En plena Fase 1 de
desconfinamiento y sentados en el post anterior algunos criterios básicos sobre
cómo ha de entenderse este blog, regreso a mi versión más común, consistente en
hablar de lo que me dé la gana, independientemente de lo que suceda en ese
mundo exterior que empieza en el descansillo de la 4ª planta de mi
escalera. Voy a procurar irme distanciando mentalmente del virus, dentro de los
límites de la prudencia, y también de esa otra epidemia, exclusivamente
española, que ha atacado a nuestros políticos y que les lleva a una bronca
permanente tan deleznable como aburrida, al ritmo de las cacerolas. Ya volveré a todo ello cuando venga a cuento.
Así que empiezo por decirles que hoy cumple nada menos que 90 años mi admirado Clint Eastwood, el más grande desde los tiempos de John Ford y John Wayne. Recuerden su frase emblemática, cuando tiene a un tipo encañonado que duda si sacar su arma o no: Go ahead, make my day! O sea: dale, alégrame el día. Hace unas semanas le mandé a mi amiga Tantri mi vídeo corriendo en círculos por el cuarto de estar de mi casa. Me contestó enseguida con esa misma frase: You made my day! me has alegrado el día. Luego decía que estaba considerando colgarlo en la Web del Ayuntamiento de Jakarta, para animar a todos los jóvenes vagos de la ciudad, que no hacen más que quejarse. No lo va a hacer, descuiden, conozco su sentido del humor.
El virus parece que pierde fuerza
(aunque hay que ser cautos), pero ahora vamos a empezar a entender las
dimensiones de la corona-crisis que va a caracterizar nuestro mundo durante un
largo tiempo, eso que algunos llaman nueva normalidad, expresión a medias entre
oxímoron y eufemismo para camuflar la tremenda realidad que se nos viene encima. Qué
quieren que les diga, por primera vez se han cancelado los Sanfermines por una
epidemia, algo que no se hizo ni en las sucesivas de cólera del siglo XIX, ni por la gripe
de 1918. Las únicas cancelaciones que refleja la historia son debidas a las dos guerras
carlistas y a la Guerra Civil. Y, en un par de ocasiones, se suspendieron una
vez comenzados, por sucesos violentos. Pero lo de este año es inédito. También
se ha suspendido por primera vez el Marathon de Boston, que se llevaba celebrando
ininterrumpidamente durante los últimos 140 años. Como Il Palio de Siena y el Poia Day de Kandy (Sri Lanka). El mundo no está para fiestas.
Estamos en una situación realmente
excepcional y el mundo del rock se ha visto también afectado de forma radical. En mayo
empezaba la temporada de los macroconciertos al aire libre o en grandes coliseos
de Estados Unidos, que normalmente salta luego a otros lugares: Europa,
Australia, Japón. Todos estos conciertos se han suspendido o aplazado hasta ver
cómo evoluciona la cosa. Artistas como Samanta Fish, Sheryl Crow, Diana Krall,
Norah Jones, Alicia Keys, Bruce Springsteen, Neil Young y tantos otros que
suelen aparecer por este blog, aguardan expectantes encerrados en sus casas,
editando nuevas canciones a través de Internet y viviendo de sus rentas
acumuladas, mientras sufren pérdidas millonarias. Pero hay un artista del que
seguramente ustedes, mis queridos lectores, ni siquiera sospechaban que tenía
conciertos contratados en Estados Unidos para esta primavera. Hablo de José
Luis Perales. Como siempre, si no me creen, les ruego que pinchen AQUÍ.
