Lo pongo con mayúsculas porque es un título gritado a voces.
Verán más abajo por qué. De momento, continúo con mi programa de seguir
subiendo al blog los vídeos del concierto de Samantha Fish en Jerez de la
Frontera, el 23 de julio pasado, un acontecimiento que ha revolucionado la
deriva de este blog como ningún otro. Hemos visto hasta ahora seis vídeos con las ocho primeras canciones del concierto y hoy le toca en primer lugar a un tema que traje al blog hace
no mucho: Better be lonely, mejor
estar solo. Una de las canciones más pegadizas y desenfadadas de Sam.
Recuerden la letra: nos lo hemos pasado muy bien, te quiero mucho, pero ahora
tú a tu casa y yo a la mía. Y el pegadizo estribillo: mejor, mejor, mejor que
estés solo, hambriento de mi contacto (hungry
for my touch), mejor, mejor, mejor que estés solo y así me disfrutarás
más cuando vuelva para darte mi amor. En la segunda estrofa dice: tengo la llave, la llave, la llave para encerrarte conmigo, pero no te voy a encerrar, quiero que seas libre y
salgas por ahí, no creas que por eso me vas a romper el corazón.
Por distintas circunstancias, mis dos hijos van a
estar este trimestre viviendo solos, con sus parejas respectivas al alcance y
reuniéndose con ellas al menos los fines de semana, pero solos el resto del tiempo. Así que les viene como anillo al
dedo el mensaje de esta canción. Sam compuso los temas de su último album durante el primer encierro por la pandemia, cuando todos estábamos aterrorizados sin saber lo que nos esperaba. Sin embargo este disco contiene las
canciones más alegres y superficiales de toda su carrera. Cuando le preguntan
cómo fue capaz de crear semejantes temas en medio de ese momento tenebroso,
responde: ¡Oh! Me esforcé por no reflejar en mi música cómo me sentía, sino
cómo me quería sentir, el mundo necesitaba mensajes positivos. Mi hijo Lucas
ha pasado una semana conmigo este mes de agosto y todo el rato me decía: papá, ponme
la canción esa de chumbera-chumbera
(cuando la escuchen sabrán por qué).
Les pido que se fijen en algunos detalles del vídeo.
Sam empieza muy seria con un poquito de publicidad, explicando que la banda tiene un nuevo disco, que se publicó el año pasado, 2021,
que se llama Faster y que la canción
siguiente es de ese nuevo disco. Pero en realidad está preocupada por otra cosa. Hacía un
calor importante en Jerez el 23 de julio, aunque había refrescado algo al caer la noche.
Sam estaba sudando, la hemos visto en los vídeos anteriores pasarse la mano por
la cara varias veces. Y a ella, tan perfeccionista, le preocupa que se le corra
el rimmel o la pintura de ojos. No tiene espejo. Su único espejo posible es su amiga,
confidente y colega, la baterista Sarah Tomek. De espaldas al público se pasa unos
segundos revisándose la cara, hasta que Sarah le da el OK y empiezan la
canción. Después vemos cómo le da la risa un par de veces, porque esta chica
tiene un sentido del humor muy acusado y a veces ella misma se sorprende de lo
que ha escrito y ella sola se lo ríe. Recuerden: chumbera-chumbera, tal vez esto les ayude a corear el estribillo.
Esto, y no otra cosa, es el rock and roll. Pero hoy quiero contarles algo sobre mí, una vez más. Durante la primera mitad del
año yo me organicé para poner en orden mis asuntos médicos y el cuidado de mi
casa. Era un programa que podía haber salido bien o no tan bien, pero la
cuestión es que se vio sobrepresionado y espesado por una serie de
circunstancias inesperadas que lo convirtieron en un poquito vertiginoso (no
demasiado, tampoco hay que exagerar). Primero me pillé el Covid, a renglón
seguido vino mi cumpleaños y mi doble operación de cataratas con su secuela de gotas y reposo. Yo tenía previsto atender a mi amiga Sonia de la ETSAM con
una clase sobre Palomeras seguida de una visita al barrio, más un recorrido por
Madrid Río la mañana siguiente, para el grupo de arquitectos de posgrado de
Milán que venían de visita, pero no contaba con que mi amigo Werner me
gestionara un bolo adicional con la compañía de Metro de Copenhague justo un
día antes de mi doble colaboración con Sonia.
