viernes, 9 de septiembre de 2022

1.166. El fin de fiesta y el oído absoluto

Bien, para cerrar la serie de vídeos del concierto de Samantha Fish en Jerez, nos queda sólo el correspondiente al bis, la propina que el público le pidió, al grito unánime de oé-oé-oé. Es este un vídeo lleno de pequeños detalles en los que les voy a pedir que se fijen. Comienza con la imagen del público pidiendo la vuelta de los músicos al escenario, escena en la que me pueden ver a mí en el centro, coreando el oé-oé a todo pulmón, charlando con mi colega Dani y haciendo bocina con ambas manos para sumarme a la algarabía reinante. No se hacen mucho de rogar los de la banda, que salen encabezados por el teclista Mat Wade, quien se suma al oé-oé con el órgano. Enseguida sale Sam que está encantada y repite por tres veces me encanta este soniquete.  

Dice muchas gracias, una de las pocas palabras en español que se ha aprendido, pero ha de ajustar el sonido del micro, que no está a su gusto. Después del uno-dos-uno-dos-probando, insiste en que le bajen el volumen a los teclados (the keys) que está demasiado alto. Luego pregunta: ¿así que quieren más? Y usa entonces otra palabra en español que se ha aprendido: camisetas. ¿Algunos de ustedes llevan nuestras camisetas? Por si no la entienden, muestra el borde de su top. Hasta que alguno le enseña la camiseta que se ha comprado en el concierto. Cuando ve que la han entendido, se pone muy contenta y grita ¡EEEEH! ¡CAMISETAS! Luego precisa que son muy frescas y que vienen bien para un día tan caluroso. Saluda y arranca moviendo el culo de espaldas al público con su cigar box guitar, que utilizó en la primera canción, el resto del concierto ha usado la Gibson SG.

Quiero llamar su atención también a un momento intermedio del tema. Tras un largo solo del teclista, Sam vuelve a presentar a sus músicos y da las gracias a todos, a la organización, a los espectadores por venir, al equipo técnico (the crew), de quienes dice que han hecho un trabajo fantástico en unas condiciones muy duras por las altas temperaturas. Ustedes no lo saben, pero por la tarde, en el grupo de los montadores del escenario y el equipo de luz y sonido, uno de los currantes sufrió un golpe de calor y se lo tuvieron que llevar al hospital. Recuerden que les conté que yo me tuve que refugiar en el hotel a la una de la tarde, porque ya no se podía estar en la calle. Los músicos llegaron a la hora convenida para la prueba de sonido, se les dijo que el escenario no estaba listo por ese accidente y Sam dijo que no pasaba nada, que se iban otra vez al hotel para estar más fresquitos y que volverían más tarde.

Después de ese agradecimiento general, Sam reanuda ya la canción y se produce otro de los momentos mágicos del día. Sam está diciendo en su letra que quiere que todos se agiten y bailen y señala a boleo varios entre el público, diciendo you and you and you and you. Entonces nos busca con la mirada a Dani y a mí y nos señala específicamente, diciendo and you too con una sonrisa inequívoca. Pueden ustedes creérselo o no, pero yo les digo que cruzamos nuestras miradas con ella. La habíamos acompañado antes de subir al escenario y Dani había estado en la prueba de sonido. Y habíamos quedado para vernos al final. Y ustedes ven hacia dónde señala.

En fin, el resto de la canción es el habitual, Sam consigue extraer música de una guitarra muy tosca de cuatro cuerdas, construida a partir de una caja de puros de Nicaragua y termina con el habitual climax apoyado en la batería. Como ya ha usado antes el salto de la cabra, esta vez acaba con un clásico final de cuatro golpes bastante vistoso también. Después, pueden ver que cada uno de los músicos tiene su tarea adicional asignada, Ron Johnson se encarga de recoger las listas de canciones que Sam ha distribuido, y Mat se lleva la chaqueta del traje de Bitelchus que Sam se ha quitado a medio concierto y ha tirado por allí en un rincón. Mientras, la jefa reparte sus púas (ni Dani ni yo conseguimos atrapar ninguna), da gritos y raparte besos. Es obvio que está muy contenta. Vean ahora el vídeo.


En fin, termina aquí esta serie que viene determinada por el hecho de que Jóse Peinado, el organizador del concierto, contrató a un equipo de filmación muy bueno, con varias cámaras y que la realización y el montaje son soberbios también. Y lo empezó a colgar en Facebook así, trocito a trocito. Se me ocurrió entonces irlo añadiendo a mis posts a medida que los iba recibiendo. Comprendo que entre mis lectores hay algunos a los que no les gusta el rock, pero en todos los casos mis posts han hablado de otros temas que yo considero interesantes para todo el mundo. Y tampoco han sido tantos los posts de esta serie: seis con este. Como colofón, les diré que Jóse nos ha mandado ahora el concierto completo sin cortes y les voy a poner el enlace por si alguien lo quiere ver o guardar. Han de pinchar AQUÍ.