Si han entrado en la página Web
de este artista habrán visto que aun figuran en ella cuatro conciertos
pendientes en USA: el 3 de octubre en LA, el 7 en Washington DC, el 9 en Miami y el 11
en New York, precisamente en el Beacon Theatre donde antes que él se anuncia
entre otros un concierto de Lady Gaga y unos días después de Perales cantará
Sheryl Crow. Sí señor, José Luis Perales está en los circuitos a sus 75 años,
lo que pasa es que, en una tierra cainita e ingrata como la nuestra, ocurre
siempre que no se considera a los de casa tanto como a los de fuera, de modo
que muchas veces es en el extranjero donde más se les valora. Eso sí, cuando se muere
uno, todos claman que hay que ver qué bueno era. Pero, en vida, es raro
que se les reconozca mínimamente. Seguro que muchos de ustedes, queridos
lectores, tenían hasta hoy un concepto diferente de este artista, que espero
cambiar con este post.
En realidad, las fechas que
figuran en la Web de Perales son el resultado del aplazamiento de su gira, que
él ha anunciado que es ya la de su despedida definitiva, por cuestión de edad.
Perales ha ido desarrollando esta gira por toda Latinoamérica, donde le adoran. Y
estaba en México cuando se desató la pandemia. Su último concierto tuvo lugar el 13 de marzo en Ciudad Juárez. Tenía otros contratados en Guadalajara, Monterrey y Ciudad de México pero optó por hacer las maletas y pudo volver por los pelos a España a recluirse en la casa que tiene en Madrid,
donde sigue a día de hoy. Supongo que, como la mayoría de los oyentes de música
españoles, tienen ustedes un concepto de Perales, como una figura similar a
personajes tipo Isabel Pantoja, Rocío Jurado, Raphael o Julio Iglesias. Canción
local, nada que ver con el rock. La división maniquea típica: el rock mola y es
moderno, la copla es rancia y ful. Bueno, seguro que adoran a Sabina, Serrat y
otros similares. Pero ¿Perales? ¡Por favor! ¿De verdad estás hablando en serio, Emilio?
Les repetiré lo que ya les he explicado otras veces. Pantoja, Iglesias, etc. son cantantes. No componen. Tienen a su alrededor todo un equipo de apoyo, con compositores, productores, arreglistas, peluqueros,
maquilladores, asesores de imagen, etc. Es lo mismo con personajes como Madonna
o Britney Spears. Y luego, en otro apartado distinto, están los artistas, los
que componen. Estos señores se enfrentan a un folio en blanco y un pentagrama
virgen, trabajan duro y sacan de eso una canción, con una letra y unos acordes.
Luego lo trabajan aun más, elaboran unos acompañamientos y hacen una producción
y un lanzamiento, tareas en las que ya les ayudan sus colaboradores. Pero
componer es una tarea solitaria, como cualquier desempeño artístico o
literario. José Luis Perales tiene registradas en la Sociedad de Autores más de
500 canciones, lo que constituye un record nacional.
Pero vayamos a la historia. A
finales de los 60 una chica norteamericana llamada Jeanette que, por cierto, es
de mi quinta y está a punto de cumplir los 69, llega a Barcelona con su
familia. Joven inquieta, rápidamente hace amistades con otros chavales de la
ciudad que se están animando a hacer música, en la onda de los Beatles. Juntos
forman el grupo Pic-Nic, que llega a grabar un disco con un tema de cierto
éxito: Cállate niña. Supongo que lo recuerdan: cállate niña no llores más, etc.
En ese grupo había futuros músicos de renombre, como el guitarrista Toti Soler
o el batería Jordi Sabatés. Pero el éxito de ese primer disco se les sube a la
cabeza y se pelean de forma estrepitosa para seguir cada uno su carrera en solitario.
Jeanette, que era la cantante y la figura más reconocible del grupo, se casa a la carrera con
un húngaro que acaba de conocer y se marcha a vivir a Viena, decidida a ejercer
de ama de casa adinerada y olvidarse de la música para siempre.
Pero el productor de Pic-Nic, Rafael Trabucchelli, no olvida el potencial de esta mujer de preciosos ojos
verdes y no pierde la esperanza de lanzarla a una carrera en solitario que
prevé larga y lucrativa. Tiene varias canciones que piensa que podrían triunfar
en la voz de Jeanette y sobre todo una que se llama Soy rebelde. Así que recupera el contacto y se vuelca en el empeño de llamarla por
teléfono todos los días, para intentar convencerla. Se encuentra a una Jeanette que empieza a
aburrirse en Viena y a pensar que la ha cagado con su matrimonio rápido.
