lunes, 8 de abril de 2013

112. Chaves Nogales, una figura descomunal

Pasado el cabreo de ayer (ver mis respuestas a los comentarios al post #111 y mi rectificación parcial), recupero mi intención de hacer un pequeño homenaje a Manuel Chaves Nogales. El motivo es la presentación, mañana martes en la Casa Árabe, del libro de este autor sevillano “Ifni, la última aventura colonial española”, que acaba de publicar Almuzara, la editorial que dirige Manuel Pimentel, otro sevillano al que admiro, ex Ministro de Trabajo con Aznar que dimitió de su cargo (algo que no hace nadie en este país) por su disconformidad con la participación de España en la guerra de Irak, la misma que costó la vida a Anguita Jr. y Couso.
  
No pretendo descubrir ahora a Chaves Nogales. Andrés Trapiello y Antonio Muñoz Molina, entre otros, llevan mucho tiempo reivindicando su figura. El País le dedicó en 2009 un especial del Babelia. La Feria del Libro de Sevilla le dedicó la edición de 2012. María Isabel Cintas Guillén, catedrática de literatura de Sevilla, lleva décadas compilando minuciosamente los escritos de este señor, dispersos por las bibliotecas de varios países sudamericanos, adonde enviaba sus reportajes por cable o por teletipo, desde su último puesto de trabajo en Londres.

Manuel Chaves Nogales nació en 1897. Su padre, Manuel Chaves Rey, era escritor también, especializado en la historia local de Sevilla, en cuyo periódico El Liberal publicaba sus crónicas. Manuel hijo empezó a ir a la sede del periódico de su padre a los 14 años, y allí mamó los fundamentos de la profesión periodística, que siempre simultanearía con la literatura (estudió Filosofía y Letras en Sevilla). 1920 es un año muy especial para el joven periodista, que ya publica sus crónicas sobre temas mucho más amplios y variados que los de su padre, en La Noche y El Noticiero Sevillano. Ese año se casa con su novia de siempre, Ana Pérez, y publica su primer libro: Narraciones maravillosas y biografías ejemplares de algunos grandes hombres humildes y desconocidos. (Ya deja claro su gusto por los títulos larguísimos).

Sevilla se le queda pronto pequeña y en 1922 parte para Madrid con su mujer y su hija Pilar. Allí será donde desarrolle todo su talento. Empieza trabajando en El Heraldo, donde muy pronto se especializa en viajar a los lugares más lejanos, en donde esté la noticia, para hablar con los testigos de a pie, la gente modesta y humilde, y anotar sus testimonios con los que luego componía sus reportajes. También le servían de base para sus novelas. Chaves Nogales no tenía miedo de embarcarse en las misiones más arriesgadas, como los peligrosos viajes de la naciente aviación. Así surge, por ejemplo, La vuelta al mundo en avión. Un pequeñoburgués en la Rusia roja. La Unión Soviética fue uno de los lugares adonde más viajó. Y desde el primer momento fue súper crítico con el autoritarismo y la crueldad de Stalin y los bolcheviques.

Pero Rusia le fascina y allí desarrolla algunas de sus novelas, como La Bolchevique enamorada, donde aprovecha una historia de amor para hacer una crítica precisa del régimen. O la divertida El maestro Juan Martínez, que estaba allí, en la que se sirve de un antihéroe delirante: un bailarín de flamenco de gira por Europa, al que le pilla la revolución rusa en el momento y lugar equivocados. Tampoco le gustan, como es natural, los nazis y los fascistas. Enviado por su periódico a entrevistar a Goebbels, escribe su reportaje tachándolo de personaje grotesco y ridículo. Nuestro hombre, haciendo amigos por todas partes. Aquí tienen una foto de esa época.

Cuando los partidarios de Manuel Azaña fundan el periódico Ahora, Chaves Nogales no duda en fichar por él. En 1931 se convierte en su director. Pero eso no le impide seguir apuntándose a las misiones más arriesgadas. El libro sobre Ifni que presentan mañana surge de esa forma. Chaves acompaña en 1934 a las tropas españolas que ocupan ese pequeño enclave marroquí  para enviar sus crónicas desde el frente. Es decir, que se trata de un periodista empotrado en una fuerza de ocupación, 70 años antes de que se inventara el término. En 1935 publica la biografía del torero Juan Belmonte, un libro inicialmente destinado al público taurino, que rebasa todas las barreras y supone un auténtico éxito de ventas en la España republicana. Hoy en día está todavía considerado como el mejor libro biográfico español de todos los tiempos.

