Hoy es el día en que todo el
mundo huye de la ciudad y se larga a las playas o a los lugares recónditos que
ofrece todavía nuestro planeta. El mundo se para hasta septiembre, excepto para
algunos que vamos a contramano, como los que ya vuelven de su mes de vacaciones
en julio, los que las dejan para después o los que, como yo, hemos de seguir
atados al duro banco de la rehabilitación diaria hasta conseguir un alta médica
que se va posponiendo una vez y otra vez más. A mí nunca me ha molestado
quedarme en Madrid en agosto, a pesar de que hay muchos establecimientos
cerrados y suele hacer un calor espantoso. Pero hay tan poca gente por aquí,
que la ciudad no resulta infradimensionada para determinadas actividades, como
lo parece el resto del año. Los días van acortando y, cuando empieza a correr
el aire por las tardes-noches, es un placer deambular por las calles
solitarias.
Los días previos a esta
desconexión temporal de la maquinaria del país, son momento de fiestas de
despedida y celebración del año lectivo que se termina. Ayer fui a mi oficina,
donde nuestra nueva jefa daba una copita para seguir la tradición. Ya les he
dicho que, en estos tiempos en que he estado de baja, han cambiado mis jefes y
ahora dependo directamente de una nueva Directora General, con la que todavía
no he tenido la oportunidad de trabajar de forma cotidiana, aunque, por detrás
he estado ayudando de forma más o menos paralela, acudiendo a reuniones,
recibiendo a delegaciones extranjeras y atendiendo determinadas comisiones
transversales en las que sigo ostentando la representación de mi Área de
Gobierno, durante 30 años llamada Urbanismo y ahora Desarrollo Urbano
Sostenible (DUS). Aquí les pongo una foto que me acaban de enviar desde Japón,
que da cuenta de una de estas actividades, de la que ya les hablé en el blog.
Pues, efectivamente, se trata de
los cinco jóvenes arquitectos de Tokio cuyas tarjetas les mostré en un post no
hace mucho. En el centro está mi amigo Enrique Ibáñez, organizador y guía del
viaje de estos colegas. A un lado yo y al otro la encantadora Shoko Yuzawa, que
es la que me ha mandado la foto y me ha insistido en que no deje de llamarla si
un día visito su ciudad. También tengo otra amiga japonesa que se llama Rumi
Satoh, cuya foto ya traje en su día al blog, pero que no tengo inconveniente en
repetir, y que también debería visitar el día que vaya a Tokio.
Ya he dicho en más de una ocasión
que me gusta la compañía de la gente joven, que cada vez soporto menos a los
viejos (y en consecuencia, cada vez me soporto menos a mí mismo). El jueves
tuve otro festejo de despedida del año, el de mi taller de conversación
inglesa, en el que sin embargo vamos a seguir manteniendo en agosto una reunión
semanal de los grupos de los diferentes niveles, para no perder lo aprendido,
precisamente los miércoles. Quedamos el otro día en las míticas Bodegas Rosell,
de la calle General Lacy y nos tomamos unas cuantas cervezas juntos. Como les
conté en su día, formamos este grupo unas cuantas mujeres jóvenes y yo.
Últimamente se ha incorporado también algún varón más, pero ninguno se presentó
en la cita de despedida. Así que, de nuevo, allí estábamos Ed, el profesor, yo
y un buen número de chicas de buen ver, alegres y parlanchinas.
Y aquí viene lo bueno. En un
momento dado se suscitó el tema del juego del Pokemon Go. Y resultó que todas las chicas (sin excepción) estaban
enganchadas al jueguecito. Es más, algunas presumían de ostentar el nivel 12 y
hasta el 14, que ya debe de ser la leche. Nos hicieron unas cuantas
demostraciones y pude entender de qué va la cosa. Resulta que hay un modo normal y un modo realidad virtual. En el modo normal, la cosa es como el clásico
juego de matar marcianitos (aquí capturas diferentes monstruos), con algún
componente de tamagochi, porque
también se crían huevos de pokemon que hay que cuidar y alimentar y cosas así. Es
decir, uno está sentado, saca el móvil y
se pone a jugar, como si hace solitarios. El modo realidad virtual, ya no quise
que me lo enseñaran, porque me daba hasta miedo, pero parece ser que te posicionas en el mapa, por una
georreferenciación vía satélite y has de buscar a los monstruos por toda la
ciudad. Eso genera concentraciones de gente en lugares, como puede ser un
Starbucks Café, o el Parque del Retiro, donde hay monstruos a porrillo.
La aplicación es gratuita. Y digo
yo: cuál es el beneficio que se lleva la marca Nintendo, inventora de este
engendro. Pues no lo sé a ciencia cierta. Tal vez Starbucks y las demás tiendas
le pagan por que en su puerta pululen los monstruos a cazar. A lo mejor, una
vez que todo el mundo esté enganchado, lo conviertan en juego de pago (eso
intentaron con el Whatsapp y no funcionó: quedó claro que nadie estaba
dispuesto a pagar por ello). Pero yo creo que el principal objetivo es que
Nintendo se está haciendo con una base de datos de personas de todo el mundo,
que son un archivo valioso que pueden vender en cualquier momento. Y que luego
sirve para que te den la matraca publicitaria de la que yo me intento defender
dándome de alta en la Lista Robinson.
Esto del Pokemon Go es algo que
ha surgido (al menos en España) hace no más de dos meses. El mundo camina a una
rapidez vertiginosa y hay un factor aleatorio incontrolable que determina la
deriva de los acontecimientos. Tal vez algunos de mis lectores más recientes no
conozcan el último texto que escribí el año pasado, el Post#460,
Un robot agoniza en Navidad. Tal vez
alguno quiera leerlo o repasarlo, como lectura de verano. Era un hermoso texto,
digno de una canción de David Bowie, que contaba las andanzas de la nave
espacial Rosseta y su hijo el módulo Philae, posado sobre el cometa
67P/Churiumov-Gerasimenko. Esta historia venía a demostrar que la realidad iba
ya varios cuerpos por delante de lo que cualquier escritor de ciencia ficción
hubiera imaginado jamás. Bueno, pues el otro día salió una nueva información al
respecto.
Pueden consultarla AQUÍ.
Como tal vez recuerden, el bueno de Philae dejó de transmitir información en
julio de 2015, pero el sistema ESS de Rosseta se dejó abierto, por si la
criatura se dignaba mandar nuevas señales. Y, lo más sorprendente es que Philae
emitió un par de minúsculos bip, los días 22 y 25 de diciembre, cuyo
significado interpretaba yo libremente como “vaya, otra vez no me ha tocado la
lotería” y “feliz Navidad, mami”, respectivamente. La nueva noticia cuenta que,
a comienzos de este año, Philae fue declarado en estado de hibernación eterna,
a pesar de lo cual, el sistema ESS se ha mantenido abierto, por si acaso
resucitaba y se dignaba mandar algún nuevo mensaje, del tipo "vaya calor de
mierda", o "cuidado con Donald Trump". Ahora, a medida que el cometa se aleja del
sol, los científicos han desconectado ya el ESS, porque deben dejar un resto de
energía para que Rosseta se estrelle contra el cometa y pueda reposar junto a
su hijo por los siglos de los siglos, amén.
Lo curioso es que yo empezaba
aquel texto quejándome de la inmovilidad política tras las elecciones de
diciembre y proponiendo, ante semejante aburrimiento, alejarnos a miles de
kilómetros de la Tierra para encontrar una historia más estimulante. No tenía yo entonces ni puta idea
de que, primero, se iba a morir David Bowie y, segundo, me iba a pegar un
leñazo entrando en el Metro que me iba a tener seis meses en el dique seco.
Pero lo más insólito e imposible de adivinar entonces es que, siete meses después,
la situación política iba a seguir exactamente en el mismo punto. Esto supera
cualquier relato de ciencia ficción. En estos momentos, tenemos a Rajoy en
estado de hibernación eterna, a Iglesias cazando Pokemons y a Sánchez y Rivera
así como a punto de sentarse a hablar, en una imagen que les repito también,
porque creo que es la instantánea perfecta de en qué momento se encuentran las
negociaciones para formar gobierno.
Imagino que los cuatro
dirigentes, a los que también dediqué unas merecidas coplillas en el Post #482,
estarán ahora deseando fervientemente que las supuestas negociaciones fracasen
rápido, para poder coger sus coches y sumarse al atasco de la operación salida.
Tal vez el objetivo de Rajoy sea seguir eternamente de presidente en funciones,
lo que le garantiza tiempo suficiente para leer el Marca y lo que le pongan por
delante. Como funcionario en funciones durante más de cinco meses, sé de lo que
hablo. Sean felices.
Pues sí, el bisiesto está
haciendo honor a su leyenda y no hablo a título personal. Yo he tenido una
doble mala suerte, al romperme el húmero en una caída tonta de la que salí sin
un solo arañazo más, y sufrir luego una operación, que me dejó los dos
fragmentos separados en torno a un centímetro, lo que me hizo perder tres meses
de recuperación hasta que me pudieron quitar el tornillo superior y la cosa
empezó a evolucionar mejor. Total, que llevo más de cinco meses de baja, algo
que no me ha afectado al ánimo: las cosas han venido así y hay que aceptarlas.
