domingo, 31 de mayo de 2020

947. Perales

En plena Fase 1 de desconfinamiento y sentados en el post anterior algunos criterios básicos sobre cómo ha de entenderse este blog, regreso a mi versión más común, consistente en hablar de lo que me dé la gana, independientemente de lo que suceda en ese mundo exterior que empieza en el descansillo de la 4ª planta de mi escalera. Voy a procurar irme distanciando mentalmente del virus, dentro de los límites de la prudencia, y también de esa otra epidemia, exclusivamente española, que ha atacado a nuestros políticos y que les lleva a una bronca permanente tan deleznable como aburrida, al ritmo de las cacerolas. Ya volveré a todo ello cuando venga a cuento. 

Así que empiezo por decirles que hoy cumple nada menos que 90 años mi admirado Clint Eastwood, el más grande desde los tiempos de John Ford y John Wayne. Recuerden su frase emblemática, cuando tiene a un tipo encañonado que duda si sacar su arma o no: Go ahead, make my day! O sea: dale, alégrame el día. Hace unas semanas le mandé a mi amiga Tantri mi vídeo corriendo en círculos por el cuarto de estar de mi casa. Me contestó enseguida con esa misma frase: You made my day! me has alegrado el día. Luego decía que estaba considerando colgarlo en la Web del Ayuntamiento de Jakarta, para animar a todos los jóvenes vagos de la ciudad, que no hacen más que quejarse. No lo va a hacer, descuiden, conozco su sentido del humor. 

El virus parece que pierde fuerza (aunque hay que ser cautos), pero ahora vamos a empezar a entender las dimensiones de la corona-crisis que va a caracterizar nuestro mundo durante un largo tiempo, eso que algunos llaman nueva normalidad, expresión a medias entre oxímoron y eufemismo para camuflar la tremenda realidad que se nos viene encima. Qué quieren que les diga, por primera vez se han cancelado los Sanfermines por una epidemia, algo que no se hizo ni en las sucesivas de cólera del siglo XIX, ni por la gripe de 1918. Las únicas cancelaciones que refleja la historia son debidas a las dos guerras carlistas y a la Guerra Civil. Y, en un par de ocasiones, se suspendieron una vez comenzados, por sucesos violentos. Pero lo de este año es inédito. También se ha suspendido por primera vez el Marathon de Boston, que se llevaba celebrando ininterrumpidamente durante los últimos 140 años. Como Il Palio de Siena y el Poia Day de Kandy (Sri Lanka). El mundo no está para fiestas.

Estamos en una situación realmente excepcional y el mundo del rock se ha visto también afectado de forma radical. En mayo empezaba la temporada de los macroconciertos al aire libre o en grandes coliseos de Estados Unidos, que normalmente salta luego a otros lugares: Europa, Australia, Japón. Todos estos conciertos se han suspendido o aplazado hasta ver cómo evoluciona la cosa. Artistas como Samanta Fish, Sheryl Crow, Diana Krall, Norah Jones, Alicia Keys, Bruce Springsteen, Neil Young y tantos otros que suelen aparecer por este blog, aguardan expectantes encerrados en sus casas, editando nuevas canciones a través de Internet y viviendo de sus rentas acumuladas, mientras sufren pérdidas millonarias. Pero hay un artista del que seguramente ustedes, mis queridos lectores, ni siquiera sospechaban que tenía conciertos contratados en Estados Unidos para esta primavera. Hablo de José Luis Perales. Como siempre, si no me creen, les ruego que pinchen AQUÍ.

Si han entrado en la página Web de este artista habrán visto que aun figuran en ella cuatro conciertos pendientes en USA: el 3 de octubre en LA, el 7 en Washington DC, el 9 en Miami y el 11 en New York, precisamente en el Beacon Theatre donde antes que él se anuncia entre otros un concierto de Lady Gaga y unos días después de Perales cantará Sheryl Crow. Sí señor, José Luis Perales está en los circuitos a sus 75 años, lo que pasa es que, en una tierra cainita e ingrata como la nuestra, ocurre siempre que no se considera a los de casa tanto como a los de fuera, de modo que muchas veces es en el extranjero donde más se les valora. Eso sí, cuando se muere uno, todos claman que hay que ver qué bueno era. Pero, en vida, es raro que se les reconozca mínimamente. Seguro que muchos de ustedes, queridos lectores, tenían hasta hoy un concepto diferente de este artista, que espero cambiar con este post.

En realidad, las fechas que figuran en la Web de Perales son el resultado del aplazamiento de su gira, que él ha anunciado que es ya la de su despedida definitiva, por cuestión de edad. Perales ha ido desarrollando esta gira por toda Latinoamérica, donde le adoran. Y estaba en México cuando se desató la pandemia. Su último concierto tuvo lugar el 13 de marzo en Ciudad Juárez. Tenía otros contratados en Guadalajara, Monterrey y Ciudad de México pero optó por hacer las maletas y pudo volver por los pelos a España a recluirse en la casa que tiene en Madrid, donde sigue a día de hoy. Supongo que, como la mayoría de los oyentes de música españoles, tienen ustedes un concepto de Perales, como una figura similar a personajes tipo Isabel Pantoja, Rocío Jurado, Raphael o Julio Iglesias. Canción local, nada que ver con el rock. La división maniquea típica: el rock mola y es moderno, la copla es rancia y ful. Bueno, seguro que adoran a Sabina, Serrat y otros similares. Pero ¿Perales? ¡Por favor! ¿De verdad estás hablando en serio, Emilio?

Les repetiré lo que ya les he explicado otras veces. Pantoja, Iglesias, etc. son cantantes. No componen. Tienen a su alrededor todo un equipo de apoyo, con compositores, productores, arreglistas, peluqueros, maquilladores, asesores de imagen, etc. Es lo mismo con personajes como Madonna o Britney Spears. Y luego, en otro apartado distinto, están los artistas, los que componen. Estos señores se enfrentan a un folio en blanco y un pentagrama virgen, trabajan duro y sacan de eso una canción, con una letra y unos acordes. Luego lo trabajan aun más, elaboran unos acompañamientos y hacen una producción y un lanzamiento, tareas en las que ya les ayudan sus colaboradores. Pero componer es una tarea solitaria, como cualquier desempeño artístico o literario. José Luis Perales tiene registradas en la Sociedad de Autores más de 500 canciones, lo que constituye un record nacional.

Pero vayamos a la historia. A finales de los 60 una chica norteamericana llamada Jeanette que, por cierto, es de mi quinta y está a punto de cumplir los 69, llega a Barcelona con su familia. Joven inquieta, rápidamente hace amistades con otros chavales de la ciudad que se están animando a hacer música, en la onda de los Beatles. Juntos forman el grupo Pic-Nic, que llega a grabar un disco con un tema de cierto éxito: Cállate niña. Supongo que lo recuerdan: cállate niña no llores más, etc. En ese grupo había futuros músicos de renombre, como el guitarrista Toti Soler o el batería Jordi Sabatés. Pero el éxito de ese primer disco se les sube a la cabeza y se pelean de forma estrepitosa para seguir cada uno su carrera en solitario. Jeanette, que era la cantante y la figura más reconocible del grupo, se casa a la carrera con un húngaro que acaba de conocer y se marcha a vivir a Viena, decidida a ejercer de ama de casa adinerada y olvidarse de la música para siempre.

Pero el productor de Pic-Nic, Rafael Trabucchelli, no olvida el potencial de esta mujer de preciosos ojos verdes y no pierde la esperanza de lanzarla a una carrera en solitario que prevé larga y lucrativa. Tiene varias canciones que piensa que podrían triunfar en la voz de Jeanette y sobre todo una que se llama Soy rebelde. Así que recupera el contacto y se vuelca en el empeño de llamarla por teléfono todos los días, para intentar convencerla. Se encuentra a una Jeanette que empieza a aburrirse en Viena y a pensar que la ha cagado con su matrimonio rápido. Le pide que viaje a Barcelona, escuche las canciones que tiene para ella y luego decida. Jeanette regresa, escucha el material que le tienen preparado y le dice de primeras a Trabucchelli que aquello es una mierda, que es canción melódica lejos del pop que ella hacía con Pic-Nic. Pero él la convence al fin de firmar un contrato con Hispavox, su compañía, con el que sacar un dinero, que no le viene mal para su divorcio que empieza a maquinar. Luego ya se verá.

La canción Soy rebelde, que era la que menos le gustaba a Jeanette, se convierte en un éxito en 1971. Jeanette tiene sólo 20 años, pero ya inicia una carrera como estrella con una cierta continuidad. En 1974 publica su tercer disco con Hispavox, que contiene una canción llamada Por qué te vas, que será clave en esta historia, aunque pasa por el mercado más bien sin pena ni gloria. Y es entonces cuando se produce el giro del destino, ese golpe de suerte que provoca un vuelco trascendental, el resultado de la tirada de dados de ese dios travieso que gobierna nuestras vidas. Carlos Saura es en esos momentos el director fetiche del cine español, el heredero de Buñuel, en la cima de su creatividad y alabado por toda la crítica internacional. Está preparando una película que ya tiene pergeñada en sus líneas generales y que se llamará Cría cuervos.

Sólo le falta una canción para redondearla y empezar a rodar. Y un día, por casualidad, escucha en la radio Por qué te vas e inmediatamente sabe que ha encontrado lo que buscaba. Contacta con Trabucchelli y le compra todos los derechos de difusión. En 1976, Cría cuervos se estrena en el Festival de Cannes y se lleva la Palma de Oro. Toda Europa, fascinada con los ojos de la niña Ana Torrent, se pone a tararear esa canción, el disco se reedita y llega al número 1 en las listas de Alemania y Francia, a Jeanette le llueven contratos y giras y en todas partes le piden que cante su canción maravillosa. Y el mundillo de la música en pleno se pregunta: ¿pero quién es el autor de esta preciosidad? Y resulta que, detrás de Por qué te vas hay una sola persona, que ha compuesto letra y música. Un casi completo desconocido. Se llama José Luis Perales. Antes de seguir, vamos a ver un resumen de las imágenes de Cría cuervos, sobre la base de la canción susodicha.


