Pasado el cabreo de ayer (ver mis
respuestas a los comentarios al post #111 y mi rectificación parcial),
recupero mi intención de hacer un pequeño homenaje a Manuel Chaves Nogales. El
motivo es la presentación, mañana martes en la Casa Árabe, del libro de este
autor sevillano “Ifni, la última aventura
colonial española”, que acaba de publicar Almuzara, la editorial que dirige
Manuel Pimentel, otro sevillano al que admiro, ex Ministro de Trabajo con Aznar
que dimitió de su cargo (algo que no hace nadie en este país) por su
disconformidad con la participación de España en la guerra de Irak, la misma
que costó la vida a Anguita Jr. y Couso.
No pretendo descubrir ahora a
Chaves Nogales. Andrés Trapiello y Antonio Muñoz Molina, entre otros, llevan
mucho tiempo reivindicando su figura. El País le dedicó en 2009 un especial del
Babelia. La Feria del Libro de
Sevilla le dedicó la edición de 2012. María Isabel Cintas Guillén, catedrática
de literatura de Sevilla, lleva décadas compilando minuciosamente los escritos de
este señor, dispersos por las bibliotecas de varios países sudamericanos, adonde enviaba sus reportajes por cable o por teletipo,
desde su último puesto de trabajo en Londres.
Manuel Chaves Nogales nació en
1897. Su padre, Manuel Chaves Rey, era escritor también, especializado en la historia
local de Sevilla, en cuyo periódico El
Liberal publicaba sus crónicas. Manuel hijo empezó a ir a la sede del
periódico de su padre a los 14 años, y allí mamó los fundamentos de la
profesión periodística, que siempre simultanearía con la literatura (estudió
Filosofía y Letras en Sevilla). 1920 es un año muy especial para el joven periodista,
que ya publica sus crónicas sobre temas mucho más amplios y variados que los de
su padre, en La Noche y El Noticiero Sevillano. Ese año se casa
con su novia de siempre, Ana Pérez, y publica su primer libro: Narraciones
maravillosas y biografías ejemplares de algunos grandes hombres humildes y
desconocidos. (Ya deja claro su gusto por los títulos larguísimos).
Sevilla se le queda pronto
pequeña y en 1922 parte para Madrid con su mujer y su hija Pilar. Allí será
donde desarrolle todo su talento. Empieza trabajando en El Heraldo, donde muy pronto se especializa en viajar a los lugares
más lejanos, en donde esté la noticia, para hablar con los testigos de a pie, la
gente modesta y humilde, y anotar sus testimonios con los que luego componía
sus reportajes. También le servían de base para sus novelas. Chaves Nogales no
tenía miedo de embarcarse en las misiones más arriesgadas, como los peligrosos viajes
de la naciente aviación. Así surge, por ejemplo, La vuelta al mundo en
avión. Un pequeñoburgués en la Rusia roja. La Unión Soviética fue uno de los lugares adonde más viajó. Y desde el
primer momento fue súper crítico con el autoritarismo y la crueldad de Stalin y
los bolcheviques.
Pero Rusia le fascina y allí desarrolla algunas de sus novelas, como La
Bolchevique enamorada, donde aprovecha una historia de amor para hacer una
crítica precisa del régimen. O la divertida El maestro Juan Martínez, que
estaba allí, en la que se sirve de un antihéroe delirante: un bailarín de flamenco de gira por Europa, al que le pilla la revolución rusa en el momento y lugar equivocados.
Tampoco le gustan, como es natural, los nazis y los fascistas. Enviado por su
periódico a entrevistar a Goebbels, escribe su reportaje tachándolo de personaje
grotesco y ridículo. Nuestro hombre, haciendo amigos por todas partes. Aquí tienen una foto de esa época.
Cuando los partidarios de Manuel
Azaña fundan el periódico Ahora,
Chaves Nogales no duda en fichar por él. En 1931 se convierte en su director.
Pero eso no le impide seguir apuntándose a las misiones más arriesgadas. El
libro sobre Ifni que presentan mañana surge de esa forma. Chaves acompaña en
1934 a las tropas españolas que ocupan ese pequeño enclave marroquí para enviar sus crónicas desde el frente. Es
decir, que se trata de un periodista empotrado
en una fuerza de ocupación, 70 años antes de que se inventara el término. En
1935 publica la biografía del torero Juan Belmonte, un libro inicialmente
destinado al público taurino, que rebasa todas las barreras y supone un
auténtico éxito de ventas en la España republicana. Hoy en día está todavía
considerado como el mejor libro biográfico español de todos los tiempos.
