miércoles, 19 de junio de 2019

845. Denme un margen

Sí, ya sé que me estoy poniendo pesado y que mis textos llevan unas cuantas fechas hablando todo el rato de lo mismo, pero sean comprensivos, estoy pasando mi duelo particular, la realidad me ha golpeado cuando ya acariciaba la victoria de la señora Carmena, que en octubre accedería a la presidencia del C40, lo que me hubiera convertido en el definitivo rey del mambo. No se ha dado y tengo que encajar el golpe, integrar el asunto y decidir adonde encamino ahora mis pasos, para lo que necesito un poco de tiempo. Ahora mismo, les seré sincero, me hace muy poca ilusión seguir trabajando para una ciudadanía que ha votado lo que ha votado. Pero mi jefa me ha pedido que no me precipite y que espere un poco a ver cuál es la distribución de cargos y competencias. En eso estamos. Mientras tanto sigo profundizando en el análisis de las causas por las que el resultado ha sido el que ha sido.

En ese sentido, ¿saben ustedes la diferencia entre fallo y error? Qué van a saber… No me estoy refiriendo a la diferencia en el ámbito del lenguaje escrito (o sea el de la RAE), del que estoy seguro que saben ustedes un montón. Me refiero a la consideración de esos conceptos en el mundo de la informática. Tal vez ustedes han observado que a veces le piden a su ordenador una determinada prestación, rellenan todos los campos requeridos, le dan al consabido intro, e inmediatamente les aparece en pantalla un mensaje: Error 404. O cualquier otro número. Entonces, ustedes lo intentan de nuevo, varias veces si son tozudos, pero siempre con el mismo resultado: Error 404. En otras ocasiones, sin embargo, en uno de esos procesos, el ordenador se pone a trabajar (saben que lo está haciendo porque se mantiene en pantalla ese circulito que gira indefinidamente y que a mí me hace añorar el pequeño reloj de arena que salía hace años: ¿Cuándo nos lo cambiaron por el círculo?). Un rato después de intentarlo, aparece en pantalla un rótulo diferente: Se ha producido un fallo en el sistema, por favor inténtelo de nuevo pasados unos minutos.

El lenguaje de la programación informática está a menudo traducido directamente del inglés, pero es cuidadoso. Y diferencia perfectamente el error del fallo. Me explico. Los ordenadores son máquinas que se rigen por un lenguaje binario. Tú les propones una cosa (sacar un billete de avión, por ejemplo). Y, cuando te responden que hay un error, es que lo que tú propones es imposible para la máquina. Es decir que has hecho algo mal, has puesto un dato equivocado o una numeración imposible. El error es culpa tuya. Por eso responde enseguida. En cambio, cuando se produce un fallo, lo que te está diciendo la máquina es que tú lo has hecho todo bien, que lo que le has propuesto es correcto pero que, por un fallo del sistema, no te puede responder como debe. El fallo, lógicamente no es una respuesta inmediata, sino que aparece después de un rato de intentar cumplir lo que le has pedido. Yo creo que la diferencia está clara.

¿Ya imaginan por dónde voy? La derrota de la señora Carmena, ¿ha sido consecuencia de un fallo, o de un error? O, dicho en otros términos, ¿la propuesta de Más Madrid tenía errores graves, o estaba todo bien y lo que ha fallado es el sistema, o sea, los votantes, que no la han entendido? Llevo varios textos seguidos sosteniendo que se trata de un asunto mixto. Que la política desarrollada en estos años ha tenido errores graves, lo mismo que la campaña, pero que los votantes también tienen su porcentaje de delito. Aquí, tal como yo lo veo, ha habido tanto un fallo como un error. En informática la divisoria entre ambos conceptos no es nítida. Muchas veces se producen fallos a causa de algún error. Y, en el caso del Ayuntamiento de Madrid, los errores del equipo saliente han sido clamorosos y los iremos viendo en este blog. Pero, con sus errores, Carmena era el futuro. Se merecía estar otros cuatro años con un equipo depurado, liberado de los culpables de buena parte de los errores cometidos, para poder desarrollar esas ideas de futuro. Pero la ciudadanía ha votado por el pasado. Por el chotis y la caspa. Tenemos que aceptarlo. Pero tomando nota. Las cosas no son gratis.

A mí me han llamado clasista y me ha dolido. Pero es que yo estoy todo el día en los barrios. Hemos seguido trabajando en estas semanas de ínterin y, además, los fines de semana, por esas cosas que no se cuentan en el blog, suelo moverme por el entorno de la Colonia de los Taxistas, distrito de Puente de Vallecas, uno de los que ha registrado una mayor abstención.  Les cuento varias escenas. Acudimos a la reunión de seguimiento del Plan Especial de la Colonia Urpisa (Villaverde). Las elecciones están recientes y no podemos evitar decírselo a los vecinos. –Pero qué pasa, cómo es posible que os hayáis abstenido con lo que nos jugábamos. La mayoría alzan la voz proclamando que ellos han votado, pero señalan a dos, bastante mayores, que están al fondo. Los aludidos reproducen el mismo gesto, se ponen colorados y bajan la vista, como colegiales sorprendidos en una travesura. Ante el acoso, uno de ellos salta: –Es que ya está bien de tantas eleciones, todo el día venga de votar y venga de votar. Ya se harta uno… El otro me confiará luego en privado que no fue a votar porque estaba convencido de que ganaba Carmena.