Quién era ese semidesconocido José Luis Perales. Pues tengo que decir que este señor nació en un pueblo de Cuenca, en concreto en Castejón, a unos 65 kms de la capital de provincia. Eso es algo que ya da un nivel, les recuerdo que mi padre nació también en un pueblo de Cuenca, aunque en este caso por la zona de La Mancha, en los paisajes del Quijote. El padre de José Luis se dedica a la construcción y él es un chaval que va bien en la escuela, tranquilo, afable, de sonrisa fácil, buen estudiante. Un día, en el pueblo convocan a los niños que quieran, a incorporarse a la rondalla, que así se llama la pequeña orquestilla local. José Luis se apunta por curiosidad (tiene unos 8 años y no sabe nada de música), pero pronto descubrirá que la música es algo que le encanta y que está más o menos bien dotado para ella.

Siguiendo una trayectoria lógica, a los 14 años se va a Sevilla a hacer una maestría en electricidad en la Universidad Laboral. Y nada más llegar se apunta a la tuna. Y allí sigue cultivando su vocación y se pone como reto componer canciones, algo que empezará a hacer enseguida. Más adelante, se trasladará a Madrid con un trabajo de electricista, que le permite estudiar el peritaje y seguir componiendo canciones. Pero allí contacta con el mundillo musical, conoce a Trabucchelli y a otros y empieza a vender sus canciones para toda esa serie de personajes que ya hemos citado: Pantoja, Jurado, Raphael, Julio Iglesias, Miguel Bosé, Camilo Sesto y muchos otros consiguen éxitos moderados con las canciones que les escribe este modesto currante de la composición, que por entonces ya ha conocido (en Sevilla) al amor de su vida, la mujer con la que sigue todavía, la madre de sus hijos y abuela de sus nietos, que ahora son su principal pasión y la primera fuente de inspiración de sus últimas composiciones.

El éxito internacional de Por qué te vas, hace que Trabucchelli se ponga como objetivo inmediato convencer a Perales de que cante sus propias canciones y lanzar su carrera como artista. Él no quiere, no le gusta el mundillo, su frivolidad, la exposición de su persona en público. Es tímido por naturaleza. Pero ya sabemos que Trabucchelli es un tipo tenaz y convincente. Al final, consigue lo que quiere y lanza la carrera de este hombre. Y hasta hoy, en que le esperan en LA, en Washington, en Miami y en New York para ovacionarle en su despedida. Deben saber que Por qué te vas es hoy todavía la canción que más royalties le ha supuesto a José Luis Perales, de cuyo disco reeditado se vendieron seis millones de copias, que no está nada mal.

Pero hay una canción suya que me gusta especialmente y que les voy a pedir que escuchen a continuación. Se titula Me llamas. A este respecto, les diré que en cuestión de gustos no hay nada escrito, cada uno es libre de que le guste un tipo de música u otra. Pero yo quiero que aprecien el valor de esta canción adelantada a su tiempo, con un mensaje feminista que aún hoy resulta avanzado. Estamos en 1979, acabamos de aprobar la Constitución y Felipe González es todavía un tipo ceñudo de gesto hosco, bajo una mata de pelo negro intimidante. Y este señor apenas conocido sale en el programa Aplauso, vestido con un traje digno de Manolo Escobar, acompañado por una orquesta clásica (incluido un batería sosias de Bob Hope) y, con dos cojones, lanza un mensaje de comprensión hacia una mujer que deja a su marido y se lanza a la aventura y a la vida. Y que, encima, va y se lo cuenta todo a un amigo, que es el que canta su historia. Escúchenla y seguimos. 
 

Hay que ser muy valiente para salir a cantar una canción con semejante letra en 1979 en hora de máxima audiencia. Si este mensaje hubiera calado en los españolitos, ¿cuántas agresiones machistas, cuántos feminicidios se podrían haber evitado? Realmente, este Perales es un tipo peculiar. Lo que este hombre hace no es obviamente rock. Es canción melódica. Sus letras no alcanzan la hondura de las de un Sabina o un Serrat. Pero, si en este país no fuéramos unos cainitas de mierda, este señor sería un ídolo nacional, como lo es un Tony Bennett en USA o un Charles Aznavour en Francia. Un crooner o un chansonnier reconocido por todos. Por cierto, Perales se ha confesado siempre admirador rendido de Aznavour, a cuyos conciertos en España solía asistir para acercarse luego a saludarle al backstage.

Lo que sucede con este hombre, es el resultado de otro de estos pre-juicios que inundan las mentes patrias. Independientemente de los gustos de cada uno, se tiene una idea básica dual: el rock mola, es arte y es moderno. Y la canción melódica es rancia y ful. No mola. A este respecto, debo decirles, por contraste, que el mundo del rock ha sido siempre bastante machista, desde las letras de Dylan o los Stones, artistas que yo adoro, pero a cada uno lo suyo. Y les voy a poner un ejemplo. En 1991, hace ya casi 30 años, es decir, mucho antes del Me Too, el grupo Platero y Tú, donde cantaba por aquel entonces Fito, antes de pasar a encabezar a los Fittipaldis, lanzó una canción que probablemente ahora les causaría sonrojo a todos. El mensaje es diametralmente opuesto al de Perales: el que canta le dice a su pareja que se largue, porque ha encontrado otra, de la que dice que es gorda, fea, coja y sordomuda, pero folla mejor que ella. Increíble ¿verdad? Escúchenla. Rock duro del bueno.


Ya ven por dónde voy. Nada es lo que parece. Quítense de la cabeza esos pre-juicios de los que les llevo hablando varios posts. A mí, en general, me gusta más el rock que la canción melódica tradicional. Pero, por delante de eso, está el contenido humano de los artistas y las canciones. Y Perales es un tipo estupendo, un personaje entrañable, buena persona, trabajador, humilde, abuelo feliz con una larga trayectoria a sus espaldas. Y ahí lo tienen, esperando el fin del confinamiento para reanudar su gira interrumpida, cumplir con sus compromisos norteamericanos y volver a terminarla en las principales ciudades españolas. ¿No les han entrado ganas de ir a verlo? Además, yo me creo a medias eso de que se retira, su ídolo Aznavour siguió en la carretera hasta pasados los noventa.

Pero es que además, lo de la canción Me llamas no es un hito aislado en la carrera de Perales. Unos años después perfecciona su mensaje en otra canción fabulosa: ¿Y cómo es él? Aquí ya no se vale de un intermediario, el amigo al que la mujer confiesa su desengaño, sino que es el propio marido abandonado el que canta su lamento y se preocupa de que su mujer se abrigue bien para ir a ver a su amante, porque hace frío y está desapacible. Aquí vemos a un Perales más seguro de lo que hace, tres años después del vídeo anterior. Es curiosa la presencia continua del desamor y el abandono en las letras de una persona que lleva desde su juventud con la misma compañera. Por cierto, las resonancias aznavourianas de este tema son innegables.


Una canción enternecedora. En estos tiempos terribles, en donde se nos mueren los amigos y tenemos que cambiar nuestras rutinas más profundamente arraigadas, es importante que reivindiquemos la ternura, como uno de los sentimientos a proteger y salvaguardar. Lo dijo Olga Tokarczuk en su discurso de aceptación del Nobel de Literatura del año pasado, que ya les he citado varias veces: la ternura es el arte de personificar y compartir sentimientos y, por tanto, descubrir similitudes. La ternura es básica para hacer literatura, crear historias significa dar vida constantemente a personajes y cosas, dar existencia a todas las pequeñas partes del mundo representadas por las experiencias humanas, las situaciones sufridas y los recuerdos. La ternura es una forma de mirar que nos muestra un mundo vivo, interconectado, cooperando y codependiente de sí mismo. 

Todo esto dice esta escritora que tanto me gusta. José Luis Perales es pura ternura. Les he traído al blog dos canciones suyas que me parecen especialmente relevantes de su arte, pero ya saben que tiene más de 500. Cuánto bien les haría un poco de ternura a Trump y a los políticos españoles. No se preocupen, hoy no voy a caer en la tentación de dedicarles ni una línea. No se lo merecen. La semana que viene daremos más pasos hacia esa nueva normalidad. El miércoles se reincorpora la señora que viene a limpiar a mi casa y a la que le he pagado religiosamente todos los miércoles que no ha podido venir por la cuarentena. Y vamos a tener un trabajo de la hostia, con la preparación del Jurado de Reinventing Cities II, concurso para el que hemos recibido 20 propuestas, entre ellas, una de un equipo egipcio, ya ven qué internacionales somos. Mientras tanto, estamos pasando este finde de transición desde la nada al vaya usted a saber. Yo lo he aprovechado para escribir un post cuyo único objetivo es alegrarles el día, hoy, en el cumpleaños de Clint Eastwood. Que pasen un buen domingo. 

jueves, 28 de mayo de 2020

946. Descomprimiendo

Bien, una vez liberado de las siglas MD ya puedo escribir de lo que me dé la gana y eso era lo que pensaba hacer, para subrayar el punto y aparte que parece haber dado la situación, y toco madera de nuevo, porque no sabemos si va a haber un rebrote ni cuándo. Si eso pasa, dirán que sólo ha habido 500 muertos más, qué bien, qué éxito pero, si nos toca ser alguno de ellos, poca broma, que dirían los de Estopa. Poquita broma. Más abajo les contaré mi salida del martes a correr por el Retiro y las de ayer y hoy a mi oficina en el Campo de las Naciones, para hacer una tarea que no puedo hacer desde casa. Pequeños ensayos de lo que puede ser esa nueva normalidad a la que nos vemos abocados y en la que yo tengo claro que voy a seguir bastante confinado de momento, hasta que se vaya aclarando el panorama. Pero antes quiero finalizar la reflexión que me suscita un comentario anónimo a mi último post.