La Guerra Civil trunca esta
trayectoria de esplendor literario. Chaves, reconocido republicano del
centroderecha, amigo personal de Azaña y cuyos editoriales en Ahora no dejaban lugar a dudas, se pone
al servicio de la República en julio del 36. Pero en noviembre, cuando el Gobierno se traslada a Valencia, decide irse a París con su familia, que
ahora cuenta con otros dos pequeños, niño y niña. Chaves está en la lista de
personas a fusilar de los milicianos comunistas. Pero parece claro que una persona tan
valiente como él, no se marcha tan pronto por eso. En realidad lo hace asqueado
por la crueldad de esos milicianos, por la barbarie extrema que desarrollan los
combatientes que defienden Madrid, que los iguala a los fascistas sublevados.
Harto de salvajismo, se establece
en París, donde muy pronto organiza una agencia de noticias para los exiliados
españoles, para que corra la información entre ellos sobre lo que sucede en
España. Además empieza a colaborar con agencias francesas y sudamericanas. Recién
llegado, publica uno de sus libros más estremecedores A sangre y fuego.
Héroes, bestias y mártires de España. Nueve relatos de la barbarie,
que cuentan desde las sacas de presos de las cárceles de Madrid en dirección a
la fosa de Paracuellos, hasta las cacerías de rojos a caballo, organizadas por
un marqués andaluz. Pasando por las discusiones bizantinas en un pueblo sobre
qué hacer con un moro al que han capturado herido. O la historia de un herrero
anarquista que el 18 de julio se va al Cuartel de la Montaña armado con su
maza, pero luego regresa con su mujer e hijo asqueado de la crueldad y la
imbecilidad de sus compañeros.
Este libro se publicó en Chile en 1937 y Chaves siempre sostuvo que todos
los hechos narrados eran ciertos. Los relatos van precedidos de una amarga introducción
que Trapiello y Muñoz Molina consideran el texto más lúcido e impresionante que
se ha escrito nunca sobre nuestra guerra. En ella, Chaves se define
modestamente como liberal pequeñoburgués. Lo era, pero también un demócrata y
un luchador por la libertad frente a los autoritarismos de todo signo. Y un
profesional del periodismo que quería que la información circulara, que
abordaba sus textos a partir de un conocimiento preciso de los hechos y una
postura ética y didáctica. Que no adaptaba sus apreciaciones a ningún prejuicio
ideológico previo, porque no los tenía.
El último relato de su extraordinario libro cuenta la historia de
Daniel, un obrero independiente al que siempre han ninguneado y denigrado los
sindicatos de la época, tan mafiosos y clientelistas como los de ahora. Al
sublevarse los militares, Daniel se apunta voluntario para defender la
República y muere en el frente “batiéndose heroicamente por una causa
que no era suya. Su causa, la de la libertad, no había en España quien la defendiese”,
frase demoledora que cierra el libro.
Su aventura parisina finaliza con
la toma de la ciudad por los nazis, que también lo tenían en sus listas. Dos
días antes de la llegada de los alemanes, su familia le ve partir con su maleta. Su mujer, otra
vez embarazada, y sus tres hijos pequeños contemplan su figura por última vez desde
la ventana de su apartamento. Es 1940, y Chaves se establece en Londres, donde
también montará una agencia de noticias para mandar sus crónicas a toda Latinoamérica.
Antes de partir, le dice a su mujer que destruya sus papeles y que, en cuanto
pueda, se vuelva a España. Cuando los nazis llaman a su puerta registran
someramente la vivienda y les dejan en paz. Ana emprende el regreso en pocos
días. Su cuarto hijo, también una niña, nacerá en Irún y la llamarán Juncal, en
honor a la patrona de esta ciudad. Su padre no llegó a conocerla.
Chaves Nogales continuó
desarrollando en Londres su tarea incansable de difusión de la información, de
denuncia de los extremismos. Igual que había hecho con la guerra española,
escribió un documento estremecedor con su testimonio sobre el avance de los nazis: La Agonía de Francia. En 1944, Chaves murió
de una peritonitis que no fue atajada a tiempo. Tenía 46 años. Es difícil imaginar un final peor
para una persona como él: solo, en una ciudad extranjera en guerra y víctima de
una urgencia en un hospital público lleno de heridos. Por unos meses no llegó a
vivir el final de la Gran Guerra. Su familia se refugió en la mansión campestre
de uno de los tíos de Chaves, desde donde lograron salir adelante. Su hija mayor Pilar,
la única que vive todavía (93 años), la que más trato tuvo con su padre,
anglófila declarada como él, se fue en cuanto pudo a Inglaterra, se casó con un
inglés y allí se quedó. En 2012 volvió a Sevilla para asistir a los actos de la Feria del Libro. Demostró estar en una forma física y mental envidiable.
