Ya en la vigésima jornada de
confinamiento, les cuento que hace unos días hablé un rato con mi querido amigo
X, tal vez el follower más fiel,
conspicuo y entrañable de este blog, que sobrelleva con entereza esta situación
excepcional, aislado en su casa como todos nosotros. Me preguntó si mi plan
era seguir alimentando esta página en momentos tan difíciles, y le contesté que
por supuesto. Que yo publicaría una nueva entrada cada tres días, con
regularidad benedictina, que tenía mi palabra. Entonces me dijo: –¿Sabes qué te
digo, que yo voy a salir a aplaudir cada día a mi balcón, como hasta ahora,
pero a partir de hoy gritaré ¡¡Emilio, Emilio!! y, cuando me pregunten que
quién es ese, diré que es un amigo mío que tiene un blog y que sigue haciendo su trabajo, igual que los médicos, los enfermeros, los bomberos y los reponedores y los cajeros de los supermercados, o sea que es un héroe como ellos.
Mi amigo exagera, como de
costumbre, pero yo tengo que recoger el guante y esmerarme en seguir aportando
mi granito de arena en la ayuda de los que quieran utilizar mi blog para
amenizar su encierro. En ese sentido, en medio de toda la hojarasca
informativo-intoxicativa que circula por las redes, rescato un vídeo largo de
un psicólogo que analiza la situación actual desde el punto de vista de la
gestión de la ansiedad y el estrés. Yo creo que es bastante preciso, pero ni sé
quién es el tipo (me lo mandó mi amiga colombiana Clau, que a su vez lo recibió
de otra, etc, etc), ni puedo subirlo al blog, porque pesa mucho y además es
demasiado denso para lo que se estila en esta página de nuestros desvelos. Así
que he extraído de él sus consejos principales, que he convertido en decálogo,
y eso me permite ilustrar algunos de los preceptos con algún vídeo o ejemplo
ad hoc, lo que quizá lo haga más ameno. Así que vamos con esas diez
recomendaciones de conducta para este largo período
de reclusión que afrontamos (el mes de abril lo vamos a pasar entero encerrados).
1.- Hagan ejercicio. Esto es
básico para un adecuado mantenimiento del tono corporal y mental. Cada uno tiene su
deporte favorito y es el momento de adaptarlo a las reducidas medidas del
espacio de que disponemos. Yo ya les puse un videoselfie de mi forma de hacer
carrera de fondo en el salón de mi casa. Pero también pueden hacer gimnasia,
pilates, cross-fit, step o cualquier otra de las variedades de moda. De todas ellas pueden encontrar multitud de vídeos en Internet. Y, desde luego, el zumba. Yo estoy pensando seriamente en alternar mi running con un poquito de zumba. Aquí les he seleccionado un vídeo de un profesor mexicano (se le reconoce por el acento, qué onda)
con instrucciones para principiantes del zumba. No hace falta que
lo vean entero ahora, se lo guardan para cuando quieran hacer ejercicio de
verdad, como alternativa. Y recuerden: para hacer ejercicio, es básico vestirse
con una equipación adecuada, distinta de la que usen el resto del día.
2.- Mantengan el contacto con la naturaleza. Parece una tontería,
pero la contemplación y disfrute de la naturaleza genera serotonina y dopamina,
las dos sustancias naturales que contribuyen más decisivamente a la sensación
de bienestar. ¿Y cómo mantengo el contacto con la naturaleza, si estoy
encerrado? Bueno, aparte de cuidar sus plantas y su mascota si las tienen,
pueden recurrir a ver documentales por la tele. Nuestro cerebro es tan listo
que es capaz de meterse en los paisajes de esos documentales e igualar el
efecto. No me digan que no han visto documentales de animales de los que dan
en La 2 después de comer, para facilitar la cabezadita en el sofá. Se creían
ustedes que el sueño lo inducía la comida o la cerveza. Desde luego, pero
también las imágenes. Hagan la prueba: siéntense cómodos a ver uno de estos
documentales sin comer ni nada y verán como se quedan fritos igualmente. Les
podría traer aquí un ejemplo, pero los hay a cientos y no quiero sobrecargar
más este post.
3.- Escuchen música. Ponerse una
música que les guste especialmente, a un volumen adecuado, es algo que da un
subidón perceptible a simple vista. Ya sea ópera, música clásica, jazz,
rock o lo que quieran. Lo que más les guste. Esto no necesita mucha más explicación.