Aunque no lo dice directamente, del comentario de este amable y bondadoso seguidor se deduce un reproche y una recomendación: que no debo caer en la provocación de los fachas cacerolos, porque si les insulto, me pongo a su nivel y genero un comportamiento especular o simétrico del suyo, contribuyendo a crispar más la situación. Tiene razón, desde su punto de vista, pero yo quiero aclarar algunas cosas. Este blog no es una página en la que yo pretenda difundir un determinado código de conducta, como un catecismo. Muy al contrario, yo me considero modestamente un simple cronista. Un cronista de la situación y un cronista de lo que va pasando por mi cabeza, de mis anhelos, mis preocupaciones y mis sentimientos. Dice mi amiga la poetisa rosarina Valeria Correa que el escritor es el arqueólogo de sí mismo. Pues yo soy el cronista de mí mismo. Quiero decir que yo vivo la vida, me van pasando cosas, las observo, tomo nota mental y, a posteriori, las analizo y las convierto en relato, en el que, por cierto, a veces me tomo licencias para darle el punto literario que esperan mis seguidores; no todo lo que cuento es real, como ya saben.

Así que no pretendo generar tendencia ni presumir de majo o de moderno, ni que nadie imite lo que hago. Conducir como un loco haciendo diagonales y cerrando a los taxistas, con la radio a todo volumen y el puño en alto gritando It ain’t me, no es una conducta a imitar. Más bien es una conducta reprobable. Pero yo lo hice y lo conté tal cual sucedió. Y estoy seguro de que ustedes entendieron la tensión y la pena que me envolvieron ese día, y me llevaron a hacerlo, y el desahogo anímico que me supuso. Por suerte no me di ningún golpe ni me paró la policía. Llegué a casa y nada más echar la ropa a la lavadora y ducharme, me puse a escribir y me salió lo que me salió. Utilicé palabras infrecuentes en este blog como miserable y repugnante, supongo que influido por mi estado de ánimo, palabras que, ahora en frío, mantengo, porque me parece que son atinadas.

Es decir, que yo primero tengo unas vivencias, experimento unas emociones y unos sentimientos, y luego trato de contarlo. Sin valorar si están bien o mal. Creo que eso le da a este blog un punto de autenticidad que es uno de sus principales valores. Por otro lado, procuro acercarme a los hechos con una mirada limpia, sin pre-juicios. ¿Y qué son para mí esos pre-juicios con guión intermedio? Pues hay unos cuantos bastante comunes. Por ejemplo: yo, como soy de izquierdas, todo lo que haga la derecha me va a parecer mal, haga lo que haga. O este otro: yo, como soy de derechas, doy por hecho que todo lo que haga la izquierda va a estar mal, aún antes de que lo haga. Es bastante frecuente ese tipo de razonamientos. Eso lleva a mucha gente “de la izquierda” a no reconocer por ejemplo el valor de lo que está haciendo el alcalde de Madrid (luego hablo de él). O a gente “de derechas” a hablar mal de Fernando Simón, y otros personajes que a mí me parecen intachables.

Yo procuro valorar el factor humano, aprendo mucho sobre las personas observándolas, viendo cómo se mueven, cómo hablan. Y puedo estar más o menos escorado, pero me considero del partido del sentido común, como mi comentarista anónimo. Desde esa posición, el mensaje que ha propalado Vox me parece repugnante y ya quedó dicho. No he dicho lo mismo del fraCasado, un personaje que creo que no tiene discurso alguno y por eso mimetiza el de Vox. Junto con Rivera, hicieron piña en la manifestación de Colón, consiguieron el gobierno de Andalucía y declararon un cordón sanitario hacia el resto del mundo. Eso dejó libre el espacio del centro y por eso Sánchez sacó más diputados que nadie. Pero no le bastaban y tuvo que buscar apoyos por el otro lado, porque los del cordón sanitario no estaban dispuestos a apoyarle. Así que se abrazó a Iglesias, aunque ya había dicho por activa y por pasiva que no le gusta cómo le huele la coleta y que le quitaba el sueño aliarse con él. Y con Rufián, cuya halitosis mental tampoco creo que le entusiasme. Pero ¿qué iba a hacer? Era el cabeza de lista más votado y recibió el encargo del Rey para formar gobierno. Y lo logró por los pelos. Desde entonces, el fraCasado le acosa, pero no con argumentos, sino con cacerolas. Y, ya en la última sesión de control o de tortura al gobierno, ha sacado su última arma a la desesperada: echar a ladrar a la perra Cayetana, a la que había mantenido con bozal durante los meses anteriores.
  
Esa dinámica dual, maniquea y perversa la ha roto la señora Arrimadas con un movimiento sutil, que le va a aportar a medio plazo muchos votos por el centro. Ahora sólo falta que el PP recupere sus hechuras de partido de gobierno, se quite de en medio al fraCasado y se ponga el cordón sanitario por el otro lado. Ese es mi sueño. Si no, vamos de culo. Después de nuestras penúltimas elecciones, en Europa se tiraban de los pelos sin entenderlo: entre los dos partidos del centro reunían una mayoría holgada para poder gobernar cómodamente, pero era imposible formarla, porque Rivera estaba empecinado en seguir en la Plaza de Colón. Si Rivera no hubiera sido tan obtuso, ahora el vicepresidente de Sánchez sería él y no Iglesias y hasta podía haber enchufado a Malú de ministra de Cultura, y discúlpenme esta pequeña maldad. Un año antes, Sánchez y Rivera habían pactado un gobierno de unidad (ya les he traído varias veces la foto de su apretón de manos). Pero ese pacto se lo cargaron a medias entre el PP y Podemos.

Yo me había entusiasmado mucho con ese pacto. ¿Saben por qué? Pues porque creo que estamos en una crisis económica muy profunda, y me refiero a la que empezó en 2008, no a la corona-crisis que viene, que esta es de una envergadura diferente, que da mucho miedo. El único precedente que tenemos de una crisis como la de 2008, es el crash del 29, del que va a hacer pronto 100 años. Y de esa crisis gigantesca salió el mundo occidental, liderado por USA, de la mano de un señor llamado Roosevelt, que estableció una batería de medidas de impulso económico, que mezclaban ideas de izquierdas y de derechas. El resultado: un mundo gobernado por el mercado libre, pero con unas leyes de mercado rígidas, justas y que garantizaban la libre competencia. Esa estructura permitió salvar el horror de la Segunda Guerra Mundial y comenzar el mayor proceso global de mejora de la calidad de vida que ha visto el ser humano en toda su historia. Y todo fue bien hasta que llegaron Reagan y Thatcher con su funesta desregulación, germen de todas las crisis sucesivas. 

Y ahora llega la corona-crisis. Para afrontarla, habría que promover otra New Deal con inyecciones gigantes de fondos que nos permitieran a todos ponernos a trabajar en pos de un mundo mejor. Pero tenemos un problema grave de salida: la falta de líderes que tiren de este carro. Hay una falta de liderazgo en el mundo que es terrorífica y está en el origen de muchos de nuestros problemas. Así que veremos por dónde salimos. De momento, en España estamos doblando la curva de los contagios. Si no fuera por lo de mi amigo Guille, yo estaría encantado: estoy feliz en mi confinamiento. He recuperado habilidades que tenía en hibernación, como la cocina, la jardinería, la guitarra o los castillos de naipes de ocho pisos. Me siento protegido en mi casa con terraza. Fuera hay un mundo hostil, contra el que hay que protegerse con mascarillas, guantes y mucha cabeza. Un simple descuido y la puedes cagar.

Ese mundo hostil empieza justo al otro lado de la puerta. Yo salgo al descansillo ya con la mascarilla bien calada. Vaya, ese doble diminutivo me sugiere una cuarteta: mire usted qué maravilla, yo ya salgo al descansillo, provisto de mascarilla, y así estoy protegidillo. Esta semana ha arrancado la Fase 1 del desconfinamiento. Y anteayer martes salí a correr al Retiro, recuperando sensaciones. Mi última salida había sido el viernes 13 de marzo, un día antes de empezar mi cuarentena. Decidí salir pronto, a las 7 de la mañana, por pensar que luego habría multitudes. No contaba con que, en una ciudad tan grande como esta, la reflexión que uno se hace, también se la hacen otros tropecientos. El parque estaba petao, pero ya saben que a mí no me molestan las multitudes. Se podía correr bien, manteniendo las distancias.

Acabé un poco cansado, pero me encontré bien. He estado entrenando indoor uno de cada tres días sin perdonar uno solo. Empecé la cuarentena corriendo menos, pero llevaba ya muchos días completando 50 minutos de carrera útil (dentro de mi casa no tengo modo de medir distancias, así que me programaba sobre tiempos). En el Retiro tengo recorridos medidos y el martes hice uno de 6,5 kms, que terminé en 41.50. Está bien, porque en casa corría todo en llano y el camino del parque tiene cuestas importantes, empezando por la de Moyano. En estas pendientes de subida y bajada son otras las secciones musculares que han de trabajar y por eso acabé cansado y ayer tenía unas pequeñas agujetas. Por lo demás, el parque estaba precioso. Y ayer, después de desayunar, cogí mi coche para ir al edificio APOT, donde está la sede del Área de Urbanismo. Ese es otro cantar.

El tráfico estaba perfecto y aparqué en la misma puerta. Pero el edificio estaba casi vacío y la sensación era desoladora. Me recordó las imágenes de nuestros últimos días en la sede histórica de la calle Guatemala, cuando los últimos resistentes nos íbamos viendo cada vez más acosados por las obras de derribo que ya habían empezado por la otra punta. ¿Y para qué fui yo a la ofi? Pues se lo cuento. En tiempos de la señora Carmena, el Ayuntamiento aprobó una Ordenanza de Transparencia. En virtud de ella, cualquier ciudadano puede hacer una pregunta o pedir una información y hay que contestarles cagando leches, porque en caso contrario, el funcionario encargado de esa tarea, se puede buscar un lío gordo. En lo que atañe a mi Dirección General, ese funcionario soy yo. Y tenía pendiente de respuesta un expediente concreto que, como todos los que se acogen a la Ordenanza, ha de resolverse mediante una aplicación informática que yo no puedo abrir desde mi casa.

Con el virus, todos los procedimientos se habían aplazado sine die, pero ya han anunciado que el 1 de junio empiezan a correr los plazos otra vez. Así que tenía que darme prisa. Ayer tuve que redactar el informe de respuesta, meterlo en el formato de la aplicación y hacer una serie de pasos intermedios. Al final hay que pulsar una pestañita que reza: finalizar y firmar. La pulsé y me salió un letrero que decía: ha completado usted el procedimiento con éxito. Ufano como un gorrión, llamé por teléfono a mi jefa, a la que, lógicamente, le debía haber llegado el informe para firma. Ella tiene un portafirmas virtual, al que sí puede acceder desde su casa. Pero lo miró y allí no había nada. Traté de repetir el proceso, pero la aplicación se había bloqueado. Así que mandé un correo a los gestores del sistema pidiendo ayuda. Enredé un rato por el espacio desolado, hice varias llamadas de teléfono para hacer tiempo, pero, como los del sistema no me contestaban, me fui.

