Mañana se clausura en Gijón la
edición nº XXVII de la llamada Semana Negra, el mayor evento nacional en torno
al interesante mundo de la literatura negra, el cine de ese color y todo lo
relacionado con el complejo mundo del crimen, su estudio, su prevención, su
persecución, la investigación criminológica y el buceo en la intrincada
psicología que puede llevar al ser humano a matar a un congénere (finalmente,
no hay otro género que el género humano). Aunque hay toda clase de opiniones al
respecto, para mí la novela negra nace con Dashiell Hammet, extraordinario
escritor, intelectual comprometido y persona de vida siempre al límite, cuya
figura se merece un post exclusivo, al que me comprometo.
Si Hammet sentó las bases del
genero (literario, esta vez), fueron Raymond Chandler y Ross MacDonald los que
desarrollaron esas bases hasta alcanzar un nivel de madurez que pocos
escritores han igualado. Si no son ustedes muy expertos en este tipo de
literatura, cualquier novela de estos tres grandes autores es altamente
recomendable. Los autores de novela negra acostumbran a crear un personaje
protagonista, generalmente un policía o un investigador privado, que, una tras
otra, va desentrañando intrigas en sus sucesivas novelas, que constituyen por
tanto sagas literarias que conviene leer en su orden, aunque también pueden
disfrutarse por separado. Alrededor de este mundo literario, han surgido otros
universos paralelos, especialmente el del cine policíaco, aunque también hay
que hablar del teatro, el cómic y la ilustración de libros.
En Madrid hay algunas librerías
especializadas, entre las que les recomiendo la que para mí es la favorita:
Librería Burma, Ave María-18, en Lavapiés. Sus esforzados promotores resisten
la crisis con entereza e imaginación y poco a poco van sorteando las
estrecheces de estos tiempos de duda en que uno se llega a cuestionar si debe
seguir comprando libros. Hace unos días, asistí en esta librería a la
presentación de un curioso libro, que todavía no he leído, pero aun así me
atrevo a recomendárselo. Les cuento. Resulta que, en el mundo en que vivimos,
la mujer se va adentrando de forma creciente e irreversible en territorios
hasta hace poco reservados al varón, algo de lo que no puedo menos que
congratularme. El problema es que hay varones recalcitrantes que no aceptan esto
de buen grado, demostrando con su irritada conducta que se sentían mucho más a
gusto tranquilamente instalados en la parte de arriba de la tortilla (con
perdón) en que ha consistido nuestro mundo por los siglos de los siglos, amén.
Y, como es natural, la mujer ha
entrado también en el mundo de la literatura negra, con calidad, hondura y
éxito. En el post #104 “Últimos días en el puesto de Guatemala”, que pueden consultar AQUÍ,
les hablaba yo de Cristina Fallarás, estupenda escritora zaragozana, hasta
ahora la única mujer que ha ganado el Premio Dasiell Hammet de novela negra que, cada año desde 1987, se falla durante la Semana Negra de Gijón. Cristina
Fallarás, como Alicia González Bartlett y otras, cuenta ya con varias novelas negras, con el mismo protagonista como mandan los cánones,
aunque con la particularidad de que ese protagonista común es una mujer. Y,
también como es natural, existen analistas y críticos del mundo de la novela
negra de género. Uno de estos estudiosos (qué casualidad, una mujer también) se
llama Inmaculada Pertusa y es la promotora del libro a cuya presentación acudí
en la Librería Burma.
Inmaculada ha reunido a nueve
autoras de novela negra, que debían reunir dos condiciones, además de la de ser
mujeres: ser autoras de novela negra con libros publicados con el mismo
protagonista, y que ese protagonista fuera también una mujer. Una a una, ha
contactado con las nueve y les ha propuesto un reto: escribir un relato corto protagonizado por la heroína de sus sagas, para reunir todos estos cuentos en una
antología. El resultado es el libro Fundido en Negro (Alrevés, 2014). Participan, por
supuesto, Fallarás y González Bartlett, las dos grandes damas de la literatura
negra femenina, y otras siete a las que no conocía. Cinco de ellas estuvieron
en la presentación del libro y aproveché para hablar con todas y que me
firmaran el libro, cada una en su relato, como se hace en las antologías.
Me llamó la atención Isabel
Franc, escritora de temática lésbica, como ella misma gusta definirse, que un
día se lanzó al género negro de la mano de la inspectora García, una policía
madrileña que investiga sus casos en la secesionista Barcelona actual, lesbiana
como su autora, pero de carácter inestable, desordenada, visceral: un desastre
de sabuesa con una inclinación invencible a empatizar con los delincuentes que
persigue y hasta enamorarse de las asesinas más peligrosas. Un paréntesis al
respecto: ahora todo el mundo se refiere a este tipo de temática como LGTB,
descartando aquella Q tan ridícula que dieron en añadirle durante un tiempo y
que les expliqué en mi post #105 “Queer, What’s that?” que pueden repasar AQUÍ.La
filosofía queer, como yo intuía, es
transversal a la temática LGTB, por lo que es ridículo añadir la Q a las otras
siglas.
