sábado, 9 de febrero de 2013

87. Malentendidos

El Malentendido es una obra de teatro de Albert Camus estrenada en 1944. En 1969 se montó por primera vez en España con Fernando Guillén y Gemma Cuervo en los papeles principales. Entre ambos actores surgió entonces la chispa de un amor que les mantuvo unidos hasta la reciente muerte de Fernando. Ahora, la hija de ambos Cayetana Guillén Cuervo ha querido representarla en Madrid, como un homenaje póstumo a su padre. La obra está aún en cartel, pueden ir a verla, no les voy a poner el link de entradas.com, búsquenlo ustedes, coño, que yo no soy Lisardo y no veo por qué habría de llenar mis posts de links, mierda de jerga.

No he visto la función, pero me la ha contado entera África, mi agregada cultural. La cosa va de dos mujeres, madre e hija, que regentan una pensión en un lugar frío e inhóspito del norte de Francia. Su sueño es reunir el dinero suficiente para trasladarse a un lugar climatológicamente más amable, para lo cual se dedican al noble arte de asesinar y robar a los viajeros pudientes que se hospedan en su fonda, a la manera de las ancianitas hilarantes de Arsénico, por favor. Entonces llega un nuevo viajero a la casa, que es en realidad el hijo y hermano de las dueñas del negocio, que se marchó de casa muy joven y vuelve después de haber hecho fortuna, con el propósito de redimir a sus familiares y sacarlos de su triste circunstancia. No le reconocen y se pueden imaginar cuál es el malentendido que les lleva a todos a un dramón camusiano (o camusino), además basado en un hecho real que conmocionó en su día a toda Francia. 

Traigo aquí este asunto porque nadie está libre de malentendidos más o menos funestos, ni siquiera el autor de este modesto Blog. La historia que les voy a contar no es trágica (si no, no encajaría en las coordenadas y las intenciones del Blog). Digamos más bien que es un tanto ridícula e insignificante, y se van a reír otra vez a mi costa, pero entre mis lectores hay muchos que dicen seguirme precisamente porque cuento cosas ridículas e insignificantes, del estilo “subí a lavarme las manos y luego me sequé con una toalla”. Vamos allá. 
 
Resulta que la otra noche me fui a la cama y no conseguía dormirme, como me pasa a veces. Por entretener el insomnio, encendí mi Ipad y entré en la página desde la que se gestiona el Blog. Ya sé lo que piensan, que ese detalle revela una adicción importante y que seguro que me paso el día abriendo el ordenador a ver si ha pasado algo en el Blog. Es cierto, confieso que tengo un cierto nivel de adicción, pero creo que la controlo y por ahora no veo la necesidad de acudir a un psicólogo. Mi amigo Mariano Zurdo, escritor y editor, además de psicólogo, dice que no me preocupe, que eso va por fases, que él estuvo un año entero escribiendo todos los días en su Blog y luego lo dejó de un día para otro y no volvió a escribir nada en mucho tiempo.

Por cierto, Mariano Zurdo tiene dos novelas publicadas La tinta azul del recuerdo y Resquicios. He leído la segunda y se la recomiendo. Es un texto que se debe ir devanando como un ovillo de lana, para ir extrayendo las diferentes historias que lo componen, como las distintas figuras de una matrioska rusa. Si quieren hacerse con ella pueden visitar la librería Tres Rosas Amarillas, en San Vicente Ferrer 34. La editorial de mi amigo se llama Talentura Libros. Tanto la librería como la editorial están especializadas en relatos y novela. En este caso sí que les dejo los links: www.talenturalibros.blogspot.com, www.tresrosasamarillas.com, y el del propio Mariano www.blogdeliterazurda.blogspot.com .

A lo que íbamos. Resulta que abro la página y me avisa de que acaba de entrar un nuevo comentario en el post #80, “Corredor II”. Lo busco y me sale un anónimo que dice “¡¡Mi libro!! ¡¡Yo vengo a hablar de mi libro!!” Es una vieja anécdota televisiva de Umbral que revela lo estúpido que era este señor, por otra parte buen escritor. No sé cómo lo interpretan ustedes, pero a mí me sonó a que el anónimo se estaba burlando de mi texto, haciéndome ver que estaba contando un rollo para presumir de corredor de maratones y sacar pecho, igual que Umbral presumía de su libro. Aún con la duda, la página me alerta de que llega otro comentario. Esta vez en el #83 “La Gerencia tomada”. Otra vez la firma “Anónimo” y el siguiente texto “¡¡¡¡Uuuuuh, uuuuh!!!!”

Me empiezo a cabrear. Ya me habían advertido algunos blogueros veteranos que hay gente muy maleducada que se dedica a entrar en los blogs a burlarse y decir bordeces. No le veo la gracia y en parte me siento como si alguien hubiera ingresado en este foro para reventarlo, para estropear este intercambio de confidencias y mensajes. Pero entonces llega un tercero, esta vez al #76 “Lisardo reaparece”. Si lo han leído, sabrán que este post termina con la foto de un culo magnífico que sirve de felicitación de año nuevo. Al pie hay un comentario de un lector anónimo que opina que ese culo no es real, que la imagen está pasada de photoshop, y una respuesta mía diciendo que eso es envidia cochina. Bueno pues mi comentarista borde de las 12 de la noche añade más abajo algo así: “Claro que es envidia, ese idiota de anónimo no ha visto un culo similar en su vida. Yo sí y juro que existen”.