Escena número 2. Mesón Moreno, enfrente del campo del Rayo Vallecano. Una peña de veteranos con la que he coincidido muchas veces. Voces altas, risotadas unánimes, hay un tipo con la camisa sobresaliendo del pantalón acodado en la barra. Los demás le ríen las gracias. Es un prototipo, sólo le falta el mondadientes en la comisura. Están comentando las elecciones y les pregunto si han votado a Carmena o qué. El de la camisa fuera dice: –Yo qué voy a votar a esa asquerosa, que se da el pico con el Errejón, que tiene 40 años menos. ¡Qué asco! –concluye con un gesto como si se acabara de comer un sapo vivo. Le pregunto que dónde ha visto él esa foto y se pone a buscar en el teléfono. Se la mandaron por Whatsapp y me la muestra. Me gustaría darle una bofetada, pero en cambio le doy un medio codazo en el panzón y le digo en plan compadrito: –Anda, que si fuera al revés, si fuera un viejo como tú dándose el pico con una chavala guapa y jovencita, no te molestaría tanto… Pica el cebo con anzuelo y todo, y proclama, entre las risas de todos: –¡Hombre! Es que no es lo mismo…

En fin. La ignorancia y la paletez tienen un componente puritano consustancial. Cuando la famosa foto del pico (por cierto que el que les acompañaba en el escenario era Bob Pop) yo me sorprendí de que El inMundo no hiciera más sangre y lo dije en el blog. Ahora tengo la explicación. Era más productivo distribuirla por los grupos de Whatsapp, previamente seleccionados con sistemas modelo Cambridge Analytica, que ya se ha explicado en este foro. ¿Que soy un paranoico? Probablemente. Pero les juro que a mí no me llegó ese mensaje y al impresentable del Mesón Moreno, sí. No creo que sea por casualidad. Y este personal es el que me pudre la sangre a mí, porque creo que esta ciudad había dado un salto hacia delante y ahora lo ha revertido. Nunca los artistas, los jóvenes emprendedores, los activistas urbanos, los músicos callejeros, se habían sentido tan libres y comprendidos, desde los tiempos de Tierno Galván. Por eso Carmena sacó un 60% en lugares como Malasaña. Pero la masa votó por volver al chotis y la caspa.

Pero hay mucha gente en los barrios que es inteligente y han superado hace tiempo el umbral de la paletez. De vuelta en la Colonia de los Taxistas (que es conocida en el barrio como La Moraleja de Vallecas), entro en el bar Yo qué sé a tomar la última. Por cierto, uno de los mejores vermús de grifo de la periferia madrileña. Allí me reciben en otra tertulia de la que ya soy asiduo. Luisito el Charcutero tiene una teoría sobre lo sucedido en las elecciones. –Yo es que lo que no entiendo es este sistema electoral, la verdad te lo digo, Emilio. Es que, por ejemplo, el fútbol está mucho mejor organizado. Por ejemplo, tú te pillas los resultados de la Liga (rebusca en el móvil) y qué te encuentras. Pues que el Barça ha sacado 87 puntos. Y es el campeón. Nadie lo discute. ¿Tú te imaginas que ahora el Madrí, que tiene 68 puntos y el Aleti, que tiene 76, unieran sus puntuaciones y dijeran: los de Madrid hemos ganado la Liga, porque entre los dos sumamos más que el Barça? (él sólo se ríe la gracia). Jajajaja. Entonces sí que se armaba. Ahí sí que se independizaban los catalinos. Un genio, Luisito el Charcutero.
 
En estos momentos yo deshojo mi margarita. Ciertamente no sé qué hacer. Es muy posible que me vaya a mi casa en poco tiempo. He sido feliz en el trabajo en estos últimos cuatro años y no encuentro muchos motivos para estropear ese final penando otro año y medio, de la forma en que pené en el Trienio Negro de Mrs. Bottle. Son tiempos turbios. Estoy en una tesitura en la que se identifican muchos signos de cambio de tendencia de la suerte. Mañana juega el Dépor un partido decisivo. Si finalmente volvemos a la Primera División, será un indicativo de que hemos quebrado ese cambio de sentido de la fortuna. Pero lo cierto es que estoy acojonado con este asunto. Veremos. El otro día les puse la melodía del día en que la música murió. En ese tono evocador, mi amigo el Coronel Groucho me ha mandado un tema olvidado de los Stones: Time wait’s for no one, El tiempo no espera por nadie. Es verdad. La decisión que tome ha de ser rápida. Estoy atento al destino final de mi jefa y al resultado del Dépor. Les tendré al tanto. Abajo tienen el tema de los Stones con sonido remasterizado. Atentos al solo final de la guitarra de Mick Taylor, ciertamente sublime. Que pasen una buena semana. Y a ver si sube el Dépor.




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