Nada
como el country para los momentos crepusculares y melancólicos y les emplazo a
que se dejen puesta esta música mientras leen. El Dépor no subió finalmente a
Primera, como barruntaba mi brother granaíno, el Coronel, incluso yo mismo me
lo temía, lo que pasa es que intento no ser agorero en esta tribuna, que bastante
tiene la gente con sus problemas cotidianos como para que encima yo les agobie
con mis temores y mis ansiedades. Mi deseo, tal como lo expresé en la respuesta
a un comentario, era que ganara el Depor, no que ganara el mejor. Finalmente, subió el mejor: el Mallorca. Nos clavó los tres goles
que necesitaba, pero la impresión fue que, si hubiera necesitado cuatro, habría
conseguido el cuarto sin despeinarse. El Dépor jugó tan mal como lo viene
haciendo casi desde Navidad. Lo que pasa es que en los anteriores partidos
habían sucedido cosas extrañas, que yo atribuí inicialmente a San Benitiño,
pero que, a la vista del desenlace, cabe mejor achacar a esa deidad traviesa y
malévola de la que ya se ha hablado en este blog en diversas ocasiones.
¿Cómo?
¿Que el del country es gordo, feo y con pinta de amargao? Sí, desde luego, pero
nadie les ha mandado mirar las imágenes, yo lo que les he dicho es que lo
dejaran de fondo sonoro. Es una música triste, sin duda, pero muy adecuada a lo
que se está viviendo estos días en Coruña, agravado con el hartazgo de que nos
pasen siempre tantas cosas al límite. El Dépor antes de Navidad era el
principal candidato al ascenso. Luego le entró la cagalera, empezó a rezagarse
y hasta se quedó fuera del play-off, en el puesto séptimo, el que te deja cara
de gilipollas. Entonces empezaron a suceder prodigios y hechos sobrenaturales.
Si no se lo creen, sigan leyendo. A las puertas de la penúltima jornada
ordinaria de la liga, el Dépor era séptimo, igualado con el Cádiz, con quien
tenía el goal-average desfavorable. Al Cádiz, por tanto, le bastaba con igualar
los resultados del Dépor en las dos jornadas que faltaban, para quedar delante
y terminar en sexto lugar, el último puesto que da derecho a jugar el play off.
El
Dépor debía jugar en Elche, contra un equipo ya sin objetivos y bastante malo.
A pesar de eso, terminaría ese partido cero a cero. Es decir, que al
Cádiz le hubiera bastado con empatar a su vez, para quedar por delante. ¿Y con
quién jugaba el Cádiz? Pues tenía un partido muy fácil. Tirado. Recibía en casa
al Extremadura, el equipo de Almendralejo, que no tenía ya por entonces otro
objetivo que jugar los dos partidos que le quedaban y dar vacaciones al
personal. Almendralejo, por si no lo conocen, es un pueblarrón extremeño
inmenso, en medio del secarral, sin otros motivos de orgullo que su club de
fútbol, que ha llegado a jugar en Primera, y el hecho de albergar el único
zoológico de Extremadura, que he tenido ocasión de visitar, pero nunca lo he
hecho, porque de entrada me da cierta grima. El Extremadura había incorporado
después de Navidad a Jose Antonio Reyes, un fichaje ciertamente de relumbrón.
Reyes fue el prototipo de futbolista cani, concepto que no les puedo definir (tal vez el Coronel me eche
una mano). De joven, despuntó de tal forma en su Sevilla, que lo fichó el
Arsenal de Londres, convirtiéndose en el español por el que se había
pagado más dinero en la historia. Aceptó viajar a Londres e instalarse
allí, con la condición de llevarse su pequeño mundo a la capital británica: su
novia del momento, sus amigos, sus primos, un cocinero para que le hiciera
salmorejos y pipirranas, etc. Apenas salió
de su piso en los años que vivió en Londres, no aprendió una palabra de
inglés y se dedicó a entrenar, jugar los domingos y pasar el rato con su peña,
al son del tiriti-tran-tran-tran El club le permitió esos caprichos mientras fue
una figura, al lado del francés Thierry Henry (recuerden los gritos que le daba
en la oreja Luis Aragones: DÍGALE AL NEGRO QUE USTED ES MEJOR, JODER). Cuando
su estrella empezó a declinar, lo largaron, pasó por el Madrí, el Aleti y otros, volvió
a jugar en el Sevilla. Este año empezó sin equipo, hasta que le llegó la oferta
del Extremadura en enero.
