miércoles, 22 de abril de 2020

934. CC15. Kia Kaha!!

Ayer fue el día 40 de la cuarentena, debería de decir eso de valga la redundancia, pero no lo digo, hala, no me da la gana. No, no, que no lo he dicho. Hay que joderse: día 40 de la cuarentena, post #934, Cuaderno de la Cuarentena nº 15. Intentos vanos de pautar el paso del tiempo, de numerar el vacío, de reglamentar este lapsus en la Historia, de domesticar la nada, de poner una especie de orden, o un calendario, o al menos un ritmo a esta paralización de nuestras vidas, antesala de un futuro del que sólo sabemos que será muy diferente a lo que hemos vivido hasta ahora. Como los presos que van grabando cruces en la pared, una cruz cada día, para intentar darle un sentido al tiempo infinito de su reclusión. Encerrados en nuestras casas, estamos viviendo algo en cierta forma similar a esas largas penas de prisión, aunque yo ya les he dicho que no lo llevo mal y que no pienso quejarme, porque tenemos de todo y es hasta antiestético que nos quejemos.

Esta circunstancia que ha interrumpido dramáticamente el devenir de nuestro mundo, es de una escala tan descomunal, que pienso que todavía no somos conscientes de la magnitud que tiene. Me viene a la memoria una escena del trailer de la película Contagio, que les traje hace unos posts al blog. Por cierto, no he visto esa película y tampoco me parece que sea ahora el momento más oportuno para verla. Hablo de la escena en que el personaje que interpreta Matt Damon llega al hospital para que le informen de cómo está su mujer (Gwyneth Paltrow). Un enfermero con gesto grave le dice que su mujer ha muerto. Respuesta de Damon: –Vale, ¿puedo hablar con ella? Y el enfermero replica: –Perdone, me parece que no me ha entendido bien, su mujer ha muerto. Tremenda escena. Pues pienso que, globalmente, todos nosotros estamos suspendidos en ese segundo en que Damon pide poder hablar con su mujer. Nos lo dicen en las noticias, vemos los signos por todas partes, pero aun seguimos esperanzados en que, cuando el encierro se acabe, saldremos al exterior y el mundo de antes estará allí, esperando pacientemente nuestro regreso.

Pero el mundo de antes ya no existe. Tal vez un día se vuelva a recuperar algo similar (nunca igual), pero piensen en que ni los bares, ni las cafeterías, ni los cines, ni los teatros, ni las salas de concierto, ni los estadios de futbol van a poder abrirse en mucho tiempo, ni las manifestaciones en la calle van a poder celebrarse, ni vamos a poder viajar por el mundo, ni siquiera vamos a poder encontrarnos a un amigo por la calle y darle un abrazo en condiciones. Vamos a tener que ser todos noruegos durante una temporada. Hay quien dice que todo esto es una corrección porque la Humanidad estaba desbocada con esa locura del crecimiento económico continuo e infinito y que íbamos derechitos a cargarnos el planeta. Una de las voces que más se desgañitaba desde hace tiempo, para despertar nuestras conciencias frente al cambio climático y otros desastres potenciales era Neil Young, el viejo oso canadiense.

En el mes de diciembre, Young, con sus 74 años recién cumplidos, reunió en su casa a su mítico grupo Crazy Horse (podrán ver qué viejos están todos), para grabar un tema estremecedor. El coro va susurrando: have to shut the whole system down, have to shut the whole system down (hay que apagar el sistema entero), mientras Young desgrana a grito pelado todo lo que está sucediendo, como un predicador loco que alertara sobre el fin del mundo. Y luego el estribillo: shut it down, shut it down (apágalo). Grabaron este tema antes de que el virus hiciera su aparición. Pero ahora su discográfica ha aprovechado nuestra reclusión para editar un vídeo en el que intercala las imágenes del grupo con otras de distintos lugares del mundo, antes y después de la crisis. El resultado es sobrecogedor. Véanlo.