Y además, estoy disfrutando de una situación de privilegio, casi una simulación
de mi futura vida de jubilado, pero cobrando como activo y ayudando
moderadamente en mi oficina. Estoy a gusto y, si encima no tuviera dolores,
pudiera hacer deporte, conducir mi coche y viajar por el universo mundo, pues esto
sería ya algo parecido al séptimo cielo. Y ustedes no se quejen, que también
están disfrutando de mi dedicación al blog, mucho mayor de la que hubiera
tenido, de estar en activo.
Así que, a nivel personal, no me
quejo. A lo que me estoy refiriendo es a que, cada mañana, uno abre el
periódico acojonado, a ver qué nueva noticia de la barbarie se añade a la
anterior. Creíamos que lo habíamos visto todo con el autobusero asesino de
Niza, cuando aparece un tipo que acuchilla viajeros de tren, otro que convoca
por Facebook para que vean cómo dispara a niños y adolescentes, otro que se
hace estallar al lado de un concierto de rock y ya el colmo de los colmos: un
cura cuya misa interrumpen para cortarle el cuello y filmarlo. ¿Dónde está el
límite? No lo sé. Porque aquel aviador jordano que quemaron vivo en una jaula
ya parecía algo más allá de cualquier horror imaginable. Mientras sufrimos este
acoso insoportable, por aquí seguimos dilucidando si son galgos o podencos. Y
no sólo hablo de Rajoy y los otros inútiles incapaces siquiera de sentarse a
hablar, sino también de los catalanes, que siguen a su raca-raca, los
británicos con su Brexit y tantas otras tontunas que nos mantienen distraídos,
mientras nos están literalmente matando. Sólo falta, para redondear el año
nefasto, que gane Donald Trump y, de momento, va por delante en las encuestas.
Entre tanta animalada, a uno se
le pasan por alto otras noticias que, en otros contextos, coparían la primera
plana. Vean si no el caso del suceso acaecido en la localidad murciana de
Bullas. A lo mejor, ni siquiera se han enterado. Que exista un pueblo llamado
Bullas, ya es algo bastante alucinante, pero es que la historia tiene un tufillo
a Puerto Hurraco que echa para atrás, salvo por el hecho de que sólo hubo un
muerto y dos heridos, todos por disparos de escopeta de caza. Todavía no se
sabe mucho de lo sucedido, el suceso está en plena investigación, pero les
resumo lo que ha trascendido. El protagonista principal es un hombre llamado Mateo
Pérez Abril, de 64 años, o sea, casi de mi quinta, guardia civil jubilado, al
que los vecinos apodan El Yegüero y
describen como hombre pacífico y buena gente.
Mateo el Yegüero estuvo destinado
en el País Vasco, Madrid y Murcia hasta que, en el año 2.000, fue prejubilado
por algún problema físico y regresó a su Bullas natal, en donde conservaba una
casa de su propiedad y donde plantó unas oliveras y se hizo con unas cuantas gallinas
cuyo cuidado, junto a su afición a la caza, le mantenían entretenido en su
situación de pensionista. Todo iba bien hasta que hace unos seis años conoció a
una búlgara, llamada Koftesa, con la que estableció una relación sentimental.
La tal Koftesa es bastante más joven que él (48), a pesar de lo cual es madre
de al menos dos hijos, el mayor de 34, que ya la han hecho abuela. Y aquí se
acabó la tranquilidad para Mateo, porque su pareja arrastraba con ella un clan
que solía presentarse en su casa cada primero de mes, cuando nuestro hombre acababa
de cobrar su pensión, y se pasaban varios días bebiendo y derrochando el dinero
hasta que se acababa. Este conjunto de datos remite claramente a una
conclusión: estamos hablando de búlgaros de etnia gitana. Y ya García Lorca
dejó constancia de que los gitanos nunca se han llevado bien con la Guardia
Civil.
La familia de Mateo no acogió de
buen grado este inesperado giro en su tranquila vida y le advirtieron de que
Koftesa no era una buena compañía para él. Pero ya saben eso de que más tiran
dos tetas, etc. El caso es que la pareja decidió oficializar su relación y, el
pasado día 26 de julio, se presentaron en el Juzgado de la localidad para
registrarse como pareja de hecho. Mateo llevó como testigo a un cuñado, el
único familiar con el que se habla, porque el resto de su familia no quería
saber nada de él mientras estuviera con Koftesa. Eso dio pie a una celebración
por todo lo alto, en el domicilio del ex guardia civil, en la que participaban,
de su parte, únicamente su cuñado y, de la otra, el multitudinario clan al
completo. Era ya de noche, corría el alcohol en abundancia, un complemento
bastante peligroso para estas cosas, y los vecinos escuchaban la música a todo
volumen y las voces y risotadas de la celebración.
Y aquí es donde se desata la
locura. ¿Qué le dijeron los búlgaros o qué fue lo que averiguó el antiguo
guardia civil, que le hizo llegar a la conclusión de que la había cagado o que lo
estaban estafando o chuleando? No lo sabemos, como digo. Lo cierto es que, a
media cena, el tipo se levantó, se dirigió al desván y regresó armado con su
escopeta de caza cargada. La mujer pudo huir despavorida, pero el tipo
descerrajó varios disparos a dos de sus recientes parientes, el hijo y el yerno
de Koftesa, certeramente dirigidos a sus abdómenes respectivos. La mujer avisó
a los vecinos que ya estaban en la calle alarmados por los estampidos. Llamaron
a la policía local, que llegó a la carrera. El Yegüero estaba sentado afuera, con su
escopeta todavía en la mano. Los policías dijeron: –Se han denunciado disparos
en esta casa, ¿es usted el que ha disparado? El Yegüero les miró y pronunció
una sola sílaba: Sí. Y, sin que los atónitos agentes pudieran evitarlo, se
apoyó el cañón en la garganta y apretó el gatillo. Trasladaron a los tres
heridos al hospital de Caravaca, donde el autor de los disparos ingresó cadáver
y los otros dos luchan aún por sus vidas, mientras un juez investiga lo sucedido
bajo secreto del sumario.
Un suceso terrible, del que los
diarios nacionales no dirán nada más, porque ya saben que la selección de
noticias la hace un aparato mecánico, y muy pronto habrá que dejar espacio para
la siguiente masacre del ISIS o el siguiente tiroteo en USA. Para encontrar
detalles de este asunto he tenido que rebuscar en la prensa local de Murcia. Si
pinchan AQUÍ,
pueden ver una información reciente, que no hace falta que se lean, aunque sí les
recomiendo que vean la foto del hermano del yerno herido, saliendo de visitarle
en el hospital y diciendo que él no sabe nada de nada y que nunca ha estado en
el lugar de los hechos. La foto no requiere más comentarios.
Después de tantos años viviendo
en una gran metrópolis como Madrid, uno se olvida de que España es muy grande.
Y Murcia es, con algunas zonas de Andalucía y Extremadura, el último rincón de
esa España profunda que a veces estalla en asuntos como este. Digamos que incultura, alcohol y armas a mano forman un cóctel peligroso, con un potencial destructivo que no necesita yihadistas. Buscando en
Internet, me he enterado de que el pueblo de Bullas fue escenario en 2008 de
otro caso espeluznante: el llamado caníbal
de Bullas mató a su compañero de piso e intentó meter el cuerpo en el
frigorífico para írselo comiendo poco a poco pero, como no le cabía, acabó por
guardarlo en el sótano en una tinaja. Algo similar a esto se contaba en la
excelente película de Fernán Gómez El
Extraño Viaje (si no la han visto, háganlo ya, esta misma tarde, sin más
dilación). Fernán Gómez quería titular esta obra maestra como El Crimen de Mazarrón, pero no le dejó
la censura, alertada por el Ministerio de Información y Turismo de las posibles
malas consecuencias que semejante título traería para el turismo del que vive
esta localidad de la costa murciana, no
muy lejos de Bullas.
Galicia, donde acabo de pasar
cuatro días, es otro lugar que atesora zonas rurales aisladas de la
civilización. Pero allí, el paisano que descubre desesperado que la ha cagado y
que ya no quiere seguir viviendo, suele recurrir al remedio de colgarse de un
árbol. La Galicia rural es una tierra tranquila, en la que ayuda mucho el clima
suave y el característico sentido del humor, que se plasma en los estribillos
de sus canciones más enxebres (a mi casa non quero que veñas/sempre me
follas, nunca me empreñas/¿sei que non podes?/¿sei que non sabes?/¿sei que
perdiches as habilidades?). Algo menos conocida es esta otra que les dejo
de propina. El estribillo es igualmente pícaro y punzante: e pousa, pousa, pousa, e non me toques n’aquela cousa/ e pousa, pousa
axiña, e non me toques n’aquela cousiña. Pues eso, sean felices. Y no se
quejen tanto del calor, coño, no me toquen n’aquela cousa. Ya llegará el otoño.
Dice
Bruce Springsteen que uno no puede saber quién es o adónde va, si no sabe de
dónde viene. Y yo vengo de LC, no me digan AC, por favor, porque, cuando yo
caminaba por las calles atestadas de gente, mientras la fresca brisa revolvía
mis cabellos de adolescente y las gaviotas chillaban en el cielo, aquella
ciudad era LC y así la sigo yo sintiendo. Hacía años que no tenía un rato para
callejear a mi bola por la ciudad en la que viví mis primeros diecisiete años,
donde me hice un hombre y de la que huí para estudiar fuera. Mientras vivieron
mis padres la visité con cierta regularidad, pero desde que falleció mi madre
en 1996, prácticamente sólo he vuelto con motivo de acontecimientos familiares,
alegres o tristes, conmemoraciones y saraos en los que mi tiempo era acaparado
por el entorno familiar y nunca encontraba un rato para caminar solo por las
calles de mi adolescencia.