En la puerta estaban los del minuto de silencio, que fuimos al final cuatro. Literalmente. Por cierto, tanto dar la murga el fraCasado con lo del luto nacional y ahora que Sánchez lo ha decretado, nadie dice nada. Los periódicos de la derecha ni lo nombran (yo esperaba el titular de El inMundo: Sánchez decreta ahora diez días de luto). Es que en el fondo esto del luto y la corbata negra les importaba un rábano, lo único que querían era atacar al gobierno. En el penúltimo debate de prórroga del estado de alarma se vio algo parecido. El fraCasado llegó al hemiciclo sintiéndose ganador, después de anunciar a bombo y platillo su voto negativo que, sumado al de ERC y otros, haría morder el polvo a Sánchez. Al ver que Arrimadas y el PNV apoyaban a Sánchez y le fastidiaban la estrategia, optó finalmente por abstenerse, con un mensaje claro: a mí lo del estado de alarma me la bufa, yo lo que quería es aprovechar la ocasión para echar a Sánchez pero, si la votación no va de eso, ya me da igual.

¡¡Esto es horroroso!! Ya han visto que yo trato de hablar de otras cosas, pero me vuelve todo el rato el fraCasado, como esos fantasmas que regresan siempre, porque corresponden a historias mal resueltas. Venga, vamos a intentarlo de nuevo. Como les decía, una de las habilidades que he recuperado es la cocina y esto a veces no es tanto una cuestión de recetas magistrales, como de aprovechar lo que tienes en la nevera. Por ejemplo, un día volví a hacerme una merluza a la gallega. Como ya advirtió mi amigo Alfred, tengo tendencia a poner demasiada cantidad de patatas. Me sobraron, ya cocidas y con la ajada bien empapada y las guardé en el frigorífico. Al día siguiente me freí unas alitas con sal y romero caducado de ocho años y me sobró el aceite bien impregnado de aromas. Y, una noche después, en la que no tenía intención de cenar mucho, me acordé del fundamento de la ropa vieja, que se hace con los restos del cocido.

Corté las patatas y la cebolla en trozos pequeños, lo refreí todo en el aceite de las alitas y me hice un aperitivo delicioso, para tomar con una cerveza. Como es un plato que he descubierto yo, tengo que ponerle un nombre, porque esto no es ropa vieja, es otra cosa. Así que decidí llamarlo Pataca Minuta, en recuerdo del gran Caneda, ex-presidente del Compostela, aquel que se rascaba las vestiduras, hacía cálculos a ojo de buen cubano y se encontraba a veces entre la espalda y la pared. Otro día me hice unas patatas picantonas de mi cosecha, con costilla y chorizo, que estaban para chuparse los dedos. Simplemente, hice un sofrito con ajo y cebolla bien picados a fuego lento. Cuando ya estaban hechos el ajo y la cebolla le eché un chorro de tomate Orlando, refreí las costillas y el chorizo en todo ello dándole muchas vueltas, le añadí media cucharadita de pimentón picante de la Vera y eché las patatas, previamente cascadas, que no cortadas. Luego lo cubrí con agua, cerré la olla de presión y en 8 minutos tenía una comida estupenda.

Hacer de la necesidad virtud es una costumbre muy provechosa. El que puede presumir de haberlo logrado en estos tiempos duros, es el alcalde de Madrid. Desde que empezó la epidemia, él se sintió el alcalde de todos, no sólo de sus votantes. A partir de ahí, estableció una línea de contacto permanente con los portavoces de todos los grupos municipales, a los que llama todas las semanas, para consensuar sus decisiones. Por eso no abrió los parques en la fase 0,5, a pesar de la presión de los cayetanos pidiendo libertad cacerola en mano y a pesar de que uno de ellos llegó a denunciarlo por prevaricación en un juzgado. Ahora, ha proclamado que todos los grupos van a formar una comisión de reconstrucción para impulsar juntos la salida de la corona-crisis.

Esta es una noticia que no ha salido apenas en la prensa, porque lo que vende es la bronca y las cacerolas. En El País no hicieron ni referencia. En el inMundo, lo sacaron en la última esquinita. Les voy a dejar con el link de esa información. Han de pinchar AQUÍ. Les pido que se fijen especialmente en la foto. El alcalde habla presentando su estrategia. Le escuchan con respeto desde su derecha Pepu Hernández (PSOE), Ortega Smith (Vox) y Begoña Villacís (Ciudadanos). Con la misma atención y reverencia, por la izquierda Marta Higuera y Rita Maestre, que comparten la portavocía de Más Madrid. Un ejemplo de que se puede poner por delante lo verdaderamente importante y no las rencillas y rencores. Para ello hace falta mano izquierda, buena voluntad y un mínimo de talla política. Deberíamos exigir a los políticos de Las Cortes, que adoptaran este modelo y dejaran ya de pelearse. Por cierto, Almeida podría ser un buen secretario general del PP. Ahí queda apuntado. Sean felices y cuídense mucho.  

lunes, 25 de mayo de 2020

945. MD8. Sobre el duelo y el luto

Empiezo la semana con novedades, tras un finde triste. El sábado se murió por fin mi amigo Guille tras una lucha desigual con el maldito virus. Era una muerte anunciada, estaba tan mal que casi hubiera sido peor que sobreviviera en esas condiciones. Un conocido con el que hablé anoche me contó de un caso parecido, que ha sobrevivido y está en su casa con una unidad de oxígeno, usa pañales y no puede caminar sin ayuda más de tres metros, porque se agota y se cae. Y lo más importante: sin perspectiva de mejora alguna según los médicos que lo siguen. Y tiene 44 años. Yo estoy seguro de que, si a Guille, que era más o menos de mi edad, le hubieran preguntado qué salida del túnel prefería, no hubiera dudado en su elección. Para él es un alivio, lo malo nos toca a su familia y a los que le queríamos, que tendremos que pasar el duelo. Ayer por la tarde, asistí a su incineración en el Tanatorio Sur, lo cual es también una novedad de esta nueva época en la que estamos entrando; hace unos días no hubiéramos podido asistir y estaríamos ahora esperando que nos enviaran sus cenizas por Seur. 

Tenía yo un post in mente para el momento en que saliera de la UCI, que ya nunca escribiré, en el que imaginaba a Guille negociando duramente con el barquero Caronte, al borde de la laguna Estigia, regateando como buen argentino que era y convenciendo al siniestro remero de que emprendiera la navegación él solo (Guille era un personaje complejo, lector compulsivo, memoria de elefante, gran amigo del debate y la polémica, conocedor profundo de Borges y de Cortázar, supporter del Barça, por Messi y un poco también por fastidiar). Había imaginado también una celebración especial en el blog, que no les cuento, porque me la reservo para el día en que de verdad tengamos algo que celebrar. Y hasta había llegado a visualizar la escena del primer asadito que compartiríamos; con argentinos, las penas se conjuran siempre con un asadito. Nada de esto sucederá ya; como saben, el hubiera no existe ni existirá y parece que al final el barquero le convenció de subir a su lancha.

No piensen que cosas como esta van a influir en el blog. Este es un espacio para la alegría, la concordia y los mensajes positivos. Los duelos son una cosa privada, que cada uno ha de cultivar y madurar en su fuero interno, sin dar el coñazo a los demás, que bastante tenemos cada uno con lo nuestro, en la tremenda situación que estamos pasando. El día más triste que he vivido desde que inauguré este blog (y uno de los más tristes de mi vida) fue el 5 de febrero de 2014, cuando murió mi querido hermano Viti. Dos días después escribí un post que se llamó The show must go on, rememorando la frase tradicional del circo clásico. Cuando, por ejemplo, un trapecista se precipitaba al suelo y se mataba, en cuanto se llevaban el cuerpo y barrían un poco la arena, salía a escena uno de los payasos, todavía conmocionado y lloroso, para decir The show must go on, antes de continuar con el número siguiente.

Estoy hablando del Siglo XIX y anteriores. Un tiempo en que la muerte estaba incorporada a nuestra cotidianeidad como algo normal. En la familia de mi padre, por ejemplo, fueron seis hermanos, pero sólo tres llegaron a adultos. Los otros tres murieron de niños, dos de ellos de la misma tacada, por alguna epidemia que no he logrado concretar. Era algo habitual. En cambio, en el mundo actual, al menos en lo que llamamos Occidente, la muerte se oculta y no se quiere ni mencionar. Ni siquiera se usa el verbo morirse, un reflexivo muy preciso, porque el acto de morirse es algo personal e intransferible, es uno mismo quien se muere, no otro. Se utiliza fallecer, que es un eufemismo piadoso, como si fallecer fuera menos terrible y decisivo que morirse. Es un verbo culto, que no se usa en el lenguaje oral: uno, cuando se encuentra muy mal, clama: me estoy muriendo; no dice: estoy falleciendo. Si vuelven sobre mi texto, verán que yo no lo he utilizado, ni con Guille ni con mi hermano.

Es lo mismo en todos los idiomas. En inglés, tenemos el to die, pero también los eufemismos to pass away o to pass on. En francés está por un lado mourir y por otro décédér o partir, que son los eufemismos más utilizados. El lenguaje popular tenía antiguamente una serie de expresiones chuscas que ya no se usan, por estimarse que son inconvenientes o irrespetuosas, como estirar la pata, espicharla, diñarla o doblar (símil taurino). No se usan sencillamente porque no se quiere hablar de la muerte (tampoco de la enfermedad ni de la vejez). Permanecen sin embargo las expresiones supuestamente cultas, como pasar a mejor vida o subir al cielo.