Tampoco contaba con que mi hijo Kike viniera a casa
fuera de temporada con el plan de ir a La Coruña a ver a su tío y a sus primos,
pero lo encajé como pude, a continuación de mi triple bolo, y a la vuelta ya
tuve que ponerme a recoger todas mis pertenencias en cajas para dejar la casa lista
para el pintor y el acuchillador, perdón, parquetista. De allí a mi traslado a
casa de mi querida África, donde pasé tres semanas gozosas que me llevaron hasta
finales de junio, momento de volver a casa y desempacar lo empaquetado, casi
sin tiempo, porque tenía en perspectiva la charla en el Ateneo (la de mi cabreo
supino con ustedes) y la subsiguiente colonoscopia. E inmediatamente, mi mes de julio de
auténtico groupie de Samantha Fish
siguiéndola por la geografía nacional en su inesperada gira que se llamó Faster Tour.
Agota sólo de leerlo. Ese trajín acelerado influyo en
el blog, como no podía ser de otra manera. Superado el mes de julio, me
encontré en la pausa de agosto con una realidad: este es el año en el que he
escrito menos entradas (pueden comprobarlo aquí a la derecha). Y, además, mi
vida era tan vertiginosa que me bastaba con hacer una especie de diario,
contando lo que me iba pasando, para cubrir el expediente y mantener el blog
más o menos vivo. Pero esto no podía continuar así. Yo no puedo estar toda la vida contándoles que he ido a correr, o al yoga, o a mi clase de guitarra. Eso ya se da por hecho.
A la vuelta del verano, mi vida prometía ser más tranquila, puesto que ya tengo la
casa a punto y la cuestión de la salud bajo control (toco madera): tengo bien la vista, llevo dos colonoscopias seguidas sin que me extraigan
ni siquiera un mísero urdangarín, lo que me remite a volver dentro de tres años, y en
cuanto a mi estenosis de carótida tengo una consulta de seguimiento en
diciembre, de cuyo resultado se dará cuenta en su momento.
Y aquí entra en juego el título del post, porque yo soy de una manera determinada, ya me van conociendo. A veces es muy curioso escuchar a amigos antiguos, que recuerdan cosas que tú dijiste y has olvidado. Por ejemplo, cuando me reuní en La Coruña con mi querido amigo Berto, seguidor ilustre del blog, me contó algo que no recordaba. Que una vez yo tenía mucho dolor de cabeza, él me recomendó tomarme una aspirina o similar y le dije que no, que tenía que dominar el tema por mí mismo, sin ayudas farmacéuticas, porque esa era la manera de solucionarlo de forma definitiva y estaba al alcance de cualquiera. De verdad, ni después de contarme esto me acordé de haber dicho semejante cosa. Lo que les puedo decir es que llevo décadas sin sufrir un dolor de cabeza, es decir, que mi sistema funcionó. Sí recuerdo que hice algo parecido con el hipo: a mí me entraba hipo y podía estar toda la tarde con él, algo muy molesto. Me esforcé en acabar con eso y ahora a mi me da un primer hipo y el segundo ya no me aparece; es algo que logré dominar con esfuerzo y tesón.
De aquellos tiempos dorados, en que teníamos veintipocos años, recuerdo una frase del Coronel Groucho (con Berto, la tercera pata del
banco que formábamos), con la que siempre me definía: el Emilio es que es un
ordenadito. Bueno, pues sigo siendo un ordenadito, según la precisa
denominación del Coronel. Y yo, en este mes de agosto, me he organizado para
seguir con el blog de forma un poco más estructurada. Creo que este foro tiene
una virtud que es la variedad de temas que se tratan. Así que, de entrada,
decidí escribir posts de dos líneas temáticas. La línea A dedicada a contar temas míos
personales, recuerdos, historias de mis hermanos y de mi familia en general. Y
una línea B de análisis de la sociedad que me rodea, más política y con
opiniones sobre lo que observo en mi entorno, o sobre la
historia colectiva. Digamos que la línea A es más introspectiva, evocadora,
literaria y sugerente, mientras que la línea B es más periodística, analítica, política
y polémica, son mis opiniones y no tienen ustedes por qué compartirlas. La línea A surge de mirar dentro de mí, mientras que la B parte de una mirada hacia fuera.