Esta
vez dispuse de una tarde entera. No es mucho, pero es que debía dedicar mi
tiempo a confraternizar con la familia, con mis hermanos, cuñados y sobrinos.
El sábado nos reunimos 26 a comer en Muros, donde nos pusimos como se imaginan.
Tras una siesta bajo los pinos, bajé a la playa y me bañé en las aguas gélidas
del Atlántico, a la temperatura perfecta para mí. He de decirles que, desde que
tuve mi accidente hace ya cinco meses, he engordado en torno a tres kilos, por
la falta de ejercicio. Todo es grasa, supongo, y viene muy bien para meterse en
el agua de Muros. Lo cierto es que entré hasta donde hacía pie, no me pareció
prudente nadar en estos momentos de consolidación insuficiente de la señora
Ashton, y por allí estuve bastante rato. Salí ya porque me daba vergüenza
seguir en el agua y porque tenía las yemas de los dedos arrugadas. Y ni
siquiera utilicé una toalla para secarme. Ni me duché esa noche: el salitre me
sienta bien, nunca me ha picado el cuerpo después de bañarme en el mar.
Ya
saben que me organicé debidamente este viaje al norte de la Comunidad de Madrid,
de donde no puedo salir. Me fui con mi hijo Kike de conductor, porque también
tengo prohibido coger mi coche. He de aclararles que, el día antes de salir,
descubrí que mi hijo ya le había hecho al coche más de 3.800 kms, por lo que
era conveniente pasarle, antes de viajar, la revisión de los 3.000, que además
es gratuita. El problema era que mi hijo estaba ocupado todo el día. Pero
finalmente nos fuimos con la revisión pasada. No fui yo quien llevó el coche al
taller, sino un holograma con mi aspecto, a modo de doble o heterónimo. Como
pueden imaginar, me saludaron efusivamente y me dieron cariñosos recuerdos para
mí mismo. El día fijado, mi hijo condujo los 590 kms que separan Madrid de la
localidad de O Carballo, donde mi hermano Pepe vive en verano. Allí
establecimos el cuartel general y desde allí hicimos la excursión citada a
Muros para encontrarnos con el resto de la familia, otra a las Fragas del Eume
y una más a la ciudad.
El
jueves por la mañana, mi hijo me acompañó al Estadio de Riazor donde tenía yo
que hacer diferentes gestiones. En primer lugar, renovar mi carnet de socio
amigo, que es anual. Además, hacerme con el carnet que me acredita como
accionista del club. Y, en tercer lugar, comprarme tres camisetas, para mí y
mis dos hijos, de la tercera equipación de este año del Depor, que es preciosa.
Aquí la imagen que da fe de mis gestiones. La camiseta para Lucas, que está
en Alemania, se la puso uno de mis sobrinos, de buena planta, como ven, además
de gran deportivista y buena persona.
Cumplidas
estas gestiones, comimos con mi hermano y mi cuñada en un restaurante, donde
nos obsequiamos con unas xoubas
extraordinarias, entre otros manjares norteños. Después de comer se planteó el
dilema. Mis hermanos se volvían a O Carballo con su coche, y mi hijo había
quedado con sus amigos del lugar y no pensaba volver hasta el día siguiente.
¿Quién habría de llevar mi coche, en ese momento aparcado bajo la Plaza de
Pontevedra? Pero yo tenía la solución: podía recurrir otra vez al heterónimo
para que me echara una mano. Así que al fin conseguí lo que quería: quedarme
solo en la ciudad. Y empecé mi recorrido bajando por la plaza de Lugo, donde yo
vivía, en dirección a Los Cantones. ¡Cuántos recuerdos asociados! El problema
es que muchas de las referencias que yo guardo en mi memoria, han desaparecido.
La ciudad en la que yo viví ya no existe.
Bajando
por la calle Compostela, ha desaparecido la librería Dans, donde mi padre
compraba cada día La Voz de Galicia y el ABC. Ni la taberna que estaba al lado,
que creo que no tenía nombre, o es que se me ha olvidado. Allí solía yo tomarme
la última taza de Ribeiro a granel, camino de casa. Subsiste el edificio del La
Unión y El Fénix, con su estatua de coronación habitual, pero en sus bajos hace
tiempo que ha desaparecido el Cantón Bar, el café más parisino de la ciudad,
donde yo me hacía el adulto pidiendo con voz grave un cortado, fingiendo una
experiencia de la que carecía. También ha desaparecido el Galicia, con sus
tumbonas de mimbre, donde preparaban unos cócteles inolvidables. No existe
tampoco la vieja librería Molist con su cristal amarillento para proteger los
libros del sol poniente. Y el Obelisco, que destacaba sobre los edificios bajos
del entorno, sobrevive ahora agobiado por altos rascacielos de vidrio y metal.
Recorrí
los Cantones, regresé por las calles de la Franja, los Olmos y la Estrella y
volví hacia el Este por San Andrés. Eché en falta la farmacia Sanitary, cuya
dueña era amiga de mi madre, y el cine Savoy, en el que se entraba por debajo
de la pantalla. Y la tienda de cafés El Trópico, en donde el dependiente, que
se llamaba Clemente hacía los paquetes a velocidad de vértigo, atados con un
hilo que cortaba finalmente con gestos enérgicos. Y los restaurantes de la
Cocina Económica. Y la tienda llamada El Barato Mercantil, donde yo me compré
mis primeros tejanos, para horror de mi padre, que los llamaba pantalones de
mahón y los consideraba muy inadecuados para un joven de mi posición. Y los
supermercados de Casa Claudio, que fueron luego absorbidos por la cadena Gadis,
excepto uno que subsiste en San Andrés con su nombre original, dedicado a la
venta de delicatesen.
Quedan
sin embargo muchas preexistencias que permanecen en buena forma. Como el
edificio del Banco Pastor, el inmueble más neoyorkino que he visto fuera de la
propia ciudad de NY. Y algunos bares históricos, como O Tarabelo, bastante
adecentado, o El Priorato, donde las chicas aceptaban ir, porque se vendía un
vino catalán medio dulzón, que se servía en porrones de cristal, y ponían cacahuetes
de tapa. Permanece también la pastelería La Gran Antilla, con su terraza frente
al Teatro Rosalía de Castro, donde la alta burguesía local se tomaba sus tés
con algún pastelito de elaboración propia. Y el Bazar de Pepe, en donde me
compraban los juguetes, ahora convertido en tienda de posters. Y la farmacia
Villar, en la calle Real, con su trasera la Droguería Villar, que da a la calle
de los Olmos. Subsiste también la Joyería Lino, seguramente regentada por los
herederos de su fundador, que era conocido de mi padre. Los tiempos modernos
acabaron sin embargo con la vecina Joyería Malde, con su preciosa portada.
Continué,
en fin, mi paseo por la calle Panaderas hasta la calle de la Torre, que recorrí
hasta el final, para vislumbrar la hermosa silueta del faro más antiguo del
mundo, a contraluz con el sol acercándose al mar. Y regresé por Orillamar, para
ver la fachada del Cementerio de San Amaro, un auténtico cementerio marino como
el que cantó Paul Valery (Ce toit
tranquille ou marchent des colombes/entre les pins palpite, entre les tombes),
con su inquietante leyenda sobre la puerta principal: El término del cuerpo es
el que veis/el del alma será según obréis. Seguí adelante para pillar a
traición la Ciudad Vieja, cuya Plazuela de las Bárbaras es uno de los rincones
mejor conservados en mi memoria, pero encontré el viejo barrio invadido por los
tenderetes y el guirigay de una feria medieval, así que opté por bajar de nuevo
a la Plaza de María Pita y regresar tranquilamente al parking de la Plaza de Pontevedra,
ya convertido en holograma, para poder regresar con mi familia.
Una
sinfonía de sensaciones y nostalgias para cargar las pilas y afrontar el resto
del verano y el final de la recuperación de mi húmero. Algunas (el mar, el
verde, el aire dulce y húmedo) las tenía más recientes. Pero mi soledad de
caminante urbano por las calles de mi adolescencia, hacía mucho tiempo que no
la paladeaba. Tiene razón el Boss. De vez en cuando hay que darse una vuelta
por las raíces para ayudarnos a saber adónde coño vamos.
Bueno, ya me voy unos días de vacaciones al fresquito norte. Sólo hasta el lunes por la noche, en que regresaré aquí al corazón del caloret. Les prevengo que no me voy a llevar el ordenador (faltaría más). Sí me llevaré el Ipad y, según como transcurran los tiempos, a lo mejor algún día me animo a cargar algún nuevo post. Lo que no puedo hacer con el Ipad es avisar de dicha carga a través del grupo habitual de mailing, ni anunciarlo en Facebook. Lo más probable es que me tome también un descanso de blog, que nos viene bien a todos. De momento les dejo esto que tenía escrito desde hace unos días, para bajar un poco el nivel, que estos últimos tiempos han sido bastante intensos. Supongo que a ustedes, como a mí, también los martirizan con llamadas telefónicas a las horas más intempestivas para venderles cosas que no necesitan.
