¿Qué está pasando? Yo se lo cuento. Aquí me tienen después
de una semana de bastante trabajo, en la que hemos celebrado dos mesas de
urbanismo de distrito y preparado tres más para la semana que viene, en la que
el lunes es festivo. Teníamos montada una tercera para ayer jueves, pero se
suspendió y eso me permitió escribir unas líneas para el blog, aunque no me dio
tiempo a rematarlas antes de la medianoche, así que dejé para hoy su
publicación. En realidad no dispuse de demasiado tiempo para escribir, porque
tuve que hacer una pequeña compra y preparar la maleta que me he traído esta
mañana al trabajo. Porque han de saber que hoy cogeré el coche y me pondré en
carretera, no muy tarde para evitarme el atasco del puente. Mi destino es el
pueblo salmantino de La Alberca, en donde tengo tres noches reservadas en un
hotel para pasar el puente con mi grupo de senderistas veteranos. Parte del
grupo ya salió el jueves (los jubilados) y hoy se están dando la primera
caminata.
Espero que el hotel tenga WiFi
para poder disfrutar por primera vez, con mi flamante ordenador Lenovo, del
placer del viajero bloguero que termina la jornada senderista y se pone a
teclear en la soledad de la noche, sin nadie que perturbe su silencio con
ronquidos y otros ruidos corporales. Les diré también que viajaré con un Nissan
Micra nuevecito que me he agenciado como coche de sustitución, mientras el
taller de chapa y pintura me repara los desperfectos que un conductor
despistado le produjo a mi Toyota Auris, cuando estaba pacíficamente aparcado
en batería en una calle madrileña. Sucedió esto una mañana de domingo y yo no
cogí el coche hasta la noche. El tipo no me había dejado ninguna nota con sus
datos, pero era un lugar muy concurrido y los vecinos apuntaron su modelo y
matrícula. Por la noche, un abuelo noctámbulo me avisó de todo ello y su nieto
me dio los datos, que había guardado en el móvil.
Y aquí viene lo sorprendente. Al
día siguiente, llamé a mi seguro y le conté la historia. Tomaron los datos,
averiguaron la compañía del vehículo agresor y lanzaron un parte. La compañía
contraria tiene en estos casos 15 días para responder. Lo sorprendente: en el
95% de los casos de conductor que se da a la fuga, el infractor no acepta luego
su responsabilidad. Así me lo dijeron los del seguro. A menos que tengas un
testigo dispuesto a declarar. Si no lo tienes, es su palabra contra la tuya y
terminan jodiéndote. En mi caso, abuelo y nieto me dijeron que no querían ser
testigos, que ellos pensaban que ya habían cumplido su deber cívico dándome los
datos. Ya les adelanto que al final la compañía contraria aceptó la
responsabilidad de su asegurado. El abuelo me dijo que el autor del golpe era
un chico muy joven, que se bajó del coche, miró el estropicio y, cuando todos
esperaban que me dejara un papelito, se subió de nuevo y se fue. Tal vez
conducía el coche de su padre y le cayó tremenda bronca con el asunto.
Pero yo sigo dándole vueltas a
ese dato estadístico del que tuve la suerte de ser la excepción. El 95% de los
conductores capaces de cometer la fechoría de darle un golpe a un coche
aparcado y largarse sin más, luego no aceptan su responsabilidad. Es decir, hay
un sector de la sociedad que no sólo tiene comportamientos incorrectos sino que
no los reconocen. Por fortuna, creo que esos energúmenos son una minoría. La
mayoría de la gente (en este país) son educados, correctos y responsables. Y
por eso vamos funcionando, mal que bien. Una reflexión más: una sociedad
funciona si el porcentaje de energúmenos es minoritario. Lo mismo que una
economía funciona si el sector sumergido y los que manejan dinero negro son
minoría. Por eso desconfío yo de los chinos. Una sociedad es madura y tiene
mayor capacidad de supervivencia cuando es capaz de resistir la tentación de
asumir mayoritariamente comportamientos incívicos e insolidarios. Yo creo que
entre nosotros, la mayoría de la gente es correcta. Les han educado en un marco
ético fundado. Por eso seguimos adelante.
