Despues de mi bonus-post del otro día, recupero ya mi ritmo normal. El caso es que llevaba yo días buceando a ciegas en las profundidades de mi memoria a grumos, intentando averiguar a qué me sonaba el nombre este del coronavirus (de los cojones), en pos de una vaga pista que no acababa de concretarse. Y, de la misma forma que no paré hasta que tuve
hecho mi castillo de naipes de 8 plantas, tampoco he parado de darle vueltas en
la cabeza a esta especie de intuición vaporosa y evanescente. Bien, ya lo
tengo: coronavirus suena a fraseo de
jazz, de los que suelen prodigar los mejores saxos. Y ya tengo uno que se ajusta a
lo que yo tenía en la cabeza. El gran Johnny Griffin en su tema Nice and easy, arranca su parte diciendo
con el saxo: coronavirus es ful, ful-ful,
de verdad que es muy ful, ful-ful, coronavirus es ful, ful-ful, de verdad que
es muy ful, ful-ful. ¡¡Hala!! Ahora dirán que no se lo creen. Abajo lo tienen. Si lo escuchan con atención, verán que no les miento. Tras marcar su fraseo base, el tipo se embarca en una
serie de improvisaciones fastuosas, que parece poder estirar indefinidamente
y que les sugiero dejen como fondo sonoro, mientras siguen leyendo.
Ciertamente, esto que estamos
viviendo es una ful, dicho en genuino calorro. Una ful de Estambul. Y no me refiero al encierro que, más o menos,
lo vamos llevando como podemos. Ya quisieran muchos sirios y yemeníes estar
como nosotros, como ya hemos dicho y repetido. Lo que pasa es que lo que está
sucediendo es algo nuevo, insólito, inaudito, apocalíptico, bíblico. No sabemos
a dónde nos va a llevar esta situación, pero tengan por seguro que habrá un
antes y un después. El mundo moderno, el que se construyó después de la Segunda
Guerra Mundial, no se había enfrentado hasta ahora a un desafío tan descomunal.
Todavía no hemos reflexionado con la calma suficiente, no hemos integrado lo
que nos está pasando, porque estamos demasiado ocupados defendiéndonos de un
enemigo minúsculo, con una capacidad de autorreplicarse como no había tenido
ningún virus anterior y con unos efectos devastadores que, según me
cuentan los que van saliendo, te dejan totalmente agotado, exhausto. En palabras de un amigo: como
si te hubiera pasado una apisonadora por encima.
Así que hay una prioridad, como
les dije, que es salvar el pellejo. Y una segunda que es proteger a las
personas que queremos. A partir de eso, ya veremos cómo nos adaptamos a esta
nueva era que comenzará después y en la que va a pasar mucho tiempo hasta que
podamos volver a reunirnos multitudinariamente. Lo que excluye partidos de
fútbol (y de beisbol y de cualquier otro deporte de masas), teatros, cines, conciertos de rock y de música clásica, verbenas al aire libre, bares de copas atestados, clases presenciales en las universidades,
manifestaciones (tanto, feministas y ecologistas, como fachas y
antiabortistas, por citar algunas de las que antes se prodigaban). No sabemos
cómo va a ser esto, pero tendremos que adaptarnos a hacer una vida más confinada y más basada en las relaciones on line. Se
dice que la vuelta será escalonada, incluso que ese escalonamiento podría ser por
franjas de edad. A mí, que tengo un horizonte laboral fijo en el 19 de febrero
próximo, tal vez ya ni me compense volver a incorporarme.
En medio de este acoso nunca
antes sufrido, surge la solidaridad y la gente se pone al servicio de los
demás. Yo, que salgo a abastecerme una vez por semana, le hago también la
compra a un vecino que tiene que moverse con muletas (por cierto, en mi portal
de la calle Alameda ya han caído dos ancianos, bastante mayores que yo y con
dolencias previas). Y me he tomado esto de seguir con el blog, casi como un
servicio público, que ayude a aliviar los padecimientos de algunos de mis
seguidores que están pasando la enfermedad y amenice el encierro de los confinados. Lo mismo están haciendo algunos de
los músicos punteros, que aprovechan el encierro para grabarse y lanzar
canciones a las redes.