Para los amantes de los buenos documentales, es también una filmación estupenda, Jóse dice que, una semana después de su publicación, este vídeo ha recibido ya 20.000 visitas. Y más de un comentarista en redes afirma que es el mejor vídeo musical que se puede ver gratuitamente en Youtube en estos momentos. Prescindiendo de la calidad de la filmación y el montaje, es que el concierto fue también muy bueno, ya les dije que creo que es uno de los mejores conciertos que he visto en mi larga vida de espectador del rock. Y encima tuve la suerte de poder saludar a la estrella del show antes y después del concierto. ¿Cómo dicen? ¿Que no han visto las fotos de nuestro encuentro? Pues se las vuelvo a poner aquí. Mat Wade es el único que traía una camiseta de repuesto para cambiarse, debe de ser un ordenadito como yo. Los demás se han aseado mínimamente después del gran esfuerzo del concierto, se han refrescado pero mantienen la misma ropa del escenario. Y están a la espera de volver al hotel, pero su jefa nos quiere atender a estos dos seguidores veteranos que tanta gracia le han hecho.


Samantha está ahora mismo en un momento dulce de su carrera, maneja la guitarra con una maestría contrastada, canta muy bien, se lo deja todo en el escenario, es muy profesional y su deriva compositora la está alejando del blues para llevarla al más genuino rock and roll. Creo que es una figura emergente; estoy convencido de que antes o después se hablará de ella en los grandes medios y yo la descubrí hace más de dos años, cuando no la conocía nadie. Miren, de otros temas no me he considerado nunca un experto, pero de rock sé mucho porque empecé con ello a los trece o catorce años, cuando realmente se aprenden las cosas. Yo iba con mis colegas al bar que había en la planta de arriba del edificio Atalaya, en los jardines de Méndez Nuñez de La Coruña y allí tenían una rockola de monedas con todos los discos de los Beatles, que poníamos una vez y otra. También tenía algún compañero de clase que tenía esos discos en su casa, porque se los traía de Londres un hermano mayor.

Y desde siempre he tenido un cierto instinto para reconocer a los buenos. Me recuerdo a mí mismo avisando a todos los amigos: ojo con el guitarra de Ñu, que es buenísimo. Me contestaban que Ñu no les gustaba y yo decía que a mí tampoco, pero que ese guitarrista sonaba de forma diferente. Años después ese guitarrista se convertiría en Rosendo y al frente de Leño coparía el mercado. Lo mismo me pasó con Bruce Springsteen. Cuando yo me compré el disco Darkness on the edge of the town en 1978, nadie de mi entorno lo conocía. En 1980, cuando vino a tocar a Barcelona, no conseguí que nadie se viniera conmigo en el tren del rock (fuerte olor a porro) y me tuve que ir solo para reunirme con mis amigos de Barcelona y ver otro de los mejores conciertos de mi vida.

Descubrir a Samantha Fish a estas alturas de mi vida es algo que me ha rejuvenecido, me ha hecho ver que no he perdido el viejo olfato para estas cosas y, a medida que he ido sabiendo más cosas sobre su personalidad y su historia, le he ido cogiendo más cariño. Después de LA FOTO (así la calificó Paco Couto) tengo una serie de proyectos relacionados con ella que se irán contando a medida que se vayan confirmando. De momento, lo único seguro es que el 11 de noviembre, si el tiempo no lo impide, estaré con mis hijos en la primera fila del Bataclan para ver el penúltimo concierto de su gira europea más larga. Una excusa perfecta para recuperar mi costumbre de viajar por Europa antes de que viniera la maldita pandemia.

Por cierto, le han preguntado a Samantha por su minigira veraniega y qué tal ha sido su experiencia. Su respuesta da más pistas sobre cómo es esta chica. Dice Sam que el resultado no se ha ajustado completamente a lo que ella esperaba. Ella venía a Europa con la idea de hacer como en América: tener un bus contratado para ir de una ciudad a otra por las noches y dormir en el propio bus. Eso le daría margen para llegar a la ciudad por la mañana, ver monumentos, callejear, hacer algunas compras de ropa con su amiga Sarah Tomek y luego irse al hotel a descansar hasta la hora del concierto. No pudo ser así y dice Sam que le tocó actuar en lugares remotos en los que no había ni aeropuerto y adonde debía viajar de día (no es el caso de Jerez de la Frontera, que tiene un aeropuerto pequeño, pero muy coqueto). Pero en conjunto, la experiencia le parece positiva.

