El Malentendido es una obra de teatro de Albert Camus
estrenada en 1944. En 1969 se montó por primera vez en España con Fernando
Guillén y Gemma Cuervo en los papeles principales. Entre ambos actores surgió entonces
la chispa de un amor que les mantuvo unidos hasta la reciente muerte de
Fernando. Ahora, la hija de ambos Cayetana Guillén Cuervo ha querido
representarla en Madrid, como un homenaje póstumo a su padre. La obra está aún
en cartel, pueden ir a verla, no les voy a poner el link de entradas.com,
búsquenlo ustedes, coño, que yo no soy Lisardo y no veo por qué habría de
llenar mis posts de links, mierda de jerga.
No he visto la función, pero me
la ha contado entera África, mi agregada cultural. La cosa va de dos mujeres,
madre e hija, que regentan una pensión en un lugar frío e inhóspito del norte
de Francia. Su sueño es reunir el dinero suficiente para trasladarse a un lugar
climatológicamente más amable, para lo cual se dedican al noble arte de
asesinar y robar a los viajeros pudientes que se hospedan en su fonda, a la
manera de las ancianitas hilarantes de Arsénico,
por favor. Entonces llega un nuevo viajero a la casa, que es en realidad el
hijo y hermano de las dueñas del negocio, que se marchó de casa muy joven y
vuelve después de haber hecho fortuna, con el propósito de redimir a sus
familiares y sacarlos de su triste circunstancia. No le reconocen y se pueden
imaginar cuál es el malentendido que les lleva a todos a un dramón camusiano (o
camusino), además basado en un hecho real que conmocionó en su día a toda
Francia.
Traigo aquí este asunto porque
nadie está libre de malentendidos más o menos funestos, ni siquiera el autor de
este modesto Blog. La historia que les voy a contar no es trágica (si no, no
encajaría en las coordenadas y las intenciones del Blog). Digamos más bien que
es un tanto ridícula e insignificante, y se van a reír otra vez a mi costa,
pero entre mis lectores hay muchos que dicen seguirme precisamente porque
cuento cosas ridículas e insignificantes, del estilo “subí a lavarme las manos
y luego me sequé con una toalla”. Vamos allá.
Resulta que la otra noche me fui
a la cama y no conseguía dormirme, como me pasa a veces. Por entretener el
insomnio, encendí mi Ipad y entré en
la página desde la que se gestiona el Blog. Ya sé lo que piensan, que ese
detalle revela una adicción importante y que seguro que me paso el día abriendo
el ordenador a ver si ha pasado algo en el Blog. Es cierto, confieso que tengo
un cierto nivel de adicción, pero creo que la controlo y por ahora no veo la
necesidad de acudir a un psicólogo. Mi amigo Mariano Zurdo, escritor y editor, además
de psicólogo, dice que no me preocupe, que eso va por fases, que él estuvo un
año entero escribiendo todos los días en su Blog y luego lo dejó de un día para
otro y no volvió a escribir nada en mucho tiempo.
Por cierto, Mariano Zurdo tiene
dos novelas publicadas La tinta azul del
recuerdo y Resquicios. He leído
la segunda y se la recomiendo. Es un texto que se debe ir devanando como un
ovillo de lana, para ir extrayendo las diferentes historias que lo componen,
como las distintas figuras de una matrioska rusa. Si quieren hacerse con ella pueden
visitar la librería Tres Rosas Amarillas, en San Vicente Ferrer 34. La
editorial de mi amigo se llama Talentura Libros. Tanto la librería como la
editorial están especializadas en relatos y novela. En este caso sí que les dejo los
links: www.talenturalibros.blogspot.com,
www.tresrosasamarillas.com, y
el del propio Mariano www.blogdeliterazurda.blogspot.com
.
A lo que íbamos. Resulta que abro
la página y me avisa de que acaba de entrar un nuevo comentario en el post #80,
“Corredor II”. Lo busco y me sale un anónimo que dice “¡¡Mi libro!! ¡¡Yo vengo
a hablar de mi libro!!” Es una vieja anécdota televisiva de Umbral que revela lo estúpido
que era este señor, por otra parte buen escritor. No sé cómo lo interpretan
ustedes, pero a mí me sonó a que el anónimo se estaba burlando de mi texto, haciéndome
ver que estaba contando un rollo para presumir de corredor de maratones y sacar
pecho, igual que Umbral presumía de su libro. Aún con la duda, la página me
alerta de que llega otro comentario. Esta vez en el #83 “La Gerencia tomada”.
Otra vez la firma “Anónimo” y el siguiente texto “¡¡¡¡Uuuuuh, uuuuh!!!!”
Me empiezo a cabrear. Ya me
habían advertido algunos blogueros veteranos que hay gente muy maleducada que
se dedica a entrar en los blogs a burlarse y decir bordeces. No
le veo la gracia y en parte me siento como si alguien hubiera ingresado en este
foro para reventarlo, para estropear este intercambio de confidencias y
mensajes. Pero entonces llega un tercero, esta vez al #76 “Lisardo reaparece”.
Si lo han leído, sabrán que este post termina con la foto de un culo magnífico que sirve
de felicitación de año nuevo. Al pie hay un comentario de un lector anónimo que
opina que ese culo no es real, que la imagen está pasada de photoshop, y una respuesta mía diciendo
que eso es envidia cochina. Bueno pues mi comentarista borde de las 12 de la
noche añade más abajo algo así: “Claro que es envidia, ese idiota de anónimo no
ha visto un culo similar en su vida. Yo sí y juro que existen”.