En fin, cada uno tiene sus
manías. A mí, particularmente, nunca me ha molestado la publicidad por correo
postal. Generalmente ni presto atención a su contenido. Yo vacío el buzón,
selecciono lo que son cartas de mi interés y el resto va directamente sin mirar
a la bolsa de reciclaje de papel. Tampoco me molesta especialmente lo que me
llega por el correo electrónico. Cada vez que consulto el buzón, selecciono los mensajes publicitarios y aprieto la tecla supr,
para borrarlos todos de una vez. En la tele, cuando empiezan los anuncios, a
veces uso el mando para cambiar de canal, o desconecto automáticamente mi
cerebro para no escuchar los mensajes (lo tengo muy entrenado). O sea que yo
tengo mis barreras para defenderme de las nuevas y agresivas formas del
marketing publicitario. Y es algo que no me genera estrés alguno.
Es que, realmente, yo no quiero
comprar nada que me vengan a ofrecer. Yo funciono de otra manera. Si necesito
algún producto, voy y lo compro. Si tengo tiempo, hago primero un muestreo en
Internet, para ver cuál es la mejor oferta. Pero lo que no quiero es que venga
nadie a ofrecerme algo que yo no esté buscando. Cuando me aborda alguien por la
calle para venderme algo le digo que tengo prisa y, si se pone pesado, me pongo muy serio y le digo que mi mamá me tiene prohibido hablar con
desconocidos. Suelen quedarse bastante cortados. Lo suficiente como para que
dejen de perseguirte. A veces te llevas algún insulto mascullado entre dientes,
pero poco más. Es decir, que yo me he fabricado una coraza mental y práctica que
me protege de todo eso. ¿De todo? No. La coraza tiene una brecha importante: las llamadas
telefónicas.
Ya saben de qué les hablo,
queridos lectores. Básicamente hay dos casos tipo. UNO: usted trabaja todo el
día, apenas tiene un rato para comerse un sándwich con los compañeros sin dejar
de hablar del trabajo y continúa por la tarde porque tiene que entregar en
plazo ese trabajo en el que se juega el futuro de su empresa o de su estudio de arquitectura. Luego tiene que
tragarse un atasco monumental de vuelta mientras cae la noche y, precisamente, acaba de
perder diez minutos extra hasta que el tipo que había parado un momento en la
puerta de su garaje, ha tenido a bien quitar el coche de en medio. Entonces
sube a casa, se afloja la corbata, se prepara un Martini bianco con unas gotas de ginebra y se tumba en su sofá favorito. Es
en ese momento cuando suena el teléfono. Vistazo rápido al reloj: las 20.30.
Número desconocido. Descuelga. ¿Don Emilio? Buenas tardes don Emilio, le habla
Ana Patricia Gómez, de Orange, el objeto de esta llamada es poner en su
conocimiento la magnífica oferta de un televisor gratis si usted opta por
elegir nuestra oferta de ADSL y fijo, porque usted don Emilio ¿con qué compañía
tiene el ADSL?
Vayamos al caso DOS. Usted es un
afortunado que dispone de horario continuo, por lo cual se levanta a las 6 de
la mañana para evitar el atasco que se forma un poco más tarde y luego trabaja
como un esclavo toda la mañana, con una única pausa para un asqueroso café de
la máquina del pasillo. En ese tiempo ha de apresurarse para resolver cuarenta
problemas de todo orden, desde quejas de sus empleados, solución a fallos detectados, disminución de
rendimiento de ciertas unidades, reuniones maratonianas en las que no se
resuelve nada y otras tesituras más o menos igual de deprimentes. En este caso,
vamos a suponer que tiene usted una esposa que amorosamente le ha dejado una
comida preparada, que sólo tiene que calentar en el microondas. Se la toma con
una cerveza y dispone usted de su único rato de relax en todo el día (por la tarde habrá de ir de
compras, o a recoger a los niños del colegio, o a otra insufrible reunión de comunidad). Se tumba usted en el sofá, conecta el televisor, se pone un programa de animalitos de La 2 y justo
cuando el locutor le está explicando con su voz somnífera el sistema de
apareamiento del sapo corredor común, suena el teléfono. Descuelga usted medio amodorrado, de forma
automática, sólo para escuchar el relato del caso UNO (esta vez es Érika
Andrea Mendoza, de Jazztel).
Lo siento, pero es algo que me
exaspera. Me saca de quicio. He tenido momentos en los que me he puesto como un
energúmeno. Les he jurado a voces que jamás voy a contratar nada con Jazztel ni
con Vodafone (los dos que más murga me han dado). Me he llegado a cagar en su
padre (sólo en el caso de comunicantes masculinos). Les he rogado que borren mi
número de la lista telefónica de donde lo han obtenido. Les he explicado pacientemente
que me parece la suya una práctica invasiva de la privacidad, que hay personas
a las que no nos gusta que nos llamen a casa, que no hay derecho a que le jodan a uno su privacidad y su descanso. Les he amenazado con denunciarles
a la Guardia Civil, que tiene una unidad especializada en recoger quejas sobre
este coñazo. Nada. No sirve para nada. Cada vez llaman más y a horas más
inoportunas, incluso en fin de semana.
He reaccionado de esas formas más o menos destempladas, cuando me han pillado muy cansado o de mal humor. En otras
ocasiones, me han encontrado más juguetón y con ganas de divertirme. Don
Emilio, le vamos a hacer unas cuantas preguntitas que no le van a hacer perder
mucho tiempo ¿le parece bien? Como no, señorita, siempre que usted me permita hacerle
otras primero. Claro que sí, don Emilio, ¿qué es lo que quiere saber? Pues, por
ejemplo: ¿usted tiene las tetas grandes y firmes? ¡Oh!¿pero cómo se atreve? Es usted un borde y un maleducado.
No, no, es que si las tiene pequeñas y caídas ya no tenemos más que hablar.
¡Por supuesto que no tenemos nada más que hablar, es usted un impresentable y un machista ajqueroso! En fin, cuando uno consigue cabrearles hasta tal punto que sean ellos los que corten la llamada, resulta bastante gratificante.
Pero ni así consigues evitar que
vuelvan a llamarte. De la misma compañía del tipo en quien te acabas de cagar
en su padre, al día siguiente te llama otro diferente, con el mismo tono
untuoso y la misma oferta. Ante eso, yo he ideado un método, que no tengo
inconveniente en confiarles, por si les es de utilidad. Desde hace un tiempo,
cuando la pantallita de mi móvil me indica un número desconocido, no contesto y lo dejo sonar hasta que para.
Inmediatamente les llamo. Suele salir una musiquita y una grabación: ha llamado
usted a Jazztel, si quiere contratar una nueva línea marque uno, si quiere... Corto y clicko en el icono añadir al contacto. Y añado el número de marras a un contacto que tengo creado, al que
he llamado No Contestar. La siguiente
vez que me llaman desde ese mismo número, la pantallita me advierte: No Contestar. Ya
tengo unos diez o doce números en ese contacto.
De todas formas, el procedimiento
no es infalible. Por ejemplo, en estos momentos, yo estoy esperando que me llamen
dos o tres personas a las que me consta que les han dado mi número por
temas profesionales. Entonces, si me llaman de un móvil, no tengo más remedio que descolgar y otra
vez la misma murga: bla-bla-bla, bla-bla-bla, una retahíla de bobadas hasta la pregunta
clave (primera ocasión en que te permiten hablar): ¿con quién tiene usted
contratado el ADSL? ¿Y a usted qué coño le importa? No es que, verá, si
contrata con nosotros le ofrecemos dos meses de llamadas gratis al extranjero.
Esto me sucedió ayer por la tarde y me puse a buscar en Internet a ver
si encontraba algo más eficaz. Entonces di con la Lista Robinson.
Si usted, querido lector, quiere
evitar el acoso publicitario telefónico, ese que le impide dar la tan ansiada
cabezada cuando el locutor de la voz aterciopelada le está explicando cómo se despereza
el león antes de acariciar a la leona con gestos felinos y amorosos, le recomiendo que se
apunte, como yo hice, a la Lista Robinson. Se hace por Internet, rellenando un formulario sencillo, como si sacara unas entradas para el cine y es totalmente gratuito. Enseguida le mandan un correo electrónico a la dirección
que usted les indique y allí puede elegir de qué medios quiere que le
quiten la publicidad. Yo he indicado sólo el teléfono, porque, como he dicho arriba,
los demás canales no me molestan. Esta lista la gestiona un organismo
semioficial, la Asociación Española de la Economía Digital, y se ajusta
escrupulosamente a la Ley de Protección de Datos. Como me apunté ayer, aun no les puedo asegurar si es efectiva o no, pero he encontrado en
Internet bastantes testimonios favorables.
A punto de cerrar este texto, me
he acordado de mi padre, médico renombrado nacido a principios del Siglo XX, que
falleció en 1990, así que no le tocó conocer esta nueva era digital
descabellada. Bueno, pues mi padre, en sus últimos años, harto de la publicidad de productos médicos
que cada día abarrotaba nuestro buzón, se apuntó en una lista para que no le volvieran a mandar ni un solo folleto publicitario más. Era una lista que gestionaba el Colegio de Médicos de La Coruña, una especie de antecedente profesional de esa Lista
Robinson a la que yo me he apuntado ahora, más de 25 años después. Cosas de las leyes de Mendel…
En medio de estos tiempos
convulsos, es difícil encontrar noticias como ésta, que te levantan el ánimo,
finalidad principal de este blog próximo a cumplir cuatro años. Si conocen
Nueva York, tal vez hayan visitado la isla Ellis, cerca de la Estatua de la Libertad.
