viernes, 17 de abril de 2015

369. La mano que aprieta

Ustedes, queridos lectores, son en general más jóvenes que yo y seguro que no les suena de nada el título de este post. Lógico. Se trata del nombre de una olvidada película argentina, medio de terror, medio de risa, que se rodó nada menos que en 1953, en blanco y negro, y que debía de ser bastante mala, por lo que se dice. Aquí pueden ver el cartel original, para que se hagan una idea del nivel del engendro. Creo que no llegué a ver ese film, seguramente lamentable, pero sí tengo en los recovecos de mi memoria, entre telarañas de recuerdos medio borrosos, la imagen de mi madre engarfiando su mano derecha y acercándola despacio a mi cara de niño, mientras decía bajando el tono de voz: uuuh, soy la mano que aprieta… Era su forma de darme un susto amable, que me provocaba más risa que miedo. He recordado esta historia a cuenta de la foto más comentada de ayer.

Tenía ya escrita la siguiente entrega sobre el chabolismo, un tema que me parece apasionante aunque entiendo que a algunos lectores les resulte una pesadez. Pero he decidido dejarla para el lunes, porque lo de ayer es un hecho relevante que ha desplazado del ranking de tremending topics al Leon-come-gambas: el Rajoy-come-Ratos. Era algo cantado. Allá por octubre de 2014, escribí un texto a cuenta de la avanzadilla del virus del ébola en nuestro país, en concreto el Post #293, en cuya parte final se hablaba del señor Rato, como símbolo de ese otro virus que ataca últimamente a los políticos, con una foto en compañía de su cómplice Blesa sobre la que algún lector preguntó si eran ellos mismos o sus dobles del museo de cera. Ya saben que una imagen vale más que mil palabras.

En aquellos tiempos había que tener cuidado con lo que se decía de Rato, cuestión con la que yo ironizaba largamente, porque todo lo que se hablara de Rato estaba todavía sub-judice. Desde ayer no. Ayer se dio la salida para ponerle verde sin miedo a represalias. Y la señal de que hemos entrado en un tiempo nuevo, la ha dado también una imagen que vale más que mil palabras. Cierto que el susodicho llevaba ya una temporada anticipando este instante, por el sistema de mostrar una imagen apesadumbrada y compungida, sin afeitar y con un cierto aire de homeless, como si acabara de despertar de una noche de pesadilla en la que se hubiera acostado con la chaqueta puesta. Pero, hasta ayer, no necesitaba ayuda para montar en el coche y esa es hoy la señal de su ignominia. Aquí tienen la secuencia de imágenes a que me refiero.




Los media han captado la onda y se han lanzado raudos sobre la presa, como los galgos del canódromo cuando se desbloquean las puertas de los cajones de salida. Como muestra, dos botones: pinchen en estos enlaces El País y El Mundo y verán la larga serie de descalificaciones y agravios que le dedican esta mañana ambos diarios al flamante apestado nacional. Ya saben que éste no es un blog de análisis económico ni político, aunque a veces me dé ciertas ínfulas en esos terrenos. Aquí se habla con mayor propiedad de otros temas y a mí de este caso me interesan sobre todo las connotaciones, especialmente las relacionadas con los simbolismos. 

Estamos en un mundo en el que prima lo visual y las escenografías se preparan con cuidado, porque por todas partes hay cámaras captando el instante para, con un clic, mandarlo all over the world. Los islamistas fanáticos lo saben muy bien y cuidan con esmero el atrezzo, los monos naranja, el embozo negro del matarife, el escenario desolado y desértico. Últimamente, utilizan incluso técnicas de montaje, secuencias a cámara lenta, músicas sobrecogedoras. Los chinos no les van a la zaga, arriba tienen una imagen difundida con motivo del juicio a Bo Xilai, miembro del Politburó caído en desgracia. Nada es casual en esta imagen, ni la composición, ni los policías que lo custodian, cuadrados para la foto y seguramente elegidos por tener una estatura ligeramente más alta que la del reo, ni siquiera los guantes quirúrgicos que calzan, tal vez por si tienen que tocar al apestado, por ejemplo, para empujarlo dentro de un coche. También recordarán la escena de cuando al tío del lider supremo de Corea del Norte lo fueron a detener en plena sesión del Comité Central, con las cámaras preparadas para filmar. El público ya supo en ese momento que al tipo lo condenarían a muerte.

