¿Qué tal, cabrones? ¿Cómo les fue
este tiempo sin mis posts? Nomás dejo
cuatro días de escribir y ya toda la raza me anda urgiendo por saber de mi vida:
Quihúbole, güey. Qué pasó, pues. Nomas como que te vimos así como medio gacho
con lo de la pinche colonoscopia, qué onda. Y yo les digo: a qué tanta prisa. No
manchen. ¿Están de veras preocupados por mí? ¿O es nomás la pinche curiosidad
morbosa? ¿Qué no saben que la curiosidad mató al gato, carajo?
Está bueno. No me pasa nada. Sigo con mi chequeo múltiple y esta tarde me fui a que
me hicieran el fondo de ojo, una pinche prueba consistente en que te echan unas chingadas
gotas en cada ojo, esperas un rato y,
cuando ya no ves ni madre, pos pasa un
oculista pendejo, te mira con una especie de lupa, te dice que tienes
los ojos como Pancho Villa, y allá que te manda a la pinche calle, a volver a casa por la
banqueta, pegadito al muro para no tropezarte, porque sigues viéndolo todo bien
borroso. Pero a la vez es lindo; las farolas se ven como bengalas de feria, el
pelo de las güeritas se ve todo hermoso,
bien desplegadito al viento y en cuanto a las morochas, pos las guapas se ven
más guapas, y las feas ni se ven, o sea que: ¡hilo papalote!
De vuelta de mi paseo paré en la
mezcalería de la que les hablé no ha mucho, a hacer una estación y un pequeñito
receso. Estaba hasta la recontramadre de lleno, porque había un bato que
cantaba rancheras, con el acompañamiento obligado de guitarrón, acordeón y bajo
sexto. Pero miren que logré infiltrarme hasta la barra y allá mi compadre el mesero me
ofreció ración doble de tequilita reposado, para que viera mejor el final del
concierto, y yo que le decía que seguía sin ver ni madre, pero nada, él venga
cargarme la copa y, ya cuando me iba,
otra vez que venga, que la espuela, que para una pinche vez que me dejo caer
por la cantina no me iba a dejar salir sin convidarme.
Y el resto del trayecto a casa
haciendo eses y apreciando las lucecitas como bengalas y los fuegos fatuos por las esquinas, como adornos de Navidad. ¿Cómo? ¿Qué
soy un pendejo por hablar de las bombillitas, cuando dije que la Navidad no me
gustaba? ¡¡Pendejos ustedes!! Revísenlo
y verán. Las navidades me chingan, pero la iluminación de las calles me
encanta. Así lo dije y así quedó escrito. La cosa es que llegué a casa,
milagrosamente atiné con las llaves y entonces caí en la onda de que llevaba
cuatro días sin cargar el Blog y acá que me puse, pero no contaba con los efectos
secundarios combinados del tequila reposado y el colirio.
Ya se me va pasando, así que,
ahorita que releo lo escrito, debo empezar por pedirles disculpas por lo de
cabrones. En México la palabra tiene un significado diferente, así como que
hasta medio cariñoso. Les juro que intenté escribir algo coherente, pero por más
que me esforzaba, me salía todo en norteño, así como del lado occidental, allá
por la parte de mis hermanos de Nogales y de Tijuana, miren ustedes qué onda. Nunca me había pasado con
el tequila, así que tuvo que ser el pinche colirio pendejo, así se lo echen a su chingada madre por el panzón, para que no
pueda ver por el ombligo.
Ya se me pasa y les voy contando:
no encontré momento de escribir nada en estos días, porque en el trabajo me
andan apretando un poco y por las tardes he tenido unos días de no parar desde
el sábado 15: excursión senderista por la provincia de Guadalajara, preparación
a la colonoscopia de la que ya les informé, colonoscopia propiamente dicha, mi
cumpleaños, gracias por acordarse, cine (película chilena “No”, que les
recomiendo vivamente), intervención en el consejo Territorial de la Junta del
Distrito Z, cena con mi peña en el Gran Vía Uno, del que también les hablé y
volveré a insistir, presentación del último libro de Cristina Fallarás, que se
merece un post exclusivo, teatro en el Fernán Gómez, “La lengua en pedazos”,
muy buena, marea ciudadana del 23-F, partido del Deportivo por la tele y, ¿qué
quieren que les diga? Pues que ayer estaba agotado, qué estrés, y lo que menos me apetecía
era escribir nuevos textos.
No faltan temas y aquí les apunto
uno, ahora que voy mejor. Parece que Rajoy ganó el debate del Estado de la Nación. Estado de
calamidad absoluta, simbolizada en el Congreso acorazado, artillado y
defendido por policías embozados con la excusa del frío, para proteger a los
diputados del pueblo al que deberían representar. Espectáculo penoso el del
señor Draghi accediendo a informar a esos mismos congresistas parapetados
detrás de los antidisturbios, con la condición de que la sesión fuera sin periodistas,
cámaras ni taquígrafos.