Le pide que viaje a Barcelona, escuche las canciones que tiene para
ella y luego decida. Jeanette regresa, escucha el material que le tienen
preparado y le dice de primeras a Trabucchelli que aquello es una mierda, que
es canción melódica lejos del pop que ella hacía con Pic-Nic. Pero él la convence al fin de firmar un contrato con Hispavox, su compañía, con el que sacar un
dinero, que no le viene mal para su divorcio que empieza a maquinar. Luego ya se verá.
La canción Soy rebelde, que era la que menos le gustaba a Jeanette, se
convierte en un éxito en 1971. Jeanette tiene sólo 20 años, pero ya inicia una
carrera como estrella con una cierta continuidad. En 1974 publica su tercer
disco con Hispavox, que contiene una canción llamada Por qué te vas, que será
clave en esta historia, aunque pasa por el mercado más bien sin pena ni gloria.
Y es entonces cuando se produce el giro del destino, ese golpe de suerte que
provoca un vuelco trascendental, el resultado de la tirada de dados de ese dios
travieso que gobierna nuestras vidas. Carlos Saura es en esos momentos el
director fetiche del cine español, el heredero de Buñuel, en la cima de su
creatividad y alabado por toda la crítica internacional. Está
preparando una película que ya tiene pergeñada en sus líneas generales y que se
llamará Cría cuervos.
Sólo le falta una canción para
redondearla y empezar a rodar. Y un día, por casualidad, escucha en la radio Por qué te vas e inmediatamente sabe que
ha encontrado lo que buscaba. Contacta con Trabucchelli y le compra todos los
derechos de difusión. En 1976, Cría
cuervos se estrena en el Festival de Cannes y se lleva la Palma de Oro. Toda
Europa, fascinada con los ojos de la niña Ana Torrent, se pone a tararear esa canción, el disco se reedita y llega al número 1
en las listas de Alemania y Francia, a Jeanette le llueven contratos y giras y
en todas partes le piden que cante su canción maravillosa. Y el mundillo
de la música en pleno se pregunta: ¿pero quién es el autor de esta preciosidad? Y resulta que, detrás
de Por qué te vas hay una sola persona, que ha compuesto letra y música. Un
casi completo desconocido. Se llama José Luis Perales. Antes de seguir, vamos a
ver un resumen de las imágenes de Cría
cuervos, sobre la base de la canción susodicha.
Quién era ese semidesconocido José
Luis Perales. Pues tengo que decir que este señor nació en un pueblo de Cuenca,
en concreto en Castejón, a unos 65 kms de la capital de provincia. Eso es algo que ya da un
nivel, les recuerdo que mi padre nació también en un pueblo de Cuenca,
aunque en este caso por la zona de La Mancha, en los paisajes del Quijote.
El padre de José Luis se dedica a la construcción y él es un chaval que va bien en
la escuela, tranquilo, afable, de sonrisa fácil, buen estudiante. Un día, en el pueblo convocan
a los niños que quieran, a incorporarse a la rondalla, que así se llama la
pequeña orquestilla local. José Luis se apunta por curiosidad (tiene unos
8 años y no sabe nada de música), pero pronto descubrirá que la música es algo que le
encanta y que está más o menos bien dotado para ella.