No hay mejor imagen para esta terrible circunstancia que estamos viviendo. ¿Y qué vendrá después? Pues después, nada va a ser igual, eso lo tenemos garantizado. Lo que pasa es que no sabemos cómo va a ser ese mundo que nos aguarda al otro lado de la puerta de nuestras casas. Yo ya les digo que, sea como sea, vamos a tener que pelear duro y tener los ojos muy abiertos para intentar adaptarnos a los cambios. En estos días hasta nos habíamos acomodado un poco a esta reclusión provisional, que ya teníamos controlada e incluso habíamos caído en una especie de autocomplacencia en la melancolía, asediados por las malas noticias, los amigos pasándolo mal en los hospitales o en sus casas, los padres y madres muertos en las residencias. Pero, cuando salgamos, esto va a ser la guerra, no vamos a tener ni siquiera la oportunidad de abandonarnos a la melancolía, a la nostalgia. Por eso el título de este post. Kia Kaha! es el grito con el que los maoríes se aprestan al combate, que viene a significar: ¡Sé fuerte! ¡Aguanta! ¡Resiste! ¡Sé resiliente! En Nueva Zelanda es casi un lema nacional.

Así que ya se pueden ir preparando anímicamente. Pero, mientras eso llega, seguimos instalados en este lapsus entre el pasado añorado y el futuro incierto. Y, como les digo, yo no me lo estoy pasando mal. Tengo una casa amplia, soleada y con terraza. Y la soledad es un plus, más que un handicap, no sé, piensen por ejemplo en Alaska y Mario Vaquerizo teniendo que aguantarse mutuamente durante 40 días. A mí las mañanas de diario se me pasan en un suspiro, entre el teletrabajo y la elaboración de la comida. Después, comer, una pequeña siesta, y un buen rato para enredar con el ordenador, escribir el post del día siguiente, hacer videollamadas a diferentes amigos y amigas, que ya se ha convertido en un verdadero vicio. Ayer quedamos a las 19.00 tres amigas y yo, el grupo habitual de las cañas de los viernes. Y fue una delicia vernos las caras, contarnos las últimas novedades de nuestra vida enclaustrada y recomendarnos libros y series. También he tenido largas conversaciones con amigos y amigas más eventuales, a los que he llegado a conocer mejor, a saber más de sus vidas y sus circunstancias personales. Saldremos de esta con nuestra amistad reforzada.

Pero se me ocurrió llamar al post anterior Menú a la medida y más de un seguidor me ha regañado, porque con semejante título se esperaban alguna de mis recetas de estos últimos tiempos. Así que voy a compensarles hoy. El último día que fui al mercado me compré una rosa de brócoli, con la que se prepara un plato de pasta delicioso, de la cocina siciliana: los Fusilli Tricolore al Brócoli. Suponiendo que les guste el brócoli, que es una verdura que no a todo el mundo convence. Por ejemplo, a Mafalda no le gustaba nada. Al niño de la foto de abajo tampoco parece gustarle demasiado. A mí me encanta (cocinado como les voy a explicar).


La receta de los fusilli es sencilla. El brócoli hay que partirlo en pequeñas flores con sus tronchos, desechando el tronco más gordo, que se tira. Se pone a hervir agua abundante con sal y se cuece primero el brócoli, que suele necesitar más tiempo de cocción que los fusilli. Por ejemplo, entre 5 y 8 minutos. Entonces se echan los fusilli en la misma olla y se cuece conjuntamente el tiempo que diga en el paquete, para que estén al dente. Pasado ese tiempo se escurren en la pila. En una sartén se ponen dos ajos muy picaditos en un poco de aceite a fuego bajo. Cuando se están empezando a dorar, se echa el contenido de una lata de anchoas. No una de las buenas, por supuesto, elijan una de las baratas. Con el mismo fuego bajo, se le dan vueltas con una cuchara de madera hasta que las anchoas se medio deshacen. Por cierto, el aceite que viene en la lata se tira, aunque no pasa nada porque caiga un poco en la sartén. 

