Bueno, pues aquí me tienen de
vuelta de mi viaje senderista del puente de San José. Como les adelanté, el
viernes agarré mi estupendo Nissan Micra y salí arreando del trabajo a eso de
las 4 de la tarde. Atravesé un par de atascos hasta rebasar el túnel del
Guadarrama y luego empecé a pisarle,
recuperando viejas sensaciones: subir cuestas a toda pastilla, adelantar a los
coches grandes, jugar con el cambio de marchas y poner la radio a tope. Todo
eso me está vedado, o al menos matizado, con mi civilizado Toyota Auris híbrido
y automático, aún en el taller. Incluso intenté llegar a mi destino sin ayudas
de Gps o tontón alguno. Resultado: en Salamanca me perdí en un mar de glorietas
mal indicadas y me tuve que apartar a un arcén. Allí conecté la aplicación del móvil
que te va guiando a viva voz. Por los jeribeques que tuve que hacer al
principio, hasta alcanzar la
CL-512 , es fácil deducir que me había equivocado a
conciencia, que estaba completamente herrado, así, con hache.
Mi loro mecánico me guió hasta la
misma puerta del hotel Antiguas Eras de La Alberca , un lugar grato y cómodo, en cuyos
comentarios del Trip Advisor hay división de opiniones, de lo cual deduzco que
hay habitaciones buenas y malas y que yo tuve la suerte de que me reservaran
una de las buenas. Allí advertí enseguida que, contra lo que yo imaginaba, el
grueso del grupo había venido el jueves y estaban todos derrengados tras una
marcha extenuante en el entorno de la
Peña de Francia. Yo creía que el jueves sólo iban a venir los
jubilados, pero resulta que era también día de fiesta en la enseñanza. Así que
los profesores que forman el núcleo más numeroso de nuestro grupo habían
aprovechado para disfrutar de un día más. El diseño del fin de semana incluía
dos caminatas fuertes el viernes y el domingo y una más suave el sábado. Así
que yo empecé por lo suave, un recorrido por el Valle del Cabril.
La cosa empezaba algo más arriba
de La Alberca, en un parking desde donde algunos conductores llevaron los
coches necesarios hasta el punto final, el pueblo de Riomalo de Abajo, en donde
nos esperaba un almuerzo de bocadillo gigante y cerveza fría que habíamos
reservado en un bar. El recorrido era cómodo, excepto un atajo final que nos
supuso subir y bajar un cerro empinado, por un cortafuegos recién abierto.
Especialmente, la bajada era un poco incómoda, pero corta. Después de comer nos
fuimos en coche a visitar un lugar emblemático, el mirador sobre el meandro de
El Melero, una curva natural que forma el río Alagón. Les dejo la mejor de las
fotografías que pude tomar, con la luz del sol poniente a favor. Ya ven que
para contemplar una maravilla como esta no hace falta irse a Birmania.
El domingo, nos hicimos un
recorrido serio. Se trata de la bajada completa del río Batuecas, el que da
nombre a la comarca por la que nos estábamos moviendo. Es un camino de cabras
de 17 kilómetros
en el que se va cruzando todo el rato el río, por regueros de piedras para
encontrar en cada momento el paso más practicable. El suelo es infernal y acaba
uno bastante cansado. Hay tramos que discurren al borde de cortadas profundas y
otros de suelo inclinado, bastante resbalosos, como pueden observar en las
fotos de abajo.
El recorrido terminaba junto al
convento de las Batuecas. Allí cogimos los coches y los fuimos al cercano
pueblo de Las Mestas, a comer en el restaurante Casa Cirilo, el mítico lugar
fundado por el famoso Cirilo Marcos Domínguez, el inventor del Ciripolen. Este
emprendedor local de la región de Las Hurdes, en cuyos límites se puede incluir
Las Mestas, fue un famoso del postfranquismo, a partir de su invento de un
licor a base de miel, polen y jalea real, que se vendía como afrodisiaco, y que
le llevó a los platós de la telebasura en los noventa, llegando incluso a
patrocinar al Rayo Vallecano, en cuyas camisetas lució durante un año. El
ciripolen se vendía como vigorizante, incluso para niños enclenques y le
proporcionó a su creador muchos beneficios. El problema es que se buscó un
socio que le estafó, como a Leonard Cohen su representante, y eso lo llevó a la
ruina.