Samantha Fish está ahora de gira por su tierra hasta que, a mediados de octubre venga otra vez a Europa para su gira larga, que la llevará a dar un montón de conciertos en Gran Bretaña y Alemania, dos lugares donde tiene muchos seguidores. Ahí se incluye también el concierto de París, el penúltimo de la gira. Después volverá a USA para nuevos conciertos que ya tiene contratados y hacer un descanso de Navidad, que Sam es muy tradicional y le encanta sumarse a todas las fiestas. Por cierto, su página Samantha Fish Fans Official ha superado ya de largo los cien mil seguidores y sigue creciendo (la Samantha Fish España de mi amigo Dani crece también, pero en niveles más modestos, ahora somos 510 fieles). Y la última novedad. En febrero, Samantha Fish se va a Australia a tocar por todas las ciudades grandes del país. Vean la foto que ha usado para anunciar esta nueva gira (esto es para las que me dicen que no es guapa).

A la vuelta de Jerez ya les anuncié que tenemos Samantha para rato en el blog. Es que este viaje de más de 600 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta en el momento peor de la canícula, para estar allí en un parque del extrarradio de una ciudad perdida en el sur del país, se conecta con mi viaje en tren a Barcelona a ver al Boss. Ambos son empeños estrambóticos, cabezonadas en las que nadie me sigue, pero que luego más de uno, me dice que de haberlo sabido me habría acompañado. Con la diferencia que ahora tengo un blog para contarlo. Y que ahora soy mucho más viejo. Pero cosas como esta me rejuvenecen y descubrir a Samantha es uno de los hitos que están alegrando mis años de jubilado, con el yoga, la guitarra y lo demás.

Pero antes me he defendido de los empachados/as argumentando que en todos los posts de esta última serie he hablado de otras cosas que pueden interesar a cualquiera, no sólo a los fans del rock and roll. Bien, me apiadaré de los no creyentes comentando un tema derivado que tal vez desconozcan. Han visto como Mat Wade sale el primero para el bis, se sienta al teclado y se suma con sus notas al oé-oé-oé del público. ¿Creen ustedes que esto es fácil? ¿Así sin desentonar de las notas que está cantando el respetable? Pues es algo bastante difícil. Supone tener un oído extraordinario, que no todo el mundo posee. Yo tengo bastante oído musical, por eso se me dan bien los idiomas. Si yo quiero cantar una canción y un instrumentista me da el tono, soy capaz de arrancarme a cantar con la entonación correcta.

Pero hay un grado extremo en esto del oído, que es lo que se suele conocer como el oído absoluto. Es el de los privilegiados que escuchan una sola nota y reconocen si es un La o un Mi. Entre los científicos hay un debate sobre si esta cualidad es innata, o se adquiere y por tanto se puede educar. Lo que sí parece claro es que es algo que se puede cultivar, sea o no innato, especialmente a las edades tempranas. Y es una cualidad que caracteriza a los músicos geniales. También parece que puede darse en diversos grados, pero lo que es oído absoluto es el caso extremo. Un caso que se da en una de cada diez mil personas. Está demostrado que algunos de los grandes músicos clásicos estaban en posesión de esa cualidad: Mozart y Beethoven, desde luego, aunque también se suele citar a Camille Saint-Saëns, el gran santón de la música francesa, el que marginaba de la academia a Claude Debussy por entender que era demasiado avanzado.

En el rock hay muchos casos de artistas con oído absoluto: Jimmy Hendrix, Miles Davies, Michael Jackson, Frank Sinatra. Curioso ¿no? No es por fastidiar, pero estaría por apostar que Julio Iglesias no está en el elenco de los favorecidos por esta cualidad tan exclusiva. Lo que sí les puedo asegurar es que, si cualquiera de ustedes escuchan el oé-oé-oé de Jerez y tratan de reproducirlo con cualquier instrumento musical, no lo van a lograr. Hacerlo como lo hace Mat Wade, a la primera y sin el menor titubeo, es un indicio de que se trata de un muy buen músico, como todos los que suele contratar Samantha Fish para que la acompañen por esa vida dando tumbos por el mundo de ciudad en ciudad.  

Repasando este texto, me he enterado de la muerte de Isabel II de Inglaterra. A mí esta señora me caía muy bien, mejor que su hijo, el eterno aspirante al trono, que casi se muere antes que ella y que, a sus años (que son pocos más que los míos) posiblemente pase a la Historia como Carlos III El Breve. Pero su señora madre parece que era más lista y maja que lo que muchos piensan y que ejerció su cargo con buen tino, a pesar de que por Ley no podía opinar sobre temas políticos. Yo sí puedo, aunque muchos me pongan verde por mis opiniones, es una de las ventajas que tiene no ser rey. Así que les dejo de despedida una caricatura de esta señora que he encontrado por ahí y que me parece bastante buena. Sean pacientes.  



 


1 comentario:

  1. Estás en lo cierto, lo que pasa es que a mí me gustan precisamente las mujeres frescas, naturales y fotogénicas, como Sam y como tú misma sin ir más lejos. Besos a porrillo.

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