Por allí entraban todos los inmigrantes a principios del Siglo XX y allí habían
de pasar en condiciones de hacinamiento y miseria la cuarentena que se les imponía
hasta que, algunos, eran autorizados a entrar en el país, y otros eran
deportados de vuelta. Muchas películas han mostrado lo que allí sucedía, desde
América, América, de Elia Kazan, hasta la reciente y excelente El sueño de
Ellis, protagonizada por Marion Cotillard. La isla alberga ahora un museo y
suele formar parte del tour que incluye la subida a la Estatua de la Libertad.
La fundación que gestiona este
museo y el patrimonio histórico y documental que atesora, concede cada año
varios premios a personalidades famosas, americanos prominentes que descienden
de aquellos inmigrantes que entraron por la isla. Este año, uno de los
premiados ha sido Bruce Springsteen. El Boss ha aceptado el premio, con la condición
de que le acompañaran su madre (a quién ya conocen en este blog, Post #339) y sus dos
tías, hermanas mayores de su madre. En una escueta ceremonia, Bruce ha aceptado
el premio y ha hecho un corto y emotivo discurso, para el que se ha ayudado de
unos papeles, para que no se le olvidara mencionar nada que fuera importante.
Como hago últimamente, me he tomado el trabajo de traducírselo (este es más
corto que el de Bernie Sanders). Así que aquí tienen el vídeo y abajo la
traducción, que he perpetrado de oído, de forma que, si alguien quiere
mejorarla o precisar alguna cosa, es bienvenido.
Gracias, gracias, eeh, Brian, mira que tú
nunca estás cansado, esta noche tengo una novedad para ti, aquí mismo te
ofrezco trabajo como relaciones públicas para mí, je, je. Mmm, bien, la isla de
Ellis es un lugar importante y estoy muy contento de estar aquí hoy con mis
compañeros homenajeados. Para mí la isla de Ellis significa que no podemos
realmente saber quiénes somos y a dónde vamos, a menos que sepamos quiénes éramos y de dónde
vinimos. Realmente no podemos saber lo que significa o puede significar ser
americano, a menos que sepamos lo que en su día significó ser un americano.
Así que estoy muy contento de participar en
esta ceremonia, no solo en honor de mi abuelo Anthony, que entró realmente por
la isla Ellis a principios de siglo, sin saber leer ni escribir. Más adelante
consiguió entrar en la Universidad de Nueva York, donde se convirtió en abogado
y hasta hizo una corta parada en la prisión de Sing Sing… pero esa es otra
historia, dentro de su vida. Y él se convirtió en un tipo muy inspirador; era
muy locuaz, de voz tronante, un pequeño italiano, a mí me parecía como una
rockstar, cuando yo era un crío, ya saben.
Y también quiero recordar a Adelina
Sorrentino, mi abuela, que llegó en el 28, tendría ahora cien años. Llegó a
Freehold (New Jersey) y nunca habló una palabra de inglés, demasiado para
asimilarlo. También necesito agradecer a vuestros Farrell y vuestros Hagens,
que eran mis clanes irlandeses, que fabricaban collares; ellos me criaron como
un niño de Freehold (New Jersey). Y, a mi adorable esposa Patty, siciliana y
escocesa-irlandesa, juntos seguimos con la costumbre de mezclar las tradiciones
irlandesas e italianas en medio de New Jersey. Pero, específicamente, quiero darles
las gracias a tres mujeres y voy a pedirles que suban aquí al estrado. Pido a
mi madre y a mis tías que suban, están ahí entre la gente, je, je.
Así que yo he crecido con estas tres mujeres,
ellas eran las tres hijas de Anthony, mi madre vivió y maduró en esa zona y
ella representó para mí el máximo del optimismo y el trabajo ético de la primera
generación nacida en America, ciudadanos que levantaron mi espíritu. Creo que ellas pusieron en mí el rock and roll. Y todo ello me encaminó hacia una experiencia
que impregnó a mi familia y a todo mi trabajo de un gran, gran significado. Mi tía Dora tiene 90 años. Ella todavía le hace a la gente la declaración de la
renta, así que si alguno de ustedes necesita ayuda con sus impuestos, ahora es
un poco tarde, pero al año que viene ella estará disponible. Ella se graduó en
el colegio con honores, a los 67 años.
Mi tía Ida, tiene 87 años, todavía trabaja, fue
miembro del sindicato internacional de trabajadores del sector textil,
trabajadora en una fábrica de abrigos durante veinte años y lleva cortando
el pelo en el mismo local de la ciudad de Eaton durante los últimos cincuenta años.
Ustedes pueden aun hacerse un buen corte de pelo los miércoles y viernes en el
Macy’s de Eaton.
Y mi madre, que cumplirá 85 la semana que
viene, trabajó de secretaria de un bufete durante 47 años, mientras estaba
casada con un turbulento irlandés, tengo que darle también las gracias a mi
padre Douglas, que, gracias a que tuvo un hijo afortunado, puede ahora vivir
con un lujo modesto en un lugar no revelado, ja, ja, ja. Pero ella mantuvo a la
familia unida en circunstancias de gran, gran, gran dificultad, saben, ella
hizo una cosa muy inusual, sus padres estaban en una situación relativamente
acomodada, pero ella se casó en la pobreza y se supo valer allí como una buena
compañera para toda la vida y realmente nos ayudó a todos juntos. Gracias, madre,
te quiero mucho. Esas fabulosas mujeres que están ahí, son la conexión viviente
con mi herencia de la isla Ellis, y para mí eso significa venir aquí como un
inmigrante, así que os quiero y os admiro a las tres, muchas gracias.
Bueno, me tengo que ir ya. Así que ¡ea! ¡arriba!
Aprovechad el momento, disfrutad, estas cosas sólo suceden una vez, no
sé, así que ¡arriba! De todas formas, mientras haya un solo inmigrante que esté
fuera, es bueno recordar que somos una nación de inmigrantes y vagabundos
esperanzados. Y no podemos saber quién está hoy cruzando nuestras fronteras,
cuya historia puede añadir una página significativa a la historia americana,
quién trabajará en el arte, quién criará una familia, cuya sangre nueva
reforzará el buen tejido que sostiene a nuestra nación en su conjunto. Así que
yo estoy muy orgulloso de estar aquí hoy, como otro vagabundo esperanzado, el
hijo de Italia y de Irlanda, y de Holanda, y les deseo que, con la gracia
de Dios, encuentren un paso seguro, a todos los que hoy están cruzando
nuestras fronteras y doy también las gracias a los que las cruzaron antes,
aquellos cuyo viaje, cuyo valor y sacrificio, hicieron de mí un americano.
Muchas gracias.
Bueno, luego me dicen que exagero
cuando le llamo a este hombre San Bruce Springsteen. La verdad es que le estoy
cogiendo gusto a esto de traducir discursos del inglés. El de Bernie Sanders
del otro día me pareció sensacional, pero ahora tengo una información
adicional, que me remiten mis amigos de Estados Unidos. Y que me reafirman en
las malas vibraciones que me transmite la señora Hillary Clinton (no sé si a
ustedes les pasa lo mismo). Hombre, mejor que Donald Trump, es pero, al final,
los americanos van a tener únicamente la opción de elegir entre dos propuestas
de derechas, una neoliberal al servicio de los grandes poderes económicos y
otra encabezada por un payaso, del estilo Berlusconi. A mí me gustaba la
propuesta de Sanders y confío en que la revolución que encabeza siga adelante tras
las elecciones de noviembre.
Según me cuentan, Hillary exigió
un pronunciamiento público conjunto antes de la convención de Philadelphia y
amenazó a Sanders con votar en contra de las propuestas que ya habían acordado
incorporar a su programa. Parte de los miembros del equipo de Sanders eran
partidarios de no ceder al chantaje, lo que hubiera desembocado tal vez en
disturbios graves durante la convención, y no está el horno para bollos.
Sanders tomó personalmente la decisión de aceptar las condiciones de Clinton,
sobre todo, según explicó a su equipo, porque un Partido Demócrata dividido
podría perder con Trump y eso sería una tragedia. Mis amigos dicen que Sanders
tomó esa importante decisión para salvar a su movimiento y para salvar a su
país. Un signo más de grandeza de un político capaz de ganar perdiendo. Porque
su discurso fue un catálogo de sus propias ideas y propuestas, como si las
dijera Hillary.
Les cuento esto para que
entiendan completamente el discurso y por qué Sanders dice todo el rato “Hillary
dice”, “Hillary piensa que”. Y también para que no se lleven sorpresas más
adelante con las decisiones de la nueva presidenta (esperemos que gane, el otro
es aun peor). Sanders y Springsteen representan la Norteamérica que yo amo. Así
que, para compensarles de las dos horteradas musicales con que les castigué el último
día, les voy a poner un par de muestras de buen country. Ya saben que éste, con
el blues y el jazz, es el género más específicamente americano. La primera es
el Lovesick blues (el blues del enfermo de amor). Nadie ha igualado nunca los
gorgoritos con que el gran Hank Williams escenifica la enfermedad que le
aflige.