Es el caso de Alicia Keys. Esta
mujer fue una niña prodigio que ya tocaba el piano como los ángeles a los 14 años. Ahora, con 39, es
una especie de magnate del rock, que compone, canta, arregla y produce su
música y la de otra serie de artistas a los que patrocina. Una curiosidad. Alicia es hija de negro y blanca, y durante un tiempo buscó una imagen más cercana a su ascendencia blanca (lo que se llama en USA el passing,
esa obsesión por alisarse el pelo y blanquearse la piel), tal vez influida por el hecho de que su padre abandonó a su familia cuando ella era niña. A este respecto, puedo decir que he
visto a Alicia en directo en el parque Juan Carlos Primero y, en la propina final del concierto, doy fe de que se subió encima del piano y empezó a dar palmas rítmicas
de espaldas al público. Estaba yo muy cerca del escenario, como me gusta ver
esas cosas, y pueden creerme si les digo que una blanca pura sería incapaz de mover el culo de esa
manera. Hace tiempo que Alicia ha dejado esas veleidades, se ha vuelto
a dejar el pelo con su rizado natural, como Janet Jackson, y ahora alardea de su
herencia mixta, de la que siempre se ha sentido orgullosa.
Alicia está ahora encerrada en cuarentena en su
mansión de Los Ángeles. Y desde allí nos ha regalado una interpretación
maravillosa de una de sus últimas canciones Underdog
(Desvalida), en un vídeo destinado a recaudar fondos para la lucha contra el Covid-19 en USA. Para los que no entienden el inglés, les traduzco, más o menos lo
que dice en su presentación: esta canción
es como una oración, mi esperanza de que recordemos cuan resilientes somos,
cómo nos lo montamos. Me gustaría dedicar esta canción a todos los que están en
primera fila del desafío, los profesionales médicos, que están arriesgando
sus vidas para mantenernos a salvo. Con todo mi agradecimiento. Entonces
empieza su canción, que habla de prostitutas negociando en la parada del bus,
de madres solteras a las que no les llega el cheque, de los hijos de la frontera
que no pueden ir más allá, de los que vienen huyendo de países en donde te meten en la cárcel
por el simple hecho de ser mujer y decir lo que piensas. Escúchenla.
A mi admirado Elvis Costello le
ha pillado la reclusión en su casa de veraneo en Vancouver, con Diana Krall y
los gemelos. Desde allí ha colgado estos días el largo mensaje que les pongo abajo, también destinado a recaudar fondos, pero esta vez para la NHS, entidad británica de salud y a la vez dirigido a su familia lejana que está en Liverpool. Se lo traigo para que
escuchen la canción que canta al principio, con su voz y su pasión de siempre.
Después habla 40 minutos, con sus dos pares de gafas de siempre, aunque ya no lleva corbata. Estos 40 minutos se los pueden saltar, a menos que quieran usarlos para
practicar inglés, este señor habla muy clarito. Su discurso es mucho sobre música,
el único tema en que se cree con algo que decir, aunque cuenta también cosas de su infancia inglesa. Habla de Louis
Armstrong, cuya foto preside la escena y un buen rato de Chet Baker, sobre quien
escribí uno de mis mejores textos, que pueden aprovechar para leer si no lo
conocen: el Post #379 (y si lo han leído, pueden repasarlo, digo yo). Y al final, perpetra una versión infame del Money que inmortalizaron los Beatles.