Con Rodrigo Rato se han usado también esas técnicas. Este señor tiene dinero para aburrir, suficiente para pagar las fianzas que le toquen. No creo que vaya a pasar mucho tiempo a la sombra, lo mismo que el señor Blesa. Y seguramente era innecesaria la detención durante siete horas, porque podrían haberle interrogado tranquilamente con un café y cómodamente sentados en su despacho. Pero se trataba de otra cosa. Había que echarle a los leones-come-políticos-corruptos. Yo soy muy desconfiado, no creo en las casualidades y estoy convencido de que todo esto obedece a una estrategia perfectamente diseñada y probablemente pactada con el propio interesado. Alguien está detrás moviendo los hilos, no sé si el propio Rajoy o quién. Y ese alguien decidió que al señor Rato había que aplicarle la mano que aprieta. Se puede imaginar un diálogo como el siguiente:

Rodrigo, chavalote, tenemos que dar un paso adelante/No jodas, ¿no me lo podéis ahorrar?/Sabes que lo haríamos si fuera posible, pero estamos en período electoral y el PP tiene que dar la imagen de mano dura. Cada día estamos filtrando noticias sobre tu procesamiento, pero la gente no se lo traga, necesitamos una imagen impactante/¿Habéis pensado en la posibilidad de que se vuelva contra vosotros?/Sí, pero dice Arriola que la suma de efectos contrarios será positiva/Que mierda, desde Navidad haciéndome fotos sin afeitar y con la chaqueta vieja del portero y ahora resulta que no vale/No, necesitamos algo más, tenemos que detenerte, aunque sea un ratito/Bueno, si no hay mas remedio... Pero no me pongáis las esposas, es muy humillante/Es un momento, sólo para la foto/Pero es que tengo las muñecas muy sensibles. Por favor.../Vale, pero entonces tenemos que poner a un tipo que te coja por el cuello y te empuje dentro del coche/Sé subir yo solito/Pero es que si no, la gente no se lo va a tragar/Muy bien, lo que digáis, pero elegid a uno que no tenga mal aliento. Y que me trate con cuidado.

Esta secuencia imaginaria es sólo la traducción de mi alto grado de ingenuidad en estos terrenos. Porque, probablemente, la realidad sea mucho más compleja y llena de personajes malvados. Mi interpretación presupondría que todo el PP está unido y camina en una sola dirección, cuando es muy posible que no sea así. En un momento de amenaza de pérdida de poder vertiginosa, han de estar volando cuchillos afilados y esta última vuelta de tuerca quizá sea la expresión externa de una guerra subterránea entre facciones. Y ya saben que en estas guerras no hay prisioneros. Lo que de ninguna forma puedo creerme es que se trate de un asunto inocuo, no preparado y orquestado. Piensa mal y acertarás. Algunos dirán que soy un conspiranoico, pero estas cosas están a la orden del día.

No sé si se han enterado, pero ahora circula una teoría según la cual Jesús Gil y Gil no está muerto, sino vivito y coleando en Venezuela, o en Cuba. La cosa parte de una conversación, grabada al descuido, en la que le preguntan a su hijo Miguel Ángel qué tal está su padre y el tipo parece contestar que bien. AQUÍ tienen la referencia de la noticia. Incluso se ha creado un grupo de Facebook que se llama Yo también creo que Jesús Gil está vivo!!, que ha cosechado más de 1500 Me gusta. En fin, que estamos en un mundo de locos en el que todo es posible. Así que: lo de todos los viernes: sean felices, pasen un buen finde y no se preocupen: mientras puedan subir solos al coche, sin que nadie les aplique la mano que aprieta, están a salvo.

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