Ya sé que no es esta una temática muy habitual en este blog, pero creo que debo dedicarle un día al duelo por mi amigo. No se preocupen, estoy bien, entero y dispuesto a seguir con este foro en los parámetros anteriores, a partir del siguiente texto. Como la muerte, el duelo es una cosa íntima, que ha de pasarse en solitario. No tiene nada que ver con el luto, que es una manifestación externa del duelo, que se hace con una finalidad social: mostrarle al resto de la comunidad cuan desolados estamos por una pérdida. El luto puede ser sincero, por supuesto, pero también contiene muchas veces un porcentaje de fingimiento o sobreactuación.

Esto es lo que no entiende Pablo fraCasado, que se ha pasado varias de las sesiones de tortura necesarias para las sucesivas prórrogas del estado de alarma, dando el coñazo con la necesidad de declarar el luto nacional y poniendo verde a Sánchez por no llevar una corbata negra como él. Esta era la alternativa del fraCasado al estado de alarma y demás medidas de Sánchez: (además de bajar los impuestos) corbatas negras, crespones negros en las banderas (sin importar que fueran constitucionales o del pollo) y fotos ante el espejo poniendo cara de pena. ¿Cómo dicen? ¿Que no la han visto? No se preocupen, abajo se la pongo. Es obvio que esta imagen no procede de un selfie, hay un fotógrafo emboscado, preparado para hacérsela y probablemente le diga: vale, estoy preparado, ya puedes poner cara de sufrimiento.


Se han escrito folios y folios sobre la imagen de La Dolorosa, con la que IDA apareció en la portada del inMundo, pero esta tiene tela también y ha sido objeto de muchísimos memes. Yo, que no me dedico a los memes, le hubiera puesto el siguiente bocadillo: ser o no ser facha, he ahí el dilema. Con todo, el mejor de todos los memes publicados es, en mi opinión, el que les pongo abajo.



El luto es un asunto muy personal, es legítimo que la gente se vista de negro si quiere y si así entiende que expresa mejor su duelo hacia el exterior. Pero no es algo que deba forzarse o imponerse. Y respecto a este asunto, tengo una anécdota personal que creo que despeja todas las dudas. Mi padre falleció (usaré este verbo por el respeto que le tengo a su figura) el día de Santiago de 1990, fiesta nacional de Galicia. De acuerdo con nuestra madre, los hermanos decidimos organizar el velatorio en casa, algo que antes era frecuente. Por mi casa circuló gente a lo largo de un interminable día, hasta el anochecer, toda Coruña pasó por allí a despedir a una persona que era muy querida en la ciudad. Bien, pues durante todo el velorio, mi madre estuvo presidiendo la ceremonia, sin desfallecer ni un minuto, atendiendo uno a uno a todos los que iban llegando, manteniendo una entereza y una dignidad admirables. Y ¿saben cómo iba vestida? Pues de blanco, de la cabeza a los pies. Hasta el abanico, con el que se daba aire en plena canícula coruñesa, era blanco. Señor fraCasado: hace treinta años, mi madre, una mujer de provincias a punto de cumplir 80 años, era ya una persona más moderna que usted.  

No creo que sea necesario decir nada más sobre este tema. Con el presente post voy a dar por cerrada esta serie de 8 capítulos de Memorias del Desconfinamiento, precedida de otros 18 de Cuadernos de la Cuarentena. Hoy en Madrid entramos en la fase 1, que realmente es un preámbulo de esa nueva normalidad que se nos anunciaba, en la que vamos a seguir instalados hasta que haya una vacuna, o un tratamiento, o el virus mute a una versión más amable, que no sé cuál de estas tres cosas sucederá antes. Aun en cualquiera de esos casos, o incluso si se llegan a dar simultáneamente las tres, todavía seguiremos mucho tiempo acojonados, sin atrevernos a besarnos como antes. Nos queda aun una larga singladura en esta travesía del horror, una serie incierta de batallas que va a durar bastantes meses. Yo tengo claro que me habré jubilado antes de que pueda volver a salir tranquilamente a tomarme un vermú en el bar de la esquina, o darle un abrazo a un amigo que me encuentre.

Mi finde ha sido atípico, como les decía al principio. El viernes tuve una mañana de mucho trabajo, porque los temas de nuestra Dirección General se están acelerando y la fecha de entrega de propuestas para Reinventing Cities II es este próximo viernes 29 de mayo. No sabemos cómo va a incidir esta Fase 1 de desconfinamiento en nuestra incorporación o no al trabajo presencial, pero pronto tendremos que organizar un jurado que seleccione a los finalistas de RC-II y quizá haya que hacer las sesiones por videoconferencia. Como un anticipo de esto, el viernes por la tarde participé, como miembro invitado del tribunal, en el acto de presentación de trabajos del Máster de Planeamiento de la Universidad Antonio de Nebrija. La directora Alexandra Delgado, puso este año como tema del máster una actuación de nuestro proyectado Bosque Metropolitano, y había pedido una persona de nuestra Dirección.

El asunto me tocó a mí, que ya conocía a esta profesora de haber dado alguna charla en su máster hace años. La sesión duró tres horas, en inglés, porque cada equipo contaba su proyecto y luego los invitados (entre los que había un holandés que no hablaba castellano) hacíamos una ronda de comentarios sobre ese proyecto concreto, ronda en la que siempre me dejaban el primer turno, no sé si por deferencia con la edad o para joderme. Después de tres horas, los invitados nos despedimos y los profesores titulares se quedaron para decidir las calificaciones finales. Yo acabé literalmente agotado.

El sábado corrí en círculos por mi casa, con la sensación de que quizá fuera mi última carrera indoor. Mañana martes me toca correr otra vez y tal vez ya salga al Retiro, en función de las imágenes que vea hoy de la reapertura. Estuve el resto de la mañana recluido en casa para no tropezarme con la astracanada de los de Vox con sus coches y sus bocinas. Ni siquiera son conscientes de lo que supone la imagen del atasco que organizaron, con sus coches último modelo (incluidos muchos ejcapotables), contaminando el aire que llevaba más de dos meses impoluto. Estos señores han distribuido un mensaje perverso: el estado de alarma es innecesario, lo que quieren Sánchez y El Coletas es tenernos encerrados todo el tiempo que puedan, para establecer una dictadura leninista-bolivariana y por eso lo prorrogan una y otra vez.

En medio de lo que estamos viviendo, con amigos muriéndose o jodidos de por vida, ese es un mensaje repugnante. Un mensaje que sólo llega a la gente ya infectada previamente. Lo malo es que se va extendiendo y por eso cada vez se oyen más cacerolas. A mí me ha sucedido ya varias veces estos días que he llamado a algún amigo o conocido al que llevaba tres o cuatro años sin llamar. Y desde la primera frase se ha dedicado a poner verde al gobierno con una furia inusitada. Hasta el punto que les he tenido que cortar: Oye, para un poco, que yo no te llamaba para que me des un mitin, sino para asegurarme de que estás bien, preguntarte por tu mujer y tus hijos y contarte de los míos. Respuesta: sí, sí, todos estamos bien, a pesar de que Pedro Sánchez…

Y, en el Alcampo, el otro día encontré a una señora con banderas del pollo pegadas hasta en el culo, que había llevado ese mensaje perverso un paso más allá: recriminada por la cajera por no llevar mascarilla, proclamó a gritos que todo esto del virus era una farsa, que el gobierno comunista había tomado posesión en enero y se había aprestado a instaurar la dictadura del proletariado, con la ayuda de los chinos que también son comunistas, que el virus no existe, que todo es una mentira urdida entre los comunistas del mundo y que los ataúdes que salen en la tele están vacíos. Se lo juro, lo vi con mis propios ojos, la cajera, los demás clientes y yo nos mirábamos atónitos, ante semejante barbaridad. Se ha dicho que el sábado salieron 6.000 coches en Madrid. Aun suponiendo que fueran cuatro personas por coche, serían 24.000 manifestantes: una miseria, en una ciudad de más de 6 millones de habitantes. Lo que pasa es que hacen mucho ruido y parecen más, como muy bien expresa este dibujo de un periódico extranjero. 


Pero este mensaje está calando en todos los países. El otro día les hablé de la señora Meloni y su partido, los Hermanos de Italia. Algunos seguidores me han pedido más datos y aquí los tienen. Giorgia Meloni, romana, fue ministra de la Juventud con Berlusconi, convirtiéndose entonces en la ministra más joven de la historia de su país. Hace cinco años fundó su partido, que sostiene que Salvini es un blando, un mandiles y hasta un medio-rojo. Según cuenta La Razón, cuando la crisis de los barcos con emigrantes que Salvini, entonces en el poder, no dejaba desembarcar en ningún puerto italiano, esta señora declaró públicamente que lo que había que hacer era bombardear esos barcos y hundirlos y así se acababa el problema, hay que ser burra. Los Hermanos de Italia vienen sacando en torno a un 6% de los votos de su país. Y en el último congreso de su partido, celebrado el verano pasado en la Isla Tiberina, invitaron a dos líderes extranjeros: uno el húngaro Viktor Orban. ¿Saben quién era el otro? Pues abajo pueden verlo con ella.


Yo les estaba intentando contar mi finde, lo que pasa es que me disperso en digresiones varias. El sábado, después de correr, estuve descansando y leyendo mi libro para el Billar de Letras de mañana. Luego me hice una receta nueva de pasta, que ya les contaré, me la comí y me eché una merecida siesta. Al despertar me dieron la noticia de la muerte de mi amigo y ya me quedé chafado. Aún así, a las 8 salí a aplaudir y a las 9 puse otra vez a los Beatles a todo volumen. Hay que acallar como sea las cacerolas. El domingo estuve todo el día pendiente de que me dijeran la hora de la incineración de mi amigo, al final era a la 17.30 en el Tanatorio Sur. Me ofrecí como conductor para llevar a parte de los asistentes, porque (tal vez no me crean), una de las cosas de las que más mono tenía, era de conducir. Mi Toyota llevaba dos meses y medio parado. En el kilómetro 7.777, algo curioso que no sé si significa algo. Pero respondió a los mandos a la primera.