En fin, en el mundo del country
no ha habido nadie tan gamberro como Ray Stevens, autor de este desternillante Gitarzan, juego de palabras entre Guitar man y Tarzán. Les recomiendo que
se lo pongan en pantalla grande. Esta gansada es nada menos que de 1969. Que la
disfruten.
Bueno, no hago más que recibir
llamadas de seguidores interesándose por el resultado de mi consulta con el
doctor Gárate de esta mañana, y el estado de mi brazo, reconstruyéndose en
torno al clavo Konrad Adenauer y en proceso de formación de la señora Ashton.
Muchas gracias a todos. Lo cierto es que el doctor me ha dicho que todo va
bien, que el plan B iniciado con la extracción del tornillo superior del clavo
está funcionando, e incluso me ha confesado que, hasta ese momento estaba bastante
preocupado por el escaso o nulo avance del proceso. Y me ha prolongado la baja
dos meses más, esta vez. Eso se debe exclusivamente a que en el mes de agosto,
él se va de vacaciones y no quiere que me vea otro, así que me ha citado para
una nueva consulta el 9 de septiembre. Hasta entonces he de seguir con mi rehabilitación,
que se está demostrando efectiva. Les recuerdo que, hasta que me quitaron el
tornillo, yo hacía otro tipo de ejercicios, básicamente de musculación con
pesas, flexibilidad, etc. Desde entonces todo lo que hacemos son operaciones dirigidas
a la compresión del húmero.
Así que las noticias son buenas,
y ya saben que, cuando estoy contento y tengo cosas que celebrar, me sale la
vena bailona y hortera que escandaliza un poco a algunos de mis amigos más puristas. Les
recuerdo que, por ejemplo, el día que la señora Carmena se confirmó como nueva
alcaldesa, les sorprendí con un post llamado A bailar, que pueden consultar pinchando AQUÍ,
y que, en otros momentos también les he traído cosas como aquella cuyo
estribillo decía: me gusta la vida
loca-loca, loca-loca/me encanta la música que toca-toca-toca. Bueno, pues
hoy les voy a poner un par de vídeos para que bailen un poco también. El
primero se llama I lost my underwear.
Literalmente: he perdido las bragas. La letra es
simple: Hola cariño, no sé qué pensarás, no importa, no importa, no importa lo
que pienses, la noche pasada, cariño, perdí las bragas. Para escucharlo ahora han de
pincharAQUÍ.
Y el caso es que el día no pudo
empezar peor. Me levanté, puse la radio y me enteré de la salvajada de Niza.
Esto del yihadismo es algo que tenemos que erradicar como sea, va contra la
humanidad y la civilización que tanto nos ha costado crear. Hay que meter en la
cárcel a los que proclaman discursos contra Occidente y combatir su narrativa.
Porque hay por ahí muchos colgados y muchos inadaptados que, de pronto, un día les
da por seguir sus consignas y causan matanzas, a sabiendas de que no van a
salir vivos. Igual que ETA mató a muchos más vascos que de ningún otro pueblo,
los del ISIS matan sobre todo a gente de los países árabes, lo que pasa es que,
cuando se salen de su ámbito geográfico, la cosa tiene mucha más trascendencia
mediática. Y ahora la tienen tomada, sobre todo con Francia. Uno de los mejores
artículos que he leído últimamente al respecto, lo pueden consultar AQUÍ.
Les recomiendo encarecidamente que lo lean.
Es ciertamente terrorífico, todo
eso de la retórica apocalíptica y el fin de los tiempos. En esa idea está
precisamente el germen de su derrota inevitable: ningún pueblo puede apoyar esa
idea, sólo personajes puntuales, inadaptados y colgados. La democracia siempre
será superior a cualquier régimen surgido de esa barbarie. La gente vive mejor
en los países regidos por una democracia y, al final, lo que la gente quiere es
vivir bien. Pero antes de que logremos derrotarlos, habremos de sufrir muchos
horrores como el de Niza. Hay que estar preparados para ello, redoblar las
labores de inteligencia, intentar infiltrar gente y atacarles por todos los
medios. Desde este blog, toda mi solidaridad con la víctimas.
Por
cierto, los del ISIS no son los únicos que sostienen teorías apocalípticas y
pronostican el fin del mundo. Les recuerdo que el reverendo Ian Paysley, líder
de los unionistas norirladeses, dictaminó en su día que la creación del euro
era una señal inequívoca del fin del mundo.Y que en
Estados Unidos hay una especie de secta ecologista radical, que ha llegado a la
conclusión de que el ser humano es dañino para la Tierra y promueve su
extinción voluntaria, para lo que todos sus miembros se esterilizan. Como
siempre se creen que les meto bolas sin parar, pues precisaré que estos
elementos se autodenominan Movimiento para la Extinción Humana Voluntaria, y
ESTA es su página Web.
Estábamos
en que me he levantado, me he enterado de lo de Niza y me he sentido muy mal.
Tras desayunar, he cogido el tren hasta San Fernando de Henares y, desde la
estación, he caminado mis quince minutos habituales hasta llegar al hospital.
Nada más entrar en el edificio, me he topado con un hombretón en una silla
de ruedas, con ambas piernas amputadas por la parte alta del muslo. Una señora,
seguramente su mujer, le estaba paseando por el hall. Del pantalón corto le
salían apenas unos muñones envueltos en vendajes blancos. No he podido evitar
que mi mirada se centrara en esos muñones y luego subiera buscando sus ojos.
Hemos cruzado nuestras miradas un instante y les confieso que pocas veces en mi
vida he afrontado una mayor expresión de angustia, de desesperación, de
desolación.
Les
recuerdo que ASEPEYO es una Mutua dedicada exclusivamente a los accidentes de
trabajo. Ese pobre desgraciado, hace cuatro días estaba desempeñando su tarea sin
saber lo que le esperaba. Entre lo de Niza y lo de este hombre, he entrado en
la consulta, con una especie de presagio nefasto. Pero lo cierto es que me he
encontrado a un doctor Gárate más contento y feliz que en ninguna de las
consultas anteriores. Es que estaba casi eufórico, tras estudiar mis nuevas
radiografías. Me las ha enseñado y las ha comparado con las anteriores.
Honradamente, yo las veía prácticamente iguales. Pero ya saben cómo son los
médicos. Mira, mira –me decía. ¿Pero no lo ves? Aquí había un agujero entre una
parte y la otra del hueso y ahora ya no lo hay. Y esta sombra de aquí detrás es el
callo que se está formando. Cierto que no tengo una vista de lince, pero que me
aspen si se veía sombra alguna en el punto que me señalaba.
Vivimos
en un mundo muy cabrón y bastante suerte tenemos de haber llegado hasta aquí.
Sería escandaloso que yo me quejara. Sería antiestético, inmoral, obsceno.
Llevo casi cinco meses recuperándome de una rotura de brazo, a paso de tortuga.
Pero, joder, no me ha arrollado ningún camión mientras miraba los fuegos
artificiales de la bahía de Niza. Ni me he quedado sin piernas. Así que, a
vivir, que son dos días. He vuelto en tren del hospital y me he pasado por
Legazpi, para programar mis dos meses de rehabilitación. Para empezar, he
negociado con mis rehabilitadores el saltarme las sesiones del jueves y viernes
próximo. Mi intención es, al terminar la sesión del miércoles, montarme
en mi coche nuevo (conducido por mi hijo, por supuesto) y largarme a La Coruña
que, como saben, también está en la Comunidad de Madrid, como Sigüenza. Allí
estaré hasta el lunes de Santiago.
El
sábado, nos reuniremos toda la familia en Muros, los que vamos quedando, a
comernos unas buenas nécoras, unos percebes, una empanada auténtica y lo que
caiga, con buen vino Albariño. Hay que disfrutar mientras se pueda. Celebrar la
vida. Y bailar. Les había prometido un segundo vídeo para bailones. Bueno, este
es bastante mejor que el otro. El artista se llama Bruno Mars y esta canción,
que le debe mucho a Prince, se titula Uptown
Funk y creo que fue uno de los vídeos más visitados del año pasado. Para verlo, han de pinchar de nuevo. AQUÍ. Pónganselo en pantalla grande. El vídeo es muy bueno. Y que disfruten del fin de semana.
No me creían ustedes cuando les anticipé hace meses que Bernie Sanders
es un crack. En este blog se han podido escuchar las canciones que le han
dedicado desde los músicos más jóvenes de Vermont (el pequeño estado en donde
ha desarrollado su carrera política), hasta el corrido que le compuso el grupo
de chicanos La Meta. Bernie ha peleado como un jabato hasta el final. Ha
encabezado una verdadera revolución en América. Y ha negociado con Hillary
Clinton para condicionar su apoyo a que el programa de la ex Secretaria de Estado
incorporase muchas de sus propuestas más progresistas. Me dicen mis amigos
norteamericanos que han seguido su campaña, que en muchos estados ha habido
irregularidades en el recuento de votos. Que el poder no se corta a la hora de hacer
las trampas que hagan falta para decantar el resultado hacia donde más
conviene. Algunos de estos seguidores de Sanders estaban indignados y
pronosticaban revueltas en la Convención Demócrata, a celebrar a final de mes
en Philadelphia.