También me interesó mucho Rosa
Ribas, profesora de literatura española en Frankfurt, donde vive desde 1991,
casada con un alemán. Está escribiendo su cuarto volumen de las aventuras de la
comisaria Cornelia Weber Tejedor, alemana de madre española. Lo curioso es que,
antes de empezar a escribir su primera novela, ya tenía decidido que la saga se
compondría de cinco libros, cada uno con un caso a resolver, y que su protagonista iría evolucionando desde
un perfil de alemana que no quiere saber nada de sus raíces españolas, a través
de una curiosidad creciente, hasta recuperar el amor por su orígenes maternos. También
contó que aun no ha decidido cómo terminará la saga, aunque tiene claro que no
va a hacer caso del consejo de su marido alemán, que sugiere matar a la protagonista. Una de sus
preocupaciones a la hora de escribir el relato para la antología fue la de no
dar pistas sobre entre qué dos novelas se sitúa. Una dificultad adicional a la
de cambiar de formato desde la novela al relato corto, que todas reconocieron.
También me interesaron Berna
González Harbour y Carolina Solé, la más joven de todas, que acaba de publicar
su primer libro, aunque proyecta que detrás vengan otros. Su novela se llama Ojos de hielo y tiene una pinta
estupenda. Al terminar la presentación me compré una revista que desde aquí les
recomiendo (ya ven cuántas cosas les aconsejo, para que amenicen este verano
que empieza). Se llama Fiat Lux (es
decir, Hágase la luz, como mi post #1) y tiene como tema exclusivo el mundo del
crimen y la novela negra. Parece que es una iniciativa de algunos de los
periodistas despedidos de El País con el ERE del año pasado. Hay que estar un
poco loco para sacar una revista en papel con la que está cayendo. Por eso
debemos apoyarla. Además es barata: cuesta 6€ y sale cada tres meses. Hasta
ahora han publicado la de Otoño 2013, Invierno 2013, Primavera 2014 y Verano
2014, la nº4, que es la que yo me compré.
El número 4 incluye un artículo
de mi admirado Enric González titulado La
soledad más absoluta, una entrevista con la jefa del Grupo de Localización
de Fugitivos Internacionales de la Policía Nacional (otra mujer que abre
caminos), un reportaje fotográfico sobre las llamadas “mulas” de Melilla,
mujeres, a veces ancianas, que cruzan la frontera una y otra vez cargadas con
fardos gigantes de mercancías a vender al otro lado, a cambio de apenas 15€
diarios. También, una larga entrevista con el escritor Elmer Mendoza, el cronista del narcotráfico, un cuento exclusivo de Carlos Castán, un reportaje sobre la
delincuencia en las favelas de Salvador de Bahía (donde España perdió 1-5),
otro sobre la actualidad del narco en Colombia, y mil cosas más. Todo por seis
euros. Venga, hombre, acérquense al kiosco más cercano y cómprenla. No se arrepentirán.
Pero el mundo del crimen es algo
real, con un grado de complejidad al que no se acercan ni de lejos las
historias imaginadas por la mente de un escritor o un guionista. Vean sino el
asesinato de Isabel Carrasco en León. Una historia que involucra a cuatro
mujeres: la víctima, jefa del PP local; la asesina que confiesa haberlo hecho
para vengarse de lo mal que trataba la otra a su propia hija (la tercera en
liza: una meritoria del partido) y por último la policía local que ayuda a las
dos implicadas a esconder el arma. Todo mujeres como ven. A su lado, el marido
y padre de las dos principales implicadas, un mandiles que no se enteraba de nada
de lo que pasaba en su entorno. ¿Recuerdan quién era? Pues nada menos que el Jefe
de la Policía local de Astorga. Sintomático.
Otra historia increible: el asunto
de Asunta. El extraño caso de la madre que mató a su hija adoptiva china en
Santiago de Compostela. El padre, que ahora vende que él era también un simple
mandiles, no deja de ser un personaje gris, de aspecto tan neutro como su alma.
El juicio está a punto de empezar, casi un año después del crimen que
conmocionó a Galicia. No cabe duda de que estamos alcanzando el modelo que hace
unos veinte años pronosticó el sociólogo Manuel Castells. Una sociedad de
mujeres brillantes y dominantes, hombres indecisos y acomplejados y niños muy bien
preparados. Negarlo es del género tonto.
Si abren ustedes hoy la versión
digital de El inMundo, encontrarán arriba, entre los temas más destacados del
diario, el que denominan Corrupción en
Brunete. La mala de esta película es nada menos que La Cabo Corrales, de la
policía local. Lo dicho. Sean buenos, que luego les pillan y nadie entenderá
por qué han hecho lo que han hecho
Soy mujer y me admira la forma en que se cachondea de los fundamentalismos feministas estúpidos y estériles, con una fina ironía a veces imperceptible. Se mueve usted con naturalidad sobre un filo delicado y peligroso en el que no todos los varones se aventuran. Me alegro de que le guste Isabel Franc, una escritora de género con un sentido del humor a veces próximo al suyo. Siga por esa senda, es realmente original y refrescante.
ResponderEliminarUna admiradora que hace mucho que no hace comentarios.
Querida amiga, he rastreado comentarios antiguos y creo haberla reconocido en una adorable contertulia desconocida que, allá por el otoño de 2013, me defendía de los que me consideraban machista o misógino. ¿Me equivoco?
Eliminar¡Qué puedo decir de su comentario! (aparte de darle las gracias). Pues que al terminar de leerlo he ido a la báscula y me he pesado. El problema es que no me había pesado antes, pero estoy seguro de que la lectura de su breve texto me ha hecho engordar por lo menos 500 gramos.
Intentaré, pues, seguir la senda que me marca. Yo también la animo a comentar lo que quiera. El foro es libre para usted, como para los demás. Y de nuevo gracias por su apoyo.