Entonces, en la misma olla de cocción, con un primer chorrito de aceite para que no se peguen, se echa la pasta y el brócoli escurridos y por encima el contenido de la sartén. Y se le dan vueltas y vueltas con la cuchara de madera, hasta que se remezcla todo bien. Tanto las flores del brócoli, como las anchoas y los ajos están medio deshechos y se meten por entre las estrías de los fusilli. Y los tronchos de brócoli se quedan entre la pasta y te los encuentras después al comer. El resultado está para chuparse los dedos. Para servirlo, se le echa queso rallado. Por cierto, yo no compro paquetes de queso rallado, sino que tengo un bloque de parmesano que rallo cada vez con la Rap Box. ¿Ah, que no saben lo que es la Rap Box? Es que ustedes no saben nada. Bueno, aquí tiene el plato listo para comer y la Rap Box al lado.  


En fin. Una muestra más de que no somos conscientes de lo que nos ha caído encima, son los lamentos por las fiestas anuladas. Que si las Fallas, que si las procesiones de la Semana Santa. Ahora han suspendido también los Sanfermines. Pobre de mí, pobre de mí, se han acabao las fiestas de San Fermín, cuando ni se habían inaugurado. Yo estuve en unos Sanfermines de joven y puedo dar fe de que es un desparrame absoluto, donde la gente bebe hasta reventar, no para en todo el día, sigue la juerga hasta la madrugada, cae derrotado en cualquier banco del parque y enseguida le despiertan las comparsas con sus tambores y sus charamitas. Mucha gente de Pamplona aprovechaba esa semana para largarse, alquilar su piso y con el pastal que les daban pagarse unas vacaciones en cualquier lugar paradisíaco. Otra cosa que ya no se podrá hacer.

Yo, en cambio, echo de menos otra fiesta que no se ha podido celebrar y de la que no dice nada la prensa. Hablo del Four-Twenty. ¡Ah! Que tampoco saben lo que es el Four-Twenty. Desde luego es que ustedes no saben nada. Ni habían oído hablar de la Rap Box ni del Four-Twenty. Menos mal que siguen este blog para estar al día. El Four-Twenty es desde hace años la fiesta anual de los fumadores de marihuana, que se celebra en todo el mundo precisamente el four twenty, es decir, el 20 de abril, que fue anteayer. Ese día, la gente sale a la calle y organizan grandes fumadas colectivas de esta sustancia mucho menos peligrosa y adictiva que el alcohol. Hasta hace poco, estas concentraciones eran reivindicativas, bajo el lema ¡Legalize! Pero hete aquí que la marihuana ya es una sustancia legal en un montón de países. 

Por ejemplo, en España el cultivo y el uso en privado es legal, te pueden multar por fumar en la calle. La marihuana es totalmente legal en Portugal, Uruguay, Chile, Costa Rica, la República Checa, Holanda (si bien su venta se restringe a los coffee shops) y otra serie de países. En cuanto a su uso exclusivamente medicinal (está comprobado su efecto beneficioso, por ejemplo, para paliar los efectos de la quimioterapia), está autorizado en Gran Bretaña, Australia, Nueva Zelanda, Canadá, Israel, México y muchos otros lugares. ¿Y qué pasa en Estados Unidos? Pues que el uso recreativo es legal nada menos que en 18 de sus estados, destacando California y Colorado. En estos lugares, el Four-Twenty ha dejado de ser una manifestación reivindicativa para convertirse en una fiesta gozosa, una especie de botellón gigantesco en torno al humo medicinal de la maría. Vean por ejemplo un par de imágenes de la fiesta del año pasado en Denver (Colorado), donde la legalización se consiguió en 2014.