Pero pensé también que la única materia en la que
me puedo considerar un especialista es el rock; de los demás temas soy
simplemente un aficionado, que opina de todo sin más apoyo que un cierto
sentido común. Así que decidí que habría una línea C especifica de rock. Y que mis posts seguirían ciclos ABC. También
tomé otras decisiones. Recuperaría el ritmo de un post cada tres días, para
mitigar un poco el descenso en el número
anual de entradas. Y adopté otra directriz importante: escribiría mis posts por
la tarde, para dejarlos reposar por la noche y, al día siguiente, darles un
rápido repaso y publicarlos por la mañana. Los textos salen así más meditados y
madurados. Así que ya ven: yo me he inventado una organización y una estructura a la que ceñirme y
ustedes ni se habían enterado (un lector anónimo dijo hace poco que me
encontraba sembrao últimamente, pero eso es todo).
La fase anterior de vorágine y vértigo terminó con LA
FOTO, la resaca del éxtasis y un post dedicado a aclarar mi situación
sentimental, que ha sido el que más visitas ha cosechado este año, lo que
confirma mi intuición de que a muchos de mis lectores les interesa
especialmente el cotilleo (sin ánimo de insultar). Este post fue seguido de una
coletilla que titulé Que salga el sol por
Antequera, publicada el 10 de agosto. Desde entonces, esto ha ido como una
máquina. La maldición de los porteros suplentes (tipo A), Cerrar el Retiro por
el calor (tipo B), Rory Gallagher (tipo C), El amante de las hipotenusas (tipo
A), Un mundo de tramposos (tipo B), Sam y los boomers (tipo C). Y hoy, que inicio mi tercer ciclo con otro post de la linea A. El ritmo de publicar un post cada tres días y hacerlo por las mañanas, me costó pillarlo, pero ya va sobre ruedas.
No se asusten, esta estructura no es para mí un dogma,
la tendré como una referencia, pero no me voy a agobiar si me la tengo que saltar.
Lo cierto es que, liberado de obligaciones de salud y de arreglos en la casa,
tengo mucho tiempo libre y a mí me gusta organizarme (porque soy un
ordenadito). De otra forma, se pierden tiempo y energías de manera lamentable.
Pero he seguido compatibilizando esto con el yoga, el running y el inglés,
además de mis citas con amigos y amigas, a la espera de reiniciar mis clases de
guitarra. El running y el yoga van bien, pero en cuanto a la guitarra y el
inglés, necesito hacer también un esfuerzo suplementario y el mes de agosto es
el momento ideal para este tipo de propósitos y planes. En la guitarra, el
primer año avancé mucho, pero este segundo me he estancado, en buena parte
porque la vorágine de mi vida no me dejaba tiempo para practicar como es
debido.
Así que he decidido dedicar una hora diaria a
tocar, para no perder lo aprendido. Y, en cuanto al inglés, mi
profesor Ed decidió que ya estaba sobrado para el nivel B1 y me pasó al B2. Desde
entonces, me cuesta entender incluso lo que él me dice durante las clases. Se
lo he comentado y responde que es normal, pero que esa es la forma en la que me
van a hablar si voy a USA o al Reino Unido, que en eso consiste el paso del B1
al B2. Así que he tomado otra decisión al respecto: empezar a ver series y
películas en la tele por las noches, en inglés y con subtítulos en inglés. Es
duro por ahora, pero el que algo quiere algo le cuesta. En esas ando, lo que no
es óbice para que haya tenido por aquí a mi hijo Lucas una semana, que haya ido
a la fiesta de 65 cumpleaños de mi amiga Nani, o que haya visitado el otro día
el Museo Cerralbo con otra amiga que quería darme unos chocolates artesanales
que me había traído de Sicilia.
Pero, miren ustedes por dónde, ayer me llegó un correo
de mi querido amigo Diego Moreno, el hombre de Tijuana. Diego me manda su
último escrito, que ha titulado Posdata
y que remata su discurso desarrollado durante años en libros como El País de
los Hombres Solos. Yo a Diego lo quiero mucho, pero tenemos una discrepancia
ideológica fundamental. Él, desde su atalaya de Tijuana, es un antiyanqui
convencido y lleva años pronosticando que el imperio USA está a punto de caer,
igual que le sucedió a los romanos, a los egipcios y a los griegos. En El País
de los Hombres Solos, Diego reivindica la forma de vida tradicional, la familia
amplia como la suya, la protección de las culturas ancestrales, la vida pausada
de los pueblos, frente a la uniformización urbana, la familia desestructurada,
la vida impersonal de las ciudades y la soledad y falta de empatía entre las personas,
que él identifica con el modelo norteamericano.