Como un ejemplo, les insto a ver la excelsa improvisación que hace la
inigualable Ella Fitzgerald sobre el tema de Tom Jobim Samba de uma nota só, acompañada por el virtuoso de la guitarra Joe
Pass. Quien no se sienta confortado por esto, es que en vez de oído tiene oreja (a
la plancha).
4.- Canten, bailen, hagan expresión corporal de alguna manera.
Cualquier cosa que les permita desahogarse. Sólo el salir a aplaudir a las ocho
cada día genera endorfinas, pero es poco. Busquen alguna forma de expresar su
desacuerdo, su protesta ante la situación de encierro, griten, canten o bailen. Aquí les aporto una
lección de baile de un profesor australiano de Sydney. Para mover el esqueleto,
nada mejor que el funk.
5.- Desarrollen su creatividad artística y mental. Quiero decir: pinten,
dibujen (como mi amiga que dibuja pájaros exóticos, uno detrás de otro), toquen
algún instrumento, escriban, hagan teatro, lo que sea. O hagan puzzles. O sudokus. La mente y las habilidades creativas hay que ejercitarlas para que no
se atrofien. Cada uno tiene su especialidad. Como la pareja del vídeo con el
que cerré mi post anterior, que tiene detrás una labor literaria importante,
adaptando la letra de Sabina. O esta otra chica que ha convertido el mensaje que a todos nos gustaría gritar en una canción para cantarla desde los balcones. Les pongo sólo el estribillo, el resto no tiene más interés.
6.- Jueguen. El componente lúdico es clave para pasar estos
momentos. Si tienen niños en casa, no hay más que seguirles el rollo. Si tienen pareja, jueguen al parchís, al dominó o a La Oca. Y si no es
el caso, entonces el secreto está en hacer
como si. Hagan como si hacen ejercicio. Hagan como si limpian el baño.
Hagan como si cantan o bailan. Hagan como si cocinan. Yo he recuperado esta
vieja habilidad y tengo pendiente aportarles alguna de las recetas recobradas
de mi memoria. Por ejemplo, la merluza a la gallega, de la que ya les hablé. La
cosa es sencilla. Necesitan una rodaja de merluza (por cabeza), patatas, una
cebolla, ajos, pimentón de la Vera, aceite de oliva virgen, laurel y sal. Aquí tienen los ingredientes.
Falta la cebolla. Lo primero es
pelar las patatas para lo que se necesita el instrumento ad hoc, que ven en la
imagen de abajo. Aquí se ha incorporado la cebolla, bien peladita, no vaya a
tener virus agarrados a la piel externa.
La elaboración es sencilla. Se
ponen a cocer las patatas partidas en trozos, junto con la cebolla, unas hojas
de laurel y sal gruesa a gusto. Se van probando las patatas hasta que empiezan
a poderse pinchar sin deshacerse (unos 15 minutos). En ese momento se echa la merluza,
bien lavada y previamente salada con sal gruesa por ambas caras. Otros 5
minutos. Entonces, se corta la cocción con un vaso de agua fría (truco de las
viejas pescaderas coruñesas, arre carallo), se aparta del fuego, se tapa y se deja reposar 5
minutos. En ese lapsus se prepara la ajada. Hay que poner en una sartén pequeña
dos ajos previamente laminados, con abundante aceite y fuego bajo. Cuando se
empiezan a dorar, se aparta la sartén y se añade una cucharadita de pimentón de
la Vera (según los cánones, del dulce, pero yo siempre uso del picante). Se
remueve un poco y se deja reposar. Mientras, se escurre la merluza, las patatas
y la cebolla y se ponen en el plato. Entonces, con una cuchara, se coge la ajada,
un líquido dorado, y se echa por encima. Según gustos, se le añaden también los
ajos dorados y se deja en el fondo de la sartén el pimentón sobrante
depositado. El resultado lo tienen abajo.
La cocina es también una forma de jugar.
Conviene acompañar este delicioso plato, bien con un vino blanco bien frío (un
Godello, o un Verdejo de Rueda), o bien con una cerveza Estrella Galicia, como
es mi caso. Les digo un secreto. Cualquier otra marca de cerveza tiene una gran
diferencia de calidad entre la envasada en botella y la de lata. La de lata sabe peor. No sucede lo mismo con la Estrella Galicia. ¿Por qué? Pues porque
sus latas, de elegante diseño exclusivo, no son de hojalata, como las demás,
sino de aluminio. Así que la de lata está tan buena como la de botella. Y tiene 33
cc, la cantidad ideal para comer, y no 25 cc como las botellas. Pero sigamos
con el decálogo.