Siguiendo una trayectoria lógica,
a los 14 años se va a Sevilla a hacer una maestría en electricidad en la
Universidad Laboral. Y nada más llegar se apunta a la tuna. Y allí sigue
cultivando su vocación y se pone como reto componer canciones, algo que empezará a hacer enseguida. Más adelante, se
trasladará a Madrid con un trabajo de electricista, que le permite estudiar el
peritaje y seguir componiendo canciones. Pero allí contacta con el mundillo
musical, conoce a Trabucchelli y a otros y empieza a vender sus canciones para
toda esa serie de personajes que ya hemos citado: Pantoja, Jurado, Raphael,
Julio Iglesias, Miguel Bosé, Camilo Sesto y muchos otros consiguen éxitos moderados con las
canciones que les escribe este modesto currante de la composición, que por
entonces ya ha conocido (en Sevilla) al amor de su vida, la mujer con la que sigue
todavía, la madre de sus hijos y abuela de sus nietos, que ahora son su principal
pasión y la primera fuente de inspiración de sus últimas composiciones.
El éxito internacional de Por qué
te vas, hace que Trabucchelli se ponga
como objetivo inmediato convencer a Perales de que cante sus propias canciones y lanzar su carrera como
artista. Él no quiere, no le gusta el mundillo, su frivolidad, la exposición de
su persona en público. Es tímido por naturaleza. Pero ya sabemos que
Trabucchelli es un tipo tenaz y convincente. Al final, consigue lo que quiere y
lanza la carrera de este hombre. Y hasta hoy, en que le esperan en LA, en
Washington, en Miami y en New York para ovacionarle en su despedida. Deben saber que Por qué te vas es hoy todavía la canción que más royalties le ha supuesto a José Luis Perales, de cuyo disco reeditado se vendieron seis millones de copias, que no está nada mal.
Pero hay una canción suya que me gusta
especialmente y que les voy a pedir que escuchen a continuación. Se titula
Me llamas. A este respecto, les diré que en cuestión de
gustos no hay nada escrito, cada uno es libre de que le guste un tipo de música
u otra. Pero yo quiero que aprecien el valor de esta canción adelantada a su tiempo, con un
mensaje feminista que aún hoy resulta avanzado. Estamos en 1979, acabamos de aprobar la
Constitución y Felipe González es todavía un tipo ceñudo de gesto hosco, bajo una mata de pelo negro intimidante. Y este señor apenas conocido sale en el programa Aplauso, vestido con un
traje digno de Manolo Escobar, acompañado por una orquesta clásica (incluido un
batería sosias de Bob Hope) y, con dos cojones, lanza un mensaje de comprensión hacia una mujer
que deja a su marido y se lanza a la aventura y a la vida. Y que, encima, va y se lo cuenta todo a
un amigo, que es el que canta su historia. Escúchenla y seguimos.
Hay que ser muy valiente para
salir a cantar una canción con semejante letra en 1979 en hora de máxima
audiencia. Si este mensaje hubiera calado en los españolitos, ¿cuántas
agresiones machistas, cuántos feminicidios se podrían haber evitado? Realmente,
este Perales es un tipo peculiar. Lo que este hombre hace no es obviamente
rock. Es canción melódica. Sus letras no alcanzan la hondura de las de un
Sabina o un Serrat. Pero, si en este país no fuéramos unos cainitas de mierda,
este señor sería un ídolo nacional, como lo es un Tony Bennett en USA o un Charles
Aznavour en Francia. Un crooner o un chansonnier reconocido por todos.
Por cierto, Perales se ha confesado siempre admirador rendido de Aznavour, a
cuyos conciertos en España solía asistir para acercarse luego a saludarle al backstage.
Lo que sucede con este hombre, es el
resultado de otro de estos pre-juicios que inundan las mentes patrias.
Independientemente de los gustos de cada uno, se tiene una idea básica dual:
el rock mola, es arte y es moderno. Y la canción melódica es rancia y ful. No mola. A este respecto, debo decirles, por contraste, que el
mundo del rock ha sido siempre bastante machista, desde las letras de Dylan o los Stones, artistas que yo adoro, pero a cada uno lo suyo. Y les voy a poner
un ejemplo. En 1991, hace ya casi 30 años, es decir, mucho antes del Me Too, el
grupo Platero y Tú, donde cantaba por aquel entonces Fito, antes de pasar a
encabezar a los Fittipaldis, lanzó una canción que probablemente ahora les causaría sonrojo a todos. El mensaje es diametralmente opuesto al de Perales: el
que canta le dice a su pareja que se largue, porque ha encontrado otra, de la
que dice que es gorda, fea, coja y sordomuda, pero folla mejor que ella.