Ya saben que yo incluyo los
sentimientos nacionalistas y los rollos identitarios entre los idearios tóxicos.
Mientras afecten a un sector minoritario de la población, la sociedad puede
seguir adelante (Galicia, o el actual País Vasco). Si el porcentaje llega a
números más altos, mala cosa. Estamos en la antesala del fascismo. Dejémoslo
aquí, que luego me llaman radical. Tal vez esta opinión mía se deba a una
cierta desafección con mis raíces. Lo reconozco. En realidad, yo sólo me siento
identificado y concernido por el Dépor y la cerveza Estrella Galicia. Bueno,
también por las patatas gallegas, el caldo, los grelos, el marisco, el Albariño
y mil cosas más, pero a un nivel diferente. Del Dépor ya se ha hablado bastante
estos días. El domingo nos mediremos en O
Noso Derby al Celta, que ayer se clasificó para cuartos de final de la Liga
Europa, lo que me supuso una alegría grande.
De la Estrella Galicia también
hemos hablado varias veces, pero es que no me canso de decir que es la mejor
cerveza que he probado. Para que vean que no exagero, AQUÍ
pueden consultar los resultados de una encuesta que han hecho a más de 30.000
birreros españoles. Mi opinión coincide al 100% con esos resultados. Estrella Galicia es la mejor y Alhambra la segunda. Ya que hablamos de cervezas, he
de decirles que ayer me llegó desde Lituania un paquete con una cerveza lituana
de un litro. Me lo envía una amiga de mi hijo a la que tuve alojada unos días
en mi casa. Se marchó convencida que, para un daddy birrero, no hay mejor regalo. Aquí la imagen.
Otra buena noticia de ayer: el
impresentable de Geert Wilders sufrió una sonora derrota en las elecciones holandesas.
La sociedad dutch se movilizó y votó mayoritariamente contra este fascista. Es
la primera buena noticia del año, que esperemos sea pronto seguida por la
derrota de la señora Le Pene. Los agoreros que pronosticaban que iba a ser un
año nefasto, empiezan a joderse. Nefasto fue el pasado, pero los pesimistas
entienden que sólo fue un prólogo de lo que está por venir. Pues ya les hemos
dado la primera en la frente. A este respecto, les sugiero que ojeen (aunque no
sepan mucho inglés) el reportaje con el que abría el año el prestigioso
periódico digital independiente Político. Aquí se hablaba de los Dirty Dozen (literalmente, los doce
guarros), que probablemente nos jodieran el año 2017. Pueden verlo AQUÍ.
Entre estos doce cochinos incluían a Wilders, Beppe Grillo, Sarkozy y otros
análogos. Y también al unurabla
Puigdemont (ya ven que lo mío no es la manía persecutoria de un loco aislado,
hay mucha gente que piensa como yo).
Esa expresión Dirty Dozen se usa bastante en el
periodismo anglosajón, desde el gran éxito de la película The Dirty Dozen, de 1967, que aquí se rebautizó como Doce del Patíbulo. He de decirles que
existe también una página Web con ese nombre, que promueve causas ecologistas.
Y, sobre todo, hay una estupenda banda de jazz de New Orleans que se llama The Dirty Dozen Brass Band. Les dejo con
un tema muy potente, en el que esta banda se lanza a hacer una incursión en el jazz-rap, para denunciar los desastres
en su ciudad tras el huracán Katrina. Cuenta para ello con la colaboración de
un rapero local que se llama Chuck D. El tema machaca con un estribillo
repetitivo: ¿Qué está pasando? Eso es lo que pasa ¿Qué está pasando? Eso es lo
que pasa. Aquí lo tienen: What’s going
on? Buen finde.
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