Bueno, supongo que ya habrán
notado que se ha recrudecido la carga de nuevos textos en esta última semana. No
es que haya pasado nada especial que no estuviera sucediendo antes, es que les
quiero compensar por la sequía que viene. No sé si será éste mi último post hasta
el ferragosto,
o tendré margen de colgar algún otro en los tres próximos días. Lo que sí les
puedo asegurar es que tengo un billete de ida a Bucarest para el lunes, 4 de
agosto por la mañana; que no me llevo el ordenador, por lo que es altamente improbable,
por no decir imposible, que pueda subir nuevas reflexiones a la carrera en esos
días y, finalmente, que mi vuelta a Madrid está prevista para el día 15, fecha de la Virgen de Agosto (como decía
mi padre: Dios mediando).
En el horizonte post-vacaciones
planean algunos otros viajes: Este de Alemania (esperaré a que se concrete del
todo para hablar de ello en este foro), Seúl, aprovechando la estancia de mi
hijo Kike a partir de septiembre y, por supuesto, La Coruña , de donde me llegan
cantos de sirena cada vez más irresistibles. Mañana termina para mí el curso laboral (salvo
la previa escapada a Friburgo) y mañana también empieza mi penúltimo verano
como trabajador activo (es un decir), antes de entrar en el veraneo eterno de
la jubilación. Porque han de saber que, a partir de la reciente despedida de una
compañera muy próxima y querida, no he resistido más la presión y me he constituido en
las oficinas de la Seguridá Sociá.
Una vez personado ante la
ventanilla correspondiente, frente a una chica con un letrerito sobrepuesto en
la pechera que decía Verónica, le he dicho, así de un tirón: Vero, cielo, que
vengo yo aquí a que m’expliques tú mu bien explicao hasta cuando voy a tener
que seguir trabajando, que tengo yo una desazón y una angustia y un come-come
que ya no me aguanto ni yo, fíjate lo que te digo, corazón, que m’han dicho a mí
que hay una cosa que se llama “clases pasivas” y digo yo pa mí, osá, digo: pero
¿dónde s’ha visto una clase más pasiva que la mía, ozú, que no puedo ya ni correr ni na,
con esta espalda que no me deja descansar? ¡Madre del amor hermoso! ¡Qué he
hecho yo para merecer esto! Así que esta mañana m’he dicho yo pa mí, osá, digo: NADA: que me voy a ver a la Vero
y que me lo especifique bien especificao…
Bien, tras una ardua
gestión, he conseguido la respuesta que buscaba. Les cuento. Me toca seguir trabajando
hasta cumplir 65 años y cuatro meses, de acuerdo con el escalonamiento
progresivo establecido por el gobierno del señor Rajoy para alcanzar
gradualmente la jubilación a los 67. Eso quiere decir que habré de seguir
acudiendo a la cárcel esta de régimen abierto, hasta el día del Señor del 19 de
junio de 2016. Por eso digo que este es mi penúltimo verano como activo. Algún
colega sindicalista me ha recomendado que pida el reenganche hasta los 70, y
luego renuncie en cuanto llegue a la fecha antedicha. Con tres objetivos: UNO
dar margen a un milagro de última hora (el reenganche se pide con seis meses
de antelación), DOS dejarles bien clarito que me voy cuando YO quiero, y no
cuando decidan mis jefes o el señor Rajoy, y TRES dar musho por culo. Creo que lo haré, especialmente por la razón 3.
Hablando de temas escabrosos, aun
no tengo el resultado del análisis anatomopatológico del urdangarín de 3 mm .
que me extrajeron de mis partes íntimas, tras denuncia del ojo de Dios, introducido en mi interior por salva sea la parte, previa anestesia y orientación de mi
cuerpo serrano hacia La Meca ,
dicho esto último sin ánimo de ofender sensibilidades en tiempos de final del
Ramadán. Tengo una nueva consulta a la vuelta de Rumanía, para ver si por
entonces han encontrado el dichoso informe. Quiero pensar que no news is good news, pero lo cierto es
que nadie me ha dicho nada, y por eso no les había dado noticia.
En este tiempo de despedidas, el
otro día quedé con Lisardo a tomar un tinto de verano en Los Caracoles, en la Ribera de Curtidores, para
desearle unas buenas vacaciones. Tras el tercer tinto de verano, compungió el rostro y reconoció que yo tenía razón
cuando no quise hacerme una cuenta de Twitter. Lo que le había llevado a esa
conclusión es la historia que les resumo a continuación. Resulta que le tocó ir
a la boda de una sobrina, por parte de su hermana La Fina ,
nada menos que en Los Jerónimos, fíjese usted, don Emilio. Le apetecía cero,
pero no tenía más remedio que cumplir con la familia. En el festejo subsiguiente,
departiendo con parientes de esos a los que sólo se ve en bodas y entierros, le
contaron que la hermana pequeña de la novia, 15 años (una niña la última vez
que la había visto), se había vuelto famosa, porque tenía un Blog que era la releche.
El bueno de Lisardo se acercó a
la chica y le hizo saber que él tenía un amigo que también era bloguero y además
buenísimo, un crack. Preguntado por la niña sobre cuántas visitas registraba el blog de su amigo el crack, Lisardo dijo la verdad: una media de 30 a 40 visitas diarias, algunos días
100. Bueno, conociéndolo seguro que infló un poco los resultados. La joven hizo
un mohín despreciativo: ella había superado las 5.000 visitas diarias y seguía
creciendo. Como se pueden imaginar, el blog de esta adolescente está vinculado a una cuenta de Twitter, que avisa instantáneamente de cada nueva entrada a todos sus seguidores.