Increíble ¿verdad? Escúchenla. Rock duro del bueno.
Ya ven por dónde voy. Nada es lo
que parece. Quítense de la cabeza esos pre-juicios de los que les llevo
hablando varios posts. A mí, en general, me gusta más el rock que la canción
melódica tradicional. Pero, por delante de eso, está el contenido humano de los
artistas y las canciones. Y Perales es un tipo estupendo, un personaje entrañable, buena persona, trabajador, humilde, abuelo
feliz con una larga trayectoria a sus espaldas. Y ahí lo tienen, esperando el fin del confinamiento para reanudar su gira
interrumpida, cumplir con sus compromisos norteamericanos y volver a terminarla
en las principales ciudades españolas. ¿No les han entrado ganas de ir a verlo? Además,
yo me creo a medias eso de que se retira, su ídolo Aznavour siguió en la
carretera hasta pasados los noventa.
Pero es que además, lo de la
canción Me llamas no es un hito aislado en la carrera de Perales. Unos años
después perfecciona su mensaje en otra canción fabulosa: ¿Y cómo es él? Aquí ya
no se vale de un intermediario, el amigo al que la mujer confiesa su desengaño,
sino que es el propio marido abandonado el que canta su lamento y se preocupa de
que su mujer se abrigue bien para ir a ver a su amante, porque hace frío y está
desapacible. Aquí vemos a un Perales más seguro de lo que hace, tres años después del vídeo anterior. Es curiosa la
presencia continua del desamor y el abandono en las letras de una persona que
lleva desde su juventud con la misma compañera. Por cierto, las resonancias aznavourianas de este tema son innegables.
Una canción enternecedora. En
estos tiempos terribles, en donde se nos mueren los amigos y tenemos que cambiar
nuestras rutinas más profundamente arraigadas, es importante que reivindiquemos
la ternura, como uno de los sentimientos a proteger y salvaguardar. Lo dijo
Olga Tokarczuk en su discurso de aceptación del Nobel de Literatura del año
pasado, que ya les he citado varias veces: la ternura es el arte de
personificar y compartir sentimientos y, por tanto, descubrir similitudes. La
ternura es básica para hacer literatura, crear historias significa dar vida
constantemente a personajes y cosas, dar existencia a todas las
pequeñas partes del mundo representadas por las experiencias humanas, las
situaciones sufridas y los recuerdos. La ternura es una forma de mirar que nos
muestra un mundo vivo, interconectado, cooperando y codependiente de sí mismo.
Todo esto dice esta escritora que
tanto me gusta. José Luis Perales es pura ternura. Les he traído al blog dos
canciones suyas que me parecen especialmente relevantes de su arte, pero ya
saben que tiene más de 500. Cuánto bien les haría un poco de ternura a Trump y
a los políticos españoles. No se preocupen, hoy no voy a caer en la tentación
de dedicarles ni una línea. No se lo merecen. La semana que viene daremos más
pasos hacia esa nueva normalidad. El miércoles se reincorpora la señora que
viene a limpiar a mi casa y a la que le he pagado religiosamente todos los miércoles que no ha podido venir por la cuarentena. Y vamos a tener un trabajo de la hostia, con la
preparación del Jurado de Reinventing Cities II, concurso para el que hemos
recibido 20 propuestas, entre ellas, una de un equipo egipcio, ya ven qué
internacionales somos. Mientras tanto, estamos pasando este finde de transición desde la nada al vaya usted a saber. Yo lo he aprovechado para escribir un post cuyo único objetivo es alegrarles el día, hoy, en el cumpleaños de Clint Eastwood. Que pasen un buen domingo.