El Four-Twenty se podrá celebrar otra vez algún día. Pero este año ha habido que suspenderla. Lo que pasa es que los partidarios pueden hacer su celebración privada dentro del confinamiento, como me sé yo de más de uno. No es como los Sanfermines, en los que es clave el mogollón y la masa enaltecida por la juerga común. Pero todo esto volverá, como les digo y ya empiezan a verse indicios de que al fondo del túnel hay una luz de esperanza. Hombre, hay que pensar que el virus ha venido para quedarse. Que no va a ser fácil de erradicar completamente, pero que tal vez pierda virulencia al expandirse tanto como se ha expandido y, sobre todo, que cada vez vamos a tener más armas para combatirlo. Dicen los médicos que ahora mismo están consiguiendo salvar vidas que hace quince días se hubieran perdido, porque hacen progresos en sus tratamientos por días.

El virus ha venido para quedarse, como el de la gripe o el del herpes, pero avanzaremos en los tratamientos como se hizo con el del VIH o el del ébola. La vacuna es algo más lejano, pero, si te minimizan los efectos con tratamientos, ya no es lo mismo. A mí no me importaría albergar al jodido virus de por vida, si ello no implica que me produzca neumonías bilaterales. La lucha va a ser dura y larga, pero yo creo que hay demasiadas estructuras construidas como para que se vaya todo a la mierda. Hay poderosos intereses económicos que van a trabajar sin descanso para que no se les acabe el momio. Y han ganado tanto dinero en las últimas décadas que no les va a importar perder una parte sustancial para poder seguir viviendo en condiciones saludables. No sé si, como Humanidad, aprovecharemos esta llamada de atención para ser más empáticos, más solidarios, como esperan algunos. Eso lo veo más negro.

Pero estoy convencido de que llegaremos a ver una imagen como la que les pongo abajo. El 6 de marzo de este año, fue dada de alta Semida Masika, la última enferma de ébola de la República Democratica del Congo. El acontecimiento tuvo lugar en el hospital de Beni, ciudad norteña de la región del Kivu, donde el ébola brotó en agosto de 2018, contagió a unas 3.400 personas y mató a 2.200 de ellas antes de poder ser controlado. Toda la ciudad montó fiestas con tambores y danzas tribales, para celebrar la curación de Semida, recibida como un héroe a la puerta del hospital por el delegado local de la OMS, emotiva foto que ven abajo.


Aquí hemos empezado ya a tener algunos signos para la esperanza. Las cifras de contagiados y muertos se moderan aunque siguen insoportablemente altas. Mi amigo G. parece estar estable con leves signos de mejoría, por eso no voy a hablar más de él en el blog, salvo noticias sustanciales, espero que positivas, para no turbar el silencio y la tranquilidad que necesita para reforzar esa línea de mejora. Otros amigos que han pasado el trago, están ya de alta, o de cuarentena post en sus casas. Las UCI se van normalizando y en Madrid se anuncia ya el cierre de la morgue del Palacio del Hielo y del Pabellón 7 del IFEMA, habilitado como hospital auxiliar. El otro día dieron de alta aquí también a la última paciente curada y con ese motivo editaron un vídeo muy emotivo, que ya les he mandado por Whatsapp a la mayoría de ustedes, queridos lectores. A mí me emociona mucho verlo y más en pantalla grande. Yo he estado muchas veces en ese espacio, en ferias y congresos, he usado esa cafetería y ese self-service. Y tanto la música como las imágenes o la cámara lenta están muy bien elegidas. Les dejo con ello. Ánimo, que ya queda menos. ¡Kía Kaha! Y cuídense mucho.


2 comentarios:

  1. Lo de ser noruegos lo tengo fácil porque a 5 kms de Pozoblanco hay un pueblo que se llama Añora y sus habitantes son "los noriegos". Tengo el referente muy próximo, solo con revisar mi infancia es suficiente.

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    1. Pero tú no eres nada noruego. Los noruegos no necesitan medidas de distanciamiento social, porque ya lo traen de serie.

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