Yo he debatido mucho con él al respecto y no he
querido caer en extremos demagógicos. Podría haberle dicho que esa protección de las culturas y los usos
ancestrales lleva a promocionar cosas como la ablación de clítoris, por ejemplo, 18.400
niñas en riesgo de sufrirla en España, hoy, mientras ustedes leen este texto. Y tampoco quise hacer mucha sangre con el tema de la violencia y el narcotráfico en su tierra. Lo que siempre le he argumentado es que los hombres (y no digamos las mujeres) somos más libres en Europa (que es para mí el paraiso, no los USA). Que en México se vive peor que en USA en muchos sentidos. Diego sabe cómo pienso y cómo me identifico con el modelo de vida urbana que yo no
llamo yanqui sino occidental y que él dice detestar. Pero resulta que, cuando
me mandó su libro recién publicado y me pidió una opinión, yo le mandé un correo
electrónico que escribí con el corazón. Es un correo del que no guardé copia y no lo recordaba, pero Diego sí, lo tiene archivado como oro en paño y me lo ha
reenviado para que lo tenga en cuenta cuando lea Posdata. Lo he leído y me he
quedado impresionado.
Es un texto que yo escribí en febrero de 2008, cuatro
años y medio antes de empezar con este blog, que lleva ya casi una década de vida.
Pero creo que en esos renglones está sintetizado todo lo que yo llevo tratando de
contar sobre mí mismo en este foro. En ese momento, yo no sabía que iba a ganar
un premio de novela corta, ni que me cesarían en mi puesto de Subdirector
General en cuanto se terminara el proyecto Madrid Río, ni que ese cese me
dejaría un vacío existencial que hube de rellenar creando un blog, ni que me
reengancharía en el Ayuntamiento hasta los 70, ni que me rompería un brazo por
intentar no perder el Metro, ni que viajaría recorriendo del mundo hasta el confín, ni que mantendría mi blog durante diez
años (y lo que te rondaré, morena). Pero en ese texto ya estaba definida mi
personalidad, y creo que no se puede explicar mejor. Es que ¡¡¡ESE SOY YO!!!
Recuerden el contexto. Mi querido amigo Diego me manda
un libro para que se lo comente, un texto en el que sintetiza toda esa
línea que yo no comparto, montándose un rollo patatero con el que no comulgo
para nada. La maravillosa familia mexicana, con todo su folclore, su machismo,
su dieta poco sana y su música de rancheras, presentada como algo extraordinario
y mucho mejor que el mundo aséptico yanqui y todo lo que conlleva. Los gringos,
que tienen la culpa de todos los males sobre la Tierra, han traicionado esas esencias de la
humanidad, revirtiendo el modelo para terminar en un mundo deshumanizado, que
les lleva directos a la decadencia y el anunciado final de su imperio. Yo tenía
que contestar a eso con ironía pero con rotundidad y hacerlo de forma educada,
porque aprecio sinceramente a mi amigo. Pues esta fue mi respuesta y ni yo
mismo me creo que pudiera mandarle estas frases a Diego en febrero de 2008. Les
pido que lo lean. No tiene desperdicio.
Después de
leer tu libro, me siento como un infiltrado o abducido por el espíritu
americano. Me reconozco en ese hombre solitario, urbano, sin referencias, sin
pasado, escapado de su terruño de origen, deportista callejero, usuario del
transporte público, vestido con jeans y tenis. ¡Y yo sin saberlo! No sé cómo me
pudieron influir de esa manera, si a mis diecisiete años no había salido de La
Coruña y no tenía otras noticias de América que las películas del Oeste. Sin
embargo, yo ya era así. Yo ansiaba
vivir en una gran metrópoli y poder pasear por calles infinitas curioseando
escaparates, mirando a los ojos de las chicas con las que me cruzaba, tomando
alguna cerveza en un bar casual, disfrutando del anonimato y la superficialidad
de las relaciones humanas en toda gran ciudad. Esa ansia se hizo realidad
cuando vine a Madrid, la más americana de las ciudades españolas. Todavía no me
he recuperado de la impresión que me llevé al llegar a esta urbe, y llevo aquí
40 años, puesto que acabo de cumplir 57. Por supuesto, me gusta viajar y
recorrer paisajes bonitos, lugares recónditos y rurales pero, cuando regreso a
la ciudad, mi sensación es siempre de alivio. Tu libro me ha revelado que soy
un jodido yanqui, y ahora me siento como los hombres-vaina de la película La
invasión de los Ladrones de Cuerpos. Ahora me explico por qué en mi primera
visita a Nueva York tuve la mayor sensación de deja-vu que he experimentado nunca.
