Entre los entendidos en el tema
de la movilidad urbana, Friburgo es considerada de forma unánime como un modelo
de planificación integral, que reúne en una política unitaria medio ambiente,
movilidad, urbanismo y regulación del comercio, en un contexto de participación
ciudadana activa y bien estructurada. Ciertamente lo es, pero no se trata de
algo casual, sino que tiene sus raíces en una larga tradición de lucha
ciudadana en dos frentes: el movimiento antinuclear y la lucha por la
conservación del tranvía, de la que les hablaré en el post siguiente.
Es conveniente saber que Friburgo
es la capital de la región de Baden (baño, en alemán), en donde está también la
localidad de Baden-Baden (baño al cuadrado). A su vez, ésta es una de las dos
regiones que integran el bundesland
(estado de la
República Federal ) de Baden-Württemberg, cuya capital está en
Stuttgart, cabeza de la región de Württemberg, que es también la ciudad más
grande del estado. Hay una rivalidad entre ambas capitales regionales, similar
a la de Vigo y La Coruña ,
cuyas raíces se hunden en la noche de los tiempos, pero que, después de la
guerra, ha llevado a ambas ciudades a posiciones ideológicas contrapuestas.
Stuttgart es una ciudad con una
floreciente industria automovilística, que alberga las sedes de las poderosas
marcas Daimlier-Benz y Porsche. Sus
habitantes son más numerosos, tienen más dinero, son formales, conservadores,
partidarios del automóvil y con un potente equipo de fútbol, siempre en la parte
alta de la primera división alemana. Tienen una buena universidad, pero que no resiste
la comparación con la de Friburgo. A pesar de ser la ciudad natal de Hegel, a
sus habitantes se les suele considerar como menos cultos (al menos eso dicen
los de Friburgo). Como la región de Württemberg tiene más población, el estado
ha tenido desde el final de la guerra gobiernos conservadores de la CDU.
La gente de Friburgo, por el
contrario, es aventurera, viajera, imaginativa, con un punto alternativo,
contestatario, juvenil. Aquí no hay industria, el centro de la vida de la
ciudad está en su magnífica universidad, la séptima del ranking nacional y su
población flotante de estudiantes de todos los lugares de Europa. Las otras
actividades a que se dedica la población son la administración, como cabeza
regional, el comercio y el turismo. Friburgo es el lugar adonde acuden los
campesinos de la región a vender sus vinos, frutas, verduras y embutidos, en los diversos
mercadillos diarios, donde tienen reservada una zona diferente a la de los
artesanos. Estos mercadillos se cierran a las 2 de la tarde y un par de horas
después están las plazas completamente limpias.
Como en todas las pequeñas
ciudades universitarias (piensen en Salamanca o Santiago), es mucho mejor
visitarles durante los meses lectivos. En verano la ciudad es mucho menos
bulliciosa, aunque abundan los turistas, en una buena proporción centrados en
el llamado turismo ecológico. La gente viene a la ciudad a que les expliquen su
política urbanística y medioambiental, famosa en todo el mundo. En cuanto a su
equipo de fútbol, el Friburgo F.C., pues es el típico equipo ascensor, que no
consigue mantenerse en primera división ni acercarse al nivel del Stuttgart. Y
sin embargo, todo el techo que resguarda las gradas de su estadio está cubierto
por placas solares, pagadas por sus socios, que son tan fieles al equipo como
los del Atlético de Madrid y que cada dos domingos llenan el campo, soñando que
su equipo suba a primera y se mantenga. El club tiene superávit energético con
el que se ayuda financieramente.
En los 70, los habitantes de
Friburgo fueron pioneros en la lucha antinuclear. Aunque la polémica entre
partidarios y detractores de la energía nuclear arranca antes, el asunto pasó a
primer plano con la crisis del petróleo de comienzos de los 70. El gobierno
alemán, como el francés y otros, propuso un programa de centrales nucleares por
todo el país, de las que dos estaban proyectadas en Baden Württemberg, una cerca
de Stuttgart y otra al lado de Friburgo. La respuesta de ambas poblaciones fue
coherente con su diferente idiosincrasia. Los de Stuttgart protestaron educada
y moderadamente, pero no consiguieron frenar el proyecto. La central de Neckarwestheim
se convirtió en la primera que empezó a funcionar en Alemania, en 1976, y actualmente es una de las más viejas y deterioradas del estado alemán, por cuyo
cierre claman los ecologistas de todo el país.
Muy distinto fue el destino de la
central de Whyl, al lado de Friburgo. Los habitantes de esta bonita ciudad
universitaria, mostraron cómo se las gastan y marcaron el camino para muchos
movimientos posteriores (como el nuestro del 15-M). La ciudad planteó una
iniciativa judicial, pero en paralelo cientos de ciudadanos ocuparon el solar
en donde estaba prevista la construcción de la central, una mañana de febrero
de 1975. La policía, con apoyo del ejército, los sacó a hostias. Al día
siguiente, el solar se reocupó de forma más contundente: los campesinos
metieron allí sus tractores y cosechadoras, los moteros y routards aparcaron dentro sus Harley-Davidson y sus autocaravanas,
los estudiantes plantaron sus tiendas de campaña, se montó un turno de
vigilantes con casco y buenos garrotes y los hosteleros y restauradores se encargaron
de que no faltara comida y bebida.