7.- Mediten. Es la base de la filosofía budista. Pueden meditar en
algún rato de descanso, con las técnicas al uso de los seguidores de Buda. Y
también pueden meditar mientras corren, mientras limpian, mientras cocinan, mientras
escuchan música. Pero dediquen a meditar un rato cada día. Es algo muy
gratificante. Ayuda a no hacerse mala sangre. Tampoco va mal un poquito de yoga
si son asiduos, o en su caso pilates. Al menos unos ejercicios de respiración
dirigidos (los tienen también a cientos). Y, por supuesto, estiramientos y
ejercicios de flexibilidad. Mantener el
tono del cuerpo ayuda a tener el alma ligera y en buena disposición.
8.- Analicen la situación bajo un prisma positivo. Pueden llegar a
la conclusión de que no están encerrados. Por el contrario, están cumpliendo con una obligación
individual y colectiva. Están trabajando duro para mantenerse sanos y a la vez ayudando
a que la epidemia no se extienda. La convicción de estar haciendo lo correcto
es algo que ayuda mucho a sentirse bien. Y esto se consigue con disciplina
(física y mental), orden, programación de actividades, cumplimiento de lo
programado y disfrute de todo ello. Como les he contado alguna vez, los japoneses y
todos los orientales en la línea de Confucio, disfrutan como enanos haciendo lo
correcto. Ser disciplinado y sentirse responsable son dos características que
fortalecen la confianza, base principal del bienestar mental. Sean confiados: saldremos de esta,
no sabemos cómo, pero saldremos.
9.- Seleccionen la información. Estamos en un período en el que
circula mierda de diferentes calidades por esas redes mal llamadas sociales. No
se crean los bulos, descártenlos y borren los archivos enseguida. El exceso de
información es malo. Dejen de ver vídeos pedorros y/o tóxicos. Dediquen su tiempo de ocio a
ver cine, series, escuchar música, leer. Entretenimientos activos. Y también,
por supuesto, a rascarse las pelotas a dos manos (o abanicarse las partes más sensibles de su anatomía íntima, en
su caso). Hay tiempo para todo. Pero protéjanse del exceso de información. Comprueben el número de
contagiados y muertos dos veces al día y ya. No todo el rato. La información
tóxica sólo sirve para cabrearse, mosquearse, ofenderse y culpar a los demás,
sentimientos todos ellos muy dañinos. Evítenlos.
10.- Ríanse. Todo el rato. A carcajadas. Y, cuando tengan la
información filtrada y seleccionada, háganla circular. Los memes ingeniosos,
los vídeos que hacen aflorar una sonrisa o contienen un comentario ocurrente,
deben circularse, porque ayudan a destensar. Mantengan el buen humor, hagan
chistes, no dejen de ser ustedes mismos. Y, por favor, hablemos por teléfono, mantengamos el
contacto con familiares y amigos. Llamémosles para subirles el ánimo, no para
hundirlos con nuestros miedos y nuestras ansiedades. Contémosles lo que nos preocupa, interesémonos por sus problemas.
Este es mi decálogo, sacado del
vídeo que les he dicho al principio, no me vayan a acusar de plagio. Les voy a dejar con una reflexión final. Todo
esto es una reacción de la madre Tierra frente al ser humano, una especie
tóxica o patógena, como me dijo un comentarista en un post reciente. El mundo
tiene una especie de entropía que se realimenta y, cuando nos pasamos, se
encarga de ponernos en nuestro sitio. La situación que estábamos viviendo estaba cuajada de excesos y algunas correcciones de esos excesos se están revelando evidentes. La contaminación atmosférica mundial ha
bajado de forma espectacular, como nunca se había visto. La biodiversidad se recupera: con el hombre refugiado en sus hormigueros, vuelven los
peces a Venecia, los gorriones a nuestros parques y hasta las cabrás montesas a
las calles de algunos pueblos, como verán en el vídeo que les dejo abajo de
despedida.
Además, por primera vez vamos a
experimentar lo que es vivir en un sistema económico que no crece
indefinidamente. Hace tiempo que se elaboró la teoría del Crecimiento Cero,
como algo bueno para la Humanidad. Pero los países del Tercer Mundo protestaron y
dijeron: –Crecimiento cero para ustedes, los ricos, a nosotros déjennos en paz.
Entonces se inventó el término Desarrollo Sostenible, que es un oxímoron y un
camelo. Ahora veremos qué sucede. El turismo masivo de los cruceros y los
grupos de pedorros acarreados a toda pastilla por guías mal pagados, ha
saltado en pedazos, junto con la obsesión de viajar todo el rato para no ver
nada. El sistema de pensiones, que todos daban por sentenciado por insostenible, ahora se va a recuperar, porque se van a morir muchos más mayores que jóvenes, y espero
que me disculpen esta cruel muestra de humor negro (mis 69
tacos me sitúan en pleno grupo de riesgo).