Ahora ha dado en mezclarle al
invento un poco de aguardiente, consiguiendo un licor para chupitos, cuyo sabor
recuerda mucho al Baileys y que le está permitiendo rehacer su patrimonio, del
que sólo conserva el restaurante y bar anejo. El día anterior a nuestro
desembarco masivo para comer, unos del grupo se acercaron al lugar para hacer
la reserva y se encontraron allí al auténtico Don Cirilo, que estuvo
departiendo con ellos. Pero el domingo no lo vimos y no le pude hacer ninguna
foto. Sólo la entrada que ven abajo y su foto enmarcada en el bar, donde
convive con instantáneas al lado del rey Juan Carlos, Aznar, Gallardón,
Cospedal, Rodríguez Ibarra y otros famosos que se pasaron por allí, con la
excusa de saludar al prohombre local, pero supongo que con el secreto propósito
de les vendiera sendas garrafas del producto afrodisiaco contrastado. Si
quieren leer un amplio retrato de este personaje, que lo es también de una
cierta España profunda, con aromas de Puerto Hurraco, las caras de Belmez y
otros portentos similares, pues no tienen más que pinchar AQUÍ.
Aquí arriba tienen las fotos
antes citadas. Lo cierto es que comimos fenomenal en el lugar, regentado ahora
por la hija de Don Cirilo, de rotunda figura y verbo suelto e ingenioso. Y que
redondeamos la manduca con el consabido chupito de ciripolen, antes de coger
los coches y volvernos al hotel, donde todos los demás se subieron a descansar
y ducharse después de la soberana paliza que nos habíamos dado, pero yo me
limité a dejar la mochila y largarme a un bar del pueblo a ver el Depor-Celta.
Ya han de saber que el Celta terminó de consumar la paliza ganándonos por 0-1,
resultado sobre el que ya he comentado mis impresiones en la respuesta a un
forofo que entró a comentar el post #615. A las 20.30 había quedado con los
demás para la cena, compuesta por mi parte de una sopa castellana y un helado,
para equilibrar el gin-tonic con el que había acompañado el partido. Me creerán
si les digo que llegué al hotel bastante cansado, aunque tuve el suficiente
arranque como para ducharme, antes de caer rendido en la cama.
El domingo por la mañana regresé
con mi Nissan Micra, con tiempo para bajar a tomarme un vermú con un pepinillo
gigante en las Bodegas Casas de la avenida Ciudad de Barcelona, comerme algo en
casa y echarme una merecida siesta. El lunes pasé consulta con el doctor
Gárate, tras un TAC que reveló que mi húmero dista mucho de estar bien
consolidado y, por el contrario, muestra diversos cuévanos óseos en el interior
del bolondrio que se palpa desde el exterior, lo cual me condena a seguir
alojando al general De Gaulle al menos hasta después del verano. No tuve mucho
tiempo para lamentar la contrariedad, porque por la tarde hube de acudir a la
Junta de Puente de Vallecas, de donde salimos a las 9 de la noche. Este es mi
ritmo actual de vida: hoy he trabajado en mi oficina hasta las 5 de la tarde,
de allí me he ido a la Junta de Usera y al salir me he incorporado al taller de
conversación inglesa hasta las 10 de la noche. Y al llegar a casa me he puesto
a rematar este post que empecé anoche. Así que no se quejen que bastante hago
por mantener vivo este foro en medio de tal vorágine. Ya les sigo contando.
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