Rajoy saca pecho con el hecho
cierto de que no hemos pedido un rescate formal. Pero algunas versiones dicen
que, si nos rescatasen, sería como cuando una empresa entra en concurso de
acreedores. Que los interventores que nos asignasen bucearían en las cuentas y
sacarían a la luz todas las irregularidades y mangancias que el PP no quiere
que salgan a la luz. Por eso están tan ufanos. No sé qué pensar al respecto.
Así desde mi visión de ignorante en economía, me parece intuir que los países
intervenidos están peor que antes. Tengo la duda de Irlanda, pero los demás
están jodidos, y Grecia por dos veces.
Intervenidos o no, lo cierto es
que tenemos un presidente que, según los papeles de Bárcenas, estuvo llevándoselo
crudo once años. Y que ahora lo niega. Así que yo he sumado mi firma a la
petición de dimisión, junto con la de un millón de ciudadanos. Por mi parte,
casi me molesta más tener a un mentiroso de presidente que a un corrupto,
porque, visto lo visto, es difícil de encontrar a alguien limpio. Debe de ser
condición humana. Recuerden que Diógenes el Cínico, que vivió en el siglo IV A.C.
salía todos los días a la calle a ver si encontraba un hombre honrado, para lo
que se ayudaba con una linterna (no hace falta que les diga que las linternas
en ese tiempo no eran de pilas alcalinas).
En medio del hedor, sorprende la
actitud chulesca y desafiante de personajes como Bárcenas, o Eufemiano Fuentes. Tipos que
han ido guardando minuciosamente la información de la incuria y la indignidad
para usarla en defensa propia sin preocuparles arrastrar a sus mundos
respectivos a la vergüenza pública. A su lado, casi que la actitud de
Urdangarín me produce una cierta ternura. Por un lado, su socio Diego Torres ha
enchufado el ventilador, al estilo Bárcenas. Por el otro, su familia política
le empuja a comerse el marrón él solito. Sometido a esa doble presión se está
quedando en los huesos. Dará con los ídem en la cárcel, porque alguien tiene
que pagar por lo robado. Su cara se va pareciendo cada vez más a la de Rafael
Vera, otro que se quedó en los huesos, pero aguantó el tipo y no cantó.
Tal vez con el yernísimo en el
trullo, el suegro opte por emular a Benedicto Nosecuantos. Se supone que esa es
la jugada y no creo que nuestro maltrecho monarca esté menos cansado. Eso sí,
al otro se lo ha dicho Dios: dedícate a cuidar tu huerto y deja de perseguir
pederastas, que ya te estás poniendo pesadito.
En fin, lo de costumbre: sean
buenos, cuídense de los mentirosos y no abusen del alcohol, que ya ven lo que
pasa.
Si usted ha bebido mucho, le aconsejo que abra herméticamente la ventana y asome por ella su melonar. Se calmará su resaca...
ResponderEliminarCon este frío no sé si es muy prudente...
EliminarXVI, Benedicto era el XVI, coño, Emilio, que pareces de letras.
ResponderEliminarYa lo sé, hombre. Si no estuviera seguro lo encontraría en cualquier periódico. Es que me gusta más llamarlo Benedicto Nosecuantos. Me preocupa eso de la infalibilidad. Cuando ha renunciado era infalible. O sea, que ha acertado, nadie puede discutírselo. Un segundo después de su renuncia, ya se podría equivocar. Si ahora se diera cuenta de que la ha cagado, ya no le dejarían rectificar, porque ya no es infalible.
EliminarEl Coronelito de la Gándara, desertado de
ResponderEliminarlas milicias federales, discutía con chicanas y
burlas los aprestos militares del ranchero:
—¡Filomeno, no seas chivatón, y te pongas
a saltar un tajo cuando te faltan las zancas! Es
una grave responsabilidad en la que incurres
llevando tus peonadas al sacrificio. ¡Te
improvisas general y no puedes entender un
plano de batallas! Yo soy un científico, un
diplomado en la Escuela Militar. ¿La razón no
te dice quién debe asumir el mando? ¿Puede ser
tan ciego tu orgullo? ¿Tan atrevida tu
ignorancia?
—Domiciano, la guerra no se estudia en los
libros. Todo reside en haber nacido para ello.(Valle-Inclán,Tirano Banderas)
Valle-Inclán es una referencia, no intento emularlo, sería un pecado de soberbia por mi parte. Él demostró saber escribir en mexicano, o en lo que se propusiera, logrando un lenguaje propio. Como escritor y como personaje, fue un adelantado a su tiempo.
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