Pues así exactamente se lo escribí a Diego. Hace casi 15
años. Sólo me faltó hablar del rock and roll para trazar un perfecto autorretrato. Ustedes me dirán si he cambiado en algo. En fin, que, de modo imprevisto, me ha venido a la mano un texto perfecto para la línea A de mis
posts programados. El próximo será de la línea B y váyanse preparando, porque
vengo fuerte. Pero hemos de cerrar con el siguiente vídeo de Sam. Son aquí tres
canciones seguidas, hasta llegar a la número 12. Les adelanto que el concierto
completo constó de 14 temas, más uno de propina. Así que en el próximo post
cerraremos esta línea complementaria, a falta del bis. Detalles del vídeo con
el que cierro este texto. Son muchos. La primera canción se llama Loud y tiene dos tempos, uno lento y
otro más heavy que se van alternando, el primero con mucho margen de lucimiento
para el teclista Mat Wade, que es buenísimo.
Sin descanso alguno, la banda de Sam ataca Bitch on the run, el tema que más
alto ha llegado en las listas y en las estadísticas de visitas de Youtube,
entre todos los de Samantha, una canción con la que ya se internan en un slalom
vertiginoso como un grupo de esquiadores expertos. Pero a Sam le gusta cortar el climax
en el centro de esta canción, para que todos descansen un poco, dar otra ventana de
lucimiento al teclista, presentar a sus músicos y pedir a la concurrencia que
canten con ella. Pero ya no puede más de calor, se quita la guitarra y amaga
con quitarse la chaqueta, de cara a la baterista Sarah, cuya aprobación busca
de nuevo. Y Sarah le dice que adelante, ella sabe que todo esto es un coqueteo
y que Sam finalmente se quedará en top.
Presenta entonces a los músicos y vemos que el aplauso
para Sarah es el más nutrido como siempre. Y Sam sigue hablando a la audiencia,
speech que les traduzco. Ahora, España, yo quiero que ustedes sean las
estrellas del show, ahora mismo, ¿pueden ayudarme? Promesas, promesas… ¿pueden
hacerlo? Muy bien, es súper fácil. Cuando yo diga right now, right now, ustedes lo repiten para mí ¿Lo pillan? Muy
bien, es fácil y lo vamos a hacer. Luego, al escuchar el resultado, continúa: ¡Ah!
Está bastante bien. Pero ahora quiero que se sumen algunos chicos más aquí por
la izquierda, y otros también al fondo. ¿Estáis cansados? ¿Seguro que no? Muy bien,
porque yo he iniciado este diálogo porque empezamos esta gira en España y la estamos terminando también en España, y es un
gran placer para nosotros estar de vuelta en Europa después de tanto tiempo y ha sido estupendo empezar y terminar en España, así que muchas gracias, porque
realmente os necesitamos, necesitamos vuestra energía, así que ¡vamos!
En las imágenes siguientes pueden ver al menda en la segunda fila coreando a gritos el right now, right now a todo pulmón,
incluso haciendo bocina con ambas manos (también ESE SOY YO). Pero Sam se ha quitado la chaqueta,
ya no tiene calor y continúa su descenso por la pendiente nevada, empalmando una
tercera canción con la anterior, un tema de ritmo aún más rápido. Deja de esta forma el escenario preparado para las
dos maravillosas canciones que le quedan por tocar, según la lista que ha
escrito al preparar el concierto y de la que todos los músicos tienen fotocopia (Sam es también una ordenadita).
El público está ya totalmente entregado y en el próximo post podremos disfrutar
del fin de fiesta. Sigan siendo buenos, porfa.
Emilio, jodido yanqui, me ha encantado tu respuesta a Diego Moreno, pero de tu Samantha estoy, como diría Iñaki Gabilondo, EMPACHADA. Ya sé lo que me responderás, que lo sientes por mí, porque vas a seguir con tus somantas mientras exista el blog, que debería pasar a llamarse "Sam Fish a la carrera". ¡Pesao! Yo también te quiero.
ResponderEliminarQuerida, para evitar los empachos, te recomiendo el Pankreoflat. Nunca falla. Abrazos y besos.
EliminarAprecio su voluntad de disciplinarse e introducir un ritmo continuo en el blog, pero, sinceramente, veo difícil que pueda cumplirlo. Con la hora diaria de guitarra y las pelis en inglés, me temo que se encamina usted al mismo error del año pasado: entrar a demasiados retos y acabar un poco asfixiado.
ResponderEliminarPosiblemente tenga razón. Veremos a ver lo que aguanto con este ritmo y esta estructura.
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