La despedida de mi amigo en dirección al crematorio fue muy emotiva, todos lloramos e incumplimos todos los protocolos para darnos abrazos a tutiplén, aunque su familia ha pasado el virus y supongo que es una imprudencia, pero cómo regatearle un abrazo a un chaval de 20 años que acaba de perder a su padre, a una mujer que acaba de perder a su marido después de una lucha de más de dos meses. Al llegar a casa eché toda la ropa a la lavadora, me lavé reglamentariamente las manos y el bigote y me duché de nuevo con agua muy caliente. Y toqué madera. Estas cosas le dejan a uno agotado, devastado. Me impresionó también conducir por la ciudad vacía, en la que unos pocos coches circulaban con una prudencia exquisita, extremando la educación viaria, de puro acojone. Pasamos un control en el que paraban a muchos conductores. En cuanto me vieron a mí la cara, me dijeron que circulara sin preguntarme nada. Y eso que con la mascarilla no se me ve el bigote. Cumplí como chofer y, cuando me quedé solo en el coche de vuelta a casa, puse la radio.

Tenía preseleccionada la emisora Rock FM y empecé a escucharla. Y sucedió que el rock me atrapó por sorpresa y me subió el tono vital como no me hubiera imaginado. Subí el volumen a lo máximo que soportaban mis oídos y empecé a conducir de mi forma arriesgada habitual, adelantando en diagonal a todos los lentos. Y, en un momento dado, rompió a sonar el Fortunate Son de la Creedence. Entonces abrí la ventanilla, levanté un puño al cielo y desahogué toda mi rabia gritando el estribillo It ain't me, yo no soy eso, observado por algunos conductores que debieron de pensar: otro que se ha vuelto loco con este encierro. Desde luego que yo no soy eso: un cayetano con cacerola pidiendo libertad, cuando lo que quiere no es la libertad sino el poder, porque piensa que le corresponde por una especie de derecho de pernada. A lo que no hay derecho es a que ciertos políticos infravaloren lo que está pasando y azucen a la gente a pedir libertad con mensajes equívocos (en realidad, la loca del Alcampo es la que ha entendido bien el mensaje). Cuando se nos están muriendo los amigos y los abuelos. 

Los políticos que hacen eso son unos verdaderos canallas. Son escoria. Son miserables. Son basura que exuda un lixiviado, que es su mensaje. Tenemos que estar unidos contra ellos. Habría que organizar una manifestación monstruo, de apoyo al pueblo y a los médicos y a los reponedores de supermercado y a los basureros municipales y a los policías y a los enfermeros y celadores y a los mayoristas de Mercamadrid y a los electricistas y a los camareros. Llenar las calles con un millón de personas en pos de la concordia y el sentido común. Y contra los cayetanos de la cacerola. Hagámosles ver que somos más. Y que somos nosotros y no ellos los que ponemos en el primer lugar la vida de las gentes. 

Este es mi mensaje. Vienen tiempos duros, esta va a ser una guerra larga y tenemos que estar prestos a defender el estado de derecho de estos auténticos fascistas. Desde este blog pueden contar conmigo hasta donde me den las fuerzas. Les dejo hoy con la canción que me subió el tono en la triste tarde de ayer. Para que canten también a voz en grito: IT AIN'T ME. Además, viene con un vídeo de escenas del pueblo yanqui, ese pueblo yanqui al que yo adoro, ese grupo variopinto y admirable que está ahora mismo sufriendo lo peor de esta pandemia, ese pueblo en el que confío para que le dé una patada en el culo a Trump en noviembre. Pónganselo en pantalla grande Y sean felices si pueden, no desaprovechen las oportunidades de serlo. 


viernes, 22 de mayo de 2020

944. MD7. ¿De verdad creen que Pedro Sánchez lo ha hecho tan mal?

Bien, pues en coherencia con este título, vamos a empezar hablando de Samantha Fish, su rock poderoso, su técnica guitarrera impecable y su presencia salvaje. Hablo de coherencia de la mía particular, la que caracteriza a este blog que escribo cada tres días desde mi espacio de confinamiento, que obviamente no es la misma coherencia que funciona en el mundo exterior, ese lugar incierto, peligroso y lleno de virus y cacerolistas airados. Hace un par de posts les presenté a esta extraordinaria artista de Kansas City y les traje un vídeo que ha sido bastante valorado por mis seguidores. Buscando algo más de información sobre esta señora, he descubierto que está considerada como la primera intérprete mundial de cigar box guitar. ¡Ah! que no saben ustedes lo que es una cigar box guitar. Desde luego, es que mira que saben ustedes pocas cosas, menos mal que tienen este blog. 

Como su propio nombre indica, una cigar box guitar es una guitarra hecha con una caja de puros. Es un instrumento que se empezó a fabricar artesanalmente entre los colonos y campesinos blancos del Medio Oeste, a mitad del siglo XIX. Las más antiguas que se conservan en museos son de 1840. La gente pobre reciclaba viejas cajas de puros que tiraban los ricos a la basura, para hacer estos instrumentos primitivos y rústicos, sin trastes y con una sola cuerda; luego pasaron a tener dos. Ahora, las cigar box guitars tienen cuatro cuerdas, el mástil debidamente dividido en trastes y se han electrificado. Y Samantha Fish tiene una cigar box guitar en su colección, que usa para interpretar algunas canciones en todos sus conciertos. Les traigo otro vídeo bastante bueno, para que vayan conociendo a esta artista.

En este caso se trata de la propina que da su grupo después de que la audiencia entregada les siga pidiendo ¡otra,otra! al final de un concierto apoteósico. Salen primero sus músicos y el ayudante que le saca las guitarras a Samantha, pero este se equivoca y le saca la normal, esa tuneada con un pescadito que tanto le ha gustado a Paco Couto. Pero ella le pide la otra. La toca con el llamado bottleneck (cuello de botella), esa especie de cilindro metálico que antes de empezar a tocar se cambia un par de veces del anular al meñique y vuelta al anular, en un gesto automático, como cuando Rafa Nadal se toca la cinta. Luego empieza y es un huracán. Ya saben que a esta mujer le gusta salir a escena muy maquillada, con minifaldas y también con tacones, aunque también le encanta cantar descalza, como hace en esta ocasión.

La guitarra que le han traído ni siquiera está bien afinada, por lo que, mientras canta la primera estrofa, ha de corregir la afinación de las cuatro cuerdas. Ya con el instrumento niquelao, sale a los medios como los buenos toreros a tocarles en la nariz a los espectadores de la primera fila, totalmente entregados. Luego vuelve a su posición para cantar una última estrofa con su pasión habitual. Fíjense también como casi besa el micrófono cuando canta y, en cambio, se aparta de él cuando grita. Detalles todos de una artista muy profesional. Al final, monta de nuevo el huracán para el cierre y pueden ver qué buen rollo tiene con sus dos músicos a la hora de saludar. Vean ya este video. Por cierto, Youtube ha bajado la definición por defecto de muchos de sus vídeos, para evitar el exceso de carga de la red. Si les sucede en este, pueden corregirlo y pasarlo a HD, trasteando en la coronita que hay abajo a la derecha. Merece la pena ver a esta mujer en alta definición. Y en pantalla grande, por supuesto.


Bueno, ahora ya saben lo que es una cigar box guitar. Bien, Samantha Fish se ha pateado todos los Estados Unidos durante años con sus dos compañeros, haciendo blues y rock de mucha calidad. Y su trabajo ha llegado a los oídos de una gran promotora discográfica. En los últimos dos o tres años, digamos que ha subido a primera división. Ahora tiene una banda más amplia, con un piano y una sección de viento poderosa y va dando largas giras por todo el mundo, con llenos en todos sus conciertos. En ese proceso de, digamos, mejora (de ganancias, desde luego), el batería Go Go Ryan se ha quedado en el camino. No sé si la discográfica ha impuesto a otro músico o ha sido él mismo quien no ha querido subirse a ese carro. Sigue con ella su fiel bajo Chris Alexander. Otro cambio: se ha cortado un poco el pelo y además ahora usa laca. Así que, cuando agita la cabeza con su energía incontenible, no se le viene todo el pelo a los ojos.

Son las cosas que tiene fichar por una de las grandes. Han de saber que los tres chavales de Stay Homas, han suscrito ya un súper contrato con Sony para grabar y promocionar un disco y los que vengan detrás. En cuanto termine el confinamiento, tendrán a su disposición un estudio de última generación con instrumentos de mucha más calidad que el cubo de la fregona, la vara de la escobilla del wáter, la caja de pastillas Juanolas y demás inventos caseros. Según he sabido, el de la cara redonda, que se llama Guillem, estudia música clásica. Los otros dos están en jazz. Pero los tres llevan estudiando música desde que tenían 8 años, hasta los 25 que tienen ahora. Es algo que se nota en sus grabaciones.

Pero volvamos a Samantha Fish. Dentro de su nuevo estatus de diva del rock de primera división, hace giras por todo el mundo, como les he dicho, y estaba por Europa cuando llegó el coronavirus. Su último concierto fue en París, en La Cigale, el 10 de marzo. Al día siguiente tuvo el tiempo justo para empaquetar sus guitarras y salir cagando leches hacia USA, para encerrarse en su casa de Kansas. En Youtube pueden encontrar imágenes de ese concierto, pero la calidad del sonido no es muy buena. Les traigo el dato para que se fijen en la fecha y recapitulemos todos un poco, y ya nos vamos acercando al tema del título. El 4 de marzo yo hice de anfitrión en el Medialab de un acto en el que nos juntamos más de cien personas y en el que me dediqué a dar abrazos a diestro y siniestro. El día 5, en una visita a la antigua fábrica CLESA, también nos saludamos con los consabidos besos.

El 8 de marzo fue la manifestación feminista. Una cagada, pero es muy fácil decirlo a posteriori. Y también ese día fue el congreso de Vox en Vista Alegre, con Ortega Smith tosiendo a moco tendido en medio de la masa enfervorizada. No es justo que se le eche la culpa a Pedro Sánchez de las dos cosas, la mani por alentarla y el congreso de Vox por no prohibirlo. Pero yo tengo la imagen clave para que entiendan exactamente lo que estaba pasando en esos días. Una imagen que creo que ustedes no han visto. Un día después, el 9 de marzo, tuvo lugar en el IFEMA, al lado de mi curro, el Congreso anual de la ATA. Vaya, tampoco saben lo que es la ATA, hay que ver que pocas cosas saben ustedes y de cuantas se enteran en mi blog. ATA: Asociación de Trabajadores Autónomos. Hay una ATA nacional, que es una federación de todas las ATAs regionales. En este caso se trataba del congreso de la ATA de Madrid y, lógicamente, invitaron a las máximas autoridades local, regional y nacional, ya que la capital del estado está en Madrid. Vinieron los tres y hablaron en el congreso. Y, a la salida, se hicieron la foto que ven aquí. 