Bueno. Nadie entra en mi Blog a
las 12 de la noche, al menos desde España. Allí, tendido en mi cama después de un largo día de trabajo, tuve claras
tres cosas: que el anónimo comentarista de mis tres posts era el mismo, que pretendía reventarme el invento y que era
un gilipollas. Así que, ni corto ni perezoso, me dispuse enseguida a eliminar los tres comentarios. Nunca había borrado nada en
mi Blog y pude comprobar que el proceso es largo y consta de varios pasos. En el último
te preguntan si estás seguro y te advierten de que, si insistes, el comentario desaparecerá para siempre (sic).
Seguro que ya se
imaginan cuál fue el malentendido. El autor de esos comentarios no era un borde
anónimo reventador de blogs. El autor era nada menos que el bueno de Lisardo.
La bronca que me echó al día siguiente fue de las que hacen época. ¡Cómo me gritaba por el teléfono! Lo más increíble
son sus explicaciones, que les detallo. En el primer caso, Lisardo me intentaba advertir
de que, después de explicar cómo empecé a correr maratones, era una ocasión perfecta
para hablar de mi libro, mi única novela publicada hasta el momento La Human Race, que relata las aventuras de
un corredor popular. En el segundo, hacía ¡¡Uuuuuh!! para decirme que él también
se siente un fantasma y que, como yo, se encuentra más a gusto entre los
fantasmas del pasado, que en el mundo real de Bárcenas y Rajoy. Por último, la
foto del culo del #76 corresponde al trasero de la novia de su hijo. El propio
Lisardo fue quien hizo esa foto y jura que no hay photoshop ni truco alguno detrás, que su futura nuera es la dueña
de ese trasero esplendoroso.
En fin. Me he disculpado cien
veces, pero mi amigo sigue bastante enfadado. Además, tiene una crítica de orden
superior, que les transcribo aquí: “VALE, ENTIENDO QUE AL INTERPRETAR MIS
MENSAJES SE HA EQUIVOCADO USTED TRES VECES, PERO ES QUE LO QUE NO PUEDE DE
NINGUNA FORMA HACER ES BORRAR MENSAJES. ¿PERO DÓNDE SE HA CREÍDO USTED QUE
ESTÁ? ESO ES UNA FORMA DE CENSURA. SOLO SI EL TEXTO INSULTA O ES OFENSIVO,
PODRÍA ELIMINARLO. SI NO, TIENE QUE DEJARLO AHÍ. SI NO LE GUSTA, NO LE CONTESTA
Y PUNTO. UN BLOG ES UN FORO PÚBLICO DE PARTICIPACIÓN LIBRE. USTED NO ES QUIÉN
PARA BORRAR LOS MENSAJES DE NADIE. JODER, DON EMILIO, QUE YO LO HE CONOCIDO DE
SUBDIRECTOR GENERAL DE INFORMACION Y PARTICIPACION CIUDADANA, QUE AÚN TENGO LA
TARJETA QUE ME DIO. ¿ES ESA SU FORMA DE ENTENDER LA PARTICIPACIÓN? ¡¡¡AMOS, NO
ME JODA!!!
Lisardo tiene toda la razón y lo
reconozco aquí públicamente. Por ahora, es todo lo que puedo hacer para
arreglar el desaguisado. Confío en que con el tiempo se le pase el cabreo. Al
fin y al cabo, todo fue fruto de un malentendido.
Di que sí, Lisardo, no te dejes avasallar por este tío, que ya se ha revelado como un autoritario. No le consientas que te borre los comentarios. No, si estos funcionarios del colmillo retorcido, si les bailas el agua, todo va bien, ahora: como no les rías las gracias, te machacan
ResponderEliminarNo sé quién cojones es usted pero, como vuelva a insultar a mi jefe, le busco por toda la ciudad y le parto la cara. Hasta ahí podíamos llegar. Una cosa es que yo esté enfadado con él, que es un asunto entre él y yo, y otra que nadie le haya dado vela en este entierro. Así que calladito está mejor; no vuelva a pasarse que voy y le meto.
EliminarLisardo Pérez
¡Cualquiera se atreve a comentar nada a partir a ahora! No, si resulta que Lisardo es un matón... ¡Y yo que le creía un filósofo!
ResponderEliminarTengamos la fiesta en paz. Lisardo es, desde luego, un filósofo y un tío muy legal, lo que pasa es que tiene un pronto que le puede a veces. Pero no es violento. Dice el refrán "perro ladrador, poco mordedor". En cuanto al primer comentarista, tengo la duda de si no serás el Lucinio, al que me refería en el post 86. En cualquier caso, no me afectan tus insultos, y ya no voy a borrar ningún comentario, lo juro.
Eliminar"Arsénico por compasión", se llamó a la peli de Cary Grant en España. Y las ancianitas mataban a señores que estaban muy solos, con la intención de ahorrarles tribulaciones; las desdichadas mujeres de"El malentendido" no eran precisamente compasivas.
ResponderEliminarEs cierto, "Arsénico por favor" es como la llamaba mi madre, gran seguidora de esta maravillosa comedia de Frank Capra.
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