La Guerra Civil trunca esta trayectoria de esplendor literario. Chaves, reconocido republicano del centroderecha, amigo personal de Azaña y cuyos editoriales en Ahora no dejaban lugar a dudas, se pone al servicio de la República en julio del 36. Pero en noviembre, cuando el Gobierno se traslada a Valencia, decide irse a París con su familia, que ahora cuenta con otros dos pequeños, niño y niña. Chaves está en la lista de personas a fusilar de los milicianos comunistas. Pero parece claro que una persona tan valiente como él, no se marcha tan pronto por eso. En realidad lo hace asqueado por la crueldad de esos milicianos, por la barbarie extrema que desarrollan los combatientes que defienden Madrid, que los iguala a los fascistas sublevados.

Harto de salvajismo, se establece en París, donde muy pronto organiza una agencia de noticias para los exiliados españoles, para que corra la información entre ellos sobre lo que sucede en España. Además empieza a colaborar con agencias francesas y sudamericanas. Recién llegado, publica uno de sus libros más estremecedores A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España.  Nueve relatos de la barbarie, que cuentan desde las sacas de presos de las cárceles de Madrid en dirección a la fosa de Paracuellos, hasta las cacerías de rojos a caballo, organizadas por un marqués andaluz. Pasando por las discusiones bizantinas en un pueblo sobre qué hacer con un moro al que han capturado herido. O la historia de un herrero anarquista que el 18 de julio se va al Cuartel de la Montaña armado con su maza, pero luego regresa con su mujer e hijo asqueado de la crueldad y la imbecilidad de sus compañeros.

Este libro se publicó en Chile en 1937 y Chaves siempre sostuvo que todos los hechos narrados eran ciertos. Los relatos van precedidos de una amarga introducción que Trapiello y Muñoz Molina consideran el texto más lúcido e impresionante que se ha escrito nunca sobre nuestra guerra. En ella, Chaves se define modestamente como liberal pequeñoburgués. Lo era, pero también un demócrata y un luchador por la libertad frente a los autoritarismos de todo signo. Y un profesional del periodismo que quería que la información circulara, que abordaba sus textos a partir de un conocimiento preciso de los hechos y una postura ética y didáctica. Que no adaptaba sus apreciaciones a ningún prejuicio ideológico previo, porque no los tenía.

El último relato de su extraordinario libro cuenta la historia de Daniel, un obrero independiente al que siempre han ninguneado y denigrado los sindicatos de la época, tan mafiosos y clientelistas como los de ahora. Al sublevarse los militares, Daniel se apunta voluntario para defender la República y muere en el frente “batiéndose heroicamente por una causa que no era suya. Su causa, la de la libertad, no había en España quien la defendiese”, frase demoledora que cierra el libro. 

Su aventura parisina finaliza con la toma de la ciudad por los nazis, que también lo tenían en sus listas. Dos días antes de la llegada de los alemanes, su familia le ve partir con su maleta. Su mujer, otra vez embarazada, y sus tres hijos pequeños contemplan su figura por última vez desde la ventana de su apartamento. Es 1940, y Chaves se establece en Londres, donde también montará una agencia de noticias para mandar sus crónicas a toda Latinoamérica. Antes de partir, le dice a su mujer que destruya sus papeles y que, en cuanto pueda, se vuelva a España. Cuando los nazis llaman a su puerta registran someramente la vivienda y les dejan en paz. Ana emprende el regreso en pocos días. Su cuarto hijo, también una niña, nacerá en Irún y la llamarán Juncal, en honor a la patrona de esta ciudad. Su padre no llegó a conocerla.

Chaves Nogales continuó desarrollando en Londres su tarea incansable de difusión de la información, de denuncia de los extremismos. Igual que había hecho con la guerra española, escribió un documento estremecedor con su testimonio sobre el avance de los nazis: La Agonía de Francia. En 1944, Chaves murió de una peritonitis que no fue atajada a tiempo. Tenía 46 años. Es difícil imaginar un final peor para una persona como él: solo, en una ciudad extranjera en guerra y víctima de una urgencia en un hospital público lleno de heridos. Por unos meses no llegó a vivir el final de la Gran Guerra. Su familia se refugió en la mansión campestre de uno de los tíos de Chaves, desde donde lograron salir adelante. Su hija mayor Pilar, la única que vive todavía (93 años), la que más trato tuvo con su padre, anglófila declarada como él, se fue en cuanto pudo a Inglaterra, se casó con un inglés y allí se quedó. En 2012 volvió a Sevilla para asistir a los actos de la Feria del Libro. Demostró estar en una forma física y mental envidiable. 