Bueno, pues para Bernie ha llegado el momento de reconocer la victoria
de Clinton. Y ha escenificado ese reconocimiento en un mitin en New Hampshire
(anteayer mismo), en el que ambos han aparecido juntos bajo el lema Stronger Togheter (más
fuertes unidos). En el acto intervienen primero cuatro oradores. Les voy a
poner el vídeo completo, para que escuchen a Bernie, cuya intervención empieza
más o menos en el minuto 38 del vídeo (supongo que saben cómo saltarse lo
anterior). Les recomiendo que lo escuchen y me he tomado el trabajo de
traducírselo abajo. Es un discurso vibrante, extraordinario, que toca todos los
temas que ha de tocar. Bernie ha iniciado un movimiento que tiene vocación de
seguir creciendo y madurando después de las elecciones de noviembre. Y yo tengo
mucha esperanza en este movimiento, porque los Estados Unidos son el lugar
donde se cuece el bacalao y es
su propio pueblo el que debe iniciar la solución de la crisis económica y
social de occidente (igual que fueron ellos los que consiguieron parar la
guerra de Vietnam).
No puedo evitar un comentario. ¡Qué envidia de políticos! Bernie ha
luchado hasta el final, ha logrado cosechar un apoyo masivo y ha traducido ese
apoyo en propuestas concretas recogidas en el programa de Hillary. Y ahora
escenifica la unión. Él sabe que le han rebañado delegados con toda clase de
trampas, pero de ninguna manera quiere que se produzcan disturbios en
Philadelphia. Ya sabemos lo que producen otro tipo de discursos en un país en
el que todo el mundo está armado hasta los dientes. Hace falta mucha talla
política y mucha visión a largo plazo para esto. Pero es que así se actúa en
casi todos los países civilizados.
Hace poco hubo elecciones presidenciales en Perú. En la primera vuelta
la candidatura más votada fue la de Keiko Fujimori (como si en España se
presentara Carmencita Franco). Había una candidatura de izquierda moderada,
encabezada por Verónika Mendoza. Con las mismas trampas de siempre,
consiguieron que quedara la tercera, por un estrecho margen por detrás de Pepe
K, que no es el mote del protagonista de El Proceso de Kafka, sino la forma en
que se conoce a Pedro Pablo Kucinsky (PPK). El bueno de PPK presentaba una
propuesta neoliberal de crecimiento del país. La cosa se arregló, por tanto,
para que los peruanos eligieran en segunda vuelta entre dos propuestas de
derechas. Qué creen que fue lo primero que hizo Verónika Mendoza. Pues dar una
rueda de prensa, reconocer la derrota y pedir el voto en segunda vuelta para
Pepe K. Cualquier cosa antes de dar el poder a alguien apellidado Fujimori.
Ese tipo de comportamientos son los que yo esperaba de Pablo Iglesias.
Generosidad y visión de futuro. Sin líneas rojas. Sólo tenía que haberse abstenido para dejar
gobernar a Sánchez y Rivera en minoría. Y hubiera dispuesto de cuatro años para
hacer una oposición fuerte, aprendiendo y formando cuadros. Pero este señor
tenía prisa. Quería asaltar los cielos y asaltarlos ya. Había visto demasiados
episodios de Juego de Tronos. Resultado: no va a haber forma de echar a Rajoy
de la Moncloa. Yo creía que los resultados de junio iban a ser idénticos a los
de diciembre. Hasta tenía pensado el título de mi post: Y to pa na. Pero los resultados son
los que han sido. Y, como no espabilen, iremos a unas terceras elecciones,
haciendo un ridículo internacional, y entonces Rajoy ganará ya por mayoría
absoluta.
Bien les dejo ya con el discurso de Sanders. A mí me parece cojonudo.
Un tipo de 74 años con una energía envidiable y una cabeza excepcional. Se
necesita alguien a la altura de Roosevelt para sacarnos de esta crisis
interminable. Y además, el inglés de Sanders se entiende de puta madre.
BillMcKibben, Jim Dean, gobernadora Hassan, senadora Shaheen, muchas gracias por vuestros amables comentarios. Y
quisiera comenzar dando también las gracias a los 13 millones de americanos que
votaron por mí durante las primarias demócratas. Y gracias New Hampshire, por
darnos nuestra primera gran victoria. Y muy especial gracias a la gente del estado
de Vermont que me apoyó durante tantos años como alcalde, como miembro del
Congreso, como senador, como candidato presidencial, a mí, a Jane y a toda
nuestra familia. ¡Vermont gracias! Permítanme también agradecer a los cientos
de miles de voluntarios en todo el país, en todos los estados de la Unión que
han trabajado muy duro en nuestra campaña y los millones de nuestros
colaboradores que mostraron al mundo que podríamos ejecutar una campaña
nacional exitosa basada en pequeñas contribuciones individuales –dos millones y medio de
ellos.
Juntos, hemos comenzado una revolución política para transformar
América y esa revolución continúa. Juntos, vamos a continuar la lucha para
crear un gobierno que nos represente a todos, y no sólo al uno por ciento –un gobierno basado en los principios de la justicia
económica, social, racial y ambiental. Estoy orgulloso de la campaña que hemos
desarrollado aquí en New Hampshire y en todo el país. Nuestra campaña ganó las
primarias y caucus en 22 estados, y cuando se contabilicen los datos en la
Convención Nacional Democrática, se mostrará que ganamos casi 1.900 delegados.
Mucho más de lo que casi todo el mundo pensó que podíamos ganar.
Pero esto no es
suficiente para ganar la nominación. La secretaria Clinton entra en la
convención con 389 delegados asegurados más de los que nosotros tenemos y muchos
más superdelegados. La secretaria Clinton ha ganado el proceso de nominación para
la Candidatura Demócrata, y yo la felicito por ello. Ella va a ser la candidata
demócrata a la presidencia, y tengo la intención de hacer todo lo posible para
asegurar que será la próxima presidente de los Estados Unidos.
Hoy he venido aquí no para hablar del pasado sino para centrarme en
el futuro. Ese futuro estará determinado más por lo que ocurra el 8 de
noviembre en las urnas de votación a lo largo de nuestra nación, que por
cualquier otro evento en el mundo. He venido aquí para explicar de la manera
más clara posible por qué estoy apoyando a Hillary Clinton y por qué debe ser
nuestra próxima presidente.
Durante el último año he tenido una oportunidad extraordinaria, la
extraordinaria oportunidad de hablar con más de 1,4 millones de estadounidenses
en mítines en casi todos los estados de nuestro país. También tuve la
oportunidad de reunirme con muchos otros miles de personas en reuniones más
pequeñas. Y la profunda lección que he aprendido, es que esta campaña no es
realmente sobre Hillary Clinton, o Donald Trump o Bernie Sanders, o cualquier
otro candidato que busque la presidencia. Esta campaña es sobre las necesidades
del pueblo estadounidense que está peleando contra la muy grave crisis que
enfrentamos. Y no hay duda de que, a medida que nos acercamos a noviembre, Hillary Clinton es de lejos la mejor candidata para hacer eso.
Es muy fácil de olvidar, y los republicanos quieren que nos
olvidemos de donde estábamos hace siete años y medio, cuando el presidente
Obama asumió el cargo. Como resultado de la avaricia, la imprudencia y las
conductas ilegales en Wall Street, nuestra economía estaba en la peor crisis
económica desde la Gran Depresión. Cerca de 800.000 personas al mes estaban
perdiendo sus puestos de trabajo, estábamos alcanzando un déficit récord y el
sistema financiero del mundo estaba al borde del colapso. Hemos recorrido un
largo camino en los últimos siete años y medio y yo agradezco al Presidente
Obama y al vicepresidente Biden por su liderazgo para sacarnos de esa terrible
recesión. Sin embargo, y creo que todos estamos de acuerdo, mucho, mucho más
queda todavía por hacer. Demasiados americanos están aun siendo dejados de
lado, dejados atrás, ignorados. En el país más rico de la historia del mundo,
hay demasiada pobreza, demasiada desesperación.
Esta elección es sobre la madre soltera que vi en Nevada, que,
con lágrimas en los ojos, me dijo que estaba muerta de miedo por el futuro,
porque ella y su hija no podían vivir con los 10 dólares y 45 centavos por hora
que ella estaba ganando. Esta elección es sobre esa mujer, y los millones de otros
trabajadores de este país que se están quedando cada vez más atrás, mientras
tratan de sobrevivir con salarios totalmente inadecuadas.
Hillary Clinton entiende que debemos establecer una economía en
Estados Unidos que ahora está amañada y que envía casi la totalidad de la nueva
riqueza y el ingreso al uno por ciento más rico. Hillary Clinton entiende que
si alguien en América trabaja 40 horas a la semana, esa persona no debería
estar viviendo en la pobreza. Ella cree, todos nosotros creemos, que hay que
aumentar el salario mínimo hasta un nivel digno. Y para eso hay que crear
millones de nuevos puestos de trabajo, para la reconstrucción de nuestras
infraestructuras que se están desmoronando –nuestras
carreteras, nuestros puentes, nuestros sistemas de agua, nuestras plantas depuradoras
de aguas residuales.