En
el Extremadura estaba a gusto, los compañeros le llamaban Leyenda (joder, Leyenda,
pasa la pelota de una vez) y, lo más importante, estaba a dos pasos de su querida
Sevilla y podía mantener el contacto con la familia, los colegas, los primos,
algo clave para un cani, porque esta
gente es muy familiar y muy de su clan. El entrenador, que es coruñés, le apreciaba pero no lo usaba más que para momentos
concretos. El tipo estaba en buena forma pero, a sus años y con su trayectoria,
era difícil que se sometiera a ninguna disciplina táctica. El día de autos, sábado
1 de junio, Reyes se levantó y fue al campo de futbol del Extremadura, en donde
estaba citado. El entrenador anunció la convocatoria, la lista de los que
viajarían a enfrentarse con el Cádiz. Reyes no estaba en esa lista, como había
sucedido en los últimos compromisos del equipo. Cojonudo, ya no tenía nada que hacer hasta el lunes, podía
volver a su piso, recoger a los dos primos que le acompañaban y largarse raudos
a Sevilla, para llegar a la hora del aperitivo, el Moriles, las puntillitas,
etc.
Cogieron
el coche, un Mercedes Brabus S550, preparado para casi volar. Muy cerca de su
destino, el coche se estrelló, solo, en una recta con amplia visibilidad y a una
velocidad de 220 kilómetros
por hora. Se han barajado miles de hipótesis sobre qué sucedió. Yo no me creo
ninguna. Que si un reventón. Joder, en esos coches no hay ya reventones. Tampoco
se encontró ningún animal que hubiera provocado una maniobra brusca. No hay
huellas de frenada en la autovía. Y hay una cosa clara: Reyes estaba
acostumbrado a conducir así, ya le habían multado muchas veces por exceso de
velocidad. Y la gente que conduce así no suele tener distracciones. La
explicación es otra, en mi modesta opinión: aquí intervino una fuerza
sobrenatural que desencadenó un efecto mariposa imprevisible. Yo pensé en algún
momento en algún sanbenitiño, pero, a
la vista del resultado final del Dépor, parece claro que se trataba de una
fuerza malévola y traviesa, alguien del lado oscuro, un diablo cojuelo que se lo ha pasado de cojones provocando
unos hechos que, como guión de película, nadie se creería.
Porque
el terrible accidente hizo que se aplazara la jornada de Liga de ese domingo,
al martes 4 de junio. En Cádiz estaba todo preparado para recibir al
Extremadura y meterle una goleada de escándalo. Contaban para ello con sus dos
mejores jugadores, las estrellas del equipo, un joven talentoso llamado Manu Vallejo y un negro que es el delantero
titular de la selección de Venezuela y que atiende por el curioso nombre de Darwin Machís, que más parece describir un estornudo del famoso naturalista, padre de la Teoría de la Evolución. Entre los dos habían marcado prácticamente
todos los goles del Cádiz. Pero, tras el partido programado para el domingo,
ambos tenían que incorporarse el lunes a sus selecciones: la Sub-21 española y la absoluta venezolana Ante el
aplazamiento, el Cádiz movió Roma con Santiago para que les permitieran viajar
más tarde, pero ambos seleccionadores se negaron.
Privado
de sus dos delanteros titulares, el equipo fue incapaz de meter un gol. Pero el
Dépor estaba empatando a cero en Elche. El mismo resultado le valía al Cádiz
para quedar por delante. Así que el diablo cojuelo tuvo que hacer un esfuerzo
suplementario, porque el Extremadura era también incapaz de marcar. Y se
produjo el gol más raro de la historia de las ligas de Europa. Un defensa del Cádiz
despejó a patadón en el centro del campo, le pegó en la espinilla a uno del
Extremadura que creo que no había marcado un gol en su vida y la pelota se envenenó hasta
convertirse en el gol del año. Vean abajo que no exagero. Inmediatamente, los
jugadores buscaron la camiseta de Reyes para dedicarle el gol, como se ve en el
vídeo.
El
Cádiz perdió el partido y la sexta plaza, a la que se agarró el Dépor, que la mantuvo
en la última jornada. Le tocaba jugar el play-off frente al Málaga, considerado
por todos como favorito en la eliminatoria y uno de los mejores equipos de la
segunda división. De acuerdo con ello, en el descanso del partido de ida en
Riazor, iba ya ganando 1-2. Pero en la segunda parte se produjo otra
intervención sobrenatural. El Dépor, un equipo que no había marcado tres goles
en un partido desde antes de Navidad, se los marcó al Málaga en medio partido:
4-2 final. Y en la vuelta el Málaga sólo tenía que marcarle dos goles a un equipo
claramente inferior y no fue capaz. Para colmo, su portero se metió un autogol
cambiando la trayectoria de un disparo que iba fuera. Ya se lo decía el Di
Stefano entrenador a un portero muy manta que tenía: –Vale que no sea capaz de
hacer una sola atajada, pero, por favor, las que vayan fuera del arco no me las
meta dentro. El portero acabó llorando por su fallo como pueden ver AQUÍ. Pero no fue culpa suya, fue ese espíritu malévolo que le agarrotó los brazos, como a Reyes al volante.