No hubo forma de desalojarlos. En
marzo, un juzgado decretó la suspensión cautelar de las obras previstas. Dos
años más tarde, en marzo de 1977 el gobierno federal desistió de construir esta
central, cuyo proyecto sigue guardado en un cajón, de donde a veces amenaza con
salir, por lo que los habitantes de Friburgo, hijos y nietos de los héroes del
75, se mantienen vigilantes. Los sucesos de Whyl son considerados por todos los
analistas como el hecho fundacional del poderoso movimiento antinuclear alemán,
el de más tradición del mundo, origen del Partido Die Grünen (Los Verdes), que actualmente cuenta con 63 diputados en
el Bundestag, el parlamento federal.
Pero la lucha antinuclear es un
movimiento permanente, en el que no hay que descuidarse nunca. El accidente de
Chernobyl en 1986 vuelve a despertar las conciencias de las regiones del sur de
Alemania, adonde llegan los efectos de la nube tóxica generada. Hasta las mentes
más conservadoras de Stuttgart se ven conmovidas por la catástrofe, recrudeciéndose
la contestación contra las instalaciones de Neckarwestheim. Desde el gobierno se
vende la idea de que las instalaciones soviéticas estaban muy mal mantenidas y
que lo de Chernobyl nunca pasaría en las súper seguras centrales alemanas. Pero en 2004 la
central de Neckarwestheim sufre un escape de agua contaminada que se salda con
una multa de 25.000 euros y el cese del director.
La crisis económica actual lleva
a la señora Merkel a plantear en 2010 la idea de que la energía nuclear es
barata y, si se gestiona con el típico rigor germano, puede ser muy segura. Eso
despierta otra vez el runrún ciudadano. Pero entonces sobreviene el terrible
accidente de Fukushima. Los japoneses, tan rigurosos y sistemáticos como los alemanes,
habían construido la central perfecta, diseñada para soportar seísmos hasta un
grado de 8,2, de los 10 que tiene la escala Richter. Pero sucedió lo imposible:
un terremoto de grado 9, seguido de un tsunami. Lo imposible sucede a veces y
esta es la gota que definitivamente desequilibra la balanza, a pesar de que la
señora Merkel recula horrorizada y aparca de nuevo sus proyectos de expansión
energética. En Stuttgart hasta hacen una cadena humana entre su ciudad y la
central vecina.
En las elecciones para el gobierno
del estado de Baden-Wurttemberg, celebradas el 27 de marzo de 2011, se produce un hecho histórico: por primera vez Die Grünen se hacen con
el gobierno de un bundesland. Los Verdes pasan a dominar el parlamento de
Stuttgart, poniendo fin a 58 años ininterrumpidos de gobiernos de la derecha. La
lista del partido de Merkel sigue siendo la más votada, pero Die Grünen son los
segundos y consiguen la mayoría con el apoyo de los socialdemócratas del SPD,
colocados en el tercer lugar. La alegría en Friburgo se la pueden ustedes
imaginar, los campesinos pasearon sus tractores, los moteros y habitantes de
autocaravanas hicieron sonar sus bocinas, corrió la cerveza y los estudiantes
prolongaron sus celebraciones hasta la madrugada. Ya sólo les falta que su
equipo de fútbol suba a primera. AQUÍ pueden leer la noticia que daba cuenta de la
formación del nuevo gobierno. Abajo una imagen de la central de Neckarwestheim.
Eso de la gota que desequilibra la balanza suena a refrán apócrifo, la gota esa lo que suele hacer es colmar el vaso (de la paciencia, por ejemplo). Es por chinchar un poco.
ResponderEliminarEs un asunto intrascendente, una gota también puede desequilibrar una balanza, no merece la pena seguir por esta línea.
EliminarNo sabía que la mayestática Coruña compitiera con la proletaria Vigo; yo creía que su rival natural era Santiago, mientras que Vigo miraba por encima del hombro a la capital de su provincia, la modesta Pontevedra... En fin, siempre aprendo algo leyendo tus reflexiones a la carrera.
ResponderEliminarSantiago tiene su propia importancia, por su valor cultural, religioso, histórico y mitológico, que nadie discute. La Coruña y Vigo son las dos ciudades más grandes y compiten entre ellas. Vigo es más industrial, la gente es más obrera y combativa. La Coruña es una ciudad preciosa, con mucho empleo terciario y administrativo y un punto elitista que no es muy apreciado en el resto de Galicia. Por eso los seguidores del Celta son mayoría en lugares como Lugo, Ourense, Santiago o Ferrol. Pero es una competencia, en general sana, yo tengo buenos amigos de Vigo.
EliminarSi su universidad es la séptima de Alemania, tampoco es como para presumir, digo yo...
ResponderEliminarSí que es para presumir, teniendo en cuenta que en Alemania hay más de 400 universidades, so listo... Por cierto, la de Stuttgart anda por el lugar 25.
EliminarMuy interesante post. Ya que los lectores andan buscándole fallos, me sumo a la onda. Si la central esa de nombre impronunciable fue la primera que empezó a funcionar en Alemania, en este momento no es una de las más antiguas, sino LA más antigua. Saludos.
ResponderEliminarEstá usted en lo cierto. Es difícil controlar todos los matices. Le agradezco la corrección.
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