Y, en otro orden de cosas, también se ha olvidado la gente
de la mierda de la duplicación de género: en ninguna información he visto que
se hable de fallecidos y fallecidas, contagiados y contagiadas. Ya saben que no hay mal que por bien no venga, como dijo Franco a cuenta del asesinato de Carrero. Hay que ver qué podemos sacar de positivo de esta locura. Pero sobre todo, recuerden: esto
va a ser largo. Esta es una carrera de fondo. Los velocistas no tienen nada que
hacer aquí. La carrera de fondo es una modalidad que exige resistencia,
disciplina, dosificación de esfuerzos, tenacidad, inteligencia, intuición y una
auto-observación continua, para corregir lo que sea preciso. Háganme caso, que
llevo muchos maratones encima. Les dejo ya con el vídeo de cierre. Está tomado en
un pueblo de la (por algo) llamada Sierra de las Cabras, en el extremo sur de la provincia
de Albacete. Con la gente encerrada en las casas del pueblo, sucede lo que ven.
Cuídense.
Con los datos que das, he buscado en Youtube a ese psicólogo del que hablas y no lo encuentro yo tampoco. ¿No será una psicóloga que te lo ha soplado al oído mientras comparte la cuarentena contigo. Es que me extraña mucho que una cosa tan buena no esté colgada por todas partes.
ResponderEliminarPor lo demás, yo añadiría una undécima recomendación: leer tu blog con puntualidad. Yo no te voy a aplaudir desde el balcón, pero no dejaré de leer con la máxima atención lo que nos quieras contar.
Un abrazo.
Qué más quisiera yo que pasar la cuarentena con una psicóloga de buen ver, como la que atiende a Tony Soprano a lo largo de toda la serie. Lo cierto es que no vi forma de encontrar en Youtube el vídeo del psicólogo que me gustó. Lo había recibido en un Whatsapp y pesaba un montón. Para mandármelo a mí mismo al ordenador, tuve que usar un Wetransfer. Luego lo pasé por un programa que tengo para reducir el peso de los vídeos (Hand Brake), pero no se reducía lo suficiente y perdía mucha calidad. Así que opté por hacer de la necesidad virtud y lo convertí en decálogo.
EliminarY gracias por tus elogios finales. Un abrazo.
No sabes como te agradezco Ella F y la merluza
ResponderEliminarMuchas gracias, Mari, a mandar.
EliminarCocinar,es efectivamente, un entretenido y relajante juego, un poco triste si se cocina para uno solo, cual es mi caso en este momento y en el de otros muchos, pero sí, divertido. Si las patatas son de Coristanco, pongo por caso, se cuecen antes de esos 15 minutos que nos señalas, pero ya entiendo que ahí no dispones de ellas, no tienes la suerte de que lleguen hasta Atocha. Paréceme que has puesto muchas en un solo plato. Por lo demás bien, yo pongo pimentón dulce y picante al 50% que en algunos lugares llaman "okal".
ResponderEliminarTodo el post estupendo, como siempre. Abrazos.
Un abrazo, Alfred, me alegro que te haya gustado. Si tuviera patatas de Coristanco, creo que comería todos los días algo con patatas. Las que me venden en el Mercado de Antón Martín son bastante buenas, pero ni comparación. Y mi problema es que sólo tengo pimentón del picante. El dulce se me acabó hace tiempo y no lo he repuesto. Cosas de los tiempos de la nevera Erasmus.
EliminarTodo bien, estoy de acuerdo, y muy oportuno en estos tiempos terribles, para mantener un poco el ánimo. Pero sobre todo, impresionante Ella Fitzerald. No tengo palabras. Me pongo el vídeo una vez y otra y no me canso de escucharlo. Extraordinario. Gracias por descubrirlo para los que entramos habitualmente en el blog. Cuídese usted también.
ResponderEliminarPues me alegro de haberle descubierto a Ella Fitzgerald. Y la próxima vez, a ver si escribe mejor el apellido. Abrazos.
EliminarSobre el fin de la cansina reiteración de género, no albergo muchas esperanzas. Nunca lo han utilizado para conceptos negativos: no dicen "los asesinos y las asesinas", ni "los violadores y las violadoras"... En cuanto pase este lío, volveremos al todos y todas, en esos discursos ramplones e interminables. ¡Si Castelar levantara la cabeza!
ResponderEliminarSupongo que tienes razón, la tontuna rebrota siempre como la mala hierba. Besos.
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