Bueno,
empezaré por sacar un poco de pecho. El día 16 trincaron a Rato, aunque sólo estuvo
detenido un rato, y el mismo 17, a las 11.35, tenían a su disposición mi Post #369 “La mano que aprieta”, centrado en esa mano que le
echaron al cuello para que no entrara solo en el coche y subrayar así su
ignominia pública. Me puedo preciar de haber sido uno de los primeros pero, por
suerte, no fui el único que se percató del significado de esa imagen. Llovieron
comentarios sobre la maldita mano, en periódicos y redes sociales y hasta el
periodista de El País Manuel Jabois contó cómo a él lo habían detenido una vez
en Canarias y lo habían metido en un coche de esa misma indigna manera. Debe de
ser un protocolo. El caso es que si uno ve la escena en televisión, apenas se
advierte el detalle, es un segundo, pero la foto de marras es la leche.
Digo
que no fui el único por suerte. Joder, es que es un alivio comprobar que
esta sociedad no se las traga cuadradas y sabe leer las imágenes, igual
que los arquitectos leen los edificios y los planos
y los buenos centrocampistas son los que saben leer el partido. En este país
se leen cada vez cosas más peregrinas, y cada vez menos libros. Mañana es el
día de Sant Jordi (no el Pujol, el santo) y supongo que saben que han de
regalar una rosa a la mujer que aman (los caballeros) y un libro al hombre que
les ama (las señoras). Sant Jordi era un santo catalán, escolti, no
m’emboliquen, que yo sólo he díu que era catalán ¿eh? no que fuera soberanista
ni independentista ni nada por el estilo. Sant Jordi era un guerrero, como el
del antifaz, con cota de malla y casco y, ataviado de tal guisa, mató al dragó
(no el Sánchez, el de verdad) y de la sangre del dragó brotó una rosa (arose
a rose, que dicen los ingleses) y por eso la tradición de la rosa. ¿Y lo
del libro? Y yo qué sé, desde luego los españoles no hacen más que venga
preguntar y venga preguntar, son ustedes unos centralistas insoportables.
¿En
qué estábamos? Ah, sí, en que a Rato le echaron mano al cuello y todo el mundo
habló de la noticia del día, que era casi más la mano que la propia detención.
La potencia de esa imagen es tal que hasta el propio cuerpo de policías de
aduanas hubo de salir al paso y sacar un comunicado en el que dice que eso se
hace habitualmente y tiene por objeto evitar que el detenido se haga daño al
entrar en el coche. Cojonuda la explicación, oyes, ahora sí que lo han
arreglado. Tú detienes a un etarra, un suponer, y, como no tengas cuidado y te
olvides de agarrarlo por el cuello, el tipo embiste al dintel (o como se llame)
de la portezuela, se hace un siete en la cabeza y luego alega violencia
policial, se lo enseñan en los cursillos de fin de semana que hacen en Biarritz
y Saint Jean de Luz, impartidos por pied-noirs argelinos. El sábado
dedican la mañana a practicar el cabezazo al coche y luego vuelven a casa como ecce-homos y tienen que decir que han estado haciendo barranquismo abertxale, para que no se
mosquee la amatxu.
En
fin, en este mundo mediático y gilipollas, en el que domina el postureo, el figurar y el hacer-como-si, que te echen la mano al cuello no es
lo peor que te puede suceder. Todavía resulta más grave y decisivo que Rajoy se
refiera a ti como ese señor. Y por cierto, todo el mundo presupone que
la mano de verdad, la que mueve las marionetas del circo patrio, más
bien teatrillo de títeres de cachiporra, es precisamente la del ínclito señor
Rajoy, preocupado de que la multiplicidad de escándalos, que involucran a
prebostes del PP un día sí y otro también, afecte decisivamente a las posibilidades electorales del
partido y no le dé tiempo a remontar para noviembre. Eso es lo que sugiere, por
ejemplo, el juez Elpidio Silva, a quien se le ocurrió intentar empapelar a
Blesa, concurdáneo o compañero de francachelas de Rato, y ya sabemos el
resultado: Blesa en la calle y él inhabilitado como juez, con la inhabilitación
recurrida y pendiente de resolución. AQUÍ pueden leer lo que dice este señor, aunque ya se sabe
que es un rencoroso calvo como Varoufakis.
También se habla de la complicidad
en el manazo de Guindos y Montoro, los dos adláteres económicos de Rajoy. A
cuenta de ello, los periódicos han rescatado del archivo la foto de Rato con el
segundo de ellos llegando juntos a la boda de Agag en El Escorial. La viva imagen del refrán: cría cuervos y te sacarán los ojos. Abajo la
tienen, es también una foto cojonuda. Sobre todo, para constatar que Montoro
era todavía más feo de joven. Coincidirán conmigo en que este señor, dentro de
lo que cabe, ha guapeado con los años y la acumulación de poder. Aunque conserva de aquel tiempo un cierto aire de cristobita, con la cachiporra oculta, listo para empezar a arrear palos a defraudadores y tramposos.
La
verdad es que el recuento de asistentes a esa boda, que dio la verdadera
dimensión de la locura aznárica (que se manifestaría en toda su crudeza en la
participación en el ataque a Irak), es ciertamente estremecedor. Correa y El
Bigotes, los reyes de la trama Gürtel. Ana Mato y su a-la-sazón-marido, el señor
Sepúlveda. Bárcenas el grande. Camps y Jaume Matas. Lo más granado del lobby
pepero. No sé si asistió Granados, el tipo cuya deriva ha alcanzado una especie de
justicia poética: ahora mismo ocupa una celda en la cárcel que él mismo
inauguró. Por no hablar de Berlusconi. Todos imputados o, como se dice ahora, investigados, de acuerdo con la terminología derivada de la flamante Ley de Enjuiciamiento Criminal.