8 comentarios:

  1. Permíteme que te corrija: la "Gran Guerra", así con mayúsculas y todo, yo creo que fué la del 14 al 18 y de esa sí que vió el final. Muchas gracias por tus blogs o post o lo que sean o como coño quieras llamarlos. Ahora empiezo a creer que el Depor se salva y que va a ser cierto que estaban de carallada.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tienes toda la razón, es la Primera Guerra Mundial la que se conoce como la Gran Guerra. Ha sido un lapsus, quizá debido al volumen e impacto que tuvo la Segunda. Mi criterio cuando me equivoco es dejarlo así y reconocer el error en las respuestas a los comentarios. Algunos seguidores me han dicho que siguen mi Blog porque aprenden cosas curiosas. Yo añadiría que también se aprenden cosas de los comentarios que me hace la gente, cuyo nivel me tiene alucinado, casi sin excepciones. Mi criterio es que sólo corrijo las erratas que me indican. Lo demás lo dejo como está, con su correspondiente comentario. Vuestras apreciaciones elevan el nivel del Blog y me inducen una exigencia de calidad. Así que gracias.
      Por precisar. El Blog es uno, es el marco en el que se produce este foro. Cada uno de los textos que cuelgo es una "entrada" o un "post", denominación más cool que yo he adoptado no sin una cierta coña. Lo que no debes decir es blogs en plural, porque se presta al retruécano chusco: ¡Estoy hasta los blogs!
      Por último, lo del Depor va viento en popa. Me estoy conteniendo de dedicarle una entrada, porque el fútbol es muy cruel y hasta el final no se puede cantar victoria, pero no sé hasta cuando podré reprimir mi euforia.

      Eliminar
    2. La corrección que te hice sobre la Gran Guerra no era mas que un pretexto para ponerme en contacto contigo y agradecerte el post dentro del Blog. Ahora ya sé lo que es cada cosa, mi ignorancia en estos temas es casi absoluta, pero voy aprendiendo. Muchas gracias.
      La euforia en cuanto al Depor déjala para un poco más adelante.

      Eliminar
    3. No sé quién eres, aunque tengo una ligera sospecha (tal vez equivocada). Puedes seguir entrando como "Anónimo" (es lo más cómodo) y, si quieres, ponerme al pié del texto tu nombre, como hacen otros. Pero también puedes seguir sin identificarte. No pasa nada. Los comentarios son bienvenidos y de eso se trata. Un abrazo.

      Eliminar
    4. "Para mi el anonimato, en todas sus formas, es una necesidad".(Stefan Zweig, El mundo de ayer,pag. 410, Editorial Acantilado). Te lo recomiendo, si todavía no lo has leido que casi me atrevería a decir que sí.
      A mí que me estaba gustando este juego, encontrándome escondido, y me vas a obligar a decirte quien soy. Si yo creo que ya lo sabes. Espera un poco y déjame disfrutar. Recibe, de momento, un abrazo muy cordial con mi admiración.

      Eliminar
    5. Sigamos, pues, con el anonimato, que es muy divertido. Tengo una ligera idea sobre tu identidad, y lógica curiosidad, pero en absoluto quiero obligarte a abrir la Gabardina (con perdón). A Stefan Zweig no lo sigo demasiado. Creo que leí hace mucho "24 horas en la vida de una mujer" y quizá "Carta de una desconocida". Por cierto, ya sabes que has de pronunciarlo bien en alemán: Svaaaig, con la g final con sonido de g, no de j.

      Eliminar
  2. Interesantísimo el artículo sobre la figura singular de Manuel Chaves Nogales. No sabía que hubiera escrito una novela con el mismo título que la de Alexandra Kollontai, "La bolchevique enamorada", una preciosa y tierna historia publicada en el año 27.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Desconocía la existencia de esa novela. Tal vez Chaves Nogales tampoco la conocía, y por eso llamó igual a la suya. En la Wikipedia hablan de las dos. Por lo que leo, supongo que es mejor la de Kollontai.

      Eliminar