Bueno. Nadie entra en mi Blog a las 12 de la noche, al menos desde España. Allí, tendido en mi cama después de un largo día de trabajo, tuve claras tres cosas: que el anónimo comentarista de mis tres posts era el mismo, que pretendía reventarme el invento y que era un gilipollas. Así que, ni corto ni perezoso, me dispuse enseguida a eliminar los tres comentarios. Nunca había borrado nada en mi Blog y pude comprobar que el proceso es largo y consta de varios pasos. En el último te preguntan si estás seguro y te advierten de que, si insistes, el comentario desaparecerá para siempre (sic).

Seguro que ya se imaginan cuál fue el malentendido. El autor de esos comentarios no era un borde anónimo reventador de blogs. El autor era nada menos que el bueno de Lisardo. La bronca que me echó al día siguiente fue de las que hacen época. ¡Cómo me gritaba por el teléfono! Lo más increíble son sus explicaciones, que les detallo. En el primer caso, Lisardo me intentaba advertir de que, después de explicar cómo empecé a correr maratones, era una ocasión perfecta para hablar de mi libro, mi única novela publicada hasta el momento La Human Race, que relata las aventuras de un corredor popular. En el segundo, hacía ¡¡Uuuuuh!! para decirme que él también se siente un fantasma y que, como yo, se encuentra más a gusto entre los fantasmas del pasado, que en el mundo real de Bárcenas y Rajoy. Por último, la foto del culo del #76 corresponde al trasero de la novia de su hijo. El propio Lisardo fue quien hizo esa foto y jura que no hay photoshop ni truco alguno detrás, que su futura nuera es la dueña de ese trasero esplendoroso.

En fin. Me he disculpado cien veces, pero mi amigo sigue bastante enfadado. Además, tiene una crítica de orden superior, que les transcribo aquí: “VALE, ENTIENDO QUE AL INTERPRETAR MIS MENSAJES SE HA EQUIVOCADO USTED TRES VECES, PERO ES QUE LO QUE NO PUEDE DE NINGUNA FORMA HACER ES BORRAR MENSAJES. ¿PERO DÓNDE SE HA CREÍDO USTED QUE ESTÁ? ESO ES UNA FORMA DE CENSURA. SOLO SI EL TEXTO INSULTA O ES OFENSIVO, PODRÍA ELIMINARLO. SI NO, TIENE QUE DEJARLO AHÍ. SI NO LE GUSTA, NO LE CONTESTA Y PUNTO. UN BLOG ES UN FORO PÚBLICO DE PARTICIPACIÓN LIBRE. USTED NO ES QUIÉN PARA BORRAR LOS MENSAJES DE NADIE. JODER, DON EMILIO, QUE YO LO HE CONOCIDO DE SUBDIRECTOR GENERAL DE INFORMACION Y PARTICIPACION CIUDADANA, QUE AÚN TENGO LA TARJETA QUE ME DIO. ¿ES ESA SU FORMA DE ENTENDER LA PARTICIPACIÓN? ¡¡¡AMOS, NO ME JODA!!!

Lisardo tiene toda la razón y lo reconozco aquí públicamente. Por ahora, es todo lo que puedo hacer para arreglar el desaguisado. Confío en que con el tiempo se le pase el cabreo. Al fin y al cabo, todo fue fruto de un malentendido.

6 comentarios:

  1. Di que sí, Lisardo, no te dejes avasallar por este tío, que ya se ha revelado como un autoritario. No le consientas que te borre los comentarios. No, si estos funcionarios del colmillo retorcido, si les bailas el agua, todo va bien, ahora: como no les rías las gracias, te machacan

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    1. No sé quién cojones es usted pero, como vuelva a insultar a mi jefe, le busco por toda la ciudad y le parto la cara. Hasta ahí podíamos llegar. Una cosa es que yo esté enfadado con él, que es un asunto entre él y yo, y otra que nadie le haya dado vela en este entierro. Así que calladito está mejor; no vuelva a pasarse que voy y le meto.
      Lisardo Pérez

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  2. ¡Cualquiera se atreve a comentar nada a partir a ahora! No, si resulta que Lisardo es un matón... ¡Y yo que le creía un filósofo!

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    1. Tengamos la fiesta en paz. Lisardo es, desde luego, un filósofo y un tío muy legal, lo que pasa es que tiene un pronto que le puede a veces. Pero no es violento. Dice el refrán "perro ladrador, poco mordedor". En cuanto al primer comentarista, tengo la duda de si no serás el Lucinio, al que me refería en el post 86. En cualquier caso, no me afectan tus insultos, y ya no voy a borrar ningún comentario, lo juro.

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  3. "Arsénico por compasión", se llamó a la peli de Cary Grant en España. Y las ancianitas mataban a señores que estaban muy solos, con la intención de ahorrarles tribulaciones; las desdichadas mujeres de"El malentendido" no eran precisamente compasivas.

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    1. Es cierto, "Arsénico por favor" es como la llamaba mi madre, gran seguidora de esta maravillosa comedia de Frank Capra.

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