Con el mismo mohín, la chica le
aclaró a su tío que lo suyo era una nueva modalidad, que se llama Egoblog. Consiste en que uno habla sólo
de sí mismo, contando nimiedades, con poco texto y mucha foto de las llamadas selfies. Lisardo no me quiso dar la
dirección, pero él sí había entrado al día siguiente y estaba indignado. El
blog de su sobrina tenía incluso varias entradas diarias, del estilo: “esta noche
me ha picado un mosquito” (foto de la picadura). O bien: me he lavado el pelo y
se me ha quedado hecho un asco, voy a tener que cambiar de champú (foto de la
cabeza como una escarola). Obviamente una gilipollez. Hombre, los partidarios
del morbo y el cotilleo en torno a las It-girls
(apunten también la palabreja), entiendo que puedan entrar de forma compulsiva
en el Egoblog de Miley Cirus, a ver si
sigue sacando la lengua. Pero ¿qué sentido tiene entrar en el Egoblog de una
niña medio lela que cuenta insulseces.
He leído algo al respecto en la
red y parece que los seguidores de este tipo de foros son gente que aprecia por
encima de todo lo auténtico. Lo que esta niña cuenta es de verdad, es exactamente
lo que le pasa por la cabeza. No pretende figurar ni parecer lo que no es. He
oído también que hay gente que se traga los insufribles partidos de fútbol en
abierto, sólo porque son de verdad en
directo. El resto de la programación es en diferido, es decir, enlatada y previamente
supervisada. Hasta los telediarios se dan con cinco minutos de desfase, por si hay algo que quede muy mal y deba eliminarse. En un partido de fútbol, en cambio, se pueden ver imágenes que en diferido se
censurarían (como los sempiternos mocos enérgicamente proyectados al césped, tapando un lado de la nariz). Así
que si una cría aburrida e inculta se monta un Egoblog, pues la gente entra en
su vida y en su intimidad y en su mente y disfruta con eso. Digo yo que también habrá un cierto
morbo por ver si se tira un pedo en directo (se incluyen vídeos grabados con el
smartphone) o si podemos, en un descuido, verle fugazmente la santa faz, como les pasó a los alborozados fans de Laura Pausini
en un concierto reciente.
Pero lo que más indignó a mi
querido Lisardo, es que su sobrina está en estos momentos en uno de los
primeros lugares en el ranking nacional de blogs, por número de visitantes. Por
eso reniega ahora de Twitter, y ha retrocedido unos pasitos hacia su
prehistoria analógica. La verdad es que uno se entera de estas cosas y le dan
ganas de volverse catalán, ejercer el derecho a decidir y convertirse en
coreano (del sur, por Dios). Así que ya lo saben. No sé si mi blog, que va ya
para dos años, es un Egoblog, pero yo procuro que no lo sea (este post de hoy va
un poquito en la línea, pero no llega a los extremos citados). Tal vez haya que
conocer estos excesos para volver un poco al pasado, como Lisardo. Yo, de
momento, me voy a llevar a Rumanía una libreta de gusanillo, un lápiz Faber
Castell con su correspondiente sacapuntas y una goma de borrar Milán, de las
blandas. Anotaré mis impresiones de la tierra de Drácula (y Ceaucescu), para
contárselas puntualmente a la vuelta.
Que pasen ustedes unas buenas
vacaciones (y no dejen de consultar el blog, que ya saben que soy muy mentiroso
y, cada vez que me despido, les doy gato por liebre)
Se ve que la Cirus le pone: en cuanto puede nos obsequia con una nueva imagen de esta descerebrada.
ResponderEliminarPues se equivoca usted, amigo. A mí la que me gusta es la novia de Schweinsteiger.
EliminarEntiendo las razones dos y tres para pedir el reenganche y luego decir que no lo quiere: dar por culo, cultivar un cierto orgullo y quedarse con la sensación (falsa) de que puede usted hacer lo que le da la gana. La que no acabo de entender es la primera. ¿De qué milagro habla? Finalmente, ¿usted quiere jubilarse o le gustaría seguir en el Ayuntamiento de cuya práctica cotidiana reniega todo el rato?
ResponderEliminarGracias, es curiosidad interesada, porque yo me empiezo a acercar a esas disyuntivas.
Le contesto desde Bucarest. Durante cerca de 30 años he trabajado para la ciudad de Madrid dejándome la piel en tareas a veces divertidas y brillantes y a veces más grises y rutinarias. En enero de 2012 se me relegó a un puesto donde me sobra mucho tiempo y además se me aplicó un régimen de control de horarios absurdo, carcelario e ineficiente. La existencia de este blog es uno de los resultados de ese doble cambio. Ni un solo día he dejado de soñar con revertir la situación. A medida que va pasando el tiempo, esa posibilidad se va convirtiendo cada vez más en un milagro, pero no es imposible del todo.
EliminarSi ese milagro ocurriera, no tendría inconveniente en quedarme unos años más. Pero tendrían que ofrecerme algo que me permitiera divertirme, aprender y ser útil a la ciudad. En caso contrario, me largaré en cuanto pueda. Me parece que mi orden de prioridades está muy claro: que puedo tener un trabajo que me compense del esfuerzo, pues me reengancho. Que nadie me ofrece algo de ese tipo, pues me largo en cuanto pueda.
Un saludo y espero que le sirva de guía cuando llegue a mi situación.
El 19 de agosto, yo no estaba obviamente en Bucarest. Mi respuesta anterior la escribí en mi hotel de Bucarest, supongo que el 4 o 5 de agosto. Como aclaré en este post, no me llevé el ordenador a Rumanía. Me llevé el Ipad, y fue con este aparatejo con el que contesté. Al volver a Madrid, repasé los últimos comentarios y descubrí que mi respuesta estaba llena de erratas. Me pareció oportuno corregirlas y lo hice, pero entonces me actualizaron la fecha. Esa es la explicación.
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