Y ahora les pregunto: ¿se les ve incómodos o inquietos a IDA y al alcalde? No. Están ufanos, como Sánchez (y cómo estaba yo cinco días antes en el Medialab). Les repito la fecha: 9 de marzo. En ese momento nadie se podía imaginar la que se nos venía encima. En París, un día después, Samantha Fish cantó en la sala de conciertos que ocupa el antiguo teatro de varietés de varios pisos Boule Noire, en Pigalle, que estaba abarrotado de gente. Y el 15 de marzo, cuando todo el mundo estaba ya entrando en pánico, Macron se empeñó en hacer la primera vuelta de las elecciones locales en toda Francia. Un empeño vano, porque ya no se pudo celebrar la segunda y están suspendidas. Les recuerdo también que, muy poco antes, cuando la organización del Mobile World Congress de Barcelona decidió por su cuenta suspender el evento de este año, todo el mundo les puso verdes. El semoviente Torra dijo que era una jugada de Madrid para joderles. Y recordarán que IDA se ofreció a albergarlo en Madrid para los años siguientes.

Bien. ¿Que Sánchez estuvo lento de reflejos? Desde luego. Pero no menos que los demás dirigentes de los países europeos. Al final, todos han adoptado las mismas medidas: confinamiento, confinamiento extremo salvo servicios esenciales, vuelta al confinamiento normal y desescalada progresiva. No hay otras recetas, todos han hecho lo mismo. Vale, ciertamente, en esto hay matices.  Por ejemplo, Boris Johnson empezó diciendo que no había que hacer nada, sólo dejar fluir el virus hasta que se consiguiera la inmunidad de grupo. Cambió radicalmente de criterio cuando el jefe de su comité científico (el de la amante clandestina) le avisó de que esa solución suponía entre 250.000 y medio millón de muertos. Además, resultó que ya le estaba subiendo la fiebre. Pero ese retraso en empezar con el lockdown es la causa de que haya más víctimas británicas que en ningún otro sitio. También son muy altas en Italia, pero en este caso es porque el virus llegó antes y les pilló desprevenidos. A los demás nos alcanzó después, cuando ya habíamos aprendido de Italia.

Además de la excepción británica, está la sueca. Han optado por un confinamiento light. Resultado: cerca ya de 4.000 muertos, cuando entre Finlandia, Noruega y Dinamarca (que han hecho lo mismo que nosotros) no llegan a 1.000. Y, por el otro extremo, la excepción alemana. La señora Merkel es científica, supo enseguida lo que venía y procedió a inyectar dinero público a todos los laboratorios y marcas farmacéuticas para que se pusieran como locos a elaborar tests y pruebas del coronavirus, para poder saber desde el primer momento quién estaba contagiado. Respecto a Alemania sí podemos sentirnos desmerecidos. Los demás países del mundo siguen el ejemplo del confinamiento/desconfinamiento-con-cuidado. Con la excepción de USA y Brasil, donde la idiosincrasia de sus presidentes les está llevando a un verdadero horror. En relación con Alemania, hay que decir que los germanos son disciplinados y cumplen las normas, no como aquí que, en cuanto nos dejaron salir un poco a la calle, ya se armó ese despendole que me ha llevado a mí a encerrarme de nuevo. Para que entiendan esto, basta una imagen. Es una manifestación contra Merkel del grupo de extrema derecha AfD, Alternative for Deutschland. En Berlín, hace unos días. Se nota la diferencia con las de Núñez de Balboa, ¿no?


Otros que son disciplinados son los japoneses y coreanos. En Seúl están ya preparando la reanudación de la Liga Nacional de Fútbol (en Alemania ya ha empezado sin público). En el Estadio Olímpico de Seúl, donde juega el Seúl FC, han hecho una primera prueba con maniquíes, de cómo quedarían los espectadores guardando la distancia de seguridad.



Pero en Europa, quitando Italia y Gran Bretaña, por los motivos dichos, todos hemos ido más o menos a la par. ¿Qué es lo que nos diferencia a nosotros? Pues, además de ese punto de indisciplina tan latino, una oposición impresentable y canalla. Y no hablo de Abascal, cuyo discurso es similar al de la señora Le Pene, el inglés Farage, los alemanes de AfD, o los italianos de la Liga de Salvini y de los Hermanos de Italia, nuevo partido ultra que lidera la señora Meloni, de apellido certero. Todos estos grupos y personajes son fascistas y anti-europeos y no van a desaprovechar una ocasión como esta para dar por culo. Pero lo de Casado, no se ha visto en ningún otro país. Más se ha equivocado Johnson que Sánchez (y con consecuencias más trágicas), pero el jefe de los laboristas no sale al parlamento a insultarlo y a lanzarle miradas asesinas. En Francia, Melenchón, el líder de la revuelta de los chalecos amarillos, ha declarado que ahora no es momento de peleas, que las broncas políticas ya se retomarán cuando se salve la emergencia sanitaria. Y el líder de la derecha de Portugal está desde el primer día codo con codo con el presidente.

Les voy a dar un dato que seguro que tampoco conocen. ¿Saben cuántos conductores de autobuses urbanos de Londres han muerto por coronavirus, gracias al error de Johnson? Respuesta: 28. ¿Imaginan ustedes la que se hubiera armado en España con algo como eso? Lo de las Cortes en cada petición de prórroga del estado de alarma es un aquelarre único en el mundo. Me dice un lector: es que en cada país se informa sobre todo de lo local; de lo que pasa fuera no sabemos nada. Por favor, no me insulte, yo estoy al tanto de lo que está pasando hasta en Indonesia. El New York Times (que yo ojeo cada mañana y no lo digo por presumir) se refirió hace ya un mes a la insólita ferocidad de la oposición española. Si quieren comprobarlo, pinchen AQUÍ. Lo nuestro no tiene nombre. Somos un país cainita y les digo una cosa totalmente en serio: si no estuviéramos integrados en Europa, ya nos habríamos liado a bofetadas. Antes de la epidemia. Por el tema catalán.

Si el PP quiere gobernar algún día, tiene que hacer dos cosas. UNA, quitar a Casado. DOS, diferenciar su discurso del de Vox. Pero se dedica a seguir a Abascal y alentar a los de las cacerolas. En mi calle los cacerolistas se limitan a los tres miembros de una familia venezolana (a los que entiendo, han tenido que irse de su tierra empujados por un régimen al que aconsejaban algunos que ahora son miembros de un partido en el gobierno), un facha declarado en mi edificio y un par de ellos más en la calle Almadén. Por cierto, ayer, cuando empezó la bronca, les puse a todo volumen el All you need is love de los Beatles, con la ayuda de mi minialtavoz Bosé, que ya saben que estoy bastante al día en cuestión de devices. Durante casi cuatro minutos apagué el ruido de las cacerolas y al final coseché una ovación impresionante. Tuve que saludar y todo. Si la cosa sigue por estos derroteros, otro día salgo y les canto el If this is wrong.

¿Quiere todo esto decir que me gusta Pedro Sánchez y su forma de hacer política? Para nada. Pero sus errores son tantos, que los dejaré para un post exclusivo. Lo del acuerdo con Bildu es una cagada de proporciones monumentales, que no sabemos qué consecuencias nos va a traer, hasta puede acabar con este castillo de naipes que es el gobierno de coalición. Estaba yo tan contento de que Sánchez se apoyara en el PNV y en la señora Arrimadas, para no tener que depender del chantaje catalán, y con una torpeza como esta se ha vuelto a quedar en bragas. La situación está en un momento muy delicado y hasta creo que el Rey debería salir a la palestra y lanzar un mensaje de concordia. Aunque fuera sólo: Venga, tíos, va, dejarlo ya, joder. Pelillos a la mar y vamos a salir de esta mierda juntos. Luego ya os pegáis todo lo que queráis. Lo dicho. Cuídense y sean felices hasta donde puedan.

martes, 19 de mayo de 2020

943. MD6. Las músicas del confinamiento

Bien, esto de la salida del encierro es un pasito adelante y un pasito atrás, un-dos-tres, como la yenka. Yo he dado un paso atrás y estoy otra vez confinado. ¿No estamos en la fase cero? Pues para mí eso supone no salir más que una vez por semana a la compra. Para lo que hay que ver fuera, en este intermedio entre la nada y el no se sabe, estoy aquí perfectamente encerrado, a salvo de virus sedicentes. Si leyeron el artículo de Nature que les traje al post anterior, habrán aprendido una serie de cosas. Por ejemplo, que hay siete tipos de coronavirus descritos. Cuatro de ellos saltaron al ser humano hace tiempo y son los causantes de los catarrillos esos que sufrimos ustedes y yo todos los otoños. Los otros tres son el SARS-CoV, responsable de la epidemia de 2003, el MERS que surgió en Oriente Medio en 2012 y este de ahora.

Por cierto. Problema de nomenclatura. ¿Cómo se llama el coronavirus que nos tiene jodidos? ¿Cómo dicen? ¿Covid-19? MAAAAL. El virus se llama SARS-CoV-2. Lo que se llama Covid-19 es la enfermedad que causa, que viene de añadirle la d de disease (enfermedad), y no de diciembre de 2019, como dijo la señora Ayuso, conocida también por sus iniciales IDA, que la definen muy bien, porque está bastante ida. Su metedura de pata me recuerda una histórica que yo presencié personalmente en persona, como diría Catarella, entrañable personaje de las novelas de Andrea Camilleri. Resulta que, con una serie de compañeros fuimos a arropar a un concejal de distrito (del PSOE), que presentaba en público un PERI que habíamos preparado para uno de sus barrios (tiempos de Tierno Galván). Como quizá sepan, PERI significa Plan Especial de Reforma Interior, es una de las figuras más comunes del urbanismo.