Permíteme que te corrija: la "Gran Guerra", así con mayúsculas y todo, yo creo que fué la del 14 al 18 y de esa sí que vió el final. Muchas gracias por tus blogs o post o lo que sean o como coño quieras llamarlos. Ahora empiezo a creer que el Depor se salva y que va a ser cierto que estaban de carallada.
ResponderEliminarTienes toda la razón, es la Primera Guerra Mundial la que se conoce como la Gran Guerra. Ha sido un lapsus, quizá debido al volumen e impacto que tuvo la Segunda. Mi criterio cuando me equivoco es dejarlo así y reconocer el error en las respuestas a los comentarios. Algunos seguidores me han dicho que siguen mi Blog porque aprenden cosas curiosas. Yo añadiría que también se aprenden cosas de los comentarios que me hace la gente, cuyo nivel me tiene alucinado, casi sin excepciones. Mi criterio es que sólo corrijo las erratas que me indican. Lo demás lo dejo como está, con su correspondiente comentario. Vuestras apreciaciones elevan el nivel del Blog y me inducen una exigencia de calidad. Así que gracias.
EliminarPor precisar. El Blog es uno, es el marco en el que se produce este foro. Cada uno de los textos que cuelgo es una "entrada" o un "post", denominación más cool que yo he adoptado no sin una cierta coña. Lo que no debes decir es blogs en plural, porque se presta al retruécano chusco: ¡Estoy hasta los blogs!
Por último, lo del Depor va viento en popa. Me estoy conteniendo de dedicarle una entrada, porque el fútbol es muy cruel y hasta el final no se puede cantar victoria, pero no sé hasta cuando podré reprimir mi euforia.
La corrección que te hice sobre la Gran Guerra no era mas que un pretexto para ponerme en contacto contigo y agradecerte el post dentro del Blog. Ahora ya sé lo que es cada cosa, mi ignorancia en estos temas es casi absoluta, pero voy aprendiendo. Muchas gracias.
EliminarLa euforia en cuanto al Depor déjala para un poco más adelante.
No sé quién eres, aunque tengo una ligera sospecha (tal vez equivocada). Puedes seguir entrando como "Anónimo" (es lo más cómodo) y, si quieres, ponerme al pié del texto tu nombre, como hacen otros. Pero también puedes seguir sin identificarte. No pasa nada. Los comentarios son bienvenidos y de eso se trata. Un abrazo.
Eliminar"Para mi el anonimato, en todas sus formas, es una necesidad".(Stefan Zweig, El mundo de ayer,pag. 410, Editorial Acantilado). Te lo recomiendo, si todavía no lo has leido que casi me atrevería a decir que sí.
EliminarA mí que me estaba gustando este juego, encontrándome escondido, y me vas a obligar a decirte quien soy. Si yo creo que ya lo sabes. Espera un poco y déjame disfrutar. Recibe, de momento, un abrazo muy cordial con mi admiración.
Sigamos, pues, con el anonimato, que es muy divertido. Tengo una ligera idea sobre tu identidad, y lógica curiosidad, pero en absoluto quiero obligarte a abrir la Gabardina (con perdón). A Stefan Zweig no lo sigo demasiado. Creo que leí hace mucho "24 horas en la vida de una mujer" y quizá "Carta de una desconocida". Por cierto, ya sabes que has de pronunciarlo bien en alemán: Svaaaig, con la g final con sonido de g, no de j.
EliminarInteresantísimo el artículo sobre la figura singular de Manuel Chaves Nogales. No sabía que hubiera escrito una novela con el mismo título que la de Alexandra Kollontai, "La bolchevique enamorada", una preciosa y tierna historia publicada en el año 27.
ResponderEliminarDesconocía la existencia de esa novela. Tal vez Chaves Nogales tampoco la conocía, y por eso llamó igual a la suya. En la Wikipedia hablan de las dos. Por lo que leo, supongo que es mejor la de Kollontai.
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