viernes, 1 de febrero de 2013

84. Nos llega la mierda al cuello

Me resistía yo a hablar de Luis El Cabrón, pero ya no puedo seguir callando, porque la porquería nos va llegando a la altura indicada en el título de este post. Por cierto, tengo noticia de que muchos compañeros siguen mi Blog desde el trabajo y, en algunos casos, los sistemas de bloqueo, instalados por nuestra diligente empresa para que la gente no se pase la mañana en la contemplación subrepticia de páginas porno, les impiden entrar en posts como “Por fin se acabaron las putas fiestas” y “Oda al culo”, por la presencia de palabras malsonantes en el título. 

Tal vez les pase lo mismo con éste y les pido disculpas. Tendrán que dejar la lectura de mi Blog para la tarde. Pero es que, hablar de Luis El Cabrón sin mencionar la palabra mierda, es imposible. La inmundicia que está expandiendo el ventilador de este caballero engominado se extiende en todos los sentidos y contamina este texto desde el título hasta la última sílaba. Tampoco estoy seguro de que el vocablo mierda esté entre los prohibidos, como culo y puta. En un ejemplo de coherencia, a nuestros censores no les preocupa la palabra pedo, que aparece en tantos de mis títulos.


Tampoco sé qué se puede decir que no haya sido dicho ya. Quizá haya que empezar por la foto de este señor. Aquí arriba le tienen, ojo avizor controlando el flanco izquierdo, no vaya a venir un coche a toda velocidad. O una moto con pistoleros albanokosovares armados con metralletas. Los ojos de acero miran en diagonal, estableciendo una línea sesgada, que abre un ángulo con la línea de su nariz de vela latina, a su vez convergente en un punto a pocos centímetros frente a él, con las otras líneas rectas de su rostro, las que forman la boca breve de labios finos y la dura quijada con reminiscencias de la antigua Casa de Austria.

Una composición a base de ángulos agudos, de líneas oblicuas como sus intenciones, que recuerda el frente de los viejos Citroen Tiburón, rematada hacia atrás por la capota de su melena presa del fijador. Ese rostro parece reclamar bajo él un abrigo Loden de color verde, en vez de esa gabardina del teniente Colombo con la que sale en todas las fotos. Un indicativo tal vez de una cierta austeridad con un punto espartano, una tenacidad berroqueña, la especial cualidad resistente de un tipo que los tiene a todos agarrados por los cojones.

Qué hará Rajoy ahora. Con los cuadros amarillos obsesivamente rellenos de datos incriminatorios publicándose en portada en la prensa de todo el mundo. Esos cuadros que delatan que nuestro presidente, a quien elegimos por la incompetencia de su antecesor, estuvo once años cobrando los sobres de la vergüenza, mes a mes, año a año. ¿Tal vez piense que puede meter la cabeza en la tierra cual avestruz, como ha hecho tantas veces? En medio de tsunamis de todo tipo, este señor ha exhibido la siguiente panoplia de respuestas:

1.- No decir absolutamente nada. Poner cara de póker y esperar a que los problemas se arreglen solos, o que la gente se canse de pensar en ellos.
2.- Decir enigmáticamente que “hará lo que hay que hacer”, sin explicar el qué.
3.- Soltar al bulldog Cospedal a que ladre con convicción negando las evidencias.
4.- Mostrarse malhumorado porque no llega a tiempo al partido de la tele.

Tanto repitieron que la culpa de todo la tenía Zapatero, que llegaron a creérselo. Pensaron que, sólo con ponerse ellos en su lugar, las cosas empezarían a mejorar. Y se encuentran con que las cuentas no cuadran, Europa sigue apretando, su programa electoral es imposible de cumplir, la gente sale a la calle indignada, el paro alcanza lo nunca visto, las pensiones peligran, los impuestos suben, las empresas cierran o hacen EREs, los desahucios se generalizan, los catalanes plantean la secesión, los vascos observan complacidos el proceso para seguir el camino abierto y, en medio de tantas calamidades, aparece el espectro de Luis El Cabrón esparciendo mierda en todas direcciones.

Qué descuido, que absentismo laboral, que falta de previsión, cómo es posible que el señor Bárcenas conserve esos papeles y no le hayan obligado a cocinarlos con salsa de soja y comérselos en chop-suey. O elaborar con ellos un cilindro tan fino que le permita introducírselos exactamente por el lugar que están pensando. ¿Cómo pueden haber consentido que la situación desemboque en este dislate? ¿Cómo pueden haber sido tan cándidos de pensar que un tipo a quién apodan El Cabrón iba a brindarse a comerse él solito el marrón? Que yo recuerde, a Barrionuevo no le llamaban Pepe el Hijoputa, ni a Vera Rafa el Malnacido.

Llevo desde mediados de septiembre colgando entradas en esta tribuna pública, y uno de mis leit motivs es la idea de que no somos más chorizos, ni más incompetentes, ni más cutres que alemanes, holandeses, finlandeses y otros. Tenía un post en preparación centrado en la chapuza del nuevo aeropuerto de Berlín-Brandemburgo. Pero no puedo seguir esa línea precisamente hoy. Primero porque ya no estoy tan seguro. Segundo porque, precisamente hoy, ese argumentario me emparentaría con el “Y tú más” que tanto utilizan los miembros del partido en el poder. Y tercero porque ya no puedo más, porque tengo que gritar, como los de las fotos: QUE ESCANDALO, QUE BOCHORNO, QUE VERGÜENZA, QUÉ SOFOCO.