Pero su oponente –Donald
Trump –bueno, él tiene una visión muy
diferente. Él cree que los estados deberían tener el derecho de bajar el
salario mínimo o incluso suprimir el concepto de salario mínimo. Si es elegido
Donald Trump, no vamos a ver ningún incremento en el salario mínimo federal de 7.25
dólares por hora –un salario de hambre. Esta elección es sobre cuál de
los candidatos designará a los jueces del Tribunal Supremo que estén dispuestos
a revocar la desastrosa decisión de Ciudadanos Unidos, una decisión que está
permitiendo a los multimillonarios comprar las elecciones y está socavando
nuestra democracia. Esta elección es sobre quién va a nombrar a los nuevos
jueces de la Corte Suprema que defiendan el derecho de la mujer a elegir, que defiendan
los derechos de la comunidad LGBT, que defiendan los derechos de los
trabajadores, las necesidades de las minorías y los inmigrantes, y la capacidad
del gobierno para proteger nuestro medio ambiente. Si alguien por ahí piensa
que esta elección no es importante, que se tome un momento para pensar sobre
los jueces del Tribunal Supremo que Donald Trump nombraría, y lo que eso significaría
para las libertades civiles, la igualdad de derechos y el futuro de nuestro
país.
Esta campaña es también para llevar a los Estados Unidos hacia
la atención médica universal y reducir el número de personas en nuestro país
que no están aseguradas o están infraaseguradas. Hillary Clinton quiere ver que
todos los estadounidenses tengan el derecho a elegir una opción pública para el
cuidado de su salud, lo que reducirá los costes del cuidado de la salud en
millones. Ella también cree que cualquier persona de 55 años o más debe tener la
posibilidad de optar al Medicare y quiere ver a millones de estadounidenses más
accediendo a la atención primaria de salud, al cuidado dental, al asesoramiento
en salud mental y a los medicamentos recetados a bajo costo, a través de una
gran extensión y formación de centros de salud comunitarios en todo el país.
Hillary se ha comprometido a ver a miles de jóvenes doctores, enfermeras, psicólogos,
dentistas y otros profesionales de la medicina, ejerciendo en las zonas ahora desatendidas,
mientras mantenemos la idea del presidente Obama de triplicar los fondos para
el Servicio Nacional de Salud.
En Nueva Hampshire, en
Vermont y en todo este país sufrimos una gran epidemia de adicción a los
opiáceos y a la heroína. Todos los días muere gente por sobredosis. Hillary
Clinton entiende que, si queremos enfrentar seriamente esta crisis, necesitamos
cambios importantes en la manera en que prestamos tratamientos de salud mental
a lo largo de este país. Y eso es lo que la expansión de los centros de salud comunitarios
va a hacer y eso supone conseguir personal médico formado para las zonas que más
los necesitan. Y ¿cuál es la posición de Donald Trump en el asunto del cuidado
de la salud? No hay sorpresa. El mismo y viejo menosprecio republicano hacia
las familias trabajadoras. Él quiere abolir la Ley de Cuidado de Salud
Asequible, expulsar a 20 millones de personas del seguro de salud que tienen actualmente
y eliminar el Medicaid para los estadounidenses de bajos ingresos. La última
cosa que necesitamos hoy en Estados Unidos es un presidente al que no le importe
que millones de estadounidenses pierdan el acceso a la cobertura de atención
médica que necesitan desesperadamente. Necesitamos más personas con acceso a una
atención médica de calidad, no menos.
Hillary Clinton también entiende que millones de personas
mayores, discapacitados veteranos y otros están luchando con el
escandalosamente alto costo de los medicamentos que les recetan. Ella y yo
estamos de acuerdo en que el Medicare debe negociar los precios de los
medicamentos con la industria farmacéutica y que hay que ampliar el uso de
medicamentos genéricos. Las compañías farmacéuticas no deberían estar haciendo
miles de millones en ganancias, cuando uno de cada cinco estadounidenses es
incapaz de pagar los medicamentos que necesita. La avaricia de las compañías
farmacéuticas debe terminar.
Esta elección es también
sobre la grotesca desigualdad de ingresos y riqueza que existe en la
actualidad, la peor que ha habido en nuestro país desde 1928. Hillary Clinton
sabe que algo está fundamentalmente mal cuando los muy ricos se hacen aun más
ricos, mientras que mucha otra gente están trabajando cada vez más horas por
menores salarios. Ella sabe que es absurdo que la clase media estadounidenses
esté pagando una tasa efectiva de impuestos más alta que los fondos buitre millonarios,
y que hay corporaciones en este país que hacen miles de millones de dólares al
año en ganancias, debido a los trucos que sus grupos de presión crean
en un año dado para no pagar un centavo en impuestos federales. Eso está mal.
Mientras que Hillary Clinton apoya que nuestro código fiscal sea más justo y
progresivo, Donald Trump quiere recortar impuestos en cientos de miles de
millones de dólares para las personas muy ricas de este país. Sus políticas
económicas imprudentes no sólo van a exacerbar la desigualdad de ingresos y
riqueza, sino que además aumentarían nuestra deuda nacional en miles de
millones de dólares.
Esta elección es sobre los miles de jóvenes que he conocido a lo
largo de este país que han terminado su carrera universitaria profundamente endeudados,
y esos muchos otros que no pueden permitirse el lujo de ir a la universidad,
cuando este país necesita tener la fuerza de trabajo mejor preparada en la
altamente competitiva economía global. Hillary Clinton cree que hay que reducir
sustancialmente la deuda de los estudiantes, y que tenemos que crear
universidades públicas de matrícula libre para la clase media y las familias
trabajadoras de este país. Esta es una importante iniciativa que va a
revolucionar la educación superior en este país y mejorar las vidas de tantas
personas de nuestro pueblo. Piensen en lo que significará, piensen en esto,
cuando todos los niños de este país, independientemente de los ingresos de su
familia, sepan que si estudian duro y les va bien seriamente en la escuela –sí,
tendrán la posibilidad de acceder a una educación universitaria y completarla
sin deudas.
Esta elección es también sobre el cambio climático, la mayor
crisis ambiental que enfrenta nuestro planeta, y la necesidad de dejar este
mundo de forma saludable y habitable para nuestros hijos y las generaciones
futuras. Hillary Clinton está escuchando a los científicos que nos dicen que,
si no actuamos con valentía, en un futuro muy próximo habrá más sequías, más
inundaciones, más acidificación de los océanos, mayor aumento del nivel del mar.
Ella entiende que hay que trabajar con los países de todo el mundo en la
transformación de nuestro sistema de energía basado en los combustibles fósiles,
para buscar la eficiencia energética y la energía sostenible –y que con esto podemos crear una gran cantidad de
empleos bien remunerados. Bueno, Donald Trump, como la mayoría de los
republicanos, de forma triste y trágica ha decidido rechazar la ciencia –algo que ningún candidato presidencial debería hacer
nunca. Él cree que el cambio climático es un engaño. De hecho, él quiere
ampliar el uso de los combustibles fósiles. Eso sería un desastre para nuestro país
y para todo el planeta.
Esta elección es sobre el liderazgo que necesitamos para aprobar
una reforma migratoria integral y reparar un sistema de justicia criminal que
está en quiebra. Se trata de asegurarse de que los jóvenes de este país estén
en buenas escuelas o en buenos puestos de trabajo, no en celdas de la cárcel.
La secretaria Clinton entiende que no necesitamos tener más gente en la cárcel
que cualquier otro país del mundo, con un gasto de 80 mil millones de dólares
anuales.
En estos momentos convulsos en nuestro país, esta elección debe buscar
unir a nuestro pueblo, no dividirlo. Mientras que Donald Trump está ocupado insultando
a mexicanos, musulmanes, mujeres, afroamericanos y veteranos, Hillary Clinton
entiende que nuestra diversidad es una de nuestras mayores fortalezas. Sí. Conseguiremos
ser más fuertes cuando blancos y negros, latinos, asiático-americanos, nativos
americanos, todos nosotros vayamos juntos. Sí. Conseguiremos ser más fuertes
cuando los hombres y mujeres, jóvenes y viejos, homosexuales y heterosexuales,
nativos e inmigrantes luchemos juntos para librar a este país de todas las
formas de intolerancia.
No es ningún secreto que Hillary Clinton y yo estamos en desacuerdo
sobre una serie de cuestiones. En torno a eso ha girado esta campaña. Y en eso
consiste la democracia. Pero estoy feliz de poder decir que en el Comité para
una Plataforma Demócrata, que terminó la noche del domingo en Orlando, se
produjo un importante acercamiento entre las dos campañas y como resultado de
ello, ahora presentamos, con mucho, la propuesta más progresista de la historia
del Partido Demócrata. Nuestro trabajo ahora es conseguir que esa propuesta sea
implementada por un Senado bajo control Demócrata, por un Congreso bajo control
Demócrata y con la presidencia de Hillary Clinton –y ya les digo que tengo la intención de recorrer
todos los rincones de este país al servicio de que esto ocurra.
Conozco a Hillary Clinton desde hace 25 años. Éramos un poquito
más jóvenes entonces. La recuerdo como una gran primera dama que rompió
precedentes en cuanto al rol que una primera dama tiene que jugar. Y recuerdo
cómo ella ayudó a dirigir la lucha por la atención de salud universal. Serví
con ella en el Senado de Estados Unidos y la conozco como una firme defensora
de los derechos de nuestros niños. Y la conozco, y todos ustedes la conocen,
como una de las personas más inteligentes que jamás nos hemos encontrado.
Hillary Clinton será una presidente excepcional. Y yo me siento
orgulloso de estar junto a ella hoy aquí. Muchas gracias a todos.