Superado
el Málaga, jugó la ida de la final en Riazor contra el Mallorca, partido en
donde también sucedieron cosas raras, como que el equipo contrario se quedara más
de medio partido con un jugador menos. Eso enmascaró el hecho de que el
Mallorca jugaba mucho mejor al fútbol. Los coruñeses llegamos a olvidarnos de que el equipo jugaba muy mal. Pero sus futbolistas no. Sus futbolistas eran conscientes de ello. Por eso, en la vuelta
salieron cagados y les dieron por todos lados. Pero, a lo que vamos. Yo no me creo que ese dios malvado se fuera a descansar el domingo pasado, agotado después de unos días de tanto trabajo. Yo más bien pienso que toda esa
sucesión de hechos prodigiosos estaba diseñada para al final dejarnos morir a
la orilla. Reproduciendo la derrota de Carmena (les recuerdo que todo el mundo
la daba por ganadora, que mucha gente se lo creyó y por eso no fue a votar, que
los sondeos a pie de urna la daban por vencedora clara y que en la primera
parte del recuento iba por delante). Es decir, que, por segunda vez en poco
tiempo me toca entonar el ¡Válgame San Rafael! Yo estaba ilusionado con que ascendiera el Dépor, para ver si con eso se quebraba el cambio de signo de mi suerte. Pero
ya está claro que mi cabalgada sobre una tabla de surf toca a su fin. Es meridiano: The ride is over. La cabalgada se acabó. La palabra ride (cabalgada) suele referirse a ir sobre un caballo, pero también vale para un coche o una tabla de surf.
Ha
sido bonito mientras ha durado. Hace un año, yo andaba por San Francisco y Los Ángeles
en el viaje bloguero por excelencia. Luego vendrían Chile, Chicago, París, Oslo
y tantos otros lugares. El pasado mes de mayo fue un escándalo, 30 días
cargados de actividades antes de las elecciones. La cosa se prolongó luego por
el momento de inercia. Un par de fotos.
Aquí
me tienen en Lyon, firmando el manifiesto de las metrópolis europeas para
desarrollar una estrategia conjunta para conseguir ciudades más inclusivas,
seguras y culturalmente vivas. ¿Me regañarán mis nuevos jefes por haber firmado
eso?
Y
aquí estoy dando la segunda de mis charlas a modo de despedida de mis
compañeros. Como esta segunda fue después del batacazo, opté por añadir una
primera imagen con la foto y la frase de Churchill para este tipo de momentos.
De
ese esplendor en el asfalto (que no en la yerba) hemos pasado a esta realidad
en la que me estoy revisando médicamente y me encuentran triglicéridos a saco. Más unas cataratas de caballo. He empezado también la obra de la pared de mi terraza (odio las obras), me
resigno a tener al Dépor otro año en Segunda, a estar un tiempo a las órdenes de un equipo municipal nuevo cuyo único
programa parece ser descarmenizar la ciudad y borrar las huellas de todo lo
avanzado en estos cuatro años, que ha sido mucho a pesar de que una parte importante de la
población a la que iba dirigido no lo haya entendido. Y encima con un calor de
la hostia. Así que no les extrañará que siga deshojando una margarita que cada vez veo más
clara. That’s me in the corner. Y,
por supuesto: That was just a dream. Just a dream. Just a dream. Un sueño del que estoy despertando.
Para los que no tuvisteis la suerte de estar allí, la charla de Emilio fue conmovedora, bellísima, una alegría haberle escuchado.Para salir por la "puerta grande", ahora que vamos a tener una concejalía taurina.
ResponderEliminarGracias amiga, tampoco fue para tanto, eres tú que me ves con buenos ojos.
EliminarLa liga pasada del Dépor fue horrible y, como me temía, con final funesto. La temporada que viene habrá de lidiarla con menos pasta ya que no recibe esa especie de propina de los descendidos. San Benitiño nos pille confesados.
ResponderEliminarLe voy a ayudar en la explicación del concepto "cani" (masculino) y "choni" (femenino). Estos son los dos géneros en que se divide el grupo "poligonero" que entra en esa especie de cloaca que son las tribus urbanas. Y para ello le dejo un enlace donde un bloguero como usted, llamado Iker Peña, explica con una claridad superlativa ayudado de imágenes lo que son estos tarados.
http://relatosdetinta-e.blogspot.com/2015/12/chonis-y-canis.html
Un abrazo fuerte brother y beba menos cervezas para cuidar esos triglicéridos. A mí también me salieron un poco pasadillos hace un mes. Cuídeseme.
Se agradece la explicación y el apoyo documental y bibliográfico. El Dépor tiene pinta de que se va a pasar varios años en Segunda. En cuanto a los triglicéridos vamos a ver por donde deriva la cosa.
EliminarUn fuerte abrazo, compañero del alma, compañero.