 
Realmente, el pasotismo de Rajoy es algo inaudito. Es una indiferencia, un diletantismo, una pasividad, que me remite a un tipo muy concreto de gallego. El del burócrata de ciudad, de buena familia, sólo preocupado por su comodidad, que entra de manera natural en política, porque desde pequeñito ha aprendido a ignorar la pestilencia del caciquismo circundante. Los gallegos de clase media y baja son sabios, emprendedores, viajeros y tienen su genio. Pero estos otros gallegos urbanos, provincianos, de café, copa, puro y partida de dominó, son una elite cocinada a lo largo de generaciones que no han trabajado nunca con sus manos.

No puedo evitar que la mente me lleve a otro de estos gallegos neutros y vagos, que triunfó también en su día en la política nacional. Me refiero a Santiago Casares Quiroga. Este ínclito ejemplar de esa raza de gallegos pasotas, llegó a ser Presidente de las Cortes y popularizó la costumbre de echarse una siesta entre las sesiones de mañana y sus actividades vespertinas. El 18 de julio de 1936, Santiago Casares Quiroga salía del Congreso a mediodía cuando fue abordado por los periodistas de todos los medios, que le preguntaron qué había de cierto en el rumor de que los militares se habían levantado en África y otros lugares. Su respuesta pasó a los anales de la estupidez, la soberbia, la indiferencia y la estulticia más escandalosas:

–¡Miren ustedes qué casualidad! Los militares se han levantado y justo ahora yo me voy a acostar.

No me digan que no les suena.

9 comentarios:

  1. ole, ole y olé!
    cómo se ve que Lisardo le ha aleccionado sobre la importancia del equilibrio imagen-texto aunque ande flojo de links, todavía.

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    1. Gracias por su comentario, querido lector anónimo. Intento ir incorporando imágenes y otras innovaciones, lo que pasa es que a Lisardo (¿no será usted, por ventura?)lo han trasladado al edificio nuevo, y me falta su apoyo técnico. Todo llegará.

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  2. Es una desgracia pero en este país no queda una sola institución que no huela a mierda. Desde la corona hasta la justicia pasando por partidos, sindicatos, Cruz Roja, iglesia...etc.
    Vaya imagen estamos dando a Europa...

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    1. Y con los recortes no tenemos ni papel higiénico

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    2. Me contraría mucho volver a hacer correciones en tu blog, que por otra parte tanto admiro. Creo no equivocarme si digo que Casares Quiroga no fué nunca Presidente de las Cortes, fué, eso sí, Presidente de Gobierno o, si lo prefieres, Presidente del Consejo de Ministros, que es lo mismo.
      ¿Qué te ha pasado para que le llames gallego neutro, que no sé muy bien qué es, vago y pasota?. Fué promotor y llevó a su aprobación en el Parlamento, el Estatuto de Autonomía de Galicia, tras haberse ya aprobado los de Cataluña y Euskadi. No es mi deseo establecer aquí un debate político que, además, no sabría, me ganarías. Me rajo. La frase que contesta a los periodistas es una boutade.
      Hace pocos años se ha abierto al público como "Casa Museo Casares Quiroga" aquella donde vivió, que está situada en la calle Panaderas, muy cerca de la de Papagayo.
      Seguiremos repasando. Me doy por muy bien pagado con la lectura de tus variados post. Un fuerte y muy amistoso abrazo.

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    3. Querido amigo, enredando con el móvil mientras hacía guardia al lado de quien te imaginas, he entrado en los comentarios y he borrado por accidente el anterior. Espero que lo hayas leído. Es una fatalidad. Si me dijeran que tengo que borrar todos los comentarios del blog menos uno a elegir por mí, hubiera escogido este. Lo siento. Tal vez haya forma de recuperarlo mañana, pero tiene que ayudarme alguien. Un abrazo.

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    4. Bueno, pues ahora creo que ya lo he borrado del todo. Espero que te haya dado tiempo a leer mi respuesta. No tengo ganas de volverla a escribir. Fundamentalmente te decía que estoy muy triste, que el blog debe continuar (the show must go on) y te aclaraba el por qué de mi ataque a Casares, del que me disculpaba contigo. Por todo eso siento especialmente que se haya borrado.

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  3. Corregiría, de buena gana, algunos signos de puntuación, pero después de pinchar en "vista previa" no puedo ya corregir. ¿Para qué, entonces, la vista previa?
    Que duermas bien.

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    1. Primero creí que te referías a signos de puntuación en mis textos. Procuro ser pulcro en este aspecto, pero puedo tener errores (también de concepto, por supuesto). De acuerdo con la estructura técnica del blog, sólo los puedo corregir yo, algo que hago con gusto cuando algún lector me avisa.
      Luego me he dado cuenta de que te refieres a tus comentarios. Yo no he visto errores (no soy muy tiquismiquis al respecto con los textos de los demás). Si te pasa eso que dices, la solución es fácil: no pinches en la vista previa. Es lo que le decía mi padre a los pacientes que venían con el problema típico: doctor, doctor, que cuando me toco aquí, me duele mucho. Respuesta de mi padre: "pues no se toque usted".

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