Por
acabar con la mano de los cojones, aquí les traigo lo que dicen al respecto en eldiario.es,
una de las plataformas de información independiente más recomendables. El
periodista Javier Gallego juega como yo con el título de una
película, lo que pasa es que, como es más joven, no conoce La Mano que
Aprieta, y sí La Mano que Mece la Cuna. Este señor no ha sido tan
rápido como yo, pero su texto es tremendo, veinte veces mejor que el mío.
Lógico: él es un analista político de larga trayectoria y pluma bien afilada y yo un chisgarabís que
perpetra escritos a bote pronto (reflexiones a la carrera) y cada vez se va más
por los cerros de Úbeda. Léanlo AQUÍ. De verdad que merece la pena.
Entre
estos y otros divertimentos, estamos a un mes de las elecciones locales más
inciertas de los últimos tiempos. Todo esto de los corruptos hace mucho daño al
PP y yo no sé cómo van a hacer para enderezar la situación. De una de estas,
recurren a Floriano. ¿A quién? A Floriano. Agárramela con la mano. Nada, que no
nos libramos de la mano de las narices. Esperanza hace equilibrios para que no
le salpique la cosa, pero va a necesitar la habilidad de un Houdini para
librarse. Y ya que todo este disbarre parte de La Mano que Aprieta, voy a cerrar
este post con otra película de ese tiempo, ésta excelente, que tampoco
conocerán ustedes, jovenzanos agrestes como son. Me refiero a El hombre del Traje Blanco
(Alexander McKendrick, 1951). En este estupendo film, Alec
Guinness interpreta a un científico que descubre alborozado un tejido que no se rompe ni se mancha ni se estropea. Se hace
con él un traje blanco que nunca se desgasta, aunque se revuelque por lodazales.
Todo el mundo le alaba, es un gran inventor, su creación es un paso adelante
para la humanidad.
Pero
muy pronto empiezan sus tribulaciones. Los dueños de las grandes empresas
textiles se unen contra él y conspiran para que el invento no se divulgue. Y lo
peor de todo no es eso, sino que los propios trabajadores y sus sindicatos se
ponen en su contra, le ven como alguien que amenaza su puesto de trabajo y empiezan a atacarlo por todos los medios, desde los más
sutiles hasta los más violentos. No les cuento cómo acaba, pero se lo pueden
imaginar. Se trata de una película en blanco y negro, realizada con mucha
pulcritud y que contiene una reflexión filosófica demoledora sobre el
capitalismo y las contradicciones de este mundo supuestamente civilizado que
habitamos. Y con un cartel anunciador maravilloso, que ven aquí a la izquierda.
¿Cómo dicen? ¿Qué por qué traigo esto ahora? No me digan que no han caído. Es que están tan acostumbrados a que se lo dé todo explicadito que están perdiendo reflejos. Pues está bien claro: Esperanza es como el hombre del traje blanco. Está metida en todos los lodazales, pero pretende salir inmaculada. No sé si lo conseguirá. Y menos después de leer la última entrada del blog de Javier Marías. Este señor sí que escribe bien. Se la dejo de postre. Disfruten de ella: AQUÍ. Y vayan pensando en dónde van a comprar la rosa.
¿Cómo dicen? ¿Qué por qué traigo esto ahora? No me digan que no han caído. Es que están tan acostumbrados a que se lo dé todo explicadito que están perdiendo reflejos. Pues está bien claro: Esperanza es como el hombre del traje blanco. Está metida en todos los lodazales, pero pretende salir inmaculada. No sé si lo conseguirá. Y menos después de leer la última entrada del blog de Javier Marías. Este señor sí que escribe bien. Se la dejo de postre. Disfruten de ella: AQUÍ. Y vayan pensando en dónde van a comprar la rosa.
Bueno, varias cosas. Como siempre, nos obsequia con unas cuantas palabras infrecuentes, que sorprendentemente, pueden encontrarse en los diccionarios de Internet: concurdáneo o cristobita. Es fácil imaginar la cachiporra oculta tras la espalda del joven Montoro, lista para empezar a arrear mamporros a sus sucesivos compañeros de teatrillo. Las imágenes, estupendas también. Y la sutil diferencia a cuenta de los regalos de hombres y mujeres en Sant Jordi. Ya vamos captando eso de la misoginia tranquila y resignada.
ResponderEliminarEspero que no se haya dado usted por aludido ante las palabras concurdáneo y cristobita, y sí, en cambio, por la de jovenzano agreste, que tampoco es manca. Creo recordar que yo he proclamado una misoginia amable, que no tranquila y, desde luego, como parte especializada de mi misantropía general. La mía es una misoginia amable, resignada, desesperada, respetuosa y hasta admirativa: las mujeres en general son admirables.
EliminarSi a tu producción de tres textos a la semana, añades enlaces a no sé cuantos artículos, pues a mí no me da tiempo a leer tanto. Se me va acumulando el retraso y lo siento. No sé como hacen tus otros seguidores. Por lo demás, coincido con el anterior: la foto es muy buena (ya la había visto) y el cartel de cine, extraordinario, no tenía ni idea de la existencia de esta película, que parece muy interesante.
ResponderEliminarNo te preocupes, hombre, mis textos quedan ahí alojados, en la nube, puedes entrar cuando más te convenga y ponerte al día. Si escribo todo lo que escribo es (además de por otros motivos que no voy a explicar aquí) por evitar que las cosas caigan en el olvido. Los mayores vamos perdiendo memoria. Yo, por ejemplo, releo ahora algunos de mis primeros posts y encuentro cosas que ya se me habían olvidado. Si no las hubiera dejado por escrito, se habrían perdido en la nada del tiempo que huye.
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