En fin, que esto es una ful, como
les decía al principio. Hay gente que dice que tenemos todos que pasar el
Covid-19 para inmunizarnos. Vale, conmigo que no cuenten. Yo prefiero que no me
pille. Para eso estamos encerrados. En ese sentido, para mi compra semanal, yo salgo con gorra, pañuelo doble sobre la cara (no tengo mascarilla)
y guantes de fregar. A la vuelta, me desnudo, dejo el pantalón y la cazadora en
un lugar aireado para que esté allí una semana, echo el resto a la lavadora, coloco
toda la compra en la nevera, tiro todos los plásticos y envoltorios y lavo las
frutas. Todo eso lo hago en bolas, salvo los guantes. ¿Cómo? ¿Que si voy a hacerme
un videoselfie a modo de tutorial para que vean cómo se hace? ¡Por favor! ¡Un respeto! Bien, sólo entonces me quito los guantes y me ducho
con jabón abundante y agua muy caliente. Que se joda el virus. También es
importante aprender a no tocarse la cara todo el rato. Yo, por ejemplo, llevo
una semana con la misma legaña. Aquí la foto, para que vean que no les engaño.
Ya les dije que es básico no perder el sentido del humor y hasta incluí la obligación de reírse a carcajadas como uno de los
preceptos del decálogo. En este terreno, los de El Mundo Today son imbatibles
y les pido que lean el texto que sacaron con motivo de la compra de tests
defectuosas del virus (los chinos nos engañaron como a chinos). Les aconsejo leerlo entero, no tiene desperdicio. Han de pinchar
AQUÍ.
En fin, que, como arriba les he puesto las reacciones de algunos músicos a la
situación de encierro, pues he de decirles que el mundo del rap también se ha
puesto las pilas. Les voy a dejar de regalo dos muestras: una en español (un
poco cursi) y otra que viene de Los Ángeles, de bastante más altura, que identifica al miedo como el virus más peligroso. Esta está en inglés pero subtitulada. Sean buenos, no salgan y cuídense mucho.
Tiene usted el don de darnos a conocer a personajes del show business en los que nunca habíamos reparado (Cristina Aguilera, hace poco Janet Jackson y ahora Alicia Keys). Es una gozada verla sin maquillaje, con una camiseta vieja hasta con agujero de polilla, cantando con esa naturalidad.
ResponderEliminarEn cambio, a Costello se le ve bastante flojete, con esa voz entre desmayada y anémica.
Yo que usted reconsideraría lo de hacer un tutorial sobre cómo colocar la nevera en pelotas. Sería el highlight del blog, sin duda.
En cualquier caso, cuídese y guárdese del maldito virus.
Y se olvida usted de Lady Gaga, también reivindicada desde esta tribuna. No me había dado cuenta del detalle del agujero de polilla en la camiseta de Alicia Keys, está claro que ven más cuatro ojos que dos.
EliminarEn su crítica a Costello no estoy de acuerdo. Alicia tiene una mansión en los alrededores de Los Ángeles, en donde tiene su estudio de grabación (se puede ver que, para su vídeo utiliza al menos dos cámaras). O sea que cuenta con todos los medios para hacer una filmación como esa. A Elvis Costello le ha pillado el marrón en su casa de veraneo de Vancouver, seguramente una casa de madera de la costa que se ha comprado por cuatro duros (relativamente). Y allí, lo único que tiene, además de bañadores y balones de playa, esa una guitarra española y un móvil con el que filmar un largo videoselfie amateur, como los que me grabo yo en casa. En esas condiciones canta una canción bien compuesta
e interpretada con sentimiento, sin altavoces ni electrificación alguna. Sobre el resultado le diré lo mismo que el del chiste del sulfhídrico: a mí me gusta.
Por mucho que se empeñe, no voy a aparecer en pelotas en el blog. Cuídese usted mucho también, amigo.
Me parece detectar un cambio de humor después del bajón del fin de semana, con lo de Aute y las malas noticias de tu entorno, que poco a poco nos vas filtrando. Si es así, me congratulo. No veo otra interpretación de lo del saxo parlante y la legaña hiperdimensionada. Sigue así. Lo bueno de este blog es tu capacidad para no venirte abajo.
ResponderEliminarGracias, amigo. Efectivamente, mis amigos afectados por el virus parece que aguantan y hasta alguno mejora (toco madera) y eso me tiene más animado, a pesar del desastre de las residencias en las que ha habido una verdadera escabechina; yo tengo al menos cuatro amigos y conocidos que han perdido a alguno de sus padres internados en estas residencias. Una ruina. No venirse abajo es una pequeña victoria, que hay que pelearse cada día.
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