta la implantación de un sistema de transporte colectivo de plataforma
reservada, como el Transmilenio, concebido a imagen y semejanza del modelo de
Curitiba en Brasil. Las dársenas de acceso a los autobuses, el doble carril que
se les reserva en las grandes vías y las modernas unidades que circulan
desahogadamente por él, transmiten una imagen de progreso, que contrasta
fuertemente con el caos de los viejos autobuses informales de compañías
privadas, que compiten por pillar viajeros a las horas de salida del trabajo.
Media ciudad estaba entonces levantada por las obras de extensión del
Transmilenio, que poco a poco iba extendiendo sus dominios.
Pensé que detrás de ese proceso modernizador seguramente estaría un político decidido y me propuse saber
algo más de los sucesivos alcaldes de la ciudad. A la vuelta de Colombia ese
propósito se quedó en el limbo de los planes nunca cumplidos. Un año más tarde,
cuando las elecciones presidenciales colombianas, el candidato oficialista que
finalmente las ganaría, el actual presidente Juan Manuel Santos, se enfrentó a
un contrincante atípico, un personaje peculiar hasta en el nombre: el profesor
universitario Antanas Mockus, que representaba al llamado Partido Verde.
Alguien me dijo que este señor acababa de ser el alcalde de Bogotá y eso me
hizo recordar mi viejo propósito de averiguar algo de la historia reciente de
esa ciudad.
Antanas Mockus es realmente un
personaje curioso. Hijo de Alfonsas Mockus, un lituano que emigró a Colombia
con su esposa, mostró desde pequeño una predilección por estudiar Matemáticas,
carrera que compatibilizó con la de Filosofía, logrando una visión humanista
del mundo que es la base de su ideología. Porque Mockus no pertenece a las
familias de políticos que se han turnado en el poder de Colombia desde siglos
atrás. Mockus es un simple profesor universitario, formado parcialmente en el
extranjero, didáctico, generoso y brillante. En 1990 fue nombrado rector de la
Universidad Nacional de Colombia en la que trabajaba. Un cargo que no cambió
para nada su vida: vivía con su madre y acudía a su despacho en bicicleta,
atravesando las contaminadas calles de Bogotá.
Y en la Universidad protagonizó
su primer episodio sonado, que lo dio a conocer en todo el mundo. Dos años
después de ser elegido, en un acto organizado en el auditorio León de Greiff,
con presencia de buena parte de los catedráticos, los estudiantes
contestatarios, en número de mil, reventaron el acto sin dejar hablar a los
oradores. Mockus les pidió por favor reiteradamente que cesaran en su protesta.
Hasta que se hartó. Entonces, muy lentamente, se soltó el cinturón, se dio la
vuelta, se bajó los pantalones y se agachó para mostrarles el culo a los revoltosos. Estaba la
televisión nacional cubriendo el acto y, esa noche, todos los colombianos
pudieron contemplar el trasero del rector de su principal universidad. Para ver la filmación de este hecho trascendental, han de pinchar AQUÍ.
A Mockus lo obligaron a dimitir
como rector a raíz de este suceso, pero su popularidad en todo el país era ya
imparable. Dos años después, decidió presentar su candidatura a la alcaldía de
Bogotá y, contra todo pronóstico batió al otro candidato, Enrique Peñalosa, un
joven político de gran proyección, que se presentaba a los actos con corbata,
lo que hizo que mucha gente desencantada de la política lo identificara
injustamente con el establishment. Mockus arrasó en la votación capitalizando
el descontento de la población con la violencia, el narcotráfico, la guerrilla
y la corrupción. Pero Mockus no era un simple payaso como Beppe Grillo. Su paso
por la alcaldía dejo huella. Para empezar, saneó las cuentas municipales
reduciendo costes, eliminando los gastos más absurdos y dejando la deuda casi en cero.
Además, dio empleo a un ejército
de mimos que andaban por las calles dando lecciones de civismo. Por ejemplo, si
alguien tiraba un papel al suelo, lo recogían, iban detrás del tipo, le hacían
cuarenta pantomimas y al final conseguían que el papel terminara en la
papelera. También regulaban el tráfico, afeando la conducta de los que se
pasaban los semáforos en rojo y atascaban los cruces. Otra de las iniciativas
de Mockus fue introducir una hora de cierre de los bares, lo que redujo
drásticamente la cifra de muertos en accidentes de coche de madrugada.
En Colombia el mandato de los
alcaldes es de tres años. Mockus no podía presentarse a la reelección. En 1997,
Enrique Peñalosa se presentó como independiente y ganó por fin. Su programa
integró algunas de las líneas ideológicas de Mockus (que apoyó abiertamente su
candidatura) pero siempre con su tono más serio. Peñalosa se encontró con una
economía municipal saneada, consiguió recursos económicos y transformó la
ciudad de manera radical. Peñalosa es el padre del Transmilenio. Además demolíó
zonas céntricas de chabolas (tugurios les dicen allí), construyó parques y
organizó perfectamente la ciudad.