Pues se lo creerán o no, pero aquel concejal, bastante mayor y prácticamente analfabeto, lanzó su discurso de manera más o menos aseada, dentro de su tosquedad, hasta que, muy serio, proclamó que era un honor para el distrito que la Gerencia de Urbanismo se hubiera dignado redactar ese Plan Especial de Reforma Importante. A mí me dio una risa explosiva incontrolable, que camuflé de súbito ataque de tos con la ayuda de uno de los compañeros que habían colaborado en la redacción del Plan, quien avaló mi credibilidad sacudiéndome unos porrazos en la espalda con la mano abierta que me hicieron bastante daño, pero que nunca he dejado de agradecerle. Bueno, discúlpenme esta digresión, es que muchas veces uno sabe dónde empieza pero no a dónde llega.

A lo que íbamos. Los cuatro coronavirus de los resfriados, se han adaptado a vivir entre los humanos sin causarles mucho daño y les va muy bien en esa simbiosis con nosotros. En cambio el SARS-CoV y el MERS hicieron lo contrario: se mostraron letales y fueron aniquilados de la faz de la Tierra. Y yo confío en que el SARS-CoV-2 sea lo suficientemente listo como para mutar a una versión más suave, con la que nos tendremos que acostumbrar a vivir. Si no, la guerra será larga porque está ya muy esparcido. De momento yo confío en que los calores de la canícula lo calmen un poco, aunque no dudo de que volverá con el otoño. Así que, mientras un elemento tan peligroso como este ande suelto por ahí, yo, aquí, confinado.

Y sucede que en esta última fase, esta ciudad tan silenciosa en la que se oía el canto de diversos pájaros, ha visto perturbada su paz por un sonido horrísono. Una verdadera cacofonía. Tal vez piensen ustedes que se trata de una cencerrada festiva, pero no. Son una serie de impresentables que hacen ruido con sus cacerolas. Alguno le añade a la bronca gritos de ¡Viva España! y raro es que no salga alguno aclamando a Franco-Franco-Franco. La barahunda ha llegado ya a mi barrio, ciertamente minoritaria y repelida por los vecinos que aplaudimos cada día a los médicos, uno de ellos ayer incluso blandiendo una bandera republicana. Pero yo, que no soy de bronca, les recomendaría, queridos lectores, que no se sumen al alboroto. Que se queden tranquilamente encerrados en sus casas, escuchando música clásica, o incluso haciendo música. Toda crisis es una oportunidad y este encierro nos brinda la posibilidad de producir música y difundirla por las redes.

Los reyes de esta tendencia son sin duda los Stay Homas, con los que no hace mucho les amenicé un post entero. He oído que el de la cara redondita, el que parece dirigir el cotarro con esa percusión casera hecha con un cubo de fregona invertido aporreado con una escobilla de wáter sin cabeza, es un músico experimentado, miembro de un grupo que andaba tocando por Barcelona y que, al verse encerrado con dos amigos también bastante buenos músicos, decidieron hacer de la necesidad virtud. Se habían quedado sin trabajo pero, para cuando salgan del confinamiento, les van a llover los contratos. Como ya vieron, muchos artistas patrios de renombre se han querido sumar a través de sus móviles a los números musicales que organizan estos tres chavales. Y, entre los últimos, el tal Pablo Alborán. Este es un tipo del que sé que existe, pero no tengo ni idea de qué música hace, está fuera de mi ángulo de visión. Tampoco sabía que fuera capaz de darle una pincelada Otis Redding al do-wap que se marcan los chavales. Este es mi primer ejemplo de música del confinamiento.  


Ahora les voy a hablar de Mungo Jerry. En 1970, este grupo británico publicó su tema de debut In the Summertime, que fue un auténtico bombazo. Fue el número 1 indiscutible del año, todo el mundo escuchaba aquella pegadiza tonada que celebraba en su letra la llegada del verano, una época del año en la que puedes ir a la playa, tumbarte a la bartola, beber sin freno y ligar todo el día. Tal vez la recuerden, el acompañamiento hacía todo el rato ouh-ch-ch-ch, ouh-ch-ch-ch, el cantante tenía unas patillas negras espesas, que le llegaban casi hasta la nuez y le acompañaban unos cuantos desaliñados que hacían sonar botellas de agua y simulaban ruidos de pedos. Aquel cantante era el autor de la canción, de la que se vendieron 70 millones de singles, una barbaridad para la época. De hecho el tipo sigue viviendo de los royalties de esa melodía y con eso le da para sus gastos y para seguir tocándose las pelotas a dos manos y dar esporádicos conciertos de rock, las dos actividades que adora.

Tengo en mi memoria una imagen que vi en la televisión de mi casa de La Coruña, en compañía de mi madre, yo ya estaba estudiando en Madrid pero seguramente estaba de vacaciones de Navidad. Ya he contado esta historia en el blog, pero no he conseguido encontrar las imágenes; creo que en aquellos tiempos no se grababan y guardaban copias de todo lo que se emitía, estamos hablando de la televisión en blanco y negro. La cosa es que, como cada fin de año, la Reina Isabel presidía la Gala anual del rock en el Royal Albert Hall, en la que solían participar los intérpretes de los mayores éxitos de la temporada. Y a Mungo Jerry, le tocó, naturalmente, cerrar la gala. Salieron con su aire de homeless, sus camisetas sin mangas llenas de agujeros y sus pantalones raidos, a cantar su gran éxito.

Y, hacia el final, aquello fue la apoteosis, con todo el público puesto en pie gritando y dando palmas, hasta el punto de que el tipo se vino arriba, empezó a dar palmas sobre su cabeza para animar al personal y, en esa tesitura, se acercó bastante al palco que ocupaba la reina. Y todos pudimos ver en los noticiarios en blanco y negro la imagen de aquel tipo brazos en alto con su sonrisa de oreja a oreja, mostrando al mundo sus sobacos tan frondosos y negros como sus patillas y, a dos metros, la reina dando palmitas y mirando de reojo a la cámara con una incómoda sonrisa de conejo, como expresando entre dientes: ¡Qué tufo, por Dios, que me quiten de delante a este energúmeno! Bueno, no tengo imágenes y tal vez ustedes no se lo crean, pero yo lo vi con mis propios ojos en la vieja Telefunken de mi casa de La Coruña, sentado a la mesa de comedor al lado de mi madre.

El Mungo Jerry este (lo llamaremos así por abreviar, en realidad ni siquiera sé cómo se llama) tenía entonces 24 años. Y, como ya conté una vez en el blog, se mantiene en buena forma, sólo que ahora tiene ya 74. Estaba preparando una fiesta fastuosa para conmemorar el 50 aniversario de In the Summertime, cuando llegó el virus y tuvo que encerrarse en su casa-estudio en el Este de Londres. Y, como los Stay Homas, decidió hacer de la necesidad virtud. Escuchen este extraordinario Coronavirus blues. La letra es sencilla: estamos en 2020, yo tendría que estar celebrando los 50 años de In the summertime, pero estoy aquí encerrado como todos y I got the blues (expresión clásica del rock que significa tanto estoy tocando un blues, como estoy jodido). Y para que no queden dudas, aclara: I got the coronavirus blues. Luego hace una lista de todas las cosas que no puede hacer, etc. Y acaba deseando buena salud a todos sus oyentes y a sus familias y amigos, deseo que cierra con un Dios les bendiga. Disfrútenlo.


El vídeo ha tenido cierta repercusión entre los nostálgicos ingleses de todas las edades, que le han mandado cientos de felicitaciones y le han pedido que haga otro, recordando su canción dorada. Se lo voy a poner también, porque es corto, la mitad es hablado, contando cómo fue que compuso la canción y logró publicarla. Explica también que se ha roto el dedo meñique que lleva vendado. Y, cuando se pone a cantar la canción de marras, se equivoca de traste y tiene que parar muerto de risa y empezar otra vez. Al final hasta toca un fragmento de otro tema de aquellos años, que debió de tener cierto éxito también, haciéndose los coros a sí mismo de forma bastante cómica. Todo un personaje, este Mungo Jerry, genio y figura (no hay más que ver el lugar en el que está encerrado, una mezcla de desván, estudio de grabación y almacén de resíduos industriales), un tipo vividor, disfrutón, simpático, no muy amante de la higiene ortodoxa, pero siempre cariñoso. Y con 74 tacos. Es mi ídolo.


Pero no hace falta recurrir a la gente famosa para encontrar a personajes confinados que entretienen su encierro con la música. Y aquí entra mi buen amigo Billy, colega de la Escuela de Arquitectura, del Ayuntamiento, de Billar de Letras y de otros foros diversos, además de ser un guitarrista prodigioso, como van a comprobar. Billy es un tipo estupendo, a quien tengo mucho cariño. Me ha mandado algunos de los videoselfies que graba para amenizar su encierro y le he pedido permiso para publicar uno en mi blog. Asómbrense con él.


Acojonante ¿verdad? Lo que pasa es que he de decirles que, para disfrutar de la música en una situación de encierro, no hace falta tocar la guitarra ni la mitad de bien que Billy, ni siquiera tener un mínimo de voz. Basta con calzarse una gorra de los bomberos de Nueva York y un pañuelo amarillo y ponerle pasión. Bueno, al menos eso es lo que yo creo. Ahora bien, si estoy equivocado… If this is wrong… Ustedes mismos.


¿Cómo dicen? ¿Qué no tenían ni idea de que supiera tocar la guitarra? No se preocupen. Yo tampoco lo sabía. Lo que pasa es que, si después de mucho esfuerzo fui capaz de hacer un castillo de naipes de ocho pisos, por qué no tratar de tocar una canción para dedicársela a todos ustedes. En fin. Para endulzarles la despedida, voy a rematar con un verdadero descubrimiento. Colt Clark es un músico que se ganaba la vida tocando por los garitos de playa de toda Florida. Como se ha quedado sin trabajo, no ha tenido más remedio que ponerse a hacer música en casa con sus tres hijos, de diez, ocho y seis años. La pequeña Bellamy no toca, sólo baila y pone la alegría en los vídeos. Se han bautizado como Colt Clark and the Quarantine Kids y han grabado decenas de las canciones más conocidas, convirtiéndose en un fenómeno mediático en USA, similar al de los Stay Homas aquí. Les dejo de propina su magnífica versión del Great Balls of Fire de Jerry Lee Lewis. Cuídense.