En 2001, Mockus se presenta de
nuevo y recibe el apoyo expreso de Peñalosa, a condición de que terminara los
planes urbanísticos en marcha. Mockus consolidó y extendió el
Transmilenio y completó un segundo mandato menos polémico que el primero. Estos
nueve años mágicos que transformaron Bogotá se pueden ver resumidos en un
documental de una hora, que no he conseguido tener en un solo archivo. Si
ustedes entran en el Youtube y teclean “Antanas Mockus” les saldrá dividido en
siete partes: 1/7, 2/7, etcétera. Es un reportaje muy interesante. De la
alcaldía, Mockus salió como candidato a la presidencia del país, en donde
perdió. Pueden ustedes hacer el ejercicio de ficción ucrónica: ¿qué hubiera
pasado en Colombia si llega a ganar Mockus al frente del Partido Verde?
Por lo demás, me
encantó conocer Colombia, un país que me
pareció extraordinario, lleno de pujanza creativa y cultural. Han encontrado
recursos económicos importantes, a partir de yacimientos de coltán y lítio, por
ejemplo, y cuentan con jóvenes generaciones bien preparadas y valientes. Además,
es el lugar del mundo en el que se habla el castellano más perfecto que he
escuchado jamás. Y, encima, enriquecido con palabras exclusivas, importadas de
la tradición india. Por ejemplo, es uno de los pocos países latinos que tienen
una palabra para designar el olor a pies: “pecueca”.
En ingles, la
pecueca se conoce por stink foot y ese es precisamente el título de una
celebrada canción del gran Frank Zappa, cuya letra pueden consultar aquí: http://letrascanciones.mp3lyrics.org/f/frank-zappa/stink-foot La canción cuenta en primera persona la
historia de un tipo que se pone unas botas nuevas de piel de serpiente y ya no
se las puede quitar hasta que se ablandan, más de una semana después, y
entonces su novia le grita: ¡¡Vete!! ¡¡Tienes stink foot!! ¡¡Your stink foot put a
hurt in my nose!!
Frank Zappa fue un personaje
tan estrambótico y brillante como Mockus y se merecería una entrada exclusiva en
este Blog. Admirado por muchos colegas de la música contemporánea, como Pierre
Boulez, grabó más de 80 discos de rock, además de dirigir algunas películas. ¿Y
a que no saben qué ciudad fue la primera en erigirle un monumento a este señor?
Pues nada menos que Vilnius, la capital de Lituania, el país de origen de
Antanas Mockus. El mundo es un verdadero pañuelo. En 2008 el gobierno lituano
construyó y donó una réplica a Baltimore, la ciudad natal de Zappa. Les dejo de
postre una imagen del busto original, y otra mía al pié de la estatua, poniendo cara de Zappa. Sean buenos.
Llamándose Mockus, no es de extrañar que fuera un candidato verde.
ResponderEliminarMuy agudo.
EliminarMe parece que le concede usted demasiada importancia al tema de mostrar el culo, una simple anécdota que al final responde a un simple "calentón". Mockus es recordado por muchas de sus actuaciones como alcalde, que dejaron una honda huella en la mente de los bogotanos.
ResponderEliminarEstimado amigo, el personaje de Mockus tiene todo mi respeto y admiración, como el de cualquiera que se meta en política de forma altruista, sin venir amparado y patrocinado por los grandes poderes y los partidos que todo lo corrompen. Creo que es una persona original, trabajadora y muy preparada. Y lo de hacer un calvo a la gente que te está fastidiando, es algo que me produce una envidia tremenda. Denota valentía y claridad de ideas. Siempre he soñado con hacerle un calvo a determinadas personas. Pero para eso me tendría que tocar el euromillones y ni siquiera sé cómo se juega. Gracias por su comentario.
EliminarPues yo he oído que el castellano más perfecto del mundo es el que hablan en Bolivia... Al menos, eso dicen los bolivianos y los "inmortales" de la RAE les dan la razón.
ResponderEliminarBeppe Grillo no es solamente un payaso: Es que no es fácil gestionar una victoria tan inesperada y, claro, ha muerto de éxito.
Me cae bien Mockus; mucho más elegante su "calvo" que las peinetas peperas de aquí (el marido de la alcaldesa, Luis el Cabrón, la duquesa de Alba...)
No conozco Bolivia, pero me creo lo que dices: que hablan todavía mejor que los colombianos. Mockus es un tipo curioso. La gente está tan harta de los políticos profesionales, que puede llegar a adorar a cualquiera que venga de fuera del tinglado. Lo difícil es que el tipo responda a la expectación suscitada. Mockus estuvo a la altura y marcó una pauta por la que siguió Peñalosa, un tipo valiente y mejor preparado que él. Lo curioso de esta historia es la relación de respeto creciente entre dos personajes tan opuestos en las formas.
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